1. lefttopUNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL<br />“FRANCISCO DE MIRANDA”<br />ÁREA CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN<br />DEPARTAMENTO DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS<br />U.C. FUNDAMENTOS GENERALES DE LA EDUCACIÓN<br />LOS VALORES EN LA EDUCACIÓN<br />Luis Beltrán Prieto Figueroa (1984) Principios Generales del la Educación.<br /> Capítulo VIII. Los valores en la educación. Relaciones entre fines y valores. Aplicación educativa de los valores. La personalidad y los valores. Los cambios culturales y los valores. Sentido y alcance de los valores<br />Síntesis con fines instruccionales <br />Por Licda. Chirino, Daliana<br />Prieto, L. (1984) en su libro Principios Generales de La Educación realiza una compilación de términos y de posiciones filosóficas para exponer el rol de los valores y su aplicación en la educación. Inicia explicando la función de la axiología como la parte de la filosofía que trata los valores. La palabra proviene de axios, que designa en griego lo valioso de las cosas o de las personas. El bien, la justicia, la verdad, la belleza entre otros han sido objeto de tratamiento por los filósofos desde Platón y Aristóteles, sin que se les asignara el nombre de valores ni se les diera el tratamiento de que ahora se ocupa la axiología. <br />Continua Prieto, L. explicando que siempre se ha hablado de cosas valiosas en razón de su precio o utilidad. Pero el valor no debe confundirse con las cosas valiosas. Entonces conviene distinguir, desde ya, entre los valores y los bienes. Los bienes equivalen a cosas valiosas, esto es, las cosas más el valor que se les ha incorporado. Los valores no son, en consecuencia, ni cosas, ni vivencias, ni esencias, son valores. Todo valor supone a la existencia de una cosa o persona que lo posee y a un sujeto que lo aprecia o descubre. Los valores son abstractos, no tienen existencia real sino son adheridos a los objetos que lo sostienen.<br />Afirma este autor que los valores se presentan en pares contrapuestos, por lo cual se dice que los pares son polares: a bien se opone mal; a bello se opone feo; y a sublime, ridículo. Al segundo término del par, se le llama contravalor, pero ambos son verdaderos valores. El sujeto que evalúa frente a dos valores puede preferir uno cualquiera de los dos. También se dice que los valores son jerárquicos: unos superiores y otros inferiores. Estos serian referentes a la vida orgánica, denominados valores vitales. Frente a dos valores, el hombre estaría obligado a decidirse por el valor superior, pero esa manera de plantear la selección comprometería la libertad de la persona.<br />Muchos consideran a los valores como objetivos, eternos y absolutos. En este punto, Prieto. L. aboga por la posición de Sartre quien advierte que “el valor no puede develarse sino en una libertad activa…” en el sentido de que nada hace existir al valor, sino esa libertad que al mismo tiempo me hace existir a mí. Por otra parte, el autor añade que los partidarios de los valores como subjetivos dicen que las cosas valen porque las deseamos o porque nos gustan, destacando así el valor afectivo de las preferencias valorativas a diferencia de los partidarios de los valores como objetivos quienes dicen que las cosas no son valiosas no porque las deseamos sino que las deseamos porque son valiosas. <br />Un tercer enfoque, que expone Prieto, L. acerca del tema es el de los experimentalistas e instrumentalistas, que siguen a John Dewey sostienen que “un objeto que un objeto adquiere valor cuando es escogido para lograr un propósito, eliminar una dificultad o servir a un interés”. A lo que se concluye este capítulo en palabras de George Geiger quien argumenta que “los valores son resultados de las preferencias humanas entre intereses humanos que compiten (…) el gusto por X, digamos se convierte en valor después que ha sido preferido al gusto de Y”.<br />De esta manera, sigue Prieto, L. diciendo; la preferencia de los valores está incluido en el tipo de personalidad del individuo a lo que aboga a la tesis del filosofo Eduardo Spranger quien considera seis tipos de ideales básicos de la individualidad: a) el hombre teórico, b) el hombre económico, c) el hombre estéticos, d) el hombre social, e) el hombre político, y f) el hombre religioso. Cada uno de estos tipos tiene preferencia para los valores que se conforman en su estructura ideal. Spranger considera que, en realidad, estos tipos no se presentan puros, sino que hay tipos complejos, casos en los cuales combinan valores de las estructuras que coinciden en su forma de vida. <br />En cuanto al criterio madurez para los valores es sostenido para varios autores, como lo indica Kraft, no se puede hablar de valoración entre tanto el niño no distinga criterios valorativos tales como “bueno”, “malo”, “feo”, entre otros. A esto se añade la posición coincidente, de diversos prensadores (como Spranger, M. Debesse; Juan José Arevalo, y otros), quienes afirman que “la pubertad es la época de descubrimiento de los valores y la discriminación del yo y de los valores del mundo” (Stern, 1960 citado por el autor) De esta manera sólo gradualmente va elaborándose y adquiriendo forma la estructura individual, la personalidad. Para Spranger, en este mundo revuelto, donde chocan las aspiraciones individuales con las supraindividuales de la vida colectiva interviene la educación como institución social.<br />Finalmente Prieto, L., en resumen, culmina afirmando que la educación democrática encuentra una medida educativa para cada capacidad y la sociedad tiene interés de formar de cada educando un hombre útil. Capaz de escoger entre múltiples valores de una sociedad móvil, es decir en proceso de cambios, sus propios valores. Hasta ahora hemos tratado la forma individual de abordar los valores pero ya hemos dicho que la educación es también una exigencia de orden social. La ética individual varía en presencia de los requerimientos de la sociedad. El ser humano coordinado íntimamente con la sociedad está, desde un principio, ligado por la convivencia con los demás de la comunidad en donde vive. Además el autor añade lo siguiente:<br />“Nuestro concepto personal es que los valores no son materia de enseñanza sistemática. La educación debe enseñar al alumno a descubrirlos y a buscarlos, en su tensa y permanente inquisición de sí mismo”<br />