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Jueves 01 de agosto de 2013 NOTICIAS 04
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POR COSTUMBRE, LA PAZNos hemos acostumbrado a contar delitos, a pasar
de un acto de terror a una historia de impunidad.
Pareciera que no hay manera de cambiar la página
de la violencia, como si no hubiera otra opción. Sí
la hay. Para darle la vuelta a la violencia podemos
promover una cultura de paz. Se trata de vivir una
vida no violenta.
La cultura de la violencia supone el ejercicio del
poder mediante el empleo de la fuerza y se puede
hablar de distintos tipos de violencia: estructu-
ral, cultural y directa. La violencia estructural es
la imposición de condiciones de vida económica,
laboral y social de las personas y las comunidades
sin que tengan la posibilidad de elegir de manera
independiente. La violencia cultural son creencias
(estereotipos y prejuicios) y costumbres asignados
a grupos de personas que legitiman el abuso del
poder y la discriminación. La violencia directa son
las reacciones intencionales y repetitivas que se
tienen ante las estructuras, creencias y costum-
bres abusivas. Las formas de violencia directa son
la violencia sexual, patrimonial, física, económica
y psicológica.
La opción contra el abuso de poder (la cultura
violenta) es la cultura de paz. Las Naciones Unidas
la definen como una serie de valores, actitudes y
comportamientos que rechazan la violencia y pre-
vienen los conflictos tratando de atacar sus causas
para solucionar los problemas mediante el diálo-
go y la negociación entre las personas, los grupos
y las naciones.
Existen organizaciones de la sociedad civil es-
pecializadas en cultura de paz con proyectos rea-
les en diferentes comunidades. Están entre otras,
CreeSer, PazEs o Vía Educación. Estas organizacio-
nes tiene proyectos en escuelas públicas de nivel
primaria y secundaria, en centros comunitarios y
ofrecen talleres y diplomados que pretenden di-
fundir la cultura de paz y capacitar a más ciudada-
nos en una vida no violenta.
Entre los esfuerzos colectivos que se han con-
cretado está el Diplomado de Educación para la
Paz, del cual ya se graduó la primera generación
de 28 personas el pasado mes de febrero. La se-
gunda edición del diplomado arranca el 23 de
agosto en la UDEM y su objetivo es ofrecer co-
nocimientos teóricos y metodológicos, así como
herramientas sencillas para la práctica social y
educativa con enfoque de paz. En sus seis módu-
los se abordarán temas como violencia, conflicto
y paz, derechos humanos, perspectiva de género
y equilibrio de poder, inteligencia emocional y re-
solución de conflictos, no violencia y ciudadanía,
sostenibilidad y paz con la comunidad de vida.
El diplomado lo imparten expertos de cada
una de estas áreas orquestados por CreeSer y ABP,
quienes tienen 12 años de experiencia en la for-
mación y capacitación en cultura de paz. Está diri-
gido a activistas, grupos misioneros, parroquiales,
promotores comunitarios, psicólogos, pedagogos,
docentes, sociólogos, trabajadores sociales, etc. El
único requisito de ingreso es tener una práctica
educativa o social en una institución, organiza-
ción, colectivo o grupo social.
Al final del diplomado, los participantes ha-
brán diseñado estrategias para introducir la cultu-
ra de paz en lo que hacen. El tema de fondo es se-
guir haciendo lo que se hace pero con un enfoque
de paz, resolviendo conflictos de manera pacífica,
conviviendo con la diversidad y empatizando con
los demás. Del mismo modo que hemos normali-
zado la violencia, podemos normalizar la paz para
verla como una opción de vida, la paz puede ser
la actitud desde la que podemos interactuar con
nuestro entorno.
Por costumbre, la paz.
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Con la finalidad de hacer un
cambio en la sociedad, jóvenes
universitarios emprenden sus
propios proyectos, con los que
ayudan a comunidades menos
favorecidas.
ElcolectivoMosaicos,através
de su proyecto Misión del Nayar,
Emprendedores.
Jóvenes crean e
implementan proyectos
benéficos para el
desarrollo social.
Comprometidosconotrosjóvenesbusca integrar a alumnos indíge-
nas, que estudian en la ciudad, a
adaptarse en la sociedad regia.
También el colectivo Mujer
y punto, con su proyecto Semi-
llas, trata que mujeres de zonas
populares aprendan a quererse,
respetarse y superarse.
Estos grupos forman parte
del programa Jóvenes con Valor
de Femsa y la agrupación As-
hoka, la cual impulsa el cambio
en la sociedad mediante el em-
prendimiento social.
Dicho programa capacita,
forma, impulsa –en un período
de 15 meses– y apoya económi-
camente a jóvenes de entre 14
y 24 años que tienen proyectos
que buscan hacer un cambio en
la sociedad, de acuerdo a Anik
Varés Leal, gerente de sostenibi-
lidad social de Femsa.
La ayuda económica va desde
los 700 hasta los mil 300 dólares
como capital para que los jóve-
nes puedan operar sus proyec-
tos.
Desde que arrancó el progra-
ma, en 2011, ha favorecido a 210
grupos juveniles en Nuevo León,
Morelia y Veracruz en dos gene-
raciones.
Actualmente está por iniciar
latercerageneracióndeempren-
dedores el próximo 17 de agosto,
por lo que la convocatoria cierra
el día 9 del presente mes.
KARLA BERLANGA
karla.berlanga@publimetro.com.mx
Twitter:@karlitaberlanga
Preocupadaspor
otrasmujeres
El grupo Mujer y punto busca brindar
desarrollo humano, salud, acción social
y liderazgo a mujeres jóvenes de 12 a 15
años que habitan en colonias populares
mediante su proyecto Semillas.
Dicho proyecto fue creado por cinco
alumnas de la UdeM y para cumplir con
su objetivo se apoyaron en especialistas
en psicología y de medicina para que la
atención que reciben las 25 jóvenes bene-
ficiadas, por el momento, sea de calidad.
“Durante todo el proceso, ellas necesi-
tan tener confianza en sí mismas, porque
su entorno es difícil, necesitan ser agentes
de cambio. Al principio empezamos
con cinco y terminamos con 25 niñas”,
expresó Michelle Herrera, integrante del
colectivo.
Además cuentan con un manual
en donde explican las actividades del
proyecto para que en un futuro pueda
implementarse masivamente por terceras
personas.
Parte del colectivo Mujer y punto, Michelle Herrera y Mil-
dre. Para mayor contacto: @p_semillas. / KARLA BERLANGA
Integranalos
estudiantesindígenas
Debido a la discriminación y choque
cultural que viven las personas indí-
genas que vienen a estudiar a alguna
universidad de la ciudad, estudiantes
del Tec decidieron ayudarlas a inte-
grarse en la vida estudiantil y social
regiomontana.
Mediante el proyecto Misión del
Nayar, Enrique David Guerrero, María
Julia Castañeda y Mariana Gómezgil,
junto con otros dos compañeros, ofre-
cieron a los alumnos provenientes de la
Mesa del Nayar –serranía ubicada en los
estados de Nayarit, Durango y Jalisco–
talleres de arte, fotografía, guitarra,
actividades de futbol y danza árabe, así
como visitas recreativas a distintos pun-
tos representativos de Nuevo León.
Han beneficiado a 31 jóvenes indí-
genas de preparatoria y licenciatura en
diferentes universidades de Monterrey.
Enrique David Guerrero, María Julia Castañeda y Maria-
na Gómezgil, responsables de Mosaicos, y su mentor,
Héctor Moreno. / KARLA BERLANGA