Este texto lo escribí para la Instancia Evaluativa Nro 1 de la materia de Ética y Construcción de la Ciudadanía. Nos habían solicitado la propuesta y análisis de una situación dentro del contexto áulico, con respecto a lo que hacemos y decimos los docentes, y cómo puede influir en los estudiantes.
Ética y Construcción de la Ciudadanía. Lo que el Docente hace y dice en sus Prácticas.
1. INSTANCIA EVALUATIVA N° 1
ASIGNATURA:Ética y Construcción de la Ciudadanía.
PROFESORA: -----------------------------------.
ESTUDIANTE: Claudia------------------.
CURSO: 4to año.
CARRERA: Profesorado de Inglés.
CICLO LECTIVO:2016.
2. INTRODUCCIÓN
Desde que comenzamos el primer año del profesorado(en este caso de Inglés), nos inculcan, nos hacen ver,
entender y comprender que los niños con los que vamos a trabajar, no se limitan a ser un receptáculo
cognitivo como se consideraba en la antigua escuela, en buena hora “las mentes se han abierto” (las comillas
tienen una buena explicación más adelante) para que
podamos reflexionar de que estamos tratando con personas.
Esas personas son cada una un universo, cada una tiene sus
mundos, sus estrellas y todo aquello que las conforman; esas
personas van a tomar en diferentes medidas lo que puedan
aprender de nosotros, y a la vez, nosotros tenemos que estar
abiertos para aprender de ellos. En el texto de Schujman, se
plantea que aquello que el docente hace y dice durante sus
clases puede influir en el estudiante… Claro está que las
personas aprendemos más con las acciones que con lo que
nos dicen, con el ejemplo de lo que se predica más
precisamente, pero al mismo tiempo, la palabra, el uso de ella, tiene muchísimo poder a la hora de dirigirnos a
alguien; parafraseandoa Albus Dumbledore (*1), las palabras son nuestra fuente inagotable de magia, capaces
de infringir heridas como de sanarlas. Todo este bello y confuso marco que armé sirve para la problemática
que me gustaría abordar en las siguientes páginas… (lo de “las mentes se han abierto” es más adelante aún…)
NUDO:
La problemática que trataré tiene que ver con lo que ví y analicé durante la segunda etapa de mis prácticas:
En Septiembre comencé a ejercer la segunda etapa de mis prácticas docentes, fui
destinada a un segundo año secundario, cuyo estudiantes tienen entre trece y
catorce años de edad, plena entrada en la adolescencia, edad en la cual comienzan
a afianzarse más en su carácter y personalidad, edad en la que cualquier situación
externa les genera inconvenientes en su interior y si no están bien acompañados,
esta influencia puede ser terrible para su autoestima y su autogestión de
pensamiento. Este segundo año resulta ser un curso no tan fácil de llevar debidoa
“problemas” de conducta y mucha falta de interés en las materias, un curso en el
que mientras la profesora hablaba o quería explicar un tema, ellos hablaban más fuerte y habían 5 ó 6
intentando prestar atención. No obstante a esto, con cada profesor que me cruzaba que me preguntaba con
qué curso estaba, la respuesta era “¡justo con ese curso!”.
3. Entre esas “mini reuniones” de cigarrillos que se hacían en los recreos, se
encontraba la profesora de curso, quien despotricaba a viva voz contra estos
niños, no sólo delante de estos profes, sino dentro del aula delante de los
estudiantes. En una de esas situaciones que se daba regularmente, una de las
chicas de ese año escuchó y me dijo “estamos acostumbrados a que hablen
así, sabemos que no tenemos cura pero no nos lo tienen que remarcar
siempre”. Acá es donde se hace el punto de inflexión y hay que darse cuenta
que esto más que una queja es un pedido de ayuda. Paulatinamente ví que
habían casos de chicos con muy baja autoestima porque justamente “son los
peores”, argumentaban que no servían para nada y que les daba lo mismo el
colegio ya que son “lo peor que puede haber”. Cuando quise intentar dialogar con la profesora respecto al
tema para trabajar valores desde los tópicos que debía presentar en clase, recibí una negativa rotunda porque
“es gastar pólvora en chimangos, son así y punto”. Y ahí, me empecé a tornar medio paranoica en cuanto a qué
tenía que hacer, si tratar los temas de manera tal como decía la profesora, o trabajar los valores pero de una
manera sutil a través de lo que hacíamos en clase.
Arribándolo desde una perspectiva Aristótelica, tenemos “la cadena de fines”, plantea que hay una meta u
objetivo que le da sentido a nuestro accionar, y vaya que es así. Hay una frase de Robert Baden-Powell (*2) que
reza “trata de dejar el mundo mejor de cómo lo encontraste”, no se limita a cuestiones materiales, más bien se
expande a todo aquello que se pueda ayudar a mejorar, con esto me refiero a que si en nuestra boca y en
nuestras manos tenemos la forma de transmitir valores, aunque no sea de forma explícita, podemos generarlos
o despertarlos. En ese momento mi meta era que lograran comprender accidentes geográficos en inglés, ante
la negativa de relacionarlocon el valor que se le entrega al medio ambiente, recordéque es un curso que
adora dibujar, y desde ahí comenzó a cambiar el panorama. Clase a clase buscaba generar, que si bien
aprendieran todo lo relacionado al paisajeque los rodeaba, también que se sintieran motivados a trabajar a
través de lo que ellos más disfrutaban hacer, que era justamente, dibujar. Esa situación dio lugar a un espacio
para brindarse elogios entre ellos, forjando un poco la unión del grupo y se encontraban trabajando, y
buscaban que les corrigiera, que les hiciera caritas con la birome; es decir, había alcanzadoen ese entonces mi
meta, que trabajen con entusiasmo y que se dieran cuenta de que ellos podían
dar mucho más que los comentarios que siempre habían escuchado con
respecto a sus personas.
Entre otras de las situaciones que se daba relacionado a esto era “aprobá a los
chicos, que es nuestro deber”: Stuart Mill decía que las acciones son buenas
siempre y cuando promuevan felicidad de manera genuina, peroooo…. aprobar a
los chicos porque es lo que tenemos que hacer… sí… momentáneamente se
sentirán felices de casi no haber estudiado y comprendido la materia, el asunto comienza cuando les toque
enfrentar algo con respecto al idioma y no lo adquirieron, ¡pero si están aprobados! Es el momento que chocan
con la realidad de que no entendieron el tema o cómo se trataba tal cosa, y al no poder ser capaces de
expresarse en otro idioma, se verán obstaculizados, generando sensaciones de enojo que los llevaran al dolor
por el arrepentimiento de no haber aprendido como corresponde; ahí estaríamos yendo en contra de
promover la felicidad de manera genuina como diceMill, ¿por qué? porque ese “espectro” de felicidad que
logran sentir los estudiantes al instante de ser aprobados, en realidad son una farsa de una cuestión egoísta
4. del profesor para que no se noten sus falencias como docente. Y acá entra en juego también lo que debo
hacer yo para aprobar las prácticas docentes, si tomo más en serio la cuestión y busco motivarlos para que
trabajen, está la posibilidad de que fallen e interrumpo la situación de “aprobar porque sí”, y ahí estaría
presente mi conciencia del
deber, ¿cuál? que los chicos
realmente entiendan de qué
se trata el idioma o no. Si me
quedara con la postura que se
me planteó que tome, estaría
siguiendo una idea de
conveniencia y de interés
egoísta, y no lo estaría
haciéndolo por el deber como
implica la moralidad de Kant.
Según Lévinas, yo soy
responsable del Otro, en este
caso la demanda necesaria
sería por parte de los estudiantes que es aprender inglés y lograr que alguien les ofrezca un poco más de
atención de lo que se les suele brindar, pero también está en ellos tomarlo o dejarlo, si las posibilidades para
facilitar el tramo de adquisición de la segunda lengua se hayan presente, al no sacarle provecho rompe con la
teoría de Lévinas; así de la misma forma en la que yo paso al rol del “Otro” y desaprovecho la oportunidad.
CONCLUSIÓN
Los docentes nos tenemos que hacer cargo de cada mínima decisión, cada mínimo movimiento, cada mínima
situación que acontece dentro del aula, ¿por qué? porque cualquier acción o palabra, va a dar lugar o no al
crecimiento del chico. Cuando previamente mencionaba lo de “mentes abiertas”, hacía referencia a que de
nada sirve aprenderse de memoria las nuevas pedagogías ni asistir a cursos de capacitación, si no se pone un
poco de voluntad para cortar con algo tan típico como son los estigmas, o para mantenerse en una postura
tradicional.
Para mejorar esto, deberíamos repensarnos como docentes, cuál es nuestro rol a la
hora de la transmisión de valores; por ejemplo, se podría empezar con salir de la zona de
“sujeto que importa conocimientos y valores”, para pasar a una zona donde guíe y ayude
a autogestionar en el estudiante su propia trama de valores de la mejor manera posible,
sin llegar a extremos, buscar el término medio entre orientar y dictar, a punto tal que el
chico mismo logre captar conocimiento pero a su vez construirlo utilizando sus
herramientas y realizando un ejercicio mental que lo lleve a la práctica de la reflexión.
Otro punto interesante de discutir es el lugar que se le da al estudiante a la hora de
expresarse; rara vez se los toma en serio cuando hacen planteos, que inclusive pueden ayudar a mejorar la
5. actitud entre lo que hacemos y decimos cuando ejercemos nuestra profesión en el aula de clases, suelen ser
oídas pero no escuchadas ni comprendidas, o directamente ni se les presta atención.
*1: Personaje célebre de la saga de libros Harry Potter.
*2: Fundador del Movimiento Scout.