3. Intentemos por una vez, si es posible, no analizarlo todo
hasta machacarlo, sobre todo a mí.
Fue un beso de andén: Bastante espontáneo al principio,
pero más bien inhibido en la continuación, y con cierto aire
de golpe en la frente.
A veces le resultaba terriblemente difícil ocultar su
paciencia respecto a la ineptitud del macho de la especie en
general.
Si eres poeta haces algo hermoso; Quiero decir que dejas
algo hermoso cuando terminas la página o lo que sea.
4. Estoy harta de que la gente me caiga bien solamente. Quisiera
conocer a alguien a quien pudiese respetar.
Hay una ley no escrita según la cual las personas de un cierto
nivel social o económico pueden dejar caer tantos nombres
conocidos como quieran, siempre y cuando digan algo
terriblemente denigrante sobre la persona importante no bien ha
mencionado su nombre, que es un bastardo, o una ninfómana, o
que se droga, o cualquier cosa horrible.
Es todo el mundo, quiero decir. Todo lo que hace la gente es
tan…, no sé…, no es malo ni siquiera mezquino; tampoco
estúpido necesariamente. Simplemente tan minúsculo e
insignificante y, … deprimente. Y lo peor es que, si te vuelves
bohemio o algo asi de loco, sigues siendo igual de conformista
como los demás, solo que de un modo diferente.
5. Estoy harta de no ego, ego, ego. El mío y el de los demás.
Estoy harta de que todo el mundo quiera llegar a alguna
parte, hace algo notable, ser alguien interesante. Es
repugnante…, lo es, lo es. Me da igual lo que digan los
demás.
No tengo miedo de competir, es justamente lo contrario.
¿No lo comprendes? Me da miedo ver que acabaré
compitiendo, eso es lo que me asusta.
Me asquea no tener el valor de no ser nadie en absoluto.
Es posible que esté total y absolutamente loca sin saberlo.
7. Hoy es uno de esos días en que veo a toda mi familia,
incluyéndome a mí, a través del extremo equivocado del
telescopio.
Las cartas están marcadas (y así debe ser, me imagino) en
contra de todos los estetas profesionales, y sin duda todos
merecemos las oscuras, verborraicas y académicas muertes
a las que llegamos antes o después.
No se puede vivir en el mundo con simpatías y antipatías
tan marcadas.
No sé de qué os sirve saber tanto y ser tan listos si eso no os
hace felices.
8. ¿Qué por qué voy? Fundamentalmente porque estoy harto de
levantarme furioso por las mañanas y acostarme furioso por las
noches.
En primer lugar, te equivocas cuando te pones a protestar contra
las cosas y las personas en lugar de contra ti misma. A mi me
ocurre igual. Yo hago lo mismo respecto a la televisión... Soy
consiente de ello. Pero es un error. Somos nosotros.
Somos nosotros. Somos bichos raros, eso es todo.
Estoy harto de ser el malo en la vida de todos.
9. ¡Fue terrible! Y lo peor era que me daba cuenta de lo pesada que
resultaba, me daba cuenta de que estaba deprimiendo a lagente, e
incluso hiriendo sus sentimientos… ¡Pero no podía parar!
Lo que pasaba era que se metió en la cabeza la idea, y no podía
quitármela, de que la universidad era sólo un lugar necio e inútil
mas en el mundo dedicado a acumular tesoros y todo eso.
Creo que no me habría deprimido tanto si una vez de cuando en
cuando, hubiese al menos una pequeña implicación rutinaria de
que el saber debe conducir a la sabiduría, y que de no ser así, ¡No
es mas que una asquerosa perdida de tiempo! ¡Pero nunca la
hay!.
10. Hay cosas hermosas en el mundo, y cuando digo hermosas
quiero decir Hermosas. Somos unos cretinos al apartarnos
tanto de lo fundamental.
La vida religiosa y toda angustia que la acompaña, no es
más que un castigo que Dios le manda a la gente que tiene
la osadía de acusarle de haber creado un mundo feo.
Eres, sin duda, la persona más carente de tacto que he
conocido en mi vida.
11. Tendrías alguna excusa si fueses una persona muy simple, como
el peregrino, o una persona muy desesperada…, pero tú no eres
simple, tía, y tampoco estás tan condenadamente desesperada.
No importa donde actúe un actor. Puede ser en compañías de
verano, en la radio, en la televisión, o incluso en un maldito
teatro de Broadway, con el público más elegante, mejor
alimentado y más bronceado que te puedas imaginar. Pero te
contaré un terrible secreto… ¿Me escuchas? No hay nadie allí que
no sea la señora gorda de Seymour. Y eso incluye a tu profesor
Tupper, rica. Y a su docena de condenados primos. No hay nadie
en ninguna parte que no sea la señora Gorda de Seymour. ¿No lo
sabías? ¿No sabías aún ese maldito secreto? Y ¿A que no sabes,
escúchame bien, a que no sabes quien es en realidad la señora
Gorda? ¡Ah, rica! Es Cristo mismo. Cristo mismo, rica.