1. LA ROSA AZUL
(Capítulo 1)
El sol lucía con fuerza esa mañana de verano, eran tan solo las ocho y media y
ya alcanzábamos los veinticuatro grados centígrados.Estaba emocionada y
nerviosa por la fiesta de mis veinte cumpleaños, era una tradición familiar
celebrarlo por todo lo alto y yo no iba a ser menos, por eso me levanté tan
temprano para empezar con los preparativos. Mi madre revoloteaba arriba y
abajo entusiasmada y nerviosa dando los últimos retoques, era toda una
perfeccionista. Me había decantado por una decoración ibicenca en tonos
blancos y asientos de mimbre con enormes cojines, unas grandes antorchas
adornarían la entrada pues no podía faltar el fuego, me fascina y crea un
ambiente mágico.
-“Marie, cariño, todo está quedando precioso, creo que estamos haciendo un
gran trabajo”.
- “Yo también lo creo mamá, seguro que a Giulia y a los chicos les encantará”.
Giulia era mi mejor amiga desde la infancia, nos criamos juntas ya que mi madre
y la suya también eran buenas amigas por lo que nos veíamos todos los días en
el colegio y fuera de él. Siempre hemos congeniado muy bien y podemos contar
la una con la otra en cualquier circunstancia, somos muy distintas pero
conectamos a la perfección.
-“Mamá, creo que solo falta algo viejo y habremos terminado, pero no me viene
a la cabeza nada que encaje aquí, ¿Se te ocurre alguna reliquia polvorienta?”
Otra parte de la tradición, era incluir algo viejo, mi madre decía que me aportaría
suerte, pero creo que ya era bastante suertuda. Vivía en una zona muy bonita
llamada Santa María, estaba tan solo a cinco minutos de la playa y a otros cinco
del centro del pueblo andando. Era un lugar muy tranquilo donde apenas
pasaban coches ya que no había comercios en esa zona, solo casas
unifamiliares y varios parques infantiles con zonas verdes, también un depósito
de agua en la zona más alta, que abastecía a toda la urbanización.Era un lugar
de encuentro bastante habitual para parejas que iban allí cuando no querían ser
vistos…, además gozaba de una familia maravillosa y tenía muchos amigos con
los que disfrutar de mi tiempo libre, ¿qué más se podía pedir? También tenía un
trabajo y aunque no era muy gratificante, se me daba bastante bien. Trabajaba
en un pequeño restaurante en primera línea de mar, muy romántico, la verdad,
¡una pena que no tuviera a quien llevar a cenar!
- “Creo que ya sé lo que podemos poner, pequeña”- odiaba que me llamara así.
-“ ¡Por favor mamá, que ya tengo veinte años!”- mascullé.
- “Sí, pero siempre serás mi niñita”- dijo cariñosamente, yo era la menor de dos
hermanas.
- “¿Bueno, en qué habías pensado?”
2. - “¿Recuerdas aquel atrapa sueños que hiciste cuando tenías doce años? Creo
que encajaría a la perfección, es de color marfil y tiene unas grandes conchas”.
- “Sí, lo recuerdo, ¡es perfecto! África y yo estuvimos toda una tarde recogiendo
conchas en la playa, papá se puso como una moto porque nos pusimos perdidas
de agua y estábamos en pleno diciembre. ¿Dónde crees que puede estar?”
-“ Estoy casi segura que se encuentra en el desván así que… ¡que no te coman
las arañas pequeña!”- dijo riendo.
Encendí la luz de las escaleras que bajaban hasta nuestro viejo desván, allí
guardábamos todos los trastos viejos que ya no usábamos, una pequeña parte
estaba reservada para la bodega de mi padre, Leo. Era amante del vino y junto
a los botelleros había colocado un viejo barril de roble y varios taburetes tallados
a mano; cuando quería paz, bajaba allí, era su rincón favorito.
A mí, desde luego, no me gustaba ese lugar, lleno de arañas asquerosas e
invadido por el polvo, pero no me quejaba, si no, me tocaría hacer limpieza.
Empecé a rebuscar entre viejas cajas y baúles, recordaba el bonito atrapa
sueños. Mi hermana África y yo solíamos pasar mucho tiempo juntas y nos
encantaba hacer todo tipo de manualidades, ahora prefería la compañía
masculina.
En el fondo de una de las cajas advertí un hilo plateado que sobresalía y tiré con
la esperanza de haber encontrado lo que buscaba, pero en su lugar apareció un
viejo libro. El hilo formaba parte del bordado que engalanaba la tapa de piel que
se estaba deshilachando, estaba un poco deteriorado pero era precioso. En la
portada unos surcos dorados y azules formaban la imagen de lo que parecía ser
una rosa, una rosa azul.
Abrí el libro por la primera página, sintiendo curiosidad. Imaginaba que sería uno
de los libros que tanto le gustaba leer a mi padre, pero no me sonaba, no tenía
título, era como un viejo manuscrito y eso llamó mi atención. Puesto que no tenía
tiempo para entretenerme en ese momento, guardé el libro para ojearlo más
tarde y seguí buscando. Empleé treinta y cinco minutos más hasta dar por fin
con el maldito atrapa sueños. Estaba bastante bien conservado, así que volví al
porche y lo colgué junto al arco de piedra donde la brisa pudiera empujarlo y
hacerlo tintinear.
La fiesta prometía ser un éxito, todos mis amigos estarían allí, les encantaba
venir a mis fiestas de verano, siempre acabábamos metidos en la piscina, así
que ya sabían que el bañador era obligatorio.
Hice un descanso para comer y relajarme un rato. Subí a mi habitación pensando
que iba a ponerme esa noche, hoy era la anfitriona así que tenía que estar
espectacular. No es por ser modesta pero tampoco tenía que esforzarme mucho
para llamar la atención entre los hombres, no me faltan pretendientes, os lo
aseguro, gracias a dios no me podía quejar de mi apariencia, me considero una
chica bastante sexy y femenina, pero a la vez muy sencilla y natural, mi larga
cabellera negra y rizada contrasta a la perfección con mi piel tostada y mis
grandes ojos azules y por qué no decirlo, ¡tengo un buen trasero y unos pechos
envidiables! A pesar de eso no soy muy experta en relaciones.A veces creo que
soy demasiado exigente ya que creo en el amor a primera vista y todavía no ha
aparecido el afortunado.
3. Sinceramente no sabría decir de dónde me vienen estos rasgos, tanto mi
hermana como mi madre Marta tienen el pelo castaño claro y los ojos marrones,
pero son las típicas que parecen gambas después de pasar un día en la playa.
Mi padre es un poco más moreno de piel pero aun así no se parece en nada a
mí. Aparte de eso, somos una familia bastante unida y feliz, espero que eso no
cambie nunca.
A las ocho y cuarto empecé a arreglarme, dentro de poco empezarían a llegar
los invitados. Me puse mi falda favorita, también era de estilo ibicenco, blanca
hasta las rodillas y quedaba fenomenal con la camiseta nueva que me había
regalado mi hermana en color chocolate cogida al cuello, era arrugadita en la
cintura y quedaba muy bien. Para mis piesme decanté por unas sandalias planas
del mismo color que la camiseta, con tiras entrelazadas y varias hebillas que se
sujetaban al tobillo. No solía maquillarme en exceso así que me puse un poco
de brillo en los labios y ¡lista!.
Bajé al jardín. Ya estaban las brasas encendidas pues pensábamos hacer un
poco de carne para cenar.Mi madre se había lucido con los aperitivos y a ciertas
horas de la noche, la sangría especial de mora, receta exclusiva de mi padre,
seguro que empezaría a causar estragos.
-“¡Marie!” –Se oyó la vocecilla de Giulia desde detrás de la cancela de hierro de
la entrada.
-“¡Pasad chicos, como si estuvierais en vuestra casa!”-grité.- “Oh, Giulia estás
guapísima, ¿has estado tomando el sol sin mí?”- dije medio enfadada.
Giulia venía hecha un pincel, era más que presumida, siempre iba perfectamente
conjuntada incluso con el color de sus uñas. Para la fiesta se decidió por un
bonito y ceñidísimo vestido en tonos azules y verdes turquesa, le sentaba como
un guante. Se había puesto unos zapatos de vértigo y llevaba los labios pintados
de un intenso color rosa.
La fiesta aconteció estupendamente, comimos, bebimos y estuvimos bailando
durante horas. Los chicos jugaron un improvisado partido de waterpolo en la
piscina mientras nosotras preparábamos otra ronda de mojitos y charlábamos de
nuestras cosas. Mi hermana también estaba allí con su nuevo amiguito Marcos,
no me daba muy buena espina ese chico, ¡cosas mías supongo!
Eran ya las dos de la madrugada, mi amiga Nadia y Javier estaban enrollándose
en la piscina, ¡qué asco! Tendría que echar un bote de desinfectante al día
siguiente, me lo apunte como nota mental.
A las tres, todos se habían marchado. África se fue a dormir a casa de Marcos y
los demás, creo que siguieron la fiesta en otra parte. Yo estaba reventada así
que subí a mi habitación deseando darme una ducha y acostarme.
Una vez hube limpiado mis encantos, me dispuse a tumbarme en la cama,
sabiendo lo que me esperaba. No se lo había contado a nadie, pero ansiaba
quedarme dormida.
Todas las noches, excepto cuando estaba exhausta, soñaba con un hombre, él
era realmente impresionante, no sabría cómo describirlo, su belleza era de otro
mundo. Tenía el pelo negro azabache, sus rasgos eran completamente
perfectos, la nariz, la boca y sus ojos se combinaban en una armonía perfecta.
Sus labios eran carnosos y escondían tras ellos unos dientes blancos e
impolutos. Tenía los ojos de un tono gris azulado con unas largas pestañas que
4. cuando te miraban podían atravesarte el alma. Su cuerpo era todo un poema,
apenas tenía bello corporal,-detesto a los hombres peludos-, aunque sí lucía una
barba de dos días muy muy sexy! Sus músculos se marcaban ligeramente bajo
su piel tostada delineando su preciosa figura, su cuerpo estaba adornado con
multitud de tatuajes que subían desde sus tobillos hasta sus muslos firmes y
duros como la roca. Por encima del hueso de su cadera, justo encima de la ingle,
se podía ver la silueta de una preciosa rosa, una rosa azul. ¡Joder! ¿Una rosa
azul? En un momento salí de mi ensoñación, dándome cuenta de que la rosa
que llevaba tatuada Raúl era exactamente la misma rosa que aparecía en la
portada del libro que había encontrado esa misma mañana en mi desván, ¿cómo
era posible? Probablemente era una coincidencia pero tenía que comprobarlo. A
primera vista parecía una locura, un hombre que me hacía el amor en sueños
llevaba tatuada la imagen de la portada de un misterioso libro que no se sabe
cuánto tiempo llevaría acumulando polvo en una de esas cajas. No tenía sentido,
si se lo explicaba a alguien, me ingresarían directamente en un manicomio.
Pero es que los sueños con Raúl eran tan reales que parecía estar despierta en
otro lugar, sentía su aliento dulce como una nube de azúcar, su piel erizarse al
contacto con la mía y el calor que desprendía cuando nos fundíamos en uno era
demencial, despertaba envuelta en sudor deseando volver a quedarme dormida.
-“Céntrate Marie”- me dije a mi misma que volvía a perderme en mis cálidos
sueños.
Necesitaba el libro, así que baje las escaleras hasta el piso de abajo, ya que mi
habitación estaba en la última planta. Era una especie de buhardilla que había
arreglado y decorado verdaderamente acogedora. Mis pies descalzos repicaban
en el silencio de la noche, tropecé varias veces andando a tientas en la oscuridad
hasta que llegué a la mesita que había justo al lado de la chimenea, allí estaba
el libro.La luz de la luna que entraba por la ventana hacía relucir el color azul de
la rosa, parecía estar llena de vida, aunque cuando encontré el libro en el desván
estaba bastante borrosa. Ahora creía que iba a salirse de la portada, como una
extraña imagen en tres dimensiones.
Subí de nuevo a mi habitación lo más rápido que pude, me moría por saber qué
podía significar esa increíble coincidencia. Me senté en la cama con el libro frente
a mí y acaricié la tapa de piel dispuesta a abrirlo. Me sentía extraña y nerviosa
ya que una parte de mí esperaba que algo sucediera, ¿qué tontería, no? Pero
así fue, un calor sofocante surgió desde lo más profundo de mi ser, todo se volvió
blanco como cuando te golpeas la cabeza, sentí como mi cuerpo convulsionaba
dando grandes sacudidas. De repente, un silencio sobrecogedor me envolvió
así que decidí volver a abrir los ojos. No podía creer lo que veía, me encontraba
en una de las zonas de picnic cercanas a la playa, donde la gente solía ir a hacer
barbacoas o a celebrar fiestas de cumpleaños. Una riera pasaba justo por al lado
e iba a morir al mar.Estaba a plena luz del día pero no sentía la calidez del sol,
era muy extraño, de pronto vi a una mujer corriendo, no podía ver bien su cara
pero se movía con una cadencia y delicadeza digna de una bailarina, a pesar de
que se notaba que estaba en avanzado estado de gestación, estaba claramente
desesperada y el resto de la gente no parecía darse cuenta de su presencia, la
vi vacilar unos segundos ante una mujer que estaba junto a la riera pero un
segundo después continuó su carrera contrarreloj por la rivera del río. En un
momento el cielo pareció oscurecer, un hombre alto de piel rojiza con la cara
5. totalmente desencajada, corría detrás de ella, él era mucho más rápido, por lo
que en un último intento desesperado la mujer saltó al agua dejando tras de sí
un aura azul brillante. Una ráfaga de viento pudo portarme su olor, era delicado
y dulce como una rosa fresca en primavera. El hombre saltó tras ella y solo un
reguero de sangre quedó en la superficie.
Me dispuse a gritar, ¿dios mío, nadie pensaba ayudarla? Pero en ese momento
volví a sentir ese calor intenso, como si una llama ardiera en mis entrañas, ya no
podía ver con claridad, me agitaba con terribles espasmos que no podía controlar
y después, un silencio abrumador.