1. INSTITUCIÓN EDUCATIVA FISCAL
“MIGUEL DE SANTIAGO”
MITOS Y LEYENDAS
NOMBRE DEL TUTOR: IGNACIO IMAICELA
NOMBRE DEL ESTUDIANTE: CRISTOPHER DAVID LICTAPUZON CHILUISA
FIGURA PROFESIONAL: ELECTROMECÁNICA AUTOMOTRIZ
CURSO: 1ERO ¨A3¨
FECHA: 27/12/2020
PROYECTO N.- 4
AÑO LECTIVO: 2020/2021
2. LA LEYENDA DE CANTUÑA
En tiempos coloniales, un Indio de Quito (Ecuador) prometió construir el "Atrio de San
Francisco", pero debido a la complejidad de la construcción, no tenía el tiempo suficiente
para terminarla a tiempo, y si no cumplía su promesa, iría a la cárcel.
Desesperado por el poco tiempo que cada vez menos tenía, se hizo presente de la nada
un Hombre vestido de rojo con una curiosa barba que de pronto, se acercó a él y dijo con
un tono contento:
"No tengas miedo mi amigo. Soy Luzbel y vengo a ayudarte. Te prometo terminar aquella
construcción antes del amanecer pero, quiero como paga tu alma."
El Indio ante la necesidad de ayuda, no lo pensó mucho, y viendo lo imposible que era
terminar, decidió aceptar con la condición de que si falta una piedra, se cancelaba el
trato.
Aceptado el trato, el Hombre invocó de pronto a miles de diablitos que salían de las
oscuridades de la ciudad y se pusieron a construir a gran velocidad.
Cuando estaba por salir el sol, la Iglesia estaba ya casi lista, el Indio por miedo de perder
ahora su alma, rezó a Dios pidiendo ayuda. Los diablitos ya por acabar, no encontraban
una piedra que necesitaban para poner en el atrio y como ya había amanecido, se rompió
el trato. De este modo, el Indio de Cantuña se salvó de perder su alma
.
3. LA DONCELLA DE PUMAPUNGO
Pumapungo, localizado en Cuenca, era el destino de descanso preferido por los
emperadores incas. Este lugar estaba impresionantemente decorado y hoy en día es
posible visitar sus ruinas. El lugar contaba con una fuente sagrada que era usada
exclusivamente por el emperador.
También se encontraba atendido por unas doncellas conocidas como las Vírgenes
del Sol. Estas mujeres eran criadas desde pequeñas en distintas artes y habilidades
que usaban para entretener a los emperadores.
Nina era una de las Vírgenes del Sol residentes en Pumapungo y aunque estaba
prohibido, se enamoró de uno de los sacerdotes del templo. Este par solía reunirse
en las noches de luna llena en los jardines del lugar.
Cuando el Emperador se enteró de este hecho mandó a matar al sacerdote, pero
prohibió que se informara a Nina de esto.
La doncella al ver que su amante no acudía a sus encuentros finalmente murió de
pena moral. Se dice que hoy en día en las mismas noches de luna llena se puede oír
su lamento entre las ruinas del lugar.
4. EL GUAGUA AUCA
Sin un solo centavo en los bolsillos, el borracho salió de la cantina cerca de la
media noche. Lo había perdido todo apostando al cuarenta. Menos mal su
compadre de toda la vida le invitó a unos cuantos tragos de contrabando, sino
le hubiera tocado aguantarse la derrota a secas
Dirigió los pasos hacia su hogar ubicado cerca del cementerio. Caminó por el
Penipe desierto de calles en penumbra, cercos de cabuyo negro y lúgubres sombras
de cedros en la oscuridad. En medio de la embriaguez, estuvo consciente cuando
pasaba frente al campo santo. Aceleró sin atreverse a dirigir ni una sola mirada a
las tumbas porque le aterraba. Dobló a la derecha en la esquina y anduvo unos
metros más. Ahí estaba el lugar que le advirtió su abuela señalándolo con el índice
¡Huy, cuidado con esa parte del cementerio hijito!, por ahí ronda el diablo.
No le sorprendió la mala fama de ese sector del panteón, pues por causa de las
novelerías de la iglesia, ahí era donde se enterraban a los suicidas y a los niños que
morían sin el perdón del pecado original. El borracho pensó que la noche se
tornaba cada vez más oscura, de pronto, escuchó el llanto de un bebé. Fue un ruido
casi imperceptible, un leve quejido entrecortado apenas audible, al cual, no le
prestó atención. Siguió caminando, avanzó unos cuantos pasos más, y entonces el
llanto fue más evidente. Era un lamento desgarrador, un cloqueo repentino y
estridente que le pareció el de un recién nacido. El borracho samaritano buscó por
todas partes al bebé, fue difícil por la ausencia de luz, pero al final lo halló, debajo
de un enorme cabuyo negro, estaba envuelto como una humita llorando sin tregua.
5. Los orígenes de lo cañaris
Los Cañaris creían que las fuertes lluvias eran el origen de su raza. La leyenda dice
que en tiempos antiguos toda la comunidad murió durante una terrible inundación,
y sólo dos hermanos sobrevivieron ya que subieron a la cima del Huacay ñan, el
cerro conocido como “rastro de lágrimas” donde se escondieron en una cueva.
Después de que la inundación había pasado, salieron de la cueva en busca de
comida sólo para volver y encontrar deliciosas delicias esperándolos.
Esto sucedió durante 3 días enteros hasta que el hermano mayor decidió esconderse
en la cueva y descubrir quién estaba detrás de los deliciosos alimentos. Para su
sorpresa, dos guacamayas con la cara de una mujer entraron en la cueva para dejar
la comida. Queriendo apoderarse de ellas, el hermano saltó para atraparlas, sin
éxito. Lo mismo sucedió los dos días siguientes, hasta que cambiaron de estrategia y
el hermano menor se quedó en la cueva.
Cuando las dos guacamayas entraron, pudo atrapar a la guacamaya más joven, con
quien se casó, y tuvo 6 hijos (3 niñas, 3 niños). Sus hijas e hijos fueron los padres de
la población Cañari. Estas guacamayas, con las mismas características de las
mujeres Cañaris fueron las que entregaron a los hermanos semillas para que
cultivaran en su tierra. Como parte de sus creencias religiosas, los Cañaris
adoraban al cerro Huacay ñan, donde sus progenitores habían comenzado su linaje.
6. EL GALLITO DE LA CATEDRAL
Esta difundida leyenda que atesoran los habitantes de Quito se refiere a don Ramón
Ayala y Sandoval, quien era un hombre adinerado, muy bohemio y dedicado a la
buena vida; además mantenía indiscutible afición por la vihuela (guitarra), mistela
(licor) y la graciosa ‘chola’ Mariana, que le robaba más de un suspiro.
Asimismo, el personaje se vanagloriaba de sus 40 años de soltería, de su hacienda y
de su apellido. Don Ramón desarrollaba su vida con un horario estricto: se
levantaba a las 06:00 para luego ponerse el poncho de bayeta y comenzar a
desayunar lomo asado, papas, un par de huevos fritos, una taza de chocolate, pan
de huevo y el tentador queso de Cayambe.Después de comer como un dios, don
Ramón pasaba a la biblioteca y disfrutaba de los recuerdos de sus antepasados.
Tras gozar de una hora a la siesta, se daba un masaje con agua olorosa y a las
15:00 salía a la calle derrochando elegancia. Se detenía justo en el petril de la
catedral, y allí tenía siempre su primer encuentro con el popular gallito.
Con un gesto desafiante le decía: ¡”Qué gallito, qué disparate de gallito!”. Ramón
amaba a la ‘chola’ Mariana, una mujer, dueña de un local de venta de licores, pero
cuando la gente iba a escuchar misa se espantaba al pasar por dicho
establecimiento, pues Ramón, ya pasado de tragos, comenzaba a lanzar carajos a
todo el mundo. ¡El que se crea hombre, que se pare enfrente! ¡Para mí no hay
gallitos que valgan, ni el de la catedral!, repetía una y mil veces