BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
Tres días para formar a Jesús
1.
2. Introducción
La espiritualidad del ser humano es un
camino que se torna cada vez más bello e
inquietante; el sentido de la trascendencia
que nos caracteriza orienta la vida de forma
tal que dejamos de ser, para ser nuevamente.
Al descubrir las oportunidades y las
experiencias de crecimiento, la creencia que
nos identifica va convirtiéndose en el centro
de nuestra realidad. Es justamente ese el
propósito de toda espiritualidad, llegar a
enfocar la existencia en la plenitud de lo que
se cree. La experiencia de fe desde san Juan
Eudes está marcada por la significación del
Corazón humano a la luz del Corazón de
Cristo, en el cual se contempla un itinerario
propio de la vida cristiana: amor, vaciamiento,
entrega y misión.
Estos cuatro componentes encuentran su
horizonte y autenticidad con un énfasis
particular: la formación de Jesús en nosotros.
Es posible descubrir en los escritos del padre
Eudes, de manera especial en Vida y Reino
de Jesús, y los llamados Coloquios interiores,
cierta insistencia respecto a este objetivo, a
tal punto de sintetizar todo su pensamiento
en una sola frase: “Debemos continuar y
completa la vida y la devoción de Jesús en la
tierra”. (O.C. I, 161). La espiritualidad asumida
como un crecimiento permanente es algo
que caracteriza profundamente a san Juan
Eudes,
porque no se reduce a algo estático, sino
que, a través del vaciamiento confronta cada
vez más a la persona y lo invita a avanzar; en
palabras del padre Eudes, a entregarse.
El dinamismo de la espiritualidad del santo
francés se vislumbra en esas dos
capacidades: vaciamiento y entrega desde
un mismo principio y fin: el Reinado de Jesús
en nosotros. En esta escuela espiritual se
comprende que la enseñanza y la obra de
Jesús han de formar e inspirar al creyente,
para que finalmente todo su ser se asemeje y
se configure con el maestro, en otras
palabras, se transforme en Evangelio
viviente, capaz de expresar con sus actos, la
misma vida de Jesús.
El objetivo del siguiente material es generar
una reflexión de estos cuatro componentes a
la luz de tres fiestas eclesiales: Jesucristo
sumo y eterno sacerdote, el Corazón de
Jesús y el Corazón de María. La intención a
través de los textos, el énfasis de la reflexión
y los ejercicios de oración, es confrontar al
lector en su crecimiento espiritual de
vaciamiento y entrega.
Los invitamos a descubrir con este pequeño
subsidio la autenticidad de la vida espiritual
eudista.
3. "Pidamos al Señor que nos haga entender
la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta
ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos
a los otros en contra de todo!"
Papa Francisco
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Inicio
Signo del Corazón amoroso de Dios
Jesucristo, sumo y eterno sacerdote
Oración inicial
[A continuación consagrar a la presencia del Señor las intenciones particulares para
esta oración, de manera especial, por una experiencia viva del amor de Dios en
nosotros]
Adoremos a Dios en su infinito amor a sus criaturas y a nosotros en especial.
Alabemos, amemos y agradezcamos los incontables testimonios de su amor.
Pidamos perdón por haberle respondido con ingratitud y por no haber amado
a nuestro prójimo conforme con su mandamiento.
Entreguémonos a Dios, todo caridad, para que destruya en nosotros los obstáculos al
amor divino y nos haga posesión suya por entero.
4. Carta a los sacerdotes del Seminario de Caen en la que relata una alocución del
santo a la reina de Francia, en las Benedictinas de París, el 8 de febrero de 1631, en la
fiesta del Corazón de María.
El sacerdote es testigo de las exigencias del
Evangelio
Desempeño el oficio de embajador de
Jesucristo.
La reina llegó al final de mi sermón; le dije
muchas cosas a propósito del incendio
que quemó una parte del palacio del
Louvre. Empecé a hablarle así: «No tengo,
señora, otra cosa qué decir a su majestad,
sino suplicarle humildemente, ya que el
Señor la ha traído a este lugar, que no
olvide nunca la vigorosa predicación que
Dios ha hecho a usted y al rey, con este
incendio del Louvre. Usted está
persuadida de que para los cristianos no
hay cosas del azar, sino que todo sucede
por la providencia y disposición de Dios.
Este incendio nos enseña varias cosas:
Que los reyes pueden levantar palacios
como el Louvre, pero que Dios les ordena
dar alivio a sus súbditos, tener compasión
de tantas viudas y huérfanos y de tantos
pueblos oprimidos por la miseria.
Que les está permitido a príncipes y reyes
disfrutar de algunas diversiones honestas;
pero que emplear en ellas todos los días, y
semanas y meses y años y toda la vida, no
es seguir el camino que lleva al paraíso.
Que, si el fuego temporal no perdonó la
casa del rey, el fuego eterno tampoco
perdonará a príncipes, ni princesas ni reyes
ni reinas si no viven como cristianos, si no
tienen piedad de sus vasallos, si no
emplean su autoridad para destruir la
tiranía del demonio y del pecado y para
establecer el reino de Dios en el corazón
de sus súbditos.»
5. Añadí que al decir estas cosas no buscaba
otro interés que el de mi Señor y mi Dios,
y el de la salvación de mi rey y de mi reina
por quienes estaba listo a dar mil veces la
vida. Que era lamentable ver a los
grandes de este mundo sitiados por una
tropa de aduladores que los envenenan
con sus elogios y los pierden, de modo
que nadie les dice casi nunca la verdad.
Finalmente le supliqué que recibiera estas
palabras no como palabra de un hombre
mezquino y miserable pecador, sino como
palabras de Dios, ya que, por el lugar en
que me encontraba y por ocupar el
puesto de Dios, yo podía exclamar con
san Pablo y con todos aquellos que tienen
el honor de anunciar la santa Palabra de
Dios: Nosotros actuamos como enviados
de Cristo (2Co 5, 20) para hacer llegar la
palabra del Rey de reyes a una gran reina.
Esto fue, casi palabra por palabra, lo que le
dije. Lo escribo para que ustedes y
nuestros amigos conozcan la verdad. Pido
a Dios que los bendiga en todo y les dé la
gracia de no buscar jamás nada distinto de
agradarle, haciendo y diciendo lo que Él
pide de nosotros.
(San Juan Eudes, Cartas 1, 53: O.C. X, 441-
444.)
."Es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a
todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin
demoras, sin asco y sin miedo."
Papa Francisco
6. Preguntas para la reflexión
Vivir el evangelio implica un compromiso con la transformación de la
realidad en la cual nos encontramos. San Juan Eudes en su ministerio
presbiteral expresó con esto con pasión y convicción. ¿De qué manera la
experiencia de encuentro con Jesús nos inspira a ser agentes del cambio y
ser palabra de vida para los demás?
La misión es un ejercicio que no ha de tener otro interés que la gloria de
Dios, una de las más comunes exhortaciones del padre Eudes. ¿Cómo
estamos glorificando a Dios con nuestra vida? ¿En qué contextos nuestra
misión como cristianos debería fortalecerse más?
Oración final
Suscita, Señor, en tu Iglesia la vocación
de servicio de los santos apóstoles y
sacerdotes; haz que, animados por tu
Espíritu Santo, tus sacerdotes amen lo
que ellos amaron y realicen lo que
enseñaron. Amén.
(San Juan Eudes, O.C. III, 273)
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Para la bendición final, puede utilizarse
la fórmula:
Queremos, Señor Jesús, que vivas y
reines entre nosotros. Y nos bendiga
con su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
Bendición final
7. "Evangelizar es hacer presente en el mundo
el Reino de Dios."
Papa Francisco
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Inicio
Amar, vaciar y entregar
El Corazón de Jesús
Oración inicial
[A continuación consagrar a la presencia del Señor las intenciones particulares para
esta oración, de manera especial, la gracia de renunciar a todo lo que nos aparta del
Señor]
Adoremos a Dios, misericordioso sin medida.
Adorémosle por haber tenido misericordia de sus criaturas y de nosotros en particular.
Démosle gracias.
Pidamos perdón por haber rechazado su misericordia.
Entreguémonos a él para que venza la dureza de nuestro corazón y nos conceda ser
sensibles ante la miseria espiritual y material de nuestro prójimo y poder aliviarla según
nuestras posibilidades.
8. El vaciamiento
Un paso necesario en el crecimiento espiritual
Si bien en “Vida y Reino” presenta un buen
plan de la santificación del tiempo y de las
acciones, podemos identificar allí ciertos
elementos fundamentales para la
formación de Jesús en nosotros que, en
cierta manera podrían ser considerados
como etapas en dicha formación.
El término que usa san Juan Eudes es el
desprendimiento (détachement),
anonadamiento o aniquilamiento
(anéantissement) que ha sido inspirado en
la actitud misma del Hijo de Dios quien,
según el himno cristológico de la carta a
los Filipenses (2, 6-11), existiendo en
condición de Dios, no se aferró a ser igual
a Dios, sino que se vació de sí mismo
(ekénoseneautón). Es el punto de inicio
del proceso de la formación de Jesús en
nosotros y, por tanto, del dinamismo de
continuar y completar la vida de Jesús.
El proceso de vaciamiento es fruto del
amor grande a Jesús y también a María,
cuanto más los amamos, más
experimentamos la necesidad de
vaciarnos de nosotros mismos para ser
llenos del amor de Jesús.
San Juan Eudes reconoce implícitamente
que nuestro ser se va llenando de
muchos elementos que “ocupan espacio”,
esto es, que no dejan el lugar libre para
que Dios pueda llenarnos. A manera de un
recipiente dentro del cual se pueden
colocar muchas cosas y que es preciso
vaciar para llenarlo con algo muy
preciado, nos encontramos frente a Dios
que precisamente quiere llenar todos los
aspectos de nuestro ser.
9. A lo largo de la vida podemos ir
colocando en nuestro corazón
sentimientos (sensaciones, afectos,
apegos, nexos personales); disposiciones
(nuestros propios métodos de enfrentar la
vida, de resolver los problemas, de
situarnos ante otras personas, de
relacionarnos con otras personas, de la
frecuente actitud de creer que somos
más que los otros, que sabemos más que
los demás, que todo lo que hacemos, está
bien hecho que llenamos a plenitud los
trascendentales –esse, verum, bonum–
entre otros elementos); intenciones
(nuestras metas se agotan en el éxito del
trabajo, o del estudio, en la idolatría del
poder, o del tener, en la búsqueda de la
felicidad, según los cánones superficiales
de la sociedad).
El vaciamiento de estos elementos es otra
tarea que se cumple a lo largo de la vida y
que, como, en los elementos anteriores,
puede tener sus altibajos. No ha faltado
quien se comprometa con este
vaciamiento por medio de votos
voluntarios: “Vacíame de mí mismo y de
todas las cosas, y aniquílame totalmente,
para que me llenes de ti mismo y te formes
y te establezcas en mí” (O.C. I 510).
P. Álvaro Duarte Torres, CJM
10. Preguntas para la reflexión
En el itinerario espiritual que san Juan Eudes presenta en los diferentes
énfasis de su propuesta (Sacerdocio, Bautismo, Corazón) el vaciamiento,
renuncia o desprendimiento ocupan un lugar fundamental. ¿Qué
importancia le hemos dado al vaciamiento en nuestro crecimiento
espiritual?
Sentimientos, disposiciones e intenciones son tres componentes desde
los cuales san Juan Eudes desarrolla la formación de Jesús. ¿Cómo
podemos perfilar nuestra vivencia espiritual de acuerdo a estos
aspectos?
Oración final
Dios y Padre nuestro, que por obra de
tu amor nos hiciste miembros de tu
único Hijo y nos diste tener con él un
mismo corazón; concédenos cumplir
con amor tu voluntad, para que
deseando lo que te agrada podamos
ver cumplido nuestro anhelo de
santidad. Amén
(O.C. VIII, 701)
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Para la bendición final, puede utilizarse
la fórmula:
Queremos, Señor Jesús, que vivas y
reines entre nosotros. Y nos bendiga
con su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
Bendición final
11. "Prefiero una Iglesia accidentada, herida y
manchada por salir a la calle, antes que una
Iglesia enferma por el encierro y la
comodidad de aferrarse a las propias
seguridades"
Papa Francisco
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Inicio
La mejor formadora
El Corazón Santo de María
Oración inicial
[A continuación consagrar a la presencia del Señor las intenciones particulares para
esta oración, de manera especial, la gracia de renunciar a todo lo que nos aparta del
Señor]
Adoremos a Jesucristo como Hijo único de María. Él nos la ha dado para ser después
de él nuestra superiora y Madre.
Agradezcámosle por haberla elegido por Madre suya y por habérnosla dado como
Madre nuestra. Pidamos perdón a este Hijo y a esta Madre por nuestras ingratitudes y
ofensas.
Démonos a Jesús, Hijo de María, y roguémosle nos llene de afecto filial hacia esta
sagrada Madre.
Ofrezcámonos a María, Madre de Jesús, rogándole que ejerza en esta comunidad el
poder que sobre ella ha recibido para conducirla y animarla en todo, y para hacer vivir y
reinar en ella la voluntad de Dios y el Espíritu de su Hijo.
12. María, formadora de Jesús en nosotros
Cuando hablamos de María paradigma de
la formación de Jesús en nosotros,
podemos pensar en el modelo que
tenemos en Ella y sobre todo en la acción
que ese modelo tiene dentro de nosotros.
Ese es el enfoque eudista.
Juan Eudes parte de la contemplación del
Corazón de María, como obra maravillosa
de la Santísima Trinidad, con miras a la
formación de Jesús. Y al mismo tiempo
que María, por obra del Espíritu Santo es
hecha como imagen viviente del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo, es también
nuestro paradigma en el sentido de que
cuanto pasó en María, puede pasar en
nosotros, como don gratuito de Dios.
María es un modelo tan perfecto que
puede actuar dentro de nosotros sus
mismos misterios, o mejor, la amorosa
Trinidad, va realizando en nosotros lo que
María experimentó como Madre de Jesús.
Esta sería una síntesis de las 17
Méditations sobre el Corazón de María
para pensar en la acción de María para
que Jesús sea formado en nosotros.
María será modelo para todos los que
queremos formar a Jesús, porque ha
tenido la experiencia en plenitud al
cooperar con el Espíritu Santo,
experiencia “inimaginable” y desde sus
más tiernos años. Es desde esta realidad
que podemos hablar de María como
paradigma místico de la formación de
Jesús.
13. Como hemos visto, Juan Eudes lleva este
carácter de modelo hasta sus últimas
consecuencias: María ha recibido el poder
de formar a Jesús en nosotros: “El sagrado
Corazón de María cooperó en la obra de la
salvación, empleando con un amor
increíble el poder que había recibido de
formar, de hacer nacer y de hacer vivir a
su Hijo Jesús en los corazones de los
fieles: formación, nacimiento y vida que es
el fruto principal de su pasión y de su
muerte, la realización de sus proyectos y
la consumación de su obra” (O.C. VI, 154).
Por ese poder recibido puede tomar
amorosamente “plena y entera posesión”
de nuestro corazón y con toda razón
podemos invocar su intercesión para
formar a Jesús en nosotros. Y pedirle que
Jesús haga en nosotros lo mismo que hizo
en Ella: pintar e imprimir en nosotros
todos sus estados, todos sus misterios, su
vida, sus costumbres y virtudes”. (O.C. V,
156).
P. Higinio Lopera, CJM
14. Preguntas para la reflexión
En la propuesta espiritual de san Juan Eudes, la madre del amor hermoso,
ocupa el lugar de discípula y formadora. ¿Cómo es nuestra relación con la
Virgen María? ¿De qué manera descubrimos en ella un referente de
crecimiento espiritual?
La formación de Jesús es una experiencia personal y comunitaria que
debe reflejarse en nuestro diario vivir y, de manera especial, en nuestra
manera de evangelizar. ¿De qué modo la propuesta espiritual de san
Juan Eudes, desde la cual hemos reflexionado durante estos tres días
aporta algo a la misión que realizo?
Oración final
Dios de bondad, tú que has querido
que tu Hijo único viva y reine en el
corazón de su Virgen Madre;
concédenos que, cumpliendo siempre
y en todo tu voluntad, a ejemplo de
Jesús y María, merezcamos tener, con
ellos y entre nosotros, un solo corazón.
Amén.
(O.C. XI, 255)
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Para la bendición final, puede utilizarse
la fórmula:
Queremos, Señor Jesús, que vivas y
reines entre nosotros. Y nos bendiga
con su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
Bendición final
15. ¡ F o r m a r a J e s ú s ,
n u e s t r a p r i n c i p a l
o c u p a c i ó n !
Director: P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación:Jorge Luis Baquero
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