Desde la Unidad de Espiritualidad eudista les compartimos la novena al Espíritu Santo con textos de San Juan Eudes. La idea es que sea rezada y meditada desde hoy 14 hasta el 22 de mayo.
Con San Juan Eudes, y a ejemplo de la Virgen María, entreguémonos al Espíritu de Dios y pidámosle que sea Él nuestra gran devoción.
Un saludo fraterno en Jesús y María
2. INTRODUCCIÓN
"Esp ír itu S an to, for m a y h az v iv ir a
Jesú s en m í"
La práctica de las prácticas, el secreto de los secretos, la devoción de las devociones no consiste en apegarse
a alguna práctica o a algún ejercicio particular de devoción, sino en que… tengas gran cuidado de entregarte
al Espíritu Santo de Jesús Eudes Eudes, OC I, 452). Al referirse a la “devoción de las devociones” centrada
en la entrega personal y sin reservas al Espíritu Santo, san Juan Eudes ha tocado un punto fundamental en la
vida de la Iglesia y de cada creyente en particular, pues el Espíritu Santo es el amor de Dios, la presencia, en
cada uno de nosotros, de la vida nueva (Señor y dador de vida), de la superación de los obstáculos que se nos
presentan en el camino de la entrega al Señor, es dador de la fuerza interna (enkráteia, ultimo de la lista del
fruto del Espíritu, Gal 5,23) de Dios en medio de nosotros mismos, el Espíritu Santo purifica, el Espíritu Santo
ilumina, el Espíritu Santo santifica.
El ideal que, con relación al Espíritu Santo, ofrece san Juan Eudes, consiste en alcanzar una meta que se realiza
en la medida que sea el Espíritu de nuestro espíritu, el corazón de nuestro corazón, el alma de nuestra alma
(O.C. II 172), con lo cual pasaremos de personas carnales a personas espirituales, esto es, a percibir y a actuar,
no conforme a la mentalidad paganizada de nuestra sociedad, sino como hijos del Padre que, con sus obras,
dan gloria a Dios.
La oración humilde y confiada al Espíritu Santo trae grandes bendiciones y regalos, pero este no es el principal
motivo para orar, puesto que la finalidad de nuestra oración es a de dar gloria a la santa Trinidad y obtener la
gracia de amar a Dios cada día más. Es preciso tener en cuenta que el Espíritu Santo, que es Dios, es
delicadamente respetuoso de nuestra libertad, no nos impone nada, sólo espera que libre y decididamente lo
honremos y supliquemos que venga a nosotros. Es entonces cuando se descubren los regalos del Espíritu: los
dones, los carismas, los frutos, la purificación, la iluminación y la santificación de nuestra vida
La presente novena nos ofrece la gran oportunidad de implorar al Espíritu que venga a nuestra vida. Su
presencia es siempre transformadora. En el bautismo todos hemos recibido el Espíritu Santo, en la confirmación
ha sido ratificado con poder, si no hay cambios en nuestra vida es porque lo hemos “apagado” (cfr. 1Tes 5,19)
con nuestras ofensas a Dios, o no lo hemos tomado en serio. El hacer la novena al Espíritu Santo se convierte,
entonces, en un momento de gracia, al que es preciso disponerse con generosidad y confianza, con humildad y
entrega.
En Jesú s y Ma ría ,
P. Álva ro Du a rte To rres, cjm
Directo r UEE
3. JESÚS ENVÍA EL ESPÍRITU SANTO
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
PRIMER DÍA:
INICIO
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
JESÚS ENVÍA
EL ESPÍRITU
4. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El Espíritu Santo tuvo su parte
para hacernos cristianos.
Porque formó en las sagradas
entrañas de la santa Virgen a
nuestro Redentor y nuestra
Cabeza; lo animó y condujo en
sus pensamientos, palabras,
acciones y padecimientos y en
el sacrificio de sí mismo en la
cruz: Allí, Cristo se ofreció a sí
mismo, por el Espíritu Santo, a
Dios (Hb 9, 14). Y después que
nuestro Señor subió al cielo, el
Espíritu Santo vino a este
mundo para formar
y establecer el cuerpo de
Jesucristo, que es su Iglesia, y
para aplicarle los frutos de la
vida, la sangre, la pasión y la
muerte de Jesucristo.
¿
5. Además, el Espíritu Santo viene a
nosotros en nuestro bautismo, para
formar en nosotros a Jesucristo y
para incorporarnos a él, para
hacernos nacer y vivir para él, para
aplicarnos los frutos de su sangre y
de su muerte y para animarnos,
inspirarnos, movernos y
conducirnos en nuestros
pensamientos, palabras, acciones y
padecimientos, de manera que los
tengamos cristianamente y solo
para Dios. Hasta tal punto que no
podemos pronunciar como
conviene el santo nombre de Jesús,
ni tener un buen pensamiento, sino
gracias al Espíritu Santo.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos !
Reflexión
¿Como el Espíritu Santo me impulsa a hacer
la voluntad de Dios?
INVOCACIONES
AL ESPÍRITU
SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
6. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
7. ¿QUÉ NO ES EL ESPÍRITU SANTO?
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
SEGUNDO DÍA:
¿QUÉ NO ES EL ESPÍRITU SANTO?
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
[Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Espíritu Santo, me doy a ti. Toma posesión de mí, condúceme en todo y haz
que viva como hijo de Dios, miembro de Jesucristo, y como quien, por haber
nacido de ti, te pertenece, y debe estar animado, poseído y conducido por ti.
Amén. (O.C. III, 273)
8. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Como cristiano, además de
odiar toda clase de pecado,
debes desprenderte en forma
total del mundo y de las cosas
del mundo. Llamo mundo la
vida corrompida y desordenada
que en él se lleva, el espíritu
reprobable que en él reina, los
sentimientos e inclinaciones
perversas que lo inspiran, las
leyes máximas que lo
gobiernan.
Llamo cosas del mundo todo lo
que el mundo estima, ama y
codicia; los honores y alabanzas
de los hombres, los placeres
vanos, las riquezas y
comodidades temporales, las
amistades y afectos fundados
en la carne y en la sangre, en el
amor propio y en el propio
interés.
9. Si deseas ser cristiano de verdad,
discípulo de Jesucristo y continuar y
expresar con tu vida su vida santa y
desprendida de todo, es
indispensable que te desprendas
(renuncies) en forma absoluta y
universal, del mundo y de las cosas
del mundo.
Recuerda a menudo que el mundo ha
sido y será siempre contrario a Jesús,
que siempre le ha perseguido y
crucificado y que así lo hará hasta el
fin de los siglos. Los sentimientos e
inclinaciones, las leyes y máximas y
el espíritu del mundo son de tal
manera opuestos a los de Jesucristo
que no pueden subsistir juntos.
Porque mientras los de Jesús sólo
tienden a la gloria de su Padre y a
nuestra santificación, los del mundo
sólo tienden al pecado y a la
perdición.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
¿Qué situaciones o cosas me impiden a
abandonarme a la acción del Espíritu?
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
10. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
11. CORAZÓN DE LA TRINIDAD
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
TERCER DÍA:
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
EL ESPÍRITU SANTO ES EL CORAZÓN DE LA TRINIDAD
TTRINIDAD
12. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El primer Corazón que hay en la
Santísima Trinidad es el Hijo de
Dios que es el Corazón de
su Padre. El segundo es el
Espíritu Santo que es el Corazón
del Padre y del Hijo. El tercero
es el Amor divino, uno de los
atributos adorables de la esencia
divina, que es el Corazón del
Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Estos tres Corazones son
un único y sencillo Corazón. Con
Él, las tres personas divinas se
aman mutuamente con amor tan
infinito como el que merecen, y
con él nos aman con caridad
incomparable. El primero es su
Corazón divino, es decir su amor
increado que no es otro que Dios
mismo.
13. Es el amor que él tiene con la
persona divina del Verbo eterno. El
segundo es su corazón espiritual, es
decir, la parte superior de su alma
santa. Comprende su memoria, su
entendimiento y su voluntad, muy
especialmente divino por la unión
hipostática. El tercero es su corazón
divino que es el Espíritu Santo. De él
ha estado siempre animada y
vivificada su humanidad adorable
más que de su propio corazón.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
Si como cristiano estamos invitados odiar el
pecado ¿Qué renuncias haces hoy para
continuar con tu camino de conversión?
INVOCACIONES
AL ESPÍRITU
SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
14. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
15. EL ESPÍRITU SANTO ES EL CORAZÓN
DE JESÚS
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
CUARTO DÍA:
EL ESPIRITÚ SANTO ES EL CORAZÓN
DE JESÚS
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
16. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El único objeto de las miradas, del
amor y de las complacencias del
Padre eterno, es su Hijo Jesús.
Porque como el Padre ha querido,
al decir de su apóstol, que su Hijo
fuera todo en todas las cosas (Ef 1,
23; Col 3, 11), y que todas las cosas
tuvieran consistencia en él y por él
(Col 3, 17), así también mira y ama
todas las cosas en él. Por
consiguiente lo ha hecho todo para
él (Hb 2, 10).
Y como ha puesto en él todos los
tesoros de su ciencia y de su
sabiduría (Col 2, 3), de su bondad,
de su belleza, de su gloria, de su
felicidad y de todas las demás
perfecciones, el Padre mismo nos
anuncia, en diversas ocasiones,
que ha puesto toda su
complacencia y sus delicias en ese
Hijo único y amadísimo (Mt 3, 17; Lc
3, 35).
REFLEXIÓN
El corazón del Padre y de Hijo es el Espíritu
¿Con qué acciones puedes demostrar un amor
más pleno a Dios
17. Esto no excluye, claro está, al
Espíritu Santo, que es el Espíritu de
Jesús y una sola cosa con él.
Por tanto, considera que el Espíritu
Santo también vive y reina de una
manera inefable en el Corazón de
Jesús: en él guarda los tesoros
infinitos de la ciencia y de la
sabiduría de Dios; y lo colma en
grado sumo de todos sus dones.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
18. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
19. JESÚS POR NOSOTROS
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
QUINTO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO GLORIFICA A
JESÚS POR NOSOTROS
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
20. al
e
o
H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale
esfuerzo su mérito; salva al qu
busca salvarse y danos tu goz
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Ofrece a Jesús todas tus acciones
y todo el amor, las alabanzas y las
adoraciones que le harás, en
unión de todo el amor, de la gloria
y de las alabanzas que se dieron
por parte de su Padre eterno, por
Sí mismo, por su Espíritu Santo,
por su dignísima Madre, por sus
Ángeles y santos. Pide al Padre y
al Espíritu Santo que glorifiquen
en nombre tuyo a Jesús y que le
den centuplicado todo el honor y
toda la gloria que le debiste dar.
Dios mío, amor inmenso, tú llenas
el cielo y la tierra y estás en todas
las cosas. Por dondequiera eres
todo amable y todo amor.
21. Que también yo te ame en todas
partes y que todas las cosas las
ame en ti y para ti. Me uno y me
entrego a ti, en virtud de tu
inmensidad divina, extiendo
mi espíritu y mi voluntad a todos los
lugares del mundo y allí con el
poder y la ilimitada extensión de tu
Espíritu y de tu amor, te ame, te
glorifique y te adore. Igualmente me
asocio al amor que te tienen tu
Padre y tu Espíritu Santo en todo
lugar y en todas las cosas.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
¿Con cuáles actitudes puedo permitir que el
corazón de Jesús sea el corazón de mi
corazón y el Espíritu de mi espíritu?
INVOCACIONES
AL ESPÍRITU
SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
22. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
23. SEXTO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES EL CORAZÓN
DEARÍA
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
SEXTO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES
EL CORAZÓN DE
MARÍA
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
24. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
El Magníficat (Lc 1, 46-55) es el
cántico del Corazón de la santa
virgen por múltiples razones:
Primero, porque nació en este
Corazón y de él salió antes de
aparecer en sus labios. Segundo,
porque su lengua lo pronunció
movida por su Corazón tanto
corporal como espiritual y divino.
Porque su Corazón corporal,
saturado de un gozo sensible y
extraordinario, movió los labios de
María para que cantara este
Magníficat con un fervor y júbilo
singular. Su Corazón espiritual,
arrebatado y transportado en Dios,
hizo brotar de sus labios aquella
palabra extática: Se alegra mi
espíritu en Dios mi salvador
(Lc 1, 47).
25. Su Corazón divino, es decir, el divino
Niño que estaba en sus benditas
entrañas y que moraba en su Corazón
como alma de su alma, espíritu de su
espíritu y Corazón de su Corazón, es el
principal autor de este cántico. Fue él
quien le inspiró esos pensamientos y
verdades y pronunció por su boca sus
palabras.
En tercer lugar, el Magníficat es el
cántico del Corazón de la Madre de
amor, es decir, del Espíritu Santo que
es el Espíritu y Corazón del Padre y
del Hijo y, al mismo tiempo, el
Corazón y el Espíritu de esta Virgen
Madre. De él está María tan llena y
poseída que su presencia y su voz
comunican este mismo Espíritu a
Zacarías, Isabel y al niño que esta
lleva en sus entrañas.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
¿Como puedo glorificar y alabar a Dios
con mi vida?
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
26. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
27. EL ESPÍRITU SANTO DIRIGE Y
GOBIERNA LA IGLESIA
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
SEPTIMO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO DIRIGE Y
GOBIERNA LA IGLESIA
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
28. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Para librarnos del más profundo
abismo de miseria y maldición que
es posible imaginar en el que
estábamos por desgracia
precipitados, y para elevarnos al
máximo grado de felicidad y de
grandeza que pueda pensarse,
quiso Dios que su Hijo se hiciera
hombre como nosotros... y que
luego haya subido al cielo y nos
haya enviado el Espíritu Santo para
estar siempre con su Iglesia y
gobernarla y dirigirla en todo.
Por esto, adora a la Santa Trinidad
por todo lo que ella es en la
Iglesia. Adora el amor
incomprensible y los altos y
eternos designios que tiene sobre
ella.
29. Adórala y bendícela por todo lo que
en ella realiza sin cesar. Entrégate al
amor y al celo que por la Iglesia
tienen el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.
Para despertar en ti el amor y el
servicio a la Iglesia piensa que ella es
la hija predilecta del Padre eterno,
que la ama hasta el punto de
entregarle a su Hijo único por esposo
y a su Espíritu Santo como su espíritu
y su corazón.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
¿De qué manera el ejemplo de María me
ayuda a abandonarme a la acción del
Espíritu?
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
30. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
31. EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA
DEL CREYENTE
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
OCTAVO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA
DEL CREYENTE.
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Señor Jesús, el poder del Espíritu Santo nos penetre totalmente, para que no
obremos según nuestro querer, sino por su acción constante y poderosa.
Amén. (O.C. III, 273)
32. H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito; salva al que
busca salvarse y danos tu gozo
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Un cristiano es un templo del
Espíritu Santo: ¿No saben acaso
que su cuerpo es templo del
Espíritu Santo? dice san Pablo
(1Co 6, 19), y la prueba
de que son hijos de Dios es
que Dios ha enviado a sus
corazones el Espíritu de su Hijo
(Ga 4, 6).
El Espíritu Santo nos ha sido
dado como espíritu de nuestro
espíritu, corazón de nuestro
corazón, alma de nuestra alma,
y para que esté siempre con
nosotros y en nosotros como
en su templo.
33. Consideremos atentamente estas
verdades y grabémoslas en nuestro
corazón para despertar en nosotros
la alabanza y el amor a Dios porque
nos ha hecho cristianos. Repudiemos
nuestras ingratitudes y pecados y
llevemos en adelante una vida digna
de la perfección de nuestro Padre,
de la santidad de nuestra Cabeza y
de la pureza del Espíritu cuyo templo
somos.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
¿De qué manera el ejemplo de María me ayuda a
abandonarme a la acción del Espíritu?
INVOCACIONES
AL ESPÍRITU
SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
34. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
35. EL ESPÍRITU SANTO ES CAUSA DE
SANTIDAD EN EL CREYENTE
N O V E N A A L E S P Í R I T U S A N T O C O N T E X T O S
D E S A N J U A N E U D E S
NOVENO DÍA:
EL ESPÍRITU SANTO ES CAUSA DE
SANTIDAD EN EL CREYENTE.
IN I C I O
Invoquemos la presencia de la Santísima Trinidad en este momento de
oración:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
[Pedir la presencia del Espíritu Santo, ya sea, invitando a un momento de
silencio, de alabanza o a través de la siguiente oración al Espíritu Santo,
compuesta por san Juan Eudes:
Espíritu Santo, me doy a ti. Toma posesión de mí, condúceme en todo y haz
que viva como hijo de Dios, miembro de Jesucristo, y como quien, por haber
nacido de ti, te pertenece, y debe estar animado, poseído y conducido por ti.
Amén. (O.C. III, 273)
36. elo:
mito,
ndero.
es,
vos;
dale al
al que
u gozo
H I M N O AL E S P Í R I T U
S AN T O
Ven, Espíritu Divino manda
tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en
tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina
luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si
tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hi
doma el espíritu indó
guía al que tuerce el se
Reparte tus siete don
según la fe de tus sier
por tu bondad y tu gracia,
esfuerzo su mérito; salva
busca salvarse y danos t
eterno.
Amén.
MEDITACIÓN
Es muy importante saber que
no solo los religiosos, sino
todos los cristianos, de
cualquier estado y condición,
están obligados, como
miembros de Jesucristo, a vivir
de la vida santa de su Cabeza,
y a realizar cristianamente
todas sus acciones, grandes y
pequeñas.
¿Qué quiere decir
"cristianamente"? Significa
hacerlas en Jesucristo y por
Jesucristo, en su Espíritu, con
sus disposiciones santas y
divinas.
Yo no puedo contentarme con
decírtelo, y tú jamás te
cansarás de oírlo y de
meditarlo, tan importante es
esta verdad.
37. considera a Jesucristo, como nuestro
jefe y cabeza, cuyos miembros
somos nosotros, que pasó por todos
los estados y condiciones de nuestra
vida mortal, ejecutó casi todas
nuestras acciones y realizó todas sus
obras, así internas como externas,
para sí y para nosotros al mismo
tiempo.
De esta manera, la perfección y la
santidad del cristiano consisten en
entregarnos y en unirnos sin cesar a
él en calidad de miembros suyos, y
en continuar haciendo lo que él hizo
y como él lo hizo, con las mismas
disposiciones e intenciones suyas, y
en configurar toda nuestra conducta
con la de Jesús, en imitar
cuidadosamente todos sus ejemplos,
sin apartarnos jamás de nuestro
modelo y maestro.
[Se puede concluir diciendo tres
veces: ¡ Espíritu Santo: Purifícanos
Espíritu Santo: Ilumínanos!]
REFLEXIÓN
En tu diario vivir ¿A qué estás
comprometido como cristiano?
INVOCACIONES AL
ESPÍRITU SANTO
Invoquemos ahora las maravillas
que el Espíritu Santo ha obrado
desde siempre y respondemos a
cada jaculatoria:
Ilumínanos, Espíritu Santo.
Vínculo de unión entre el Padre y
el Hijo...
Espíritu de sabiduría e
inteligencia...
Espíritu de consejo y fortaleza...
Espíritu de ciencia, de piedad y de
temor de Dios...
Tú que en la creación aleteabas
sobre las aguas...
Tú que inspiraste a los escritores
sagrados...
Tú que hablaste por los profetas...
Tú que formaste a Jesús en el
seno de María Virgen...
Tú que llevaste a Jesús al
desierto para ser tentado...
Tú que en el bautismo
descendiste sobre Jesús...
Tú que enviaste a Jesús a
anunciar el evangelio a los
pobres...
Tú que lo fortaleciste en su
oración en el huerto...
38. Tú que por voluntad del Padre lo
llevaste a la muerte...
Tú que lo resucitaste de entre los
muertos...
Tú que engendraste la Iglesia en la
Pascua...
Tú que la hiciste nacer en
Pentecostés...
Tú que bajaste sobre María y los
apóstoles...
Tú que eres el alma de la Iglesia...
Tú, el primer evangelizador...
Tú que nos recuerdas la
enseñanza de Jesús...
Tú que haces presente a Jesús en
los sacramentos...
Tú que en el bautismo nos haces
criaturas nuevas...
Tú que en la confirmación nos
haces testigos de Jesús...
Tú que en la Eucaristía haces del
pan y el vino el Cuerpo y la Sangre
del Señor...
Tú que oras en los cristianos...
Espíritu de bondad y
mansedumbre...
Espíritu de gozo y fidelidad...
Espíritu de paciencia y caridad...
Espíritu de continencia y castidad...
Espíritu de modestia y
longanimidad...
Espíritu de benignidad y de paz...
Tú que haces santos a los santos...
OREMOS
Jesús, por el poder de tu Espíritu,
poséenos y guíanos, para que
crezca en nosotros y en el mundo
entero, la eficacia salvadora de tu
reino. Amén.
BENDICIÓN FINAL
[Para la bendición final, puede
utilizarse la fórmula: Queremos,
Señor Jesús, que vivas y reines
entre nosotros. Y nos bendiga con
su Hijo, la Santísima Virgen María.
Amén.
O también la que se sugiere a
continuación.]
[O.C. I, 396]
Padre de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús, Ángeles y
Santos de Jesús, amen a Jesús en
mi lugar: en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
39. TEXTO PARA MEDITAR EN
LA SOLEMNIDAD DE
PENTECOSTÉS
El cristiano debe estar animado por el Espíritu de Cristo
O.C. II, 172
[Si esta lectura se hace en comunidad, se puede introducir diciendo:
"Escuchemos las palabras de Jesús cuando nos da el don de su Espíritu
Santo".]
Porque ustedes son hijos de Dios, el Padre ha enviado a sus
corazones su Espíritu que es también mi Espíritu, para que,
como hijos de Dios, sean guiados por él.
Si alguno no tiene mi Espíritu, no es de los míos.
No han recibido el espíritu que viene de este mundo sino el
Espíritu que viene de Dios. Permanezcan en mi Espíritu y Él
permanecerá en ustedes.
Si viven de mi Espíritu, caminen en él y no darán
cumplimiento a los deseos de la carne.
El fruto de mi Espíritu es caridad, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, generosidad, dulzura, fidelidad, modestia, dominio
de sí y castidad.
(O.C. III, 404)
Director: P. Álvaro Duarte, CJM
Diseño y compilación:
- Jesús David Médina
-Giovvany Colorado
¡Espíritu Santo,
llénanos de ti!