2. EL MITO es una narración que, desde un lenguaje simbólico, recupera los orígenes, el mundo en su inicial creación divina. Así, el mito alude generalmente al nacimiento del universo o al tema de cómo fueron creados los seres humanos y animales, o cómo se originaron las creencias, los ritos y las formas de vida de un pueblo.
3. LA LEYENDA es una narración tradicional o una colección de narraciones relacionadas entre sí que parte de situaciones históricamente verídicas, pero que luego puede incorporar elementos ficcionales. En el mito todo es estimado como verdadero. En la leyenda se combinan verdad y ficción.
4. Una diferencia entre el mito y la leyenda es que estas se relacionan con un lugar y una época determinada; también el mito se ocupa principalmente de los dioses, mientras que las leyendas se ocupan generalmente de un héroe humano como ocurre en la Iliada, la Odisea y en la Eneida. De estas también florecieron novelas de caballería durante la edad media.
6. LA LLORONA Quienes le han visto la describen como una mujer vestida con una túnica sucia y deshilachada, ojos rojizos por el llanto y rostro cadavérico. Lleva entre sus brazos un bebe. En las noches asusta en las quebradas, lagunas y charcos con sus llantos y alaridos desgarradores y macabros. En medio de sus lloriqueos se le oye gemir: "aquí lo eché, aquí lo eché, ¿donde lo encontraré?", reprochándose su infanticidio. Cuentan que se les aparece a los borrachos, a los maridos infieles, a los perversos y a los jugadores. Dicen que la llorona era una muchacha campesina que emigro a la ciudad en busca de mejores oportunidades. Ya en la ciudad se ocupó como empleada de servicio en una casa de personas notables, cuyo hijo la embarazó y luego la despidió de su trabajo.
7. No teniendo más camino le tocó devolverse a su casa en el campo donde al poco tiempo su familia se percató de su estado. Siendo sus padres muy católicos y tradicionales se dedicaron a reprocharla en todo momento hasta lograr desesperarla, al punto que una noche corrió hacia el río y dando a luz a su hijo lo lanzó a la corriente; al caer en cuenta de su error se lanzó detrás del niño gritando y llorando. "Todavía en las noches de luna después de una creciente se oye el llanto de esta mujer, y se puede verle tras el rayo de luna en el agua del río, tratando de alcanzar a su hijo. Dicen que el señor en su gran misericordia tendrá compasión de ella y que algún día lo alcanzará, volverá a la vida y será un gran hombre revolucionario de la sociedad".
8. LA PATASOLA Es el más temible de todos los seres mitológicos del Huila. Lleva cabellera enmarañada y tiene una sola pierna en forma de tronco de árbol, que termina en una pezuña. Cuando los cazadores siguen a sus presas, ella borra los rastros; deja en su lugar la huella de su pezuña imitando la del animal perseguido; siempre en sentido contrario al que escapan los animales, con el fin de acercarse a velocidades increíbles para poder atacar a los cazadores. Comentan que la Patasola es el espíritu de una mujer infiel que tenía amores con el patrón de su esposo; cuando el esposo descubrió el engaño mató al patrón con un machete y a ella le cortó una pierna, ella corrió con su única pierna hasta que se desangró y murió. Algunas personas aseguran que se presenta como una mujer bellísima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero a medida que avanza hacía la oscuridad del bosque se va transformando en un monstruo con ojos de fuego, boca inmensa con dientes de felino, y una cabellera de medusa despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.
9. "En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y, cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre, y termina triturándola con sus agudos colmillos." El único modo de ahuyentarla es estar siempre acompañado de animales domésticos, principalmente perros. Dice la Leyenda que cuando ella mata a alguien, se sienta contenta a cantar: Yo soy más que la sirena; En el monte vivo sola; Y nadie se me resiste Porque soy la Patasola. En el camino, en la casa, En el monte y en el río, En el aire en las nubes, Todo lo que existe es mío.
10. La Mancarita Es un mito folclórico que se ha extendido en Santander, Norte de Santander, Boyacá y asimismo en la República Dominicana. En Santander dicen que la Mancarita es un salvaje que imita la voz del hombre, los gritos de la mujer y el llanto de los niños para engañar y atraer a la gente, y llevársela donde nadie puede saberlo, porque regularmente anda de noche y en la espesura de los bosques. Los campesinos describen la Mancarita como una especie de mujer salvaje, de cabellera larga y desgreñada, y de un solo seno en la mitad del pecho; de cuerpo peludo como el de los animales selváticos y los pies vueltos hacia atrás. La Mancarita habita en las regiones selváticas y boscosas de los Andes Orientales; le gusta acercarse a las viviendas humanas. Por la noche se la oye gritar en tono lúgubre y prolongadamente. Algunos afirman que es tímida y huye apenas percibe algun ruido de gente o de perros; otros afirman que se roba a los niños y aún a los hombres.
11. Los santandereanos creen que existió una Rita manca que distraía a las gentes inventando cuentos, haciendo chismes y atizando discordias. Esta manca se dedicó a vagar los montes como un salvaje, creciéndole los cabellos y las uñas de un modo extraordinario comía raíces y frutas silvestres y huía velozmente a la vista de la gente. Tan solo de lejos se percibían sus alaridos, que eran una extraña mezcla de llanto de mujer y aullidos de perro en pena. Por la noche, cuando la oscuridad era intensa, la Mancarita se convertía en el terror de los desolados caminos, con su horroroso grito que helaba la sangre a los viajeros11. La Mancarita, según la creencia de muchas gentes, influye en los chismes de la gente, enredando cuentos y haciendo profundizar las discordias. Es la deidad chismosa de nuestros campesinos. En Santo Domingo aparece la Mancarita como una criatura fantástica; una mujer de cabellera larga y espesa, con los pies al revés de como los tienen las personas; le dan también el nombre de ciguapa o siguapa. Los campesinos boyacenses creen que la Mancarita se convirtió en espíritu maléfico por sus brujerías.
13. Cuenta la leyenda que hace muchos, muchísimos años, el heredero del trono del Imperio Inca, se debatía entre la vida y la muerte, siendo víctima de una extraña y misteriosa enfermedad. Las curas, rezos y recursos de los hechiceros nada lograban y desesperaban por no poder devolverle la salud. El pueblo amaba intensa y entrañablemente al Príncipe de los Incas. Invocaba a sus Dioses y realizaba sacrificios en su honor. Fueron convocados los más grandes sabios del reino, quienes afirmaron que sólo podría sanarlo el maravilloso poder del agua de una vertiente, ubicada en una lejana comarca. Partieron en numerosa caravana, vencieron infinidad de dificultades, marcharon durante meses en que veían agotadas sus fuerzas, y un día se detuvieron ante una profunda quebrada, en cuyo fondo corrían las aguas de un tempestuoso río. Enfrente, en el lado opuesto, se observaba el codiciado manantial, pero... ¿cómo hacer para llegar a ese inaccesible lugar? Meditaron durante mucho tiempo, tratando de buscar una forma de llegar hasta las milagrosas aguas, pero todo era en vano. Cuando ya la desesperación los dominaba: aconteció un hecho extraordinario: de pronto se oscureció el cielo, tembló el piso granítico y vieron caer, desde las altas cimas, enormes moles de piedra que producían un estrépito aterrador. Pasado el estruendo, y más calmado el ánimo, los indígenas divisaron asombrados, un puente que les permitía llegar sin dificultad hasta la fuente maravillosa. Transportaron hacia ella al Príncipe, quien bebió de sus aguas y pronto recuperó la salud. La omnipotencia del Dios Inti, el Sol, y de Mama-Quilla, la Luna, habían realizado el milagro. Así surgió ese arco monumental de piedra, que recibió el nombre de “Puente del Inca”, que se levanta custodiado por el Aconcagua, rodeado por la imponente belleza de los Andes.