5. Mi paso por la escuela Sarmiento fue como emprender un
viaje en donde iba a descubrir mi camino. Decidí subirme
al tren e ir en busca de mi lugar, mi destino que hasta ese
día era incierto, pero anhelaba encontrar. Ese viaje
marcó el inicio de mi transitar docente.
Después de unas largas horas, el tren llegó a la estación:
“Bienaventurados aquellos que quieren encontrar su
destino”.
Había llegado el momento de conocer ese maravilloso
lugar. Sabía que para encontrarlo debía recorrer un largo
trayecto, lo que significaba un desafío.
6. Tras caminar un buen rato, mientras mis pensamientos se llenaban
de ansiedad y expectativas, llegué casi sin darme cuenta a la
escuela. Había llegado el momento de entrar.
Aquel primer día, en que todo parecía desconocido, en unos pocos
minutos dejo de serlo.
Directivos, docentes, alumnos y asistentes me brindaron un cálido
recibimiento. Sentí mi vocación despertar nuevamente. Era hora de
dar el siguiente paso, debía seguir recorriendo y ser parte del
mundo de la enseñanza educativa.
Rápidamente noté algo muy particular en este establecimiento.
Directivos anunciaban cada comienzo de jornada, en el salón de
actos y en algunos minutos, diferentes noticias. Entre ellas fechas
patrias, cumpleaños de maestros y niños o trabajos finalizados de
diferentes grados. Ese mismo día me presentaron ante los alumnos
y para ellos ya era su maestra.
7. Conocí el salón, el cual me recibió con los brazos abiertos y con
miradas curiosas. Con una docente de grado que no dudó en
brindarse, en compartir su salón, sus alumnos y su enseñanza.
Desde ese preciso instante, ese grupo de 20 niños de 2º grado
comenzaron a ser parte de mi vida.
Parecía parte del destino: una gran docente que se estaba
despidiendo de su escuela, la que había formado parte de su
vida, de sus años de trayectoria y de inolvidables momentos
vividos, se conjugaba con mis primeros pasos. Miraba sus gestos,
sus manos explicativas escribiendo en el pizarrón y hablando a
esos niños de miradas brillosas, su sonrisa cariñosa y sus ojos
impregnados de nostalgia. Cuántas historias habrá en aquella
maestra deslizándose en el tiempo. Cuántos ex alumnos la
reconocerán con su caminar en esas calles. Cuántas anécdotas y
fotografías añejadas la recordarán en algún álbum de casa. Ahí
estaba ella, ahí estaba yo. Allí estaba mi futuro.
8. Junto a ella aprendí lo importante de formar personas. De la
responsabilidad y el empeño con el cual hay que trabajar para
brindarle a todos los niños la posibilidad de lograr una integridad
adecuada para hacer frente a un mundo cada vez más complejo.
Todos en la vida nos acordamos de nuestros maestros, aquellos que
han dejado una huella en nosotros, que han sido parte de nuestro
paso por la niñez. Pero más allá de todo eso, de la enseñanza
específica que es el contenido dentro de la currícula, importa además
ese “algo” que nos evita olvidarnos de un educador cuando aún
somos pequeños y llevamos en esos guardapolvos blancos la
esperanza de ser alguien en la vida.
Entonces ahí está parado frente a mí, el maestro de matemática de 6°
grado. Algunos chicos aun corretean por el lugar y un timbre lejano
suena anunciando el recreo. Estamos ahí junto a muchos
compañeritos. Su voz quejosa, pero cálida se dirige hacia mí. Me
aconseja sobre lo importante que es el estudio en la vida. “Seguí
aprendiendo y serás capaz de lograr lo que te propongas”, me dice.
9. Con el tiempo comprendí aquellas palabras que nunca dejaron de
retumbar en mis oídos. Me encontré inmersa en un mundo que
demanda conocimiento, que crece a pasos agigantados, que la
tecnología es nuestra mejor arma frente a los cambios y que el
futuro de nuestro país está en nuestras manos ante el desafío
inmediato que es educar y brindar herramientas que posibiliten la
integración de miles de chicos. Supe valorar lo que aquel maestro
me dijo con su gran sabiduría y experiencia.
En la escuela secundaria, las palabras de una profesora también
me quedaron grabadas. Les voy a contar una anécdota, era un
día como cualquier otro pero lo recuerdo porque me puse a
pensar que es lo que realmente quería, había resuelto un
ejercicio, el cual la profesora me pidió que lo explicara para todos
y no me anime a hacerlo. Ella me dijo aquel día: “Si vos no te
animas, otro lo hará por ti, y quizás pierdas tu mejor oportunidad
de demostrar todo lo que sabes”. A veces pienso que uno
recuerda lo que más necesita para crecer en el momento exacto de
una situación y así seguir avanzando. Entonces estaba allí
nuevamente, de guardapolvo, con una tiza en manos y ante la
atenta mirada de unos 20 niños que buscaban descifrar quién era
esa nueva maestra.
10. Conocer la escuela fue otro de mis objetivos inmediatos. La misma
contaba con dos patios. Uno afable para los de grados más
avanzados y uno pequeño para los chicos que se inician. Una de
las particularidades que me llamó la atención fue que no había
una superpoblación de alumnos como si está sucediendo en la
región donde la construcción de escuela se vuelve urgente ante la
demanda poblacional de distintas localidades.
En horas del recreo, los niños se acercaban urgentes a comprar
golosinas en un reducido espacio donde asistentes escolares los
esperaban para atenderlos. En un constante murmullo elevado a
pequeños gritos, se abalanzaban con la mano levantaba y el
dinero flameando. Por varios minutos se formaba una montaña de
guardapolvos que hacía de avalancha contra el puesto de venta.
Todo terminaba a medida que el objetivo estaba cumplido. Y eso
pasaba cuando comenzaban a dispersarse tranquilamente tras
poder abrir el sobre de un alfajor o el envoltorio de un caramelo.
11. Seguir recorriendo cada rincón me llevaba a descubrir cosas
nuevas. Salón de reunión, salón de juegos, salón de lecturas,
entre tantos nombres “la biblioteca”. Un espacio de
encuentros en donde se compartían charlas, tareas, lecturas.
Los momentos que pasaba en la escuela eran únicos y cada
día que pasaba era diferente.
Pude compartir un acto escolar, en donde los más chiquitos
participaban y los principales invitados fueron sus papás.
Pequeños caballeros con trajes y corbatas acompañados
por sus damas con vestido y peinetón, recorrían el salón.
Vendedores que con sus versitos eufóricamente publicitaban
sus productos. Bella representación del 25 de mayo de 1810,
“Nuestro Primer Gobierno Patrio”.
12. Como no acordarme también cuando fuimos invitados a la Feria
del Libro que se realizó en el salón municipal de la ciudad.
Mi primera salida con los niños en una visita escolar, varios cursos
nos dirigimos al evento. Salimos de la escuela y recorrimos varias
calles hasta llegar. Nos recibieron con un breve acto y la
intendente emitió unas agraciadas palabras dándonos la
bienvenida al lugar. Además habían sido invitados directivos y
alumnos de otras escuelas.
Qué decir de los niños, estaban llenos de expectativas,
asombrados ante aquella recepción llena de payasos y murgas.
Sus ojos brillaban de alegría. Su entusiasmo por recorrer el sitio
fue grandioso, más aun cuando vieron una obra de teatro en
ronda en una alfombra gigante que les fascinó.
13. Los días, las horas, los minutos pasaban tan rápidos que el
tiempo parecía no existir.
Me voy a detener unos instantes, quizás para no dejar de
decir esto, una apreciación personal:
“La escuela sarmiento es una escuela que refleja humildad y
que lucha por salir adelante.
Es una escuela que se compromete al cambio, que piensa en
sus niños y en su educación.
La realidad social en que vivimos se ve reflejada en cada
ventana, en cada rincón, se ve transitando por los pasillos y
pide a gritos ser salvada.
Mirar a esos niños con la esperanza y con la ilusión de poder
cambiar su futuro, de ayudarlos a sacarse esa pesada
mochila que llevan, de aportar un granito de arena para
cambiar su realidad, de escucharlos cuando sea necesario.
No debemos ignorar lo que les pasa, la indiferencia no es la
solución.
14. Tal vez hoy en día se habla mucho de esto, es una utopía quizás.
Sin embargo, nos lleva a reflexionar sobre lo que somos y que
hacemos para que cambie. Una de las respuestas ante tanta
diversidad es la integración, aunque llevarla a cabo no es nada
fácil. Parte de la decisión de cada uno y de la responsabilidad que
tenemos frente a la situación en que estamos inmersos
actualmente. La escuela Sarmiento es una escuela que lucha por
ello.
Hablar de inclusión en un mundo como en el que estamos viviendo
es estar en una lucha constante por salir a flote en un bote que se
está hundiendo.
Una educación inclusiva para nuestros niños debe brindar la
posibilidad a todos por igual de asistir a una escuela común. Sin
diferencias de ningún tipo ni marginación alguna. Demos a todos
los alumnos las mismas oportunidades de aprender sin importar
su condición física, cultural o social, con todo aquello que le rodea
en igualdad de condiciones, teniendo así los mismos derechos y
oportunidades de ingresar a todo aquello que permita el
desarrollo fundamental de la persona, como salud, educación,
trabajo y sociedad”.
15. En el transcurso de un tiempo, llegó el momento de
enseñar, de realizar lo que tanto había ido a hacer
desde aquel comienzo. Esperado día, había llegado al
fin. Mi primera práctica como docente. Como narrarlo,
anímicamente estaba muy tranquila y tenía unas
apasionadas ganas de empezar. Uno imagina pero
vivirlo es otra cosa, nos vemos enfrentados ante
nuestras propias emociones: amor, alegría,
entusiasmo, pasión, ansiedad, interés, miedo.
Es inexplicable describir lo que uno siente frente a
determinada situación que nos pone a prueba a
nosotros mismos.
16. Cuando uno piensa la clase, lo hace con el corazón, con el
alma y pensando en los niños.
Personalmente, amo la tecnología, al observar que los chicos
aún no habían tenido acceso a la misma y que se contaba
con las herramientas para poder hacerlo, les preparé un
video y obtuve un buen resultado ante la actividad. Pensé
actividades en grupo, enfaticé siempre la empatía, la
participación, el respeto por el otro y los tiempos de cada
uno. Lograr llevar a cabo las actividades y obtener la
participación de todos fue muy gratificante. La realización de
láminas para el salón, lecturas individuales, creaciones de
adivinanzas, producción de máscaras animadas fueron
algunas de las cosas que hicimos juntos.
17. Al terminar cada clase pensaba que podía mejorar, de qué
manera podía captar su atención, cómo motivarlos, cómo
despertar su curiosidad por investigar y por saber más.
Con respecto a mí, aprendí a aprovechar más el espacio del
pizarrón, a recorrer el salón y sobretodo ayudar a los niños
integrados. Lo que es fundamental es que los niños
adquieran un conocimiento significativo de lo aprendido y
que comprendan lo enseñado. Volver al día siguiente,
repasar lo dado, y preguntar que no hayan quedado dudas
eran unas de mis principales metas a cumplir.
Uno aprende transitando el camino, enfrentando las
dificultades, los retos y saliendo adelante.
18. La lectura se hizo presente en el aula y debía conquistar su
atención. Seleccioné un cuento para compartir y así poder lograr
que disfruten del placer de oír las más preciosas palabras del
mundo literario.
Cuando uno lee para los niños debe involucrarse con el texto,
debe lograr de manera estética el interés en la historia, cambiando
las voces de los personajes, motivando a la imaginación y a la
creatividad. Incentivando al niño a la reflexión e invitándolo a la
lectura.
Mi idea fue que cada niño tenga una copia del cuento para que lo
ilustren. La felicidad en ellos ante la sorpresa recibida me
demostró que valió la pena.
Estar frente a una clase y poder transmitir pasión al leer, despierta
en los pequeños, el deseo por descubrir el bello mundo de la
fantasía y de los sueños que forman parte de su paso por la niñez.
19. Llegado el último día debía despedirme. Haber hecho éste viaje
fue una experiencia que me dejó recuerdos imborrables.
Feliz porque pude aprovechar la oportunidad de descubrir mi
destino y emocionada por las personas que me apoyaron para
que lo haga.
Lo que ayer era un sueño, hoy forma parte de mi realidad. Lo
único que me queda por decir es “Gracias” por haberme abierto
las puertas.
Ésta escuela dejó en mí, inmensas ganas de seguir adelante y
continuar el viaje hacia la próxima estación.
20. “LA EDUCACIÓN NO CAMBIA AL
MUNDO, CAMBIA A LAS PERSONAS
QUE VAN A CAMBIAR EL MUNDO”
PAULO FREIRE