Pablo nació en Tarso de Cilicia y fue un perseguidor de los cristianos. Sin embargo, en el camino a Damasco tuvo un encuentro con Jesucristo resucitado que cambió su vida, convirtiéndose en el "Apóstol de los Gentiles". Realizó tres viajes misioneros para fundar iglesias y propagar el evangelio por el Imperio Romano. Finalmente, fue arrestado y martirizado en Roma por orden del emperador Nerón.
4. Estuvo presente en la lapidación del diácono Esteban, guardando la ropa de los que le apedreaban y aprobando su muerte. Aquel día se desató una fuerte persecución contra la Iglesia de Jerusalén, y muchos se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria, a excepción de los Apóstoles (cf. Hechos 7,58-8,1-2). A pesar de las persecuciones, los seguidores de Jesús iban en aumento.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12. Después de un accidentado viaje, Pablo llegó a Roma en el año 61. Allí, en espera del juicio, permaneció dos años con libertad vigilada. Vivía en una casa que había alquilado. En ella anunciaba el Evangelio con valentía y sin estorbo alguno (cf. Hechos 28,30). En el año 63 fue absuelto y posiblemente realizó su propósito de llegar hasta España (cf. Rom15,24.28).
13. El año 64, Nerón acusó a los cristianos de ser los autores del incendio de Roma y desencadenó una terrible persecución contra ellos. Pablo fue arrestado y murió mártir en Roma, el año 64 o el 67, siendo decapitado por la espada en la vía Ostiense. Sus restos reposan bajo el altar en la Basílica Romana de San Pablo Extramuros.
14. En su apostolado Pablo, por amor a Cristo, soportó con valentía numerosos peligros y sufrimientos. En una de sus cartas dice: «Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué… Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias» (2 Corintios 11,23-28).