El diálogo trata sobre dos amigos, Juan y un amigo sin nombre, que coordinan un plan para verse el domingo por la tarde. Después de descartar varias opciones de día y hora debido a otros compromisos, acuerdan encontrarse el domingo a las 4:30 pm en casa del amigo sin nombre para ir juntos al cine.
1. DIÁLOGO PARA QUEDAR CON UN AMIGO
A.-Hola, Juan. ¿Qué tal?
B.-Muy bien, ¿y tú?
A.-Bien también. Ya hace tiempo que no nos vemos.
B.-Pues sí, la verdad. ¿Qué tal si quedamos un día de estos?
A.-Vale. Podemos ir al cine, ¿no? Ponen una película muy buena en el Rex.
B.-De acuerdo. ¿Cómo quedamos?
A.- ¿Nos vemos este viernes?
B.-No, lo siento. El viernes no puedo. Es que tengo que llevar a los niños a una fiesta
de cumpleaños de un amiguito. ¿Qué tal el sábado?
A.-El sábado no me viene bien a mí. ¿Y el domingo?
B.-¿El domingo por la tarde o por la noche?
A.-Por la tarde, ¿no? Es que yo tengo que levantarme temprano el lunes.
B.-Bueno. ¿A qué hora quedamos?
A.-¿Qué tal a las 3:30, después de comer?
B.-Mejor un poco más tarde, a las 4:30. Los domingos siempre me echo la siesta.
A.-Vale. ¿Y dónde quedamos? ¿Te recojo en casa?
B.-Está bien. Entonces te pasas por mi casa el domingo a las 4:30, ¿no?
A.-Sí. Bueno, hasta el domingo, que me tengo que ir.
B.-Adiós, hasta luego.
2. -He descubierto que tengo cabeza y estoy empezando a leer.
-Oh, gracias. Muchas gracias por sus palabras -murmuró Jacqueline.
-Somos muchos de familia -terció Agostino- y trabajamos todos.
-Seguro que, a la larga -replicó Carlota con decisión-, todo se arreglará.
-¡Sophie, vuelve! -insistía Stingo-. He de hablar contigo ahora mismo.
-¿Y tú qué entiendes de eso? -saltó Stephen-. No has leído un verso en tu vida.
-Con lo que me hubiera gustado escribir... -susurró-. Poesía. Ensayo. Una buena novela.
-Esto no puede continuar así. La cosa ha ido demasiado lejos -se levantó, al tiempo que se miraba
las manos-. Tengo que sobreponerme, acabar con esta locura.
-Esto no puede continuar así. La cosa ha ido demasiado lejos. -Se levantó, al tiempo que se
miraba las manos-. Tengo que sobreponerme, acabar con esta locura.
-Sí, amigo mío, me asombra tu valentía -dijo ella con aplomo. Y tras una breve pausa, añadió-:
Admiro de veras tu sangre fría.
-Ya sé en qué está pensando -dijo la propietaria-: en el color rojo. Todos hacen lo mismo.
31.-MONOLOGO INTERIOR DE MUJER.
«Te oigo y me siento desfallecer. Tu voz profunda me recorre las venas, me caldea la sangre. Te
miro y respiro fuego. Me miras y se incendian mis manos. ¿Qué puedo hacer? Respiro, y te respiro
a ti. Iré a buscarte, como la Amada del Cantar de los Cantares a su Esposo. Te buscaré en el
sueño y en la vigilia. Serás mi primer pensamiento al despertar, mi última idea antes de rendirme al
sueño. Viviré por ti. Me alimentaré por ti. Me vestiré de tu presencia. Me rodeas como el trigo a la
amapola. Amor mío. Trigo mío. Pan mío.
Soy esa mujer que responde con los labios y con el alma a tus palabras, tus palabras que incluso
cuando van dirigidas a Dios, siento dirigidas a mí también. Quién sino Dios puso esto que siento,
que sentimos los dos, en mi corazón, en tu corazón, en nuestro corazón, ya único. ¿De dónde
procede todo sentimiento de amor sincero? De Dios. No, no puede ser pecado lo que siento.
Tu voz, elevándose ante el altar, es un imán que me esclaviza. A ti voy, sin poder remediarlo. Y tu
nombre, Rodrigo, y tu nombre que me estremece porque sé que es tu nombre. Tu nombre.
Soy para ti.»
3. 32.- MONÓLOGO INTERIOR DE VARÓN.
«Aurelia. Nombre dorado. Aura, el resplandor te envuelve. Eres aire para mis pulmones.
Aura. Te veo y aparecen en mí pensamientos imposibles. Siento que me acompañas. Haces
compañía a mi alma. Estoy solo y lo sabes. Te apiadas de mi soledad. Me arropas con tu mirada.
¡Qué gloria si pudiera oír tus pasos en mi casa! Cuántos fantasmas ahuyentaría el sonido de tus
pisadas. Me llenaría de tu alma.
No es tu cuerpo, aunque sea tan bello, lo que necesito. Si sólo fuera tu cuerpo me sentiría en
pecado de lujuria. Yo necesito más aún tu alma, tu espíritu, la posibilidad de ser comprendido, de
compartir sentimientos y experiencias. Multiplicar el valor de cada alegría, sentir dividido el dolor de
cada pena.
Encontrar el tesoro de un alma de tu misma raza espiritual es un milagro. El tesoro enterrado, la
perla fina del mercado, por la que es razonable venderlo todo a fin de poder adquirirla. ¿Y qué
vendo yo? ¿Mi fama? ¿Mi alma, quizás? Si viene a mí, no la rechazaré. Somos dos almas, creadas
por Dios, que se encuentran con el permiso de Dios. Sólo Él nos juzga.La fama… ¿tiene
comparación la buena fama con lo que Aura me da? ¡Que se hunda el mundo!
No renunciaré a ti, mujer mía. Aura, nunca has visto el mar y, sin embargo, tú misma eres el mar,
mi océano, el agua salada que llena mi vida, aquí en esta tierra, de sabor y alegría. Eres el
elemento purificador y vitalizador, la ola rompiente que me arrulla con su sonido y que arrastra las
piedras que se posan sobre la arena de mi existencia, dejándola lisa y libre. Aura, mar en que
naufrago y que, paradójicamente, me saca a flote del naufragio más cruel de la vida en soledad,
sin calor humano. ¡Aura! ¡Mi mar! ¡Mi amor! »