2. Nacimiento de Beethoven y su
muerte
•Fecha de nacimiento: 16 de diciembre de 1770, Bonn,
Alemania
•Fecha de la muerte: 26 de marzo de 1827, Viena, Austria
3. Primera sinfonia
• Beethoven había cumplido los treinta años de edad cuando presentó su Primera Sinfonía (op.
21), fascinando a sus contemporáneos por su frescura y originalidad. La obra está dedicada
al barón Gottfried van Swieten, amigo de Mozart y de Haydn, y uno de los primeros
protectores de Beethoven en Viena. Mucho se ha hablado del original inicio de esta sinfonía,
pues arranca con un acorde distinto a la tonalidad principal de do mayor. En todo caso, esta
era una de las rúbricas de Joseph Haydn. El tercer movimiento lleva el nombre de
«Minuetto», pero es más rápido que lo acostumbrado en el género sinfónico de la época.
Otros rasgos anunciadores del futuro Beethoven son los sforzandi de la orquesta y la forma
de emplear los instrumentos de viento.
4. Segunda sinfonía
• En 1803, el músico de Bonn dio a conocer la Segunda Sinfonía, en re mayor (op.
36), cuya alegría contrasta con la tristeza que vivía el autor. Beethoven reemplazó
el minueto estándar por un scherzo,nota 7 más rítmico y dinámico. Esta innovación
y sus fuertes sonoridades dieron a la Segunda Sinfonía un mayor alcance y energía.
Después del estreno, los críticos notaron la ausencia del minueto y dijeron que la
composición tenía mucho poder, pero que era demasiado excéntrica. No faltaron las
duras críticas.
• La influencia haydniana se deja sentir en estas dos composiciones de juventud:
ambas tienen introducciones lentas y la orquesta es totalmente clásica.
5. Tercera sinfonía
• Dos años más tarde, Beethoven rompió todos los moldes clásicos con su Tercera Sinfonía en
mi♭ mayor (Op. 55), llamada Eroica. Esta sinfonía dura dos veces más que cualquier otra de
la época, la orquesta es más grande y los sonidos son claramente anunciadores del romanticismo
musical. La obra se compone de un primer movimiento (Allegro con brio) de una duración
aproximada de veinte minutos: hasta esa fecha no se había compuesto un movimiento sinfónico
tan extenso. Del segundo movimiento, una «Marcha fúnebre» (Adagio assai), el biógrafo Anton
Felix Schindler afirmó que, al enterarse de la muerte de Napoleón, Beethoven comentó en tono
sarcástico «Yo ya compuse la música para esta triste catástrofe».27 El tercer movimiento es un
agitado scherzo (Allegro vivace), en el que se recrea una escena de caza; destaca el uso de
las trompas. El Finale (Allegro molto) evoca una escena de danza y es apoteósico, con una
gran exigencia de virtuosismo para la orquesta.
6. Cuarta sinfonía
•La siguiente sinfonía es muy diferente. La Cuarta Sinfonía en si♭ mayor
(Op. 60), de 1806, recupera la frescura de sus dos primeras
composiciones sinfónicas. El primer movimiento arranca con una solemne y
notable introducción. En el cuarto movimiento, se muestra una de las
características del compositor de Bonn: el virtuosismo que demanda de los
intérpretes. El Finale de la Cuarta es muy exigente para el fagot. Esta
sinfonía ha sido, según algunos críticos, injustamente relegada al lado de
sus excepcionales antecesora y sucesora: «La grácil criatura griega en
medio de dos gigantes germánicos
7. Quinta sinfonía
• En 1808, Beethoven compone la Quinta Sinfonía (Op. 67). Esta sinfonía en do
menor destaca principalmente por la construcción de los cuatro movimientos basados
en el motivo rítmico formado por tres corcheas y una negra, las cuales abren la obra
y retornan una y otra vez dando a la sinfonía una extraordinaria unidad. Para el
músico, significaban «la llamada del destino».nota 9 El segundo movimiento es un
hermoso tema con variaciones. El tercer movimiento, scherzo, comienza
misteriosamente y prosigue salvajemente en los instrumentos de viento-metal con
una forma derivada de la «llamada del destino»; un pasaje tejido por los pizzicato
de los instrumentos de cuerda se encadena sin pausa con el triunfal cuarto
movimiento, allegro, y que posee una destacada coda.
8. Sexta sinfonía
• Simultáneamente, compuso la Sexta Sinfonía en fa mayor, conocida como Pastoral
(Op. 68). Es difícil imaginar dos obras tan distintas: toda la fuerza y violencia de
la Quinta se convierten en dulzura y lirismo en la Sexta, cuyos movimientos evocan
escenas campestres. Es el mayor tributo dado por Beethoven a una de sus grandes
fuentes de inspiración: la naturaleza. Es también su única sinfonía en cinco
movimientos (todos con subtítulos: Escena junto al arroyo, Animada reunión de
campesinos, Himno de los Pastores, etc.), tres de ellos encadenados (es decir, que
Beethoven elimina las habituales pausas entre segmentos sinfónicos). Uno de los
pasajes más famosos de la obra es el final del segundo movimiento, con la flauta, el
oboe y el clarinete imitando respectivamente los cantos del ruiseñor, la codorniz y
el cuco.
9. Séptima sinfonía
• La Séptima Sinfonía en la mayor (Op. 92) aparece en 1813 —casi un año después de su
composición—. El compositor se empecinó en dirigirla en su estreno, con tragicómicos
resultados. Pero la crítica reconoció una nueva genialidad de Beethoven. Indudablemente, el
maestro alemán muestra con la Séptima su más grandioso concepto de la introducción (Poco
sostenuto, pide la partitura). Richard Wagner, otro ferviente beethoveniano, calificó a la
Séptima como «la apoteosis de la danza»30 por su implacable ritmo dancístico y notable lirismo,
particularmente hondo en su célebre segundo movimiento, Allegretto —que tuvo que ser
repetido a petición del público en su estreno—, dominado por un ostinato de seis notas. El
esquema del tercer movimiento exige, hecho inédito en una sinfonía, la repetición del trío,
quedando la estructura A-B-A-B-A. El cuarto movimiento constituye (al igual que en la
Sinfonía "Júpiter" de Mozart) el verdadero centro de gravedad de la obra. En suma, toda la
Séptima es una obra de gran potencia: hay expertos[¿quién?] que la consideran como la mejor
de sus sinfonías.
10. Octava sinfonía
•Al año siguiente, 1814, Beethoven concluye la Octava Sinfonía en fa
mayor (Op. 93), compuesta inmediatamente después de la Séptima y cuya
brevedad (poco más de veinticinco minutos) no eclipsa su meticulosa
escritura. Es su sinfonía más alegre y desenfadada («mi pequeña sinfonía
en fa», la llamaba el compositor, para diferenciarla de la Sexta, escrita en
la misma tonalidad).31 La composición fue extremadamente ligera y rápida
(cuatro meses). La obra tiene influencias de Haydn, sobre todo en su
primer movimiento.31 La Octava, con su larga y alegre coda, parece un
grato adiós al mundo clásico.
11. Novena sinfonía
• En 1824, por último, Beethoven se consagra como el gran anunciador de un nuevo lenguaje con su
Novena Sinfonía «Coral» (Op. 125). Su orquestación (dos trompas adicionales, triángulo, platillos, coro
y solistas vocales) y duración (setenta minutos) es superior a la de la Eroica. Los primeros tres
movimientos (un épico Allegro ma non troppo, un poco maestoso, un electrizante Scherzo y un religioso
y soñador Adagio) llegan a su culmen en el deslumbrante finale (Presto-Allegro assai), que inicia con
un recitativo instrumental y con citas de los movimientos precedentes. El tema de la alegría,
introducido por la cuerda grave, va ganando en intensidad y desemboca en la aparición de la voz humana
por primera vez en una sinfonía, con cuatro solistas y coro mixto que cantan en alemán los versos de
Friedrich von Schiller: Alegría, hermosa chispa divina,/ hija del Eliseo,/ ebrios de entusiasmo
entramos,/ ¡oh diosa! a tu santuario... Esta obra, mundialmente famosa y objeto de un sinfín de
arreglos y versiones, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. El último
movimiento de esta sinfonía fue adoptado en 1972 por el Consejo de Europa como su himno y en 1985
fue elegido por los jefes de Estado y de Gobierno europeos como himno oficial de la Unión Europea.