1) El documento describe el conflicto en la Araucanía como una guerra de guerrillas asimétrica y molecular disipada. Utiliza tácticas de guerrilla como ataques rápidos y sorpresivos contra objetivos estratégicos.
2) También es una guerra asimétrica debido a la gran diferencia en recursos entre los grupos en conflicto, lo que obliga a usar tácticas no convencionales.
3) Se caracteriza como una revolución molecular disipada siguiendo los conceptos de Félix Guattari
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El Conflicto en la Araucanía
1. En la Araucanía hay una guerra de guerrillas,
asimétrica, molecular, disipada y terrorista
Por Alexis López Tapia
En una columna de El Mostrador, el ex dirigente de la Izquierda Cristiana, ex presidente de la
Izquierda Ciudadana, y actual presidente de la “Fundación Instituto de desarrollo de liderazgo
indígena”, Diego Ancalao Gavilán, afirma que en la Araucanía hay una “relación entre privados
conflictiva”, porque “lo que pasa en La Araucanía no tiene que ver con la definición de terrorismo
de las Naciones Unidas”, y “porque la característica para que sea terrorismo es que tiene que
infundir miedo en la ciudadanía, entonces cuando se quema un bosque o se toman un fundo, es
una situación entre privados”.
Respecto a la autoría de los atentados en la región, sostiene: “Los que están detrás de esto tienen
que ser personas con recursos, porque llegan en camionetas, que dan órdenes de cronómetro. El
pueblo mapuche no tiene esa preparación. Yo soy muy superticioso (sic) en este tipo de cosas. La
gente que está detrás de esto debe ser gente con plata, que tiene interés en satanizar el pueblo
mapuche y que tiene interés económico en ese territorio”.
Frente a esas afirmaciones, es necesario definir el proceso revolucionario que se está
desarrollando en la Araucanía, no a partir de calificaciones políticamente determinadas como las
del citado dirigente político, sino a partir del análisis politológico objetivo de los fundamentos
ideológicos y teóricos, estratégicos y tácticos, que determinan y permiten explicar y definir los
hechos que en la región se están produciendo.
2. 1) Guerra de Guerrillas
Basta utilizar la más básica fuente de referencia, Wikipedia, –como suelen hacerlo
nuestros legisladores-, para encontrar la siguiente definición:
“La guerra de guerrillas es una táctica militar de conflictos armados que consiste en atacar
sin ser visto, hostigando al enemigo en el propio terreno, que conocen muy bien, de las
fuerzas defensoras con destacamentos irregulares y dispersos. Actúan mediante ataques
rápidos y sorpresivos, infiltrando o interceptando las comunicaciones, volando
infraestructuras como puentes y caminos, o capturando armas y provisiones.
Fundamentalmente es un tipo táctico de guerra que lo subordina todo al desgaste, por el
cual la larga erosión de una guerra atomizada y dispersa, en la que es esencial el arte de
reunirse y dispersarse sin dejar rastro. Así se pueden alcanzar objetivos estratégicos que
un ejército organizado y al descubierto no podría jamás conseguir”.
Más allá de la calidad y rigurosidad de la descripción anterior, un somero análisis de los
diversos ataques y atentados que han ocurrido en la zona, y particularmente los métodos
utilizados por sus perpetradores, permiten definir el conflicto dentro de esta categoría
particular de conflicto.
2) Guerra Asimétrica
Utilizando la misma fuente anterior, la descripción de este concepto es la siguiente:
“La guerra asimétrica es un conflicto violento en el que se constata una abismal
diferencia cuantitativa y cualitativa entre los recursos militares, políticos y mediáticos de
los contendores comprometidos, y que por lo tanto obliga a los bandos a utilizar tácticas
atípicas, que rebasan el manido marco de la tradición militar recurrente.
Entre estos medios se cuenta la guerra de guerrillas, la resistencia, toda clase de
terrorismo, la contrainsurgencia, el terrorismo de Estado, la guerra sucia o la
desobediencia civil.
En la guerra asimétrica no existe un frente determinado, ni acciones militares
convencionales. Por el contrario, se basa en combinación de acciones políticas y
militares, implicación de la población civil y otras operaciones similares”.
Uno de los hechos más relevantes en el desarrollo de una “guerra asimétrica”, es que la
fuerza cuantitativamente menor, debe recurrir a métodos de lucha que impacten en las
capacidades subjetivas de la fuerza cuantitativamente mayor, forzándola a incrementar el
uso de sus capacidades objetivas, perdiendo así su fundamento ético y respaldo político.
Así, la fuerza menor puede llegar a perder militarmente, pero ganará políticamente.
3. 3) Revolución Molecular Disipada
La “Revolución Molecular” fue un concepto desarrollado por el filósofo deconstruccionista
Félix Guattari (1930-1992), que en su particular jerga establece lo siguiente:
“La Revolución Molecular elimina dicotomías (hombre/mujer; bien/mal; izquierda/derecha;
norte/sur) en beneficio de la afirmación de un presente ocupado por indefinidas nebulosas
expresivas al mismo tiempo económicas, culturales, étnicas, simbólicas, animales,
componiendo metamórficos procesos semióticos híbridos, marcados por devenires mujer,
niño, animal, mineral, negro, molecular, los cuales, rizomáticamente, eliminan unidades
discursivas y transforman ejes molares en transversalidades subjetivas, ambientales y
sociales que se complejizan, inventando otras posibilidades institucionales, mundos,
cosmos” (Soares, 2014).
Entre 1979 y 1992, Guattari viajó 14 veces a Brasil, ayudando en la creación del Partido de
los Trabajadores (PT), que llevaría a Ignacio Lula da Silva al poder:
“El devenir pobre analfabeto de Lula fue desde el comienzo la contraseña para el registro
colectivo de un pueblo molecular, desterritorialización sin fin de valores de cambio,
inscribiendo nuevos devenires de uso, en la transversalidad del cotidiano” (Soares, 2014).
“La Guerra Civil Molecular es un grado de fragmentación social que pone en riesgo el
ejercicio del monopolio de la violencia por parte del Estado”.
“La degradación del aparato estatal provoca el deterioro de los parámetros de seguridad
interior. La indolencia, desinterés, falta de estímulos, accionar cansino y falto de vocación
comienzan a manifestarse en las instituciones estatales que deben velar por la seguridad.
Las responsabilidades institucionales de seguridad no se ejercen, sea por omisión o
tolerancia pasiva a cambio de beneficios. Los funcionarios estatales se involucran de
manera directa y protagónica en operaciones delictivas. Se deja de confiar en las fuerzas
del orden y en la justicia” (Enzensberger, 1994).
Los conceptos de “Territorio” (fuerza), “Degradación” (corrupción) y “Fragmentación”
(ruptura de la unidad), son claves en el análisis, no sólo del conflicto en la Araucanía, sino
en el propio proceso revolucionario que se está desarrollando en Chile:
“Asumiendo la naturaleza misma del poder del Estado y sus relaciones con el conjunto del
campo social, en función revolucionaria, Guattari procede a configura una “cartografía” o
mapa de las correlaciones de fuerzas. Así, a partir de ésta, diseña un “diagrama” o plan de
acción de deconstrucción del poder sistémico encarnado en el Estado. Entonces,
entendiendo que la palabra “territorio” corresponde al concepto de poder, la estrategia
deconstruccionista de Guattari concibe el desencadenamiento de un proceso de integral y
permanente “territorialidad”, “desterritorialización”, “reterritorialización” y nueva
“territorialización”.
4. Este consiste en un proceso de apropiación - expropiación de la subjetividad de los sujetos
en orden a permitir la destructuración del sistema de poder dominante, lo cual implica
conferirle nueva integridad ideológica o nuevo sentido a las cosas, para su reintegración
como nuevo poder.
De esta forma, la acción de “revolución molecular disipada” impulsa transformaciones
sociales y políticas a gran escala y permite configurar un “nuevo modo de organización
social y política” (Heinecke, 2011).
Un análisis incluso somero de los efectos del gobierno de la “Nueva Mayoría”, no sólo en
el caso del conflicto en la Araucanía, sino a nivel nacional, permite evidenciar una clara
“Degradación” y “Fragmentación” del Estado de Chile. Este es el verdadero legado de
Michelle Bachelet.
4) Terrorismo:
Una de las afirmaciones más recurridas respecto a la calificación de “terroristas”, de los
atentados que vienen desarrollándose en la Araucanía, es que estos no cumplirían con las
condiciones de tal definición de acuerdo a Naciones Unidas. Así lo señala explícitamente
Ancalao Gavilán en la columna antes citada.
En el mismo sentido, para el candidato Alejandro Guiller “En Chile hay violencia aguda, es
grave, pero no responde a los patrones de terrorismo”. Para la candidata Beatriz Sánchez,
“Lo que pasa en La Araucanía, cuando hay quema de camiones, me parece que no es un
acto terrorista”.
Esos argumentos resultan falaces en al menos dos sentidos:
a) Porque la definición de Naciones Unidas es parcial, poco clara, discutible y
ampliamente discutida (Harvey, 1998). No se trata, entonces, de un parámetro
absoluto, y.
b) Porque el concepto es tan volátil en el ámbito jurídico y social, que su significado está
determinado más por el contexto que por una explicación lógica. De hecho, “en
ninguna instancia internacional, existe, una aceptación pacífica de la consideración de
terrorismo“ (Torres, 2010).
Señalado lo anterior, la apelación a la definición de Naciones Unidas es simplemente un
argumento retórico, parcial y político, cuyo objeto fundamental es intentar desacreditar
cualquier análisis objetivo de los hechos, que llegue a determinar que estos efectivamente
corresponden a la categoría de terrorismo.
5. Señalado lo anterior, una definición funcional, sistémica, general, precisa y sencilla de este
concepto es:
“Terrorismo es la acción violenta ejecutada por personas al servicio de una organización,
con la intención de infundir miedo a un sector de la sociedad, y utilizar este miedo para
tratar de alcanzar un fin político” (Carrasco, 2009).
Entonces, en términos estrictos, el uso del terror como método de lucha constituye un
medio para alcanzar un fin, y no un fin en sí mismo (de donde viene el problema
semántico del término “terrorismo”, es decir “terror por sí mismo”).
"En efecto, el "terror" es un arma más, una herramienta incluso, utilizada en todos los
conflictos durante la historia, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para
obtener fines políticos, que son el objetivo último de toda guerra.
“En la actualidad, diversos atentados “terroristas” se han venido sucediendo en la
Araucanía, algunos de ellos con víctimas fatales. Quienes los ejecutan –la mayoría chilenos
de origen mapuche, y posiblemente algunos mercenarios extranjeros–, no son “locos”, no
actúan “sinrazón”, y tampoco pretenden causar terror por el sólo hecho de causarlo.
Se trata de acciones lógica y fríamente calculadas, racionalmente ejecutadas y
completamente justificadas desde la perspectiva de un conflicto asimétrico, donde el
objetivo fundamental de la fuerza menor –los grupos subversivos que operan en la zona–,
es afectar las condiciones subjetivas de la fuerza mayor, el Estado de Chile, para equilibrar,
e incluso anular el diferencial de fuerzas objetivo.
El verdadero territorio en que se sitúan estos atentados, y el motivo fundamental por el
cual no se han detenido y no se detendrán, es porque constituyen hechos altamente
simbólicos, y por la gigantesca publicidad que les brindan gratuitamente los Medios de
Comunicación.
Del mismo modo, los atentados que han venido sucediéndose en la Araucanía, no se
producen porque se trate de la llamada “Causa Mapuche” ni porque sus autores sean o no
sean Mapuches: es porque esa supuesta causa y la posible pertenencia de algunos
autores de los atentados a esa etnia, son utilizadas por los grupos subversivos como
justificación y causa de su accionar para obtener fines políticos.
De este modo, cada vez que se comete un nuevo atentado –y que simbólicamente estos
grupos ganan territorio–, los Medios de Comunicación se transforman en las verdaderas
“Armas de terror masivo” que logran que esa violencia “pese sobre el ánimo colectivo y
determine los comportamientos”… Sin el apoyo de esas armas, las acciones “terroristas”
simplemente carecen de sentido.
6. Entonces, la primera batalla verdadera que debe darse, es contra la penetración ideológica
de la que los Medios de Comunicación se hacen parte, por ejemplo, al denominar estas
acciones como el “Conflicto Mapuche”, o “Terrorismo Islámico”.
No hay “Conflicto Mapuche”, así como no hay “Terrorismo Islámico”.
Hay algunos mapuches que participan en grupos que están en lucha armada contra el
Estado de Chile, y hay algunos musulmanes que participan en el llamado “Estado
Islámico”, que está en lucha armada contra las potencias occidentales.
En ambos casos, lo que sí hay es diversos grupos subversivos que están empleando la
táctica del “terror” para promover sus propios objetivos ideológicos. En definitiva, aquí y
allá hay personas que –en pleno uso de sus facultades mentales–, han optado
conscientemente por el uso de la violencia extrema para imponer sus demandas.
Por mucho que pueda doler para los parientes y la sociedad en su conjunto, su objetivo no
son las víctimas, no son los agricultores, los tractores, las casas, los camiones o las
escuelas, no son las estaciones de metro, los aeropuertos o los centros de poder mundial:
su objetivo es que esas acciones sean ampliamente publicitadas –como lo han sido–, por
los medios de comunicación, para que usted, yo y todos nosotros, incluidas las propias
víctimas circunstanciales, lleguemos a tener miedo, lleguemos a sentir terror.
Ese es el territorio que ellos desean conquistar, un territorio en nuestra mente, en nuestra
alma y nuestros corazones, donde el miedo determine nuestro comportamiento” (López,
2016).
7. De la Guerra de Guerrillas a la
Guerra Civil Molecular
Los últimos atentados en la Araucanía y la Región de los Lagos determinaron una serie de
declaraciones que permiten pronosticar un escalamiento en el conflicto.
En efecto, el Fiscal Nacional, Jorge Abott, señaló al respecto “Quiero ser bastante claro, yo pienso
que los empresarios tienen una responsabilidad importante en la custodia de sus bienes,
particularmente en una zona donde sabemos el nivel de riesgo que existe” (BioBío, 2017).
De este modo, Abott endosó a los particulares una responsabilidad que fundamentalmente
pertenece al Estado, precisamente por ser el garante de la seguridad de los ciudadanos.
Y ¿qué pasaría entonces si los afectados por los atentados tomaran en sus propias manos la
“custodia de sus bienes”? ¿Qué pasaría si los dueños de camiones formaran una “milicia
ciudadana” para resguardarlos de ataques incendiarios? Ese hecho –justificado a partir de las
propias declaraciones de Abott–, constituiría la mayor evidencia del escalamiento del conflicto
hacia un nuevo estadio.
En efecto, se estaría pasando de una “Guerra de Guerrillas” a una “Pre Guerra Civil Molecular”:
“En esta fase se multiplican los espacios fuera de los límites. La indolencia, seguida de
omisión y comisión, desemboca inevitablemente en la pérdida de manejo de la seguridad
interior por parte del aparato estatal.
Se generalizan medidas de autodefensa (posesión de armas, rejas, candados, puertas,
autos y chalecos blindados); conformación de barrios cerrados por sectores de alto nivel
socioeconómico y la seguridad privada se torna usual” (Enzensberger, 1994).
Finalmente, la fase siguiente del conflicto, es ya la “Guerra Civil Molecular”:
“Desde el momento en que una organización o masa delictiva se apropia de un territorio,
todas sus acciones deben entenderse como acciones de guerra civil molecular, incluso
aquellas que representan enfrentamientos entre bandas.
Comienzan los entrecruzamientos de acciones; proliferan los combates entre
organizaciones. La naturaleza del arma empleada no es relevante, sí lo es la voluntad de
avasallar al otro ignorando completamente a la autoridad estatal” (Enzensberger, 1994).
Señalado todo lo anterior, la declaración de Ancalao Gavilán acerca de que la situación en la
Araucanía se trataría de una “relación entre privados conflictiva”, es un eufemismo descriptivo,
precisamente, del avance del proceso revolucionario a un estado de Guerra Civil Molecular.
En la Araucanía ya existen “territorios autónomos”. Operan grupos subversivos armados, con
entrenamiento paramilitar, organización molecular y acciones guerra de guerrillas y terrorismo.
Las condiciones para el escalamiento de ese nivel de conflicto al siguiente están dadas, y el que
entiende esto y trata de ocultarlo, de minimizarlo o restarle importancia, es o bien muy
estúpido, o simplemente es cómplice.