El cristianismo se originó en Jerusalén en los siglos I-IV d.C. y se extendió a otras ciudades del Imperio Romano a pesar de las persecuciones. En el siglo IV, el emperador Constantino legalizó el cristianismo y más tarde se convirtió en la religión oficial del imperio bajo Teodosio I. Aunque el imperio cayó, la iglesia sobrevivió y desempeñó un papel importante en la cultura y el pensamiento durante la Edad Media.
2. EL CRISTIANISMO: UN CAMBIO EN LA HISTORIA DE OCCIDENTE.
El Cristianismo es una
religión monoteísta basada
en las enseñanzas de
Jesucristo según se
recogen en los Evangelios,
que ha marcado
profundamente la cultura
occidental y que es
actualmente la más
extendida del mundo. Está
ampliamente presente en
todos los continentes del
globo y la profesan más de
1.700 millones de
personas.
3. LOS COMIENZOS DE LA IGLESIA.
El cristianismo se
extendió entre los siglos
I a IV d.c., Jerusalén fue
el primer núcleo del
movimiento cristiano; al
menos lo fue hasta su
destrucción a manos de
los ejércitos de Roma en
el 70 d.C. Desde este
centro, el cristianismo se
desplazó a otras
ciudades y pueblos de
Palestina, e incluso más
lejos.
4. En un principio, la mayoría de
las personas que se unían a la
nueva fe eran seguidores del
judaísmo, para quienes sus
doctrinas representaban algo
nuevo, no en el sentido de algo
novedoso por completo y
distinto, sino en el sentido de
ser la continuación y realización
de lo que Dios había prometido
a Abraham, Isaac y Jacob. Por
lo tanto, ya en un principio, el
cristianismo manifestó una
relación dual con la fe judía: una
relación de continuidad y al
mismo tiempo de realización, de
antítesis, y también de
afirmación.
5. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL
CRISTIANISMO
Monoteísmo con sentido de
paternidad: el Dios predicado
por Jesús es un Dios
cercano, accesible,
preocupado por la persona y
no sólo por el pueblo. Es
alguien a quien se puede
llamar Padre.
Se distingue en todo
momento lo espiritual de lo
terrenal.
Acepta el orden establecido.
El cristianismo es universal.
Igualdad esencial entre todos
los hombres
6. LAS PERSECUCIONES.
Dentro del Imperio romano, y como secta
judía, la Iglesia cristiana primitiva
compartió la misma categoría que tenía el
judaísmo, pero antes de la muerte del
emperador Nerón en el 68 d.c. ya se le
consideraba rival de la religión imperial
romana. Las causas de esta hostilidad
hacia los cristianos no eran siempre las
mismas y, por lo general, la oposición y las
persecuciones tenían causas muy
concretas. Sin embargo, la lealtad que los
cristianos mostraban hacia su Señor
Jesús, era irreconciliable con la veneración
que existía hacia el emperador como
deidad, y los emperadores, que estaban
comprometidos de manera más profunda
con mantener la unidad ideológica del
Imperio, veían en los cristianos una
amenaza para sus propósitos; decidiendo
poner fin a la situación.
7. MEDIDAS ANTICRISTIANAS:
A comienzos del siglo II el
emperador Trajano
reglamentó la persecución
contra los cristianos.
En el siglo III se realizan
nuevas persecuciones.
En 303 el emperador
Diocleciano ordena la
entrega de los libros
sagrados y niega a los
cristianos todos los derechos
civiles.
En 304 un edicto condena a
muerte a todos los cristianos.
8. LA SOBREVIVENCIA DEL CRISTIANISMO
DURANTE LAS PERSECUCIONES.
Debido a las dificultades que
tuvieron los cristianos para
reunirse producto de las
persecuciones del siglo I y II, se
protegieron en catacumbas o
cementerios subterráneos que
tenían entradas secretas.
Llegó a tanto la persecución,
que esto motivó aún más su
unión y fuerza. Tanto así, que
muchos prefirieron morir por
Cristo y convertirse en mártires.
No obstante, también hubo un
grupo de delatores que
entregaba a sus hermanos por
dinero, aunque fueron un
pequeño número.
9. LA VICTORIA DEL CRISTIANISMO.
A comienzos del siglo IV el mundo cristiano había
crecido tanto en número y en fuerza, que para
Roma era preciso tomar una decisión: erradicarlo
o aceptarlo. El emperador Diocleciano trató de
eliminar el cristianismo, pero fracasó; el
emperador Constantino I el Grande optó por
contemporizar, y acabó creando un imperio
cristiano, y a través del Edicto de Milán concedió
en 313 la libertad religiosa a los cristianos.
La conversión del emperador Constantino situó al
cristianismo en una posición privilegiada dentro
del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no
serlo.
Con el emperador Teodosio el Grande, el
cristianismo dio un importante paso al convertirse
en la religión oficial del Estado Romano.
A pesar de la caída del Imperio Romano en 476
d.c., la iglesia sobrevivió, convirtiéndose en
portadora y difusora de sus elementos culturales.
Es más, durante la Edad Media, el pensamiento
se concentra en las iglesias.