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Perspectivas para la Iglesia de América Latina y del Caribe
desde Medellín
Hno Afonso Murad
La Conferencia de Medellín fue un auténtico Pentecostés para la Iglesia latinoamericana. A partir de
su clausura, "es necesario asimilar el espíritu, profundizar las conclusiones, aplicar el resuelto (...)
Ahora comienza la tarea de profundización, divulgación y realización". El compromiso es de todo el
Pueblo de Dios, "que en esta hora providencial del continente, experimenta el llamado del Espíritu.
La respuesta exige profundidad en la oración, madurez en las decisiones, generosidad en las tareas"
(Introducción a las Conclusiones de Medellín, 30/11/1968).
Se pasaron 50 años. Varias diócesis e institutos religiosos pusieron en práctica las recomendaciones
pastorales de Medellín. Tenemos hoy un conjunto de "buenas prácticas" pastorales, que causan
admiración en otras partes del mundo. Después sucedió las conferencias de Puebla, Santo Domingo
y Aparecida. El contexto social y cultural de América Latina y el Caribe ha cambiado. Se amplió la
perspectiva de la opción preferencial por los pobres. También hubo algunas exageraciones, que
fueron corregidas posteriormente. Y no tardaron en venir las reacciones, las resistencias y una
estrategia organizada para borrar la memoria y la fuerza profética de Medellín. Una forma sutil de
rechazo consiste en ignorar la Conferencia, no hablar de ella, tratarla con una "nube pasajera".
Se tiene la impresión de que, en varias regiones, la Iglesia está perpleja o indiferente, ante tantos
desafíos de la sociedad contemporánea en nuestro continente. La realidad exige respuestas nuevas
y arrojadas. Pero se buscan las soluciones más fáciles. Se cede a la tentación de "pescar en el
acuario", de repetir lo que ya se hace, de mirar sólo hacia adentro. Como se dice en la educación,
se practica "lo más del mismo".
Presentaremos aquí cinco "perspectivas pastorales" que nos parecen imprescindibles para que la
Iglesia en nuestro continente implemente los compromisos que asumió en Medellín hace 50 años.
Ofrecemos un breve texto, para que sea discutido, enriquecido y adaptado a las realidades locales
y nacionales. Como los cinco dedos de la mano, todas son importantes y están relacionadas. La
prioridad será definida por las instancias locales y regionales.
Es importante realizar una movilización en todos los niveles: las pequeñas comunidades y sus
pastorales, los movimientos, las parroquias, los sectores, las fuerzas, las regiones episcopales, las
Iglesias particulares y las conferencias nacionales. Será un movimiento capilarizado, de arriba abajo
y de abajo hacia arriba, en redes, bajo la dirección de los obispos y de los ejercen la Animación y
Gobierno en los Institutos Religiosos. Este moverse, de una "Iglesia en salida", es fundamental para
el presente y el futuro de la evangelización en nuestro continente. Además de las diócesis y
conferencias episcopales, y de la Vida Religiosa Consagrada, se convocan también las Nuevas
Comunidades, y los movimientos de origen nacional e internacional. Todos estamos llamados a esta
conversión pastoral:
"Espero que todas las comunidades busquen poner los medios necesarios para avanzar
en el camino de una unión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como
están. Ya no nos sirve una simple administración. Constituyámonos en todas las
regiones de la tierra en un «estado permanente de reunión» (EG 25).
¡Hay que hacer algo! Pero parece que estamos dormidos, con los ojos pesados, somnolientos, como
los discípulos de Jesús en Getsemaní (Mt 26,43). Juan Pablo II, en el paso del milenio, dirigió palabras
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de estímulo para dilatar la acción pastoral: "Sigamos adelante, con esperanza! Ante la Iglesia se abre
un nuevo milenio como un vasto océano donde aventurarse con la ayuda de Cristo "(NMI 58). La
Conferencia de Aparecida (2007), renovó esa invitación, como un insistente clamor:
(Jesús) continúa convocando, invitando, ofreciendo incesantemente vida digna y plena
para todos. Nosotros ahora, en América Latina y el Caribe, sus discípulos y discípulas,
llamados a navegar mar adentro para una pesca abundante. Se trata de salir de nuestra
conciencia aislada y de lanzarnos, con osadía y confianza (parrésia), a la misión de toda
la Iglesia (DAp 263).
Sugerimos entonces estos direccionamientos prioritarios, para dejar de "pescar en el acuario" y
lanzarnos con ese espíritu de Pentecostés que marcó Medellín. Conversión pastoral, hacia una
"Iglesia en salida", en perspectiva latinoamericana y caribeña.
1. Optar por una Iglesia-comunidad, que evangeliza en diálogo con el mundo
contemporáneo
Una vez, un joven rico se acercó a Jesús. Nosotros conocemos bien la historia. Él viene con una
demanda exigente, de aquel que piensa que puede comprar todo, hasta el cielo: ¿qué debo hacer
de bueno para poseer la vida eterna? Jesús le responde, en forma condicional: "si quieres entrar en
la vida ..." (Mt 19,16s). Hoy una cuestión similar se pone para los miembros de la Iglesia
latinoamericana, sea cual sea su estado de vida: "si quieres!". Esto implica una opción, un querer,
que se traduce en gestos. Y si hay resistencia, pero existe un mínimo de sensibilidad, podemos pedir
insistentemente a Jesús que convierta nuestro corazón, que reduzca los miedos y aumente nuestro
coraje. Ser una Iglesia comunidad, que evangeliza en diálogo con el mundo, y no dentro del acuario
de sus seguridades institucionales, es una opción! Y nos parece, una elección de acuerdo con los
llamamientos de Jesús, para su comunidad de discípulos misioneros.
El Vaticano II propuso una "forma de ser Iglesia" más comunitaria y menos piramidal. La constitución
dogmática Lumen Gentium lanzó las bases seguras para un equilibrio saludable entre primado
petrino y el colegio de los obispos (LG 18-23). A partir de la Sagrada Escritura y de la Tradición, situó
el lugar apropiado de los laicos (LG 30-38), de los religiosos (LG 43-47), de los presbíteros y diáconos
(LG 28-29) y de los obispos (LG 24 -27), en el seno del único "Pueblo de Dios" (LG 9,13). El texto
conciliar aclaró la relación entre el sacerdocio común de los fieles y el ministerial (LG 10-11). Rescató
el valor del "sensus fidei" y del "sensus fidelium" (LG 12). Siguiendo el camino abierto por la
eclesiología del Concilio, en Medellín se publicaron documentos específicos, en el bloque sobre "La
Iglesia visible y sus estructuras": (10) Movimiento de laicos; (11) Sacerdotes y (13) Formación del
Clero; (12) Religiosos. La Iglesia es llamada a testificar el desapego y a desplazarse más cerca de los
pobres: (14) Pobreza en la Iglesia; y realizar una acción evangelizadora integrada e integradora: (15)
Pastoral de Conjunto.
El documento "Pastoral de Conjunto" de Medellín afirma que todos los miembros de la Iglesia están
llamados a "compartir la responsabilidad y el trabajo" de evangelizar (n. 7). Los diversos ministerios
y carismas "deben constituirse y actuar de forma solidaria" (n. 7). Y para que la apertura a la
comunión católica "sea efectiva y no puramente jurídica, es necesaria una comunicación real,
ascendente y descendente, entre la base y la cúpula" (n.8). La acción pastoral de la Iglesia será
"global, orgánica y articulada". Entonces, "las estructuras eclesiales deben ser periódicamente
revisadas y reajustadas", de tal forma a realizar "esa obra salvífica común exigida por la misión de
la Iglesia en su aspecto global" (n.9).
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La Iglesia, en sus estructuras y en el perfil de las personas que ocupan cargos de autoridad, debe
crecer mucho para visibilizar el mandato de Jesús: "el que quiera ser el primero, sea el servidor de
todos" (Mc 9,35). Es el mismo Jesús quien la convoca a "vigilar y orar" (Mt 26,41), a recorrer un
camino de conversión constante, pues las tentaciones del poder-dominación son muy fuertes. Tanto
en la sociedad como en la comunidad eclesial, hay personas que se dejan seducir por la fascinación
del poder, la fama, la riqueza y el placer (DP 491). En vez de la colaboración recíproca, se cultiva a
la competencia (EG 98) ya la búsqueda de realización autoreferencial.
Tal conversión exige, con dice Medellín, estructuras "periódicamente revisadas y reajustadas" y
personas que ejerzan el poder-servicio, como Jesús pide a sus discípulos misioneros.
Desgraciadamente, el poder religioso puede degenerarse en cierta forma de idolatría, de poner
otras cosas, personas, funciones y símbolos en lugar de Dios. Por eso, es tan importante el cultivo
de la espiritualidad, la orientación espiritual, la autoevaluación y el examen de conciencia. Al mismo
tiempo, se ejercita el acompañamiento de las personas que ejercen la función de autoridad y se
actualizan las estructuras. Porque éstas pueden estimular la participación y controlar el ejercicio del
poder, o favorecer relaciones de dominación.
Corresponde a los obispos ya los Coordinadores de los Institutos religiosos estimular relaciones
horizontales y fraternas, para ayudar a superar el autoritarismo y la concentración de poder en la
Iglesia. También a ellos cabe la misión de acompañar de cerca a las personas que ejercen tareas de
animación y gobierno. Y, si es el caso, amonestar y destituir a sacerdotes y religiosos autoritarios,
que buscan constantemente aumentar su "espacio de poder" (EG 80). En este campo, la omisión,
en nombre de cierto "respeto a la persona", constituye grave delito, que perjudica al Pueblo de Dios
y compromete la acción evangelizadora. Lo mismo se aplica al párroco, en relación a los líderes
laicos de su parroquia. Porque la enfermedad del autoritarismo puede contagiar a todos.
Vale destacar algunas iniciativas, desde iniciativas que ya ocurren en varios lugares, con reconocidos
frutos.
(a) Promover la subsidiariedad, la colegialidad y el protagonismo de los laicos
Ellos se realizan en todos los ámbitos, desde las pequeñas comunidades, hasta las diócesis y
conferencias episcopales, así como en los institutos religiosos y en sus obras. La conferencia de
Santo Domingo asumió el término "protagonismo de los laicos" (SD 293,302). Pero no señaló cómo
el sucedería. Con el crecimiento del clericalismo en los últimos años, el protagonismo de los laicos
se ha reducido considerablemente. Actualmente, el Papa Francisco amplía el término para todo el
Pueblo de Dios: "La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los
bautizados. Esta convicción se convierte en un llamamiento a cada cristiano para que nadie renuncie
a su compromiso de evangelización "(EG 120).
Todos los que ejercen el oficio de Animación y Gobierno (obispos, superiores superiores de los
Institutos religiosos, como también los párrocos y directores de instituciones católicas) pueden
implementar instancias efectivas de consulta y participación. Por ejemplo: consejos y asambleas (de
comunidad, parroquiales, diocesanos) con el protagonismo efectivo de los laicos y consagrados (as).
Estas iniciativas deben funcionar de hecho. Se traza el "largo camino corto". Al principio, es
laborioso, pues exige más tiempo, paciencia y respeto al grupo. A largo plazo, se muestra más
consistente y pasible de menos errores, pues cuenta con la contribución de más personas, con sus
diferentes habilidades, percepciones y experiencias de vida. El Espíritu Santo se manifiesta en la
comunidad que ejercita el discernimiento, en comunión con sus pastores y coordinadores.
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(b) Celebrar una liturgia significativa e inculturada
En las celebraciones, se enfatiza la comunidad que celebra. Esta comunidad oye la Palabra y
comparte el pan. En este aspecto, vale leer nuevamente la fundamentación teológico-pastoral y las
recomendaciones del Documento Liturgia, de Medellín (n.2-7). Allí se dice que para realizar en
plenitud los objetivos de la liturgia es necesario: una catequesis previa sobre el misterio cristiano y
su liturgia litúrgica; adaptarse y encarnarse en el genio de las diversas culturas; acoger la pluralidad
en la medida, evitando erigir la uniformidad como principio "a priori"; acompañar cuento hay de
sano en el proceso de la evolución de la humanidad; llevar a una experiencia vital de la unión entre
la fe, la liturgia y la vida cotidiana (cfr. Liturgia, 7).
(c) Priorizar la misión y no los intereses institucionales
En América Latina, más que en cualquier otro continente, podemos realizar el "sueño de Francisco",
que no es más que la fidelidad renovada a la Misión de la Iglesia, como propone Medellín.
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres,
los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce
adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.
La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en
este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral
ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes
pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos
aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad (EG 27).
Tal "opción misionera" nos hace salir del acuario y lanzar las redes al mar. Hoy la "pastoral de
conjunto" presenta nuevos desafíos, como también posibilidades inéditas. Depende de nuestras
opciones. Destacamos aquí dos prácticas significativas.
(d) Realizar la acción pastoral simultáneamente en grupos / comunidades, eventos de masa y
espacio mediático
Dada la complejidad de la sociedad contemporánea, no se puede escoger entre actuar en grupos y
comunidades o evangelizar para las masas. Hay que trabajar simultáneamente en los dos. Cada uno
de estos procesos comporta un tipo de lenguaje, recursos y metodología próprios. Pero ambos
necesitan ser unificados en el mismo proyecto pastoral. Medellín fue visionaria, también en este
aspecto.
La Conferencia propone llegar a personas formadoras de opinión, que ella denominó "elites",
designando así a los principales agentes de cambio social, sin juicio de valor o connotación de clase.
En nuestro contexto, las élites son, en general: los grupos dirigentes más adelantados,
dominantes en el plano de la cultura, de la profesión, de la economía y del poder. De
modo especial: dentro de esos mismos grupos, las minorías comprometidas que ejercen
una influencia actual o potencial en los distintos niveles de decisión cultural,
profesional, económica, social o política (Pastoral de las élites, 1)
Medellín especifica quiénes serían los principales agentes de la élite cultural, profesional,
económico-social y de los poderes políticos y militares (Pastoral de las élites, 2). Ella realiza una
ruptura con la postura pastoral de entonces, marcada por la alianza de intereses de la Iglesia con las
clases dominantes. La Conferencia examina las actitudes y la mentalidad de estas élites en vista de
la transformación social y no del mantenimiento del status quo (n.3). Más. Incluye en la pastoral de
las élites los artistas, los escritores (hombres de letras) y los estudiantes universitarios (n.17-18).
Destaca también "las minorías activas (líderes sindicales y cooperativistas), que en los ambientes
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rural y obrero están realizando un importante trabajo de concientización y promoción humana"
(n.19). Entonces, Medellín propone el diálogo abierto con los diversos tipos de élite, colaborando
en la formación política de ellas, especialmente a través de la formación de grupos específicos, de
los movimientos eclesiales e instituciones educativas (n.19a, 21d).
Al mismo tiempo, la conferencia asume el compromiso de comprender la religiosidad del pueblo
con una mirada amorosa, lúcida y crítica.
Al enjuiciar la religiosidad popular no podemos partir de una interpretación cultural
occidentalizada, propia de las clases media y alta urbanas, sino del significado que esa
religiosidad tiene en el contexto de la sub-cultura de los grupos rurales y urbanos
marginados (Pastoral Popular 4).
Medellín sostiene que se debe trabajar junto a la "gran masa de los bautizados" de otra forma.
Diríamos hoy que esta es la primera "conversión pastoral": salir de una "pastoral de la conservación,
basada en la sacramentalización y poco énfasis en la evangelización" (Pastoral Popular, 1). Se
requiere una revisión de esta pastoral, para adecuarla a la diversidad y pluralidad culturales del
pueblo latinoamericano (n.1). Así, la Iglesia acepta "seguir una línea de pedagogía pastoral", que
implica reenvangelizar y promover una educación de la fe de nuestro pueblo, a niveles cada vez más
profundos y maduros, en la doble dimensión personal y comunitaria (n.8). Medellín delinea algunas
"recomendaciones pastorales" con criterios actuales, buscando mantener el equilibrio del trabajo
en pequeños grupos con "la totalidad del Pueblo de Dios" (Ver: Pastoral Popular, 10-15).
Después de Medellín, algunas diócesis e institutos religiosos se lanzaron intrepidamente en la misión
de actuar junto a las minorías transformadoras. Se destacan sobre todo las comunidades insertas
de religiosas. Se crearon Comunidades Eclesiales de Base. Se formaron líderes populares que se
comprometieron en los movimientos sociales y en la política. Se adoptó una metodología
concientizadora, adecuada para hacer crecer la fe comprometida y transformadora. Pero no hubo
el mismo empeño en la evangelización de las masas. Los grupos conservadores asumieron tal
función, utilizando poderosos recursos tecnológicos y mediáticos, pero en la perspectiva contraria
a lo que propone Medellín. Ellos no apuntan a la promoción de la educación de la fe, a niveles más
profundos y maduros. Ni hacen un rescate liberador de las devociones. Antes, ellos quieren una
reconquista católica, en un cristianismo masificado e institucionalizado, preocupado en responder
a las demandas subjetivas de cada fiel. Subestiman la dimensión comunitaria y social de la fe.
La "armada proselitista católica" utiliza el argumento de que la Iglesia de los Pobres y una teología
liberadora dejaron a las multitudes abandonadas, siendo presas fáciles de las nuevas iglesias
evangélicas. Así, sólo un catolicismo romanizado, enfocado en las devociones y en la liturgia formal
sería capaz de mantener a las masas dentro de nuestro redil. Los últimos censos, en diversos países,
comprueban la fragilidad de este argumento. Algunas capitales y grandes ciudades (como Río de
Janeiro, por ejemplo), que resistieron durante décadas a implantar el Vaticano II y adoptar las
opciones de Medellín, presentan un porcentaje similar o mayor de migración evangélica y de
indiferencia religiosa.
Ahora es el momento de una nueva síntesis, de asegurar la simultaneidad de la acción
evangelizadora, en grupos específicos, pastorales y movimientos, así como en eventos de masa en
la perspectiva de Medellín. Los eventos tienen la finalidad de sensibilizar y crear un clima difuso de
pertenencia. Pero es el trabajo en grupo y en comunidades que crea conciencia cristiana madura y
establece vínculos fraternales consistentes.
Se añade a ello la presencia de la Iglesia en la WEB. La participación de indivíduos, de parroquias, de
pastorales y diócesis en las redes sociales y en otros espacios de Internet puede contribuir a que la
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luz de Jesús, brillando en sus seguidores, favorezca una gran corriente del Bien. Efectivamente nos
sentimos conectados, sintonizados. Allí se expresan deseos, esperanzas, experiencias significativas.
Ganan visibilidad gestos personales y colectivos, palabras e imágenes que agregan valor. A veces,
en forma de denuncia. Otros momentos, como un anuncio feliz, relleno de buen humor, de encanto
y de belleza.
Se debe utilizar los medios, para que el mensaje del Evangelio resuene en las personas, en los grupos
y en la sociedad. Las redes sociales, las páginas web, los vídeos educativos, las plataformas de
Videoconferencia y tantos otros recursos y se han mostrado una poderosa herramienta de
comunicación. Ellos son bienvenidos, con la condición irrenunciable de mantener el foco en la causa
y en el mensaje de Jesús, en gestos y palabras liberadoras, evitando el estrellato de las personas o
de las instituciones.
(e) Asumir actitudes públicas de visibilidad profética
Medellín produjo una generación de obispos, sacerdotes, religiosas y laicos que recrearon en
nuestro continente la experiencia de los profetas bíblicos y de las primeras comunidades cristianas
perseguidas por el Imperio. En varios lugares, la Iglesia se hizo la "voz de los que no tienen voz",
especialmente cuando los regímenes militares golpeaban la democracia. Se multiplicaron los casos
de mártires, que verter la propia sangre en defensa del Reino de Dios y de los pobres. La figura
paradigmática entre ellos es Mons. Oscar Romero y Sor Dorothy Stang.
Hubo un claro enfrentamiento con el poder político y económico, lo que generó intensos conflictos
e incomprensión, incluso de parte de las instancias romanas. Se tomó en serio lo que pedía la
Conferencia: "se promuevan contactos y diálogos entre la Iglesia y el poder constituido sobre
exigencias de la moral social, no excluyendo, cuando sea necesario, la denuncia, enérgica y
prudente, de las injusticias y de las injusticias de los excesos del poder "(Pastoral de las élites, 21a).
Jesús dice que sus seguidores deben resonar la buena noticia del Evangelio, a partir de las buenas
obras, actitudes y acciones que hacen la diferencia (Mt 5,16). Brillar no significa volver los reflectores
hacia sí, sino dirigir la luz, para que la gente vea. No consiste en "mostrarse", sino en apuntar a algo
y Alguien que es la razón de ser de nuestra existencia. Aquí reside la diferencia fundamental entre
la "visibilidad mediática" y la "visibilidad profética". En el primer caso, el individuo o la institución
aparece porque desea "mostrarse". El mensaje consiste en anunciarse a sí mismo, su marca, su logo.
Y para ganar proyección de esta forma, es necesario moldear el discurso y la práctica, de forma que
se vuelvan atractivos, deseables, consumibles. Desgraciadamente, algunas manifestaciones de masa
de las Iglesias cristianas están revestidas de esa intencionalidad mediocre y egoica. La visibilidad
sólo mediática busca conquistar espacio, dejar su marca. ¿Pero para qué? ¿Al servicio de qué
proyecto humano y religioso?
La visibilidad profética, por su parte, está enfocada en la señal que apunta al mensaje. Basta recorrer
las figuras bíblicas de profetas como Isaías, Jeremías, Oseas y Ezequiel. Ellos usan símbolos fuertes.
Se dejan ver por la multitud. Hablan la alta voz. Brillan! Pero el brillo no es para sí, sino para la causa
que defienden. Reúnen a muchas personas, pero también son causa de contradicción, pues el
contenido del mensaje profético no se reduce a apaciguar las conciencias. Al mismo tiempo, y con
diferente intensidad, los profetas anuncian y denuncian (Ez 2,3-7), cuestionan y consuelan,
desinstalan y suscitan esperanza.
Jesús llevó hasta la plenitud la vocación profética. Él es causa de contradicción, que alza y derriba.
La luz que manifiesta y revela lo que las apariencias esconden (Lc 2,34-35). Las palabras y los gestos
de Jesús iluminan la existencia humana, desvelando su lado luminoso y su cara tenebrosa. El pueblo
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reconoce a Jesús como un profeta extraordinario, que habla en nombre de Dios, con gestos y
palabras: Un gran profeta apareció entre nosotros y Dios vino a visitar a su pueblo (Lc 7,16).
En fidelidad a Medellín, debemos entender la presencia pública de la Iglesia no simplemente como
una manera de "ocupar el espacio religioso". Y sí, como realización de nuestra misión profética y
evangelizadora. Con eso, pasamos al siguiente punto de nuestra reflexión.
2. Colaborar para una sociedad inclusiva, equitativa y sostenible
(presencia pública en vista de una nueva sociedad)
"Justicia" y "Paz" fueron los documentos más incisivos de Medellín. El primero afirma, ya en el
párrafo inicial: "la miseria que marginaliza a grandes grupos humanos en nuestros pueblos, como
hecho colectivo, es calificada como injusticia que clama a los cielos" (Justicia, 1). Y añade, con nítida
indignación ética: "No podemos ignorar el fenómeno de esta casi frustración universal de legítimas
aspiraciones, que crea el clima de angustia colectiva que ya estamos viviendo" (idem). Y dando un
paso adelante de su tiempo, Medellín desvela lo que se denomina "Pecado Social". La falta de
solidaridad "provoca en el campo individual y social, verdaderos pecados, cuya cristalización
aparece evidente en las estructuras injustas que caracterizan la situación de América Latina"
(Justicia, 2).
En la misma línea, se denuncia que las fuerzas políticas y económicas que mantiene la dependencia
de nuestros países (en el lenguaje de la época: subdesarrollo), constituyen una injusta situación
promotora de tensiones que conspiran contra la paz. Se trata de una "situación de pecado" (Paz, 1).
Entonces, se apuntan, sin miedo, las tensiones entre clases, el colonialismo interno y externo (Paz,
2-10). Se añade a ello el nacionalismo exacerbado y el armamentismo. Todo eso conspira contra la
paz. Ella no consiste simplemente en la ausencia externa de violencia o de derramamiento de
sangre. Sino, resulta de la promoción de la justicia social, que humaniza a todos (Paz, 14).
La Conferencia establece con precisión el fundamento doctrinal para el empeño por la justicia
(Justicia, 3-5). Sería falsa la contraposición entre conversión personal y nuevas estructuras. Ambas
caminan juntas: seres humanos libres y responsables, con estructuras renovadas y humanizadoras
(n.3). En la historia de la salvación, la obra divina realiza la liberación integral y la promoción del ser
humano en todas sus dimensiones. El amor es el dinamismo que mueve a los cristianos a realizar la
justicia en el mundo (n.4). En vista de la salvación, se evita el dualismo de separar las tareas
temporales de la santificación. Así, el amor a Cristo y a los hermanos es "la gran fuerza liberadora
de la injusticia y la opresión" e inspira la justicia social, para el desarrollo integral de nuestros
pueblos (n.5).
En las conclusiones pastorales del documento "Paz", el episcopado reconoce que debe asumir
responsabilidades muy concretas para crear un orden social justo, esencial para la construcción de
la paz (Paz, 20). Y dice en qué consiste su contribución.
A nosotros, pastores de la Iglesia, nos corresponde educar las conciencias, inspirar,
estimular y ayudar a orientar todas las iniciativas que contribuyen a la formación del
hombre. Nos corresponde también denunciar todo aquello que, al ir contra la justicia,
destruye la paz (Paz, 20).
El vigor de Medellín en lo que se refiere a la justicia ya la paz no se limita a las palabras, aunque
éstas son importantes para disipar las tinieblas de la ignorancia y la ingenuidad. La conferencia puso
en marcha un nuevo proceso en el continente latinoamericano, preconizado por el educador Paulo
Freire, la acción Catolica y los nuevos movimientos populares. Antes de ellos, el pueblo era
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considerado como simple masa, que podría ser dirigida, orientada o manipulada por las elites
políticas, sean de izquierda o de derecha. Ahora, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos(as) se
comprometieron junto a los sectores populares urbanos y rurales, escuchando sus clamores y
ayudando a formar la conciencia social. Ellos realizaran lo que se pedia en la Conferencia de
Medellín: “las clases populares deben tener una participación receptiva y activa, creadora y decisiva
en la construcción de la sociedad" (Justicia, 7).
Un sector minoritario de la Iglesia, pero significativo, asumió la "Educación liberadora" propuesta
por Medellín, definida como: "la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo. La
educación es efectivamente el medio clave para liberar a los pueblos de toda servidumbre y para
hacerlos ascender "de condiciones de vida menos humanas a condiciones malas humanas"
(Educación, 8).
Medellín propone avanzar en ciertas líneas pastorales, para consolidar la justicia y la paz. Sus
propuestas continúan presentes, pasados 50 años. En síntesis:
- Despertar en los hombres y en los pueblos, principalmente con los medios de comunicación social,
una viva conciencia de justicia ( Paz, 21);
- Defender, según el evangelio, los derechos de los pobres y oprimidos, urgiendo a nuestros gobiernos
y clases dirigentes para que eliminen todo cuanto destruya la paz social (n.22);
- Reportar los abusos y las injustas consecuencias de las desigualdades excesivas entre ricos y pobres,
entre poderosos y débiles, favoreciendo la integración (n.23);
- Hacer que nuestra predicación, catequesis y liturgia, tengan en cuenta la dimensión
social y comunitaria del cristianismo (n.24).
- Formar un sano sentido crítico de la situación social en nuestros colegios, seminarios, universidades
y diocesis, y fomentar la vocación de servicio (n.25)
- Invitar a las diversas confesiones cristianas y en el cristianas a colaborar en esta tarea (n.26);
- Favorecer los derechos del pueblo por crear y suprimir sus propias organizaciones de base, por la
consolidación de sus derechos y por la búsqueda de la justicia (n.27);
- Pedir el perfeccionamiento de la administración judicial (n.28).
En lo que se refiere al empeño evangélico por la justicia y la paz, la cuestión clave reside en la
formación de la conciencia social y la percepción realista de los problemas de la comunidad y de las
estructuras sociales. (...) La tarea de concientizar y educar socialmente, deberá ser parte integrante
de los planes de Pastoral de Conjunto, en sus diversos niveles (Justicia, 17).
Medellín también propone una redirección de la identidad y de la misión de Cáritas:
(Esto) organismo de la Iglesia integrado dentro de la Pastoral de conjunto, no solamente
será una institución de beneficencia, sino que debe insertarse de modo más operante
en el proceso de desarrollo de América Latina, como una institución verdaderamente
promotora” (Justicia, 22).
¿Qué se debe añadir, teniendo en vista la realidad actual de América Latina?
(a) Cultivar la dimensión comunitaria y social de la fe cristiana
Este es un punto común en todas las Conferencias que siguieron a Medellín: Puebla, Santo Domingo
y Aparecida. Y no se hace eso delegando tal responsabilidad solo para Cáritas y las pastorales
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sociales. Tal dimensión atraviesa toda la acción evangelizadora. Al mismo tiempo, se debe evitar un
discurso meramente social o político, que no va hasta la raíz de las motivaciones evangélicas que
nos sostienen.
El cristianismo contemporáneo está contaminado por un subjetivismo corrosivo, incluso cuando se
aferra en formulaciones dogmáticas y en el ritualismo litúrgico. En el fondo, el individuo o su grupo
escoge la que el Papa obedece, cuáles elementos de la tradición conserva y destaca, o a qué
sacerdote "gurú" se debe seguir.
El Papa Francisco, en el capítulo IV de la Evangelii Gaudium, titulado "La dimensión social de la
evangelización", resalta que la Buena Nueva tiene una repercusión social (EG 176-258) ineludible.
La propuesta del Evangelio no consiste sólo en una relación personal con Dios. Y nuestra
respuesta de amor tampoco debería ser entendida como una mera suma de pequeños
gestos personales a favor de algunos individuos necesitados, lo que podría constituir
una «caridad por receta», una serie de acciones destinadas a tranquilizar su propia
conciencia. La propuesta es el Reino de Dios (Lc 4, 43); se trata de amar a Dios, que
reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será
un espacio de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Por eso, tanto el
anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales (EG
180).
Todos los cristianos, incluidos los pastores, deben contribuir a la construcción de un mundo mejor.
El pensamiento social de la Iglesia es primariamente positivo y constructivo, orienta una acción
transformadora y, en este sentido, es un signo de esperanza que brota del corazón amoroso de
Jesucristo (Cf. EG 183).
(b) Dar el salto de calidad: del social para el socioambiental
En lo que se refiere al "cuidado de la casa común", la ecología ofrece una oportunidad impar para
la Iglesia evangelizar y contribuir a un mundo mejor. No se trata sólo de dar un "color verde" a
algunos eventos. En primer lugar, necesitamos hacer conocida la Laudato Si, un documento
pontificio que inaugura un expresivo campo de actuación de la Iglesia. El documento es reconocido
y alabado por científicos, investigadores, profesionales de diversas áreas, ambientalistas y
periodistas, líderes religiosos y movimientos socioambientales. Porque trata, de una forma
interdisciplinaria y en perspectiva espiritual, de una cuestión decisiva para el presente y el futuro de
la humanidad. Pero, dentro de las diócesis, congregaciones religiosas y nuevas comunidades
católicas, es prácticamente desconocido.
El testimonio de la Iglesia es fundamental para el mundo. El cuidado de la Casa Común implica
cambios de rumbo en la institución Iglesia en varios aspectos, tales como: cambios de hábitos de
consumo, políticas de reducción y destino de residuos sólidos, adopción de medidas de ecoeficiencia
en agua y energía, ecodesign en las construcciones, concientización de los fieles en las comunidades
rurales y urbanas, acciones simbólicas y efectivas para sensibilizar a la ciudad, alianzas con
movimientos socioambientales, declaraciones vehementes cuando los gobiernos ceden a los
intereses del agronegocio y de las mineras. Es decir: una coherente defensa de la vida en toda su
extensión, incluyendo los seres humanos y su ambiente.
Adoptar la perspectiva ecológica y social de la fe, que es simultánea a su dimensión individual, nos
lleva a ampliar el contenido y la metodología de la catequesis, de las predicaciones y de todas las
iniciativas de evangelización. Caminamos así para una "ecología integral", según se pide en el
capítulo IV de Laudato Si. La conversión ecológica expresa la conversión pastoral hacia una Iglesia
en salida, en nuestra relación con la creación.
10
La conversión ecológica implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro
con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser
protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste
en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia Cristiana (LS 218).
(c) Multiplicar las pastorales sociales y los organismos que actúan en defensa de los pobres, por
la justicia, la paz y la ecología
Varias practicas en el continente son frutos de la opción por los pobres y la justicia, de Medellín.
Recordemos algunas de ellas, a título ilustrativo: el trabajo conscientizador de las Cáritas diocesanas
y regionales, las Comisiones de Justicia y Paz, la articulación "Iglesias y minería", la Pastoral de la
tierra, la Pastoral con los Pueblos originarios, las redes de defensa contra el tráfico humano, la
pastoral de los migrantes. En los institutos religiosos, hay varias iniciativas concretas, desde la
participación en las redes eclesiales y de la sociedad civil, hasta iniciativas propias, como el
acompañamiento de mujeres en situación de prostitución, y las comisiones JPIC (Justicia, Paz e
Integridad de la Creación). Y se incluyen allí los grupos de investigación y extensión de las
instituciones educativas católicas. ¿Qué es necesario ahora? Apoyarlas con personas, recursos,
reconocimiento institucional y divulgación. Auxiliar a revisar su metodología y lenguaje, para el
actual momento histórico
Para consolidar esta opción, se espera que los obispos y los Equipos de Animación y Gobiernos de
religiosos creen espacios específicos de actuación entre los pobres y los fragilizados, donde no
existan. Hay muchas posibilidades de éxito, si aprendemos de la experiencia y del camino recorrido
por otros. Se trata de lo que la sociedad civil se llama "gestión del conocimiento" y "Benchmark". Es
decir: buscar las experiencias que dan bien, aprender con ellas, aplicar sus conocimientos teóricos
y prácticos, perfeccionar la práctica, y posteriormente, compartir con otros.
La conferencia de Medellín insistía en que nuestra actuación en el ámbito de la justicia y la paz debe
realizarse junto con otras iglesias cristianas y las organizaciones de la sociedad civil. Tal actitud se
hace cada vez más necesaria. Los problemas hoy en día son tan complejos y presentan tantos
matices, que una persona o una institución sola no puede resolverlos. Sólo redes de conocimiento
y de acción son capaces de ofrecer soluciones viables para la humanidad.
(d) Consolidar la REPAM (Red Eclesial Panamazónica)
La Red Eclesial Panamazónica es original tanto en su constitución, como en la forma de actuar. Ella
fue fundada con la participación de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), las
Conferencias nacionales de los nueve países que constituyen la Amazonía, el Secretariado de
América Latina y el Caribe de Caritas (SELACC), y la Confederación Latinoamericana y Caribeña de
Religiosos y Religiosas (CLAR). La REPAM se propone escuchar, acompañar, apoyar, animar, formar,
servir, estimular, comunicar y unir fuerzas para responder a los grandes desafíos socioambientales,
culturales y pastorales de la Amazonía.
En la línea inaugurada por Medellín, la REPAM cree en lo protagonismo de los pueblos amazónicos,
en la defensa y cuidado de la casa común. Promueve un servicio de interconexión y articulación de
acciones en red. Reúne así: personas, comunidades, parroquias, pastorales y organismos eclesiales,
diócesis, la conferencia nacional de religiosos y de obispos. Abarca una región con 7,8 millones de
kilómetros cuadrados donde viven 33 millones de habitantes, incluyendo 1,5 millones de indígenas
de 385 pueblos. La REPAM constituyó varios ejes de actuación: pueblos indígenas y grupos en
vulnerabilidad; derechos humanos e incidencia internacional; formación y métodos pastorales en
perspectiva itinerante; Iglesia de fronteras; alternativas al desarrollo, bien vivir y cambios climáticos;
11
comunicación para la transformación social; investigación y cartografía; articulación con las redes
internacionales de apoyo.
La Amazonia nos ofrece la oportunidad de gestar una Iglesia con rostro propio, misionera, católica,
encarnada en la cultura y en el bioma, signo de esperanza para un mundo fragmentado. La
participación efectiva y la solidaridad con la REPAM es esencial para realizar los principios emanados
en las Conferencias latinoamericanas, de Medellín a Aparecida.
3. Modificar la iniciación teológico-pastoral y espiritual en los seminarios y Casas
de Formación
El sacerdote de hoy debe interpretar, a la luz de la fe, situaciones y exigencias de la
comunidad. Esta tarea profética exige la capacidad de comprender, con la ayuda del
laicado, la realidad humana; y como carisma específico en unión con el obispo, juzgar
las realidades que están en conexión con el plan de salvación (Formación del Clero, 10).
Las organizaciones contemporáneas, de naturaleza educativa, social o empresarial, han descubierto
que la formación de sus cuadros directivos es una clave poderosa para alcanzar buenos resultados.
Así, los coordinadores de estas instituciones invierten una parte significativa de su tiempo y de su
energía para conducir procesos de captación, selección, iniciación, seguimiento y evaluación
permanente de sus profesionales y voluntarios. La gestión de personas no se restringe a un sector,
de "recursos humanos" o "formación de talentos".
La gestión de personas es un proceso complejo. El primer paso consiste en definir el perfil de las
personas, en coherencia con la misión, los valores y la visión de futuro de la organización. A
continuación, desencadenar el proceso de selección de los candidatos. De ahí, la iniciación en la
instituición y la capacitación, teniendo en cuenta los conocimientos, las habilidades y actitudes
requeridas. Y luego monitorear y evaluar el desempeño de las personas, ofreciéndoles
oportunidades de crecimiento.
Ahora bien, para la Iglesia, que tiene una misión espiritual, que lidia con la preciosa experiencia de
lo sagrado, eso debería valer mucho más. Porque "llevamos este tesoro en vasos de barro" (2 Cor
4,7), con las limitaciones, las fragilidades humanas y el pecado, es necesario invertir con
responsabilidad en los procesos de pastoral vocacional y capacitación de nuestros líderes. Eso se
aplica en primer lugar a los presbíteros, y se extiende a religiosos (as) y líderes laicos (as). Cuanto
más complejo es un ministerio o servicio pastoral, más exigente deben ser los procesos de selección,
formación inicial y acompañamiento.
Un observador externo atento, al visitar seminarios o casas de formación, constata que hay una
enorme distancia, o incluso contradicción, entre lo que los documentos oficiales de Medellín a
Aparecida, presentan como misión de la Iglesia en nuestro continente y la formación que se ofrece
a los seminaristas diocesanos y candidatos (as) a la Vida Religiosa. A comenzar por la organización
del tiempo y la disposición de las actividades. Se aislan inútilmente a los jóvenes y adultos para
"preservarlos del mundo", ignorando que el "espíritu mundano" y sus llamados seductores ya están
en su celular y en el ordenador. Peor aún cuando se reviste de ritualismo y de defensa de algunas
costumbres tradicionales, seleccionados según la conveniencia de los individuos y sus grupos. Es el
"mundanismo espiritual" (EG 95)
En vez de animar los seminaristas a ir al encuentro de las personas, de donde la vida clama y se
manifiesta "la carne sufriente de Cristo" (EG 24), se crea un clima que favorece el acomodamiento,
12
el formalismo religioso y el clericalismo. Con eso, no se desarrolla el perfil de pastor y de educador
(a) de la fe, del discípulo (a) misionero, necesario para evangelizar en nuestro continente.
El modelo de formación inicial para la vida religiosa y el ministerio ordenado dan muestras de
agotamiento. Conviene recordar que los seminarios diocesanos fueron creados por orientación del
Concilio de Trento, y produjeron buenos frutos durante siglos. Pero las demandas sociales y
eclesiales se modificaron sustancialmente, así como las características de los candidatos. Ya hay
formas más adecuadas de formación inicial en nuestro continente. Hace 50 años, Medellín destacó
algunas de ellas (Ver: Formación del Clero, 6,26-32). Si valoramos estas iniciativas y arriesgamos una
nueva configuración, atendiendo a los llamamientos pastorales, al aspecto académico y espiritual,
cosecharemos buenos frutos en el futuro.
A continuación señalamos algunos aspectos que merecen mayor atención:
(a) Establecer los criterios de selección y aplicarlos
La justa preocupación por las vocaciones no puede llevar a aceptar a cualquiera, como
desgraciadamente ha ocurrido en varios institutos religiosos y seminarios diocesanos. En el decir del
Papa Francisco:
Nosotros, obispos, tenemos la tentación de recibir sin discernimiento a los jóvenes que
se presentan. ¡Este es un mal para la Iglesia! Por favor, hay que analizar bien el
recorrido de las vocaciones. Examinar bien si esto viene del Señor, si aquel hombre es
sano, equilibrado, capaz de dar vida, de evangelizar (...). Hoy enfrentamos muchos
problemas, debido a este error que cometen algunos obispos, de aceptar a aquellos que
son expulsados de los seminarios o de las casas religiosas, porque necesitan sacerdotes.
¡Por favor! ¡Debemos pensar en el bien del pueblo de Dios! "(Papa Francisco, a la
plenaria de la Congregación para la formación del clero el 03/10/2014).
Es preferible tener menos miembros del clero, con más calidad. Y eso llevará, necesariamente, a
invertir también en la formación de los liderazgos laicos y delegarles más funciones de animación
pastoral.
(b) Insertar la práctica pastoral como elemento constitutivo de la formación
Buenos médicos, mientras estudiaban, realizaron prácticas, ambulatorio y residencia hospitalaria
en centros especializados, monitoreados por profesores médicos. Los mejores técnicos agrícolas
estuvieron en contacto directo con la tierra y fueron acompañados por personas experimentadas
en el área. ¿Por qué con la formación a la Vida Religiosa y al ministerio ordenado es diferente? ¿Por
qué este miedo de que la pastoral desvíe al formando (a)? Un seminarista o religioso (a) que cultiva
un amor al pueblo de Dios, siente sus angustias, escucha sus clamores, queda indignado ante la
injusticia y la exclusión social, tendrá más condiciones afectivas y efectivas de ejercer su misión
pastoral en el presente y en el futuro.
La manera adecuada de romper la dicotomía entre "pastoral" y "formación" es poner la acción
pastoral, con acompañamiento sistemático, en el corazón de la formación. Esto exige modificar la
rutina y los horarios, repensar la metodología de los estudios y las vivencias, para hacerlos más
significativos. Así, ayudaremos esa “generación del cansancio", de la "cultura light", del mundo
virtual, a aproximarse a los rostros concretos de otros cristianos, con sus alegrías y tristezas, crisis y
esperanzas. Nuestros formandos necesitan formar parte de una comunidad cristiana viva y vibrante,
con la que ellos aprenden y enseñan. Si esto no sucede en la formación inicial, difícilmente sucederá
más tarde.
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Cuenta el libro del Éxodo que Moisés fue educado en la corte del Faraón. Seguramente, allí no podía
conocer la situación de su pueblo. Entonces, cuando se hizo adulto, fue a visitar a sus hermanos y
allí percibió los trabajos penosos a los que eran sometidos. Se quedó indignado cuando un egipcio
golpeó a un hebreo (Ex 2,11). Este hecho le despertó el sentido ético. La indignación ante los males
causados a los seres humanos ya la creación forma parte del desarrollo de la conciencia evangélica
y social. Por eso, la formación inicial consecuente incluye la experiencia pastoral constante (no sólo
ocasional, como un turista). También se ofrecen ocasiones para conocer la vida del pueblo, en
etapas misioneras, en la semana santa y en el período de vacaciones. Se trata de conocer para amar.
Dejarse tocar por los dolores humanos, que suscitan preguntas para la existencia humana y la fe.
¡Cultivar la santa inquietud, que nos configura como peregrinos en la fe!
(c) Considerar las diferencias étnicas y culturales, proporcionando una formación conforme al
perfil de los candidatos y candidatas
Las personas traen experiencias de vida familiar, cultural y étnica propias. En parte eso es bueno, si
la formación acepta estas diferencias y las hacen converger hacia un proyecto común de vida y
misión. Por otro lado, hay algunas diferencias tan grandes, que hacen que el formando (a) sufra
inútilmente, a punto de debilitar su motivación vocacional. Por ejemplo: seminaristas o vocaciones
que ya tienen curso superior, ejercieron durante años una profesión, vivieron como personas
autónomas, fueron líderes en pastorales o comunidades, y están obligados a someterse a
estructuras infantilizantes, cercenadoras de su libertad creativa, para "respetar el ritmo de la
mayoría ". O bien, vocaciones indígenas, con lengua y cultura propias, que son anuladas, forzadas a
adoptar los comportamientos de los demás. Hay que considerar en la formación inicial los procesos
de transición y de diálogo intercultural.
(d) Reorganizar los cursos de teología, rompiendo el aislamiento y el "gueto eclesiástico"
En la gran parte de nuestro continente, los cursos de teología eclesiásticos y académicos se dirigen
sobre todo, y algunas veces exclusivamente, a los candidatos al ministerio ordenado, religiosos o
diocesanos. En menor grado, se admite en la graduación en teología la presencia de religiosos
hermanos, religiosas y algunos laicos. Este aislamiento, en vez de favorecer el clima de estudio y el
cultivo de la espiritualidad, crea una redoma, en la que se respira el ambiente eclesiástico y sus
cuestiones internas. Difícilmente entran los temas candentes, que formarán parte de la misión del
religioso y del presbítero. Hasta el horario del curso ejerce una función de barrera: en el período de
la mañana, en el que los laicos y las religiosas están trabajando. Y las excusas para mantener esta
situación no se resisten a las críticas. Se dice que los seminaristas no estudian bien por la noche,
mientras que en realidad pertenecen a la generación "night", duermen tarde y cochinan en las
primeras clases. Para otros formadores, el estudio en el período nocturno podría ser peligroso para
la vivencia de la castidad. Pero hoy no hay horario para la infidelidad, y la tentación también está
dentro de casa ... Y por fin, algunos se preguntan: si los seminaristas estudian la noche, como laicos
y religiosos, ¿cómo ocuparán el tiempo en el correr del día?
Experiencias exitosas en el continente han mostrado que los cursos de teología con la presencia de
religiosas, hermanos, laicos y laicas, es más estimulante que aquel restringido a seminaristas. Las
discusiones son más productivas, hay mayor interés en estudiar. Los ejemplos de vida, la
interlocución de personas de diferentes estados de vida, las cuestiones concretas planteadas por las
comunidades, todo ello favorece un ambiente menos artificial y más estimulante para reflexionar y
pensar la fe. Lo mismo se aplica cuando hay un cuadro más diversificado de docentes, que incluye
sacerdotes, religiosos (as) y laicos (as).
No basta con diversificar el público y los docentes. Es necesario también recuperar el espíritu
integrador de los cursos de teología, como ha orientado el decreto Optatam Totius, del Vaticano II.
14
Se dice, con claridad, que la dimensión pastoral es constitutiva de la enseñanza de la Teología (OT
19). Se debe desarrollar en los alumnos las aptitudes que propicien el diálogo, la capacidad de oír a
los demás y de abrir el corazón en las diversas circunstancias de las relaciones humanas (OT 19).
Sean también instruidos con el auxilio de las disciplinas pedagógicas, psicológicas y sociológicas (OT
20). La teología se alimenta de la espiritualidad y estimula su crecimiento. Estos tres aspectos están
relacionados: intelectual, espiritual y pastoral (OT 8, 22). La finalidad última de los estudios es servir
al Pueblo de Dios:
"todos los aspectos de la formación, espiritual, intelectual y disciplinar, sean ordenados
de forma armónica para este fin pastoral" (OT 4).
Tal perspectiva es reforzada en el documento 13 de Medellín sobre la Formación del Clero (n.16-
22), que debe ser leído y puesto en práctica.
La reestructuración de los seminarios y casas de formación contribuirá a viabilizar a largo plazo la
perennidad de las propuestas de Medellín, reafirmadas en Aparecida. Y no debemos olvidar de
ensayar otras formas de ejercicio del ministerio ordenado, especialmente en regiones de misión,
como la Amazonia.
4. Invertir en la formación de líderes multiplicadores de laicos y consagrados, en
todos los niveles
Los laicos, como miembros de la Iglesia, participan en la triple función profética,
sacerdotal y real de Cristo, con vistas a la realización de su misión eclesial (...) Lo que
tipifica el papel del laico es su compromiso con el mundo, entendido como marco de
solidaridad humana, como trama de los acontecimientos y hechos significativos, en una
palabra, como historia (Movimientos de laicos, 7-8).
Recordamos a los religiosos la necesidad de (...) una seria formación espiritual,
teológica, profunda y continuada, armonizada con el cultivo y la apreciación de los
valores humanos (Religiosos, 13a)
La formación de los laicos y de los religiosos (as) es hoy tan importante como la del clero, porque
sus líderes trabajan eficazmente en diversas esferas de la comunidad eclesial. Además, para realizar
su misión de sal, luz y fermento en el mundo, la Iglesia necesita de laicos que no sólo actúen
internamente, sino que también sean testigos del Evangelio en la sociedad civil, en el mundo del
trabajo, en la economía, en la cultura, en la política y en la sociedad. Tal formación debe ocurrir
simultáneamente en varios niveles: parroquias, regiones episcopales, diócesis, Conferencias
episcopales y CELAM. Esto implica inversión económica, procesos a largo plazo y preparación
adecuada de profesores, tutores y educadores de la fe.
Ahora bien, no es cualquier teología que se presta a este ideal. Al mismo tiempo que transmite la
doctrina cristiana, una teología consecuente ayuda a las personas a pensar su fe, y a pensar las
realidades humanas a la luz de la fe. Por eso, insistieron los documentos de Medellín, es necesario
asociar a la teología el estudio de realidades pastorales y sociales, en equipos interdisciplinarios,
con la contribución de las ciencias humanas (Por ejemplo: Liturgia, 11a-b, Educación, 6, Pastoral
Popular, 10 -11).
En los tiempos actuales, en la sociedad de la información, de la interactividad y de la imagen, la
enseñanza de la teología no puede ser desmotivadora sesión para "despejar contenidos" de la
doctrina, de la moral o del Derecho Canonico. Sólo una teología con sabor, que ilumina las
15
cuestiones existenciales, espirituales, eclesiales y socioambientales es atractiva y significativa.
Entonces, la enseñanza resulta en aprendizaje.
Podemos enumerar algunas características de esta formación teológica y pastoral para laicos y
religiosos (y que también se aplican a los seminaristas):
(a) A partir de la Biblia, alma de toda la teología
Después del Vaticano II, con la Dei Verbum, los católicos redescubrieron la Palabra de Dios, como
fuente perenne de la espiritualidad y de la doctrina, leída en la Tradición viva de la Iglesia. Se
multiplicaron los cursos de formación bíblica y de introducción a la lectura de las Sagradas Escrituras.
En los últimos años, algunos movimientos católicos se aferran a textos aislados del Catecismo y a
los preceptos morales, en detrimento de la Biblia. Una postura equilibrada debe contemplar: Bíblia,
Tradición y sensibilidad a los signos de los tiempos, alimentando así una fe adulta y una
espiritualidad encarnada. La formación cristiana del laicado, desde el nivel básico del discurso
popular hasta la teología académica, necesita proporcionar las claves interpretativas para “dar las
razones de nuestra fe”.
(b) Lenguaje y metodología adecuados a cada nivel de la formación
Podemos clasificar la formación teológico-pastoral en tres niveles de complejidad: básica, de
iniciación y académica. La teología a nivel básico se expresa en las homilías y predicaciones, en la
catequesis con niños y jóvenes, en la preparación a los sacramentos, en los encuentros, en los
cursillos de formación para liderazgos de comunidades. Es marcadamente existencial. Acompaña el
ritmo cotidiano de la vida de las personas. Es como una luz para iluminar su camino, para
comprender las cuestiones básicas de la existencia personal, comunitaria y planetaria.
La iniciación teológica, o la "teología pastoral" proporciona algunas claves hermenéuticas de la fe
cristiana para los líderes multiplicadores, como catequistas, coordinadores de grupos, animadores
de Círculos Bíblicos, ministros no ordenados y agentes de pastoral en general. Se requiere un grado
creciente de reflexión y cierta sistematización, que es diferente de la enseñanza académica. Se
traduce en material didáctico accesible. Evita la fragmentación de las disciplinas teológicas
tradicionales. Está atenta a la pluralidad religiosa de la sociedad actual. La teologia Pastoral (o la
iniciación teológico-pastoral) incluye no solo los contenidos, sino tambíen la forma mas adequada
de transmissión, recepción e interlocución con los diferentes segmentos de la Iglesia e de la
sociedad.
Por último, hay la teología académica, ministrada en las Facultades. Ella comporta la sistematización
del conocimiento, siguiendo las indicaciones de las Conferencias episcopales y de Roma. En países
donde existe el reconocimiento civil, la teología también se conforma a las exigencias civiles.
Respetar estos diferentes niveles de teología y favorecer la comunicacíon entre ellos es uno de los
requisitos básicos para formar cristianos convencidos de su fe y abiertos al diálogo con los demás.
(c) Vinculación de los conceptos con la narración y el lenguaje simbólico
La Biblia nos ofrece diferentes estilos de comunicar el mensaje: narraciones (como los evangelios),
epístolas, orientaciones éticas y legales (como el Deuteronómio), poemas y escritos sapienciales,
relatos proféticos y apocalípticos. La literatura patrística mantuvo la diversidad de estilos, con
homilías, comentarios bíblicos, himnos litúrgicos, textos apologéticos, polémicas y conclusiones de
los concilios. A lo largo de los siglos, especialmente a partir de la escolástica, el estudio de la doctrina
cristiana privilegió los conceptos, suprimiendo lentamente la narración y el lenguaje simbólico. Tal
aridez conceptual, asociada a otros factores, provocó una ruptura entre la Biblia, la teología y la
espiritualidad. Se olvidaron de la Biblia. La teología se empobreció. La espiritualidad, sin la biblia y
con poca teología, se desarrolló a partir de devociones. Y esa se expandió demasiado.
16
Al rescatar la narración (contar la acción de Dios en la historia, en la vida de las personas y de las
comunidades) y el lenguaje simbólico (con imágenes y analogías), la evangelización y la catequesis
ganan nuevo vigor y tocan más profundamente la existencia de los fieles. Se evita el fideísmo y el
racionalismo. Se facilita el proceso de transmisión y de asimilación de las "verdades de fe". Se
produce una nueva síntesis entre fe y razón, ética e espiritualidad.
(d) Combinación de la modalidad presencial con la Educación a distancia
En nuestro continente, la población se concentra cada vez mas en las ciudades. Hay también muchas
comunidades rurales. En ambos casos, se enfrenta a la dificultad creciente de reunir a las personas.
Por eso, es necesario combinar los cursos presenciales con los virtuales. Estos utilizan Internet como
ambiente de enseñanza-aprendizaje, a través de videos, textos, canciones, chats y otros recursos.
En algunas realidades, las emisoras de radio prestan un inestimable servicio. Permanece el desafío
de integrar los diversos canales católicos (de televisión, radio, páginas web y redes sociales) para
desarollar una fe madura y dialogal. A veces, estos vehículos divulgan prácticas devocionales y
discursos cuestionables, en la dirección contraria de las líneas pastorales emanadas de las
Conferencias latinoamericanas, de Medellín a Aparecida.
(e) Acogida de las características propias de nuestros pueblos y culturas
Vivimos en un continente plural, con diversas etnias y culturas, de matriz europea y asiática,
mestizas, indígenas y afrodescendientes. Se observa una diferencia significativa entre las
comunidades rurales y las urbanas. Quien produce material de capacitación para los agentes de
pastoral y el pueblo vive esa tensión entre estandarización y segmentación. O entre universalización
y diálogo intercultural. Por un lado, los recursos didácticos impresos y digitalizados, dirigidos al
"público en general" son más amplios y económicos, pues se gana en la escala.
De otro lado, se puede producir una nueva "colonización de la fe", si ignoramos las características
propias de determinados segmentos sociales o de pueblos enteros. Hay países de nuestro
continente con gran porcentaje de población indígena, que presentan una cosmovisión y una forma
particular de vivir la fe. Es necesario formar liderazgos entre ellos y con ellos.
Por lo tanto, debemos trabajar una formación pastoral y teológica con principios católicos comunes,
pero no sometida a una estandarización empobrecedora. Que sea una reflexión católica,
contextualizada y significativa.
5. Dar especial atención a las nuevas generaciones
La existencia de vínculos de niños y jóvenes con las comunidades eclesiales concretas es un claro
signo de vitalidad de la Iglesia. La Iglesia se renueva y se recrea con la presencia y la participación
de las nuevas generaciones. Si no se desarrolla este sentido de pertenencia, ocurre un progresivo
envejecimiento y aumenta la dificultad en actualizar el mensaje del evangelio.
El documento "Juventud" de la Conferencia de Medellín presenta recomendaciones pastorales que
siguen siendo orientadores para la actualidad. Inicialmente, asume que la Iglesia, al adoptar una
actitud acogedora hacia la juventud, debe discernir los aspectos positivos y negativos que ella
presenta. Esto es: escrutar las actitudes de los jóvenes que son manifestaciones positivas de los
signos de los tiempos, así como ayudar a hacer una autocrítica de sus deficiencias (Juventud, 13).
Esto expresa la decisión de adoptar una actitud de diálogo con la juventud. El episcopado reconoce
la fuerza numérica de la juventud, su papel cada vez más decisivo en el proceso de transformación
del continente, y su importancia en la misión profética de la Iglesia (Juventud, 13). De ahí, formula
17
recomendaciones a la juventud en general y a los movimientos juveniles. Con respecto a la primera,
propone:
(a) Desarrollar dentro de la pastoral de conjunto una pastoral de la juventud. Esta visa la educación
de la fe de los jóvenes, partiendo de su vida, de modo que ellos participen plenamente de la
comunidad eclesial. Tal opción pastoral requiere la elaboración de una pedagogía orgánica de la
juventud, en vista de la formación de la personalidad madura del joven. Desde el punto de vista de
la investigación, realizar estudios y promover centros de investigación para conocer la realidad
socio-religiosa de la juventud y su participación en la solución de los problemas de la sociedad. Para
los sacerdotes y obispos, hay una petición explícita: promover un diálogo sincero y permanente con
la juventud, tanto de movimientos organizados, como de sectores no organizados, a través de los
consejos pastorales u otras formas de diálogo" (Juventud, 14).
(b) En esta actitud de diálogo, se debe responder a los legítimos y vehementes reclamos pastorales
de la juventud, que son un llamado de Dios. De ahí, se recomienda presentar "el rostro de la Iglesia
auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y validamente
comprometida con la liberación del hombre todo y de todos los hombres". Además, que el lenguaje
de la Iglesia sea simple y actual, teniendo en cuenta la vida real de las personas. Por último, "que se
viva en la Iglesia, en todos los niveles, con carácter de servicio, un sentido de autoridad exento de
autoritarismo" (Juventud, 15).
Con respecto a los movimientos juveniles, Medellín recomienda considerar la importancia de las
organizaciones y movimientos católicos de juventud, en particular los de carácter nacional y
continental. "Que se dé mayor confianza a los dirigentes laicos y se reconozca la autonomía propia
de sus movimientos. Que sean consultados en la elaboración de la pastoral juvenil, a nivel
diocesano, nacional y continental. Que se estimule su acción evangelizadora en la transformación
de las personas y de las estructuras. Además, "que se distribuya más racionalmente a los sacerdotes
para acompañar los movimientos juveniles y se invierte en la formación de asesores de la juventud
(sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos)” (Juventud, 17).
La conferencia de Medellín tiene claro que el trabajo con la juventud no puede estar restringido al
ámbito de la Iglesia. Por eso, aconseja el intercambio y la acción en común de los movimientos
juveniles católicos con otras instituciones de juventud. Y que se apoyen las iniciativas ecuménicas
de grupos y organizaciones de juventud (Juventud, 17).
La situación de la juventud ha cambiado mucho en los últimos 50 años. Se diversificó enormemente,
a punto de adoptar la palabra en el plural, para caracterizar a los diferentes grupos contenidos en
esta categoría (= Juventudes). Las cuestiones de etnia, cultura urbana, género, clase social y
religiosidad permiten diferentes clasificaciones. A pesar de estas dificultades, el teológo J.B.Libanio
desvela algunas tendencias que marcan la (s) juventud (s) contemporánea, lo que exige un nuevo
enfoque pastoral. En la obra "Para dónde va la Juventud" (San Pablo: Paulus, 2011), el apunta
tendéncias personales, en la vida escolar e académica, en las relaciones comunitárias, en el mundo
cultural, la sociedad y la política, y en el mundo religioso. En este campo, Libanio subraya:
(1a) De la religión institucional HACIA prácticas religiosas seleccionadas según la necesidad del
momento.
(1b) De joven tradicionalmente religioso HACIA joven secularizado y que vuelve a hacerse religioso
de otra manera.
(2) De concepción de trascendencia externa HACIA imanentización o para trascendencia en la
inmanencia.
(3) De juventud marcada por la culpa HACIA relativización ética.
18
(4) De Pastoral de la Juventud HACIA pastoral en nuevos movimientos religiosos, con momentos
calientes y lugares altos.
(5) De Iglesia establecida que ofrecía a los jóvenes lugar propio HACIA Iglesia indefinida, sin
propuestas para los jóvenes, y desafiada a ser construida en la pluralidad de expresiones.
(6) De espiritualidad constante, sólida, lenta, estructurada HACIA espiritualidad fulgurante,
explosiva, breve, a corto plazo.
La Iglesia en América Latina invirtió en el protagonismo juvenil después de Medellín. Se produjeron
importantes logros en varias partes del continente, tales como: el florecimiento de grupos de
jóvenes en comunidades rurales y urbanas; la constitución de la "Pastoral de la Juventud" o "Pastoral
juvenil", en las diócesis y en los países, involucrando a sacerdotes, religiosos y dirigentes laicos de
los propios jóvenes; la creación de Institutos intercongregacionales de Juventud, para investigación
y formación de jóvenes y asesores. En los últimos años esta tendencia se ha revertido, debido a
varios factores, entre los cuales: los nuevos sacerdotes y religiosos se distanciaron de los jóvenes y
de los grupos juveniles, y prefieren dedicarse a la gestión de parroquias e instituciones formales
(como escuelas e hospitales); la crisis vocacional en la vida religiosa y el cierre de los centros de
juventud intercongregacionales; el crecimiento vertiginoso de los movimientos juveniles y nuevas
comunidades, de carácter pentecostal, que ignoran la pastoral juvenil y compiten con ella.
Nos parece que es necesario dar los siguientes pasos, en este momento histórico:
(c) Destinar a los jóvenes religiosos, seminaristas y sacerdotes recién ordenados para estar cerca
de la juventud.
Esto significa, concretamente, que ellos participen de grupos y colaboren en la Pastoral Juvenil como
asesores y formadores de liderazgos. Oigan los clamores de los jóvenes y acompañen su crecimiento
en la fe. Apoyen a los grupos juveniles existentes y estimulen la creación de otros. Y junto con los
jóvenes, elaboren material pastoral y ocupen espacios en las redes sociales.
(d) Ofrecer diversas alternativas de evangelización, según los diferentes perfiles de los jóvenes.
Hay muchas posibilidades, según las realidades locales, además de los Grupos de jóvenes de
comunidades y parroquias, tales como: voluntariado social, defensa de la ecología, grupos de teatro,
de música y de deporte en perspectiva pastoral. Cuanto más amplemos el abanico de espacios
juveniles para la evangelización, mejores serán las oportunidades de evangelizar a los jóvenes allí
donde están, y potenciar sus dones y talentos.
(e) Promover la catequesis como iniciación a la fe cristiana en comunidad, a partir de Jesucristo.
Sabemos que la catequesis no se dirige solamente a los niños. También incluye a los jóvenes y
adolescentes, especialmente en la preparación del sacramento de la Confirmación, y a los adultos.
Pero queremos resaltar aquí la especificidad de la actuación pastoral junto a los niños. Medellín
destaca que el centro de la catequesis consiste en educar la fe, centrada en Jesucristo, encarnándose
en la realidad humana. Por eso, la catequesis tiene carácter dinámico y evolutivo (Catequesis, 1,5,6).
La Conferencia apuntó algunos medios para la renovación catequética, tales como: formación de
catequistas con un conocimiento básico de las condiciones psico-sociológicas del medio humano en
que actúan y de los recursos de evangelización; preparación de dirigentes y orientadores catequistas
con dedicación exclusiva; multiplicación de los Institutos y Centros catequéticos; nuevas maneras
de expresión del lenguaje catequético, en el lenguaje de hoy (Catequesis, 13-16). Si ponemos en
práctica estas orientaciones, haríamos grandes progresos.
Aquí cabe una pregunta: ¿Cuál es la inversión real de las parroquias y diócesis en la catequesis, en
términos de personas, recursos financieros, producción y difusión de material didáctico? Y además:
¿la catequesis es un proceso de iniciación cristiana, para descubrir a Jesús y dejarse encantar por
19
él? ¿O se limita a aquellas monótonas (e ineficaces) lecciones sobre la doctrina cristiana, en la que
el niño es mero espectador?
Hoy los niños de las ciudades están sujetos a un bombardeo de información, a través de la televisión
y la Internet. Tienen más dificultad para concentrarse. Anhelan participar, hablar, contar su vida. En
los sectores medianos y ricos, son individualistas y tienen dificultad para compartir su espacio vital
con los demás. Por eso, la práctica catequética debe enseñarles actitudes para vivir en comunidad,
lo que está en el núcleo del mensaje cristiano.
La renovación necesaria supone una catequesis con los contenidos en función de la experiencia. Una
catequesis que invita a la adhesión a Jesucristo y promueve la vivencia en comunidad, según el
lenguaje y las características de las infancias. Tal itinerario iniciático no se hace solamente en función
del sacramento de la 1ª eucaristía. No trabajamos con clases, como en una escuela, sino con
encuentros catequéticos. Allí se comunica, se interpreta y circula el mensaje cristiano, que es para
ser vivida y no apenas aprendido en forma de conceptos. La catequesis tiene carácter celebrativo,
interpersonal y cognitivo.
Conclusiones abiertas
Tenemos un largo camino por recorrer. Pero a diferencia de la Conferencia de Medellín en 1968, ya
tenemos una hermosa historia construida, con testimonios de vida, mártires de la caminata, una
teología viva y encarnada, múltiples iniciativas pastorales exitosas y metodología de trabajo
pastoral.
Depende de nosotros configurar el futuro, no como una repetición anacrónica e idealizada del
pasado, sino con sabiduría y profetismo. El Señor está con nosotros, pues él "hace nuevas todas las
cosas" (Apoc 21,5).
Referéncias
BEOZZO, O. Prefácio in: SOUZA,N; SBARTELOTTI, E. (orgs), Medellín. Memória, profetismo e
esperança na América Latina. Petrópolis: Vozes, 2018, p.9-18.
CELAM. Conclusões da Conferência de Medellín, 1968: trinta anos depois, Medellín é ainda atual?
São Paulo: Paulinas, 3 ed, 2010.
CELAM. Documento de Puebla (1979). Disponível em:
http://portal.pucminas.br/imagedb/documento/DOC_DSC_NOME_ARQUI20130906182452.pdf
COMPÊNDIO DO VATICANO II: Constituições Decretos Declarações. Organizado por Frei Frederico
Vier. Petrópolis: Vozes, 2000, 13ª ed.
GODOY, M., Conferências Gerais do Episcopado latino-americano in: PASSOS, J.D; SANCHEZ, W.L.
(orgs). Dicionário do Concílio Vaticano II. São Paulo: Paulus-Paulinas, 2015, p. 205-217.
GODOY, M; AQUINO JÚNIOR, F. (orgs) 50 anos de Medellín. Revisitando os textos, retomando o
caminho. São Paulo: Paulinas, 2017
JOSAPHAT, C. Colegialidade in: PASSOS, J.D; SANCHEZ, W.L. (orgs). Dicionário do Concílio Vaticano
II. São Paulo: Paulus-Paulinas, 2015, p.149-153.
LIBANIO, J.B. Para onde vai a juventude? São Paulo: Paulus, 2011.
20
MURAD, A. Gestión e Espiritualidad. Buenos Aires: GRAM, 2011.
MURAD, A. “Ecoar a palavra e ressoar os gestos. Leitura teológica a propósito das redes sociais”,
em: Redes Digitais. Tecendo relações, construindo comunidades, exercendo cidadania. Curso de
Verão – Ano XXVI. Paulus – CESEEP, 2012
PAPA FRANCISCO, à plenária da Congregação para a formação do clero em 03/10/2014. Disponível
em: http://w2.vatican.va/content/francesco/pt/speeches/2014/october/documents/papa-
francesco_20141003_plenaria-congregazione-clero.html
PAPA FRANCISCO. Encíclica Laudato Si, sobre cuidado da Casa Comum. São Paulo: Paulinas, 2015.
PAPA FRANCISCO. Exortação apostólica Evangelii Gaudium sobre o anúncio do evangelho no
mundo actual. Disponível em: https://w2.vatican.va/content/francesco/pt/apost_exhortations/documents/papa-
francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html
SOUZA,N; SBARTELOTTI (orgs), E. Medellín. Memória, profetismo e esperança na América Latina.
Petrópolis: Vozes, 2018
Hno Afonso Murad, marista, tiene licenciatura en Pedagogía y Filosofía. Hizo posgrado lato sensu en Gestión
con Énfasis en Marketing. Concluyó MBA en Gestión y tecnologías ambientales, en la Universidad de São Paulo
(USP). Es doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Membro de la ETAP de la CLAR.
Es profesor de Teología en la Facultad Jesuíta, en Belo Horizonte. Articula su pensamiento a partir de varios
saberes, como la teologia, la educación, la gestión, la comunicación y la ecología. Autor de libros: Gestión e
Espiritualidad (Buenos Aires: GRAM); Maria, toda de Dios y tan humana (Buenos Aires: GRAM); Introdução a
Teologia, con J.B.Libanio (São Paulo: Loyola), Ecoteología. Un mosaico (org) (Bogotá: Javeriana/San Pablo).
Contacto: amurad@marista.edu.br Página web: afonsomurad.com

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Perspectivas Iglesia AL desde Medellín

  • 1. 1 Perspectivas para la Iglesia de América Latina y del Caribe desde Medellín Hno Afonso Murad La Conferencia de Medellín fue un auténtico Pentecostés para la Iglesia latinoamericana. A partir de su clausura, "es necesario asimilar el espíritu, profundizar las conclusiones, aplicar el resuelto (...) Ahora comienza la tarea de profundización, divulgación y realización". El compromiso es de todo el Pueblo de Dios, "que en esta hora providencial del continente, experimenta el llamado del Espíritu. La respuesta exige profundidad en la oración, madurez en las decisiones, generosidad en las tareas" (Introducción a las Conclusiones de Medellín, 30/11/1968). Se pasaron 50 años. Varias diócesis e institutos religiosos pusieron en práctica las recomendaciones pastorales de Medellín. Tenemos hoy un conjunto de "buenas prácticas" pastorales, que causan admiración en otras partes del mundo. Después sucedió las conferencias de Puebla, Santo Domingo y Aparecida. El contexto social y cultural de América Latina y el Caribe ha cambiado. Se amplió la perspectiva de la opción preferencial por los pobres. También hubo algunas exageraciones, que fueron corregidas posteriormente. Y no tardaron en venir las reacciones, las resistencias y una estrategia organizada para borrar la memoria y la fuerza profética de Medellín. Una forma sutil de rechazo consiste en ignorar la Conferencia, no hablar de ella, tratarla con una "nube pasajera". Se tiene la impresión de que, en varias regiones, la Iglesia está perpleja o indiferente, ante tantos desafíos de la sociedad contemporánea en nuestro continente. La realidad exige respuestas nuevas y arrojadas. Pero se buscan las soluciones más fáciles. Se cede a la tentación de "pescar en el acuario", de repetir lo que ya se hace, de mirar sólo hacia adentro. Como se dice en la educación, se practica "lo más del mismo". Presentaremos aquí cinco "perspectivas pastorales" que nos parecen imprescindibles para que la Iglesia en nuestro continente implemente los compromisos que asumió en Medellín hace 50 años. Ofrecemos un breve texto, para que sea discutido, enriquecido y adaptado a las realidades locales y nacionales. Como los cinco dedos de la mano, todas son importantes y están relacionadas. La prioridad será definida por las instancias locales y regionales. Es importante realizar una movilización en todos los niveles: las pequeñas comunidades y sus pastorales, los movimientos, las parroquias, los sectores, las fuerzas, las regiones episcopales, las Iglesias particulares y las conferencias nacionales. Será un movimiento capilarizado, de arriba abajo y de abajo hacia arriba, en redes, bajo la dirección de los obispos y de los ejercen la Animación y Gobierno en los Institutos Religiosos. Este moverse, de una "Iglesia en salida", es fundamental para el presente y el futuro de la evangelización en nuestro continente. Además de las diócesis y conferencias episcopales, y de la Vida Religiosa Consagrada, se convocan también las Nuevas Comunidades, y los movimientos de origen nacional e internacional. Todos estamos llamados a esta conversión pastoral: "Espero que todas las comunidades busquen poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una unión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un «estado permanente de reunión» (EG 25). ¡Hay que hacer algo! Pero parece que estamos dormidos, con los ojos pesados, somnolientos, como los discípulos de Jesús en Getsemaní (Mt 26,43). Juan Pablo II, en el paso del milenio, dirigió palabras
  • 2. 2 de estímulo para dilatar la acción pastoral: "Sigamos adelante, con esperanza! Ante la Iglesia se abre un nuevo milenio como un vasto océano donde aventurarse con la ayuda de Cristo "(NMI 58). La Conferencia de Aparecida (2007), renovó esa invitación, como un insistente clamor: (Jesús) continúa convocando, invitando, ofreciendo incesantemente vida digna y plena para todos. Nosotros ahora, en América Latina y el Caribe, sus discípulos y discípulas, llamados a navegar mar adentro para una pesca abundante. Se trata de salir de nuestra conciencia aislada y de lanzarnos, con osadía y confianza (parrésia), a la misión de toda la Iglesia (DAp 263). Sugerimos entonces estos direccionamientos prioritarios, para dejar de "pescar en el acuario" y lanzarnos con ese espíritu de Pentecostés que marcó Medellín. Conversión pastoral, hacia una "Iglesia en salida", en perspectiva latinoamericana y caribeña. 1. Optar por una Iglesia-comunidad, que evangeliza en diálogo con el mundo contemporáneo Una vez, un joven rico se acercó a Jesús. Nosotros conocemos bien la historia. Él viene con una demanda exigente, de aquel que piensa que puede comprar todo, hasta el cielo: ¿qué debo hacer de bueno para poseer la vida eterna? Jesús le responde, en forma condicional: "si quieres entrar en la vida ..." (Mt 19,16s). Hoy una cuestión similar se pone para los miembros de la Iglesia latinoamericana, sea cual sea su estado de vida: "si quieres!". Esto implica una opción, un querer, que se traduce en gestos. Y si hay resistencia, pero existe un mínimo de sensibilidad, podemos pedir insistentemente a Jesús que convierta nuestro corazón, que reduzca los miedos y aumente nuestro coraje. Ser una Iglesia comunidad, que evangeliza en diálogo con el mundo, y no dentro del acuario de sus seguridades institucionales, es una opción! Y nos parece, una elección de acuerdo con los llamamientos de Jesús, para su comunidad de discípulos misioneros. El Vaticano II propuso una "forma de ser Iglesia" más comunitaria y menos piramidal. La constitución dogmática Lumen Gentium lanzó las bases seguras para un equilibrio saludable entre primado petrino y el colegio de los obispos (LG 18-23). A partir de la Sagrada Escritura y de la Tradición, situó el lugar apropiado de los laicos (LG 30-38), de los religiosos (LG 43-47), de los presbíteros y diáconos (LG 28-29) y de los obispos (LG 24 -27), en el seno del único "Pueblo de Dios" (LG 9,13). El texto conciliar aclaró la relación entre el sacerdocio común de los fieles y el ministerial (LG 10-11). Rescató el valor del "sensus fidei" y del "sensus fidelium" (LG 12). Siguiendo el camino abierto por la eclesiología del Concilio, en Medellín se publicaron documentos específicos, en el bloque sobre "La Iglesia visible y sus estructuras": (10) Movimiento de laicos; (11) Sacerdotes y (13) Formación del Clero; (12) Religiosos. La Iglesia es llamada a testificar el desapego y a desplazarse más cerca de los pobres: (14) Pobreza en la Iglesia; y realizar una acción evangelizadora integrada e integradora: (15) Pastoral de Conjunto. El documento "Pastoral de Conjunto" de Medellín afirma que todos los miembros de la Iglesia están llamados a "compartir la responsabilidad y el trabajo" de evangelizar (n. 7). Los diversos ministerios y carismas "deben constituirse y actuar de forma solidaria" (n. 7). Y para que la apertura a la comunión católica "sea efectiva y no puramente jurídica, es necesaria una comunicación real, ascendente y descendente, entre la base y la cúpula" (n.8). La acción pastoral de la Iglesia será "global, orgánica y articulada". Entonces, "las estructuras eclesiales deben ser periódicamente revisadas y reajustadas", de tal forma a realizar "esa obra salvífica común exigida por la misión de la Iglesia en su aspecto global" (n.9).
  • 3. 3 La Iglesia, en sus estructuras y en el perfil de las personas que ocupan cargos de autoridad, debe crecer mucho para visibilizar el mandato de Jesús: "el que quiera ser el primero, sea el servidor de todos" (Mc 9,35). Es el mismo Jesús quien la convoca a "vigilar y orar" (Mt 26,41), a recorrer un camino de conversión constante, pues las tentaciones del poder-dominación son muy fuertes. Tanto en la sociedad como en la comunidad eclesial, hay personas que se dejan seducir por la fascinación del poder, la fama, la riqueza y el placer (DP 491). En vez de la colaboración recíproca, se cultiva a la competencia (EG 98) ya la búsqueda de realización autoreferencial. Tal conversión exige, con dice Medellín, estructuras "periódicamente revisadas y reajustadas" y personas que ejerzan el poder-servicio, como Jesús pide a sus discípulos misioneros. Desgraciadamente, el poder religioso puede degenerarse en cierta forma de idolatría, de poner otras cosas, personas, funciones y símbolos en lugar de Dios. Por eso, es tan importante el cultivo de la espiritualidad, la orientación espiritual, la autoevaluación y el examen de conciencia. Al mismo tiempo, se ejercita el acompañamiento de las personas que ejercen la función de autoridad y se actualizan las estructuras. Porque éstas pueden estimular la participación y controlar el ejercicio del poder, o favorecer relaciones de dominación. Corresponde a los obispos ya los Coordinadores de los Institutos religiosos estimular relaciones horizontales y fraternas, para ayudar a superar el autoritarismo y la concentración de poder en la Iglesia. También a ellos cabe la misión de acompañar de cerca a las personas que ejercen tareas de animación y gobierno. Y, si es el caso, amonestar y destituir a sacerdotes y religiosos autoritarios, que buscan constantemente aumentar su "espacio de poder" (EG 80). En este campo, la omisión, en nombre de cierto "respeto a la persona", constituye grave delito, que perjudica al Pueblo de Dios y compromete la acción evangelizadora. Lo mismo se aplica al párroco, en relación a los líderes laicos de su parroquia. Porque la enfermedad del autoritarismo puede contagiar a todos. Vale destacar algunas iniciativas, desde iniciativas que ya ocurren en varios lugares, con reconocidos frutos. (a) Promover la subsidiariedad, la colegialidad y el protagonismo de los laicos Ellos se realizan en todos los ámbitos, desde las pequeñas comunidades, hasta las diócesis y conferencias episcopales, así como en los institutos religiosos y en sus obras. La conferencia de Santo Domingo asumió el término "protagonismo de los laicos" (SD 293,302). Pero no señaló cómo el sucedería. Con el crecimiento del clericalismo en los últimos años, el protagonismo de los laicos se ha reducido considerablemente. Actualmente, el Papa Francisco amplía el término para todo el Pueblo de Dios: "La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en un llamamiento a cada cristiano para que nadie renuncie a su compromiso de evangelización "(EG 120). Todos los que ejercen el oficio de Animación y Gobierno (obispos, superiores superiores de los Institutos religiosos, como también los párrocos y directores de instituciones católicas) pueden implementar instancias efectivas de consulta y participación. Por ejemplo: consejos y asambleas (de comunidad, parroquiales, diocesanos) con el protagonismo efectivo de los laicos y consagrados (as). Estas iniciativas deben funcionar de hecho. Se traza el "largo camino corto". Al principio, es laborioso, pues exige más tiempo, paciencia y respeto al grupo. A largo plazo, se muestra más consistente y pasible de menos errores, pues cuenta con la contribución de más personas, con sus diferentes habilidades, percepciones y experiencias de vida. El Espíritu Santo se manifiesta en la comunidad que ejercita el discernimiento, en comunión con sus pastores y coordinadores.
  • 4. 4 (b) Celebrar una liturgia significativa e inculturada En las celebraciones, se enfatiza la comunidad que celebra. Esta comunidad oye la Palabra y comparte el pan. En este aspecto, vale leer nuevamente la fundamentación teológico-pastoral y las recomendaciones del Documento Liturgia, de Medellín (n.2-7). Allí se dice que para realizar en plenitud los objetivos de la liturgia es necesario: una catequesis previa sobre el misterio cristiano y su liturgia litúrgica; adaptarse y encarnarse en el genio de las diversas culturas; acoger la pluralidad en la medida, evitando erigir la uniformidad como principio "a priori"; acompañar cuento hay de sano en el proceso de la evolución de la humanidad; llevar a una experiencia vital de la unión entre la fe, la liturgia y la vida cotidiana (cfr. Liturgia, 7). (c) Priorizar la misión y no los intereses institucionales En América Latina, más que en cualquier otro continente, podemos realizar el "sueño de Francisco", que no es más que la fidelidad renovada a la Misión de la Iglesia, como propone Medellín. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad (EG 27). Tal "opción misionera" nos hace salir del acuario y lanzar las redes al mar. Hoy la "pastoral de conjunto" presenta nuevos desafíos, como también posibilidades inéditas. Depende de nuestras opciones. Destacamos aquí dos prácticas significativas. (d) Realizar la acción pastoral simultáneamente en grupos / comunidades, eventos de masa y espacio mediático Dada la complejidad de la sociedad contemporánea, no se puede escoger entre actuar en grupos y comunidades o evangelizar para las masas. Hay que trabajar simultáneamente en los dos. Cada uno de estos procesos comporta un tipo de lenguaje, recursos y metodología próprios. Pero ambos necesitan ser unificados en el mismo proyecto pastoral. Medellín fue visionaria, también en este aspecto. La Conferencia propone llegar a personas formadoras de opinión, que ella denominó "elites", designando así a los principales agentes de cambio social, sin juicio de valor o connotación de clase. En nuestro contexto, las élites son, en general: los grupos dirigentes más adelantados, dominantes en el plano de la cultura, de la profesión, de la economía y del poder. De modo especial: dentro de esos mismos grupos, las minorías comprometidas que ejercen una influencia actual o potencial en los distintos niveles de decisión cultural, profesional, económica, social o política (Pastoral de las élites, 1) Medellín especifica quiénes serían los principales agentes de la élite cultural, profesional, económico-social y de los poderes políticos y militares (Pastoral de las élites, 2). Ella realiza una ruptura con la postura pastoral de entonces, marcada por la alianza de intereses de la Iglesia con las clases dominantes. La Conferencia examina las actitudes y la mentalidad de estas élites en vista de la transformación social y no del mantenimiento del status quo (n.3). Más. Incluye en la pastoral de las élites los artistas, los escritores (hombres de letras) y los estudiantes universitarios (n.17-18). Destaca también "las minorías activas (líderes sindicales y cooperativistas), que en los ambientes
  • 5. 5 rural y obrero están realizando un importante trabajo de concientización y promoción humana" (n.19). Entonces, Medellín propone el diálogo abierto con los diversos tipos de élite, colaborando en la formación política de ellas, especialmente a través de la formación de grupos específicos, de los movimientos eclesiales e instituciones educativas (n.19a, 21d). Al mismo tiempo, la conferencia asume el compromiso de comprender la religiosidad del pueblo con una mirada amorosa, lúcida y crítica. Al enjuiciar la religiosidad popular no podemos partir de una interpretación cultural occidentalizada, propia de las clases media y alta urbanas, sino del significado que esa religiosidad tiene en el contexto de la sub-cultura de los grupos rurales y urbanos marginados (Pastoral Popular 4). Medellín sostiene que se debe trabajar junto a la "gran masa de los bautizados" de otra forma. Diríamos hoy que esta es la primera "conversión pastoral": salir de una "pastoral de la conservación, basada en la sacramentalización y poco énfasis en la evangelización" (Pastoral Popular, 1). Se requiere una revisión de esta pastoral, para adecuarla a la diversidad y pluralidad culturales del pueblo latinoamericano (n.1). Así, la Iglesia acepta "seguir una línea de pedagogía pastoral", que implica reenvangelizar y promover una educación de la fe de nuestro pueblo, a niveles cada vez más profundos y maduros, en la doble dimensión personal y comunitaria (n.8). Medellín delinea algunas "recomendaciones pastorales" con criterios actuales, buscando mantener el equilibrio del trabajo en pequeños grupos con "la totalidad del Pueblo de Dios" (Ver: Pastoral Popular, 10-15). Después de Medellín, algunas diócesis e institutos religiosos se lanzaron intrepidamente en la misión de actuar junto a las minorías transformadoras. Se destacan sobre todo las comunidades insertas de religiosas. Se crearon Comunidades Eclesiales de Base. Se formaron líderes populares que se comprometieron en los movimientos sociales y en la política. Se adoptó una metodología concientizadora, adecuada para hacer crecer la fe comprometida y transformadora. Pero no hubo el mismo empeño en la evangelización de las masas. Los grupos conservadores asumieron tal función, utilizando poderosos recursos tecnológicos y mediáticos, pero en la perspectiva contraria a lo que propone Medellín. Ellos no apuntan a la promoción de la educación de la fe, a niveles más profundos y maduros. Ni hacen un rescate liberador de las devociones. Antes, ellos quieren una reconquista católica, en un cristianismo masificado e institucionalizado, preocupado en responder a las demandas subjetivas de cada fiel. Subestiman la dimensión comunitaria y social de la fe. La "armada proselitista católica" utiliza el argumento de que la Iglesia de los Pobres y una teología liberadora dejaron a las multitudes abandonadas, siendo presas fáciles de las nuevas iglesias evangélicas. Así, sólo un catolicismo romanizado, enfocado en las devociones y en la liturgia formal sería capaz de mantener a las masas dentro de nuestro redil. Los últimos censos, en diversos países, comprueban la fragilidad de este argumento. Algunas capitales y grandes ciudades (como Río de Janeiro, por ejemplo), que resistieron durante décadas a implantar el Vaticano II y adoptar las opciones de Medellín, presentan un porcentaje similar o mayor de migración evangélica y de indiferencia religiosa. Ahora es el momento de una nueva síntesis, de asegurar la simultaneidad de la acción evangelizadora, en grupos específicos, pastorales y movimientos, así como en eventos de masa en la perspectiva de Medellín. Los eventos tienen la finalidad de sensibilizar y crear un clima difuso de pertenencia. Pero es el trabajo en grupo y en comunidades que crea conciencia cristiana madura y establece vínculos fraternales consistentes. Se añade a ello la presencia de la Iglesia en la WEB. La participación de indivíduos, de parroquias, de pastorales y diócesis en las redes sociales y en otros espacios de Internet puede contribuir a que la
  • 6. 6 luz de Jesús, brillando en sus seguidores, favorezca una gran corriente del Bien. Efectivamente nos sentimos conectados, sintonizados. Allí se expresan deseos, esperanzas, experiencias significativas. Ganan visibilidad gestos personales y colectivos, palabras e imágenes que agregan valor. A veces, en forma de denuncia. Otros momentos, como un anuncio feliz, relleno de buen humor, de encanto y de belleza. Se debe utilizar los medios, para que el mensaje del Evangelio resuene en las personas, en los grupos y en la sociedad. Las redes sociales, las páginas web, los vídeos educativos, las plataformas de Videoconferencia y tantos otros recursos y se han mostrado una poderosa herramienta de comunicación. Ellos son bienvenidos, con la condición irrenunciable de mantener el foco en la causa y en el mensaje de Jesús, en gestos y palabras liberadoras, evitando el estrellato de las personas o de las instituciones. (e) Asumir actitudes públicas de visibilidad profética Medellín produjo una generación de obispos, sacerdotes, religiosas y laicos que recrearon en nuestro continente la experiencia de los profetas bíblicos y de las primeras comunidades cristianas perseguidas por el Imperio. En varios lugares, la Iglesia se hizo la "voz de los que no tienen voz", especialmente cuando los regímenes militares golpeaban la democracia. Se multiplicaron los casos de mártires, que verter la propia sangre en defensa del Reino de Dios y de los pobres. La figura paradigmática entre ellos es Mons. Oscar Romero y Sor Dorothy Stang. Hubo un claro enfrentamiento con el poder político y económico, lo que generó intensos conflictos e incomprensión, incluso de parte de las instancias romanas. Se tomó en serio lo que pedía la Conferencia: "se promuevan contactos y diálogos entre la Iglesia y el poder constituido sobre exigencias de la moral social, no excluyendo, cuando sea necesario, la denuncia, enérgica y prudente, de las injusticias y de las injusticias de los excesos del poder "(Pastoral de las élites, 21a). Jesús dice que sus seguidores deben resonar la buena noticia del Evangelio, a partir de las buenas obras, actitudes y acciones que hacen la diferencia (Mt 5,16). Brillar no significa volver los reflectores hacia sí, sino dirigir la luz, para que la gente vea. No consiste en "mostrarse", sino en apuntar a algo y Alguien que es la razón de ser de nuestra existencia. Aquí reside la diferencia fundamental entre la "visibilidad mediática" y la "visibilidad profética". En el primer caso, el individuo o la institución aparece porque desea "mostrarse". El mensaje consiste en anunciarse a sí mismo, su marca, su logo. Y para ganar proyección de esta forma, es necesario moldear el discurso y la práctica, de forma que se vuelvan atractivos, deseables, consumibles. Desgraciadamente, algunas manifestaciones de masa de las Iglesias cristianas están revestidas de esa intencionalidad mediocre y egoica. La visibilidad sólo mediática busca conquistar espacio, dejar su marca. ¿Pero para qué? ¿Al servicio de qué proyecto humano y religioso? La visibilidad profética, por su parte, está enfocada en la señal que apunta al mensaje. Basta recorrer las figuras bíblicas de profetas como Isaías, Jeremías, Oseas y Ezequiel. Ellos usan símbolos fuertes. Se dejan ver por la multitud. Hablan la alta voz. Brillan! Pero el brillo no es para sí, sino para la causa que defienden. Reúnen a muchas personas, pero también son causa de contradicción, pues el contenido del mensaje profético no se reduce a apaciguar las conciencias. Al mismo tiempo, y con diferente intensidad, los profetas anuncian y denuncian (Ez 2,3-7), cuestionan y consuelan, desinstalan y suscitan esperanza. Jesús llevó hasta la plenitud la vocación profética. Él es causa de contradicción, que alza y derriba. La luz que manifiesta y revela lo que las apariencias esconden (Lc 2,34-35). Las palabras y los gestos de Jesús iluminan la existencia humana, desvelando su lado luminoso y su cara tenebrosa. El pueblo
  • 7. 7 reconoce a Jesús como un profeta extraordinario, que habla en nombre de Dios, con gestos y palabras: Un gran profeta apareció entre nosotros y Dios vino a visitar a su pueblo (Lc 7,16). En fidelidad a Medellín, debemos entender la presencia pública de la Iglesia no simplemente como una manera de "ocupar el espacio religioso". Y sí, como realización de nuestra misión profética y evangelizadora. Con eso, pasamos al siguiente punto de nuestra reflexión. 2. Colaborar para una sociedad inclusiva, equitativa y sostenible (presencia pública en vista de una nueva sociedad) "Justicia" y "Paz" fueron los documentos más incisivos de Medellín. El primero afirma, ya en el párrafo inicial: "la miseria que marginaliza a grandes grupos humanos en nuestros pueblos, como hecho colectivo, es calificada como injusticia que clama a los cielos" (Justicia, 1). Y añade, con nítida indignación ética: "No podemos ignorar el fenómeno de esta casi frustración universal de legítimas aspiraciones, que crea el clima de angustia colectiva que ya estamos viviendo" (idem). Y dando un paso adelante de su tiempo, Medellín desvela lo que se denomina "Pecado Social". La falta de solidaridad "provoca en el campo individual y social, verdaderos pecados, cuya cristalización aparece evidente en las estructuras injustas que caracterizan la situación de América Latina" (Justicia, 2). En la misma línea, se denuncia que las fuerzas políticas y económicas que mantiene la dependencia de nuestros países (en el lenguaje de la época: subdesarrollo), constituyen una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz. Se trata de una "situación de pecado" (Paz, 1). Entonces, se apuntan, sin miedo, las tensiones entre clases, el colonialismo interno y externo (Paz, 2-10). Se añade a ello el nacionalismo exacerbado y el armamentismo. Todo eso conspira contra la paz. Ella no consiste simplemente en la ausencia externa de violencia o de derramamiento de sangre. Sino, resulta de la promoción de la justicia social, que humaniza a todos (Paz, 14). La Conferencia establece con precisión el fundamento doctrinal para el empeño por la justicia (Justicia, 3-5). Sería falsa la contraposición entre conversión personal y nuevas estructuras. Ambas caminan juntas: seres humanos libres y responsables, con estructuras renovadas y humanizadoras (n.3). En la historia de la salvación, la obra divina realiza la liberación integral y la promoción del ser humano en todas sus dimensiones. El amor es el dinamismo que mueve a los cristianos a realizar la justicia en el mundo (n.4). En vista de la salvación, se evita el dualismo de separar las tareas temporales de la santificación. Así, el amor a Cristo y a los hermanos es "la gran fuerza liberadora de la injusticia y la opresión" e inspira la justicia social, para el desarrollo integral de nuestros pueblos (n.5). En las conclusiones pastorales del documento "Paz", el episcopado reconoce que debe asumir responsabilidades muy concretas para crear un orden social justo, esencial para la construcción de la paz (Paz, 20). Y dice en qué consiste su contribución. A nosotros, pastores de la Iglesia, nos corresponde educar las conciencias, inspirar, estimular y ayudar a orientar todas las iniciativas que contribuyen a la formación del hombre. Nos corresponde también denunciar todo aquello que, al ir contra la justicia, destruye la paz (Paz, 20). El vigor de Medellín en lo que se refiere a la justicia ya la paz no se limita a las palabras, aunque éstas son importantes para disipar las tinieblas de la ignorancia y la ingenuidad. La conferencia puso en marcha un nuevo proceso en el continente latinoamericano, preconizado por el educador Paulo Freire, la acción Catolica y los nuevos movimientos populares. Antes de ellos, el pueblo era
  • 8. 8 considerado como simple masa, que podría ser dirigida, orientada o manipulada por las elites políticas, sean de izquierda o de derecha. Ahora, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos(as) se comprometieron junto a los sectores populares urbanos y rurales, escuchando sus clamores y ayudando a formar la conciencia social. Ellos realizaran lo que se pedia en la Conferencia de Medellín: “las clases populares deben tener una participación receptiva y activa, creadora y decisiva en la construcción de la sociedad" (Justicia, 7). Un sector minoritario de la Iglesia, pero significativo, asumió la "Educación liberadora" propuesta por Medellín, definida como: "la que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo. La educación es efectivamente el medio clave para liberar a los pueblos de toda servidumbre y para hacerlos ascender "de condiciones de vida menos humanas a condiciones malas humanas" (Educación, 8). Medellín propone avanzar en ciertas líneas pastorales, para consolidar la justicia y la paz. Sus propuestas continúan presentes, pasados 50 años. En síntesis: - Despertar en los hombres y en los pueblos, principalmente con los medios de comunicación social, una viva conciencia de justicia ( Paz, 21); - Defender, según el evangelio, los derechos de los pobres y oprimidos, urgiendo a nuestros gobiernos y clases dirigentes para que eliminen todo cuanto destruya la paz social (n.22); - Reportar los abusos y las injustas consecuencias de las desigualdades excesivas entre ricos y pobres, entre poderosos y débiles, favoreciendo la integración (n.23); - Hacer que nuestra predicación, catequesis y liturgia, tengan en cuenta la dimensión social y comunitaria del cristianismo (n.24). - Formar un sano sentido crítico de la situación social en nuestros colegios, seminarios, universidades y diocesis, y fomentar la vocación de servicio (n.25) - Invitar a las diversas confesiones cristianas y en el cristianas a colaborar en esta tarea (n.26); - Favorecer los derechos del pueblo por crear y suprimir sus propias organizaciones de base, por la consolidación de sus derechos y por la búsqueda de la justicia (n.27); - Pedir el perfeccionamiento de la administración judicial (n.28). En lo que se refiere al empeño evangélico por la justicia y la paz, la cuestión clave reside en la formación de la conciencia social y la percepción realista de los problemas de la comunidad y de las estructuras sociales. (...) La tarea de concientizar y educar socialmente, deberá ser parte integrante de los planes de Pastoral de Conjunto, en sus diversos niveles (Justicia, 17). Medellín también propone una redirección de la identidad y de la misión de Cáritas: (Esto) organismo de la Iglesia integrado dentro de la Pastoral de conjunto, no solamente será una institución de beneficencia, sino que debe insertarse de modo más operante en el proceso de desarrollo de América Latina, como una institución verdaderamente promotora” (Justicia, 22). ¿Qué se debe añadir, teniendo en vista la realidad actual de América Latina? (a) Cultivar la dimensión comunitaria y social de la fe cristiana Este es un punto común en todas las Conferencias que siguieron a Medellín: Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Y no se hace eso delegando tal responsabilidad solo para Cáritas y las pastorales
  • 9. 9 sociales. Tal dimensión atraviesa toda la acción evangelizadora. Al mismo tiempo, se debe evitar un discurso meramente social o político, que no va hasta la raíz de las motivaciones evangélicas que nos sostienen. El cristianismo contemporáneo está contaminado por un subjetivismo corrosivo, incluso cuando se aferra en formulaciones dogmáticas y en el ritualismo litúrgico. En el fondo, el individuo o su grupo escoge la que el Papa obedece, cuáles elementos de la tradición conserva y destaca, o a qué sacerdote "gurú" se debe seguir. El Papa Francisco, en el capítulo IV de la Evangelii Gaudium, titulado "La dimensión social de la evangelización", resalta que la Buena Nueva tiene una repercusión social (EG 176-258) ineludible. La propuesta del Evangelio no consiste sólo en una relación personal con Dios. Y nuestra respuesta de amor tampoco debería ser entendida como una mera suma de pequeños gestos personales a favor de algunos individuos necesitados, lo que podría constituir una «caridad por receta», una serie de acciones destinadas a tranquilizar su propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios (Lc 4, 43); se trata de amar a Dios, que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será un espacio de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Por eso, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales (EG 180). Todos los cristianos, incluidos los pastores, deben contribuir a la construcción de un mundo mejor. El pensamiento social de la Iglesia es primariamente positivo y constructivo, orienta una acción transformadora y, en este sentido, es un signo de esperanza que brota del corazón amoroso de Jesucristo (Cf. EG 183). (b) Dar el salto de calidad: del social para el socioambiental En lo que se refiere al "cuidado de la casa común", la ecología ofrece una oportunidad impar para la Iglesia evangelizar y contribuir a un mundo mejor. No se trata sólo de dar un "color verde" a algunos eventos. En primer lugar, necesitamos hacer conocida la Laudato Si, un documento pontificio que inaugura un expresivo campo de actuación de la Iglesia. El documento es reconocido y alabado por científicos, investigadores, profesionales de diversas áreas, ambientalistas y periodistas, líderes religiosos y movimientos socioambientales. Porque trata, de una forma interdisciplinaria y en perspectiva espiritual, de una cuestión decisiva para el presente y el futuro de la humanidad. Pero, dentro de las diócesis, congregaciones religiosas y nuevas comunidades católicas, es prácticamente desconocido. El testimonio de la Iglesia es fundamental para el mundo. El cuidado de la Casa Común implica cambios de rumbo en la institución Iglesia en varios aspectos, tales como: cambios de hábitos de consumo, políticas de reducción y destino de residuos sólidos, adopción de medidas de ecoeficiencia en agua y energía, ecodesign en las construcciones, concientización de los fieles en las comunidades rurales y urbanas, acciones simbólicas y efectivas para sensibilizar a la ciudad, alianzas con movimientos socioambientales, declaraciones vehementes cuando los gobiernos ceden a los intereses del agronegocio y de las mineras. Es decir: una coherente defensa de la vida en toda su extensión, incluyendo los seres humanos y su ambiente. Adoptar la perspectiva ecológica y social de la fe, que es simultánea a su dimensión individual, nos lleva a ampliar el contenido y la metodología de la catequesis, de las predicaciones y de todas las iniciativas de evangelización. Caminamos así para una "ecología integral", según se pide en el capítulo IV de Laudato Si. La conversión ecológica expresa la conversión pastoral hacia una Iglesia en salida, en nuestra relación con la creación.
  • 10. 10 La conversión ecológica implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia Cristiana (LS 218). (c) Multiplicar las pastorales sociales y los organismos que actúan en defensa de los pobres, por la justicia, la paz y la ecología Varias practicas en el continente son frutos de la opción por los pobres y la justicia, de Medellín. Recordemos algunas de ellas, a título ilustrativo: el trabajo conscientizador de las Cáritas diocesanas y regionales, las Comisiones de Justicia y Paz, la articulación "Iglesias y minería", la Pastoral de la tierra, la Pastoral con los Pueblos originarios, las redes de defensa contra el tráfico humano, la pastoral de los migrantes. En los institutos religiosos, hay varias iniciativas concretas, desde la participación en las redes eclesiales y de la sociedad civil, hasta iniciativas propias, como el acompañamiento de mujeres en situación de prostitución, y las comisiones JPIC (Justicia, Paz e Integridad de la Creación). Y se incluyen allí los grupos de investigación y extensión de las instituciones educativas católicas. ¿Qué es necesario ahora? Apoyarlas con personas, recursos, reconocimiento institucional y divulgación. Auxiliar a revisar su metodología y lenguaje, para el actual momento histórico Para consolidar esta opción, se espera que los obispos y los Equipos de Animación y Gobiernos de religiosos creen espacios específicos de actuación entre los pobres y los fragilizados, donde no existan. Hay muchas posibilidades de éxito, si aprendemos de la experiencia y del camino recorrido por otros. Se trata de lo que la sociedad civil se llama "gestión del conocimiento" y "Benchmark". Es decir: buscar las experiencias que dan bien, aprender con ellas, aplicar sus conocimientos teóricos y prácticos, perfeccionar la práctica, y posteriormente, compartir con otros. La conferencia de Medellín insistía en que nuestra actuación en el ámbito de la justicia y la paz debe realizarse junto con otras iglesias cristianas y las organizaciones de la sociedad civil. Tal actitud se hace cada vez más necesaria. Los problemas hoy en día son tan complejos y presentan tantos matices, que una persona o una institución sola no puede resolverlos. Sólo redes de conocimiento y de acción son capaces de ofrecer soluciones viables para la humanidad. (d) Consolidar la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) La Red Eclesial Panamazónica es original tanto en su constitución, como en la forma de actuar. Ella fue fundada con la participación de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), las Conferencias nacionales de los nueve países que constituyen la Amazonía, el Secretariado de América Latina y el Caribe de Caritas (SELACC), y la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR). La REPAM se propone escuchar, acompañar, apoyar, animar, formar, servir, estimular, comunicar y unir fuerzas para responder a los grandes desafíos socioambientales, culturales y pastorales de la Amazonía. En la línea inaugurada por Medellín, la REPAM cree en lo protagonismo de los pueblos amazónicos, en la defensa y cuidado de la casa común. Promueve un servicio de interconexión y articulación de acciones en red. Reúne así: personas, comunidades, parroquias, pastorales y organismos eclesiales, diócesis, la conferencia nacional de religiosos y de obispos. Abarca una región con 7,8 millones de kilómetros cuadrados donde viven 33 millones de habitantes, incluyendo 1,5 millones de indígenas de 385 pueblos. La REPAM constituyó varios ejes de actuación: pueblos indígenas y grupos en vulnerabilidad; derechos humanos e incidencia internacional; formación y métodos pastorales en perspectiva itinerante; Iglesia de fronteras; alternativas al desarrollo, bien vivir y cambios climáticos;
  • 11. 11 comunicación para la transformación social; investigación y cartografía; articulación con las redes internacionales de apoyo. La Amazonia nos ofrece la oportunidad de gestar una Iglesia con rostro propio, misionera, católica, encarnada en la cultura y en el bioma, signo de esperanza para un mundo fragmentado. La participación efectiva y la solidaridad con la REPAM es esencial para realizar los principios emanados en las Conferencias latinoamericanas, de Medellín a Aparecida. 3. Modificar la iniciación teológico-pastoral y espiritual en los seminarios y Casas de Formación El sacerdote de hoy debe interpretar, a la luz de la fe, situaciones y exigencias de la comunidad. Esta tarea profética exige la capacidad de comprender, con la ayuda del laicado, la realidad humana; y como carisma específico en unión con el obispo, juzgar las realidades que están en conexión con el plan de salvación (Formación del Clero, 10). Las organizaciones contemporáneas, de naturaleza educativa, social o empresarial, han descubierto que la formación de sus cuadros directivos es una clave poderosa para alcanzar buenos resultados. Así, los coordinadores de estas instituciones invierten una parte significativa de su tiempo y de su energía para conducir procesos de captación, selección, iniciación, seguimiento y evaluación permanente de sus profesionales y voluntarios. La gestión de personas no se restringe a un sector, de "recursos humanos" o "formación de talentos". La gestión de personas es un proceso complejo. El primer paso consiste en definir el perfil de las personas, en coherencia con la misión, los valores y la visión de futuro de la organización. A continuación, desencadenar el proceso de selección de los candidatos. De ahí, la iniciación en la instituición y la capacitación, teniendo en cuenta los conocimientos, las habilidades y actitudes requeridas. Y luego monitorear y evaluar el desempeño de las personas, ofreciéndoles oportunidades de crecimiento. Ahora bien, para la Iglesia, que tiene una misión espiritual, que lidia con la preciosa experiencia de lo sagrado, eso debería valer mucho más. Porque "llevamos este tesoro en vasos de barro" (2 Cor 4,7), con las limitaciones, las fragilidades humanas y el pecado, es necesario invertir con responsabilidad en los procesos de pastoral vocacional y capacitación de nuestros líderes. Eso se aplica en primer lugar a los presbíteros, y se extiende a religiosos (as) y líderes laicos (as). Cuanto más complejo es un ministerio o servicio pastoral, más exigente deben ser los procesos de selección, formación inicial y acompañamiento. Un observador externo atento, al visitar seminarios o casas de formación, constata que hay una enorme distancia, o incluso contradicción, entre lo que los documentos oficiales de Medellín a Aparecida, presentan como misión de la Iglesia en nuestro continente y la formación que se ofrece a los seminaristas diocesanos y candidatos (as) a la Vida Religiosa. A comenzar por la organización del tiempo y la disposición de las actividades. Se aislan inútilmente a los jóvenes y adultos para "preservarlos del mundo", ignorando que el "espíritu mundano" y sus llamados seductores ya están en su celular y en el ordenador. Peor aún cuando se reviste de ritualismo y de defensa de algunas costumbres tradicionales, seleccionados según la conveniencia de los individuos y sus grupos. Es el "mundanismo espiritual" (EG 95) En vez de animar los seminaristas a ir al encuentro de las personas, de donde la vida clama y se manifiesta "la carne sufriente de Cristo" (EG 24), se crea un clima que favorece el acomodamiento,
  • 12. 12 el formalismo religioso y el clericalismo. Con eso, no se desarrolla el perfil de pastor y de educador (a) de la fe, del discípulo (a) misionero, necesario para evangelizar en nuestro continente. El modelo de formación inicial para la vida religiosa y el ministerio ordenado dan muestras de agotamiento. Conviene recordar que los seminarios diocesanos fueron creados por orientación del Concilio de Trento, y produjeron buenos frutos durante siglos. Pero las demandas sociales y eclesiales se modificaron sustancialmente, así como las características de los candidatos. Ya hay formas más adecuadas de formación inicial en nuestro continente. Hace 50 años, Medellín destacó algunas de ellas (Ver: Formación del Clero, 6,26-32). Si valoramos estas iniciativas y arriesgamos una nueva configuración, atendiendo a los llamamientos pastorales, al aspecto académico y espiritual, cosecharemos buenos frutos en el futuro. A continuación señalamos algunos aspectos que merecen mayor atención: (a) Establecer los criterios de selección y aplicarlos La justa preocupación por las vocaciones no puede llevar a aceptar a cualquiera, como desgraciadamente ha ocurrido en varios institutos religiosos y seminarios diocesanos. En el decir del Papa Francisco: Nosotros, obispos, tenemos la tentación de recibir sin discernimiento a los jóvenes que se presentan. ¡Este es un mal para la Iglesia! Por favor, hay que analizar bien el recorrido de las vocaciones. Examinar bien si esto viene del Señor, si aquel hombre es sano, equilibrado, capaz de dar vida, de evangelizar (...). Hoy enfrentamos muchos problemas, debido a este error que cometen algunos obispos, de aceptar a aquellos que son expulsados de los seminarios o de las casas religiosas, porque necesitan sacerdotes. ¡Por favor! ¡Debemos pensar en el bien del pueblo de Dios! "(Papa Francisco, a la plenaria de la Congregación para la formación del clero el 03/10/2014). Es preferible tener menos miembros del clero, con más calidad. Y eso llevará, necesariamente, a invertir también en la formación de los liderazgos laicos y delegarles más funciones de animación pastoral. (b) Insertar la práctica pastoral como elemento constitutivo de la formación Buenos médicos, mientras estudiaban, realizaron prácticas, ambulatorio y residencia hospitalaria en centros especializados, monitoreados por profesores médicos. Los mejores técnicos agrícolas estuvieron en contacto directo con la tierra y fueron acompañados por personas experimentadas en el área. ¿Por qué con la formación a la Vida Religiosa y al ministerio ordenado es diferente? ¿Por qué este miedo de que la pastoral desvíe al formando (a)? Un seminarista o religioso (a) que cultiva un amor al pueblo de Dios, siente sus angustias, escucha sus clamores, queda indignado ante la injusticia y la exclusión social, tendrá más condiciones afectivas y efectivas de ejercer su misión pastoral en el presente y en el futuro. La manera adecuada de romper la dicotomía entre "pastoral" y "formación" es poner la acción pastoral, con acompañamiento sistemático, en el corazón de la formación. Esto exige modificar la rutina y los horarios, repensar la metodología de los estudios y las vivencias, para hacerlos más significativos. Así, ayudaremos esa “generación del cansancio", de la "cultura light", del mundo virtual, a aproximarse a los rostros concretos de otros cristianos, con sus alegrías y tristezas, crisis y esperanzas. Nuestros formandos necesitan formar parte de una comunidad cristiana viva y vibrante, con la que ellos aprenden y enseñan. Si esto no sucede en la formación inicial, difícilmente sucederá más tarde.
  • 13. 13 Cuenta el libro del Éxodo que Moisés fue educado en la corte del Faraón. Seguramente, allí no podía conocer la situación de su pueblo. Entonces, cuando se hizo adulto, fue a visitar a sus hermanos y allí percibió los trabajos penosos a los que eran sometidos. Se quedó indignado cuando un egipcio golpeó a un hebreo (Ex 2,11). Este hecho le despertó el sentido ético. La indignación ante los males causados a los seres humanos ya la creación forma parte del desarrollo de la conciencia evangélica y social. Por eso, la formación inicial consecuente incluye la experiencia pastoral constante (no sólo ocasional, como un turista). También se ofrecen ocasiones para conocer la vida del pueblo, en etapas misioneras, en la semana santa y en el período de vacaciones. Se trata de conocer para amar. Dejarse tocar por los dolores humanos, que suscitan preguntas para la existencia humana y la fe. ¡Cultivar la santa inquietud, que nos configura como peregrinos en la fe! (c) Considerar las diferencias étnicas y culturales, proporcionando una formación conforme al perfil de los candidatos y candidatas Las personas traen experiencias de vida familiar, cultural y étnica propias. En parte eso es bueno, si la formación acepta estas diferencias y las hacen converger hacia un proyecto común de vida y misión. Por otro lado, hay algunas diferencias tan grandes, que hacen que el formando (a) sufra inútilmente, a punto de debilitar su motivación vocacional. Por ejemplo: seminaristas o vocaciones que ya tienen curso superior, ejercieron durante años una profesión, vivieron como personas autónomas, fueron líderes en pastorales o comunidades, y están obligados a someterse a estructuras infantilizantes, cercenadoras de su libertad creativa, para "respetar el ritmo de la mayoría ". O bien, vocaciones indígenas, con lengua y cultura propias, que son anuladas, forzadas a adoptar los comportamientos de los demás. Hay que considerar en la formación inicial los procesos de transición y de diálogo intercultural. (d) Reorganizar los cursos de teología, rompiendo el aislamiento y el "gueto eclesiástico" En la gran parte de nuestro continente, los cursos de teología eclesiásticos y académicos se dirigen sobre todo, y algunas veces exclusivamente, a los candidatos al ministerio ordenado, religiosos o diocesanos. En menor grado, se admite en la graduación en teología la presencia de religiosos hermanos, religiosas y algunos laicos. Este aislamiento, en vez de favorecer el clima de estudio y el cultivo de la espiritualidad, crea una redoma, en la que se respira el ambiente eclesiástico y sus cuestiones internas. Difícilmente entran los temas candentes, que formarán parte de la misión del religioso y del presbítero. Hasta el horario del curso ejerce una función de barrera: en el período de la mañana, en el que los laicos y las religiosas están trabajando. Y las excusas para mantener esta situación no se resisten a las críticas. Se dice que los seminaristas no estudian bien por la noche, mientras que en realidad pertenecen a la generación "night", duermen tarde y cochinan en las primeras clases. Para otros formadores, el estudio en el período nocturno podría ser peligroso para la vivencia de la castidad. Pero hoy no hay horario para la infidelidad, y la tentación también está dentro de casa ... Y por fin, algunos se preguntan: si los seminaristas estudian la noche, como laicos y religiosos, ¿cómo ocuparán el tiempo en el correr del día? Experiencias exitosas en el continente han mostrado que los cursos de teología con la presencia de religiosas, hermanos, laicos y laicas, es más estimulante que aquel restringido a seminaristas. Las discusiones son más productivas, hay mayor interés en estudiar. Los ejemplos de vida, la interlocución de personas de diferentes estados de vida, las cuestiones concretas planteadas por las comunidades, todo ello favorece un ambiente menos artificial y más estimulante para reflexionar y pensar la fe. Lo mismo se aplica cuando hay un cuadro más diversificado de docentes, que incluye sacerdotes, religiosos (as) y laicos (as). No basta con diversificar el público y los docentes. Es necesario también recuperar el espíritu integrador de los cursos de teología, como ha orientado el decreto Optatam Totius, del Vaticano II.
  • 14. 14 Se dice, con claridad, que la dimensión pastoral es constitutiva de la enseñanza de la Teología (OT 19). Se debe desarrollar en los alumnos las aptitudes que propicien el diálogo, la capacidad de oír a los demás y de abrir el corazón en las diversas circunstancias de las relaciones humanas (OT 19). Sean también instruidos con el auxilio de las disciplinas pedagógicas, psicológicas y sociológicas (OT 20). La teología se alimenta de la espiritualidad y estimula su crecimiento. Estos tres aspectos están relacionados: intelectual, espiritual y pastoral (OT 8, 22). La finalidad última de los estudios es servir al Pueblo de Dios: "todos los aspectos de la formación, espiritual, intelectual y disciplinar, sean ordenados de forma armónica para este fin pastoral" (OT 4). Tal perspectiva es reforzada en el documento 13 de Medellín sobre la Formación del Clero (n.16- 22), que debe ser leído y puesto en práctica. La reestructuración de los seminarios y casas de formación contribuirá a viabilizar a largo plazo la perennidad de las propuestas de Medellín, reafirmadas en Aparecida. Y no debemos olvidar de ensayar otras formas de ejercicio del ministerio ordenado, especialmente en regiones de misión, como la Amazonia. 4. Invertir en la formación de líderes multiplicadores de laicos y consagrados, en todos los niveles Los laicos, como miembros de la Iglesia, participan en la triple función profética, sacerdotal y real de Cristo, con vistas a la realización de su misión eclesial (...) Lo que tipifica el papel del laico es su compromiso con el mundo, entendido como marco de solidaridad humana, como trama de los acontecimientos y hechos significativos, en una palabra, como historia (Movimientos de laicos, 7-8). Recordamos a los religiosos la necesidad de (...) una seria formación espiritual, teológica, profunda y continuada, armonizada con el cultivo y la apreciación de los valores humanos (Religiosos, 13a) La formación de los laicos y de los religiosos (as) es hoy tan importante como la del clero, porque sus líderes trabajan eficazmente en diversas esferas de la comunidad eclesial. Además, para realizar su misión de sal, luz y fermento en el mundo, la Iglesia necesita de laicos que no sólo actúen internamente, sino que también sean testigos del Evangelio en la sociedad civil, en el mundo del trabajo, en la economía, en la cultura, en la política y en la sociedad. Tal formación debe ocurrir simultáneamente en varios niveles: parroquias, regiones episcopales, diócesis, Conferencias episcopales y CELAM. Esto implica inversión económica, procesos a largo plazo y preparación adecuada de profesores, tutores y educadores de la fe. Ahora bien, no es cualquier teología que se presta a este ideal. Al mismo tiempo que transmite la doctrina cristiana, una teología consecuente ayuda a las personas a pensar su fe, y a pensar las realidades humanas a la luz de la fe. Por eso, insistieron los documentos de Medellín, es necesario asociar a la teología el estudio de realidades pastorales y sociales, en equipos interdisciplinarios, con la contribución de las ciencias humanas (Por ejemplo: Liturgia, 11a-b, Educación, 6, Pastoral Popular, 10 -11). En los tiempos actuales, en la sociedad de la información, de la interactividad y de la imagen, la enseñanza de la teología no puede ser desmotivadora sesión para "despejar contenidos" de la doctrina, de la moral o del Derecho Canonico. Sólo una teología con sabor, que ilumina las
  • 15. 15 cuestiones existenciales, espirituales, eclesiales y socioambientales es atractiva y significativa. Entonces, la enseñanza resulta en aprendizaje. Podemos enumerar algunas características de esta formación teológica y pastoral para laicos y religiosos (y que también se aplican a los seminaristas): (a) A partir de la Biblia, alma de toda la teología Después del Vaticano II, con la Dei Verbum, los católicos redescubrieron la Palabra de Dios, como fuente perenne de la espiritualidad y de la doctrina, leída en la Tradición viva de la Iglesia. Se multiplicaron los cursos de formación bíblica y de introducción a la lectura de las Sagradas Escrituras. En los últimos años, algunos movimientos católicos se aferran a textos aislados del Catecismo y a los preceptos morales, en detrimento de la Biblia. Una postura equilibrada debe contemplar: Bíblia, Tradición y sensibilidad a los signos de los tiempos, alimentando así una fe adulta y una espiritualidad encarnada. La formación cristiana del laicado, desde el nivel básico del discurso popular hasta la teología académica, necesita proporcionar las claves interpretativas para “dar las razones de nuestra fe”. (b) Lenguaje y metodología adecuados a cada nivel de la formación Podemos clasificar la formación teológico-pastoral en tres niveles de complejidad: básica, de iniciación y académica. La teología a nivel básico se expresa en las homilías y predicaciones, en la catequesis con niños y jóvenes, en la preparación a los sacramentos, en los encuentros, en los cursillos de formación para liderazgos de comunidades. Es marcadamente existencial. Acompaña el ritmo cotidiano de la vida de las personas. Es como una luz para iluminar su camino, para comprender las cuestiones básicas de la existencia personal, comunitaria y planetaria. La iniciación teológica, o la "teología pastoral" proporciona algunas claves hermenéuticas de la fe cristiana para los líderes multiplicadores, como catequistas, coordinadores de grupos, animadores de Círculos Bíblicos, ministros no ordenados y agentes de pastoral en general. Se requiere un grado creciente de reflexión y cierta sistematización, que es diferente de la enseñanza académica. Se traduce en material didáctico accesible. Evita la fragmentación de las disciplinas teológicas tradicionales. Está atenta a la pluralidad religiosa de la sociedad actual. La teologia Pastoral (o la iniciación teológico-pastoral) incluye no solo los contenidos, sino tambíen la forma mas adequada de transmissión, recepción e interlocución con los diferentes segmentos de la Iglesia e de la sociedad. Por último, hay la teología académica, ministrada en las Facultades. Ella comporta la sistematización del conocimiento, siguiendo las indicaciones de las Conferencias episcopales y de Roma. En países donde existe el reconocimiento civil, la teología también se conforma a las exigencias civiles. Respetar estos diferentes niveles de teología y favorecer la comunicacíon entre ellos es uno de los requisitos básicos para formar cristianos convencidos de su fe y abiertos al diálogo con los demás. (c) Vinculación de los conceptos con la narración y el lenguaje simbólico La Biblia nos ofrece diferentes estilos de comunicar el mensaje: narraciones (como los evangelios), epístolas, orientaciones éticas y legales (como el Deuteronómio), poemas y escritos sapienciales, relatos proféticos y apocalípticos. La literatura patrística mantuvo la diversidad de estilos, con homilías, comentarios bíblicos, himnos litúrgicos, textos apologéticos, polémicas y conclusiones de los concilios. A lo largo de los siglos, especialmente a partir de la escolástica, el estudio de la doctrina cristiana privilegió los conceptos, suprimiendo lentamente la narración y el lenguaje simbólico. Tal aridez conceptual, asociada a otros factores, provocó una ruptura entre la Biblia, la teología y la espiritualidad. Se olvidaron de la Biblia. La teología se empobreció. La espiritualidad, sin la biblia y con poca teología, se desarrolló a partir de devociones. Y esa se expandió demasiado.
  • 16. 16 Al rescatar la narración (contar la acción de Dios en la historia, en la vida de las personas y de las comunidades) y el lenguaje simbólico (con imágenes y analogías), la evangelización y la catequesis ganan nuevo vigor y tocan más profundamente la existencia de los fieles. Se evita el fideísmo y el racionalismo. Se facilita el proceso de transmisión y de asimilación de las "verdades de fe". Se produce una nueva síntesis entre fe y razón, ética e espiritualidad. (d) Combinación de la modalidad presencial con la Educación a distancia En nuestro continente, la población se concentra cada vez mas en las ciudades. Hay también muchas comunidades rurales. En ambos casos, se enfrenta a la dificultad creciente de reunir a las personas. Por eso, es necesario combinar los cursos presenciales con los virtuales. Estos utilizan Internet como ambiente de enseñanza-aprendizaje, a través de videos, textos, canciones, chats y otros recursos. En algunas realidades, las emisoras de radio prestan un inestimable servicio. Permanece el desafío de integrar los diversos canales católicos (de televisión, radio, páginas web y redes sociales) para desarollar una fe madura y dialogal. A veces, estos vehículos divulgan prácticas devocionales y discursos cuestionables, en la dirección contraria de las líneas pastorales emanadas de las Conferencias latinoamericanas, de Medellín a Aparecida. (e) Acogida de las características propias de nuestros pueblos y culturas Vivimos en un continente plural, con diversas etnias y culturas, de matriz europea y asiática, mestizas, indígenas y afrodescendientes. Se observa una diferencia significativa entre las comunidades rurales y las urbanas. Quien produce material de capacitación para los agentes de pastoral y el pueblo vive esa tensión entre estandarización y segmentación. O entre universalización y diálogo intercultural. Por un lado, los recursos didácticos impresos y digitalizados, dirigidos al "público en general" son más amplios y económicos, pues se gana en la escala. De otro lado, se puede producir una nueva "colonización de la fe", si ignoramos las características propias de determinados segmentos sociales o de pueblos enteros. Hay países de nuestro continente con gran porcentaje de población indígena, que presentan una cosmovisión y una forma particular de vivir la fe. Es necesario formar liderazgos entre ellos y con ellos. Por lo tanto, debemos trabajar una formación pastoral y teológica con principios católicos comunes, pero no sometida a una estandarización empobrecedora. Que sea una reflexión católica, contextualizada y significativa. 5. Dar especial atención a las nuevas generaciones La existencia de vínculos de niños y jóvenes con las comunidades eclesiales concretas es un claro signo de vitalidad de la Iglesia. La Iglesia se renueva y se recrea con la presencia y la participación de las nuevas generaciones. Si no se desarrolla este sentido de pertenencia, ocurre un progresivo envejecimiento y aumenta la dificultad en actualizar el mensaje del evangelio. El documento "Juventud" de la Conferencia de Medellín presenta recomendaciones pastorales que siguen siendo orientadores para la actualidad. Inicialmente, asume que la Iglesia, al adoptar una actitud acogedora hacia la juventud, debe discernir los aspectos positivos y negativos que ella presenta. Esto es: escrutar las actitudes de los jóvenes que son manifestaciones positivas de los signos de los tiempos, así como ayudar a hacer una autocrítica de sus deficiencias (Juventud, 13). Esto expresa la decisión de adoptar una actitud de diálogo con la juventud. El episcopado reconoce la fuerza numérica de la juventud, su papel cada vez más decisivo en el proceso de transformación del continente, y su importancia en la misión profética de la Iglesia (Juventud, 13). De ahí, formula
  • 17. 17 recomendaciones a la juventud en general y a los movimientos juveniles. Con respecto a la primera, propone: (a) Desarrollar dentro de la pastoral de conjunto una pastoral de la juventud. Esta visa la educación de la fe de los jóvenes, partiendo de su vida, de modo que ellos participen plenamente de la comunidad eclesial. Tal opción pastoral requiere la elaboración de una pedagogía orgánica de la juventud, en vista de la formación de la personalidad madura del joven. Desde el punto de vista de la investigación, realizar estudios y promover centros de investigación para conocer la realidad socio-religiosa de la juventud y su participación en la solución de los problemas de la sociedad. Para los sacerdotes y obispos, hay una petición explícita: promover un diálogo sincero y permanente con la juventud, tanto de movimientos organizados, como de sectores no organizados, a través de los consejos pastorales u otras formas de diálogo" (Juventud, 14). (b) En esta actitud de diálogo, se debe responder a los legítimos y vehementes reclamos pastorales de la juventud, que son un llamado de Dios. De ahí, se recomienda presentar "el rostro de la Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y validamente comprometida con la liberación del hombre todo y de todos los hombres". Además, que el lenguaje de la Iglesia sea simple y actual, teniendo en cuenta la vida real de las personas. Por último, "que se viva en la Iglesia, en todos los niveles, con carácter de servicio, un sentido de autoridad exento de autoritarismo" (Juventud, 15). Con respecto a los movimientos juveniles, Medellín recomienda considerar la importancia de las organizaciones y movimientos católicos de juventud, en particular los de carácter nacional y continental. "Que se dé mayor confianza a los dirigentes laicos y se reconozca la autonomía propia de sus movimientos. Que sean consultados en la elaboración de la pastoral juvenil, a nivel diocesano, nacional y continental. Que se estimule su acción evangelizadora en la transformación de las personas y de las estructuras. Además, "que se distribuya más racionalmente a los sacerdotes para acompañar los movimientos juveniles y se invierte en la formación de asesores de la juventud (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos)” (Juventud, 17). La conferencia de Medellín tiene claro que el trabajo con la juventud no puede estar restringido al ámbito de la Iglesia. Por eso, aconseja el intercambio y la acción en común de los movimientos juveniles católicos con otras instituciones de juventud. Y que se apoyen las iniciativas ecuménicas de grupos y organizaciones de juventud (Juventud, 17). La situación de la juventud ha cambiado mucho en los últimos 50 años. Se diversificó enormemente, a punto de adoptar la palabra en el plural, para caracterizar a los diferentes grupos contenidos en esta categoría (= Juventudes). Las cuestiones de etnia, cultura urbana, género, clase social y religiosidad permiten diferentes clasificaciones. A pesar de estas dificultades, el teológo J.B.Libanio desvela algunas tendencias que marcan la (s) juventud (s) contemporánea, lo que exige un nuevo enfoque pastoral. En la obra "Para dónde va la Juventud" (San Pablo: Paulus, 2011), el apunta tendéncias personales, en la vida escolar e académica, en las relaciones comunitárias, en el mundo cultural, la sociedad y la política, y en el mundo religioso. En este campo, Libanio subraya: (1a) De la religión institucional HACIA prácticas religiosas seleccionadas según la necesidad del momento. (1b) De joven tradicionalmente religioso HACIA joven secularizado y que vuelve a hacerse religioso de otra manera. (2) De concepción de trascendencia externa HACIA imanentización o para trascendencia en la inmanencia. (3) De juventud marcada por la culpa HACIA relativización ética.
  • 18. 18 (4) De Pastoral de la Juventud HACIA pastoral en nuevos movimientos religiosos, con momentos calientes y lugares altos. (5) De Iglesia establecida que ofrecía a los jóvenes lugar propio HACIA Iglesia indefinida, sin propuestas para los jóvenes, y desafiada a ser construida en la pluralidad de expresiones. (6) De espiritualidad constante, sólida, lenta, estructurada HACIA espiritualidad fulgurante, explosiva, breve, a corto plazo. La Iglesia en América Latina invirtió en el protagonismo juvenil después de Medellín. Se produjeron importantes logros en varias partes del continente, tales como: el florecimiento de grupos de jóvenes en comunidades rurales y urbanas; la constitución de la "Pastoral de la Juventud" o "Pastoral juvenil", en las diócesis y en los países, involucrando a sacerdotes, religiosos y dirigentes laicos de los propios jóvenes; la creación de Institutos intercongregacionales de Juventud, para investigación y formación de jóvenes y asesores. En los últimos años esta tendencia se ha revertido, debido a varios factores, entre los cuales: los nuevos sacerdotes y religiosos se distanciaron de los jóvenes y de los grupos juveniles, y prefieren dedicarse a la gestión de parroquias e instituciones formales (como escuelas e hospitales); la crisis vocacional en la vida religiosa y el cierre de los centros de juventud intercongregacionales; el crecimiento vertiginoso de los movimientos juveniles y nuevas comunidades, de carácter pentecostal, que ignoran la pastoral juvenil y compiten con ella. Nos parece que es necesario dar los siguientes pasos, en este momento histórico: (c) Destinar a los jóvenes religiosos, seminaristas y sacerdotes recién ordenados para estar cerca de la juventud. Esto significa, concretamente, que ellos participen de grupos y colaboren en la Pastoral Juvenil como asesores y formadores de liderazgos. Oigan los clamores de los jóvenes y acompañen su crecimiento en la fe. Apoyen a los grupos juveniles existentes y estimulen la creación de otros. Y junto con los jóvenes, elaboren material pastoral y ocupen espacios en las redes sociales. (d) Ofrecer diversas alternativas de evangelización, según los diferentes perfiles de los jóvenes. Hay muchas posibilidades, según las realidades locales, además de los Grupos de jóvenes de comunidades y parroquias, tales como: voluntariado social, defensa de la ecología, grupos de teatro, de música y de deporte en perspectiva pastoral. Cuanto más amplemos el abanico de espacios juveniles para la evangelización, mejores serán las oportunidades de evangelizar a los jóvenes allí donde están, y potenciar sus dones y talentos. (e) Promover la catequesis como iniciación a la fe cristiana en comunidad, a partir de Jesucristo. Sabemos que la catequesis no se dirige solamente a los niños. También incluye a los jóvenes y adolescentes, especialmente en la preparación del sacramento de la Confirmación, y a los adultos. Pero queremos resaltar aquí la especificidad de la actuación pastoral junto a los niños. Medellín destaca que el centro de la catequesis consiste en educar la fe, centrada en Jesucristo, encarnándose en la realidad humana. Por eso, la catequesis tiene carácter dinámico y evolutivo (Catequesis, 1,5,6). La Conferencia apuntó algunos medios para la renovación catequética, tales como: formación de catequistas con un conocimiento básico de las condiciones psico-sociológicas del medio humano en que actúan y de los recursos de evangelización; preparación de dirigentes y orientadores catequistas con dedicación exclusiva; multiplicación de los Institutos y Centros catequéticos; nuevas maneras de expresión del lenguaje catequético, en el lenguaje de hoy (Catequesis, 13-16). Si ponemos en práctica estas orientaciones, haríamos grandes progresos. Aquí cabe una pregunta: ¿Cuál es la inversión real de las parroquias y diócesis en la catequesis, en términos de personas, recursos financieros, producción y difusión de material didáctico? Y además: ¿la catequesis es un proceso de iniciación cristiana, para descubrir a Jesús y dejarse encantar por
  • 19. 19 él? ¿O se limita a aquellas monótonas (e ineficaces) lecciones sobre la doctrina cristiana, en la que el niño es mero espectador? Hoy los niños de las ciudades están sujetos a un bombardeo de información, a través de la televisión y la Internet. Tienen más dificultad para concentrarse. Anhelan participar, hablar, contar su vida. En los sectores medianos y ricos, son individualistas y tienen dificultad para compartir su espacio vital con los demás. Por eso, la práctica catequética debe enseñarles actitudes para vivir en comunidad, lo que está en el núcleo del mensaje cristiano. La renovación necesaria supone una catequesis con los contenidos en función de la experiencia. Una catequesis que invita a la adhesión a Jesucristo y promueve la vivencia en comunidad, según el lenguaje y las características de las infancias. Tal itinerario iniciático no se hace solamente en función del sacramento de la 1ª eucaristía. No trabajamos con clases, como en una escuela, sino con encuentros catequéticos. Allí se comunica, se interpreta y circula el mensaje cristiano, que es para ser vivida y no apenas aprendido en forma de conceptos. La catequesis tiene carácter celebrativo, interpersonal y cognitivo. Conclusiones abiertas Tenemos un largo camino por recorrer. Pero a diferencia de la Conferencia de Medellín en 1968, ya tenemos una hermosa historia construida, con testimonios de vida, mártires de la caminata, una teología viva y encarnada, múltiples iniciativas pastorales exitosas y metodología de trabajo pastoral. Depende de nosotros configurar el futuro, no como una repetición anacrónica e idealizada del pasado, sino con sabiduría y profetismo. El Señor está con nosotros, pues él "hace nuevas todas las cosas" (Apoc 21,5). Referéncias BEOZZO, O. Prefácio in: SOUZA,N; SBARTELOTTI, E. (orgs), Medellín. Memória, profetismo e esperança na América Latina. Petrópolis: Vozes, 2018, p.9-18. CELAM. Conclusões da Conferência de Medellín, 1968: trinta anos depois, Medellín é ainda atual? São Paulo: Paulinas, 3 ed, 2010. CELAM. Documento de Puebla (1979). Disponível em: http://portal.pucminas.br/imagedb/documento/DOC_DSC_NOME_ARQUI20130906182452.pdf COMPÊNDIO DO VATICANO II: Constituições Decretos Declarações. Organizado por Frei Frederico Vier. Petrópolis: Vozes, 2000, 13ª ed. GODOY, M., Conferências Gerais do Episcopado latino-americano in: PASSOS, J.D; SANCHEZ, W.L. (orgs). Dicionário do Concílio Vaticano II. São Paulo: Paulus-Paulinas, 2015, p. 205-217. GODOY, M; AQUINO JÚNIOR, F. (orgs) 50 anos de Medellín. Revisitando os textos, retomando o caminho. São Paulo: Paulinas, 2017 JOSAPHAT, C. Colegialidade in: PASSOS, J.D; SANCHEZ, W.L. (orgs). Dicionário do Concílio Vaticano II. São Paulo: Paulus-Paulinas, 2015, p.149-153. LIBANIO, J.B. Para onde vai a juventude? São Paulo: Paulus, 2011.
  • 20. 20 MURAD, A. Gestión e Espiritualidad. Buenos Aires: GRAM, 2011. MURAD, A. “Ecoar a palavra e ressoar os gestos. Leitura teológica a propósito das redes sociais”, em: Redes Digitais. Tecendo relações, construindo comunidades, exercendo cidadania. Curso de Verão – Ano XXVI. Paulus – CESEEP, 2012 PAPA FRANCISCO, à plenária da Congregação para a formação do clero em 03/10/2014. Disponível em: http://w2.vatican.va/content/francesco/pt/speeches/2014/october/documents/papa- francesco_20141003_plenaria-congregazione-clero.html PAPA FRANCISCO. Encíclica Laudato Si, sobre cuidado da Casa Comum. São Paulo: Paulinas, 2015. PAPA FRANCISCO. Exortação apostólica Evangelii Gaudium sobre o anúncio do evangelho no mundo actual. Disponível em: https://w2.vatican.va/content/francesco/pt/apost_exhortations/documents/papa- francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html SOUZA,N; SBARTELOTTI (orgs), E. Medellín. Memória, profetismo e esperança na América Latina. Petrópolis: Vozes, 2018 Hno Afonso Murad, marista, tiene licenciatura en Pedagogía y Filosofía. Hizo posgrado lato sensu en Gestión con Énfasis en Marketing. Concluyó MBA en Gestión y tecnologías ambientales, en la Universidad de São Paulo (USP). Es doctor en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Membro de la ETAP de la CLAR. Es profesor de Teología en la Facultad Jesuíta, en Belo Horizonte. Articula su pensamiento a partir de varios saberes, como la teologia, la educación, la gestión, la comunicación y la ecología. Autor de libros: Gestión e Espiritualidad (Buenos Aires: GRAM); Maria, toda de Dios y tan humana (Buenos Aires: GRAM); Introdução a Teologia, con J.B.Libanio (São Paulo: Loyola), Ecoteología. Un mosaico (org) (Bogotá: Javeriana/San Pablo). Contacto: amurad@marista.edu.br Página web: afonsomurad.com