La literatura manabita ha pasado por tres momentos históricos: 1) los primeros años del siglo XX con la apertura del Colegio Nacional Olmedo y creación de instituciones culturales, 2) la creación de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, y 3) el actual momento donde los escritores se concentran más en sí mismos y la dinámica urbana. La literatura manabita ha evolucionado de la tradición oral del pasado a obras más experimentales y comprometidas socialmente en la actualidad.
1. UNIVERSIDAD LAICA ELOY ALFARO DE MANABÍ
FACULTAD: CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
CARRERA: PEDAGOGÍA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA
TERCER NIVEL
ASIGNATURA: OFIMÁTICA PARA EL APRENDIZAJE
TEMA: SILDER SHARER
DOCENTE: NIURKA SAN LUCAS.
ESTUDIANTE: ADRIANA KAROLINA ZAMBRANO FLORES
04 de febrero de 2019
2. LA LITERATURA MANABITA TIENE 3 MOMENTOS
El historiador Alfredo Cedeño Delgado, primer ponente del encuentro cultural, manifestó que el
desarrollo de la literatura manabita tiene tres momentos históricos.
Según Cedeño Delgado, este proceso inició en los primeros años del siglo pasado con la puesta en
funcionamiento del colegio Nacional Olmedo, luego la creación del núcleo provincial de la Casa
de la Cultura Ecuatoriana y el último momento se da con la creación de la Universidad Laica Eloy
ALfaro de Manabí.
El también poeta señaló que el principal error de los escritores manabitas es su aislamiento del
contexto nacional literario.
Además, dijo que para la enseñanza de la narrativa a los estudiantes se han tomado malos referentes
para el estudio de la novela manabita, que en nada contribuyen a formar nuevos lectores y
narradores.
UN PANEO POR LA LITERATURA MANABITA - MATAVILELA
En Manta, la ciudad que posee un monumento al atún, el poeta mantense Pedro Gil es el
equivalente al narrador Miguel Donoso en Guayaquil: muchos toman sus talleres literarios, le
piden consejos, lo leen, lo respetan, lo siguen.
Una imagen mítica se ha creado alrededor de Gil, escritor que –según él mismo– a ratos pasa una
temporada en la calle, otra en un hospital psiquiátrico y últimamente en el calor de su hogar,
momentáneamente ubicado en Quito. Ha sido betunero, limpiador de pozos sépticos, sepulturero.
Nació en Manta, el 18 de mayo de 1971. Ha publicado los poemarios ‘Guerra que yo no juego’,
‘Delirium Tremens’, ‘Con unas arrugas en la Sangre’, ‘He llevado una vida feliz’ y ‘17 puñaladas
no son nada’. Además, ha sido traducido a varios idiomas y en las próximas semanas lanzará su
‘Crónicos’, escrito durante su estadía el año pasado en el psiquiátrico Sagrado Corazón de
Cotocollao.
La poesía de Gil es virulenta, mordaz, a ratos tóxica. Hay mucho de calle en ella. En sus poemas
aparecen delincuentes, drogadictos, alcohólicos. Es esa lírica que puede incomodar a los puristas
por el lenguaje que maneja.
Entre sus talleristas se encuentran Alexis Cuzme (32), Diana Zavala (29), Ernesto Intriago (26) y
Yuliana Marcillo (24). Todos ellos han publicado bajo el sello Mar Abierto, que pertenece a la
Universidad Laica Eloy Alfaro y que, desde su apertura en el 2003, cuenta con más de 300 títulos
de manabitas y de escritores de otros rincones del país.
3. “Jamás negaremos nuestro paso por el taller de Pedro Gil, influenció mucho en nosotros, aunque
cada uno ha encontrado su voz”, dice Marcillo. “No somos hijos de Pedro Gil, cada uno ha tomado
su rumbo. Él nos enseñó a escribir como un acto catártico, de purificación”, cuenta Zavala.
Dentro de esta camada de escritores manabitas, Cuzme es uno de los que tiene más títulos
publicados. Su último libro ‘Trilogía de la carne’ reúne tres de sus poemarios, entre esos, ‘Bloody
City’, que retrata una urbe sobrecargada de sicariato, suicidios pasionales, secuestros, robos…
Zavala, con su único libro de cuentos, ‘Carne tierna y otros platos’, opta por construir personajes
de carácter solitario, que buscan de manera desesperada la felicidad; y Marcillo, con su poemario
‘No deberían haber mujeres buenas’, pinta a una mujer post moderna, libre pensadora, capaz de
llevar a cabo todos los temas tabú de antaño, de reconocerse.
Portovejense pero radicado en Quito, el escritor Juan Fernando Andrade (1981) ha publicado los
libros de cuentos ‘Uno’ y ‘Dibujos animados’; y la novela ‘Hablas demasiado’. Esta última tiene
como protagonistas a Miguel, un joven provinciano que vive en la capital, y a un montón de
jóvenes que se estrellan con los excesos de su realidad. También está Fernando Macías (1955),
autor del poemario existencialista ‘El signo’.
A diferencia de sus antecesores, las temáticas que narra esta generación parecen más concentradas
en sí misma y en la dinámica de las urbes. Según Tatiana Hidrovo, historiadora e hija del fallecido
escritor manabita Horacio Hidrovo P., por mucho tiempo la literatura no pudo desprenderse del
agro y de la tradición oral.
En el siglo XVIII, mientras en Quito se vivió la plenitud del período de la Ilustración, con gran
actividad intelectual; en Manabí se vivió un proceso totalmente diferente: aún se vivía la literatura
mediante la tradición oral.
De pronto, a comienzos del siglo XX, aparecen en Manabí un sinnúmero de personajes ilustrados
que potenciaron la actividad cultural. En 1923 se fundaron las revistas Argos e Iniciación. Por esa
década, sobresalió el escritor de Chone Oswaldo Castro (1902-1992), quien se educó en los
colegios San Gabriel y Mejía, de Quito. Su novela, ‘La mula ciega’, la publicó en 1970 Alfaguara
de España; tiene como protagonista a una pareja de campesinos que, para concretar su unión, huye
a las Galápagos con nada para sobrevivir.
De la misma época de Castro eran Vicente Amador Flor (1902-1975) y Horacio Hidrovo
Velásquez (1902-1961), otros destacados escritores manabitas que también pudieron educarse
4. fuera de la provincia. Y contemporáneo a ellos: Miguel Augusto Egas Miranda (conocido como
Hugo Mayo, quien vivió entre 1897 y 1988), un adelantado a su tiempo. Hugo Mayo llegó a
experimentar con el lenguaje. Como buen vanguardista, se burló de la sintaxis, atropelló los signos
de puntuación, rompió con las normas y todo tipo de referencias racionales; incluso se inventó
palabras. Por la manera en que escribía llegó a pensarse que estaba loco. Fue un poeta futurista.
La actriz manabita Rocío Reyes, del grupo Teatral La Trinchera, realizó en 1992 el monólogo ‘El
zaguán de aluminio’, en el que interpretó a Mayo. La obra, dirigida por Arístides Vargas, se
representó en el país y en el extranjero. “Hugo Mayo fue un incomprendido en su tiempo”, dice
Reyes.
Una segunda generación en las letras manabitas se reconoce con los escritores Horacio
HidrovoPeñaherrera (hijo de Hidrovo Velásquez) y Jacinto Santos Verduga. A diferencia de sus
antecesores, ellos se divorciaron de la glosa rimada e iniciaron la búsqueda de una temática más
universal con versos libres: van desde la lucha de los negros en EE.UU.,hasta la Guerra Fría. Fue
una poesía comprometida socialmente.
Horacio HidrovoPeñaherrera llegó a decir que: “El poeta no debe ser un observador del drama, su
obligación es estar en el drama” y que ellos, como escritores, están en la obligación de humanizarse
cada día más.