Este documento resume un libro de Otto Kuusinen que explica el materialismo dialéctico. Kuusinen describe cómo la teoría y la práctica se influyen mutuamente y forman una unidad indisoluble. Explica cómo el idealismo se ha manifestado en diferentes corrientes filosóficas a lo largo de la historia. También argumenta que la burguesía ha perdido el interés en la investigación científica desinteresada y sólo valora el conocimiento por sus beneficios directos.
Declaracion jurada de la ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner
Reseña de "¿Qué es el Materialismo Dialéctico?" de Otto Kuusinen
1. ¿QUÉ ES EL MATERIALISMO DIALÉCTICO? de Otto Kuusinen;
Editorial Quimantú, Colección Clásicos del Pensamiento Social -
Santiago, Chile; 1972. 200 páginas.
“La teoría, apartada de la práctica, se convierte en una flor estéril; la práctica, sin
la luz de la teoría, está condenada a errar en las tinieblas.” O.K.
Otto Kuusinen (1881-1964), fue uno de los dirigentes de la revolución
proletaria en Finlandia, fundador del Partido comunista del mismo país y
miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, era un
gran redactor de discursos y líbelos, además de escritor de obras de
divulgación marxista, como la que analizamos hoy. Ella resultó elegida
por la recordada Quimantú como uno de los textos claves, junto con su
par ¿Qué es el materialismo histórico?, para la introducción al
materialismo en nuestro país. Bueno, hablamos de la floreciente
literatura marxista que tuvo su apogeo en Chile durante las décadas de
los 60 y primeros años de los 70, cuando la lectura no era onerosa.
Bastante amigable al lector, a ratos algo complicado, pero en definitiva
nada que no podamos entender consultando otras fuentes y dándole las
respectivas relecturas, este manual nos adentra bastante bien en
aquella rama del materialismo que no siempre es bien conocida, que
requiere mayor dedicación por su profundidad y que es una gran arma
conceptual a la hora de enfrentar a la ideología burguesa.
“La práctica y la teoría son opuestas, como lo son la actividad material y espiritual de los
hombres. Pero a la vez, estos contrarios se penetran recíprocamente y forman una unidad,
como dos partes de la vida social vinculadas de modo indisoluble y que actúan una sobre la
otra”
El autor nos embarca en un viaje por la filosofía, exponiéndonos como la
milenaria oposición Materialismo/Idealismo evoluciona hasta nuestros
tiempos. Destaca el recorrido que Kuusinen realiza a fin de demostrar
como el Idealismo se ha reencarnado en diversas corrientes; por
ejemplo, incluyendo facciones científicas, las cuales, ante el análisis
preciso, quedan reducidas a la negación de la realidad objetiva y por
tanto, avalando la doctrina Idealista.
Así, nos encontramos con el idealismo subjetivo -también llamado
“solipsismo”-, el Positivismo y su variante, el Empiriocriticismo -
encabezado por E. Mach-, el Existencialismo –al cual adhería J-P. Sartre-
y el Neopositivismo, por nombrar sólo algunos de los que menciona el
autor. Y como no, una cita del propio Kuusinen:
2. “La gran filosofía burguesa contemporánea se distingue por la gran diversidad de
tendencias y escuelas. Pero sus corrientes sólo son, en lo fundamental, variantes del
Idealismo Filosófico descarado o encubierto, es decir, de una concepción del mundo falaz,
ilusoria.”
Para quién escribe estas líneas, el III capítulo, denominado Teoría del
conocimiento, resulta ser revelador, sobre todo aquellos pasajes que
tienen que ver con la dimensión práctica del conocimiento. Kuusinen nos
dice claramente:
“La burguesía ha perdido hace ya mucho el interés por la investigación científica
desinteresada, sobre todo en el terreno de las ciencias sociales. (…) Incluso en las ciencias
naturales, a la burguesía no le interesa tanto en conocimiento verdadero como las ventajas
directas que pueda extraer de él”
Nos resulta inevitable no relacionar lo expuesto en este apartado con el
deterioro y el desprestigio gratuito que han sufrido las carreras
pertenecientes a las facultades de Humanidades y de Ciencias Sociales.
Es que no hace falta hacer un análisis muy profundo para darse cuenta
que, desde hace rato, es el mercado quién impone –directa o
indirectamente- que carreras resultan convenientes para sus fines,
sobre todo aquellas que tengan que ver con la administración, la
economía, del área de los negocios-ingeniería e informática, entre otras,
sumando a ellas las carreras técnicas que absorben a la mayoría de la
población juvenil estudiantil. Mercado y apatía social van de la mano.
Basta ver los resultados del SIMCE de lenguaje para darse cuenta de
que, transversalmente, “están todos parejitos”: bajos niveles de
comprensión, de opinión, de síntesis, de crítica.
Sin embargo, es allí, en aquellas facultades de las preteridas Ciencias
Sociales, en donde la vocación, el interés y la organización son más
fuertes y en donde, ante la apatía social y la precariedad infraestructural
y presupuestaria, sus educandos son más proclives a la crítica, a la
organización y a la acción; son un verdadero motor del cambio social.
En todo caso, no queremos que se malentienda y se piense que estamos
desdeñando esas otras profesiones, sino que lo terrible es el carácter y
el fin con que se las está impartiendo, con una asepsia en el tratamiento
de sus contenidos y fines digna de un quirófano. Qué nada cuestione el
sistema. Por añadidura, se ha instalado en el inconsciente colectivo que
lo que estudie el niño/a debe ser algo “rentable”, y quienes se atreven a
estudiar carreras humanistas deben acarrear consigo la tacha de
“muerto de hambre” o que “no le dio para más”.
3. Se trata, entonces, que primero la educación deje de existir en función
de las necesidades del mercado. Segundo, que los científicos-
matemáticos desarrollen habilidades del área humanista, y viceversa,
puesto que no todo es color de rosa; los humanistas somos bien
desordenaditos y malos para los números. Y tercero, que si no
planteamos esto tercero nada valdría de lo que se ha dicho, que los
cambios sólo se lograrán cuando el pueblo y sus organizaciones, en su
conjunto, se unan como una sola fuerza. Para esto último, ya basta de
diagnósticos y de pequeñeces; debemos tener la voluntad de empezar.
Y por último, que el mundo no nos cambie a nosotros.
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