Entrenar a los niños significa cuidar de sus almas eternas y enseñarles a amar a Dios. Los padres deben asegurarse de que sus hijos conozcan la Biblia, desarrollen el hábito de la oración, amen la iglesia y la cena del Señor, y sepan que su destino eterno es lo más importante.
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1. Entrenando a los niños
Artículo escrito por: J.C. Ryle
Entrenando a los niños a amar a Dios depende de ti
Dependemos muchísimo de los que nos crían. Tomamos de ellos nuestros gustos y los prejuicios
que quedan con nosotros todos los días de nuestra vida. Aprendemos el idioma de nuestras
madres y nuestros padres, y aprendemos a hablarlo casi sin pensar. Sin duda nos queda algo de
sus modales y de su manera de ser, y su manera de pensar. Con el tiempo veremos cuánto
debemos a las impresiones infantiles, y cuántas cosas en nosotros se podrán remontar a las
semillas sembradas en los días de nuestra infancia, por los que nos rodeaban.
Y todo esto es uno de los arreglos misericordiosos de Dios. Les da a tus hijos una mente que
recibe impresiones igual como barro mojado y listo para moldear. Les da una disposición al
principio de sus vidas de creer lo que les digas, a tomar por sentado lo que les aconsejas, y a
confiar en tu palabras más en la de un desconocido. En otras palabras, te da una maravillosa
oportunidad para hacerles bien. Vea que no eches a perder esta oportunidad. Una vez que la dejas
ir, ya la perderás por siempre.
Yo sé que no puedes convertir a un niño. Sé que los que son nacidos de nuevo, son nacidos, no
de la voluntad del hombre, sino de Dios. Pero también sé que Dios específicamente dice,
“Instruye al niño en su camino”, y que él nunca dio un mandato a hombres y mujeres de las
cuales no les daría gracia para cumplir. Y también sé que nuestro deber no es estar parados
discutiendo el mandato, sino seguir adelante para obedecerlo. Es solo cuando seguimos adelante
en obediencia que Dios nos ayudará. El camino a la obediencia es el camino en el cual él nos
bendice. Solo tenemos que hacer lo mismo que se les mandó a los sirvientes en la boda de Caná,
el de llenar los cántaros con agua, y así podremos dejar con seguridad al Señor convertir el agua
en vino.
~ J.C. Ryle
2. Entrenando los niños significa cuidando de sus almas
Precioso, sin duda, son los pequeños en tus ojos, pero si en verdad los amas, entonces piensa en
sus almas. Nada debe ser de más interés para ti que su destino eterno. Ninguna parte de los niños
debe ser más querida para ti que la parte que nunca morirá.
Este es el pensamiento que debe estar más en tu mente en todo lo que haces para los niños. En
cada paso que tomas con ellos, en todo plan, y cualquier proyecto, en los acuerdos que tienes con
ellos, no dejes afuera la gran pregunta: ‘¿Cómo afectará esto sus almas?’
Un verdadero cristiano no debe ser esclavo a lo que está de moda, si desea entrenar a su hijo para
el cielo. No debe estar contento solo enseñándole e instruyéndole en ciertas cosas, meramente
porque es la costumbre, ni le debe dejarle leer libros dudosos, meramente porque todos los están
leyendo, o dejarle formar hábitos malos, meramente porque son los hábitos del día. Tiene que
entrenar con un ojo en las almas de los niños. No debe avergonzarse cuando oye de alguien que
su entrenamiento es raro o extraño. ¿Y si es así? El tiempo es corto – las costumbres del mundo
pasarán de moda. El que ha entrenado a sus hijos para el cielo, en vez de para la tierra – para
Dios, en vez de para el hombre – éste es el padre a quien se le llamará sabio al final de todo.
~ J.C. Ryle
Entrenando los niños a conocer la Biblia
Admito que no puedes forzar a tus hijos a amar la Biblia. Solo el Espíritu Santo puede darnos un
corazón que se deleite en la Palabra. Pero puedes asegurarte que tus hijos conozcan la Biblia, y
recuerda que nunca pueden conocer ese santo libro siendo demasiado pequeños, ni demasiado
bien.
Asegúrate que tus hijos lean la Biblia con reverencia. Entrénalos a verlo, no como la palabra de
hombres, sino como lo que verdaderamente es, la Palabra de Dios, escrita por el Espíritu Santo
mismo – todo verdad, todo útil, y el cual nos hace sabios para la salvación que es por medio de fe
en Cristo.
3. Asegúrate que la lean con regularidad. Entrénales a verlo como el alimento diario de sus almas –
como algo esencial para la salud diaria de sus almas. Sé muy bien que no puedes hacer de esto
más que una forma, pero nunca sabremos cuánto pecado evitará con tener esta forma de actuar.
Asegúrate que la lean toda. No dejes de atreverte a enseñarles doctrina. No tienes que asumir que
las doctrinas del cristianismo son cosas que los niños no pueden entender. Los niños entienden
mucho más de la Biblia que nos imaginamos.
Llena sus mentes con la Escritura. Que la Palabra les llene. Dales la Biblia, la Biblia entera, aún
cuando son pequeños.
~ J.C. Ryle
Entrenando a los niños a tener el hábito de la oración
Padres, si aman a sus hijos, hagan todo lo que está en su poder a entrenarles a tener el hábito de
la oración. Enséñales cómo comenzar. Dígales qué es lo que deben decir. Anímales a perseverar.
Recuérdales cuando descuidan la oración o se ponen flojos. Deja que no sea culpa de ustedes si
nunca llaman al nombre del Señor.
Recuerda que este es el primer paso que el niño puede tomar en la vida espiritual. Mucho antes
de poder leer, puede arrodillarse al lado de su madre, y repetir sencillas palabras de oración y
alabanza que ella pone en su boca. Y como el tomar sus primeros pasos es tan importante, de
igual importancia es la manera en la cual tus hijos oran. Parece que pocos se dan cuenta de
cuánto depende de esto. Tienes que tener cuidado que no digan sus oraciones de una manera
rápida, descuidada o irreverente.
Oh, mi buen amigo, si amas a tus hijos, te encomiendo que no dejes la temprana impresión de un
hábito de oración pasar. Si entrenas a tus hijos a hacer solo una cosa, entrénales por lo menos a
tener el hábito de la oración.
~ J.C. Ryle
4. Entrenando a los niños a amar la iglesia y la cena del Señor
Háblales a tus hijos acerca del deber y privilegio de asistir a la iglesia, y a orar con la
congregación. Dígales que dondequiera que los hijos de Dios se reúnen, allí está el Señor Jesús
presente de una manera especial, y que los que están ausentes esperarán, igual como el apóstol
Tomás, perder una bendición.
Háblales de la importancia de oír la Palabra de Dios predicada, y que es la manera ordenada por
Dios para convertir, santificar y hacer crecer las almas de los hombres. Háblales de cómo el
apóstol Pablo nos da el mandato de no dejar “de reunirnos, como algunos tiene por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:25)
Es algo muy triste en la iglesia cuando nadie llega a la cena del Señor sino la gente mayor de
edad, y los jóvenes se quedan sentados. Pero es aún más triste cuando no se ven niños en la
iglesia, excepto los que llegan a la escuela dominical, y a veces llegan solo a fuerzas. Que no
seamos culpables de este mal. Hay muchos niños en cada ciudad además de los que llegan a la
escuela dominical, y ustedes que son padres y amigos deben asegurarse que lleguen a la iglesia.
No dejes que crezcan con el hábito de hacer excusas por no llegar. Que entiendan claramente que
mientras viven bajo tu techo, es la regla de la casa que cada persona que goza de buena salud,
honrará al Señor el día domingo, y que tú crees que la persona saludable que rehúsa ir a la iglesia
el día domingo trae daño grande a su alma.
No te desanimes cuando tus hijos no ven el valor total de la iglesia y la cena del Señor por el
momento. Solo entrénales a tener el hábito de la asistencia todas las semanas. Póngalo al frente
de tu mente como un deber alto, santo y solemne. Y créeme, el día llegará cuando ellos te
bendecirán por tus esfuerzos.
~ J.C. Ryle
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