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Eduardo Arroyave: Que el esfuerzo valga la pena
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Comunitario
18/08/13 - 00:00 COMUNITARIO
Eduardo Arroyave: Que el esfuerzo
valga la pena
Seis años han transcurrido desde que una bala cambió por completo la vida de Eduardo
Arroyave y su familia.
El impacto le destruyó la cuarta
vértebra cervical. “Cuando ninguna
de mis extremidades respondió, lo
único evidente para mí fue que
algo andaba mal. Antes de perder
la conciencia pensé en mi familia,
en mis tres hijos, y le pedí a Dios
que no me llevara”, refirió.
A los dos días despertó en el
hospital. Los médicos le
comunicaron el diagnóstico: la
lesión medular lo había dejado
cuadripléjico y sin autonomía
respiratoria.
¿Qué pasó por su mente cuando le
informaron el diagnóstico?
Sentí una oscuridad devastadora.
Con tecnología manejada mediante los ojos y la voz, Eduardo ha
Yo pensaba en mis hijos. No le voy
logrado volver a trabajar desde su casa con tres empresas que le
a decir que desde ese momento
abrieron las puertas.
tuve la actitud de luchar, porque ni
me pasó por la cabeza. Fue algo
que se dio en el camino. Fue como
quedarse en blanco, empezar con
esos sentimientos negativos de
ira, de pelearme conmigo mismo,
con Dios, con el mundo, con todo.
Confiaba en que pudiera haber
alguna alternativa y cambiar el
pronóstico.
¿Cuáles fueron los momentos
más difíciles tras la noticia?
Poco a poco uno va tomando la
dimensión de la situación y vi lo
que había perdido. Eso fue lo más
difícil inicialmente, conocer la
realidad de la situación y empezar
Eduardo Arroyave necesita aparatos para respirar, pero agradece
a enfrentarla. Luego, toda esa
el aire de cada día.
inseguridad de salir del hospital
privado porque el seguro se acabó,
la incertidumbre y el temor de adónde voy y qué va a pasar allí. Me fui al IGSS —Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social—, pasé de estar tan cuidado a estar casi abandonado, que es
lo que se vive tristemente en los hospitales nacionales. El siguiente desafío fue volver a casa,
que es donde empieza realmente la prueba. Aterrizar a una vida cotidiana, convivir así con mi
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familia. A ellos se les venía una carga. Nunca me lo dijeron, pero yo lo sabía porque me daba
cuenta de lo que significaba lidiar conmigo en cuanto a todos los cuidados que necesito.
¿Qué fue lo más duro de asimilar?
Estar en esta situación de perder totalmente la autonomía y necesitar de alguien para cualquier
cosa. Se pierde la autoestima y la seguridad, eso es lo más difícil de aprender a vivir así.
Controlar ese “no control” de la situación. Eso es lo más complicado: haber perdido el control de
todo después de ser un papá responsable de sus hijos y su esposa, asegurándome de que no
les faltara nada. Hoy lo veo como que uno en la vida está armando su rompecabezas y de una
manera cruel, violenta y maligna viene alguien, lo patea y se lo desarma. Yo llevo seis años
tratando de armarlo de nuevo porque muchas piezas del rompecabezas que ya estaban puestas
se perdieron y no las voy a encontrar de nuevo. Entonces estoy dejando muchos espacios en
blanco, y no solo de mi rompecabezas, sino el de todas las personas cercanas a las que esto les
vino a afectar.
¿Se disiparon ya los sentimientos negativos?
Sí, eso ya fue un tiempo después, cuando ya iba pasando un poco el duelo de aceptar que esa
era la realidad y que no podía quedarme todo el tiempo lamiéndome mis heridas y decir:
“Pobrecito yo, cómo estoy”. Decidí, en medio de lo que puedo, tomar acción porque tengo que
darles un ejemplo a mis hijos de que por más que la vida o las circunstancias lo pongan a uno
completamente de rodillas, no se pueden rendir, y si la vida me dio la oportunidad de estar aquí—
y ya llevo seis años, después de que no daban un centavo por mí—, pues que sea por algo, que
valga la pena el esfuerzo y la lucha de soportar un poco la adversidad.
¿Qué más cambió en su forma de pensar?
No ha cambiado mucho respecto de cómo yo era antes. Si no, no hubiera podido soportar esta
prueba. Siempre tuve tolerancia, paciencia y no me rendía tan fácil. Hay cosas que son nuevas y
digo ¡cuánto he aprendido! Qué mal que tenga uno que aprender tantas cosas que todo ser
humano debiera traer grabadas sin tener que pasar por una situación como esta, como la
bondad y la caridad. Hoy puedo de verdad decir que la amistad existe, gracias al ejemplo que me
han dado los amigos verdaderos. Sé qué es el amor, más allá de lo que la gente común conoce
por amor, yo le puedo decir que está en esta casa. Con mi esposa ya no hay más contacto físico
que los besos que nos damos y las caricias al pegar nuestros rostros. El que ella esté conmigo,
que siga conmigo en esta lucha, ¡qué más puede ser eso que amor!
Usted trabaja desde su casa, ¿cómo se abrió esta oportunidad?
Como al medio año de estar ya en casa, una prima de mi esposa que vino de EE. UU. nos visitó y
comentó sobre tecnologías y un equipo que podría utilizar. Básicamente es un sensor que en
conjunto con una cámara y software especial responde al movimiento. Yo lo uso en mis lentes;
mediante el movimiento de mi cabeza activo sistema y con eso logré manejar la computadora. Al
inicio lo usé para distraerme y comunicarme por redes sociales.
Pero desde el principio tenía el deseo de poder reintegrarme de alguna forma al mundo laboral, a
algún proyecto o algo que pudiera brindarme la oportunidad de contribuir con algo acá en mi
casa. Investigué, pero muchas no eran posibilidades aptas para mí, además de que la inclusión
para personas como yo casi no existe en el país. Personas que están como yo en esta condición
son discriminadas. Me fui haciendo para atrás. Pero cada vez que yo miraba que estábamos en
una situación dura económicamente me entraba de nuevo la frustración, así que probé en
Facebook. Puse un mensaje dejando claras cuáles eran mis capacidades, conocimientos y mis
condiciones, y así se abrieron algunas puertas.
Actualmente realizo gestiones administrativas para dos empresas y administrando la página en
Facebook de otra.
Estas personas que me dieron la oportunidad me devolvieron la autoestima; el poder tener, en la
medida de mis posibilidades, una actividad que me distrajera, poderme sentir que soy capaz.
Más allá de la posibilidad de un ingreso, el tener esas opciones me devolvió mucho. No puedo
agradecerles suficiente a estas personas, solo trato de ser el mejor empleado o el mejor
prestador de servicio en lo que hago.
¿Qué consejo les daría a las personas que se desaniman a pesar de no afrontar una condición
como la suya?
Que se despierten con una sonrisa, que no vean el empezar el día como algo pesado. El simple
hecho de poder respirar fuerte y sentir el aire puro por su propia cuenta ya es un milagro. Que no
busquen la felicidad en la vida con cosas gigantescas; la felicidad y la alegría están en cosas
sencillas. Hay que tener gestos amables y ser positivos ante la vida, no solo porque sea una
moda lo del positivismo; ser positivos porque si están vivos es por algo, entonces que valga la
pena el día. Que disfruten al máximo cada momento y compartir con un extraño o alguien
cercano. Olvidarse bastante de uno mismo, porque no vivimos solos. Y recuerden que no porque
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