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VERSIÓN TAQUIGRÁFICA DE LA EXPOSICIÓN DE JULIO PIUMATO SOBRE EL
CONSEJO DE LA MAGISTRATURA ANTE LAS COMISIONES DE JUSTICIA Y
ASUNTOS CONSTITUCIONALES DEL CONGRESO DE LA NACIÓN
- En Buenos Aires, a los dieciséis días del mes de
marzo de 2010
…Sr. Presidente (Gil Lavedra).- Como último invitado de la reunión prevista para el día de
la fecha tenemos al señor Julio Piumato, secretario general de la Unión de Empleados de
la Justicia de la Nación.
Muchas gracias por haber aceptado la invitación. Las reglas son muy
sencillas: es una presentación de no más de quince minutos para luego poder escuchar
las preguntas y los comentarios que hagan los señores diputados.
Lo escuchamos con mucho gusto.
QUÉ JUSTICIA QUEREMOS
Sr. Piumato.- Señor presidente: agradezco la invitación que me han formulado.
El Consejo de la Magistratura es un tema que todavía no está definido en la
Argentina y menos en estos momentos, en los casi 27 años que tenemos de vida
democrática y donde nos preguntamos qué modelo de justicia queremos.
Difícilmente uno pueda encarar un instrumento o una herramienta si no sabe
qué justicia quiere. Se trata de un debate que el Congreso de la Nación se debe desde
hace mucho tiempo y en el que también tiene que participar la sociedad argentina.
QUÉ JUSTICIA TENEMOS. UN POCO DE HISTORIA
Cuando fue instaurado el Consejo de la Magistratura el pueblo argentino no
lo debatió. Esto formó parte de un acuerdo cerrado y encriptado denominado Núcleo de
Coincidencias Básicas base de la reforma del 94. Para todos los argentinos –incluso los
convencionales constituyentes- pasó por afuera porque no tenían facultades para abrir el
debate y ver qué era lo bueno o lo malo de lo que figuraba en ese contenido.
No es tan difícil debatir sobre la justicia. Sólo hay que recurrir a la
Constitución Nacional. El rol de la justicia es el de afianzar el sistema democrático y
fundamentalmente los derechos individuales y sociales de todos los argentinos. Digo
“sociales” porque están incorporados a la Constitución Nacional y no porque se me ocurra
a mí.
Desgraciadamente en la justicia argentina tenemos una deuda muy
pronunciada. Esto se relaciona con la dictadura militar que avasalló todos los derechos.
Pero después tuvimos una dictadura financiera que también los avasalló. Si hacemos un
análisis de lo ocurrido en la Argentina del 89 al 2001 ó 2002 veremos que prácticamente
todos los derechos consagrados en el artículo 14 bis de la Constitución fueron avasallados
sistemáticamente.
No voy a enumerar ahora cada una de esas cuestiones. Sin embargo, si
analizamos las respuestas de la justicia nacional y federal –en las que tiene competencia
este Congreso de la Nación- no encontramos –avasallados todos los derechos
fundamentales, fíjense ustedes, desde el 89 hasta el 2003-, jueces que hayan amparado
los derechos violentados de los ciudadanos argentinos. Me refiero a la pérdida del trabajo,
de los derechos y de los salarios. Hablamos de una ley votada en este Congreso con un
diputado trucho.
Tampoco hubo una acción judicial que dijera que eso es nulo o que haya que
votarlo de vuelta. También hablamos de los derechos de los jubilados; no se encontró
nada y no se amparó en nada.
La vivienda y la salud también fueron avasalladas durante esos años y
prácticamente es inexistente en los anales jurídicos. No estamos hablando de decisiones
de la Corte Suprema ni de Cámaras de Apelaciones sino de jueces de primera instancia
que tienen para el sistema jurídico argentino el control difuso de constitucionalidad. No
encontramos acciones de amparo que hagan frente al avasallamiento de esos sectores.
Tampoco han habido acciones del Congreso de la Nación. Recordemos que
antes de la existencia del Consejo de la Magistratura el Parlamento controlaba a los
jueces a través del juicio político. Prácticamente no encontramos acciones de la justicia
que salieran a proteger a los ciudadanos por ese avasallamiento de derechos.
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A nuestra organización gremial le tocó –no sé si el privilegio o el honor-
algunas cosas que debo marcar. El 90 por ciento de los jueces que fueron separados por
la vigencia del sistema de juicio político desde el 89 hasta la instauración del Consejo de
la Magistratura en el 98 lo hicieron a partir de nuestro impulso a esos juicios políticos.
En ese momento decíamos que hasta para demostrar la eficacia del sistema,
los juicios políticos tenían que prosperar. No los voy a enumerar porque esos juicios son
conocidos. De manera que un poco entendemos acerca de esto.
Sin embargo no hubo una sanción por parte de las instituciones del Estado a
esos jueces que avasallaban los derechos de los argentinos; algo que me parece grave.
LOS INICIOS DEL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA. FALSA ESPERANZA
En ese marco previo entra en vigencia el Consejo de la Magistratura. Y hay
que recordar los comentarios, las columnas, las opiniones de ese momento y las
opiniones de la embajada de los Estados Unidos que se preocupaba y daba seguridad
jurídica al Consejo de la Magistratura.
Así, se generó una gran expectativa. Un gran error -en el que no caímos
solos los argentinos, sino que nos hicieron hacer caer- de confundir las formas con el
fondo o el objetivo de las políticas.
El Consejo iba a solucionar todo. Se reunió el Consejo y no pasó nada.
Empezó a funcionar, pero la Justicia siguió funcionando igual.
Se implementó la comisión de selección de jueces, pero era vox populi en la
Justicia que los exámenes los entregaba la propia comisión de selección. Los que iban a
concursar, los elegidos, ya tenían el examen hecho. Concursaban y ganaban. Obvio, si
no, por estúpidos había que dejarlos afuera. No sabían ni copiarse. Si les habían dado el
examen.
En todos los ámbitos del Consejo, el funcionamiento se manejaba de esa
forma. Con un manejo absoluto de la Corte.
La realidad es que la primera constitución del Consejo de la Magistratura fue
de esa forma. Poco y nada cambió, más allá de lo que la forma implicaba.
A nosotros nos sirvió como gremio porque forzamos y generamos un ámbito
de discusión y de negociación. Cuando uno tiene dos bocas para reclamar puede sacar
alguna ventaja. De manera que a nosotros como gremio no nos fue tan mal. Y aclaro que
estamos hablando no de un interés personal o corporativo sino de un interés institucional y
social en el conjunto de un pueblo y lo que se quiere de la Justicia.
Después, en el año 2002, vino la segunda conformación del Consejo.
UN EJEMPLO DE CÓMO ACTÚA LA CORPORACIÓN JUDICIAL: LOS SOBORNOS EN
EL SENADO – LIPORACE Y LA DICTADURA – MUTIS DEL CONSEJO DE LA
MAGISTRATURA
El primer Consejo, entre otras perlitas, no dijo nada respecto de los sobornos
del Senado. A los jueces se los condenaba no por el mal desempeño de sus funciones
sino cuando cumplían su función.
Al juez Liporace, el juez que actuó en los sobornos del Senado, nadie le tocó
un pelo, porque no se enriqueció. Él no cobró por los sobornos del Senado. Pero cuando
empezó a investigar y dijo “plena prueba” pensó: en esta paso a la posteridad y no
solamente por llenarme los bolsillos. Entonces, enseguida le aparecieron las casas en
todas las revistas y lo juzgaron por enriquecimiento ilícito. Ahí sí funcionó el Consejo de la
Magistratura.
Pero Liporace no nació de un poroto, tenía una actuación en la Justicia.
Les voy a contar una anécdota, si me lo permite el señor presidente. Yo
estuve preso en la dictadura como tantos otros argentinos. Cuando estaba secuestrado,
mi madre presentó un habeas corpus que cayó en un juzgado.
Salí en libertad el 24 de diciembre de 1982, y al año siguiente, en 1983,
estaba preparando un juicio contra el Estado para que me sacaran los antecedentes de la
detención. En ese momento, mi abogada me dice “Tu madre me contó una vez que vos
habías presentado un recurso”.
Les aclaro que la empleada judicial que me hizo el hábeas corpus –la
doctora Stella Maris Martínez- es hoy Defensora General de la Nación; ella redactó el
hábeas corpus porque los abogados tenían terror de redactar una acción de ese tipo. Ella
era compañera de trabajo en el fuero Penal, y fue la que redactó mi hábeas corpus.
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Resulta que cuando aparecí preso, pero vivo, mi madre se olvidó del hábeas
corpus.
Entonces fui al juzgado, porque el gobierno de Alfonsín había ordenado la
revisión de todos los hábeas corpus, y resulta que justo había caído en el Juzgado del
doctor Olivar, Secretaría del doctor Liporace, a quien después echaron. Y cuando voy al
juzgado, ¿con qué me encuentro? Primero, cuando digo “Un hábeas corpus”, me
contestan “¿Qué? ¿Quién lo pide?” Y digo “Piumato”. Casi se mueren en el juzgado.
Decían: “¿Cómo? ¿Un muerto viene acá a pedir un hábeas corpus?” (Risas.)
Olivar se fue, después volvió con Menem, como juez de la reforma penal, y
Liporace siguió su carrera. Nadie le imputó que había sido cómplice de la dictadura, pero
desgraciadamente hay muchos en la Justicia. Y después lo echaron cuando quiso
demostrar -lo que después demostró el doctor Rafecas- el escándalo institucional más
grande que tuvo el Congreso de la Nación, que fue el pago de los sobornos. Incluso hay
diputados que están hoy en escena, que eran funcionarios del gobierno y asumieron
después, y que en ese momento decían que no importaba una ley obtenida mediante
soborno, sino que importaba la ley, que tenía que seguir vigente. Esos eran los principios
con los cuales se evaluaba el tema. Si todo iba así, ¿qué iba a hacer la Justicia?
Acompañar ese desatino.
En 2002 cambia la constitución del Consejo. No cambia el número, siguen
los mismos. Recién estaba la diputada Marcela Rodríguez, que ahora se fue. Ella fue
parte de ese segundo...
Sra. Rodríguez.- Acá estoy; estaba fumando afuera.
Sr. Piumato.- Ella lo puede decir. Ahí hubieron unas cuántas voces bienintencionadas,
pero en general poco pudieron hacer frente a esa “institucionalidad” realmente instalada.
Con una particularidad: en esos años –y también nosotros sacamos provecho, porque
“dormidos” no somos- fue el momento de recambio de la Corte Suprema, a partir de la
asunción del gobierno del ex presidente Kirchner. La Corte era todo un revuelo y no había
nadie instalado con fortaleza en la Corte. Entonces, el Consejo tuvo posibilidad de tomar
cuerpo independiente, por primera vez, pero por una coyuntura circunstancial, que era que
los miembros de la Corte estaban defendiendo su propia cabeza como para preocuparse
por el Consejo de la Magistratura.
Nosotros ahí también sacamos provecho. Con el Consejo armamos una
comisión paritaria y avanzamos en muchas cuestiones. Pero no fue por el Consejo de la
Magistratura en sí mismo sino producto de las circunstancias.
Igualmente no pudo avanzar en reformas de fondo. Ocurre que, en general,
los legisladores estaban en el Congreso, iban, tenían sus asesores, pero debemos ser
claros: la corporación tenía a su gente y conocía el escenario. Esto es lo mismo que yo le
juegue una carrera dentro del Palacio de Justicia a una persona que nunca entró a ese
edificio. Le voy a ganar por cinco pisos, porque la persona se va a quedar perdida cuando
busque el primer piso y vea que no existe. “¿Cómo? ¿Este es el tercero?” (Risas.)
Entonces yo le gano seguro. Acá sucede lo mismo: los que estaban dentro de la Justicia
le sacaban una ventaja grande a los que venían de afuera, y no solamente en las virtudes,
sino también –y lo digo con total honestidad y sinceridad- en las trampitas.
El sistema de la Comisión de Selección, por ejemplo, siguió funcionando
prácticamente de esa forma. Era una vergüenza la forma en que se traficaban los
exámenes.
Una de las funciones fundamentales era seleccionar jueces que tengan un contenido
diferente y llevar las ternas al Poder Ejecutivo.
DEL MAL FUNCIONAMIENTO DE LA COMISIÓN DE ACUSACIÓN
La Comisión de Acusación es exactamente lo mismo. Tengo una cantidad de
denuncias y en muchos casos no diferenciamos en oficialismo y oposición, nosotros no
hacemos un ataque a la función. Nuestra función no es denunciar jueces, nuestra función
es otra muy distinta. Pero la situación que hay en la Justicia, el avasallamiento genuino de
los derechos más elementales desde la época de la dictadura, como parte de la sociedad,
es muy evidente.
Digamos, un juez que se precie de tal respeta a su gente. Nosotros siempre
decimos que si no hay justicia con quienes trabajan en la Justicia, qué pueden esperar el
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resto de los argentinos. Porque uno no se separa, no le va a pegar a la mujer en la casa y
después ser un buen samaritano. Creo que hay una coherencia general en la actitud de
los seres humanos.
Nosotros lo vivimos así en ese momento y hemos denunciado casos
extremos. En algunos casos hemos conseguido que separen a fiscales por acoso pero
jamás lo conseguimos con un juez pese a las probanzas obrantes en las actuaciones . El
ministerio público fiscal sancionó un fiscal y lo separó por violencia laboral.
La mayoría de las denuncias tremendas, los relatos de las víctimas -que
están por un trabajo, no son masoquistas- fueron desestimadas. El mecanismo de control
de idoneidad de los jueces tampoco en la anterior constitución del Consejo de la
Magistratura funcionó en forma óptima.
La señora diputada Rodríguez no me deja mentir porque fue una de las que
iba al frente en estas cuestiones. No exagero ni una coma en ese aspecto y en los
problemas e inconvenientes que se tenían para avanzar con una denuncia de este tipo.
LA REFORMA DEL CONSEJO DE 2007. SIGUE FALTANDO DEBATE
Entonces cuando se dio la reforma del Consejo de la Magistratura, que se
anunció en el 2007 –yo tengo que ser absolutamente sincero-, estaba en total acuerdo
con el diagnóstico que hacía por entonces la senadora Cristina Fernández de Kirchner
porque decía todas estas cosas, a lo mejor con falta de algunas precisiones que si
hubiéramos hablado con ella, las hubiera tenido.
Nosotros descreíamos que cambiando la conformación cambiaría el
contenido. Hay que dar un debate de para qué está el Consejo de la Magistratura y recién
después en la composición se define la cuestión.
Puedo decir que como no estaba la discusión previa, si bien el diagnóstico
era excelente porque retrataba lo que fue el Consejo en sus primeros ocho años, los
cambios tampoco fueron de por sí significativos.
Hubo un momento en el que lo que fue pasando en la vida nacional se fue
retratando en el Poder Judicial. Les doy un ejemplo, había declaraciones de legisladores
opositores, hace uno o dos años, que acusaban al gobierno de manipular la Justicia, de
querer digitar los concursos o de proteger a los jueces. Y ellos mismos eran
representantes de jueces y diputados y senadores de la oposición en el Consejo. Fíjense
qué paradoja –no entendíamos nada-, el día en que el Poder Ejecutivo cambió a su
representante, es decir a la secretaria de Justicia, que era la responsable de que el Poder
Ejecutivo hiciera todo lo que la oposición decía, los miembros del Consejo que
pertenecían a la oposición y los jueces le hicieron un acto de desagravio.
Entonces yo, como cualquier argentino quedé absolutamente confundido.
Ahora que se va, tendrían que haber aplaudido y ver quién viene en lugar de ella; no, le
hicieron un desagravio.
Me parecen que cuando se politizan herramientas que no tienen un objeto
más allá de “ser seleccionado”, no tienen sentido como justicia y ello porque no tenemos
claro qué Justicia queremos.
Si queremos una justicia –como dice la Constitución- que garantice los derechos de todos
los argentinos o, seguimos con el modelo histórico implementado y profundizado a partir
de la dictadura militar que implica que la justicia tiene que servir a los intereses de los
poderosos.
También debemos mencionar a los proyectos del Banco Mundial que
estaban en el ALCA y que nos fuera impuesto desde afuera. Es decir, garantizar la libre
circulación de los capitales especulativos financieros. Ese es el error de los poderes
judiciales nacionales, no sólo para la Argentina sino para todos los países vecinos.
Evidentemente, allí hay dos modelos de justicia. Me parece que antes de
definir una herramienta para perfeccionar tenemos que tener un perfil de jueces, o sea,
saber qué justicia queremos. Me parece que esta discusión llega desde la coyuntura y sin
ningún tipo de debate de fondo.
OTRO EJEMPLO DE CÓMO ACTÚA LA CORPORACIÓN CUANDO SE VE
AMENAZADO UNO DE SUS MIEMBROS
En el tema de los jueces siempre funcionó una especie de sociedad secreta
protectora de esos jueces que se ponía en funcionamiento cada vez que un magistrado
era acusado, salvo algún caso concreto como el de Marquevich o Liporace que fueron
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abandonados al igual que otros jueces a la buena de Dios porque no eran funcionales al
poder.
Voy a contar un caso puntual agregando que en ese momento la diputada
Marcela Rodríguez era parte del Consejo.
Nosotros tuvimos una denuncia tremenda. En estos temas tuvimos que ir
contra jueces que fueron nombrados por gobiernos justicialistas en el interior del país, ya
sean peronistas o radicales. No estoy haciendo una diferencia ideológica. Eran malos
jueces.
Había un juez en el norte de la provincia de Santa Fe cuyo apellido era Faris.
Para el pueblo de Reconquista y zona de influencia era catalogado como Satán el Diablo.
La gente tenía miedo. Llegamos nosotros y como no nos conocía nadie no tuvimos tiempo
de tener miedo. Fueron años de mucho trabajo y no lo podíamos voltear. Lo menos que
tenía era acoso laboral. Manejaba la droga, el contrabando y todo estaba demostrado. Y
no avanzábamos. ¿Saben qué nos salvó? Un policía honesto. Este policía agarra un
contrabando de droga cerca de la jurisdicción; lo sigue, lo detiene. El tipo en la declaración
dice “estoy hasta la mierda, estoy cagado”. El tipo quería decir que él manejaba y que le
habían pagado. Pero el policía honesto se negaba a desdecirse. Y estaba toda armada la
liberación del narcotraficante. ¿Qué hicieron? Mandaron a llamar al abogado porque
estaba todo previsto. Pero, antes tenía que desaparecer la declaración y, como no se
rectificaba, le pegaron un tiro. Lo hicieron suicidar. Se suicidó al revés. Debe estar
pensando en el cielo cómo hizo. Lo mataron y lo hicieron pasar como un suicidio. Fue tal
el escándalo que salió en los diarios nacionales. Eso era indefendible. Cabe mencionar
que el presidente del Consejo de la Magistratura estaba anotado como testigo de parte.
Me refiero al doctor Cabral.
Cuando pasó esto, desistió, y dijo que no iba a declarar como testigo. Esta
es la Justicia. No estamos exagerando nada. Podríamos hablar horas y horas.
APORTES PUNTUALES A LA ACTUAL REFORMA EN DEBATE
Ahora se está discutiendo la reforma del Consejo de la Magistratura. En este
sentido quiero decir algunas cosas fundamentales.
INTEGRACIÒN
No sé si el Congreso va a dar para discutir la Justicia que queremos los
argentinos. Tendría que ser el principio del debate. Pero me parece que para la
integración, habrá que respetar la interpretación de lo que dice la Constitución.
PARTICIPACIÓN DE LOS TRABAJADORES
Por otro lado veo como un sinsentido que los trabajadores no tengamos
participación en el Consejo.
Algunas justicias provinciales, sabiamente, tienen incorporada la figura del
representante de los trabajadores. Acá está el señor diputado Pais que no me deja mentir
ya que Chubut es una de esa provincias y me parece que con buen éxito.
PLAZOS PARA EL CONCURSO: “LOS TIEMPOS DE LA ROSCA”
No me voy a extender en el tema de la integración pero creo que hay dos
cuestiones que son fundamentales.
Por un lado lo que dijo la gente del INECIP en cuanto a que hay que acortar
los tiempos de los concursos porque llevan mucho tiempo.
Estoy de acuerdo, llevan mucho tiempo. En el Congreso lo saben más que
nadie -no se van a pisar el poncho-, porque unos son los tiempos del concurso y otros los
tiempos de la rosca. Es decir, subimos a tal, bajamos a tal, paramos el concurso.
Hablemos claro ¿no? Si no estamos todos de vestales y la realidad marca otra cuestión.
Entonces, por más que cambiemos los tiempos, vamos a tener esas
conductas que son las que realmente han enrarecido al Consejo en toda su vigencia; eso
no es de ahora.
Si hacemos una caracterización, con pequeños matices, este Consejo
funcionó mejor que los anteriores, pero muy tibiamente. Algo que reconozco con dolor.
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EVALUACIÓN DE LOS JUECES. PERMANENTE
Entonces, la selección es fundamental. Por otro lado, he visto en un proyecto
que se habla de la evaluación de los jueces. Eso me parece fundamental. Nosotros como
organización gremial siempre dijimos que no sólo es importante la designación de los
jueces sino el control del accionar de los mismos. Porque uno puede equivocarse o no en
la designación, pero si hay control rápidamente surge si un juez no está respetando los
cánones del mandato dado por la sociedad para cumplir la función establecida por la
Constitución Nacional.
Si acá hay mucha gente de la Justicia, saben que desgraciadamente muchos
hombres y mujeres del derecho, cuando son designados jueces dicen “llegué”, y dejan de
estudiar. Viajan a congresos para hacer creer que estudian, pero van de vacaciones. Esta
es la cruda realidad. Y digo esto exceptuando a los que realmente se toman en serio la
función y siguen trabajando y perfeccionándose. Ellos son el orgullo y la esperanza de la
visión que uno tiene de la Justicia.
Pero si no hay un sistema de contralor ¿cómo diferenciamos al juez que
hace honor al mandato constitucional que le dio el conjunto del pueblo argentino del que lo
toma como un punto de llegada personal?
En muchos concursos, cuando se les pregunta a los jueces qué sienten o
por qué se postulan para ese cargo, dicen que es por una realización personal. A mí esto
me preocupa, porque cuando una persona llega a la judicatura como un objetivo personal,
el objetivo pasa por sí mismo. Yo creo a la magistratura se llega para cumplir una función
de tremenda importancia social y política, que es hacer respetar la Constitución Nacional.
No es un objetivo personal.
Yo no estoy en el Consejo de la Magistratura, pero al que dice que esto es
cumplir “un objetivo personal” lo pondría último en la fila, porque realmente mañana su
objetivo personal puede pasar por otro lado, como ha ocurrido por ejemplo con el tema del
“corralito”; hay muchos que tienen propiedades a las que les han puesto de nombre
“Amparito”. (Risas.) No vamos a hacer nombres ni nada, porque no es el espacio, pero
nosotros somos de decir las cosas por su nombre.
Porque es un objetivo de realización personal, y ahí termina ese tema. Creo
que así se nubla todo lo que nosotros podemos hablar con grandes palabras y grandes
objetivos, desde la visión de un sistema democrático.
Por eso, es fundamental el tema de la evaluación permanente, cíclica o
temporal de los jueces, y no hablemos del equilibrio psicofísico o psicológico de los
jueces, porque eso lo sufrimos. Ahí está una de las madres de la violencia laboral. Pero
también tiene un justificativo. En muchos casos es la falta de vocación. Está demostrado
en términos sanitarios que la tarea judicial, para quien se la toma en serio, es
absolutamente estresante. Entonces, quien no tiene vocación ni le pone un sentido o un
contenido a esa función de resolver solo un conflicto entre partes, está demostrado que
sufre un estrés muy importante. En cambio, al que lo llaman por teléfono y le dicen “fallá
tal cosa y mañana te saco en el diario”, ese no tiene problemas porque ni siquiera pensó
la sentencia.
Entonces, una persona puede estar preparada hoy para una función y dentro
de cinco años su equilibrio psicofísico ya no le permite desempeñarla, porque los seres
humanos no somos máquinas. Todos somos distintos y reaccionamos de manera distinta
ante las mismas circunstancias.
Por lo tanto, la cuestión de la evaluación tiene que ver con el requisito de
idoneidad que establece la Constitución Nacional. La idoneidad no es de hoy y para
siempre. La idoneidad hay que ir demostrándola. Me parece que no se pone en duda la
función del juez, pero tiene que revalidar esa idoneidad porque hay un montón de
circunstancias que pueden modificar la situación. En una empresa, a una persona la
echan al cuerno y nadie se preocupa. Pero ¿en la Justicia qué pasa? Tienen que preverse
los mecanismos. Me parece que ese es un elemento fundamental a tener en cuenta.
EL VALOR DEL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA DISCIPLINARIO
En la Comisión de Disciplina y Acusación, donde también está el contralor,
pasa lo mismo. Es evidente que si las acciones de contralor y de disciplina funcionan, pero
no como una máquina de archivar expedientes –lo que normalmente pasa en el Consejo-,
un juez se va a sentir controlado, y si es tomado en falta, se da cuenta de que ser juez de
la Nación no es cualquier cosa. Entonces, se va a cuidar más y necesariamente en
muchos casos se evitará llegar a la situación de acusación y de separación de su cargo.
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JURADOS EXTRA CÁMARA
Podría hablar muchísimo más sobre este tema, pero para ir redondeando,
me parece que uno de los puntos fundamentales es el de la transparencia en la
designación. Eso siempre tiene que estar asegurado, y hoy no lo está. Aunque ha
mejorado, todavía falta. Antes daban los exámenes, pero hoy se hace en muchos casos a
través de los jurados. Si nosotros vemos los concursos en determinados fueros, son los
jurados. Y en muchos jurados son las Cámaras: la misma Cámara a la que va a ir el juez
actúa como jurado. Eso genera las “roscas”, porque yo, camarista, designo a la gente y
me debe el cargo a mí, porque le pongo el puntaje. Esto tendría que ser al revés; tendría
que ser un juez de cualquier Cámara, menos de la que se concursa, porque
evidentemente esto es lo que pasa, y así se rompe la figura del juez como un sujeto de
decisión autónoma, que será de primera o de segunda instancia de acuerdo con el cargo
que ocupa. Pero la universalidad de la función del juez no está definida por el rango ni la
instancia en que se encuentra.
PORCENTAJE DE MAGISTRADOS EXTRA PODER JUDICIAL. OXIGENACIÓN
Otro tema que me parece importante -lo vi en uno de los proyectos o lo
escuché en una declaración- es que tiene que haber un porcentaje que garantice que
sean ajenos a la función judicial. Con esto me puedo ganar la rechifla de algunos
secretarios, pero está demostrado que oxigena.
Hay que promover que los buenos abogados se presenten a concursar para
jueces. Pero tendría que estar como tantas acciones que este Congreso ha tomado en
materia de promoción –como los cupos para la mujer, como los cupos para los sindicatos
y todas la maneras de promoción-, para oxigenar a la Justicia.
A esto ya se refería el doctor Zaffaroni con la vuelta a la democracia y decía
que este era el sistema que imperaba en Italia. En Italia un cupo era de la misma Justicia
y otro porcentaje estaba garantizado que venía de la calle.
Estos son los puntos principales a los cuales me quería referir, pero me
parece que todo debate sobre la Justicia es importante en la Argentina y lo tenemos que
hacer con grandeza, con sentido de la política y con sentido de que la Justicia es la
garantía que tenemos todos los argentinos. No la Justicia que tenemos, sino la Justicia
como tendría que funcionar, y como esperamos que funcione en un plazo no muy lejano.
(Aplausos.)
Sr. Presidente (Gil Lavedra).- Muchas gracias por su presencia. Lo despedimos con este
aplauso y damos por finalizada la reunión.
- Es la hora 18 y 31.