El positivismo ha influenciado la educación en América Latina al institucionalizarla y colocarla al servicio de los regímenes imperantes. Aunque promovió el conocimiento científico, también indujo una mentalidad cerrada y acrítica. El positivismo continúa vigente en la sociedad globalizada actual y ha contribuido a modelos neoliberales y de globalización. Se necesita repensar el positivismo para abordar los problemas educativos en contextos cada vez más complejos.