2. Durante más de 500 años y aún en la época de
los viajes espaciales y del calentamiento global, en
muchas partes de México se sigue escuchando el
eco de un lamento. Una mujer vaga en medio de la
noche, entre los terrenos baldíos, entre callejones
con muros de tezontle o cantera, lamentando la
muerte de sus hijos. Vestida de blanco, con sus
cabellos sueltos, esta mujer aún estremece a niños
y ancianos, desde el Bajío y hasta en el sureste
de México. Es la Llorona.
3. Esta antigua leyenda es la que todo niño
mexicano sabe por boca de su abuelo o por la de
algún compañero de la escuela que ha querido
jugarle alguna broma. Y hasta una canción al
estilo de rock’n roll refleja la manera en que
seguimos conviviendo con esta mítica mujer.
4. Esta antigua leyenda es la que todo niño
mexicano sabe por boca de su abuelo o
por la de algún compañero de la escuela
que ha querido jugarle alguna broma. Y
hasta una canción al estilo de rock’n roll
refleja la manera en que seguimos
conviviendo con esta mítica mujer.
5. La llorona es mucho más que un fantasma o una
aparecida. No tiene nada qué ver con mujeres
horribles de ojos sangrantes y dientes afilados.
No es un ente paranormal ni una loca que inspiró
una historia. La llorona es una mujer sin rostro
ni edad, compendio de muchos símbolos y
deidades prehispánicas. Es una mujer condenada
y, al mismo tiempo, es diosa portadora de un
mensaje funesto.
6. En “Visión de los vencidos”, libro escrito por
Ángel María Garibay, se recogen los presagios
que los mexicas, el imperio del México
prehispánico, recibieron de sus dioses antes de
la llegada de los españoles. Uno de estos
presagios hace referencia a una mujer, la
Cihuacóatl o mujer serpiente, que vagaba entre
las amplias calles de la Gran Tenochtitlan
gimiendo y lamentándose: “¡Mis muy queridos
hijos, ya llega nuestra partida, ya estamos a
punto de perdernos! ¡Oh, hijos míos!, ¿a dónde
os llevaré?”
7. Curiosamente, con la conquista de los
españoles, el eco de la Cihuacóatl se dispersó y
en cada región se fusionó con la imagen de
varias deidades femeninas: Auicanime "la
necesitada, la sedienta", diosa del hambre de los
tarascos de Michoacán; Xtabai, diosa del suicidio
según los mayas de la Península de Yucatán;
Xonaxi Queculla,"la señora de la red de
carne", deidad de la muerte, del inframundo y
de la lujuria entre los zapotecos, en Oaxaca
8. Y por supuesto, surgió también la versión
“colonial”, la de una hermosa y joven mujer
que, rechazada por el hombre que amaba, ahogó
a sus hijos y luego se suicidó. Al llegar a las
puertas del cielo, Dios le preguntó por sus
criaturas y ella contestó: “No lo sé, mi
Señor”, así que se el envió de regreso para que
los buscara.
9. Y así pasó la pobre mujer los siglos de la
Colonia, los años de Independencia y la
Revolución, buscando a sus hijos entre los rieles
de los trenes, entre las ramas de los
árboles, debajo de los puentes, en las ruinas de
las haciendas... La escritora mexicana Carmen
Toscano describió en “La Llorona” (1959) cómo
estremecía a los habitantes de la Nueva España:
10. “- Dicen que su grito más doliente lo lanza al llegar a la Plaza
Mayor, que allí se arrodilla… y, vuelta hacia donde estaban los
viejos teocalis de los indios, besa el suelo y clama con angustia, y
llena todo de aflicción.
- Cuentan que amó intensamente…
- Que fue abandonada…
- Que cometió un horrible crimen…
- Que hizo correr la sangre de los suyos…
- De todos modos, habrá sufrido mucho, pobre mujer… ¿por qué no
puede descansar aún?”