1. El espíritu Crítico Ilustrado en Foucault: un comentario al pensamiento
conservador posmoderno.
Francisco Javier Osorio Adame 113133
“…se ve claramente que, tan pronto como desaparece la propia idea de
alternativa a la configuración existente del poder, lo que desaparece con ella es
la propia posibilidad de una forma legítima de expresión de las resistencias que
se alzan contra las relaciones de poder dominantes. El status quo queda
naturalizado y transformado en el modo en que <realmente son las cosas>.”
Chantal Mouffe en La Paradoja democrática
Introducción
La posmodernidad enmarca este comentario. Lo que puede ser leído como un intento
teórico ilustrado (el foucaultiano) será el motivo para esbozar una crítica a la actitud
conservadora antifundacionista (la rortyana). Éste comentario, nutrido por el modelo de
pensamiento de Michael Foucault y por los trabajos de Richard Rorty, es un intento por
unir y desunir etiquetas: es una crítica desde la posmodernidad hacia la posmodernidad.
Es una acotación que intentará conectar aparentes opuestos y separar aparentes iguales.
Los proyectos ilustrados, de corte kantiano, y el pensamiento catalogado como
post-estructuralista comparten una visión crítica de la realidad. Ésta actitud crítica,
quizás comprendida de modo distinto en cada discurso, es una disposición a dudar y
cuestionar el status quo.
1
2. El trabajo de Michael Foucault, que puede catalogarse como crítico en la media en que
“pone en duda” incluso nuestros saberes más seguros, es un esfuerzo por pensar más
profundamente. Es la crítica puesta en práctica. Es la reflexión íntima de nuestra
condición social sin aspirar a los aparatos trascendentes ilustrados. Es criticar sin afán de
control futuro.
El espíritu crítico ilustrado, quizás presente en Foucault, será el pretexto para
comentar el pensamiento pragmático-conservador. Este último, en voz de Richard Rorty,
quizás temeroso por el empleo de argumentos fundacionistas, termina cayendo en el
terreno de la “complacencia” de lo socialmente dado. El pensamiento de Foucault es justo
una respuesta a esa complacencia. Es una invitación a desentrañar lo aparentemente
consensuado.
La estructura del planteamiento es como sigue: una breve discusión sobre la
semilla ilustrada en Foucault, continuando con la exposición sobre aquello que llamo
carácter crítico en el autor francés, enlazando con la presentación del pragmatismo
rortyano y finalizando con un contraste propositivo respecto a los dos modelos teóricos
estudiados.
¿Es Foucault un ilustrado?
Para acercarnos a una caracterización del pensamiento foucaultiano, tal y como se
ha propuesto, es evidente que debemos nombrar a lo ilustrado. Para ello, haré alusión a
tres fuentes fundamentales: la exposición de Immanuel Kant titulada ¿Qué es la
ilustración? ; los fragmentos filosóficos de Max Horkheimer y Theodor Adorno
Dialéctica de la ilustración ; y ¿Qué es la ilustración? de Michael Foucault.
2
3. La respuesta kantiana a la pregunta, que después Foucault analizaría en un texto
con el mismo nombre, nos brinda un acercamiento certero:
La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La
incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de
otro. […] ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la
ilustración.1
Su definición es emancipatoria: es una invitación a dudar, cuestionar y liberarse de los
dogmas, de lo incuestionable, de lo socialmente aceptado.
Foucault, en la misma temática kantiana, propone ver a la ilustración como una actitud
mas que como una época:
Teniendo como referencia el texto de Kant, me pregunto si no se puede considerar
la modernidad como una actitud más que como un periodo de la historia. Y por
actitud quiero decir un modo de actitud con respecto a la actualidad; una elección
voluntaria que hacen algunos; en fin, una manera de pensar y de sentir , una
manera también de actuar y de conducirse que, simultáneamente, marca una
pertenencia y se presenta como una tarea.2
El comentario de Foucault es una puerta para lo que se propone en esta
observación. El mismo autor se reconoce como kantiano en ese sentido. Foucault es un
1 Immanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración? en Filosofía de la Historia, Fondo de cultura
Económica, México, 1941.,pp 25
2 Michael Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, versión electrónica de la Revista de Filosofía,
1993 no. 7, pp 11
3
4. ilustrado en la medida en la que asume la actitud crítica, el espíritu desafiante y la
pretensión revolucionaria que caracteriza, siguiendo a Kant, a la Ilustración.
Ahora bien, considero que sería casi un disparate afirmar, sin más aclaración, que
Foucault es un ilustrado( en todo el sentido de la palabra). Pienso que hay por lo menos
dos características más que definen a la Ilustración. En palabras de Horkheimer y
Adorno:
La ilustración, en el más amplio sentido de pensamiento en continuo progreso, ha
perseguido desde siempre el objetivo de liberar a los hombres del miedo y
construirlos en señores.3
Éste fragmento ilustra el segundo carácter ilustrado: el del dominio de lo natural.
Convertir al hombre en “señor” muestra la pretensión moderna de configurar al hombre
como poseedor único de aquel código inteligible que le permite controlar su entorno. Es
decir, “lo que los hombres quieren aprender de la naturaleza es servirse de ella para
dominarla por completo, a ella y a los hombres”.4
Pero éste no es el único matiz que se tiene que comentar. La ilustración, a gran
diferencia de Foucault, tiene pretensiones fuertemente universalistas. Los análisis
llamados ilustrados, como el de Kant, tienen una meta trascendente. Sus aspiraciones son
las de fundar, encontrar Verdades humanas y meta-narrar lo social.
3 Max Horkheimer y Theodor Adorno, Concepto de Ilustración en Dialéctica de la Ilustración
,Edit. Trotta 2009, pp. 59
4 Ibid, pp 60
4
5. El trabajo de Foucault es contrario a esta última cualidad ilustrada:
La crítica va a ejercerse no ya en la búsqueda de las estructuras formales que
tienen valor universal , sino como investigación histórica a través de los
acontecimientos que nos han llevado a constituirnos y a reconocernos como
sujetos de lo que hacemos, pensamos, decimos. En ese sentido, esta crítica no es
trascendental , y no tiene como fin hacer posible una metafísica: es genealógica en
su finalidad y arqueológica en su método.5
Resumiendo podemos diferencias tres características fundamentales de lo ilustrado:
a)Su carácter crítico, visto como una actitud ante la realidad social, y emancipatorio de lo
aparentemente consensuado y dado.
b) Su pretensión de dominio sobre la naturaleza, vista como el paso que liberará al
hombre del miedo.
c) La aspiración universal, trascendente y fundacionista de proyectos completos,
acabados y constituyentes.
Esclareciendo este triple carácter, podemos afirmar que Michael Foucault es ilustrado
sólo en la medida en que comparte una de las tres características esbozadas ( su espíritu
eminentemente crítico); más se aparta de la etiqueta en la medida en que se reconoce
como antifundacionista e historicista.
5 Michael Foucault, ¿Qué es la Ilustración?,pp 15
5
6. Foucault, el crítico
La actitud crítica es fundamental en el trabajo de Foucault. Es una disposición
intelectual que dirige su búsqueda genealógica. Ésta aspiración, rastreada en Kant, tiene
como propósito el de dudar incluso de lo más unánimemente aceptado en sociedad. Éste
espíritu es el torrente que empuja el trabajo de desentrañamiento hecho por el autor sobre
las distintas relaciones de poder.
En ¿Qué es la Crítica?, texto que antecede a ¿Qué es la Ilustración?, Foucault
analiza las principales características de la actitud crítica. Los “tres anclajes” históricos
que encuentra en su análisis se pueden resumir del siguiente modo:
a) El origen bíblico. La Crítica tiene un elemento eminentemente escéptico. La
duda primera sobre lo que está dicho en las escrituras ( lo que en verdad dice o no) es
catalizadora importante de toda una actitud que cuestiona lo religioso.
b) La legitimación política. La disposición a cuestionar el status quo tiene su
origen en la duda misma por la legitimación de lo que nos gobierna. La pregunta ¿por
qué obedecer? es el germen de la crítica de lo político.
c) Cuestionamiento de lo Verdadero. Preguntarse por la autoridad que emite y
acepta lo Verdadero es actuar críticamente. No aceptar como dado lo Real, lo Cierto, lo
Mejor; es emprender un ejercicio de duda constante hacia las certezas “unánimes”.
6
7. Las palabras del mismo Foucault respecto a una conceptualización de la crítica
son muy claras:
Pero sobre todo, vemos que el foco de la crítica es esencialmente el haz de
relaciones que anuda el uno a la otra, o el uno a los otros dos, el poder, la verdad y
el sujeto. […] yo diría que la crítica es el movimiento por el cual el sujeto se
atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder, y al
poder acerca de sus discursos de verdad; pues bien, la crítica será el arte de la
inservidumbre voluntaria, el de la indocilidad reflexiva .6
Ésta actitud, asumida plenamente por Foucault, servirá como contraste al trabajo teórico
de autores como Richard Rorty. A continuación se esbozará, muy generalmente, lo que
denomino pensamiento “conservador posmoderno”.
El pensamiento conservador de Rorty
Richard Rorty es, sin duda, uno de los teóricos políticos más controversiales de los
últimos tiempos. Sumamente criticado por algunos, seguido y analizado por otros; Rorty
es un posmoderno que habemos de leer con detenimiento.
Catalogo como pensamiento conservador, a diferencia de otras acepciones y
sentidos que podría tener la palabra, a aquel planteamiento que toma como dada la
realidad social y , más allá de ello, la acepta. En términos de Rorty (y siguiendo a
Michael Walzer) sólo hay una labor de “reinterpretación” de lo social. Es decir, el
6 Michael Foucault, ¿Qué es la Crítica?, Versión electrónica de la Revista de Filosofía No. 11,
1995, pp 8
7
8. espíritu crítico más íntimo de la teoría política es sustituido por una labor de
“redescripción.”
Éste pragmatismo antifundacionista tiene su origen, me parece, en los distintos aportes
teóricos post-kantianos: desde Nietzsche, pasando por Sartre y Wittgenstein, hasta
Heidegger y Derrida. La convergencia de éstos autores, incluido Foucault y Rorty, reside
en lo que Jean-François Lyotard denomina “una incredulidad por las metanarrativas”.
Richard Rorty es un posmoderno optimista. Realiza el trabajo de “reformulación
del léxico” siempre con una utopía en mente. Al reconocerse como un liberal ironista
acepta los valores liberal-democráticos contemporáneos como los ideales a alcanzar. Su
utopía, que admite como principio primordial la disminución de la crueldad, no tiene
mayor fundamento que el deseo sentimental. Rorty no formula grandes aparatos
racionales; su temor, compartido por los autores que han “asaltado a la razón ilustrada”,
le impide crear, inventar y construir.7
La propuesta del filósofo norteamericano consiste, olvidándose de nociones
universales de lo Verdadero, en renombrar la realidad. En volver a nombrar su contexto
social. Su entorno, el de una democracia rica industrializada, ejemplifica el prototipo de
lo que considera el mejor régimen disponible.
7 Me refiero en un sentido estrictamente racional‐fundador. Claro que Rorty es un autor que
ve, sobretodo, en la imaginación y la creatividad cualidades primordiales del ironista.
8
9. Su apuesta bien se puede resumir así:
En mi utopía liberal esa sustitución sería objeto de un reconocimiento del que aun
carece. Ese reconocimiento sería parte de un giro global en contra de la teoría y
hacia la narrativa. Ese giro sería un símbolo de nuestra renuncia al intento de
reunir todos los aspectos de nuestra vida en una visión única, de redescribirlos
mediante un léxico único.8
Nombro al pensamiento de Rorty “positivo-conservador”, como quizás se le haya
adjetivado ya, por consecuencia lógica. A la hora de cuestionar los horizontes negativos
de la teoría, éste tipo de autores se ven “condenados” a recibir su realidad social
(positiva) y actuar en términos de Michael Walzer como profetas que día a día
interpretan su entorno.
Foucault y Rorty: dos posmodernos, un crítico.
No cabe duda que Rorty se suscribe al relato posmoderno. Foucault, siguiendo la
definición parafraseada de Lyotard, se puede etiquetar como posmoderno en la medida en
que se constituye como un pensador escéptico de todo meta-sistema. Sin embargo, es
evidente que ambos filósofos no pueden entrar, sin más aclaración, en la misma
clasificación. Es claro que el trabajo de los dos autores tiene grandes divergencias.
Básicamente el pensamiento de Foucault, como se ha mostrado, es crítico. Es
crítico en la medida en que desafía su actualidad. Cuestiona, reflexiona, intenta ver más a
fondo el “consenso” en el que ha nacido. El trabajo de Rorty, por otro lado, carece de este
8 Richard Rorty, Contingencia, Ironía y solidaridad, Editorial Paidos 1991, pp 18
9
10. elemento crítico. Su actitud, tildada por algunos como “autocomplaciente”, acepta el
consenso que observa. Su compromiso liberal lo lleva a no dudar del proceder de lo
socialmente evidente ( a saber: cierto compromiso con el consenso y con los valores
burgueses; cierta noción, quizás sesgada para algunos, de un nosotros liberal).
Comentarios a Rorty: ¿por qué ser un pensador crítico?
Mis coincidencias con el pensamiento rortyano son múltiples. Su trabajo
filosófico, quizás paradójicamente, es resistente y bien entrenado ante potenciales
críticas. Lo alegado en este comentario son las implicaciones políticas de la aportación
teórica global del pensador liberal.
Coincido con Rorty, por ejemplo, cuando dice:
Para el ironista liberal no hay respuesta alguna a la pregunta <<¿Por qué no ser
cruel?>>, ni hay ningún apoyo teórico que no sea circular de la creencia de que le
crueldad es horrible.9
Mi reacción a su trabajo es sencilla: ¿Por qué , si el consenso y la ausencia de
crueldad son fundamentales en su defensa de la democracia liberal, no reflexionar más a
fondo sobre los consensos mismos?
Me explico: el consenso, igual que en muchos otros autores como John Rawls, es nodal
en el planteamiento del ironista; ¿ por qué no, entonces, analizar siquiera la “legitimidad”
del mismo? o, con una postura más radical, cuestionar su propia posibilidad (por ejemplo
9 Richard Rorty, Contingencia ,Ironía y Solidaridad, pp 17
10
11. preguntarse si ¿ No es éste una imposición disfrazada por un conjunto de relaciones de
poder “ocultas”?).
Considero que el tipo de interrogantes esbozadas son consecuencia de un espíritu
crítico, foucaultiano, que se atreve a pensar a fondo lo socialmente dado: a reflexionar en
serio la posibilidad de que nuestro paraíso democrático no sea mas que una ilusión
construida.
Conclusión
Mi comentario es una exhortación al espíritu crítico de Foucault. Es una
sugerencia, vistos los problemas teóricos de los no-críticos, a asumir una actitud
intelectual crítica. No es, por supuesto, una invitación a retornar los grandes proyectos
ilustrados. Es una acotación que permite, partiendo de las formulaciones posmodernas
foucaultianas, ser un cítrico no-ilustrado. Es aspirar a ejercicios de reflexión profunda,
cuestionantes de la actualidad, que no pretendan fundar, dominar o meta-narrar nuestro
entorno.
La crítica al pensamiento rortyano no es, ni por un poco, un desacredito global al
trabajo del pensador. Tampoco es un ataque a la sustancia democrática-liberal de su
pensamiento. Sólo es una advertencia. Una advertencia que apareció a propósito de la
actitud foucaultiana y a partir de las consecuencias de sus estudios sobre el poder. Es una
invitación a detenernos un poco. A cuestionarnos, quizás por el ejercicio mismo, el estado
actual de las cosas: a evitar caer en la naturalización y plena aceptación de lo socialmente
dado.
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12. Referencias Bibliográficas
1.‐Immanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración? en Filosofía de la Historia, Fondo de cultura
Económica, México, 1941.
2.‐ Michael Foucault, ¿Qué es la Ilustración?, versión electrónica de la Revista de Filosofía
No.7, 1993.
3.‐ Michael Foucault, ¿Qué es la Crítica?, Versión electrónica de la Revista de Filosofía No. 11,
1995.
4.‐ Max Horkheimer y Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración ,Edit. Trotta 2009.
5.‐ Richard Rorty, Contingencia, Ironía y solidaridad, Editorial Paidos 1991.
6.‐ Chantal Mouffe, La paradoja democrática, Editorial Gedisa 2003.
7.‐ Jean‐François Lyotard, La Posmodernidad, Editorial Gedisa 1994.
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