El documento describe las diferencias entre el hombre carnal y el espiritual. El hombre carnal se rige por sus pasiones y deseos del cuerpo, mientras que el hombre espiritual se rige por el Espíritu de Dios y produce frutos como el amor, la paz y la bondad. También contrasta las obras de la carne como la envidia y la discordia con los frutos del Espíritu. Finalmente, explica que si vivimos según el Espíritu produciremos vida eterna, mientras que si vivimos según la carne solo recogeremos cor
1. El hombre carnal y el espiritual, y sus virtudes o valores
Porque bien sabemos que la ley es espiritual: pero yo por mí soy
carnal, vendido para ser esclavo y estar continuamente errando.
Por lo que yo mismo no apruebo lo que hago: pues no hago el bien
que amo, sino antes el mal que aborrezco, ése lo hago.
Mas por lo mismo que hago lo que no amo, reconozco la ley como
buena. Y en este lance no tanto soy yo el que obra aquello, cuanto
el errar o equivocarse es concupiscencia que habita en mí.
Qué bien conozco que nada de bueno hay en mí, quiero decir en mi
persona. Pues aunque hallo en mí la voluntad para hacer el bien:
no hallo cómo cumplirla. Por cuanto no hago el bien que quiero;
antes bien hago el mal que no quiero.
Y así es que, cuando yo quiero hacer el bien, me encuentro con una
ley o inclinación contraria porque el mal está pegado a mí. De aquí
que me complazco en la ley de Dios según el hombre interior; mas
al mismo tiempo echo de ver otra ley en mis miembros, la cual
resiste a la ley de mi espíritu, y me sojuzga a la ley del pecado, que
está en los miembros de mi cuerpo (Romanos, capítulo 7, versículo
14 a, 23).
2. Porque los que viven según los deseos u pasiones del cuerpo, se
saborean con las cosas que son del cuerpo. Sin embargo, quienes
viven según el espíritu, gustan de las cosas o actividades que son
del espíritu. La sabiduría o prudencia del cuerpo es la muerte; en
lugar de que la sabiduría de las cosas del espíritu, es vida y paz
(romanos capítulo 8, versículo 5 y 6).
Siendo cierto que los que se rigen por el Espíritu de Dios, ésos son
hijos de Dios. Mientras que quienes se dejan llevar por las pasiones
y deseos del cuerpo necesitan establecer valores o cultivar virtudes.
Así las criaturas todas están aguardando con grande ansia la
manifestación de los hijos de Dios. Porque se ven sujetas a la
vanidad o mudanza no de grado, sino por causa de aquel que les
puso tal sujeción; con la esperanza de que sean también ellas
mismas libertadas de esa servidumbre a la corrupción, para
participar de la libertad y gloria de los hijos de Dios.
Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que
usa de misericordia. De donde se sigue que con quien usa de
misericordia, y endurece o abandona en su pecado al que quiere.
Según está escrito. Les ha dado Dios hasta hoy día en castigo de su
rebeldía, un espíritu de estupidez y contumacia: ojos para no ver, y
oídos para no oír.
3. El hecho es que Dios permitió que todas las gentes quedasen
envueltas en la incredulidad, para ejercitar su misericordia con
todos.
El amor sea sin fingimiento. Tened horror al mal, y aplicaos
perennemente al bien; amándonos recíprocamente con ternura y
caridad fraternal; procurando anticiparos unos a otros en la señales
de honor y de deferencia.
Bendecid a los que os persiguen; bendecidlos, y no los maldigáis. A
nadie volváis mal por mal; procurando obrar bien no sólo delante
de Dios, sino también delante de todos los hombres. Vivid en paz, si
se puede, y cuanto esté de vuestra parte, con todos los hombres.
No os venguéis vosotros mismos, queridos míos, sino dad lugar que
se pase la cólera; pues está escrito: A Dios le toca la venganza; y el
hará justicia, dice el Señor.
Antes bien si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer, si tiene
sed, dale de beber, que con hacer eso, amontonarás ascuas
encendidas sobre su cabeza.
No te dejes vencer del mal o del deseo de venganza, mas procura
vencer el mal con el bien o a fuerza de beneficios. Toda persona
esté sujeta a las potestades superiores: porque no hay potestad
4. que no provenga de Dios, y Dios es el que ha establecido las que
hay en el mundo.
No tengáis otra deuda con nadie, que la del amor que os debéis
siempre unos a otros; puesto que quien ama al prójimo, tiene
cumplida la ley.
Andemos con decencia y honestidad como se suele andar durante
el día: no en comilonas y borracheras, no en deshonestidades, y
disoluciones, no en contiendas y envidias; más revestíos de los
principios del evangelio, y no busquéis cómo contentar los antojos
de vuestra sensualidad o pasiones y deseos del cuerpo.
Descripción del amor y de sus propiedades (I corintios, capítulo 13,
versículo 1 al 13)
Cuando yo hablara todas las lenguas de los hombres y el lenguaje
de los ángeles mismos, si no tuviere amor, vengo a ser como un
metal que suena, o campana que retiñe.
Y cuando tuviera el don de profecía, y penetrase todos los
misterios, y poseyese todas las ciencias; cuando tuviera toda la fe
posible, de manera que trasladase de una a otra parte los montes,
no teniendo amor, soy un nada.
5. Cuando yo distribuyese todos mis bienes para sustento de los
pobres, y cuando entregara mi cuerpo a las llamas, si el amor me
falta, todo lo dicho no me sirve de nada.
L amor es sufrido, es dulce, y bienhechor: el amor no tiene envidia,
no obra precipitadamente ni temerariamente, no se ensorbece, no
es ambicioso, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no
se huelga de la injusticia, siempre se complace de la verdad, a todo
se acomoda, cree todo el bien del prójimo, todo lo espera, y lo
soporta todo.
El amor nunca funece; en lugar de que las profecías se terminaran,
y cesarán las lenguas, y se acabará la ciencia. Porque ahora nuestro
conocimiento es imperfecto, e imperfecta la profecía. Mas llegado
que sea lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto.
Así cuando yo era niño, hablaba como niño, juzgaba como niño,
discurría como niño. Pero cuando fui ya hombre hecho, di de mano
a las cosas de niño.
Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo
imágenes oscuras: pero entonces lo veremos cara a cara. Yo no
conozco ahora sino imperfecciones; mas entonces lo conoceré con
una visión clara, a la manera que soy yo conocido.
6. A hora permanecen estas tres virtudes, la fe, la esperanza y el
amor; pero de las tres el amor es la más excelente de todas ellas.
No des lugar a la seducción: las malas conversaciones corrompen
las buenas costumbres. Estad alerta ¡oh justos! Y guardaos de errar:
porque entre nosotros hay hombres que conocen a Dios, lo digo
para confusión vuestra.
Necio lo que tú siembras no recibe vida, si primero no muere. Y al
sembrar no siembras el cuerpo de la planta que ha de nacer
después, sino el grano desnudo, por ejemplo que es propio de ella.
Hay asimismo cuerpos celestes, y cuerpos terrestres; pero una es la
hermosura de los celestes y otra la de los terrestres.
Pero no es el cuerpo espiritual el que ha sido formado el primero,
sino el cuerpo animal; y enseguida el espiritual.
El primer hombre es el terreno, formado de la tierra, y el segundo
hombres es el celestial, que viene del cielo.
Así como el primer hombre ha sido terreno, han sido también
terrenos sus hijos; y así como es celestial el segundo hombre, son
también celestiales sus hijos.
Según esto, así como hemos llevado grabado la imagen del hombre
terreno, llevemos también la imagen del hombre celestial.
7. Digo esto, hermanos míos: porque la carne y sangre a los hombres
carnales no pueden poseer el reino de Dios, ni la corrupción
poseerá esta herencia incorruptible.
Ved aquí, hermanos, un misterio que os voy a declarar: Todos a la
verdad resucitaremos, mas no todos seremos mudados en hombres
celestiales.
Para esos incrédulos cuyos entendimientos ha cegado el Dios de
este siglo, para que no les alumbre la luz del Evangelio de la gloria
de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque Dios, que dijo que la
luz saliese a brillase de en medio de las tinieblas, él mismo ha
hecho brillar su claridad en nuestros corazones, a fin de que
nosotros podamos iluminar a los demás por medio del
conocimiento de la gloria de Dios, según que ella resplandece en
Jesucristo.
Por lo cual no desmayamos: antes aunque en nosotros el hombre
exterior o el cuerpo se vaya desmoronando; el interior o el
espíritu se va renovando de día en día. Porque las aflicciones tan
breves, y tan ligeras de la vida presente, nos producen el eterno
peso de una sublime e incomparable gloria. Y así no ponemos
nosotros la mira en las cosas visibles, sino en las invisibles. Porque
las que se ven, son transitorias: más las que no se ven, son eternas.
8. Sabemos también, que si esta casa terrestre o el cuerpo corruptible
en que habitamos viene a destruirse, nos dará Dios en el cielo otra
casa, una casa no hecha de la mano de hombre, y que durará
eternamente: que aun por eso aquí suspiramos, deseando la
sobrevestidura del ropaje de gloria, o la habitación nuestra del
cielo; si es que fuéramos hallados vestidos de buenas obras y no
desnudos.
Siendo como es forzoso, que todos comparezcamos ante el tribunal
de Cristo, para que cada uno reciba el pago debido a las buenas o
malas acciones, que habrá hecho mientras ha estado revestido de
su cuerpo. Sabiendo pues el temor que se debe al Señor
procuramos justificarnos delante de los hombres, mas Dios conoce
bien lo que somos, y aun quiero creer que también somos
conocidos de vosotros, allá en vuestro interior.
Pues las armas con que combatimos no son carnales, sino que son
poderosísimas en Dios para derrocar fortalezas, destruyendo
nosotros con ellas los proyectos o raciocinios humanos.
Bien conocidas son las obras de la carne, las cuales son…
enemistades, pleitos, celos, riñas, disensiones, envidias, homicidios,
y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya tengo
dicho, que los que tales cosas hacen, no alcanzaran el reino de Dios.
9. Al contrario, los frutos del espíritu son amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe o fidelidad,
modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta manera
no hay ley que sea contra ellos. Y los que han conocido el evangelio
tienen crucificada su propia carne con los vicios y las pasiones.
Si vivimos por el Espíritu de Dios, procedamos también según el
mismo espíritu. No seamos ambiciosos de vana gloria,
provocándonos los unos a los otros, y recíprocamente
envidiándonos.
Así es que lo que un hombre sembrare, eso recogerá. Por donde
quien siembre ahora para su carne, de la carne recogerá después la
corrupción y la muerte; más el que siembra para el espíritu, del
espíritu cogerá la vida eterna. Por lo tanto, no nos cansemos pues
de hacer bien: porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el
fruto (Gálatas, capítulo 5, versículo 19 al 25, y capítulo 6, versículo 8
al 10).
Fuente de consulta
La santa biblia, versión 1960 reina Valera o Vulgata Latina. Rezza
Editores, México 2003.
RUIZ LIMÓN, RAMÓN. CONSULTOR E INVESTIGADOR EN CIENCIAS.