2. Revolución Verde Medio ambiente y Sociedad.pptx
Naturaleza y música presentacion luisa y leidy
1. NATURALEZA Y
MÚSICA
TOMADO DE :http://www.filomusica.com/filo85/naturaleza.html
2. ◦ Con oídos atentos podemos percatarnos de que el sonido armónico forma parte del mundo que nos ha tocado vivir. El
gorjeo de los pájaros, el zumbar de las abejas, el rumor del mar, el altivo canto de las cascadas o el quejido del viento,
están integrados en los ecos de nuestro entorno natural y su efecto es evidente. El estado anímico cambia fácilmente por
el influjo de los naturales estímulos sonoros, de modo que uno sosiega si vienen acariciadores o se tensa cuando anuncian
peligro o amenaza, como sucede con el estruendo espeluznante del huracán o el estallido poderoso de la tormenta. En
una primera experiencia nos cogerán por sorpresa pero en un futuro identificaremos su contenido, de modo que el cuerpo
no sufrirá los mismos sobresaltos. Sin embargo, siempre permanece en los espíritus sensibles la capacidad de asombro
frente a los inextinguibles compases de la asombrosa orquesta que la Naturaleza nos brinda.
◦ Las diferenciadas voces nacidas desde el mismo parto telúrico y de la natural evolución, indujeron a muchos músicos de
diversas épocas a intentar reproducirlas artificialmente mediante instrumentos sonoros. En la música del ballet La
Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky, tenemos la impresión de que estallaran las entrañas del planeta, por el
incisivo ataque de las cuerdas, los enloquecidos metales y el furibundo percutir de los timbales; no remeda nada pero nos
recuerda las imponderables fuerzas que despiertan. Por otro lado, la Sinfonía Pastoral (Sexta sinfonía) de Beethoven nos
presenta la cara plácida y amable: la dulce campiña, los verdes prados, las aguas mansas, los ciervos del bosque, el piar
de las aves... en un entorno de tranquilidad infinita, sólo quebrada por una efímera tormenta tras la cual retorna felizmente
la atmósfera de quietud. Sublime arte de los sonidos; mucho más que simple música descriptiva.
◦ Valgan estas magníficas muestras de la capacidad evocadora de la orquesta sinfónica, suficiente para generar visiones
de un mundo atrayente y despiadado, que atemoriza y que fascina. De manera más íntima, también se pueden captar las
imágenes del entorno sonoro; y así nos lo demuestran, sin ir más lejos, dos autores hispanos en sendas escrituras pianísticas:
Joaquín Turina en La playa, de Sanlúcar de Barrameda “Sonata Pintoresca”, y Federico Mompou en El lago, de Paisajes;
ambas obras con otras partes inspiradas en objetos y figuras.
◦ Veamos los sonidos y escuchemos los cuadros naturales. En oídos adiestrados, las sonoridades son paisajes y los paisajes son
sonoros.
3. EL CANTO DE LOS PÁJAROS
Del mismo modo que afirmamos que el ambiente marino domina el espacio de la Naturaleza
en la música, podemos asegurar que los animales más imitados son los pájaros, especialmente
porque poseen una cualidad de la que otros seres vivos carecen. Una cualidad digna de
admiración… y de emulación. Así que, asombrado con las florituras de cantores como el
ruiseñor o el jilguero, el hombre primitivo intentaría en los albores de la imitación sonora
reproducir sus trinos de territorialidad o de cortejo. ¿Acaso cuesta imaginar a individuos de
nuestra especie, de fino oído, maravillados con los gorjeos de las aves cantoras referidas, o con
los del mirlo, del reyezuelo, del pinzón o del verdecillo, pretendiendo por primera vez hacer lo
mismo con sus labios o mediante primitivas flautas?
4. ACORDES DE LOS BOSQUES Y DE LOS GRANDES ESPACIOS
La solemnidad de los espacios abiertos y de las umbrías vegetales se respira en la música de
algunos maestros, con diferenciación de ecos y rumores. Hay un ritmo propio en las entrañas
de los nórdicos bosques bretemosos y otro diferente en las refulgentes selvas tropicales.
Revelan las montañas blancas su genuina voz y otra distinta, que no menor, las llanuras infinitas.
Y cada particular visión de esos paisajes sonoros recrea el entorno natural que la ha imbuido
de su peculiar fragancia.
La frialdad de las enormes soledades y la oscura belleza de las densas masas arbóreas palpitan
en muchas composiciones sinfónicas del ya citado Jean Sibelius, tal vez de modo más sublime
–descartando sus sinfonías por supuesta música pura o absoluta– en los poemas sinfónicos
Tapiola y Cabalgata nocturna y amanecer; entre compases tenebrosos y resplandecientes, se
entrevén las nórdicas brumas, los misteriosos bosques y la mortecina luz de Finlandia. En otro
sentido, Richard Wagner ya había elaborado una mágica escena de Naturaleza en los
Murmullos del bosque, de la ópera Sigfrido, y, a su manera, Anton Dvorak trató de plasmar la
armonía del hombre con su entorno natural, quizás el de Bohemia, en una obertura de título
explícito: En la Naturaleza.