1. LLORANDO UNA PENA
Cuando el dolor nos inspira,
nuestras estrofas las escribimos con lágrimas.
El dolor, la amargura y esta profunda pena
Convierten mis lamentos en estrofas
que se escapan de mi pecho una a una,
formando así, un poema mis congojas.
¡¡Señor Crucificado!!, exclama mi alma
Que hacia Ti llegue el eco de esta queja,
Te llevaste a mi Víctor, no puedo resignarme
Y una cruz de dolor en cambio Tú me dejas.
¿Por qué Señor le adelantaste su partida?
¿Por qué fue Tu Santa Voluntad tan dolorosa?
Este es mucho dolor para una madre,
que hoy terriblemente sufre, que solloza.
La tarde de Tu Santa muerte en el Calvario,
¡tembló…..relampagueó….. cayeron rayos…..!
y uno de estos dejaste en el éter suspendido
para con él llevarte a mi hijo tan amado.
Permite mi buen Dios que en esta pena,
Tu madre dolorosa me acompañe
Ella que por Ti sufrió tanto, en Tu suplicio a muerte
sabe enseñarme el valor y sabe consolarme.
No creo que otros ojos hayan llorado tanto
como estos que por ti, hijo han llorado.
Tú no te has ido, junto a mi yo te presiento
y en mis sueños estás, siempre a mi lado.
Aquí tu hogar donde tanto te queremos
es un altar donde adoramos tu recuerdo,
tus hermanas con el mío unen su llanto
por ti elevan sus plegarias hacia el cielo.
Tu padre cuando contempla tus retratos
como un niño llora este hombre sin consuelo,
y en su pena y con llanto tan amargo
como loco se aferra a tu recuerdo.
2. Hay en el mundo otro corazón que por ti llora:
el de Luzma que tú amaste y ella te amó –así lo creo-.
En ella encuentro algo de ti cuando sus ojos miro,
y su dolor…. a este inmenso dolor, hoy yo lo estrecho….
Diariamente hacia tu tumba me encamino
llevándote las flores regadas con mi llanto,
y allá en secreto te narro mis tristezas,
y a tus despojos se une mi alma en maternal abrazo.
Sombría, triste y desolada
ésta tu casa, está por tu partida,
todo parece que gime que te llama
y mil voces llorosas que te gritan.
Nuestro sol se ha extinguido, se ha ocultado,
luto…, dolor…., triste sombra nos cobija;
la muerte con su mano ha derrumbado
tanta esperanza, la ilusión de nuestra vida.
El vacío irreparable que dejaste
nada puede llenarlo, hoy todo es desconsuelo;
mientras mi Dios se compadece de mi pena
vela por tus hermanas y, espérame en el cielo.
Pola Rodríguez de Vargas