El documento habla sobre la deuda que tenemos con Jesús por nuestra libertad espiritual. Menciona que Jesús pagó un alto precio por nuestra salvación al morir en la cruz para anular nuestro pecado. Nos exhorta a apreciar verdaderamente el sacrificio de Jesús y a permanecer firmes en la libertad que él nos dio.
1. La deuda pendiente que
tenemos
Lectura:
Gálatas 5:1-14
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres”
— Gálatas 5:1
2. Nuestra gratitud se ve profundizada cuando recordamos el precio que otros pagaron por
ayudar a obtener nuestra libertad. En los Estados Unidos, una de esas personas fue Richard
Stockton.
Stockton fue uno de los que firmaron la Declaración de Independencia. Era un prominente
abogado y un rico terrateniente. Debido a que apoyó los esfuerzos de la guerra, él y su familia
fueron echados de su hogar. Su casa fue saqueada e incendiada. Stockton pasó varios años
en prisión y fue sujeto a maltratos hasta el punto de que su salud se quebrantó. Murió como
un mendigo a la edad de 51 años. Y, sin embargo, muy pocos norteamericanos recuerdan a
este héroe quien pagó un precio tan alto por la causa de la libertad. Su sacrificio se ha
olvidado casi por completo.
Lo que es aún más importante, ¿acaso nos hemos familiarizado tanto con el Evangelio que no
logramos apreciar lo que al Salvador le costó nuestra salvación? Nos regocijamos en la
libertad espiritual que disfrutamos por la fe en la muerte de Jesús, la cual anuló nuestro
pecado, pero, ¿nos damos cuenta, al menos en un grado pequeño, del preció que Él pagó?
¿Le estamos verdaderamente agradecidos a Jesús por todo lo que sacrificó para darnos la
libertad espiritual? Si es así, hemos de «estar . . . firmes en la libertad con que Cristo nos hizo
libres» (Gálatas 5:1). Sin importar qué otra cosa pueda estar demandando nuestra atención,
tomémonos el tiempo para recordar la deuda pendiente que tenemos con Él.
4. Lectura Bíblica: Gálatas 5
Estad firmes en la libertad
E
1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos
al yugo de esclavitud. 2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os
a
a
aprovechará Cristo. 3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado
a guardar toda la ley. 4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia
h
habéis caído. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6
P
porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por
e
el amor. 7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? 8 Esta
V
p
persuasión no procede de aquel que os llama. 9 Un poco de levadura leuda toda la masa.
U
10
Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os
p
perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea. 11 Y yo, hermanos, si aún predico la
circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de
l
la cruz. 12 ¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! 13 Porque vosotros, hermanos, a libertad
¡
fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos
p
por amor los unos a los otros. 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo.
Reina Valera Revisada (1960). 1998 (electrónica ed.) . Sociedades Bíblicas Unidas: Miami
5. Biblia del diario vivir.
.
5
5.1 Cristo murió para libertarnos del pecado y de una lista interminable de
leyes y regulaciones. Cristo vino para liberarnos, no para hacer lo que
queramos, lo que nos llevaría nuevamente a la esclavitud de nuestros
deseos egoístas. Si no que, gracias a Cristo, somos libres y ahora estamos
en condiciones de hacer lo que antes era imposible: vivir libre del egoísmo.
Aquellos que apelan a su libertad para hacer lo que gusten o ser indulgentes
con sus deseos, están cayendo en las garras del pecado. ¿Usa su libertad
para sí mismo o en favor de otros?