1. I. La obra redentora de
Jesucristo
1. El misterio de la redención
2. Jesucristo, mediador y cabeza
3. Los misterios de la vida de Cristo y su valor redentor
4. La Pasión y muerte de Cristo
5. La glorificación de Cristo y su valor salvífico
6. Los frutos de la redención
2. PASIÓN Y MUERTE, 1PASIÓN Y MUERTE, 1
En la Muerte de Jesús, por encima de las causas
inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los
soldados- hay una causa de nivel más alto que
sólo puede ser conocida por la revelación: el
plan y la disposición de Dios que han permitido
los actos nacidos de la ceguera de los hombres
para realizar el designio de nuestra salvación.
Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su
arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras
de entrega a la voluntad divina.
Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del
mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan
a un bien mayor: la vida sobrenatural.
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3. PASIÓN Y MUERTE, 2PASIÓN Y MUERTE, 2
En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita
el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó
de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para
reparar el desorden del pecado en el hombre. El
sufrimiento, secuela del pecado original, recibe
un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo.
La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la
Pasión y Muerte de Cristo.
Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió
porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y
Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los
pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las
almas para Dios.
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4. PASIÓN Y MUERTE, 3PASIÓN Y MUERTE, 3
Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la
intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormen-
tos que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homi-
cida desde el principio (cfr. Jn 8, 44Jn 8, 44). Pero también los pecadores
son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristia-
nos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598CCE 598).
Nostra aetate 4Nostra aetate 4: “Aunque las autoridades de los ju-
díos con sus seguidores reclamaron la muerte de
Cristo, lo que se perpetró en su pasión no puede ser
imputado indistintamente a todos los judíos que vi-
vían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha
de señalar a los judíos como reprobados por Dios
y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”.
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5. PASIÓN Y MUERTE, 4PASIÓN Y MUERTE, 4
Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su
Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó
libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa
entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo,
sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron.
Flp 2, 8Flp 2, 8: “Se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Se trata de una obediencia vivida por amor. El
verdadero amor a Dios se muestra cumpliendo
libremente su voluntad.
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6. PASIÓN Y MUERTE, 5PASIÓN Y MUERTE, 5
Jesús padeció por parte de los judíos, de los gen-
tiles y de los que le seguían (Judas, Pedro, aban-
dono...).
Padeció en su alma: todos los pecados de los
hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta,
caída de Judas, escándalo de sus discípulos,
humillaciones, injusticias, burlas e insultos.
Padeció en su cuerpo: flagelación,
coronación de espinas, crucifixión,
agonía en la cruz hasta la muerte.
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7. PASIÓN Y MUERTE, 6PASIÓN Y MUERTE, 6
“Mérito” es el derecho a un premio o retribución
por una obra realizada. Con relación a Dios, el
hombre propiamente no tiene ningún derecho ante
Dios. Si puede merecer algo ante Dios, es porque
Él previa y libremente ha establecido retribuir al-
gunas acciones nuestras nacidas del amor. No apa-
rece la palabra en la Escritura, pero sí su contenido.
Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y li-
bertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión
mereció de modo particular.
Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para
todos la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como
Cabeza nuestra.
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8. PASIÓN Y MUERTE, 7PASIÓN Y MUERTE, 7
Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la en-
trega de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa
la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado
(arrepentimiento, obras de penitencia).
CCE 615CCE 615: “Por su obediencia hasta la
muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución
del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo
en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de
muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas
culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12Is 53, 10-12).
Jesús repara por nuestras faltas y satis-
face al Padre por nuestros pecados”.
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9. PASIÓN Y MUERTE, 8PASIÓN Y MUERTE, 8
La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una
satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 181 P 3, 18).
El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho
solidario por amor con nosotros pecadores,
representándonos a todos y llevando las
penalidades de nuestro pecado, como víc-
tima del pecado, intercede por todos para
cancelar nuestra falta. Así se deben inter-
pretar algunos textos de la Escritura como
2 Cor 5, 212 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado
Dios le hizo pecado por nosotros”) o
Gal 3, 13Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de
la Ley haciéndose por nosotros maldición”).
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10. PASIÓN Y MUERTE, 9PASIÓN Y MUERTE, 9
Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de
algo propio, signo de la entrega interior a Dios
y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos
con Él.
El valor del sacrificio exterior está en ser signo
del sacrificio interior o espiritual (entrega del
alma a Dios por amor), elemento principal del
sacrificio.
La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece voluntaria-
mente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios. Por parte
de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio, sino
iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente y por
amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio.
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11. PASIÓN Y MUERTE, 10PASIÓN Y MUERTE, 10
Cristo no sólo mereció que Dios
Padre nos otorgue la gracia, sino
que el mismo Cristo es quien nos
la comunica. La salvación de cada
uno procede de nuestra Cabeza,
como la vida de los sarmientos
procede de la vid.
La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede
ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la
humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para
comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres.
Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder
divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia.
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12. PASIÓN Y MUERTE, 11PASIÓN Y MUERTE, 11
La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya
que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su
amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pe-
cado (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e
imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios
(aunque a veces suponga cargar con la cruz).
La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del
dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufri-
mientos ni nos evita la muerte, pero los ha
transformado. Ahora esas penalidades no son
una simple pena del pecado, sino que sirven
de purificación y de mérito, son participación
de su cruz y de su obra redentora, son camino
de la salvación y de la verdadera vida.
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