El documento es una carta futura de un padre a sus hijos explicando por qué impuso reglas estrictas cuando eran niños. Explica que lo hizo porque los amaba y quería protegerlos, asegurarse de que comieran saludablemente, supiera dónde estaban y con quién, ahorraran su dinero, y asumieran responsabilidad por sus acciones. Aunque a veces los castigos eran difíciles, los ayudaron a convertirse en adultos honestos.
1. Algún día cuando mis hijos sean lo suficientemente grandes para entender la lógica que motiva a los padres, les diré: Te amé lo suficiente para preguntarte a donde ibas, con quién y a qué hora regresarías a casa.
2. Te amé lo suficiente para insistir que ahorraras tu dinero para comprarte una bicicleta aunque nosotros, tus padres, pudiéramos comprártela.
3. Te amé lo suficiente para callarme y dejarte descubrir, que tu nuevo mejor amigo era un patán. Te amé lo suficiente para fastidiarte y estar encima de ti durante dos horas mientras arreglabas tu cuarto, un trabajo que me hubiera tomado a mí solo quince minutos. Te amé lo suficiente como para dejarte ver mi ira, desilusión y lágrimas, pues los niños deben entender que los padres no somos perfectos.
4. Te amé lo suficiente como para dejar que asumieras la responsabilidad de tus acciones, aunque los castigos a veces fueran tan fuertes que rompían mi corazón. Pero sobre todo, te amé lo suficiente como para decir NO, cuando sabía que me ibas a odiar por ello. Esas fueron las batallas más difíciles para mí. Pero hoy estoy contenta porque las gané, porque al final también las ganaste tú. Y algún día cuando tus hijos sean lo suficientemente grandes para entender la lógica que motiva a los padres tu les dirás:
5. ¿Tu mamá es mala? Yo sé que la mía ¡sí lo era! ¡Era la mamá más mal a que había en todo el mundo! Cuando otros niños desayunaban caramelos, ella nos hacia comer cereal, huevos, leche y tostadas; C uando otros niños almorzaban con gaseosa y galletas, teníamos que comer carne y ensalada y puedes estar seguro que también nos hacía cenas diferentes a las de otros niños.
6. Mi mamá insistía en saber dónde estábamos todo el tiempo, - cual convictos en prisión-. Ella tenía que saber quienes eran nuestros amigos y lo que hacíamos con ellos. Nos da pena admitirlo, pero ella rompió con las leyes del trabajo a menores, ya que teníamos que lavar los platos, ayudar a sacar la basura, darle de comer al perro, bañarlo y sacarlo a pasear, arreglar nuestro cuarto y toda clase de trabajos forzados similares a éstos.
7. E ll a insistía en que dijéramos la verdad y nada más que la verdad. Cuando llegamos a la pubertad, ¡te juro que ella podía leer nuestras mentes!. Era desesperante vivir con ella: Estaba pendiente de que nos cepilláramos los dientes, que nos bañáramos, que estudiáramos, ¡ya hiciste las tareas? ¡uf qué fastidio! A veces hasta pensé en irme de la casa? Por nuestra mamá nos perdimos de muchas experiencias de otros niños .