2. El faro está afianzado en la roca, no importa dónde se lo construya. A veces, es reconstruído en otras zonas; cambian el clima y las condi- ciones, pero él y su guardián, siem- pre están afianzados en un lugar. El faro está allí con un objetivo: ha- cer brillar la luz. El propósito de la luz no es siem- pre el mismo. A veces, es un aviso; otras, está para atraer la atención y, sobre todo, para guiar.
3. Cualquiera sea el propósito, siempre está listo para ayudar. El guardián sabe algo que los otros no sa- ben. Sabe dónde están las rocas, dónde es- tá el problema y está allí para guiar a los otros. Cuando la luz es capaz de ayudar a condu- cir a los barcos a salvo a la bahía, en el faro se regocijan. Sin embargo, cuando esto su- cede, el guardián del faro no va al barco y hace una fiesta con el capitán. En vez de eso, el guardián se alegra en si- lencio y continúa haciendo brillar la luz.
4. Los capitanes que llegan a puerto a salvo gracias a la luz del faro, nunca conocen al guardián. ¡El guardián del faro no publica una declaración para decirles a los otros que salvó a un barco! Se queda en silencio y sigue, generalmen- te a solas, en la roca, dispuesto a colaborar con otros. Algunas personas pasan por la vida de los demás intentando ayudar, guiar, tender la mano, pero todo se derrumba cuando dejan el faro y suben al barco para festejar...
5. Otras, en cambio, ayudan en silencio, to- can e iluminan las vidas de muchos a su pa- so; no buscan reconocimientos. Dan porque sienten algo maravilloso al hacerlo y están en paz cuando han logrado salvar o hacer sentir mejor al otro. Esas personas son ver- verdaderos faros. No necesitan figurar, no necesitan ser a- plaudidos, no necesitan que los adulen, ni que los hagan sentir importantes... Siguen firmes en la roca y saben que su luz siempre ayudará a quien lo necesite...