2. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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Agosto
3. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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Malinalli Quiroz
Jueves 1ro. de Agosto.
He traído a Georgiana de vuelta a Londres. Se quedará
conmigo hasta que pueda encontrar una nueva compañera para
ella. Después del problema con Mrs Youngue, temo dejarla,
pero sé que debe hacerse. No puedo estar siempre en Londres, y
ella no puede estar siempre viajando conmigo. Ella debe atender
sus deberes. Sin embargo, deseo asegurarme que no seré engañado
por una dama de compañía otra vez. No solo seguiré referencias,
sino que visitaré a sus empleadores actuales y me aseguraré de su
honestidad, y su futura idoneidad como compañera, antes de dejar a
Georgiana a su cargo.
Es un alivio para mí el saber que mientras Georgiana esté en
Londres, tendrá la protección de un mayordomo y un ama de
llaves leales. Ellos han estado con la familia por muchos años, y me
alertarán prontamente si algo está mal. No quiero mandar a
Georgiana lejos de la ciudad, a menos que yo vaya con ella.
Miércoles 14 de Agosto
“He descubierto a una dama quien le podría acomodar a
Georgiana” me dijo el Coronel Fitzwilliam cuando cenaba
conmigo esta tarde. Como compartimos la tutela de Georgiana, le
he contado lo que sucedió en Ramsgate.
4. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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“¿Quién es ella?”
“Una Mrs. Annesley. Viene de una buena familia, y su
tiempo con mis amigos, los Hammonds, está llegando a su fin.”
“¿La haz conocido?”
“Si, un par de ocasiones. Sé que los Hammonds han estado muy
complacidos con ella.”
“Entonces visitaré a los Hammonds mañana y veré que puede
ser arreglado.”
Jueves 15 de Agosto
Visité a los Hammonds y descubrí que Mrs Annesley es una
mujer gentil, y agradable de aspecto, quien me impresionó
favorablemente con su clase y su discurso. Ella tomará su posición
con Georgiana la próxima semana. Me quedaré en la ciudad por
unas semanas para asegurarme de que sea tan competente como
aparenta, y entonces me propongo hacer algunas visitas inesperadas
por el siguiente mes para convencerme completamente de que todo
está en orden.
Mientras tanto, la amiga de la escuela de Georgiana estará
llegando pronto. Le hará bien el tener compañía de su propia
edad.
5. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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Viernes 23 de Agosto
Mrs. Annesley llegó esta mañana. Ella y Georgiana han
descubierto un cariño por cada una y pienso que su relación se
convertirá en una feliz amistad. Está encantada por saber que una
de las amigas de escuela de Georgiana vendrá de visita, y ha
organizado una variedad de salidas para las chicas. Espero que
esto complete la recuperación de Georgiana sobre el asunto de
Wickham. Estoy persuadido que para Navidad ella habrá
olvidado el incidente completamente.
Viernes 30 de Agosto
Ahora que Georgiana está establecida me siento tranquilo de
dejarla en el momento en que Bingley me necesite. Es una
suerte, pues si lo dejo escoger por si solo la finca, elijará una con un
rio inundado, o ratas, o de una renta exorbitante. Lo declarará
primordial y cerrara el trato con el agente antes de darse cuenta de
lo que está haciendo, y después vendrá a preguntarme como se puede
librar del predicamento. Es mucho mejor que lo ayude desde el
principio, en vez de tener que rescatarlo después.
Debo confesar que estoy ansioso de verlo otra vez. Estoy cansado
de Londres, y deseo visitar el campo.
6. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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Septiembre
7. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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Lunes 2 de Septiembre
He recibido una carta de Bingley:
Querido Darcy,
He encontrado un estado en Hertfordshire que suena perfecto.
Bien situado, de forma que pueda viajar a Londres cuando me
plazca, o al norte de Inglaterra para visitar a mi familia, y no
está muy lejos de Pemberley para visitarte fácilmente también. El
agente lo recomendó mucho, pero yo sé muy poco sobre estas cosas
y me gustaría tener tu opinión. ¿Me acompañarías?
Lunes 9 de Septiembre
Salí de Londres hoy y me reuní con Bingley en Netherfield
Park. Había olvidado que buena compañía es él; siempre listo
para ser complacido y siempre alegre. Después de mi complicado
verano, es bueno estar de nuevo con él.
“¡Darcy! Sabía que podía contar contigo. ¿Cómo estuvo tu
verano? No tan fastidioso como el mío, apuesto.”
No dije nada, lo cual lo tomó como una afirmación.
“Caroline me ha estado molestando estos últimos tres meses, pero
ahora que he encontrado una finca espero que estará satisfecha.”
8. El Diario de Mr. Darcy Amanda Grange
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Bingley estaba, por supuesto, complacido con todo lo que veía.
Decía que tan esplendida era la casa y no pregunto ninguna
pregunta sensata, sino que se paseó con las manos atrás de la
espalda como si hubiera vivido ahí por los últimos 20 años. Estaba
complacido con la ubicación y los cuartos principales, y satisfecho con
lo que el agente, Mr. Morris, decía en su alago. No pregunto
nada sobre las chimeneas, o la zona de caza, o el lago, o cualquier
cosa en absoluto.
“¿Está en buenas condiciones?” Le pregunté a Mr. Morrris
Me aseguró que lo estaba, pero la inspeccioné cuidadosamente de
todas formas.
“¿Sera fácil encontrar sirvientes en el vecindario? Mi amigo
estará trayendo algunos, pero necesitará sirvientas, jardineros, y
mozos locales.”
“Él no encontrará ninguna dificultad en procurar algunos de
Meryton.”
“¿Qué piensas, Darcy?” preguntó Bingley, cuando habíamos
completado nuestro recorrido.
“El precio es demasiado alto.”
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Mr. Morris insistió que era justo, pero fue pronto disuadido de que
era excesivo, y una suma mucho menor fue acordada.
“Por mi honor, Darcy, no me gustaría tratar y ponerme en
contra tuya cuando te has convencido de algo. ¡Si el pobre Mr.
Norris pudiera haber convenido contigo desde un principio, se
habría salvado todo el esfuerzo de tratar de discutir contigo!” dijo
Bingley cuando había concluido con el agente.
Puede reírse ahora, pero me agradecerá por mi diligencia cuando
esté establecido.
“¿Cuándo piensas mudarte?” le pregunté.
“Tan pronto como sea posible. Antes de Michaelmas,
definitivamente.”
“Deberías enviar algunos de tus sirvientes antes que partas, entonces
ellos pueden asegurarse que la casa esté lista para tu llegada”
“¡Tú piensas en todo! Los tendré aquí al final de la próxima
semana.”
Estaba agradecido de que hubiera aceptado mi consejo. Si no,
estaría llegando al mismo tiempo que sus sirvientes y entonces se
preguntaría porque no estaba la cena esperándolo.
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Martes 24 de Septiembre
“¡Darcy, bienvenido a mi finca!” dijo Bingley cuando me reuní
con él en Netherfield Park esta tarde. Sus hermanas, Caroline
y Louisa, estaban con él, así como el esposo de Louisa, Mr.
Hurst. “La casa, el vecindario, todo es exactamente como lo había
deseado”
“El lugar está bien, pero el vecindario es pequeño con muy pocas
familias” señalé. “Te advertí sobre ello”
“Hay suficientes familias” dijo. “Suficientes para que cenen con
nosotros cuando queramos.”
“¿Buena compañía?” pregunto Caroline sarcásticamente.
“¿Conversación entretenida?”
“Estoy seguro de que encontraremos suficiente.” respondió
Bingley.
“Me debiste haber dejado ayudarte a escoger la casa.” dijo
Caroline.
“No necesitaba tu ayuda, tenía la de Darcy” dijo Bingley.
“Y una muy buena. Le estaba diciendo a Louisa esta mañana
que no podría haber encontrado una mejor.” dijo Caroline,
sonriéndome.
“Por mi honor, no puedo pensar en un campo mejor que
Hertfordshire” dijo Bingley.
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Él estaba deleitado con el vecindario por el momento, pero creo que
lo encontrará aburrido si se queda por un periodo largo de tiempo.
Lo cual no es probable. Es tan caprichoso que probablemente se irá
en un mes. Esto le dije a Caroline después de la cena.
“Es muy posible” dijo. “Hasta entonces, debemos de estar
agradecidos de poder disfrutar la compañía de cada uno de
nosotros.”
Miércoles 25 de Septiembre
Este ha sido nuestro primer día completo en Netherfield Park.
Caroline ha organizado bien las cosas, y estaba particularmente
complacida cuando le comenté que nadie adivinaría que era una
casa rentada. Ella ha tenido algunos problemas con los sirvientes
contratados del vecindario vecino, pero es su logro el que la casa esté
funcionando sin problemas.
Jueves 26 de Septiembre
Las visitas del vecindario han comenzado. Es un aburrimiento,
pero era solo de esperarse. Sir William y Lady Lucas llamaron
esta mañana. Bingley los creyó muy corteses, debido a que Sir
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William hacia reverencias cada dos minutos y mencionaba que
había sido presentado en St. James. Caroline sospecho que su
apresuramiento en visitarnos los marcaba como los padres de una
solterona poco atractiva entrada en años quien esperaban ver
casada, y le dijo a Bingley tan pronto como ellos se fueron.
“Puedes estar seguro de que tienen una hija llegando a los treinta y
la intentan pasar ¡como una de veintiuno!” Le advirtió
Bingley se rio.
“Estoy seguro de que no tienen ninguna hija, y si la tienen, ¡estoy
seguro de que es totalmente encantadora!”
“Caroline tiene razón” dijo Louisa. “Una de las sirvientas me
dijo que los Lucas tienen una hija llamada Charlotte. Charlotte
no está casada, y tiene veintisiete.”
“Eso no le impide ser simpática. Estoy seguro de que será una
dama encantadora” protestó Bingley.
“Y yo estoy segura de que ella es una mujer hogareña quien está
siempre ayudando a su madre con los pasteles” dijo Caroline con
un tono burlón.
“Bueno, yo pienso que fue muy considerado de los Lucas
visitarnos, y mucho más invitarnos a la asamblea de Meryton”
dijo Bingley con firmeza.
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“¡La asamblea de Meryton! Dios me salve de las asambleas de
pueblo.” Remarqué.
“Ha sido acompañado usted por mejor compañía” dijo Caroline.
“Lo he sido. Las asambleas de Londres esta llenas de la gente
más elegante en el país."
Por alguna razón ella no sonrió a este comentario. No puedo
adivinar el porqué. Sonríe a todas las cosas que digo, y
seguramente habrá estado pensando en mis conocidos en Londres
al hacer el comentario, o ¿a quién más se refería?
Sir William y Lady Lucas no fueron nuestros únicos visitantes.
Fueron seguidos por un Mr. Bennet. Parece ser un hombre
caballeroso.
“Tiene cinco hijas” dijo Caroline, cuando se fue.
“Muchachas bonitas” dijo Mr. Hurst, levantándose de su
estupor, “Las vi en Meryton. Guapas, la mayoría de ellas”
“¡Ahí tienes!” dijo Bingley. “Sabía que había hecho bien en
asentarme en Netherfield. Habrá suficientes muchachas bonitas
con quien bailar.”
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“Sé lo que está pensado” remarcó Caroline, viendo mi expresión.
“Está pensando que sería una tortura el soportar una moza de
pueblo. Pero no necesita hacerlo. Charles hará el ridículo, no hay
duda, pero no usted no lo necesitará. Nadia espera que usted baile.”
“Espero que no” dije. “La idea de estar con personas que no
conozco es insoportable para mí.”
Bingley rio.
“Vamos, Darcy, tú no eres así. Usualmente no eres tan terco.
Es el clima. Solo deja que la lluvia pare y estarás tan dispuesto a
bailar como yo.”
Lunes 30 de Septiembre
Bingley y yo cabalgamos por parte de la finca esta mañana. Ha
sido mantenida en buen estado, y si espera comprarla, creo que será
apropiada. Pero esperaré a ver si él se queda. Es igual de probable
que él decida que quiere comprar una fina en Kent, o en
Cheshire, o Suffolk la próxima semana.
El pronto sugirió que volviéramos.
“Pensé que tal vez podría visitar a los Bennet” dijo
indiferentemente, mientras trotábamos de vuelta a la casa.
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“¿Ansioso de ver a las señoritas Bennet?” le pregunté.
“Sé que crees que me enamoro y desenamoro cada pocas semanas,
pero es simplemente que pienso que sería educado devolver la visita a
Mr. Bennet.”
Nos separamos, el cabalgo hacia Longbourn, y yo regrese a
Netherfield. No paso mucho tiempo para que regresase.
“¿Bien, viste a las cinco bellas hijas de las que habías oído hablar
tanto?” pregunté cuando regreso.
“No” respondió melancólicamente. “Me senté en la librería de
Mr. Bennet por alrededor de diez minutos pero nunca tuve un
vistazo de las muchachas.”
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Octubre
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Martes 1ero. de Octubre.
El buen humor de Bingley fue restaurado por una invitación de
Mrs. Bennet, pidiéndole que acompañara a la familia para
cenar.
“¡Pero no puedo ir!” dijo, cabizbajo. “Me invitaron mañana, y
tengo que estar ese día en la ciudad.”
“Mi querido Bingley, tanto ellos como tú sobrevivirán. Además,
los veras en la asamblea de Meryton.”
Bingley se animó con esto. “Sí, así será.”
Miércoles 2 de Octubre
Bingley fue a la ciudad hoy. Es tal como lo pensé. Nunca se
establecerá en el campo. Ya está cada vez más inquieto. No me
sorprendería que dejara Netherfield antes de Navidad.
Sábado 12 de Octubre
Hemos ido a la asamblea de Meryton, y fue mucho peor de lo
que esperaba. No habíamos estado ahí ni cinco minutos antes de que
oyera a una mujer- no me atrevo a llamarla una dama-
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susurrando a otra que yo tenía diez mil libras por año. De
cualquier cosa en el mundo, el ser medido por mi fortuna, es lo que
odio más. El cuchicheo se expandió por todo el cuarto, y me
encontré siendo visto como si fuera un caldero de oro. No hice nada
para mejorar mi diversión durante la velada. Afortunadamente,
no tuve la necesidad de mezclarme con la gente local. A pesar de
que somos un grupo pequeño, Caroline, Mr y Mrs. Hurst y yo
nos las arreglamos para entretenernos mutuamente.
Bingley se dedicó a impresionar como siempre lo hace. Él, claro,
fue bien visto. Siempre lo es. Tiene unos modales agradables que lo
recomiendan en donde quiera que vaya. He oído una serie de
comentarios de su excelente persona y su guapo semblante. Yo,
también, fui descrito como un hombre guapo, hasta que desaire a
Mrs. Carlisle. Ella me hizo un atrevido comentario y fui
obligado a reprenderla: dos minutos antes, ella había estado
cuchicheando a su vecina que quería obtener mis diez mil libras para
su hija, y entonces, cuando me presenta a su hija, tuvo la osadía de
decirme en mi cara que pensaba que la riqueza era poco importante
en el matrimonio, y lo que importaba era el afecto mutuo.
Bingley bailo cada baile, muy para el entretenimiento de
Caroline.
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“Estará enamorado nuevamente antes de que acabe la velada” ella
dijo.
Yo concorde. Nunca había conocido a un hombre que se
enamorara y desenamorara tan fácilmente. Déjalo ver una cara
bonita y lindos modales, y no le quitará lo ojos de encima.
Bailé una vez con Mrs. Hurst, pero los músicos eran tan malos
que una canción fue suficiente. Rechacé el ser presentado a
cualquier otra joven y me contenté con pasear por el salón hasta que
Bingley bailará hasta quedar muerto. No fue fácil evitar parejas.
Había varias jóvenes sentadas a los lados del salón. Una era la
hermana de la joven con la que Bingley se había aficionado, y
Bingley decidió que me quería ver bailar con ella.
“Vamos Darcy.” dijo, “Tienes que bailar. Odio verte ahí de pie,
solo y con esa estúpida actitud. Es mejor que bailes.’
“No pienso hacerlo. Tus hermanas están comprometidas, y bailar
con cualquier otra mujer de las que están en el salón seria como un
castigo para mí.”
“¡No deberías ser tan exigente y quisquilloso! Por mi honor,
nunca había conocido a tantas muchachas bonitas en toda mi vida.”
“Estas bailando con la única chica guapa del salón” Le recordé,
mirando a la mayor Miss Bennet.
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“Oh! ¡Ella es la más hermosa creatura que llamas haya visto!
Pero ahí está una de sus hermanas, sentada justo detrás de ti, quien
es muy linda, y apostaría, muy agradable. Permíteme pedirle a mi
pareja que te presente.”
“¿A cuál te refieres?” le pregunte, mirando alrededor. Noté a
Miss Elizabeth Bennet, atrapando su mirada, y me vi forzado
a desviar la mía. “Es tolerable,” admití, “pero no es lo
suficientemente guapa para tentarme, y no estoy de humor para
hacer caso a las jóvenes que son despreciadas por otros.”
Caroline entendió mis sentimientos muy bien.
“¡Estas personas!” me dijo. “¡No tienen estilo, ni buen gusto, y
aun así están tan complacidos consigo mismos! ¿Sabes que fui
forzada a sonreír educadamente mientras Mary Bennet era
descrita como la chica más realizada en el vecindario? Si lo fuera
la mitad, no, la décima parte de lo que lo es Georgiana estaría
muy sorprendida.”
“Pero eso sería muy difícil” dije. “Georgiana es inusualmente
dotada.”
“Sí que lo es. La adoro.” dijo Caroline. “Declaro que es casi
como una hermana para mí.”
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Tal vez con el tiempo ella será en verdad una hermana para
Caroline. No es que diga nada de esto a ella, pero Bingley es un
buen hombre con suficiente fortuna, y haría un muy buen esposo.
No había pensado en arreglar un matrimonio para Georgiana
antes de que cumpliera veintiuno, pero después del incidente de
George Wickham, he empezado a pensar que no sería algo malo
casarla más pronto. Una vez casada con Bingley, ella estará
libre de los bribones de la estampa de Wickham. No estoy seguro
que Meryton le acomode. Si Bingley muestra alguna
inclinación para irse, lo animaré en ello. Me gustaría tenerla más
cerca de casa, en Derbyshire, o en Chesire, tal vez. Entonces
podría visitarme en unas pocas horas si lo deseara.
Regresamos por fin a casa.
“Nunca he conocido a gente tan amable o chicas tan bonitas en
toda mi vida” dijo Bingley, mientras entrabamos a la sala.
“Todos fueron muy amables y atentos. No había ninguna
formalidad ni tensión. Pronto sentí que conocía a todos en el salón,
y Miss Bennet; no puedo pensar en un ángel más hermoso.”
Caroline me dirigió una mirada satírica. En Brighton,
Bingley había dicho sobre Mis Hart que era la más
embelesadora creatura que había visto jamás. En Londres había
sido Mis Pargeter. Parece que en Meryton, Miss Bennet es
su elección.
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“Es una chica muy dulce.” Caroline admitió.
“Es bonita” dije. Siempre es mejor concordar con Bingley
cuando esta con estos humores. “Pero sonríe demasiado”
“Ciertamente, sí que sonríe demasiado” concordó Louisa, “pero
aun así es un buena chica. Creo que podríamos hacerla nuestra
amiga mientras estamos aquí, ¿Caroline?”
“Por supuesto,” respondió Caroline, agregando, “Debemos de
tener a alguien que nos ayude a pasar las tediosas horas, y
divertirnos mientras los caballeros no están”
La única cosa que acecha mi mente mientras escribo, es la mirada
que vi en los ojos de Miss Elizabeth Bennet cuando mencioné
que no era lo suficientemente guapa para tentarme a bailar. Si no
lo supiera mejor, pensaría que había sido burlona. No estoy muy
tranquilo al pensar que me hubiera podido escuchar, pero no fue mi
intención que esas palabras llegaran a sus oídos. Además, sería
tonto preocuparse por sus sentimientos. Su temperamento no es
delicado, y si salió a su madre, no sufrirá ningún daño. Esa
mujer abominable me condeno continuamente en los oídos
cualquiera por mi comentario, describiéndome a todo el que la oyera
como el más orgulloso y desagradable hombre en el mundo, y
diciendo que esperaba que nunca volviera a ir jamás.
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Nunca pensé que concordaría con una mujer de su estampa, pero
en esta ocasión encuentro que compartimos la misma opinión.
Martes 15 de Octubre
Bingley y yo examinamos el bosque hoy. Mientras estábamos
afuera, las Misses Bennet esperaban a Caroline y Louisa.
Viernes 18 de Octubre
Mientras Bingley y yo estábamos afuera cabalgando, Caroline
y Louisa tomaron el coche hacia Longbourn y visitaron a los
Bennnets. Creo que se proponen hacerse amigas de las dos
hermanas mayores. Dios solo sabe, hay tan poca compañía para
ellas aquí.
Sábado 19 de Octubre
Un día lluvioso. Después de estar confinados dentro de la casa fue
casi un alivio el salir a una fiesta esta tarde. No fue mejor que la
asamblea, la gente no era más elegante y la conversación poco
estimulante, pero tuvo la ventaja de proveer novedad.
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Bingley se sentó otra vez con Miss Jane Bennet. La ha
hecho su preferida, y como sus maneras son tan naturales como las
de él, forman una buena pareja. Ella no es propensa a ser herida
por su atención, tomándolo y viéndolo como la diversión y
entretenimiento agradable que es.
“Es una pena que las demás Bennet no tienen el rostro o los
modales de su hermana mayor.” Menciono Caroline después de
la cena.
“Lo es,” coincidí.
“No me sorprende que no haya podido soportar la idea de estar
usted con Miss Elizabeth Bennet. No tiene ni una pizca de la
belleza de su hermana”
“Difícilmente tiene algún bonito rasgo en su rostro,” contesté,
desviando mis ojos hacia ella y estudiándola cuidadosamente.
“No, de ninguna manera.” dijo Caroline
“Oh, vamos Darcy” dijo Bingley, quien se había reunido con
nosotros al dejar a Miss Bennet con una de sus hermanas. “Es
una chica bonita”
“Ella no es admirable en ningún sentido.” respondí.
“Muy bien, que sea como tú dices. No existe nada tolerable en
ella.”
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Se rio, y regresó con Jane Bennet.
Caroline continúo criticando a sus vecinos. Mientras lo hacía, mis
ojos se dirigieron otra vez a Miss Elizabeth Bennet, y empecé a
pensar que no le había hecho justicia. A pesar de que no tenía
ningún rasgo hermoso en su rostro, su semblante se mostraba
extraordinariamente inteligente por la hermosa expresión de sus ojos
oscuros. Le daban una animación que consideré muy agradable.
Me descubrí viéndola, y mientras se levantaba para dejar la mesa,
descubrí que su figura era ligera y deleitable.
Aún no es lo suficientemente guapa para tentar a un hombre de mi
altura, pero tiene más belleza de la que al principio creí.
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Noviembre
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Lunes 4 de Noviembre
Otra fiesta. Fue inevitable, pero me doy cuenta que no estoy tan
indispuesto a salir como antes. Proporcionan un cambio de nuestro
usual círculo íntimo. La fiesta de esta noche fue en la casa de Sir
William Lucas, Lucas Lodge.
“Prepárate a ser reverenciado cada diez minutos,” dijo Caroline,
al entrar a la casa.
“Cada cinco minutos” dijo Louisa.
“Sir William es una hombre muy agradable” dijo Bingley.
“Querido Charles, tú calificarías a cualquiera agradable mientras
te permitieran coquetear con Miss Bennet en una de sus
reuniones” Le dije.
“Ella es un ángel” dijo Bingley, ni un poco turbado.
Él pronto encontró a Miss Bennet. Mr. Hurst bailo con
Caroline y Louisa conversó con Lady Lucas.
Me di cuenta que Miss Elizabeth Bennet estaba ahí, hablando
con el Coronel Forster. Sin saber lo que estaba haciendo me
acerqué, y no pude evitar oír por casualidad su conversación.
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Había algo en sus maneras que hacían juguetona su conversación,
lo cual le daba un cierto brillo a sus ojos. Lo noté, como noté
también el sonrojo de animación que le agregaba belleza a sus
mejillas. Su complexión es saludable, y su piel es ligeramente
bronceada. Puede que no sea tan elegante como la palidez de
Caroline, pero es igual de agradable.
Ella pronto dejó al Coronel Forster y buscó a Miss Lucas.
Las dos parecen ser amigas. Estaba a punto de hablar con ella,
sintiendo un ansia de ver el brillo en sus ojos otra vez, cuando la
dama en persona me cuestionó.
“¿No cree, Mr. Darcy, que me expresé extraordinariamente
bien justo ahora, cuando estaba persuadiendo al Coronel Forster
para que diera un baile en Meryton?”
“Con gran energía” respondí, sorprendido, pero no ofendido, de
que me hablaran. “Pero es un tema que siempre emociona a las
damas” agregué.
“Usted es severo con nosotras”
Lo dijo con una mirada tan pícara que me vi inclinado a sonreír.
Sus modales no serían apropiados en Londres, pero en el campo
no tienen ningún problema. Uno necesita variedad, después de
todo.
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“Ahora será su turno de ser persuadida”, dijo Miss Lucas,
volteando hacia mí. “Voy a abrir el instrumento, Eliza, y tú sabes
que sigue”
Ella se negó al principio, diciendo que no quería tocar en frente de
aquellos quienes estarían acostumbrados a escuchar a los mejores
músicos, pero Miss Lucas insistió hasta que ella accedió.
Su ejecución fue sorprendentemente buena. No debido a la
precisión de las notas; creo que la mayoría de ellas estaban
equivocadas. Pero había una dulzura en el tono que sonaba bien a
mis oídos.
Estaba empezando a caer por ella, estaba planeando continuar
nuestra conversación, cuando ella abandonó el pianoforte y por
asares del destino- afortunada o desafortunadamente, no se cual- su
hermana menor tomó su lugar. Mi sonrisa se congeló en mi
rostro. Nunca he oído una interpretación más desastrosa en mi
vida, y no podía creer que Mis Mary Bennet estuviera
exhibiendo su falta de talento enfrente de tantas persona. Si hubiera
tenido que escucharlo un minuto más, creo que se lo hubiera dicho yo
mismo.
Las cosas empeoraron cuando las dos más menores de las
hermanas se levantaron a bailar con algunos de los oficiales. Su
madre miraba, sonriendo, mientras la más joven coqueteaba con
todos los oficiales. ¿Cuántos años tiene? No aparenta más de
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quince. Debería de estar aún en el salón de clases, no en público
donde puede desgraciarse a sí misma y a su familia.
Su conducta alejó cualquier sentimiento que estuviera sintiendo por
Miss Elizabeth Bennet, y no volví a hablarle otra vez.
“Que diversión tan encantadora para los jóvenes es esto, Mr.
Darcy!” dijo Sir William Lucas, dirigiéndose hacia mi
costado. “No hay nada como bailar, después de todo. Lo
considero una de los primeros refinamientos de las sociedades
civilizadas.”
“Indudablemente, señor,” respondí, mientras mi mirada se
dirigía a Miss Lydia Bennet, quien estaba bailando sin
ninguna pisca de decoro, “y tiene la ventaja también de estar en
boga entre las sociedades menos civilizadas del mundo. Cualquier
salvaje puede bailar.”
Sir William solo sonrió, y me atormento con una larga
conversación sobre el tema del baile, preguntándome si había alguna
vez bailado en St. James’s. Respondí lo educadamente posible,
pero pensé que si mencionaba una vez más St. James’s, estaría
tentado a estrangularlo con su propia corbata. Mientras mi
mirada se paseaba por el salón, vi a Miss Elizabeth Bennet
moviéndose hacia mi dirección. A pesar de las faltas de su
hermana, fui sorprendido nuevamente por la gracia de sus
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movimientos, y pensé que, si había alguna persona en el salón a
quien desearía ver bailando, seria a ella.
“Mi querida Miss Eliza, ¿Por qué no está bailando?”
preguntó Sir William, como si estuviera leyendo mis
pensamientos. “Mr. Darcy, debe permitirme presentarle a esta
joven, como una pareja muy codiciada. No puede negarse a bailar,
cuando tal belleza esta frente a usted.”
Tomó su mano, y me sorprendió al casi dármela a mí. No había
pensado en bailar con ella, solo en verla bailar, pero hubiera tomado
su mano si no me hubiera sorprendido al ella apartarla.
“En realidad, señor, no tengo la menor intención de bailar. Les
pido que no supongan que me dirigí en esta dirección en busca de
una pareja” dijo ella.
Me di cuenta de que yo no quería dejar pasar el placer presentado.
“¿Me haría el honor de bailar conmigo?” pregunte, interesado
por su renuencia a bailar conmigo.
Pero nuevamente se negó.
Sir William trato de persuadirla.
“A pesar de que a este caballero no le gusta el entretenimiento en
general, no puede tener objeción, estoy seguro, de complacernos por
media hora.”
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Una sonrisa ilumino sus ojos, volviendo hacia mí, dijo: “Mr.
Darcy es todo generosidad”
Era una sonrisa desafiante; no cabía duda. A pesar de que decía
que yo era toda generosidad, para ella significaba todo lo contrario.
Sentí mi deseo de bailar con ella crecer. Se había puesto como mi
adversario, y sentí un instinto de conquistarla aparecer dentro de
mí.
¿Por qué me había rechazado? Porque me había escuchado decir
que no era lo suficientemente guapa para tentarme en el baile de
Meryton. ¡Claro! Me encontré admirando su espíritu. Mis
diez mil libras no significaban nada para ella comparados con su
deseo de vengarse.
La mire retirarse, notando la ligereza de su caminar y las
proporciones de su figura, tratando de recordar la última vez que me
había sentido tan bien complacido.
“Puedo adivinar las razones de sus cavilaciones” dijo Caroline,
poniéndose a mi lado.
“Imagino que no” le dije.
“Estas considerando que tan insoportable será el pasar más veladas
de esta manera, en tal sociedad; y claro, soy de su opinión.
¡Nunca estuve más contrariada! ¡La insipidez y aun así el ruido;
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la nulidad y aun así la autosuficiencia de toda esta gente! ¡Que
daría por oír sus censuras en ellos!”
“Sus conjeturas son muy erradas, le aseguro. Mi mente estaba en
parajes más placenteros. He estado meditando en el gran placer
que un par de ojos hermosos en el rostro de una mujer bonita puede
conferir”
Caroline sonrió.
“¿Y qué dama tiene el crédito de inspirar tales reflexiones?”
pregunto, volviendo su mirada a mi rostro.
“Miss Elizabeth Bennet” respondí, mientras la miraba al otro
lado del salón.
“¡Miss Elizabeth Bennet!” exclamó, “Estoy asombrada.
¿Desde cuándo ha sido tu favorita? Y dígame, ¿Cuándo
debemos felicitarle?”
“Esa es exactamente la pregunta que estaba esperando que hiciera”
le dije. “La imaginación de una dama es muy rápida, pasa de la
admiración al amor, y del amor al matrimonio en un momento.
Sabía que me felicitaría.”
“Oh, si piensa tan seriamente sobre el asunto, lo considerare como
algo totalmente asentado. Tendrá una suegra encantadora, y
claro, ella estará siempre en Pemberley con usted.”
Dejé que hablará. Es un asunto de poca importancia lo que ella
diga. Si deseo admirar a Miss Elizabeth Bennet, entonces lo
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haré, y ninguna de las ocurrencias de Caroline en cuanto a lindos
ojos o suegras me prevendrá.
Martes 12 de Noviembre
Bingley y yo cenamos con los oficiales esta tarde. Hay un
regimiento establecido temporalmente aquí, y son en su mayoría
hombres inteligentes y bien educados. Cuando regresamos a
Netherfield encontramos a Miss Bennet en la casa. Caroline y
Louisa la habían invitado a comer. Había viajado en caballo, y
una lluvia repentina la había mojado totalmente. No es sorpresa
que haya pescado un resfriado.
Bingley se alarmó en ese instante, insistiendo que ella debería
quedarse esa noche. Sus hermanas lo apoyaron. Ella se retiró a la
cama temprano, y Bingley estuvo distraído el resto del día.
Esto me hizo recordar el hecho de que el solo tiene veintitrés, una
edad inestable. En el presente está preocupado por la salud de Miss
Bennet, pero para Navidad estará en Londres, donde sin duda
se habrá olvidado de ella.
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Miércoles 13 de Noviembre
Miss Bennet seguía mal esta mañana, y Caroline y Louisa
insistieron en que se quedara en Netherfield hasta que estuviera
totalmente recuperada. No insistirían tan vehementemente si no
fuera por lo aburridas que están, el clima es malo, y no hay nada
para ellas que hacer dentro de la casa, por lo cual estaban deseosas
de persuadirla a quedarse.
Bingley se empeñó en mandar a llamar a Mr Jones, el
boticario, tan pronto como se enteró de que ella no estaba mejor.
“¿Es en verdad necesario?” le pregunté. “Tus hermanas parecen
pensar que no es más que un dolor de garganta y una jaqueca”
“Nadie sabe a dónde un dolor de garganta y una jaqueca pueden
llegar” respondió Bingley.
Una nota fue enviada a Mr. Jones; y otra a la familia de Miss
Bennet, y después nos sentamos a desayunar.
Estábamos todavía en el comedor cuando se presentó un disturbio
en el pasillo. Caroline y Louisa voltearon desde sus tazas de
chocolate, indagando en sus miradas y en la de su hermano.
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Malinalli Quiroz
“¿Quién podría visitarnos a esta hora, y con este clima?” preguntó
Caroline.
Su pregunta fue pronto respondida al abrirse la puerta y al aparecer
Miss Elizabeth Bennet. Su ojos estaban brillantes y sus mejillas
sonrojadas. Su ropa mostraba signos de su caminata y sus botas
estaban cubiertas de lodo.
“¡Miss Bennet!” exclamo Mr. Hurst, mirándola como si
fuera una aparición.
“¡Miss Bennet!” repitió Caroline. “¿No habrá venido a pie?”
pregunto, perpleja, mirando sus botas y sus enaguas, los cuales
estaban llenas de barro por seis pulgadas.
“Si” respondió, como si fuera lo más natural del mundo.
"¡Caminar tres millas a estas horas de la mañana!” dijo
Caroline, mostrando una mirada horrorizada a Louisa.
“¡Y con tan mal tiempo!” exclamo Louisa, regresando su
mirada.
Bingley no estaba sorprendido por nada de eso.
“Miss Elizabeth Bennet, que gentil por su parte en venir” dijo,
saltando hacia ella y estrechando su mano. “Su hermana está muy
enferma, me temo.”
Caroline se había ya recuperado de su sorpresa, cuando dijo.
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“Vamos, Charles, no la preocupes” y volviéndose a Mis
Bennet. “No es más que una jaqueca y un dolor de garganta.
No durmió muy bien, pero se ha levantado esta mañana.
Aunque tiene algo de fiebre y no está lo suficientemente bien como
para dejar su cuarto”
“Debe de tener frio y estar mojada” dijo Bingley, mirándola con
preocupación.
“No es nada. Suelo caminar en las mañanas. El frio y la
humedad no me molestan. ¿Dónde está Jane? ¿Puedo verla?”
“Claro” respondió Bingley. “La llevaré a su habitación ahora
mismo.”
No podía evitar pensar en el esplendor que el ejercicio le había dado
a su complexión, aunque me pregunte si debería caminar tal
distancia sola. Si su hermana hubiera estado en peligro, tal vez,
pero ¿por un resfriado?
Charles dejo el salón con Miss Bennet. Caroline y Louisa,
sintiendo como obligación para ellas como anfitrionas el ir, los
siguieron. Bingley regresó pronto, dejando a sus hermanas en el
cuarto de la enferma.
“Tenemos que irnos” le dije, mirando el reloj.
Habíamos quedado de vernos con los oficiales para un juego de
billar. Podía notar que Bingley no quería ir, pero lo persuadí de
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que se haría pasar por una ridiculez si se quedaba en casa solo porque
una amiga de sus hermanas tenía un resfriado. Parecía que estaba
a punto de protestar, pero tiene el hábito de escucharme y aceptar mis
consejos. Estoy agradecido de ello. Coronel Forster hubiera
considerado muy raro que hubiéramos cancelado nuestro
compromiso por tal pretexto.
Regresamos a casa después durante la tarde, y a las seis y media
todos nos sentamos a cenar. Miss Elizabeth Bennet fue parte de
nuestro grupo. Se veía cansada. El color se había esfumado de sus
mejillas y sus ojos estaban apagados. Pero tan pronto como
Bingley le preguntó acerca del bienestar de su hermana, se
presentó más animada.
“¿Cómo está su hermana?” preguntó Bingley.
“Me temo que no está mejor.”
“¡Que mal!” dijo Caroline
“Me apena oírlo” dijo Louisa.
Mr. Hurst gruñó.
“Me desagrada sobre manera el estar enferma” dijo Louisa.
“A mí también. No hay nada peor.” respondió Caroline.
“¿Hay algo que pueda hacer por ella?” preguntó Bingley.
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“No, gracias” respondió ella.
“¿No hay nada que necesité?”
“No, ya tiene todo.”
“Muy bien, pero debe dejarme saber si hay cualquier cosa que pueda
darle para aminorar su sufrimiento”
“Gracias, lo haré.” dijo, conmovida.
“Se ve cansada. Ha estado usted sentada con ella todo el día.
Debe de permitirme ayudarle con un plato de sopa. No quisiera
que se enfermara al cuidar a su hermana.”
Ella sonrió agradecida por su consideración, y yo lo bendije. Él
tiene una desenvoltura que yo no poseo, y me alegraba verlo usarla
para ayudarla con lo mejor de los platillos en la mesa.
“Debo regresar con Jane” dijo, tan pronto como la cena había
terminado.
Hubiera preferido que se quedara. Tan pronto como se fue,
Caroline y Louisa empezaron a criticarla.
“Nunca olvidare su entrada esta mañana. Ella parecía casi una
salvaje” dijo Louisa.
“Ya lo creo, Louisa” respondió Caroline.
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“Espero que hayas visto sus enaguas, seis pulgadas en lodo” dijo
Louisa.
Con esto, Bingley explotó.
“Sus enaguas sucias escaparon mi atención” dijo.
“Usted las vio, estoy segura, Mr Darcy” dijo Caroline. “Me
temo que esta aventura haya afectado su admiración por sus
hermosos ojos”
“Por el contrario” repliqué. “Fueron iluminados por el ejercicio.”
Caroline fue silenciada. No dejaré que critiqué a Miss Elizabeth
Bennet enfrente mío, aunque estoy seguro de que lo hará en cuanto
le dé la espalda.
“Tengo un gran interés por Jane Bennet, ella es una chica muy
dulce, y deseo con todo mi corazón que estuviese bien establecida.
Pero con tal padre y madre, y tan bajas conexiones, me temo que
no hay ninguna posibilidad.” dijo Louisa.
“Creo haberte oído decir, que su tío es un abogado en Meryton”
comentó Caroline.
“Si; y tienen otro, quien vive en algún lugar cerca de Cheapside”
dijo Louisa.
“Si tuvieran tantos tíos como para llenar Cheapside, no los harían
ni un poco menos agradables” exclamó Bingley.
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“Pero debe disminuir en gran medida sus probabilidades de
casarse con un hombre de cualquier consideración en el mundo”
comenté.
No hacia ningún daño el recordarle a Bingley la realidad. El
año pasado fue casi llevado por la corriente, y por poco se le propone
a una joven cuyo padre era un panadero. No hay nada malo con
los panaderos, pero no pertenecen a nuestra familia, ni tampoco los
abogados o la gente que vive en Cheapside.
“Que bien lo expresa, Mr Darcy” dijo Caroline.
“Ni yo podría haberlo dicho mejor” interrumpió Mr. Hurst,
levantándose momentariamente de su estupor.
“¡Cheapside!” dijo Louisa
Bingley no dijo nada, pero se hundió en melancolía.
Sus hermanas visitaron el cuarto de la enferma, y cuando bajaron,
Miss Elizabeth Bennet estaba con ellas.
“¿Se une con nosotros a jugar cartas?” preguntó Mr Hurst.
“No, gracias” respondió, viendo las apuestas.
En un principio, ella tomo un libro, pero de vez en cuando se
acercaba a la mesa de cartas y veía el juego. Su figura se mostraba
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favorecedoramente mientras estaba parada atrás de la silla de
Caroline.
“¿Ha Miss Darcy crecido mucho desde la primavera?”
pregunto Caroline. “¿Será tan alta como yo?”
“Creo que sí. Ahora es cerca de la estatura de Miss Elizabeth
Bennet, o más alta.”
“¡Como anhelo verla otra vez! ¡Tal porte, y tales maneras! ¡Y
tan talentosa para su edad!”
“Me asombra como las jóvenes pueden tener la paciencia para
aprender tanto, y ser tan talentosas” dijo Bingley.
"¡Todas las jóvenes talentosas! Mi querido Charles, ¿a qué te
refieres?” preguntó Caroline.
“Si, todas, creo yo. Pintan, forran biombos y tejen bolsas.”
“Tu lista de lo que abarcan comúnmente sus talentos, tiene mucha
verdad.” dije, entretenido. Me han presentado a docenas de
jóvenes como muy talentosas, solo para encontrar que no pueden
hacer otra cosa que pintar bien. “No puedo jactarme de conocer
más de media docena”
“Ni yo, eso es seguro.” dijo Caroline.
“Entonces debe de ser muy exigente su idea de una mujer
talentosa” dijo Miss Bennet.
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Lo imaginé, o ¿se estaba riendo de mí? Tal vez si, tal vez no.
Estuve obligado a responder: “Si, soy muy exigente en ello.”
“¡Oh!, por supuesto” dijo Caroline.
Miss Bennet no estaba avergonzada, como lo había deseado.
En realidad, mientras Caroline listaba todas las características de
una mujer verdaderamente talentosa, distinguí una sonrisa
dibujándose en la cara de Miss Bennet. Comenzó en sus ojos,
cuando Caroline empezó a decir: “Una mujer debe tener un
conocimiento profundo de música, canto, dibujo, baile, y las lenguas
modernas…” y se había extendido a su boca cuando Caroline
termino; “Debe poseer un algo especial en su aire y manera de
andar, el tono de su voz, en su trato y modo de expresarse.”
El regocijo de Miss Bennet me molestaba, y agregué
severamente: “A todo esto hay que agregar además algo más
sustancial, el desarrollo de su inteligencia mediante una lectura
abundante.”
“Ya no me sorprende que entre sus conocidas haya solo seis mujeres
talentosas. Lo que me extraña es que conozcan siquiera una.” dijo
Miss Bennet riéndose.
Debería de estar enojado por su descaro, pero de alguna forma
sentí una sonrisa en contestación dirigiéndose a mis ojos.
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Parecía absurdo, de repente, que esperará tanto del sexo opuesto,
cuando un par de hermosos ojos era todo lo que necesitaba para
sentir verdadera felicidad. Es una felicidad que nunca he sentido al
escuchar a una mujer cantar o tocar el piano, y dudo que jamás lo
vuelva a hacer.
“¿Es usted tan severa con su propio sexo, que duda de la
existencia de alguien así?” pregunto Caroline.
“Nunca he visto a tal mujer” respondió Miss Bennet. “Nunca
he visto tal capacidad, gusto, y aplicación, y elegancia, como ustedes
describen, unidas en una sola persona.”
Caroline y Louisa la desafiaron, declarando que conocían a
muchas mujeres que respondían a esta descripción.
Miss Bennet inclinó su cabeza, pero no en señal de
reconocimiento o derrota. Lo hizo de forma que no pudieran ver la
sonrisa que se estaba extendiendo en su boca.
Fue entonces cuando me di cuenta de que ellas estaban
contradiciendo sus opiniones iniciales, cuando dijeron que muy pocas
de tales mujeres existían. Ahora estaban diciendo que tal mujer era
común. Mientras veía la sonrisa de Miss Bennet dirigirse a sus
ojos, pensé que nunca antes me había gustado tanto, o disfrutado
más una discusión.
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Mr Hurst pidió a su esposa y su hermana orden, volviendo su
atención de vuelta al juego, y Miss Bennet regresó al cuarto de su
hermana.
Me di cuenta de que existe un estrecho lazo de cariño entre ella y su
hermana. No pude evitar pensar que Caroline y Louisa nunca
hubieran estado tan deseosas de cuidarse una a otra, si alguna de
ellas hubiera enfermado; a pesar de que ellas, también, son
hermanas, muy poco cariño parece existir entre ellas. Es una
pena. El cariño de mi hermana es una de los placeres más grandes
de mi vida.
“Eliza Bennet” dijo Caroline, cuando Miss Bennet se había
retirado del salón, “es una de esas jóvenes que busca hacerse
agradables al sexo opuesto, al desacreditar el suyo propio; y con
muchos hombre, me atrevo a decir, esto funciona. Pero en mi
opinión, es un truco vil, un arte muy ruin.”
“Sin duda alguna, siempre hay vileza en cualquier truco que las
damas algunas veces se rebajan a emplear para cautivar a los
hombres. Cualquier cosa que tenga algo que ver con la astucia es
despreciable.”
Ella se retiró del asunto, y volvió a su juego.
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Regresé a mi cuarto al fin, sintiéndome insatisfecho con lo sucedido
en el día. Mi usual paz mental estaba perturbada. Estuve
pensando, no en lo que iba a hacer mañana, sino en Elizabeth
Bennet.
Jueves 14 de Noviembre
He tenido un recordatorio de lo imprudente que es dejarme llevar
por un par de hermosos ojos. Elizabeth envió una nota a su madre
esta mañana, pidiéndole que fuera y revisara por su misma el estado
de salud de Miss Bennet. Después de sentarse un rato con su hija
enferma Mrs Bennet y sus dos hijas menores, quienes la habían
acompañado, aceptaron la invitación de acompañarnos en el salón
para el desayuno.
“Espero que Miss Bennet no esté tan mal como hubiera
esperado,” dijo Bingley.
Ha estado preocupado por toda esta situación, y nada puede
confortarlo, a excepción de una constante lista de instrucciones a la
ama de llaves, para incrementar la comodidad de Miss Bennet.
“En verdad que si lo he hecho, señor,” dijo Mrs Bennet.
“Ella está muy enferma como para ser trasladada. Mr Jones
dice que no debemos de pensar en moverla. Deberemos de abusar de
su generosidad un poco más.”
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“¡Trasladarla!” exclamó Bingley. “Ni pensarlo.”
Caroline no parecía complacida con tal comentario. Creo que la
presencia de un inválido en la casa ha empezado a irritarla. Ha
pasado muy poco tiempo con su huésped, y si Elizabeth no hubiera
venido, su hermana hubiera pasado todo este tiempo muy sola en
una casa de extraños.
Aun así Caroline respondió educadamente, diciendo que Miss
Bennet recibiría toda la atención que necesitará.
Mrs. Bennet nos relató cuan enferma estaba su hija, y después,
olvidándose de ella, comento que Bingley había elegido muy bien
al rentar Netherfield.
“Espero que no pensará dejarlo repentinamente, aunque lo haya
alquilado por poco tiempo.”
“Cualquier cosa que hago, la hago repentinamente.” respondió
Bingley.
Esto llevo a una discusión acerca del carácter de las personas, en lo
que Elizabeth confesó entretenerse en estudiar.
“El campo no puede suplir de muchos sujetos para tal estudio” dije.
“Pero la gente cambia tanto, que hay algo nuevo que observar en
ellos siempre.” respondió.
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Hablar con Elizabeth es como hablar con ningún otro. No es
una actividad simple; si no un ejercicio estimulante para la mente.
“Si, ya la creo que si” dijo Mrs Bennet, sorprendiéndonos a
todos. “Les aseguro que hay tanta variedad en el campo como en la
ciudad. Por mi parte, no puede ver que Londres tenga ninguna
ventaja sobre el campo, a excepción de las tiendas y los lugares
públicos. El campo es mucho más agradable, o no, ¿Mr
Bingley?”
Bingley, tan tolerante como siempre, dijo que era igualmente feliz
en cualquiera de ellos.
“Eso es debido a que tiene una buena disposición. Pero ese
caballero,” dijo, mirándome a mí, “Perece pensar que el campo no
es nada en absoluto.”
Elizabeth tuvo la bondad de ruborizarse, y decir a su madre que
estaba equivocada, pero fui recordado de que no importaba el
número de sonrojos, ni el que tan placenteros eran, no podrían
sobrepasar la desventaja de tal madre.
Mrs Bennet empeoro, y empeoro, adulando los modales de Sir
William Lucas, y haciendo referencias encubiertas hacia ciertas
personas que se pensaban tan importantes y que nunca habrían sus
bocas, por lo cual, supuse, se refería a mí.
Lo peor estaba por llegar. La más joven de las chicas dio un paso
al frente y suplico a Bingley que diera un baile. Él tiene tan buen
humor que aceptó de buena gana, después de lo cual Mrs Bennet
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y sus dos hijas menores se fueron. Elizabeth regresó al cuarto de su
hermana enferma.
Caroline fue despiadada una vez ella se fue.
“¡Han comido con veinticuatro familias!” dijo. “No sé cómo me
contuve de reír. Y la pobre mujer cree que eso es una sociedad
variada.”
“Nunca escuche nada más ridículo en mi vida.” dijo Louisa.
“O vulgar,” dijo Caroline. “¡Y la más joven de las chicas!
Pidiendo por un baile. No puedo creer que la hayas animado,
Charles.”
“Pero me gusta dar bailes” protestó Bingley.
“No debiste haber recompensado su impertinencia” dijo Louisa.
“No, por supuesto que no. Solo harás que se vuelva aun peor.
Aunque como podrá convertirse en algo peor, no lo sé. Kitty
estuvo terrible, pero la más joven – ¿cuál era su nombre?”
“Lydia” respondió Louisa.
“¡Lydia! ¡Claro, ese era! El ser tan directa. No le gustaría
que su hermana fuera tan directa, estoy segura, Mr Darcy,”
“No, en lo absoluto,” dije, poco complacido.
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El comparar a Georgiana con esa niña esta sobre cualquier cosa
que pueda tolerar.
“Y aun así son de la misma edad,” siguió Caroline. “Es
increíble como dos chicas pueden ser tan diferentes, una tan elegante
y refinada, y otra tan descarada y escandalosa.”
“Es su crianza” dijo Louisa. “Con tan mala madre, ¿cómo
podrían ser menos vulgares?”
“Esas chicas,” dijo Caroline, sacudiendo su cabeza. “Todas han
sido infectadas por la misma vulgaridad, me temo.”
“¡No Miss Bennet!” protestó Bingley. “Ustedes mismas lo
dijeron, es una chica adorable.”
“Y lo es. Tal vez tengas razón. Tal vez logro escapar de la
corrupción de mezclarse con tales personas. Pero Elizabeth
Bennet esta inclinada a ser una insolente, aunque tiene unos
hermosos ojos,” dijo Caroline, volteando su mirada hacia mí.
Estuve a punto de desviar a Elizabeth de mis pensamientos, pero
cambie de opinión. No la haré solo para complacer a Miss
Bingley, no importa que tan sarcástica desee ser.
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En la tarde, Elizabeth nos acompañó en la sala de dibujo. Me
cercioré de no decirle más que un breve ‘Buenas tardes’ y después
tome una pluma y empecé a escribirle a Georgiana. Elizabeth,
noté, tomo una labor de aguja en el otro lado del salón.
A penas había empezado mi letra, cuando Caroline empezó a
elogiarme en cuanto a la simetría en mi caligrafía, y la longitud de
mi carta. Traté lo más posible en ignorarla, pero no estaba dispuesta
a ser disuadida y continuo con sus elogios a cada rato. El halago es
algo bueno, pero un hombre puede cansarse de ello hasta el punto que
se vuelven maldiciones. No dije nada, a pesar de todo, pues no
deseaba ofender a Bingley.
“¡Que encantada estará Miss Darcy de recibir tal carta!” dijo
Caroline.
Lo ignoré.
“Escribe usted extraordinariamente rápido”
Fue poco sabio el responder con, “Se equivoca, escribo muy
despacio,”
“Le ruego le diga a su hermana que deseo mucho verla.”
“Ya lo hice una vez, por petición suya.”
“¿Cómo puede lograr escribir tan uniformemente?” preguntó.
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Me tragué mi frustración y permanecí en silencio. Una tarde
lluviosa en el campo es uno de los peores males. Lo es,
especialmente, con una restringida compañía, y si respondía, me
temía que sería un comentario algo grosero.
“Dígale a su hermana que estoy encantada de enterarme de su
progreso en el harpa…”
Dígame, ¿de quién es la carta? por poco respondí, pero me detuve
justo a tiempo.
“… y déjele saber que estoy entusiasmada con el diseño de mesa que
hizo, y creo que es infinitamente mejor que el de Miss Grantley”
“¿Me permite que aplace su entusiasmo para otra carta? En la
presente no tengo espacio para más elogios.”
Vi la sonrisa de Elizabeth aparecer debido a este incidente, y
hundió su cabeza en su trabajo. Sonríe fácilmente, y estoy
empezando a encontrarlo algo infeccioso, pues estuve casi tentado a
sonreír yo mismo. Caroline, sin embargo, no deseaba ser
reprimida.
“¿Escribe siempre cartas tan largas y encantadoras, Mr
Darcy?”
“Son generalmente largas,” respondí, no siendo capaz de evadir su
pregunta. “Pero si son siempre tan encantadoras o no, no soy
quien para juzgar.”
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“Es un regla para mí, cuando una persona puede escribir una
carta larga, con facilidad, no puede escribir mal” dijo ella.
“Ese cumplido no tendrá valor para Darcy,” intervino
Bingley, “Puesto que no escribe con facilidad. Estudia
demasiado las palabras. Siempre busca por palabras de más de
cuatro silabas. ¿No es así, Darcy?”
“Mi estilo para escribir es muy diferente al tuyo,” acordé.
“Mis ideas fluyen con tal rapidez que no tengo tiempo para
expresarlas, por lo que mis cartas algunas veces no comunican
ninguna idea a mis remitentes,” dijo Bingley.
“Su humildad debe desarmar cualquier reproche” dijo Elizabeth,
dejando su costura al lado.
“Nada es más engañoso que la apariencia de humildad,” dije,
riéndome de los comentarios de Bingley, pero por debajo estaba
consciente de la irritación que sentía debido a que ella lo estuviera
halagando. “Usualmente es solo falta de opinión y a veces una
forma indirecta de vanagloriarse.”
“¿Y cuál de las dos aplica a mi reciente acto de modestia?”
Preguntó Bingley.
“La forma indirecta de vanagloriarse,” dije con una sonrisa. “El
poder de hacer cualquier cosa con rapidez es siempre muy apreciado
por el poseedor, y muy seguido sin ningún cuidado a la imperfección
del acto. Cuando le dijiste a Mrs Bennet esta mañana que si
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alguna vez decidieras dejar Netherfield, te irías en cinco minutos,
lo utilizaste como un cumplido para ti mismo, pero no estuve ni un
poco convencido de ello. Si, montando ya en el caballo, un amigo
te dijese, ‘Bingley, deberías quedarte hasta la próxima semana’ lo
harías probablemente.”
“Solamente ha probado con esto que Mr Bingley no hizo
ninguna justicia a su propio temperamento. Lo ha favorecido ahora
más de lo que hizo el mismo,” dijo Elizabeth sonriendo.
“Le estoy en verdad agradecido por convertir lo que mi amigo dice
en un cumplido a mi temperamento” dijo Bingley felizmente.
Sonreí, pero no estaba satisfecho, aunque la razón de esto la
desconozco. Estoy seguro de que me agrada Bingley, y siempre
me complace cuando otras personas lo valoran, también.
“Pero Darcy pensaría mejor de mí, si bajo esas circunstancias
diera una negación categórica, ¡y cabalgara tan rápido como
pudiera!” agregó.
“¿Entonces Mr Darcy consideraría lo precipitado de su decisión
original expiada por su obstinación en seguirla?” pregunto
Elizabeth juguetonamente.
“Le doy mi palabra, no puedo explicar el asunto. Darcy deberá
hablar por sí mismo.”
Deje a un lado mi pluma, cualquier pensamiento relacionado con
mi letra olvidado.
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“Esperas que dé cuenta de una opinión que eliges como mía, pero
que no he aceptado” dije con una sonrisa.
“El ceder rápidamente a un pedido de un amigo no tiene mérito
para usted” dijo Elizabeth.
A pesar mío, fui atraído hacia su broma.
“El ceder sin convicción no es ningún cumplido para la
comprensión de ninguno” respondí.
“Me parece, Mr Darcy, que no admite la influencia que puede
tener la amistad y el cariño.”
Vi a Caroline mirar horrorizada nuestra discusión, pero estaba
disfrutando la estimulante conversación de Elizabeth.
“¿No sería mejor especificar el grado de intimidad entre ambos,
antes de decidirlo?” le pregunté.
“Por supuesto,” exclamo Bingley, “Tengamos todos los detalles
especificados, sin olvidar la diferencia en tamaño y altura, pues le
aseguro que si Darcy no fuera un sujeto tan alto, no le prestaría ni
la mitad de atención de lo que hago ahora. Confieso que no
conozco nada más imponente que Darcy, en su propia casa
especialmente, y en una tarde de domingo cuando no tiene nada
que hacer.”
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Sonreí, pero a pesar de ello estaba ofendido. Temí que hubiera algo
de verdad en lo que había dicho Bingley, y no quería que
Elizabeth lo supiera.
Elizabeth parecía como si quisiera reírse, pero no lo hizo. Espero
que no me tenga miedo. Pero no. Si me tuviera miedo, ¡no se
reiría tanto de mí!
“Ya veo tus intenciones, Bingley” dije, dejando su comentario a
un lado. “Te disgustan las discusiones, y quieres terminarla.”
“Tal vez así sea,” admitió Bingley.
La vitalidad se había ido de la conversación, y un incómodo
silencio permaneció en su lugar. Elizabeth regreso a su costura, y
yo regrese a mi carta. El reloj marchaba en la repisa de la
chimenea. Terminé mi carta y la puse a un lado. El silencio
continuo.
Para romperlo, pedí a las damas el honrarnos con un poco de
música. Caroline y Louisa cantaron, y me descubrí mirando a
Elizabeth. No es como ninguna mujer que haya conocido jamás.
No es hermosa, y aun así encuentro que prefiero mirar su rostro que
cualquier otro. No es elegante, y aun así sus modales y maneras
me complacen mucha más que los de cualquier otra persona que haya
conocido. No es estudiada, y sin embargo tiene una inteligencia
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que la hace una debatiente hábil, y hace su conversación estimulante.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve que buscar
por palabras, y no estoy seguro si alguna vez lo he hecho, y aun así
con ella estoy frecuentemente comprometido en un duelo de ingenio.
Caroline empezó a tocar algunas canciones escocesas, y fui movido
por un repentino impulso y dije, “No le apetecería, Miss Bennet,
aprovechar esta oportunidad para bailar un ´reel ?” (baile
nacional escoses muy vigoroso)
Ella sonrió, pero no contestó. Encontré su silencio enigmático.
¿Es acaso una esfinge, enviada para atormentarme? Debe de
serlo, pues mis pensamientos no son usualmente tan poéticos.
En lugar de molestarme, su silencio no hizo más que encenderme
aún más, y repetí mi pregunta.
“¡Oh!” respondió ella, “lo escuche antes; pero no podía determinar
que decir en respuesta. Yo sé que usted desea que diga que ‘Si,’ y
así tener el placer de criticar mis gustos; pero siempre me encanta
derrocar tales esquemas. Por lo cual he decidido responderle, que
no deseo bailar un reel en absoluto- y desprécieme ahora, si se
atreve.”
¿En verdad le parezco tan perverso? Me pregunto. Y aun así
no pude evitar sonreí a su ocurrencia, y a su valentía al proferirla.
“En absoluto me atrevo” dije.
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Se veía sorprendida, como si ella hubiera esperado una respuesta
cortante, y me complació el haberla sorprendido, puesto que ella
siempre está sorprendiéndome.
La encuentro sobre manera fascinante; y si no fuera por la
inferioridad de su situación en la vida, creo que podría estar en
verdadero peligro, puesto que nunca había estado tan cautivado por
una mujer en toda mi vida.
Fue la intervención de Caroline lo que rompió el tren de mis
pensamientos y me impidió decir algo de lo que me podría arrepentir
luego.
“Espero que su hermana no se esté sintiendo muy mal” dijo
Caroline. “Creo que yo debería ir a su cuarto y ver como esta.”
“Iré con usted” dijo Elizabeth. “Pobre Jane. Le he dejado sola
mucho tiempo.”
Fueron arriba, y fui llevado a preguntarme si Caroline había
regresado la atención de Elizabeth hacia su hermana
deliberadamente, y a pensar que tan cerca estuve de traicionar mis
propios sentimientos.
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Viernes 15 de Noviembre.
Era una linda mañana y Caroline y yo decidimos tomar un
paseo por el jardín.
“Te deseo un muy feliz matrimonio,” dijo ella mientras
caminábamos por el sendero.
Quisiera que se olvidara de ese tema, pero me temo que no hay gran
posibilidad de ello. Me ha estado molestando con mi supuesto
matrimonio por días.
“Espero, también, que le darás a tu suegra algunos consejos,
cuando este suceso tan anhelado tome lugar, como la ventaja de
permanecer callada; y si puedes lograrlo, cura a las chicas menores
de su síndrome de corretear a los oficiales.”
Sonreí, pero estaba irritado. Había dado en el clavo,
mostrándome la razón por la cual no puedo perseguir mis
intenciones. Nunca podría tener a Mrs Bennet como mi
suegra. Sería insoportable. Y en cuanto a las hermanas menores,
hacerlas hermanas de Georgiana, no, no podría ser.
“¿Tienes algo más que proponer para mi felicidad domestica?” le
pregunte, sin dejarle ver mi irritación, pues solo lo haría aun peor.
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“Permite que los retratos de tu tío y tía Philips sean puestos en la
galería de Pemberley. Y en cuanto al retrato de tu Elizabeth,
no debes de intentar hacerlo, puesto que ¿cuál pintor podría hacerle
justicia a sus hermosos ojos?” dijo con un tono divertido.
Ignoré sus ridiculeces, y me imaginé un retrato de Elizabeth
colgado en Pemberley. Imagine otro retrato colgado junto a él,
de Elizabeth y yo juntos. El pensarlo era muy placentero y
sonreí.
“No sería fácil, ya lo creo, el capturar su expresión; pero el color y
la forma, y las pestañas, tan remarcablemente finas, podrían ser
copiadas,” reflexioné.
Caroline no estaba contenta, y estaba complacido de haberla
molestado. Estaba a punto de responder, cuando nos encontramos
con Louisa y Elizabeth que venían desde otro sendero.
Caroline estaba apenada, y bien debería de estarlo. Yo también,
estaba incómodo. No pensé que Elizabeth hubiera podido escuchar
algo, pero aun si lo hubiera hecho, no le habría turbado. No estuvo
perturbada cuando escuchó el comentario poco caritativo de mi parte
en la asamblea.
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Mientras la miraba, estuve repentinamente consciente del hecho de
que ella era un huésped en la casa. Había estado tan ocupado
pensando en ella en otra manera, que me había olvidado de que ella
se estaba quedando con Bingley. Sentí una gran angustia al
darme cuenta que no había recibido ningún afecto o amistad
durante su visita. En realidad, había recibido cortesía en su cara,
pero esa cortesía faltaba tan pronto como ella daba la espalda.
Nunca había sentido tanta antipatía hacia Caroline, o simpatía
hacia Louisa, quien al menos se había tomado la molestia de
invitar a Elizabeth a dar un paseo, lo cual yo no había hecho. Me
condeno por ello. No estaba nada indispuesto a admirar sus ojos,
pero había hecho muy poco para hacer su estancia en Netherfield
más placentera.
Las siguientes palabras de Louisa deshicieron mis sentimientos
benévolos hacia ella, pues dijo: “Nos han tratado abominablemente
al irse sin decirnos que venían para acá,” tomo mi brazo libre y dejó
a Elizabeth sola.
Estaba mortificado, y dije enseguida: “El camino no es lo
suficientemente ancho para nuestro grupo. Deberíamos mejor ir por
la avenida.”
Pero Elizabeth, quien no estaba ni un poco turbada al ser usada
tan vilmente, solamente sonrió maliciosamente y dijo que nos
veíamos tan bien juntos como grupo que sería una pena el
arruinarlo con la adición de otra persona. Después despidiéndose
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de nosotros, huyó felizmente, como un niño que se encuentra libre de
los deberes de la escuela. Mientras la veía irse, sentí que mi espíritu
se elevaba. Sentí como si yo, también, era repentinamente libre,
libre de mi confinada vida de solemnidad, y desee correr tras de
ella.
“Miss Elizabeth Bennet se comporta tan mal como sus
hermanas menores,” dijo Caroline burlonamente.
“No se comporta tan mal como lo hacemos nosotros,” respondí,
molesto, “Es una invitada en la casa de su hermano, por lo cual
merece nuestro respeto. No tendría que sufrir tales negligencias, o
sufrir de su constante crítica en cuanto nos da su espalda.”
Caroline parecía sorprendida y después displacida, pero mi
expresión era tan reprobadora que se quedó callada. Bingley puede
quejarse de mis terribles expresiones, pero tienen su utilidad.
Voltee para ver a Elizabeth, pero ya había pasado el umbral de mi
vista. No la vi de nuevo sino hasta la hora de la cena.
Desapareció después, para ver a su hermana, pero cuando
Bingley y yo nos unimos a las damas en el cuarto de dibujo, la
encontramos con ellas.
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Los ojos de Caroline se dirigieron directo a mí. Podía ver que
estaba inquieta. Le había hablado severamente más temprano en la
mañana, y no le había dirigido la palabra desde entonces. Le
dirigí una mirada fría y desvié mi atención hacia Miss Bennet,
quien estaba lo suficientemente bien para bajar, y quien estaba
sentada junto a su hermana.
Bingley estaba encantado de ver que Miss Bennet estaba
sintiéndose mejor. Iba de un lado a otro alrededor suyo,
asegurándose de que el fuego fuero lo suficientemente caliente, y que
no estuviera en una corriente de aire. Mi expresión se suavizó.
Podía sentirlo. La estaba tratando con todo el cuidado y la
atención que merecía, y recordé por qué le quería tanto y estaba feliz
de llamarlo mi amigo. Sus maneras pueden ser muy confianzudas
como para hacerlo un objetivo fácil para cualquiera que desee
engañarlo, pero esas mismas complacientes maneras lo hacían un
compañero agradable y un cálido anfitrión. Era evidente que
Elizabeth también lo pensaba, y sentí que, después de nuestros
pleitos, habíamos encontrado terreno común.
Caroline pretendió prestarle atención a la inválida, pero en
realidad estaba más interesada en mi libro, el cual tomé cuando
decidimos no jugar cartas.
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“¡Declaro que no hay mejor entretenimiento que leer un libro!”
dijo, ignorando el suyo y favoreciendo el mío.
No respondí. Estaba molesto con ella. En lugar de ello, me
encomendé estudiosamente en mi libro; lo cual era una pena, pues
hubiera preferido ver a Elizabeth. La luz del fuego jugando en su
piel era una vista que encontraba fascinante.
Viendo que no podía hacerme hablar, Caroline molesto después a
su hermano hablando de su baile, antes de dar una vuelta al salón.
Estaba inquieta, y buscando atención. Yo, sin embargo, no se la
di. Me había ofendido, y no estaba listo para perdonar su ofensa.
“Miss Eliza Bennet, permítame persuadirla de seguir mi
ejemplo, y dar una vuelta por el salón”
No pude evitar voltear hacia arriba. Vi una expresión de sorpresa
cruzar el rostro de Elizabeth, y me pregunté si mis palabras a
Caroline habían hecho efecto en su comportamiento, punzando en
su conciencia sobre el trato hacia el huésped de su hermano. Pero
no era tal cosa. Ella simplemente deseaba mi atención, y había
sido lo suficientemente lista como para averiguar que ésta era la
forma de lograrlo. Inconscientemente cerré el libro.
“Mr Darcy, ¿no nos acompañaría?” dijo Caroline.
Rechacé su oferta.
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“Hay solo dos razones por las que ustedes desearían caminar
juntas, y mi presencia interferiría en ambas.” dije.
Mi sonrisa no fue dirigida a Caroline, sino a Elizabeth.
“¿Pero qué es lo que querrá decir?” pregunto Caroline,
sorprendida. “Miss Elizabeth, ¿lo entiende usted?”
“En absoluto,” fue su respuesta. “Pero le aseguro, que sea lo que
sea, desea dejarnos mal, y la mejor forma de decepcionarle será no
preguntarle nada.”
Sentí mi sangre, fluir. Ella estaba esgrimiendo conmigo, a pesar
de que estaba hablando con Caroline, y esta nueva experiencia me
estaba gustando.
Caroline, sin embargo, no pudo esgrimir y solo dijo: “Debo saber
a qué se refiere. Vamos, Mr Darcy, explíquese.”
“No tengo inconveniente alguno. Ustedes eligen este modo de
pasar el tiempo o porque tienen que hacerse alguna confidencia, o
porque saben bien que paseando luce mejor su figura; si es la
primera, al ir con ustedes no haría más que importunarlas, y si es
por el segundo, las puedo admirar mucho mejor sentado en el fuego”
“¡Qué horror!” Exclamo Caroline. “¿Cómo podríamos darle
su merecido?”
“Nada tan fácil, si está dispuesta a ello.” dijo Elizabeth con un
brillo en sus ojos. “Todos sabemos fastidiar y mortificarnos unos a
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otros. Búrlese, ríase de él. Siendo tan íntima amiga suya, sabrá
bien cómo hacerlo”
“¡Burlarse de una persona flemática y de sangre fría! Y en
cuanto a reírse, no podemos exponernos, podría desafiarnos y
tendríamos nosotras las de perder.”
“¡Que no podemos reírnos de Mr Darcy!” exclamo Elizabeth.
“Es un privilegio extraño. Con lo que me gusta reírme.”
Y a mí también. Pero no me gusta que se rían de mí. No pude
decir esto, sin embargo.
“Miss Bingley me ha dado más importancia de la que merezco”
dije. “El hombre más sabio puede ser ridiculizado por una persona
cuyo primer anhelo en la vida es reírse.”
“Espero nunca ridiculizar lo que es sabio y bueno,” ella contestó,
“Tonterías y caprichos me divierten, pero estos, supongo son de lo
que usted carece.”
“Quizá no es posible para nadie. Pero yo he pasado mi vida
esforzándome en evitar estas debilidades que exponen al ridículo a
cualquier persona inteligente.”
“Tales como el orgullo y la vanidad.”
“La vanidad, sí. Pero en donde hay verdadera superioridad de
pensamiento el orgullo será siempre algo válido.”
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Elizabeth se volteo para ocultar una sonrisa.
No sé por qué fue, pero su sonrisa me hirió. Creo que me hizo
sentir mal-humorado, pues cuando dijo: “Mr Darcy no tiene
defecto alguno. Lo reconoce el mismo claramente.” me vi obligado
a responder: “Tengo muchos defectos, pero no tienen que ver con la
inteligencia. De mi carácter no me atrevo a responder. Quizá se
me pueda acusar de rencoroso. Cuando pierdo la buena opinión
que tengo sobre alguien, es para siempre.”
Mientras hablaba, pensaba en George Wickham.
“Ese es realmente un defecto,” dijo Elizabeth. “El rencor
implacable es verdaderamente una sombre en un carácter. Pero ha
elegido usted muy bien su defecto. No puede reírme de él. Está a
salvo de mí.”
No lo estoy en absoluto, pensé.
“Oigamos un poco de música”, dijo Caroline, cansada de
escuchar una conversación en la que no formaba parte.
El pianoforte se abrió, y le pidió a Elizabeth que tocara.
Estaba molesto con Caroline en ese momento, pero después de
unos minutos, comencé a estar agradecido por ello.
Le estoy prestando mucha atención a Elizabeth. Ella me
hechiza. Y aun así sería una tontería el enamorarme de ella.
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Tengo planeado casarme con un muy diferente tipo de mujer, una
con fortuna, y linaje igual al mío. No prestare más atención a
Elizabeth.
Sábado 16 de Noviembre
Bingley yo cabalgamos hacia el este esta mañana y examinamos
más de la propiedad. Bingley estaba complacido con todo lo que
veía y lo calificaba como extraordinario. Yo indique que las mallas
estaban rotas y que la tierra necesitaba un drenaje, pero el solo dijo:
“Si, supongo que así es.” Sé que tiene un carácter tranquilo, pero
había algo más que su habitual asentimiento en sus maneras.
Sospeche que en realidad no estaba poniendo atención, sino
preocupándose por Miss Bennet. Es una desgracia que ella se
haya enfermado mientras visitaba a sus hermanas. Ha hecho que
la casa se venga de cabeza. También me ha traído en constante
contacto con Elizabeth.
Siguiendo mi propósito, no le preste atención a Elizabeth cuando
entre al salón con su hermana más tarde esta mañana, cuando ya
habíamos regresado de nuestro paseo. Después de los debidos
saludos, Miss Bennet pidió que se le prestara el carruaje de
Bingley.
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“Mi madre no puede pasarse sin el carruaje hasta el Martes, pero
ya estoy muy recuperada y no podemos sobrepasar su hospitalidad
más tiempo.” dijo ella.
Sentí una mezcla de emociones: alivio de que Elizabeth pronto se
iría de Netherfield, pesar de que no podría hablar con ella más
tiempo.
Bingley no compartía la opinión de Miss Bennet.
“¡Es muy pronto!” exclamó. “Puede usted parecer recuperada
cuando está sentada junto al fuego, pero no está lo suficientemente
mejorada como para soportar el viaje. Caroline, dile a Miss
Bennet que debe quedarse.”
“Querida Jane, por supuesto que debes quedarte,” dijo Caroline.
Detecté una frialdad en su voz, y no estaba sorprendido cuando
agregó; “No podemos ni pensar en que te vayas antes de mañana”
Una estadía de más de un día adicional no la complacían.
Bingley parecía sorprendido, pero Miss Bennet aceptó la
sugerencia.
“Incluso mañana es muy pronto,” protesto Bingley.
“Es muy amable de su parte, pero realmente debemos irnos,” dijo
Miss Bennet.
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Ella es una chica dulce, pero también puede ser firme, y nada que
Bingley dijera podía cambiar su decisión.
Estaba conscientemente en guardia durante el último día. Había
prestado demasiada atención a Elizabeth durante su estadía, y
estaba tardíamente dándome cuenta de que pude haber levantado
alguna expectativa. Decidí aplastar cualquiera, si acaso alguna se
hubiera formado. Apenas y le dirigí diez palabras en el curso del
día, y cuando estuve desafortunadamente solo con ella por media
hora, me apliqué a mi libro y no voltee ni una vez.
Domingo 17 de Noviembre
Todos atendimos el servicio en la mañana, y después las Bennet se
despidieron.
“Querida Jane, lo único que me puede resignar a dejarte ir es
saber que por fin estas bien,” le dijo Caroline, dándole una
cariñosa despedida a su amiga.
“Soy un hombre muy egoísta. Si no hubiera sido por el hecho de
que te encontrabas sufriendo, estaría complacido de que tu hubiera
dado un resfriado,” dijo Bingley afectuosamente, apretando la
mano de Jane. “Me ha permitido tenerte conmigo todos los días
por casi una semana.”
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Él, por lo menos, había hecho de su estancia algo agradable, y se
había tomado la molestia de entretenerla en los momentos en que
podía bajar. Es fácil ver por qué Bingley la ha hecho su favorita.
Ella tiene una dulzura y amabilidad en sus maneras que la hacen
muy agradable, mientras que sus sentimientos no son del tipo de los
que son fácilmente comprometidos. No importa que tan encantador
o alegre sea Bingley, no necesita temer que sus intenciones sean
mal entendidas.
“Y Miss Eliza Bennet,” dijo Caroline, con una gran
sonrisa. “Ha sido muy… encantador tenerla aquí.”
Elizabeth notó su vacilación y sus ojos brillaron con picardía.
Respondió educadamente, sin embargo.
“Miss Bingley. Ha sido muy amable de su parte el permitirme
quedarme.”
A Bingley le dio una más cálida despedida.
“Muchas gracias por todo lo que ha hecho por Jane,” dijo. “Ha
hecho una gran diferencia para mí el verla tan bien atendida.
Nada podría ser más amable que su disposición al atizar el fuego, o
moviendo las mamparas para evitar cualquier corriente de aire, o
sus instrucciones a la ama de llaves para preparar deliciosos platillos
que tentaran el apetito de Jane.”
“Solo lamento el no poder haber hecho más,” respondió, “Espero
que nos veamos pronto en Netherfield nuevamente.”
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“También lo espero”
Volteo hacia mí.
“Miss Bennet,” dije, dándole una fría reverencia.
Parecía sorprendida por un momento, pero después una sonrisa
apareció en sus ojos, y me devolvió una reverencia, respondiendo con
tono señorial: “Mr Darcy.”
Casi me tentó a sonreír. Pero mantuve mi postura con una
expresión de severidad y me di vuelta.
El grupo entonces se desintegró. Bingley escoltó a las dos damas
al carruaje y las ayudó a entrar. Mi frialdad no había afectado el
ánimo de Elizabeth ni por un minuto. Estaba agradecido que así
fuera- antes de recordarme que el ánimo de Elizabeth no eran de
mi incumbencia.
Regresamos al salón.
“¡Bueno!” dijo Caroline. “Se han ido.”
No hice ningún comentario.
Ella volteo hacia Louisa e inmediatamente empezó a hablar de
asuntos de la casa, olvidando todo lo relacionado con su supuesta
amiga.
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Mientras escribo esto, estoy feliz de que Elizabeth se haya ido.
Ahora, espero, poder pensar en ella como Miss Elizabeth
Bennet otra vez. Deseo pensar en cosas más sensatas, y no tener
que sufrir más de las bromas de Caroline.
Lunes 18 de Noviembre
Por fin, un día normal. Bingley y yo examinamos la esquina
sur de esta tierra. Parece estar interesado en comprarla, y dice que
está listo para establecerse en ella. Aun así, no ha estado aquí
mucho tiempo y no creeré sus intenciones hasta que haya pasado el
invierno en este lugar. Si le gusta después de eso, creo que podría ser
el lugar para él.
Caroline estuvo encantadora esta tarde. Sin Miss Elizabeth
Bennet en la casa, no me molesta, y pasamos una tarde
placentera jugando cartas. No extrañé a Miss Elizabeth para
nada. Creo que apenas y pensé en ella media docena de veces en
todo el día.
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Martes 19 de Noviembre.
“Creo que deberíamos cabalgar alrededor de la propiedad hoy,” le
dije a Bingley esta mañana.
“Después, tal vez,” respondió, “Deseo cabalgar hacia Longbourn
esta mañana para preguntar por la salud de Miss Bennet”
“La viste solo hace dos días,” comenté con una sonrisa; Bingley
cuando está en uno de sus enredos amorosos es muy gracioso.
“Lo que significa que no la vi ayer. Es tiempo de que remiende mi
negligencia.” respondió, igualando mi tono.
“¿Vendrás conmigo?”
“Está bien,” dije.
Un momento después, me arrepentí, pero estaba molesto conmigo
mismo por mi cobardía. Puedo sentarme con Miss Bennet por
diez minutos sin caer presa de su atracción, y además, no es seguro
que la vaya a ver. Puede que no esté en casa.
Salimos después del desayuno. Nuestro camino nos hizo pasar por
Meryton, y vimos el objetivo de nuestra salida en la calle principal.
Miss Bennet estaba tomando un poco de aire con sus hermanas.
Escuchando el trote de los caballos ella volteó hacia arriba.
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“Me estaba dirigiendo a su casa, para ver cómo se encontraba,
pero puedo ver que está mucho mejor. Me alegra mucho,” dijo
Bingley, tocando su gorro.
“Gracias,” ella respondió, con una sonrisa encantadora.
“Ha perdido su palidez, y ahora tiene algo de color en sus mejillas”
“El aire fresco me hace bien” respondió.
“¿Caminó hasta Meryton?” le preguntó.
“Sí.”
“¿Espero que no se haya cansado?” agrego, frunciendo el
entrecejo.
“No, gracias, el ejercicio fue beneficial. He pasado tanto tiempo
dentro de casa que estoy complacida de volver a salir.”
“Mis sentimientos son exactamente los mismo. Si alguna vez estoy
enfermo, no puedo esperar a salir tan pronto estoy mejor.”
Mientras ellos seguían con su conversación, y Bingley se
mostraba tan feliz como si Miss Bennet hubiera escapado de las
garras del tifus, en lugar de un insignificante resfriado,
estudiosamente evite mirar a Elizabeth. Dejé que mis ojos
deambularan sobre el resto del grupo. Vi a las tres menores
Bennet, una de ellas cargando un libro de predicaciones y a las
otras dos riendo juntas, y a un hombre corpulento a quien no había
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vista antes. Por sus ropas pude saber que era un clérigo, y parecía
estar acompañando a las damas. Estaba reflexionando que tal vez
su presencia explicaba porque Mis Mary Bennet estaba
agarrando un libro de predicaciones cuando recibí una indeseada
sorpresa, no, un terrible sobresalto. En la orilla del grupo se
encontraban otros dos hombres. Uno era Mr Denny, un oficial
a quien Bingley y yo ya habíamos conocido antes. El otro era
George Wickham.
¡George Wickham! ¡Ese hombre odioso, quien había traicionada
la confianza de mi padre y casi había arruinado a mi hermana!
El estar forzado a verlo otra vez, en tal momento y tal situación…
Era abominable.
Pensé que ya había acabado con él. Pensé que no tendría que
volver a verlo jamás. Pero ahí estaba, hablando con Denny como
si no tuviera nada de qué preocuparse en este mundo. Y supongo
que no tiene, pues nunca se ha preocupado por nada en su vida, a
excepción de sí mismo.
Se volteó hacia mí. Sentí como me ponía blanco, y lo vi ponerse
rojo. Nuestros ojos se encontraron. Furia, aversión y desprecio
irradiaron de los míos. Pero recuperándose rápidamente, una
detestable insolencia irradio de los suyos. Tuvo el descaro de tocar su
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sombrero. ¡A mí! Hubiera volteado, pero tenía demasiado
orgullo como para crear una escena, y me forcé a responder su
saludo.
Sin embargo, mi cortesía no sirvió de nada. Mirando de soslayo
a Miss Elizabeth Bennet, pude ver que se había dado cuenta de
nuestro extraño intercambio, y no fue engañada ni por un instante.
Sabía que algo estaba mal entre nosotros dos.
“Pero no debemos retenerte más,” escuche a Bingley decir.
Sentí, en vez de ver a Bingley volteando hacia mí.
“Vamos Darcy, debemos irnos.”
Estaba demasiado dispuesto a hacer lo que me pedía. Nos
despedimos de las damas y nos fuimos.
“Se está sintiendo mucho mejor, y cree ya estar del todo
recuperada.”
No respondí.
“Se veía bien, creo yo.” dijo Bingley.
De nuevo no respondí.
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“¿Pasa algo malo?” pregunto Bingley, dándose cuenta de mi
raro humor.
“No, nada” dije cortante.
“No, Darcy, no me engañaras. Algo te ha molestado.”
Pero no sería convencido. Bingley no sabe nada del problema
que tuve con Wickham en el verano, y no deseo revelárselo. La
ingenuidad de Georgiana podría provocar una sombra en su
reputación si se supiera, y estoy determinado a que Bingley nunca
escuche nada de ello.
Miércoles 20 de Noviembre
Salí temprano esta mañana, sin preguntarle a Bingley si
deseaba venir conmigo, pues quería estar solo. ¡George Wickham,
en Meryton!
Le ha quitado a mi visita lo placentero. Aun peor, me persigue el
recuerdo, de algo tan fugaz que apenas y puedo estar seguro de que es
real. Pero no me deja en paz y llena mis sueños. Es esto: cuando
cabalgaba hacia las damas ayer, pensé ver una expresión de
admiración en el rostro de Elizabeth al mirar a Wickham.
¡No puede preferirlo a él sobre mí!
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¿Qué estoy diciendo? Sus sentimientos hacia mí no tienen
importancia. Ni sus sentimientos por George Wickham. Si
desea admirarlo, es su problema.
No puedo creer que lo podrá seguir admirando una vez que
descubra su verdadera naturaleza, y va a descubrirla. Él no ha
cambiado en absoluto. Es aun el sabandija que siempre ha sido, y
ella es muy inteligente como para seguir siendo engañada por
mucho tiempo.
Y aun así, es guapo. Las damas siempre lo han admirado. Y
tiene unas maneras tan agradables y un estilo para hablar que lo
hace ser agradado por todos los que lo conocen, mientras que yo…
¡No puedo creer que me esté comparando con George Wickham!
Debo de estar loco. Y aun así, si Elizabeth… no debo pensar en
ella como Elizabeth.
Si elige compararnos a ambos, entonces que lo haga. Probará que
está por debajo de mis estándares, y no estaré preocupado por ningún
pensamiento relacionado con ella.
Jueves 21 de Noviembre
Bingley declaró sus intenciones de ir a Longbourn para dar a los
Bennet la invitación al baile. Caroline y Louisa aceptaron
gustosamente el ir con él, pero yo rechacé la invitación, diciendo que
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tenía algunas cartas que tenía que escribir. Caroline comentó
inmediatamente que ella también tenía cartas que escribir, pero
Bingley le dijo que podía esperar hasta mañana para hacerlo.
Estuve complacido. No quería ninguna compañía hoy. No puede
alejar mis pensamientos de George Wickham. Por las pláticas del
personal y de la comunidad, me he enterado de que piensa unirse al
regimiento. Sin duda piensa que se verá muy bien en un saco
escarlata.
Peor aún, Bingley ha incluido a todos los oficiales en su
invitación a Netherfield, y me temo que Wickham podría unirse a
ellos. No tengo ningún deseo de verlo, pero no evitaré el baile. No
es mi posición el evitarlo. Él es una sabandija y un villano pero no
importunaré a Bingley al negarme a ir a su baile.
Viernes 22 de Noviembre
Un día lluvioso. Fui capaz de salir a cabalgar con Bingley esta
mañana, pero entonces la lluvia empezó a caer y fuimos obligados a
permanecer dentro de la casa. Pasamos el tiempo hablando de los
planes de Bingley para la propiedad. Sus hermanas le dieron sus
opiniones sobre necesarias alteraciones a la casa y el tiempo se pasó
rápidamente, aunque extrañé la compañía alegre de Elizabeth.
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Sábado 23 de Noviembre
Otro día lluvioso. Caroline está de un genio insoportable. Estoy
agradecido de que Elizabeth no estuviera aquí, o hubiera hecho
explotar a Caroline con una ola de mal humor. Bingley y yo nos
retiramos al salón de billar. Me parece perfecto que la casa posea
una, pues de lo contrario hubiéramos estado terriblemente aburridos.
Domingo 24 de Noviembre
Recibí una carta de Georgiana esta mañana. Está mejorando
con sus estudios, y es feliz. Está empezando un nuevo concierto con
su maestro de música, un hombre de quien estoy feliz de decir que la
música es su adoración, y ella se está divirtiendo enormemente.
La lluvia continúo. Caroline y Louisa se entretuvieron
decidiendo que ponerse para el baile, mientras que Bingley y yo
discutimos sobre la guerra. Estoy empezando a encontrar el campo
muy aburrido. En casa, en Pemberley, tengo muchas cosas que
me ocupen, pero aquí hay poco que hacer además de leer, o jugar
billar cuando el clima es malo.
Estoy interesado en ver si este periodo de mal tiempo disuade a
Bingley de no comprar Netherfield. Una propiedad en el campo
bajo la luz del sol es algo muy diferente a una en la lluvia constante.
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Traducido por:
Malinalli Quiroz
Lunes 25 de Noviembre
Me alegre mucho lo del baile. Por lo menos, si tenemos otro día
lluvioso mañana, tendremos algo en que ocuparnos.
Martes 26 de Noviembre
La mañana fue húmeda, y me la pase escribiendo cartas. Esta
tarde, Bingley y sus hermanas estaban ocupados con los
preparativos finales para el baile. Tenía muy poco que hacer y estaba
molesto de descubrirme pensando en Mis Elizabeth Bennet,
tanto que cuando el grupo de Longbourn llegó esta noche, estuve
buscándola a ella. Pensé que ya la había logrado sacar de mi
cabeza, pero no le soy indiferente como había supuesto.
“Jane se ve encantadora” dijo Caroline, mientras su hermano se
dirigía hacia ellos para saludar a Miss Bennet.
“Es una lástima que no se pueda decir lo mismo de su hermana,”
dijo Louisa, “¿Qué es lo que tiene puesto Miss Elizabeth
Bennet?”
Caroline la inspeccionó con una mirada inquisitiva.
“Miss Eliza Bennet no se ha vestido a la moda, y está usando
un vestido que es tres pulgadas muy largo y uso demasiado encaje.
¿No lo cree así, Mr Darcy?”
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“No sé nada de las modas de las damas,” dije, “pero para mí se ve
muy bien.”
Caroline enmudeció, pero solo por un momento.
“Me preguntó a quién podrá estar buscando. Definitivamente está
buscando a alguien.”
“Probablemente esté buscando a los oficiales,” dijo Louisa.
“Entonces no es tan rápida como sus hermanas, pues ellas ya los
han encontrado.” dijo Caroline.
Las hermanas más jóvenes habían corrido ruidosamente a través
del salón, y estaban saludando a los oficiales con risas y chillidos.
“Si se acercan un poco más a Mr Denny, ¡seguro lo
sofocaran!” comentó Louisa.
“A usted no le gustaría ver a su hermana comportándose de esa
manera con los oficiales, estoy segura,” dijo Caroline dirigiéndose
hacia mí.
Ella no intentaba herirme, y aun así su comentario no pudo haber
sido mejor puesto. Mando mis pensamientos a Georgiana, y
después hacia Wickham, quien estaba por portar una casaca roja.
No, no me gustaría verlo, pero estaba convencido de que si no
hubiera llegado a Ramsgate sin avisar, hubiera podido suceder.
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Caroline parecía alarmada al ver que palidecía, pero logré
responder normalmente: “¿Está comparando a mi hermana con
Lydia Bennet?”
“Son de la misma edad,” dijo Louisa, con una carcajada.
“No, por supuesto que no,” dijo Caroline rápidamente, dándose
cuenta de que había cometido un error. “No puede haber
comparación. Solo trataba de decir que las Bennet son permitidas
de hacer lo que les plazca.”
Incliné mi cabeza hacia ella y me alejé, esperando que la búsqueda
de Elizabeth alrededor del salón fuera para encontrarme a mí.
Mientras me acercaba a los oficiales, oí a Denny decir a Miss
Lydia Bennet que Wickham no estaba presente y que se había
visto forzado a ir a la ciudad por unos días.
“¡Oh!” respondió ella, bajando su rostro.
Elizabeth se unió a ellos y ella, también, parecía decepcionada.
Recordé la mirada que había tenido hacia Wickham en
Meryton y sentí mis manos formarse en puños mientras descubría
la verdad; cuando entró al salón a quien ella estaba buscando era a
Wickham, y no a mí.
“No imagino que tales asuntos lo hubieran mantenido lejos esta
noche si no hubiera deseado evitar a cierto caballero aquí presente”
escuche por casualidad oír a Mr Denny.
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¿Así que se había vuelto un cobarde? No me sorprendía en lo
absoluto. La valentía nunca fue algo que caracterizara a
Wickham, engañar a los inocentes y encantadoras jovencitas, ese si
era su fuerte.
¿Pero seguramente Elizabeth no era tan crédula? No. No era
fácil engañarla a ella. Puede que no lo haya descubierto todavía,
pero estoy seguro de que lo hará tarde o temprano. Mientras tanto,
no quise perder la oportunidad de hablar con ella.
Seguí caminando hacia ella.
“Me alegra verla aquí. ¿Espero que haya tenido un viaje
placentero?” pregunté. “Esta vez, espero, no habrá tenido que
caminar.”
“No, gracias,” dijo rígidamente. “Vine en carruaje.”
Me pregunté si acaso la habría ofendido. Tal vez ella sintió mi
comentario como una burla a la inhabilidad de su familia de
mantener a sus caballos solo para su uso en el carruaje. Traté de
reparar el daño provocado por mi primer comentario.
“¿Esta emocionado por el baile?”
Volteó y me vio directamente a los ojos.
“Es la compañía lo que hace un baile, Mr Darcy. Disfruto
cualquier entretenimiento en el que estén mis amigos presentes.”
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“Entonces estoy seguro que disfrutará su velada aquí,” dije.
Se volteo con un grado de mal-humor que me sorprendió. No
pudo superarlo incluso cuando estaba hablando con Bingley, y me
decidí a dejarla en paz. Dejadla darme la espalda mientras le
hablo. Dejadla preferir a Wickham en lugar que a mí. No quiero
nada más que ver con ella.
Ella dejó a sus hermanas y atravesó el salón para hablar con su
amiga, Miss Lucas, y después su mano fue buscada por un
corpulento joven párroco. Lo había visto con ella en Meryton. A
pesar de mi enojo, no pude evitar sentir pena por ella. Nunca había
visto una muestra de tan humillante muestra de baile en mi vida.
Por su expresión, pude suponer que ella sentía lo mismo. Él se
movía a la izquierda cuando debía ir a la derecha. Iba hacia atrás
cuando debía ir hacia delante. Y aun así, ella bailaba como si su
tuviera a un experto bailarín de compañero.
Cuando la vi dejar la pista de baile, sentí un impulso por solicitar el
siguiente baile. Vi frustrado mi intento cuando uno de los oficiales
bailo con ella, pero entonces me adelante para preguntarle por el
siguiente baile. Se veía sorprendida, y yo también me sorprendí,
tan pronto como le había pedido su mano me pregunte qué estaba
haciendo. ¿No había decidido dejar de prestarle atención a ella?
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Pero ya estaba hecho. Había hablado, y no podía retirar mi
proposición.
Ella la acepto, pero fue más por la sorpresa que por cualquier otra
cosa, me supongo. No encontré otra cosa más que decirle, y me
retiré, determinado en pasar el tiempo con gente más sensata hasta
que el baile comenzara.
Salimos a la pista de baile. Había muchos rostros asombrados
alrededor nuestro, pero no estoy seguro del por qué. Puede que no
hubiera elegido bailar en la asamblea, pero es una situación muy
diferente a la de un baile privado.
Traté de pensar en algo que decir, pero no encontré nada, estaba
sin habla. Me sorprendió. Nunca había estado sin palabras antes.
Es cierto que no me es fácil hablar fácilmente con aquellos que no
conozco bien, pero generalmente puedo pensar en al menos un
rompe hielo. Creo que la hostilidad emanada de Elizabeth me
alteraba el sentido.
Por fin ella dijo: “Este es un baile muy agradable.”
Viniendo de una mujer cuyo ingenio y vivacidad me deslumbran,
era un comentario seco, y no di ninguna respuesta.
Después de unos minutos, ella dijo: “Ahora le toca a usted decir
algo, Mr Darcy. Yo he hablado del baile, y usted debería hacer
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algún comentario sobre las dimensiones del salón o sobre el número
de parejas.”
Eso era más como Elizabeth.
“Diré cualquier cosa que usted desee escuchar.” respondí.
“Muy bien. Esa respuesta servirá de momento. Quizá poco a poco
me convenza de que los bailes privados son más agradables que los
públicos. Pero ahora podemos permanecer en silencio.”
“¿Acostumbra usted a hablar mientras baila?” pregunté.
“Algunas veces. Es preciso hablar un poco ¿No cree? Pero en
atención a algunos, hay que llevar la conversación de modo que no
se vean obligados a decir más de lo preciso.”
“¿Está hablando de usted misma en este caso, o piensa que está
complaciéndome a mí?”
“Ambos” respondió con coquetería.
No pude evitar sonreír. Es esa coquetería la que me atrae. Es
provocativa sin ser impertinente, y nunca he conocido a ninguna
mujer que pudiera expresarse de esa forma antes. Ella eleva su
rostro de cierta manera cuando hace uno de sus comentarios
juguetones que me veo abrumado por el deseo de besarla. No es que
vaya a rendirme a tales impulsos, pero ahí están de todas maneras.