La primera es la idea de que el ser humano es apenas una casualidad en el universo, una cosa minúscula que no es más importante que una hoja de un árbol, un granito de arena o un asteroide, y es una idea que no deja de atormentarme. La segunda es la idea de tener todo el universo entero adentro de mí, lo cual no deja de parecerme interesante. Parecen dos ideas extremas pero realmente están muy cercanas.
1. IDENTIFICACIÓN
AREA: CIENCIAS SOCIALES ASIGNATURA: FILOSOFÍA GRADO: 11
DOCENTE: SERGIO AUGUSTO BENÍTEZ CORDERO
DESEMPEÑO: Comprende algunos aspectos básicos del racionalismo
Spinoza y Leibniz Por Sergio Benítez C.
Cuando hablamos de estos dos filósofos, ilustres representantes del racionalismo, vienen a mi mente dos ideas. La
primera es la idea de que el ser humano es apenas una casualidad en el universo, una cosa minúscula que no es más
importante que una hoja de un árbol, un granito de arena o un asteroide, y es una idea que no deja de atormentarme.
La segunda es la idea de tener todo el universo entero adentro de mí, lo cual no deja de parecerme interesante.
Parecen dos ideas extremas pero realmente están muy cercanas.
Baruch Spinoza fue un filósofo holandés, hijo de judíos pero expulsado de la comunidad judía por cuestionar su
ortodoxia. Se lo conoce como el marrano de la razón, por la comunidad judía a la que pertenecía su familia, ya que
estos fueron expulsados de España y muchos tuvieron que comer carne de cerdo para salvar su vida durante la
inquisición, en la que se perseguían a todos los que no creyeran en Cristo. Sobrevivía puliendo lentes. Apreciaba
mucho a Descartes, tanto en filosofía como en matemáticas.
Gotfried Leibniz era un filósofo alemán, de familia protestante. Desde joven fue muy estudioso, sabía lenguas clásicas,
conocía la literatura antigua y escolástica, así como las obras de todos los pensadores de su época como Bacon,
Descartes, Hobbes, Kepler y Galileo. En matemáticas descubrió el cálculo infinitesimal. A pesar de ser protestante
trató de unir esta religión con el catolicismo nuevamente.
Spinoza tiene una filosofía muy interesante. Usa el método geométrico que seguían los matemáticos antiguos para
realizar sus tratados de geometría pero para demostrar su teoría ética. Teniendo esto presente, Spinoza trata de
demostrar los principios éticos partiendo de axiomas irrefutables. Su obra más importante trata sobre Dios, la
naturaleza y el alma, los afectos, la esclavitud humana y de la libertad humana. El concepto central para Spinoza es la
substancia. A diferencia de Descartes, Spinoza piensa que el mundo sí se puede conocer, y en ese sentido es que
plantea la existencia de una sola substancia. Para él, Dios, la naturaleza o la substancia son la misma cosa.
La substancia es aquello que para existir no necesita de otra cosa. Además de esto la substancia posee atributos, que son
parte de la esencia de la substancia. Un concepto importante en la metafísica de Spinoza es el concepto de modo, o sea
aquello que es por medio de otra cosa. Con estos elementos se entiende la frase que puse al principio de este texto: el
ser humano es una casualidad en el universo.
Para Spinoza, el ser humano no es más que un modo de la substancia infinita, una forma de ser de la naturaleza, una
manifestación de Dios. Y en este sentido puede decirse que no hay posibilidades para el ser humano. No hay libertad
según esta concepción del mundo. Nuestro destino está trazado y nada puede impedir que realicemos o actualicemos
este propósito que somos. Nada escapa del conocimiento de Dios, así como nada escapa del cumplimiento de las leyes
de la naturaleza. Y entonces la libertad tiene que ser redefinida: en adelante la libertad es un atributo de Dios.
Lo anterior le permite decir a Spinoza que nuestro primer deber es el conocimiento de Dios o de la Naturaleza. En la
medida que conozcamos a Dios o a la naturaleza seremos o no esclavos. Y aquí la esclavitud está definida como
ignorancia. Si no sabemos simplemente somos como esclavos que no podemos hacer uso de nuestro entendimiento.
2. Y de nuevo aquí Spinoza señala la identidad o equivalencia entre voluntad y entendimiento. Mientras que para otros
filósofos la voluntad y el entendimiento marchan por caminos separados, en Spinoza son una misma cosa.
Somos tan poco como especie que si desapareciéramos la naturaleza seguiría igual o incluso mejor. Esa concepción de
ser apenas un engranaje en una gran maquinaria que ni siquiera alcanzamos a conocer completamente es algo que
causa un pesimismo impresionante y que si no es tomada con cuidado puede llevarnos al suicidio, pues saber que hay
un destino y que no hay nada que podamos hacer para corregirlo, no es fácil.
Sin embargo, para fortuna nuestra no sólo existe este filósofo, sino que también nos quedaron las enseñanzas de
Leibniz. Para él, su concepto central es el de la mónada. Mónada es una palabra que quiere decir unidad, es decir algo
sin partes, y le sirve a Leibniz para cuestionar la noción de substancia de su colega Spinoza, pues mientras que para el
holandés sólo hay una substancia para el alemán hay tantas substancias como mónadas haya. Y en este sentido es que
se vuelve interesante la propuesta de Leibniz, pues él nos está diciendo que en una mónada está todo el universo.
Leibniz da una definición de lo que es una mónada, a saber, una fuerza, un dinamis. Con esto contraría la quietud del
mundo de Descartes y expone su concepción metafísica. Para Leibniz el universo está lleno de fuerzas individuales
que se desarrollan, pero sin entrar en contacto nunca. Una mónada no tiene ventanas, no se comunica con nada. Así,
de este modo, toda mónada tiene que reflejar el universo entero. Así la diferencia que se puede establecer entre la
mónada divina y una mónada humana, se encuentra en la diferente capacidad de reflejar el universo. Cada mónada
tiene una infinidad de posibilidades ontológicas.
Una noción central en la teoría de Leibniz es la armonía preestablecida entre las mónadas. Como ellas no pueden
comunicarse ni relacionarse y solo pueden desarrollarse individualmente, debe haber una armonía preestablecida en el
momento de la creación de las mónadas. Dios ha creado todas las mónadas de tal modo que funcionen como relojes
independientes que siempre están sincronizados. Y con esta sincronía puede uno darse cuenta que tampoco suceden
cosas por accidente, sino que todas las cosas suceden necesariamente. Al principio dije que me parecía tremendamente
interesante el hecho de tener todo el universo adentro de mí, y en esto Leibniz es muy claro al decirlo. Para conocer
algo o alguien es necesario que yo lo desarrollé adentro de mí, que ese alguien o algo forme parte de lo que yo soy. El
mundo es entonces algo así como mi cuerpo externo o como mi alma
Si lo pensamos con cuidado, desligándonos un poco del texto de Leibniz, siempre tenemos adentro de nosotros el
universo entero y esto en diferentes modos. Por ejemplo, tenemos la capacidad de conocerlo todo mediante nuestro
entendimiento y también cumplimos las leyes físicas y químicas que operan en cualquier lugar del universo. Estamos
compuestos por 26 elementos químicos, la mayoría de nuestros átomos son de oxígeno (65%), carbono (18%),
hidrógeno (10%) y nitrógeno entre otros, y de ellos sabemos claramente que nunca cambian su comportamiento.
Todas las religiones nos informan de un camino a seguir, todas las personas saben y se angustian por la única certeza
que posee el ser humano: su propia muerte.