El fruto tiene, cascara, el fruto, semilla, partes dulces, partes agrias o amargas, desechas lo que no te gusta, pero sigue siendo un solo fruto, asi el cristiano debe de seguir, prcurando lo mejor y compartiendo lo mejor, desechar lo malo y saborear lo dulce que da Dios a sus hijos, y la esperanza de vernos cara a cara con EL. Bendiciones
3. ¿Cuál de todos estos tipos de amor deberíamos, como cristianos, mostrar en nuestra vida? Agápe . Porque es un principio divino de pensamiento y de acción que modifica el carácter, gobierna los impulsos, controla las pasiones y ennoblece los afectos. Es el tipo de amor más elevado, ya que nos motiva a hacer lo que es correcto y noble, no importa cómo nos sintamos. ¿CÓMO PUEDO AMAR?
6. ¿CÓMO MANIFIESTO EL AMOR? 1 Corintios 13:4-7 Todo lo sufro, todo lo creo, todo lo espero, todo lo soporto. Soy sufrido, soy benigno, no tengo envidia, no soy jactancioso, no me envanezco. No hago nada indebido, no busco lo mío, no me irrito, no guardo rencor. No me gozo de la injusticia, mas me gozo de la verdad.
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9. A mis enemigos. No se nos exige que los amemos con el amor filía porque no podemos sentir el mismo afecto que sentimos para con nuestra familia o nuestros amigos. Se nos pide que los amemos con el amor agápe porque éste está bajo el dominio de la voluntad. Amar ( agápe ) a los enemigos más acérrimos, es tratarlos con respeto y cortesía, y considerarlos así como Dios los considera. “ Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen” (Mateo 5:44, NVI)
10. Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes , pp. 463-464 “ Un samaritano, de viaje, vino adonde estaba el doliente, y al verlo se compadeció de él. No preguntó si el extraño era judío o gentil… No consideró que él mismo se exponía a la violencia al detenerse en ese lugar. Le bastaba el hecho de que había delante de él un ser humano víctima de la necesidad y el sufrimiento. Se quitó sus propias vestiduras para cubrirlo. Usó para curar y refrescar al hombre herido la provisión de aceite y vino que llevaba para el viaje. Lo alzó sobre su propia bestia y lo condujo lentamente a paso uniforme, de modo que el extraño no fuera sacudido y sus dolores no aumentaran. Lo llevó a un mesón y lo cuidó durante la noche, vigilándolo con ternura. Por la mañana, cuando el enfermo había mejorado, el samaritano se propuso seguir su camino. Pero antes de hacerlo, lo encomendó al huésped, pagó los gastos y dejó un depósito en su favor; y no contento aún con esto, hizo provisión para cualquier necesidad adicional, diciendo al mesonero: "Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré".”
11. Elena G. de White, El Deseado de Todas las Gentes , pp. 460, 465)