1. >Querido diario:
Siento no haberte podido escribir ayer, tuve una noche un poco movida ya que
quedan pocos días para marcharme a Antioquía como ya sabes y decidí subir a la
cima del monte Casio como me acostumbraba a hacer antes, conmigo vinieron unos
pocos amigos, pero mi objetivo no era subir a aquel santuario (que por cierto es
más sagrado que otros) como hecho favorable, si no que quería ver desde aquel
maravilloso lugar el también maravillo echo de la aurora, un prodigio que siempre
que lo he observado me ha acompañado una mueca de felicidad en mi cara. El sol
hace brillar los adornos del santuario y mientras una sonrisa nos inunda a todos la
cara, y allí, los únicos favorecidos somos nosotros, mientras el mar y las llanuras
Asiaticas estaban todavía en la sombra.
VARIOS DIAS MAS TARDE…
>Querido diario:
No te he podido escribir ya que he pasado todo el invierno en Antioquía. Estando
allí, le pedí a unos hechiceros que me mostraran mi futuro, pero si te digo la
verdad, no hay nada interesante en él. Mi futuro ya no puede darme ya nada. Todo
está acabado ya.