2. Vivir con honor, es un tema de actitud y
no de aptitud. Los hombres y mujeres de
honor no nacen se hacen. La idea de
vivir con honor germina dentro de
nuestro interior, en un acto de
valorización por la estima de los demás.
Un individuo que desarrolle su vida
completa en una isla desierta, nunca
encontrará sentido en este concepto.
3. Todos los valores éticos están
concebidos para ser practicados por un
individuo en función a la vida colectiva.
Luego entonces, el honor es un principio
que se torna indispensable en el hombre
como un ser social.
4. El valor de la disciplina se adquiere
dotando a nuestra persona de carácter,
orden y eficacia para estar en
condiciones de realizar las actividades
que nos piden y poder desempeñarlas lo
mejor que se pueda y ser merecedor de
confianza.
5. Una persona disciplinada habla por sí
misma, se deduce lo responsable que es
para organizar su tiempo, actividades y
está al pendiente de cumplir con lo
encomendado. Su palabra es sinónimo de
garantía y credibilidad ante los demás.
La disciplina es un entrenamiento que
corrige, moldea, da fortaleza y
perfecciona su misión es formarte buenos
hábitos y establecer una serie de reglas
personales que te comprometan contigo
mismo para alcanzar un ideal, esto sin
duda es una de las tareas más importantes
de tu vida.
6. La lealtad es un valor que debemos
desarrollar en nuestro interior y tener
conciencia de lo que hacemos y
decimos. Es un corresponder, una
obligación que se tiene con los demás.
Es un compromiso de defender lo que
creemos; y en quienes creemos, si no
cumplimos como es debido, nos
quedamos solos.
7. Cuando somos leales, logramos llevar la
amistad y cualquier otra relación a algo
serio y profundo. Todos podemos tener
un amigo de verdad, pero debemos
estar conscientes que esto implica un
compromiso, porque es estar en las
buenas y en las malas.