Sting, los clásicos y el pop: un esperado reencuentro
1. CRÍTICA Festival de Viña del MarSting, los clásicos y el pop: un esperado reencuentroLa participación de Sting junto a la Orquesta Sinfónica de Chile en Viña del Mar nos deja una importante lección: es posible ocupar espacios protagónicos en la cultura de masas sin renunciar a la excelencia artística, a la calidad interpretativa y a la renovación del lenguaje. Juan Pablo González R. <br />La música ha sido objeto de múltiples divisiones internas. Hasta fines del siglo XVIII, éstas eran horizontales: diferenciaban prácticas religiosas de profanas, géneros vocales de instrumentales y estilos nuevos de antiguos. Fue sólo a comienzos del siglo XIX que tales delimitaciones se hicieron verticales, orientándose a diferenciar manifestaciones altas y bajas o artísticas y populares. Si en los siglos anteriores un mismo músico podía componer contradanzas para los bailes de la Corte mientras escribía un Réquiem, como fue el caso de Mozart, es a partir de la década de 1830 que estas prácticas se diferenciaron artística y profesionalmente. Desde Schumann, los compositores clásicos se relacionarán cada vez menos con la música popular de su entorno. El concepto de música trivial había nacido y era algo que un compositor clásico debía evitar.<br />Si bien Beethoven siguió componiendo danzas escocesas para sus editores ingleses hasta el fin de sus días y Brahms tocó piano en bares y burdeles de Hamburgo durante su juventud, ninguno de ellos integró de manera consistente la música popular de su época a su labor creativa. A partir del siglo XIX, en cambio, aparecerá un nuevo tipo de compositor especializado en música popular, que tendrá a su cargo los géneros de baile, las canciones y los espectáculos musicales que alimentarán las necesidades de esparcimiento y socialización de los nuevos habitantes de la ciudad. Con la dinastía de los Strauss, entonces, aparece el oficio de compositor popular especializado, tal como ha existido hasta la actualidad.<br />Sting sinfónico<br />Al comenzar el siglo XXI, las cosas parecen estar cambiando, como lo acaba de demostrar la actuación de Sting junto a la Orquesta Sinfónica de Chile en la penúltima jornada del Festival de la Canción de Viña del Mar. Si bien en los comienzos del festival durante los años sesenta también se presentaban pianistas clásicos e incluso la propia Orquesta Sinfónica de Viña del Mar, esta tendencia fue cayendo en desuso, manifestando la distancia entre el mundo de la música clásica y el de la música popular. Es por eso que resulta tan relevante la presentación del concierto sinfónico de Sting en Viña, pues no sólo convergieron dos prácticas musicales divididas desde los albores del siglo XIX, sino que se integraron maravillosamente los lenguajes y los recursos instrumentales de la música clásica y del pop.<br />Sting sinfónico debe haber sido lo mejor que se ha presentado en el festival de Viña en términos estrictamente musicales. Los arreglos fueron formidables, explotando el colorido y la versatilidad de la orquesta sinfónica con gran imaginación. Las citas a los sinfonistas rusos, las intervenciones de solistas y la amalgama entre percusión clásica, rockera y étnica, produjeron un entorno sonoro que no sólo acompañaba sino que dialogaba con el canto de Sting. A diferencia de otros arreglos orquestales de canciones populares, la orquesta no se limitaba a mantener un tímido fondo sonoro, sino que adquiría un protagonismo cercano al de la canciones orquestales de los compositores clásicos.<br />Con su exitoso disco Songs from the Labyrinth (2006) basado en canciones con laúd del compositor inglés John Dowland (1563-1626), Sting daba el primer paso en este nuevo acercamiento entre músicos clásicos y populares. A pesar que tuvo que adaptar su forma de respiración entrecortada a las necesidades de fraseo continuo propias de la música en partitura, la voz natural de Sting sorprendió a muchos expertos en música del Renacimiento. La pregunta es si estábamos más cerca de los modos de interpretación de fines del siglo XVI con un cantante de conservatorio o con este trovador del siglo XX que es Sting.<br />Su capacidad musical es asombrosa. Se trata de uno de los pocos bajistas-compositores que además canta sus canciones, como Paul McCartney, algo muy difícil de realizar, dada la independencia que posee el bajo de la melodía cantada. En su concierto en Viña, Sting se acompañó de una pequeña guitarra romántica, réplica de las de comienzos del siglo XIX, en la cual, como buen bajista, hizo un acompañamiento armónico de gran independencia respecto a lo que estaba cantando. Además, en su último bis: quot;
Message in a Bottlequot;
realizó un imaginativo dúo con el público, haciendo una segunda voz improvisada que superó con creces el simple coro repetitivo con el que se solazan muchos cantantes pop cuando hacen cantar al público.<br />Orquesta protagónica<br />Con su presencia en la Quinta Vergara, la Orquesta Sinfónica de Chile adquirió un protagonismo equivalente al que tenían las orquestas de su tipo a mediados del siglo XIX, cuando se institucionalizaron en Europa. Estas orquestas eran centrales en la vida musical de las ciudades en las que estaban radicadas. Entonces y también ahora, escuchar una gran orquesta constituía la experiencia sonora más poderosa que podía tener el público. Esto se suma a que tocaban música de su tiempo y que se trataba de una música comprensible para los auditores neófitos.<br />Hoy día las cosas son diferentes, pues dichas orquestas se han transformado en museo de los clásicos y en laboratorio de los contemporáneos. Sin duda que ambas funciones son necesarias, puesto que existe un repertorio orquestal monumental acumulado desde mediados del siglo XVIII que es necesario preservar mediante su constante y renovada interpretación. Además, para los compositores actuales, el manejo de la gran masa sonora que proporciona una orquesta sinfónica constituye un desafío artístico y profesional al que no se pueden resistir. Sin embargo, esto no debiera evitar que el gran público, tal como ocurría a mediados del siglo XIX, escuche una música de su tiempo que le resulte comprensible y cercana, en la que pueda reconocer y disfrutar la renovación del lenguaje y con ello, experimentar el ensanchamiento de su propia realidad.<br />La participación de Sting junto a la Orquesta Sinfónica de Chile en Viña del Mar nos deja una importante lección: es posible ocupar espacios protagónicos en la cultura de masas sin renunciar a la excelencia artística, a la calidad interpretativa y a la renovación del lenguaje. Los mundos del pop y de la música clásica no estaban tan separados como parecíamos creer. El público sigue ahí para corroborarlo.<br /> <br />