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44 n.o 33
TÉCNICACOMUNICACIÓN
Notas sobre el pastoralismo
en el Valle de Erro
Patxi Ibarrola Erro
Ingeniero Técnico Forestal
A Nekane, que revisó
concienzudamente el texto;
a mis hijos Muskilda y Nicolás,
el futuro;
y a mi madre M.a Encarna,
por su incondicional apoyo.
Biotz biotzez.
El presente escrito pretende ser una contribución al conocimiento del
medio natural de estos territorios navarros desde el punto de vista del
pastoralismo, escasamente analizado tanto en los valles de la vertiente
sur de los Pirineos como en otras zonas geográficas. Para ello hemos
escogido como ejemplo un caso concreto, el Valle de Erro, en el Pirineo
navarro, para intentar desentrañar su “pequeña” historia silvopascícola
con los escasos datos que se pueden extraer de los topónimos, límites y
restos que jalonan las áreas forestales y los altos pastos, y de esta
manera obtener interpretaciones que nos ayuden a tener
un conocimiento más profundo del medio en el que trabajamos.
Por ello, cuando se habla de mugas, límites o lindes en estos valles,
no está de más hacer un primer análisis teórico y especulativo de las
razones que indujeron a fijar dichos contornos. En estos casos de la
montaña vasconavarra se puede decir, parafraseando a la Biblia, “que
en el principio era el pastoralismo” (entendido como ganadería con
carácter extensivo y trashumante o transtermitante), motor de la eco-
nomía y sociedad que desde la instalación plena del Neolítico en estas
tierras (3000-1000 a.C.) moldea y aprovecha los recursos ecológicos pre-
sentes en el medio.
Así mismo, en la confección de este trabajo subyace la línea de pen-
samiento de la Escuela de Geografía Francesa, que, partiendo del siglo
XIX hasta la fecha de hoy, es imprescindible en el estudio del pastora-
lismo tanto en los macizos montañosos, en particular de los Pirineos y
Alpes, como en las enormes planicies nómadas saharianas y sahelianas
o sudanesas del las ex-colonias francesas norteafricanas.
Finalmente, debo advertir al lector que no se pretende ni ser exhaus-
tivo ni sentar cátedra, y mucho menos en cuanto se refiere a la grafía
de los topónimos. El modo de escritura de éstos varía según la época
(medievales “v”, “y” o “ç”, o modernas, a base de “b” o “i”, “k”, etc.), el
idioma (euskera, castellano y francés), los usos populares, oficiales, de
los estudiosos o de los políticos. Por tanto, se ha optado por una amplia
tolerancia gráfica y de idiomas en la redacción del texto, multiplican-
do deliberadamente los sinónimos de topónimos (Erroibar-Valderro-
Valle de Erro-Bal de Erro, Esnotz-Esnoz, Orondritz-Olondriz, Baigorri-
Baïgorry, Luzaide o Valcarlos, Alduides-Aldudes, Larraingoa-Larrengoa,
Quintoa-Quinto Real-Quint, etc.).
Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 45
EL FUNCIONAMIENTO DEL
ECOSISTEMA PASTORAL
Antes de continuar, se debe hacer un
breve alto para explicar cómo es el
dispositivo del “ecosistema pastoral”.
Hubo y hay diversos tipos:
La génesis esquemática de dichas
civilizaciones podría corresponder a las
siguientes gradaciones:
- En principio, espacios naturales
vírgenes con su espectacular diversi-
dad de fauna desde el Pleistoceno y
Plioceno, como la Sabana africana y,
en América, las Praderas del norte y la
Pampa del sur, etc.
- Luego, la presencia humana apro-
vecha las biocenosis (dinámicas natu-
rales) de esos imponentes espacios
naturales: son los casos del sahel sub-
sahariano o sudán, con ganado vacuno
tipo cebú; el sahariano, con cabras,
ovejas y dromedarios; el nómada de
las estepas asiáticas, a base de yaks,
caballos, ovejas y camellos bactrianos;
y el de la tundra ártica, con renos.
- Finalmente, el medio es más o
menos transformado antrópicamente
para aumentar su rendimiento ganade-
ro, simplificando o acortando las com-
plejas biocenosis naturales. Como en
los casos de la mediterránea dehesa,
especializada en producción de ganado
ovino, porcino, vacuno y caza mayor, y
el euroasiático de montaña, de ovejas,
cabras, vacas y caballos. A este último
es al que nos vamos a referir.
El medio montañés, por su altitud y
orografía escabrosa, impone condicio-
nes rigurosas a la delimitación y al uso
del territorio, provocando el funciona-
miento aislado o autárquico (es decir,
cerrado). Esto se logra mediante la for-
mación de unidades territoriales
preci-
sas -o “ecosistemas inducidos”- por
el ser humano (Dendaletche, 1975)
lo más completos y autónomos posi-
ble. Éstos comprenden un gradiente
altitudinal dividido en sectores con sus
dispositivos correspondientes: de esta
forma se baliza toda la montaña.
Estos ecosistemas tenían en tiem-
pos pasados una productividad
limitada, lo cual obligaba a li-
mitar la carga ganadera y
a regular socialmente a la
población residente median-
te un sistema de normas
legales precisas, enmarca-
das dentro del derecho con-
suetudinario o foral basado
en la Costumbre hecha Ley
(derechos u obligaciones de
vecindad y de trabajo comu-
nitario obligatorio (auzolan),
testamentos de hermandad
y herencias con la “Casa”
(Etxe) como entidad social,
etc.). Ciertos territorios -o su
uso- eran compartidos por va-
rias entidades administrativas,
que regulan el acuerdo mediante
contratos de compascuidad o face-
Planos del Valle de Erro según trípticos editados en 2003. Hay que reseñar, como única errata, la ausencia del
Concejo de Olondriz/Orondritz en el esquema de comunicaciones. La presentación exagerada del territorio en el
esquema de Situación es debida a criterios de mercadotecnia turística.
Ovejas de raza “Latxa cara negra” (latxo= significa pelo largo, espeso y poco cardado).
En estos carneros adaptados a la lluvia y a comer arbustos (una auténtica oveja-cabra),
el tipo de la raza es de caracteres amuflonados y por tanto ambos sexos llevan cuernos
46 n.o 33
rías, con el principio de reciprocidad en
la superficie y número de reses. Éstas
han sido definidas por algún usufruc-
tuario como: “Una perfecta ordenación
del territorio, con el único criterio del
sentido común”.
Respecto a las cañadas que unen
por los cordales el llano con los pastos
de altura (majadas) de los puertos, hay
que reseñar que algunos autores (Mon-
serrat et Fillat, 1990, Palu, 1992) han
propuesto la hipótesis de que dichas
vías pecuarias fueran las rutas migra-
torias que usaban las manadas de un-
gulados salvajes durante la Prehistoria.
Es normal encontrar restos de útiles de
sílex en los collados o portillos de las
zonas montañesas.
No quisiera terminar este inciso
sin citar a la fauna salvaje típica de un
ecosistema pastoral, tanto los osos
y lobos, ya extinguidos en Valderro,
como otras que aún persisten. Tales
son los casos del frecuente avista-
miento de quebrantahuesos (ugatza)
y la presencia permanente de buitres
y de los migratorios alimoches (estos
últimos, asociados a la legendaria Mari
pirenaica, llamada en Xuberoa Behibi-
deko emazte xuria o Dama Blanca del
camino de las vacas –léase, de la tras-
humancia- o Marie Blanche en Bearn y
Bigorre (Dendaletche, 1973), conocido
en el ciclista Tour como el Coll de la
Marie Blanche), que han alimentado
durante milenios la mitología, y de lo
que pueda quedar sobre ellos de histó-
rico en el Valle (documentos, leyendas,
toponimia, restos). Estos animales son
un parámetro muy sensible por su
posición en la cima de la pirámide eco-
lógica, y resultan uno de los mejores
indicadores de la calidad biológica de
un sistema natural dado.
Así, en la montaña de Europa occi-
dental existen dos modelos o sistemas
pastorales fundamentales:
1- La formación de montaña alpina
o pirenaica, que se distribuye según
una clásica división de sus pisos al-
titudinales, los llamados sectores en
pastoralismo:
- Sector de estiveo en el piso sub-
alpino y altimontano, por encima del
límite del arbolado (“timberline”). Se
trata del final de la cañada, donde
se encuentran los pastos comunales
extensivos de diente, destinados pre-
ferentemente a ganado lanar de carne
tipo rasa o churra aragonesa. Existen
diversas términos para nombrarlos se-
gún las zonas geográficas: rasos (mon-
taña de Navarra), brañas (cordillera
Cantábrica), alpages (Valle de Aosta
en los Alpes italianos), etc. En él se
encontraban las majadas de verano y
sus estructuras y cercados de ordeño
de propiedad particular, caso del cayo-
lar (Pirineo francés), muidera (Roncal o
Salazar) o txabola (País Vasco). La pro-
piedad de los pastos normalmente se
la adjudican entidades superiores tales
como Valle (España) y Sindicat de Pays
o Valleé (en Francia, Italia o Suiza), que
agrupan a las de orden inferior, tipo
concejos, parroquias o lugares.
Este sector, normalmente situado
en la cabecera de los ríos de los valles,
es la confluencia de intereses de las
diversas entidades territoriales mon-
tañesas. Sobre todo en las majadas
de los collados o portillos (parte fun-
damental del sistema), y, por lo tanto,
por ellas se suelen trazar los límites y
fronteras.
- Piso montano, con el sector de
bordas y seles y la zona intermedia de
bosques comunales de los concejos, pa-
rroquias y lugares, todo ello con uso in-
tensivo principalmente en primavera y la
otoñada (sin olvidar la montanera, usada
especialmente por el porcino). Da acceso
al sector anterior a través de un rosario
interno de pequeñas vías pecuarias.
Las bordas son un dispositivo de
edificaciones particulares con prados
de siega (seles) y sus sempiternos
Plano de la división administrativa y catastral según el Servicio de Riqueza Territorial del Gobierno de Navarra.
Presenta errores evidentes, al dividir artificialmente en dos unidades administrativas diferentes según el
trazado del Camino de Santiago el Comunal de la Mancomunidad que forman los Concejos de Erro y Zilbeti.
También parece que las líneas continuas finas hacen referencia a deslindes aleatorios y no a las divisiones
administrativas reales, caso de Aincioa-Loizu.
47
fresnos (árbol pastoral por excelencia)
para ramón, preferentemente dedica-
das para ganado vacuno (en nuestro
caso, vaca pirenaica), pero que ade-
más permiten el aprovechamiento del
resto de posibilidades de este sector.
Pues ésta era (y sigue siendo) la zona
de aprovisionamiento de madera; de
leña para las carboneras (lanteguis);
helechales (partilles en gascón y len-
guas cercanas); quiñones (labakis),
artigas o articas (es decir, diversos
sistemas de roturaciones permanentes
o temporales en montes y bosques),
caleras (kisulares), etc.
- Piso colino o zona baja del sector
de cultivos (landas –celayas-, huertas –
barazas-, etc.) y viviendas de propiedad
particular (Etxe). Normalmente contaba
con un boyeral (ipete) para ganado de
reja o labor que, si se podía escoger,
se situaba en un cercano y fresco soto
al lado del río.
En esta formación normalmente
había un doble impedimento climático:
primero, la sequía veraniega, que limi-
taba en dicha época la productividad de
los cultivos y prados, por lo que éstos
no llegaban a proporcionar las suficien-
tes reservas invernales; agravado en
segundo lugar por el frío del invierno,
que dificultaba la estan-
cia del ganado en el
fondo del valle. En
tales casos se re-
curría a la trashu-
mancia. El ganado
debía moverse a
las lejanas áreas
de invernada en el
sur (casos de Ron-
cal y Salazar con las
Bardenas, Alto Aragón
con el Somontano, y de
la vertiente sur de la
Cordillera Cantábrica
con Extremadura).
Este modelo
p e r m i -
t í a
respetar gran parte de las dinámicas
naturales esenciales de cada sector,
sin subordinarlos totalmente al pasto-
ralismo (por eso quedan mayores áreas
boscosas madereras en las laderas de
los Pirineos, mas continentales, que
en las montañas cantábricas, que son
más atlánticas).
2- En la otra formación, la cántabro-
atlántica, el modelo ideal se produce
si en el territorio (aparte de estar com-
pensado en sus sectores) se da una
doble condición:
- Para empezar, clima templado y
húmedo que favorezca la producción
de hierba en primavera-verano de los
prados del fondo de valle y laderas limí-
trofes, capaces de abastecer al ganado
durante todo el invierno.
- Que estas zonas de invernada
se encuentren próximas o preferen-
temente al mismo pie de los altos o
estiveos.
Entonces sólo se necesita un pe-
queño movimiento de ganado estacio-
nal y en altitud dentro del mismo terri-
torio, lo que se denomina transtermi-
tancia (casos de la vertiente norte del
Pirineo occidental, vertiente norte de
la cordillera Cantábrica y la costa, etc.)
o pastoralismo de ovino de leche (razas
latxa o manex y vascobearnesa).
En esta situación, el pastora-
lismo se perfilaba como la mejor
manera de aprovechar las po-
tencialidades del medio; de
hecho, son las zonas de ganadería de
vacuno de leche por excelencia. Para
ello se subordinaban todos los secto-
res a ese fin (típicos ejemplos son los
valles de Baztán y de Baigorri, Pays de
Soule, Valles Pasiegos en Cantabria,
etc.), para que no interfirieran sobre to-
do con el ganado (en nuestro caso, ovi-
no). En principio se consideraba todo
el territorio (zonas altas y bajas) como
comunales, para lo que se ordenaban y
limitaban los cultivos (mediante cerca-
dos o keheilles, sistema de hojas, etc.)
y se intensificaba la formación de pas-
tos mediante roturaciones o labakis.
Los bosques (castaños, robles y
hayas) se adehesaban y se desmocha-
ba el arbolado (cepa elevada sobre un
tronco) para aprovechar el espacio; con
ello se mejoraba la puesta en luz del
suelo que hace crecer la hierba, obte-
niéndose ramón en verano respetando
la reserva de leña y aumentando la
montanera de otoño. Así también, se
facilitaba el “uso” del “fuego corriente”
o pastoral en invierno. Este siniestro
pasa veloz por el pie de esas masas fo-
restales sin matar el arbolado presen-
te. Claro está que esto ha tenido como
consecuencia inevitable el decaimiento
y depauperación de las masas bosco-
sas. En estos casos, los incidentes con
los forestales han sido inevitables.
La vaca más blanca es de la variedad “blonda aquitana”. Se trata de un subtipo de la raza
pirenaica mejorada y mas productiva, que se distribuye por las zonas llanas del pie de monte de
la parte francesa pirenaica. La mejor producción actual de la vaca pirenaica es la de la carne.
48 n.o 33
EL MEDIO FÍSICO Y BIOLÓGICO
El Valle de Erro tiene una forma que
se puede aproximar, con un poco
de imaginación, a la de un triángulo,
con la base apoyada en la frontera
francesa:
- El vértice occidental, situado en
el Macizo Paleozoico de Quinto Real,
se incluye dentro de la Región biogeo-
gráfica de la Navarra cantabro-atlántica
(templada y húmeda).
- El vértice oriental de dicha base
se encuadra dentro de la Región bio-
geográfica alpino-pirenaica (altas mon-
tañas continentales frías). Se trata
del área de pastizales de Lindux (y
Astalosti), sin olvidar el enclavado del
Txangoa más al este y la alta Llanada
de Roncesvalles, todo ello apuntando
hacia el mismo eje axial del Alto Pirineo
Navarro.
- En el tercer vértice o punta me-
ridional, la zona queda encerrada y
bloqueada un kilómetro al sur de la
pequeña Foz del Txintxurri, teniendo
claras influencias submediterráneas.
Que es la tercera Región en discordia,
la mediterránea calurosa y seca.
La confluencia de las tres Regiones
Biogeográficas (que se pueden definir
como extensos territorios que por sus
características de clima y vegetación
tienen entidad ecológica propia) produ-
ce una diversidad que queda reflejada
en los ecotonos (inversiones y mezclas
de las vegetaciones de los pisos altitu-
dinales de las regiones biogeográficas).
Técnicamente, un ejemplo claro sería la
colocación, en estas zonas del Pirineo
occidental, del piso de coníferas a base
de pino silvestre (aunque estas masas
deriven por eliminación antrópica de los
robledales marcescentes de carácter
submediterráneo) por debajo en altitud
de las frondosas (hayas y robles). Bos-
ques-madera y leña, pastizales-ganado
y cultivos-cereales: ya tenemos presen-
tes los fundamentos de la economía de
estos valles.
Siguiendo con la idea anterior, los
tres lados que forman dicho polígono
podrían describirse como sigue:
- En el lado norte, fronterizo o “base
del triángulo”, se encuentra el extenso
bosque de Quinto Real, que desde Baz-
tán al oeste llega hasta el monte Adi y
Sorogain, en el centro de la “base”.
La formación y expansión del ha-
yedo de Quinto Real se remonta al
periodo inmediatamente posterior a
la última glaciación. La búsqueda de
zonas refugio de la vegetación durante
la época glacial (según Los Bosques
Ibéricos: Una interpretación geobotá-
nica de Emilio Blanco Castro et al.,
1997), fundamentalmente costa can-
tábrica, zonas colinas de los valles de
vertiente atlántica y foces en vertiente
mediterránea, podrían tener en Cilveti
su límite oriental. Los restos de pies y
bosquetes de Quercus petraea (roble
albar) en las laderas sur del Macizo y
de abundantes pies de Taxus baccata
(tejo) en la ladera este del Adi (Regata
de Odia) inducen a pensar en la pro-
bable expansión del hayedo a costa
de otras formaciones vegetales, que
según los estudios no debe de ser muy
anterior al 5000 a.C. Dicho fenómeno
se consolidó hacia el 3000-2000 a.C.,
y por lo tanto es contemporáneo de la
transformación neolítica que provocó el
pastoralismo (actualmente el hayedo
sigue en expansión mediante diversos
mecanismos ecológicos).
A partir del monte Adi, desde el
Collado de Adatun e Iturrumburu y
Sorogain, en dirección este, entre las
masas de hayas comienzan los vastos
pastizales de frontera del Pirineo nava-
rro, que sólo incluyen en el término del
Valle hasta Lindux; pero que continúan
fuera de Erroibar sin solución de conti-
nuidad por Ibañeta, Lepoeder, Astobis-
kar, Orzanzurieta, Txangoa (propiedad
del Valle desde tiempo inmemorial,
aunque no pertenezca a su moderno
término municipal), Bentartea, Arnos-
tegi, Urkulu (con su torre triunfal de
origen romano), majada o collado de
Azpegui, introduciéndose en la Baja
Navarra por el área de la Majada de la
Cueva de Arpea y el monte Errozate;
y llegando hasta el Okabe, ya en los
confines occidentales de la Selva del
Iraty salacenco.
- El lado este contiene: parte del
amplio Llano de Roncesvalles (la mayor
planicie interior de toda la Cordillera Pi-
Caballos de raza burguete en el dolmen de Casa Pablo
Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 49
renaica), al nordeste del Valle. Se trata
de un lugar ancestral de confluencias,
tanto de las rutas norte-sur que unen
ambas vertientes (Francia-España), co-
mo de la vía transversal intrapirenaica
oeste-este (Erro-Aezkoa-Salazar) parale-
la a la divisorias de aguas.
También se encuentra la Sierra de
Labia (dirección nordeste-suroeste),
que engloba primero a los prados de
Esnoz, Ancioa y, finalmente, a la vasta
área de soleados pastos del Ogal (al
sur del pico Larrogain).
Esta sierra finaliza, a nuestros efec-
tos, en la ribera izquierda de la Foz del
Txintxurri, ya que la geología provocada
por el encajonamiento del río Erro por
la citada garganta le limita el acceso y
expansión a la zona media de Navarra
de las cuencas cerealistas de Aoiz y
Pamplona (similar a lo que pasa en
otros valles pirenaicos como Salazar
y Roncal). Esto hace que el principal
eje de comunicación no haya seguido
nunca el tradicional -en otros valles- eje
norte-sur que traza el río, sino siempre
la este-oeste Espinal-Erro que traza la
moderna Carretera N-135.
- El lado oeste del Valle se inicia en
la ribera derecha del río Erro, donde
está el cordal del puerto de Erro, que
sigue la vieja cañada o pasada 26 (P-
26) Aezkoa-Milagro (hoy en desuso),
con su área de pastos del monte
Measkoitz. Esta divisoria, de eje sur-
norte, parte de Alzuza en la Cuenca de
Pamplona y acaba en el Monte Adi, ya
en Quinto Real.
LA DESCRIPCIÓN SINTÉTICA
DE LOS NÚCLEOS DE POBLACIÓN
Como las ciencias ambientales no
son exactas, entre los dos mode-
los propuestos existen toda una gama
de situaciones, de las que también
participa nuestro Valle. De todas ma-
neras, la repetición de muchos topóni-
mos (ipetes, maldas, bordas, landas,
larrainas, oyanas, etc.) en todos los
términos indica una manifiesta iden-
tidad de usos entre ellos. Así, con lo
expuesto en el punto anterior se puede
hacer un breve análisis de los núcleos
de población que jalonan y permiten el
aprovechamiento de dicho territorio.
Empezando por el Llano de Roncesva-
lles y continuando en sentido horario:
- En él nos encontramos a Espinal
(Auzperri en la denominación tradi-
cional que en vasco le dan sus pro-
Rebaño en la Marca
Ganado francés
Arriba, en detalle:
manga de la Marca
abajo: conteo del ganado
50 n.o 33
pios habitantes, y Aurizberri o Nuevo
Burguete, según el actual y vigente
nomenclator oficial del Gobierno de
Navarra), fundado por el Rey Teobaldo
II en la Baja Edad Media, como pueblo
calle o burgo (como el propio Burguete
o Larrasoaña en el Valle de Esteribar)
de clara vocación urbana. Así, es la
cabeza de puente del Valle, tanto en
la ruta comercial de Santiago como en
el acceso a los pastos de Menditxuri a
Lindux (el cercano reducto fortificado
del siglo XVIII de su cima refuerza el
carácter fronterizo y estratégico de la
Llanada de Roncesvalles), y al inmenso
espacio pastoral ya comentado que se
encuentra al este de Ibañeta. En este
último cometido, el enclavado altimon-
tano del Txangoa tendría una importan-
cia fundamental.
Actualmente (y desde hace siglos)
es el principal núcleo de población del
Valle. La vocación pirenaica de este
enclave es innegable; hasta el tipo de
edificación se encuadra perfectamen-
te dentro de la norma del resto de
ambas vertientes de la cordillera (La
Soule, Bearn, Bigorre, Aragón, Ando-
rra, Cataluña, etc.), con estructuras y
tejados de gran pendiente (“góticos”)
a 2 ó a 4 aguas, en contraposición a
las edificaciones del resto de Erroibar,
menos gráciles (“románicas”), con más
base que altura, de amplia distribución
en Navarra (y Álava), tanto en la zona
media submediterránea como en los
valles cantabroatlánticos de vertiente
sur (La Barranca, La Ulzama, Basa-
burua, etc.).
- Esnoz se asienta en un terreno to-
talmente montano de prados, del glacis
occidental de peña Lirain. Se separa de
la parte simétrica de Lusarreta (Valle
de Arce) a través del fácil acceso del
collado de Xanpau.
- Aincioa se sitúa aislado en los
más altos pastos de la cara norte del
monte Larrogain (Sierra de Labia), se-
parado del Valle de Arce por una línea
de abruptos roquedos y cortados.
- Loizu, en el interior de la Sierra de
Labia, aprovecha los prados del fondo
de la hondonada delimitada por los
cortados y peñas de Aintzioa.
- Al sur de Larrogain se encuentra
el importante espacio pastoral de Ogal,
del cual, la parte principal corresponde
a Ardaitz y el resto a Espoz (Valle de
Arce). Es ésta el área de la notoria
influencia mediterránea ya comentada
(hasta el topónimo se presta a conje-
turas, porque ardua significa vino, y
aitz, roca o peña). Además, dicho lugar
domina claramente la ruta secundaria
por su parte más estrecha (la Foz), que
desde Erro al norte siguiendo el cauce
del mismo río Erro da acceso por el sur
a la cuenca de Aoiz (Valle de Linzoain)
y, por tanto, a la vieja Iruña-Pompaelo.
Este lugar del Valle como platafor-
ma de aprovechamiento de dichos pas-
tos es antiquísimo, ya que, aparte de
los dólmenes del Ogal, dichas estruc-
turas neolíticas se encuentran hasta en
el mismo casco urbano. También la vo-
cación pastoral hacia el ganado menor
del Ogal se aprecia en la tipología de
la bordas, más arcaicas y claramente
diferentes del resto de las del Valle,
que son estructuras más desarrolladas
para ganado mayor clásicas de las re-
giones cantabro-atlánticas (2-3 pisos).
- En la parte suroeste del Valle
se encuentran los Señoríos (Gurbizar,
Urniza y Larrengoa). Desde ellos, en
tiempos pasados se dominaba la ruta
secundaria anterior (torre palaciega
de Larraingoa y puentes sobre el río).
Dichos Señoríos aprovechaban las la-
deras orientales del cordal del puerto
de Erro, alargando sus términos desde
el fondo del valle al monte Measkoitz
como sitio pastoral dominante.
El fracaso final de estos pobla-
mientos -hacia 1920- se debió a las
limitadas posibilidades ecológicas del
medio. En el resto del territorio prepi-
renaico submediterráneo, situado al
norte de las cuencas de la zona media
de Navarra y Aragón, se han producido
numerosas situaciones similares. Di-
cho decaimiento empezó con las pes-
tes de la Baja Edad Media, en especial
la de 1348 (caso de los despoblados
de Orosia/Orocha, Oiaide, Astigarreta,
Orosurgui y Ozarcoa en nuestro Valle
entre los siglos XIV y XVI, Ugarra, en
el Romanzado, desde el siglo XV, o de
Navarzato, la que fuera octava villa de
Roncal hasta mediados del siglo XIII;
de este último sólo queda su ermita de
San Esteban, que curiosamente tiene
como advocación la curación de dicha
enfermedad). Actualmente son des-
poblados integrados en el Patrimonio
Forestal de Navarra.
- Erro es un pueblo defensivo, situa-
do en una colina de la ladera oriental
del Puerto del mismo nombre, rodeada
por los meandros del río Erro. Domina
dentro del Valle el cruce de caminos
entre el principal este-oeste, que va de
la frontera de Valcarlos a Pamplona, y
el secundario, que por el sur va a Urroz,
en la zona de las cuencas. Junto con
Olondriz –puerta de acceso a través del
collado de Alegui al interior de la Sierra
de Labia- explota la amplia landa que
se halla a sus pies, y por su espalda (al
norte) comparte con Zilbeti y Linzoain
los pastos con bordas del montañoso
sector de Astobia.
- Cilveti, encajonado en el fondo
de un valle en forma de “saco” que
forma la regata de Etxarro (un alto
afluente del Arga), es una avanzada de
la explotación por el sur del extenso
hayedo del macizo de Quinto Real. Se
trata de un escondido valle de carácter
típicamente cantábrico, con afinidades
ecológicas y vegetales con Eugui y
Baztán. Muchos indicios lo corroboran,
como, por ejemplo, que es la localidad
que mejores helechales permanentes
presenta, concretamente en las bordas
al norte del pueblo.
La naturalidad y potencialidad de
los hayedos de este macizo es eviden-
te. La fuerza del bosque climácico y de
sus series de vegetación superiores
es arrolladora y cerca literalmente al
pueblo y zonas de prados adyacentes.
Las roturaciones en esta zona se na-
turalizan más rápidamente que en el
resto de la comarca, y no parece que
el hombre haya llegado a modelar com-
pletamente el paisaje vegetal (sobre
todo en ese sector al norte del casco
urbano), como sí pasa en el resto de
Erroibar.
Legua Acotada es una parte de
monte arbolado del Quinto, de Erro-Zil-
beti junto con el Concejo de Eugui (que
proporciona en su propio término, la
mayor parte de la superficie del monte)
del limítrofe Valle de Esteribar. Como
su nombre indica, ese monte antigua-
mente se vedaba para abastecer de
combustible (madera y carbón de haya)
a la Fábrica de Olaverri, del siglo XVIII,
actualmente en ruinas.
- Linzoain reproduce la función de
Erro. En origen es un lugar claramente
defensivo, situado sobre una colina de
la vertiente oriental del cordal del puer-
to de Erro, con la zona llana destinada
Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 51
a cultivos a sus pies. Controla la salida
al alto del puerto de la antigua Cañada
y Camino de Santiago. De hecho, los
carlistas pronto se percataron de la
situación e instalaron un fuerte en su
III Guerra, en una dominante loma a
mitad de camino entre Linzoain y Erro.
Como ya se ha dicho, al norte po-
see parte del área de pastos y bordas
en Astobia, con el Monte Tiratún como
sitio dominante, además de aprove-
char parte de los pastos de la zona de
Meakondo con Viscarret (junto con el
hayedo del facero Monte Lastur).
- Viscarret, instalado en el mismo
Camino de Santiago, ha sido a lo largo
de los siglos una de sus tradicionales
paradas de etapa. Se sitúa en un airea-
do alto rodeado de prados y su vistoso
robledal albar de Muskilda. Al norte
está Meakondo, su principal sector
montano de bordas.
- Mezquiriz, junto con el Caserío de
Ureta (y su medieval torre palaciega)
aprovecha los prados que forma el río
Erro en el fondo de la ladera occidental
del puerto de Mezquiriz, que es donde
se encuentran las bordas con sus
seles. Flanquea junto con Viscarret la
entrada al boscoso valle por el que se
accede a los altos pastos estivales
de Sorogain. De esta manera, son los
dos núcleos (Biskarreta/Gerendiain y
Mezkiritz) que más relación tienen con
la gestión de dicho lugar (alguaciles,
vaqueros, etc.).
- Sorogain (literalmente, alto de se-
les), es la joya de la corona del Valle y
su zona pastoral por antonomasia. Se
trata de una zona comunal situada en
la cabecera del río Erro, en el mismo
centro de su parte norte.
Cartel artístico del primer Día del Valle,
con la inscripción de los lugares habitados
en el escudo de la Posada del Camino de Viscarret
Vista parcial del cartel anunciador de la Marca de ovino de Sorogain
de septiembre de 2003. Pastos, el viejo Cromlech de Zanzoten
Harria y el logotipo del tradicional hierro “VE” de Valderro
Detalle del cartel artístico del segundo Día del Valle,
con una panorámica del valle de Sorogain visto
desde el Cromlech. Rodeado de los típicos adornos
artesanales de clara simbología solar provenientes
de las culturas indoeuropeas de la Edad del Hierro.
De fondo, ganado rumbo a Sorogain
52 n.o 33
Los seles (soros) son espacios
pastorales provenientes de la defores-
tación según una gestión y dimensio-
nes dadas y específicas, ampliamente
estudiados por la etnografía. El aprove-
chamiento del vallecito del arroyo de
Sorogain es ancestral, y parece que bá-
sicamente debía de estar estructurado
al final del Neolítico o comienzos de la
Edad del Hierro (1000 a.C). Ya que en
este sector bajo de la cordillera de So-
rogain a Lindux y Llano de Roncesvalles
los monumentos megáliticos neolíticos
de tipo dolmen (cuyo estudio sistemá-
tico empezó en la década de 1920 con
Barandiaran) llegan claramente a todos
los altos, y son más numerosos que
los cromlechs de la Primera Edad del
Hierro o cultura Hallstalt (1000-500
a.C.). Lo contrario sucede conforme se
va hacia el este (según los estudios de
Blot, 1994), sobre todo a partir de sec-
tores como los de la majada de Azpegui
en Aezkoa y el Okabe en la Baja Nava-
rra. Así, volviendo al caso concreto de
Sorogain, tenemos cerca del collado
de Astakarri el dolmen de Pilotasoro,
apreciablemente por encima (altitudi-
nalmente hablando) del crómlech de
Zanzots-Santxo, que se sitúa a mitad
de camino entre el área de bordas y
dicho portillo.
Su sector inferior de bordas, con
numerosos restos pastorales: muros,
seles, construcciones y mangas de
ganado, abarca desde Casa Pablo (Pro-
piedad del Valle) y sus alrededores
–Arbilleta, principalmente- hasta la bor-
da de Beltza. Este dispositivo también
debía de estar en pleno funcionamiento
(en sus rasgos esenciales) en esas
fechas, que abarcan desde finales del
Neolítico a los inicios de la Edad del
Hierro, pues varios dólmenes jalonan
la mismísima Casa Pablo. Las facerías
y “Marcas” estacionales de ganado
mayor y menor regulan administrativa-
mente el uso de este sector.
UNA HISTORIA SINTÉTICA
DEL PASTORALISMO EN VALDERRO
De todo lo expuesto anteriormente,
es conveniente arriesgarse a hacer
una primera síntesis que sirva para
sentar bases lógicas sobre las que
debatir sobre el desarrollo del territorio
u otros estudios del medio.
El primer asentamiento humano co-
nocido en el territorio data del Mesolí-
tico (8000-3000 a.C.). Quedan restos
de útiles encontrados en las Cuevas
de Oyaneder o Amenasillo (término de
Erro-Cilveti), cuyo emplazamiento en
una protegida cueva de la margen del
río Erro, cerca de un vado, es la propia
de sociedades típicamente cazadoras-
recolectoras. Según los prehistoriado-
res, estas comunidades se correspon-
dían ya con el tipo humano pirenaico
occidental o vasco. Como curiosidad
hay que reseñar que de niños, en
nuestras visitas a estas cuevas, ya se
comentaba la segura existencia de una
tal señora “juanamari” como antigua (y
suponíamos que algo excéntrica) resi-
dente o habitante de dichas cavidades,
eso sí, colocada en un indeterminado y
no comprobable tiempo de los abuelos
de nuestros abuelos, sin ninguna refe-
rencia, en el que acontecen todos las
leyendas y cuentos; que en este caso
corresponde claramente al antiguo mi-
to de Mari, donde dicho genio también
va asociado a las cuevas o lezeas, los
dragones-serpientes o sugares y las
tormentas.
Soslayando las épocas paleolíticas,
en nuestra opinión, en Valderro se for-
ma en el Neolítico (3000-1000 a.C.) un
primer núcleo pastoral en la Sierra de
Labia de influencias o procedencia me-
diterráneas, de carácter más arcaico y
orientado principalmente al ganado me-
nor, siendo su gestión menos dinámica
a lo largo de la historia. El segundo
foco, el de Sorogain, perfecciona su
aprovechamiento neolítico inicial hacia
el ganado mayor (por mejor disposición
ecológica para ello), bajo la influen-
cia de las culturas indoeuropeas más
avanzadas provenientes del centro de
Europa durante la Primera Edad del Hie-
rro (1000-500 a.C.), haciendo bascular
probablemente el centro de gravedad
del Valle hacia su parte norte, dejando
estancada en su desarrollo a la parte
sur.
Durante la época romana y, sobre
todo, en la Alta Edad Media, el Valle fija
seguramente su distribución y núcleos
de carácter defensivo actuales. Sus
componentes, los concejos actuales,
se organizan de la siguiente forma: una
parte sur estructurada según asenta-
mientos aislados geográficamente en-
tre sí, pero unidos por vías pecuarias
con los estiveos y las cuencas cerealis-
tas, que ha evolucionado en el tiempo
para dar forma a una parte norte,
territorialmente planificada y repartida
según una lógica de usos y accesos
centrada en el estiveo de Sorogain.
En ambos casos, los concejos sólo
son autónomos en el comportamiento
de sus sectores montanos de bordas y
colinos de casas con cultivos. Por lo tan-
to, deben completar su lógico funciona-
miento ecológico altitudinal de montaña
con el aprovechamiento de la cabecera
del Valle, que corresponde al sector de
altos pastos y bosques comunales.
En la Baja Edad Media se terminó
definitivamente dicha disposición con
la fundación de Espinal en 1269, apo-
yada en consideraciones geoestratégi-
cas y económicas externas (formación
de reinos y estados con fronteras y el
dinamismo del Camino de Santiago),
pero nada nuevas. El antiguo uso ga-
nadero del llano de Roncesvalles lo
atestiguan los numerosos dólmenes
de los alrededores del propio pueblo
de Espinal, y la vocación urbana, los
restos romanos de la Villa de Iturissa
(a las afueras de Burguete). Por tanto,
en esa época los núcleos de población
permanentes más importantes se en-
contraban ya completamente instala-
dos a lo largo del Camino, en el fondo
de valle y planas intermedias, pero
respetando entre ellos el centro de
gravedad interno.
Por otra parte, la influencia de las
sociedades pastorales pirenaicas tras-
humantes del este (tipo Salazar, Ron-
cal, Alto Aragón, etc.), que adquieren
su preponderancia en dichos siglos, re-
fuerza dicha elección. Los valles serán
más potentes si desarrollan fuertemen-
te sus zonas altas de pastos del eje
axial de la cordillera, respetando sec-
tores inferiores claramente definidos
no subordinados (bosques madereros
como Irati), en vez de sus zonas cerea-
listas submediterráneas (que además
suelen estar geográficamente bloquea-
das por foces y la vieja distribución de
asentamientos). Por eso, la expansión
territorial hacia el sur no es percibida
como prioritaria, no así la participación
o acceso a las áreas estacionales de
invernada tipo bardena a través de las
cañadas.
Este impulso culminaría con las Fá-
bricas de la Ilustración, durante el siglo
XVIII y principios del XIX, en lo que fue
un intento fracasado de industrializa-
ción y desarrollo de los bosques fronte-
rizos (al igual que las vecinas fábricas
de Banca en Baïgorri y de Orbaiceta en
Aezkoa). Seguramente, el recinto forti-
ficado de Zotalar ayudaba a defender el
acceso a la Fábrica de Olaberri.
Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 53
Trashumancia de las vacas francesas
Pastora tras quitar el truco a una res
Quitando el truco
Marcado de Valle de Erro
Trucos
54 n.o 33
En nuestro caso, de todas ma-
neras, esa disposición no puede
ser completada por la naturaleza
del medio: la falta de altitud (no
hay piso subalpino, y el altimon-
tano ocupa una escasísima su-
perficie) y la influencia del clima
atlántico por su parte oeste, que
matiza la sequía de la parte norte
del Valle. No llegará a ser un valle
transhumante (aunque el ramal de
la cañada se lo permitiera, sobre
todo a la parte sur más medite-
rránea) sino principalmente trans-
termitante, quedándose a medio
camino.
Por otro lado, la introducción
del maíz americano (y la patata)
revolucionó en la vertiente norte
pirenaica (Iparralde), durante los
siglos XVI y XVII, las condiciones
de utilización de terrenos impro-
pios para el trigo y el mijo (ar-
tua), permitiendo elevar el hábitat
agrícola del cultivo permanente
tradicional unos 300 m de altitud,
hasta los 600-700 m, lo cual fa-
cilitó la explosión demográfica en
tales siglos. Como decían las gen-
tes bajonavarras de esa época “la
hierba vale siete veces más que la de
abajo, y las vacas, sin guarda, después
de mayo, se dirigen solas a los pas-
tos”. Sin duda, antes ya se les había
enseñado el camino (Viers, 1990).
En otras palabras, las bordas esta-
cionales de Alduides, Urepel y Esnazu
podían convertirse en núcleos de po-
blación permanentes. La confrontación
con la otra vertiente durante la Época
Moderna era inevitable, pues el lado
vascofrancés necesitaba ocupar im-
periosamente la cabecera (con sus
collados) del territorio de su caída
de aguas (condición esencial del pas-
toralismo en montaña), además de
funcionar como sistema cantabroatlán-
tico, transformando y subordinando la
totalidad del espacio y no por sectores
altitudinales que respetan (más o me-
nos) los bosques. El Conflicto de los
Alduides se estabilizó por medio del
Tratado de Límites de 1856 (de hecho,
la denominación de “conflicto” no es in-
ventada, pues así se le llama en todos
los anales documentales e históricos
que hacen referencia al caso). Pero ya
venía de antiguo, pues el primer docu-
mento escrito data del año 1400, y se
trata de una delimitación de límites del
Quinto (cómo no) efectuada por el Rey
de Navarra Carlos III el Noble.
De esta manera, la más famosa mu-
ga con relación al “conflicto” está fuera
del límite actual del Valle, en la plaza
principal del pueblo de Alduides, justo
enfrente de la iglesia. Concretamente,
en el dintel de la puerta de la casa que
actualmente es el Hotel “BAÏLLEA”. Allí
se grabó la siguiente frase que no ad-
mite ningún género de dudas:
ESTA CASA
ES. DE. BAL
DE ERRO
1.753
A lo que responde con ironía Xalba-
dor, el más célebre de los bertsolaris
aldutarras del siglo XX, poniendo en bo-
ca de todos los habitantes de la Vallée
de Baigorri uno de sus bertsos (de su
libro “Odolaren Mintzoa”):
“Esta casa es de Bal de Erro”,
diote. Guk gezun hori sinisteko
ez gara hain ero.
(“Esta casa es de Bal de Erro”,
dicen. Pero no estamos tan locos
como para creer esa mentira)
Los acontecimientos de la política
europea durante la Guerra
Civil y la II Guerra Mundial
volvieron a poner al eje axial
de este tramo fronterizo de
la Cordillera en primer plano
geoestratégico entre los dos
Estados. Por ello se cons-
truyó la línea de búnkeres
(parafraseando el lenguaje
diplomático: el sector tiene
conflictos intrínsecos al me-
dio natural, potencialmente
manipulables para crear si-
tuaciones de inestabilidad
política).
Posteriormente, en la úl-
tima década del siglo XX, se
cerró el Conflicto mediante
la devolución de los montes
estatales del Quinto y bajo la
repartición creada a través
del Tratado de 1856, que
es muy precisa: una ver-
tiente norte manejada por
Baïgorry, según una gestión
totalmente atlántica, y un
Quinto sur, de gestión tipo
pirenaico (sectores de bos-
ques y pastos delimitados,
en gran parte, por la labor
de los forestales), paradójicamente en
Mancomunidad con un Valle de Baztán,
que a su vez pertenece al mundo cán-
tabro-atlántico.
En resumen, el Valle de Erro puede
considerarse un territorio de montaña
que se comporta como una unidad eco-
lógica con gradiente altitudinal inducida
y delimitada por el ser humano. Que
en sus rasgos esenciales coincide con
una cuenca hidrográfica concreta, pero
que traspasa sus límites naturales pa-
ra englobar partes de otras unidades
geográficas adyacentes (Cilveti y Auz-
perri), que resultan complementarias
o tienen mejor acceso a su dispositivo
pastoral central o económico.
UNA INTERPRETACIÓN
DE LA ORGANIZACIÓN PASTORAL
DEL TERRITORIO
Si se mira detenidamente el esque-
ma pastoral del Valle, se comprue-
ba que los términos de la parte sur
(Esnoz, Olondriz, Ainzioa-Loizu, conjun-
to de Señoríos y Ardaiz) se disponen en
dirección este-oeste, superponiéndose
caóticamente unos sobre otros según
una disposición geográfica impuesta
por la Sierra de Labia al este, el cordal
del puerto de Erro al oeste y el río Erro
El autor en Alduides (Valle de Baigorry). Octubre 2004
Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 55
discurriendo por el medio de norte a
sur (al igual que el eje de comunicacio-
nes de carácter secundario, paralelo a
dicho curso de agua).
Esto dificulta las comunicaciones
no sólo dentro de ella, sino con la par-
te norte. Sólo pastoralmente a través
de la abandonada cañada (P-26) se
comunica rápidamente esta zona con
Sorogain y la cuenca de Pamplona.
Planificación arcaica de asentamientos
aislados, no estructurados ni integra-
dos en el funcionamiento de los demás
(como es la distribución general en los
valles pirenaicos de Salazar y Roncal).
Sin embargo, los núcleos de po-
blación más importantes (Erro-Zilbeti,
Lintzoain, Biscarret, Mezkiritz-Ureta y
Aurizberri) estiran ordenada y secuen-
cialmente sus términos en eje norte-
sur, como los radios de un abanico
con centro en Sorogain y arco en la
vieja disposición de los ejes de comu-
nicación que forman cañada-Camino de
Santiago-actual carretera (heredera del
Camino Real). En cualquier caso, con
fácil acceso a parte de los bosques y
pastos comunales de la cabecera del
Valle. Planificación moderna, homogé-
nea y con interdependencia entre los
términos.
De todas maneras, en rigor hay
que decir que el trazado de la cañada
en la parte central de Valderro, entre
Linzoain y Mezkiritz, no sigue fielmente
al Caminante, sino que se desvía del
núcleo urbano de Biskarreta dando
un pequeño rodeo por Laurentxi-Ureta-
Mezquiritz, para enlazar de nuevo en el
Puerto de Mezquiriz, que a través de
Auzperri da acceso al Valle de Aezkoa.
Claro está que esto no altera en abso-
luto los fundamentos de los ejes de co-
municación y distribución del territorio
propuestos (como se puede comprobar
en un plano). Así, éstos han quedado
unidos en la parte central del Valle
desde Erro a Espinal, en la antigüedad
mediante la calzada romana Burdeos-
Astorga, luego mediante el camino
principal de Santiago o Caminante en
la Baja Edad Media, después Camino
Real o de Napoleón durante la Época
Moderna y actualmente transformado
Esquema básico del sistema pastoral propuesto, de sus sectores y de los movimientos de ganado en Valderro, hasta el siglo XIX.
56 n.o 33
en la carretera Na-135 (el hecho de
que dichos ejes no siempre coincidan
exactamente en su trazado y se ha-
yan desplazado o perdido tramos de
las cajas de dichas históricas vías de
comunicación no altera en absoluto el
razonamiento). El eje norte-sur del río
Erro queda entonces como una infra-
estructura viaria de importancia secun-
daria, que sólo se tornaría importante
si prosperasen ciertos proyectos de la
Autovía del Pirineo.
Esta disposición es una particulari-
dad de Erroibar en el contexto del Alto
Pirineo navarro; ningún valle con el eje
axial montañoso de dirección este-oes-
te y contrafuertes y ríos norte-sur, a sa-
ber, Baztán, Esteribar, Salazar y Roncal,
tiene ejes de comunicación principales
este-oeste y distribución de los térmi-
nos administrativos más importantes
norte-sur, sino todo lo contrario. Sólo
Aezkoa participa de esta peculiaridad,
por imposición de sus propias condi-
ciones orográficas, que desdibujan sus
límites, mediante contrafuertes mon-
tañosos o sierras que derivan del eje
del Pirineo en direcciones irregulares,
a veces este-oeste, como en Garralda,
o articulando y envolviendo una gran
“hoya”, que es en donde se asientan
la mayor parte e importantes núcleos
de población (Arive, Aria, Villanueva de
Aezkoa, Garayoa y Abaurrea Baja). Sólo
Orbara y, principalmente, Orbaiceta y
su barrio de la Fábrica, junto con el
comunal del valle del monte Aezkoa,
recuperan los ejes de comunicación
y distribución norte-sur (pero para co-
municarse limitadamente sólo con el
centro geográfico descrito de Arive).
También en la comparación entre
valles resulta curioso que sólo en la
cabecera de Esteribar no existan ni
comunales ni pastos de entidad, rom-
piendo la disposición pastoral clásica.
En este caso, el Concejo de Eugui de
ese Valle dispone de un extenso haye-
do, que limita con Baztán a través del
boscoso monte de Erreguerena (con
cuya etimología, Monte de la Reina, se
ha conjeturado largamente).
Para terminar, dos apuntes:
- Primero, hay que decir que los
habitantes de estos valles fronterizos
poseen un profundo conocimiento de
los límites y sistemas de delimitación
o deslinde (a decir de los forestales,
gente nada motxa en esas lides). La
relación con las mugas es intrínseca
a la cultura popular de la zona (con-
trabando, facerías, etc.). De hecho,
el Valle invita anualmente a vecinos e
interesados al recorrido oficial de las
mugas.
- Segundo, que la facilidad para
ejercer de pastor de los vascos, oficio
secular de la emigración en las vastas
extensiones de los Estados Unidos, ha-
cía pensar a muchos observadores que
era una habilidad que rozaba la “gené-
tica” o, cuando menos, estaba enraiza-
da profundamente en su cultura.
Milenios de pastoralismo y fino
manejo del medio avalan a ambas.
Ya comentaba Julio Caro Baroja en su
libro Los Vascos (1949), refiriéndose
en sentido amplio a las ancestrales
señales en el ganado (estudiadas pro-
fusamente por Fermín de Leizaola,
1975) y los objetos de los pastores,
que: “pueden remontarse a un ciclo
(cultural) distinto e incluso más antiguo
que el pastoril mismo (Neolítico) en el
Oeste de Europa”. Los paréntesis son
añadidos del autor.
- Auzolan = del euskera auzoa (barrio)
y lan (trabajo). Es decir, trabajo comunitario
que están obligados a realizar los vecinos
de una localidad cuando así lo requiere la
Entidad Local respectiva. Está reglamenta-
do y tiene normativas específicas ampara-
das en la Costumbre hecha Ley.
- Etxea = Etxe = Casa en euskera. La
casa no es solo un edificio, también inclu-
ye bienes muebles indispensables para
su funcionamiento (aperos, ganado, ajuar,
etc.) e inmuebles (prados y terrenos de
todo tipo, bordas, corrales, edificaciones
anejas, sepulturas y lugares concretos en
la Iglesia, obligaciones y derechos de paso
o de vecindad, etc.). La “Casa” es sujeto
de Derecho en la legislación foral o Derecho
tradicional consuetudinario, es decir, el del
Antiguo Régimen. De tal manera que una
línea troncal o familiar específica es asocia-
da con cada “Etxe”. El derecho individual
moderno sobre las personas que tenemos
actualmente no existía en aquellas socie-
dades, ya que es un concepto que arranca
a partir de la Revolución Francesa.
- Compascuidad = reciprocidad =
Ffacería = acuerdo por el que dos Entes
Públicos de Derecho aceptan compartir el
uso de un territorio concreto (normalmente,
pastizales de montaña), dejando a un lado
la posible discusión sobre la propiedad.
Sólo el aprovechamiento es objeto de
negociación, atendiéndose a un equilibrio
entre el horario y la temporada de uso,
con el número de reses que van a pastar,
la propiedad de dicho ganado, el pago y
garantías de la utilización.
- Sel (plural seles) = bustaliza = majada
= cayolar = soro = saroi = sarobe = gorta
= pastizal preferentemente de diente o, en
menor medida, de siega, situado normal-
mente en altura y fuera del alcance de los
núcleos de población permanentes, ya sea
por estar rodeado de bosques o emplaza-
do en amplias extensiones de pastizales
extensivos de comunales. La etimología
de la palabra sel parece que procede del
saltus latino, que según los romanos era el
espacio boscoso, inculto, abrupto o monta-
ñoso bárbaro e incivilizado, que se contra-
ponía al ager, espacio civilizado en el fondo
de los valles o llanuras, donde se situaban
los terrenos agrícolas intensivos y las ciu-
dades. En la Península Ibérica había varios
saltus, como el que comprendía la sierra
de Alcaraz, Cazorla y Segura, y el Saltus
Vasconum, que ocupaba el actual norte de
Navarra (en concreto, nuestra zona). A los
Pirineos centrales se los llamaba el summo
Pirineo, y eran impracticables.
Los términos de sel o bustaliza apa-
recen como castellano antiguo en muchos
documentos medievales y de la Era Moderna
(siglos XVI, XVII y XVIII), cuando se comple-
tó la mayor parte de las roturaciones en el
territorio. Normalmente el “sel”, suele ser
redondo y tiene dimensiones específicas
según el territorio (Asturias, Cantabria,
Vizcaya, etc.). En algunos sitios, por ejem-
plo el valle de Baztán, se daba el caso de
documentarse formas rectangulares, lo
que era una cosa extraña en el contexto.
También el tamaño podía depender de la
temporada de uso (en Vizcaya, por ejemplo,
los había de invierno, de mayor tamaño, o
verano, menores).
La palabra sel deriva en euskera en los
vocablos de soro, saroi, sarobe = gorta
= pastiza = majada. Más concretamente,
soro = heredad en lugar recóndito o encla-
vado. Es decir, se trata de un espacio o
rincón de utilización ganadera de propiedad
privada de difícil acceso, ya sea en un área
de extensos bosques (un soro o rincón
propiamente dicho acorde con las bordas)
o en pastizales de alta montaña (en este
caso se usa mas el concepto de majada o
pastizal, que se atribuye a los términos de
saroi, sarobe, gorta, etc.).
El sel o soro era delimitado, según
GLOSARIO COMENTADO DE TÉRMINOS
Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 57
costumbre ancestral, mediante el
lanzamiento de un hacha que definía
el radio de un círculo, en cuyo cen-
tro se colocaba una piedra mojón
llamada austarria (piedra cenizal o
de ceniza, del euskera autz = ceniza
y harria/arri = piedra) o kortarria
(piedra del pastizal, del euskera,
korta/gorta = pastizal o majada y
harria/arri = piedra). En las bustali-
zas rectangulares de Baztán se colo-
caban entonces 5 piedras, 4 en las
esquinas y la central o cenizal, en el
cruce central de las diagonales.
En ese espacio redondo deli-
mitado se construía la borda con
su prado de siega si era un medio
montano de bosques, o la txabola
del pastor de ovejas con sus corra-
les y mangas de ganado anejas en
la zona de pastos altimontanos. En
este último caso, el pastor tiene
delimitado por la comunidad unos
determinados “recorridos” de pas-
toreo (parcours, en francés) en los
extensos pastos comunales adyacentes,
que son colindantes con los recorridos que
pueden efectuar sus correspondientes veci-
nos de la montaña.
Hay que tener en cuenta que la génesis
de la propiedad privada y su normativa en
un espacio pastoral normalmente comunal
o tribal es bastante distinto que el de la
propiedad privada agrícola o urbana, que
tan bien se regula con el Derecho Romano.
En principio, el permiso para crear seles
lo debía de dar la comunidad dueña del
territorio. En algunos casos, sólo permitía
el usufructo de la txabola y corrales, y no
dejaba cerrarla con llave o techarla con
teja; este último acto era el signo de pro-
piedad tradicional de un edificio, como se
daba el caso, entre otros, en los pastizales
de la Sierra de Urbasa o la Baja Navarra
Francesa. Por el contrario, en La Soule
varios pastores pueden ser dueños del
cayolar (en el dialecto gascón del francés),
tanto de la txabola y corrales anejos pro-
piamente dichos como del conjunto del sel,
pudiendo escriturar en documento notarial
de testamento o compraventa y registrarlo,
incluida la parte alícuota del aprovecha-
miento de los pastizales comunales adya-
centes correspondientes.
Parecido caso pasa con los helechales.
Así, el actual servicio de montes de Navarra
o de Francia se encuentran con problemas,
como tener un aprovechamiento registrado
de, por ejemplo, 5 ha de helechal no deli-
mitados en una parcela forestal de 20 ha.
En estos casos se necesita negociar con el
propietario de los derechos previamente a
cualquier actuación.
Finalmente, en este apartado hay que
reseñar que las zonas de seles, como
sorogain (literalmente sel alto, del euskera
soro = sel y gaina = altura, altitud, cima o
alto), son
importantes áreas megalíticas, con abun-
dantes dólmenes y cromlechs. Los antro-
pólogos y arqueólogos han rastreado los
restos y se han interesado desde antiguo
por la configuración de los seles, pues no
pueden dejar de subrayar la semejanza
o relaciones entre el crómlech y el sel:
ambos coinciden en las mismas áreas
geográficas, los dos son circulares y así
como uno tiene en el centro la piedra de
la ceniza, el megalito tiene la vasija o urna
con las cenizas del muerto en el centro del
circulo del crómlech.
- Lantegui = literalmente, sitio de traba-
jo (del euskera lan = trabajo y tegui = sitio).
Normalmente, en estas zonas montaño-
sas, el sitio de trabajo por antonomasia en
el bosque eran las zonas de carboneras.
- Helechal = partilles (vocablo gascón
muy usado en el País Vasco francés). El
helecho común (Pteridium aquilinum) era
imprescindible como cama del ganado con
el que hacer abono durante el invierno. En
aquellos tiempos, el problema de la falta de
fertilizantes era endémico en estas zonas
de pendientes fuertes, alta pluviosidad y un
lavado intenso del suelo. Por tanto, se adju-
dicaba en el comunal a cada Etxe una zona
donde realizar dicho aprovechamiento.
- Labaki = Quiñón = pequeña porción
o lote de tierra comunal que se repartía
o adjudicaba excepcionalmente entre los
vecinos, para ser roturada y cultivada o
convertida en pasto de uso privado.
- Artigas = articas = horni-
gueros = sistema de roturación
de zonas en fuerte pendiente
con matorral o arbolado, con-
sistente en eliminar la cubierta
vegetal, concentrarla en gran-
des hogueras centrales y luego
esparcir las cenizas por toda
la parcela como abonado. Este
sistema que implica rotación
de cultivo-bosque, es actual-
mente utilizado en las selvas
tropicales por los grupos caza-
dores-recolectores aborígenes.
- Kisular = calera. El tér-
mino kisular, es una voz vasca
castellanizada que hace refe-
rencia a la cal, necesaria en
estas zonas donde la alta plu-
viosidad produce el lavado de
este material indispensable
para obtener rendimiento de
los cultivos y pastos.
- Celaya = prado llano o de fondo
de valle.
- Baraza = Huerta = Parcela de cultivo
intensivo de hortalizas, maíz o lino, muy
bien delimitados con paredes o lajas de
piedra. Situado en las proximidades del
casco urbano.
- Ipete = boyeral = zona de soto ribere-
ño, dehesa o herbazal, siempre de propiedad
comunal y al lado del núcleo de población,
donde el ganado de reja o labor podía pastar
y estar disponible durante el verano.
- Raza latxa o manex = raza de ovejas
autóctonas de gran aptitud lechera, propia
de la zona noroccidental de Navarra y del
País Vasco español y francés.
- Conflicto de los Aldudes.
Enfrentamiento secular entre los valles
altonavarros (españoles) y bajonavarros
(franceses) por los pastos, collados y
bosques del eje axial pirenaico fronterizo
de Quinto Real. Se llama Quinto Real por
que la quinta parte de los cerdos que no
fueran de Valderro tenían que darse al Rey
de Navarra como impuesto.
- Erreguerena = monte, lugar o sitio
del rey/reina. De erregue = reina y enea
= sitio propio/lugar/solar, etc. Sector de
Quinto Real en disputa entre el valle de
Baztán y el concejo de Eugui del valle de
Esteribar. La toponimia hace referencia una
vez más (como Quinto Real) a su relación
con los antiguos terrenos que rendían tri-
buto o estaban asociados a la Corona de
Navarra y, por lo tanto, ambos contendien-
tes no aceptan la adjudicación en exclusiva
a la otra parte.

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Pastoralismo Valle de Erro Revista Foresta33-2006

  • 1. 44 n.o 33 TÉCNICACOMUNICACIÓN Notas sobre el pastoralismo en el Valle de Erro Patxi Ibarrola Erro Ingeniero Técnico Forestal A Nekane, que revisó concienzudamente el texto; a mis hijos Muskilda y Nicolás, el futuro; y a mi madre M.a Encarna, por su incondicional apoyo. Biotz biotzez. El presente escrito pretende ser una contribución al conocimiento del medio natural de estos territorios navarros desde el punto de vista del pastoralismo, escasamente analizado tanto en los valles de la vertiente sur de los Pirineos como en otras zonas geográficas. Para ello hemos escogido como ejemplo un caso concreto, el Valle de Erro, en el Pirineo navarro, para intentar desentrañar su “pequeña” historia silvopascícola con los escasos datos que se pueden extraer de los topónimos, límites y restos que jalonan las áreas forestales y los altos pastos, y de esta manera obtener interpretaciones que nos ayuden a tener un conocimiento más profundo del medio en el que trabajamos. Por ello, cuando se habla de mugas, límites o lindes en estos valles, no está de más hacer un primer análisis teórico y especulativo de las razones que indujeron a fijar dichos contornos. En estos casos de la montaña vasconavarra se puede decir, parafraseando a la Biblia, “que en el principio era el pastoralismo” (entendido como ganadería con carácter extensivo y trashumante o transtermitante), motor de la eco- nomía y sociedad que desde la instalación plena del Neolítico en estas tierras (3000-1000 a.C.) moldea y aprovecha los recursos ecológicos pre- sentes en el medio. Así mismo, en la confección de este trabajo subyace la línea de pen- samiento de la Escuela de Geografía Francesa, que, partiendo del siglo XIX hasta la fecha de hoy, es imprescindible en el estudio del pastora- lismo tanto en los macizos montañosos, en particular de los Pirineos y Alpes, como en las enormes planicies nómadas saharianas y sahelianas o sudanesas del las ex-colonias francesas norteafricanas. Finalmente, debo advertir al lector que no se pretende ni ser exhaus- tivo ni sentar cátedra, y mucho menos en cuanto se refiere a la grafía de los topónimos. El modo de escritura de éstos varía según la época (medievales “v”, “y” o “ç”, o modernas, a base de “b” o “i”, “k”, etc.), el idioma (euskera, castellano y francés), los usos populares, oficiales, de los estudiosos o de los políticos. Por tanto, se ha optado por una amplia tolerancia gráfica y de idiomas en la redacción del texto, multiplican- do deliberadamente los sinónimos de topónimos (Erroibar-Valderro- Valle de Erro-Bal de Erro, Esnotz-Esnoz, Orondritz-Olondriz, Baigorri- Baïgorry, Luzaide o Valcarlos, Alduides-Aldudes, Larraingoa-Larrengoa, Quintoa-Quinto Real-Quint, etc.).
  • 2. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 45 EL FUNCIONAMIENTO DEL ECOSISTEMA PASTORAL Antes de continuar, se debe hacer un breve alto para explicar cómo es el dispositivo del “ecosistema pastoral”. Hubo y hay diversos tipos: La génesis esquemática de dichas civilizaciones podría corresponder a las siguientes gradaciones: - En principio, espacios naturales vírgenes con su espectacular diversi- dad de fauna desde el Pleistoceno y Plioceno, como la Sabana africana y, en América, las Praderas del norte y la Pampa del sur, etc. - Luego, la presencia humana apro- vecha las biocenosis (dinámicas natu- rales) de esos imponentes espacios naturales: son los casos del sahel sub- sahariano o sudán, con ganado vacuno tipo cebú; el sahariano, con cabras, ovejas y dromedarios; el nómada de las estepas asiáticas, a base de yaks, caballos, ovejas y camellos bactrianos; y el de la tundra ártica, con renos. - Finalmente, el medio es más o menos transformado antrópicamente para aumentar su rendimiento ganade- ro, simplificando o acortando las com- plejas biocenosis naturales. Como en los casos de la mediterránea dehesa, especializada en producción de ganado ovino, porcino, vacuno y caza mayor, y el euroasiático de montaña, de ovejas, cabras, vacas y caballos. A este último es al que nos vamos a referir. El medio montañés, por su altitud y orografía escabrosa, impone condicio- nes rigurosas a la delimitación y al uso del territorio, provocando el funciona- miento aislado o autárquico (es decir, cerrado). Esto se logra mediante la for- mación de unidades territoriales preci- sas -o “ecosistemas inducidos”- por el ser humano (Dendaletche, 1975) lo más completos y autónomos posi- ble. Éstos comprenden un gradiente altitudinal dividido en sectores con sus dispositivos correspondientes: de esta forma se baliza toda la montaña. Estos ecosistemas tenían en tiem- pos pasados una productividad limitada, lo cual obligaba a li- mitar la carga ganadera y a regular socialmente a la población residente median- te un sistema de normas legales precisas, enmarca- das dentro del derecho con- suetudinario o foral basado en la Costumbre hecha Ley (derechos u obligaciones de vecindad y de trabajo comu- nitario obligatorio (auzolan), testamentos de hermandad y herencias con la “Casa” (Etxe) como entidad social, etc.). Ciertos territorios -o su uso- eran compartidos por va- rias entidades administrativas, que regulan el acuerdo mediante contratos de compascuidad o face- Planos del Valle de Erro según trípticos editados en 2003. Hay que reseñar, como única errata, la ausencia del Concejo de Olondriz/Orondritz en el esquema de comunicaciones. La presentación exagerada del territorio en el esquema de Situación es debida a criterios de mercadotecnia turística. Ovejas de raza “Latxa cara negra” (latxo= significa pelo largo, espeso y poco cardado). En estos carneros adaptados a la lluvia y a comer arbustos (una auténtica oveja-cabra), el tipo de la raza es de caracteres amuflonados y por tanto ambos sexos llevan cuernos
  • 3. 46 n.o 33 rías, con el principio de reciprocidad en la superficie y número de reses. Éstas han sido definidas por algún usufruc- tuario como: “Una perfecta ordenación del territorio, con el único criterio del sentido común”. Respecto a las cañadas que unen por los cordales el llano con los pastos de altura (majadas) de los puertos, hay que reseñar que algunos autores (Mon- serrat et Fillat, 1990, Palu, 1992) han propuesto la hipótesis de que dichas vías pecuarias fueran las rutas migra- torias que usaban las manadas de un- gulados salvajes durante la Prehistoria. Es normal encontrar restos de útiles de sílex en los collados o portillos de las zonas montañesas. No quisiera terminar este inciso sin citar a la fauna salvaje típica de un ecosistema pastoral, tanto los osos y lobos, ya extinguidos en Valderro, como otras que aún persisten. Tales son los casos del frecuente avista- miento de quebrantahuesos (ugatza) y la presencia permanente de buitres y de los migratorios alimoches (estos últimos, asociados a la legendaria Mari pirenaica, llamada en Xuberoa Behibi- deko emazte xuria o Dama Blanca del camino de las vacas –léase, de la tras- humancia- o Marie Blanche en Bearn y Bigorre (Dendaletche, 1973), conocido en el ciclista Tour como el Coll de la Marie Blanche), que han alimentado durante milenios la mitología, y de lo que pueda quedar sobre ellos de histó- rico en el Valle (documentos, leyendas, toponimia, restos). Estos animales son un parámetro muy sensible por su posición en la cima de la pirámide eco- lógica, y resultan uno de los mejores indicadores de la calidad biológica de un sistema natural dado. Así, en la montaña de Europa occi- dental existen dos modelos o sistemas pastorales fundamentales: 1- La formación de montaña alpina o pirenaica, que se distribuye según una clásica división de sus pisos al- titudinales, los llamados sectores en pastoralismo: - Sector de estiveo en el piso sub- alpino y altimontano, por encima del límite del arbolado (“timberline”). Se trata del final de la cañada, donde se encuentran los pastos comunales extensivos de diente, destinados pre- ferentemente a ganado lanar de carne tipo rasa o churra aragonesa. Existen diversas términos para nombrarlos se- gún las zonas geográficas: rasos (mon- taña de Navarra), brañas (cordillera Cantábrica), alpages (Valle de Aosta en los Alpes italianos), etc. En él se encontraban las majadas de verano y sus estructuras y cercados de ordeño de propiedad particular, caso del cayo- lar (Pirineo francés), muidera (Roncal o Salazar) o txabola (País Vasco). La pro- piedad de los pastos normalmente se la adjudican entidades superiores tales como Valle (España) y Sindicat de Pays o Valleé (en Francia, Italia o Suiza), que agrupan a las de orden inferior, tipo concejos, parroquias o lugares. Este sector, normalmente situado en la cabecera de los ríos de los valles, es la confluencia de intereses de las diversas entidades territoriales mon- tañesas. Sobre todo en las majadas de los collados o portillos (parte fun- damental del sistema), y, por lo tanto, por ellas se suelen trazar los límites y fronteras. - Piso montano, con el sector de bordas y seles y la zona intermedia de bosques comunales de los concejos, pa- rroquias y lugares, todo ello con uso in- tensivo principalmente en primavera y la otoñada (sin olvidar la montanera, usada especialmente por el porcino). Da acceso al sector anterior a través de un rosario interno de pequeñas vías pecuarias. Las bordas son un dispositivo de edificaciones particulares con prados de siega (seles) y sus sempiternos Plano de la división administrativa y catastral según el Servicio de Riqueza Territorial del Gobierno de Navarra. Presenta errores evidentes, al dividir artificialmente en dos unidades administrativas diferentes según el trazado del Camino de Santiago el Comunal de la Mancomunidad que forman los Concejos de Erro y Zilbeti. También parece que las líneas continuas finas hacen referencia a deslindes aleatorios y no a las divisiones administrativas reales, caso de Aincioa-Loizu.
  • 4. 47 fresnos (árbol pastoral por excelencia) para ramón, preferentemente dedica- das para ganado vacuno (en nuestro caso, vaca pirenaica), pero que ade- más permiten el aprovechamiento del resto de posibilidades de este sector. Pues ésta era (y sigue siendo) la zona de aprovisionamiento de madera; de leña para las carboneras (lanteguis); helechales (partilles en gascón y len- guas cercanas); quiñones (labakis), artigas o articas (es decir, diversos sistemas de roturaciones permanentes o temporales en montes y bosques), caleras (kisulares), etc. - Piso colino o zona baja del sector de cultivos (landas –celayas-, huertas – barazas-, etc.) y viviendas de propiedad particular (Etxe). Normalmente contaba con un boyeral (ipete) para ganado de reja o labor que, si se podía escoger, se situaba en un cercano y fresco soto al lado del río. En esta formación normalmente había un doble impedimento climático: primero, la sequía veraniega, que limi- taba en dicha época la productividad de los cultivos y prados, por lo que éstos no llegaban a proporcionar las suficien- tes reservas invernales; agravado en segundo lugar por el frío del invierno, que dificultaba la estan- cia del ganado en el fondo del valle. En tales casos se re- curría a la trashu- mancia. El ganado debía moverse a las lejanas áreas de invernada en el sur (casos de Ron- cal y Salazar con las Bardenas, Alto Aragón con el Somontano, y de la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica con Extremadura). Este modelo p e r m i - t í a respetar gran parte de las dinámicas naturales esenciales de cada sector, sin subordinarlos totalmente al pasto- ralismo (por eso quedan mayores áreas boscosas madereras en las laderas de los Pirineos, mas continentales, que en las montañas cantábricas, que son más atlánticas). 2- En la otra formación, la cántabro- atlántica, el modelo ideal se produce si en el territorio (aparte de estar com- pensado en sus sectores) se da una doble condición: - Para empezar, clima templado y húmedo que favorezca la producción de hierba en primavera-verano de los prados del fondo de valle y laderas limí- trofes, capaces de abastecer al ganado durante todo el invierno. - Que estas zonas de invernada se encuentren próximas o preferen- temente al mismo pie de los altos o estiveos. Entonces sólo se necesita un pe- queño movimiento de ganado estacio- nal y en altitud dentro del mismo terri- torio, lo que se denomina transtermi- tancia (casos de la vertiente norte del Pirineo occidental, vertiente norte de la cordillera Cantábrica y la costa, etc.) o pastoralismo de ovino de leche (razas latxa o manex y vascobearnesa). En esta situación, el pastora- lismo se perfilaba como la mejor manera de aprovechar las po- tencialidades del medio; de hecho, son las zonas de ganadería de vacuno de leche por excelencia. Para ello se subordinaban todos los secto- res a ese fin (típicos ejemplos son los valles de Baztán y de Baigorri, Pays de Soule, Valles Pasiegos en Cantabria, etc.), para que no interfirieran sobre to- do con el ganado (en nuestro caso, ovi- no). En principio se consideraba todo el territorio (zonas altas y bajas) como comunales, para lo que se ordenaban y limitaban los cultivos (mediante cerca- dos o keheilles, sistema de hojas, etc.) y se intensificaba la formación de pas- tos mediante roturaciones o labakis. Los bosques (castaños, robles y hayas) se adehesaban y se desmocha- ba el arbolado (cepa elevada sobre un tronco) para aprovechar el espacio; con ello se mejoraba la puesta en luz del suelo que hace crecer la hierba, obte- niéndose ramón en verano respetando la reserva de leña y aumentando la montanera de otoño. Así también, se facilitaba el “uso” del “fuego corriente” o pastoral en invierno. Este siniestro pasa veloz por el pie de esas masas fo- restales sin matar el arbolado presen- te. Claro está que esto ha tenido como consecuencia inevitable el decaimiento y depauperación de las masas bosco- sas. En estos casos, los incidentes con los forestales han sido inevitables. La vaca más blanca es de la variedad “blonda aquitana”. Se trata de un subtipo de la raza pirenaica mejorada y mas productiva, que se distribuye por las zonas llanas del pie de monte de la parte francesa pirenaica. La mejor producción actual de la vaca pirenaica es la de la carne.
  • 5. 48 n.o 33 EL MEDIO FÍSICO Y BIOLÓGICO El Valle de Erro tiene una forma que se puede aproximar, con un poco de imaginación, a la de un triángulo, con la base apoyada en la frontera francesa: - El vértice occidental, situado en el Macizo Paleozoico de Quinto Real, se incluye dentro de la Región biogeo- gráfica de la Navarra cantabro-atlántica (templada y húmeda). - El vértice oriental de dicha base se encuadra dentro de la Región bio- geográfica alpino-pirenaica (altas mon- tañas continentales frías). Se trata del área de pastizales de Lindux (y Astalosti), sin olvidar el enclavado del Txangoa más al este y la alta Llanada de Roncesvalles, todo ello apuntando hacia el mismo eje axial del Alto Pirineo Navarro. - En el tercer vértice o punta me- ridional, la zona queda encerrada y bloqueada un kilómetro al sur de la pequeña Foz del Txintxurri, teniendo claras influencias submediterráneas. Que es la tercera Región en discordia, la mediterránea calurosa y seca. La confluencia de las tres Regiones Biogeográficas (que se pueden definir como extensos territorios que por sus características de clima y vegetación tienen entidad ecológica propia) produ- ce una diversidad que queda reflejada en los ecotonos (inversiones y mezclas de las vegetaciones de los pisos altitu- dinales de las regiones biogeográficas). Técnicamente, un ejemplo claro sería la colocación, en estas zonas del Pirineo occidental, del piso de coníferas a base de pino silvestre (aunque estas masas deriven por eliminación antrópica de los robledales marcescentes de carácter submediterráneo) por debajo en altitud de las frondosas (hayas y robles). Bos- ques-madera y leña, pastizales-ganado y cultivos-cereales: ya tenemos presen- tes los fundamentos de la economía de estos valles. Siguiendo con la idea anterior, los tres lados que forman dicho polígono podrían describirse como sigue: - En el lado norte, fronterizo o “base del triángulo”, se encuentra el extenso bosque de Quinto Real, que desde Baz- tán al oeste llega hasta el monte Adi y Sorogain, en el centro de la “base”. La formación y expansión del ha- yedo de Quinto Real se remonta al periodo inmediatamente posterior a la última glaciación. La búsqueda de zonas refugio de la vegetación durante la época glacial (según Los Bosques Ibéricos: Una interpretación geobotá- nica de Emilio Blanco Castro et al., 1997), fundamentalmente costa can- tábrica, zonas colinas de los valles de vertiente atlántica y foces en vertiente mediterránea, podrían tener en Cilveti su límite oriental. Los restos de pies y bosquetes de Quercus petraea (roble albar) en las laderas sur del Macizo y de abundantes pies de Taxus baccata (tejo) en la ladera este del Adi (Regata de Odia) inducen a pensar en la pro- bable expansión del hayedo a costa de otras formaciones vegetales, que según los estudios no debe de ser muy anterior al 5000 a.C. Dicho fenómeno se consolidó hacia el 3000-2000 a.C., y por lo tanto es contemporáneo de la transformación neolítica que provocó el pastoralismo (actualmente el hayedo sigue en expansión mediante diversos mecanismos ecológicos). A partir del monte Adi, desde el Collado de Adatun e Iturrumburu y Sorogain, en dirección este, entre las masas de hayas comienzan los vastos pastizales de frontera del Pirineo nava- rro, que sólo incluyen en el término del Valle hasta Lindux; pero que continúan fuera de Erroibar sin solución de conti- nuidad por Ibañeta, Lepoeder, Astobis- kar, Orzanzurieta, Txangoa (propiedad del Valle desde tiempo inmemorial, aunque no pertenezca a su moderno término municipal), Bentartea, Arnos- tegi, Urkulu (con su torre triunfal de origen romano), majada o collado de Azpegui, introduciéndose en la Baja Navarra por el área de la Majada de la Cueva de Arpea y el monte Errozate; y llegando hasta el Okabe, ya en los confines occidentales de la Selva del Iraty salacenco. - El lado este contiene: parte del amplio Llano de Roncesvalles (la mayor planicie interior de toda la Cordillera Pi- Caballos de raza burguete en el dolmen de Casa Pablo
  • 6. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 49 renaica), al nordeste del Valle. Se trata de un lugar ancestral de confluencias, tanto de las rutas norte-sur que unen ambas vertientes (Francia-España), co- mo de la vía transversal intrapirenaica oeste-este (Erro-Aezkoa-Salazar) parale- la a la divisorias de aguas. También se encuentra la Sierra de Labia (dirección nordeste-suroeste), que engloba primero a los prados de Esnoz, Ancioa y, finalmente, a la vasta área de soleados pastos del Ogal (al sur del pico Larrogain). Esta sierra finaliza, a nuestros efec- tos, en la ribera izquierda de la Foz del Txintxurri, ya que la geología provocada por el encajonamiento del río Erro por la citada garganta le limita el acceso y expansión a la zona media de Navarra de las cuencas cerealistas de Aoiz y Pamplona (similar a lo que pasa en otros valles pirenaicos como Salazar y Roncal). Esto hace que el principal eje de comunicación no haya seguido nunca el tradicional -en otros valles- eje norte-sur que traza el río, sino siempre la este-oeste Espinal-Erro que traza la moderna Carretera N-135. - El lado oeste del Valle se inicia en la ribera derecha del río Erro, donde está el cordal del puerto de Erro, que sigue la vieja cañada o pasada 26 (P- 26) Aezkoa-Milagro (hoy en desuso), con su área de pastos del monte Measkoitz. Esta divisoria, de eje sur- norte, parte de Alzuza en la Cuenca de Pamplona y acaba en el Monte Adi, ya en Quinto Real. LA DESCRIPCIÓN SINTÉTICA DE LOS NÚCLEOS DE POBLACIÓN Como las ciencias ambientales no son exactas, entre los dos mode- los propuestos existen toda una gama de situaciones, de las que también participa nuestro Valle. De todas ma- neras, la repetición de muchos topóni- mos (ipetes, maldas, bordas, landas, larrainas, oyanas, etc.) en todos los términos indica una manifiesta iden- tidad de usos entre ellos. Así, con lo expuesto en el punto anterior se puede hacer un breve análisis de los núcleos de población que jalonan y permiten el aprovechamiento de dicho territorio. Empezando por el Llano de Roncesva- lles y continuando en sentido horario: - En él nos encontramos a Espinal (Auzperri en la denominación tradi- cional que en vasco le dan sus pro- Rebaño en la Marca Ganado francés Arriba, en detalle: manga de la Marca abajo: conteo del ganado
  • 7. 50 n.o 33 pios habitantes, y Aurizberri o Nuevo Burguete, según el actual y vigente nomenclator oficial del Gobierno de Navarra), fundado por el Rey Teobaldo II en la Baja Edad Media, como pueblo calle o burgo (como el propio Burguete o Larrasoaña en el Valle de Esteribar) de clara vocación urbana. Así, es la cabeza de puente del Valle, tanto en la ruta comercial de Santiago como en el acceso a los pastos de Menditxuri a Lindux (el cercano reducto fortificado del siglo XVIII de su cima refuerza el carácter fronterizo y estratégico de la Llanada de Roncesvalles), y al inmenso espacio pastoral ya comentado que se encuentra al este de Ibañeta. En este último cometido, el enclavado altimon- tano del Txangoa tendría una importan- cia fundamental. Actualmente (y desde hace siglos) es el principal núcleo de población del Valle. La vocación pirenaica de este enclave es innegable; hasta el tipo de edificación se encuadra perfectamen- te dentro de la norma del resto de ambas vertientes de la cordillera (La Soule, Bearn, Bigorre, Aragón, Ando- rra, Cataluña, etc.), con estructuras y tejados de gran pendiente (“góticos”) a 2 ó a 4 aguas, en contraposición a las edificaciones del resto de Erroibar, menos gráciles (“románicas”), con más base que altura, de amplia distribución en Navarra (y Álava), tanto en la zona media submediterránea como en los valles cantabroatlánticos de vertiente sur (La Barranca, La Ulzama, Basa- burua, etc.). - Esnoz se asienta en un terreno to- talmente montano de prados, del glacis occidental de peña Lirain. Se separa de la parte simétrica de Lusarreta (Valle de Arce) a través del fácil acceso del collado de Xanpau. - Aincioa se sitúa aislado en los más altos pastos de la cara norte del monte Larrogain (Sierra de Labia), se- parado del Valle de Arce por una línea de abruptos roquedos y cortados. - Loizu, en el interior de la Sierra de Labia, aprovecha los prados del fondo de la hondonada delimitada por los cortados y peñas de Aintzioa. - Al sur de Larrogain se encuentra el importante espacio pastoral de Ogal, del cual, la parte principal corresponde a Ardaitz y el resto a Espoz (Valle de Arce). Es ésta el área de la notoria influencia mediterránea ya comentada (hasta el topónimo se presta a conje- turas, porque ardua significa vino, y aitz, roca o peña). Además, dicho lugar domina claramente la ruta secundaria por su parte más estrecha (la Foz), que desde Erro al norte siguiendo el cauce del mismo río Erro da acceso por el sur a la cuenca de Aoiz (Valle de Linzoain) y, por tanto, a la vieja Iruña-Pompaelo. Este lugar del Valle como platafor- ma de aprovechamiento de dichos pas- tos es antiquísimo, ya que, aparte de los dólmenes del Ogal, dichas estruc- turas neolíticas se encuentran hasta en el mismo casco urbano. También la vo- cación pastoral hacia el ganado menor del Ogal se aprecia en la tipología de la bordas, más arcaicas y claramente diferentes del resto de las del Valle, que son estructuras más desarrolladas para ganado mayor clásicas de las re- giones cantabro-atlánticas (2-3 pisos). - En la parte suroeste del Valle se encuentran los Señoríos (Gurbizar, Urniza y Larrengoa). Desde ellos, en tiempos pasados se dominaba la ruta secundaria anterior (torre palaciega de Larraingoa y puentes sobre el río). Dichos Señoríos aprovechaban las la- deras orientales del cordal del puerto de Erro, alargando sus términos desde el fondo del valle al monte Measkoitz como sitio pastoral dominante. El fracaso final de estos pobla- mientos -hacia 1920- se debió a las limitadas posibilidades ecológicas del medio. En el resto del territorio prepi- renaico submediterráneo, situado al norte de las cuencas de la zona media de Navarra y Aragón, se han producido numerosas situaciones similares. Di- cho decaimiento empezó con las pes- tes de la Baja Edad Media, en especial la de 1348 (caso de los despoblados de Orosia/Orocha, Oiaide, Astigarreta, Orosurgui y Ozarcoa en nuestro Valle entre los siglos XIV y XVI, Ugarra, en el Romanzado, desde el siglo XV, o de Navarzato, la que fuera octava villa de Roncal hasta mediados del siglo XIII; de este último sólo queda su ermita de San Esteban, que curiosamente tiene como advocación la curación de dicha enfermedad). Actualmente son des- poblados integrados en el Patrimonio Forestal de Navarra. - Erro es un pueblo defensivo, situa- do en una colina de la ladera oriental del Puerto del mismo nombre, rodeada por los meandros del río Erro. Domina dentro del Valle el cruce de caminos entre el principal este-oeste, que va de la frontera de Valcarlos a Pamplona, y el secundario, que por el sur va a Urroz, en la zona de las cuencas. Junto con Olondriz –puerta de acceso a través del collado de Alegui al interior de la Sierra de Labia- explota la amplia landa que se halla a sus pies, y por su espalda (al norte) comparte con Zilbeti y Linzoain los pastos con bordas del montañoso sector de Astobia. - Cilveti, encajonado en el fondo de un valle en forma de “saco” que forma la regata de Etxarro (un alto afluente del Arga), es una avanzada de la explotación por el sur del extenso hayedo del macizo de Quinto Real. Se trata de un escondido valle de carácter típicamente cantábrico, con afinidades ecológicas y vegetales con Eugui y Baztán. Muchos indicios lo corroboran, como, por ejemplo, que es la localidad que mejores helechales permanentes presenta, concretamente en las bordas al norte del pueblo. La naturalidad y potencialidad de los hayedos de este macizo es eviden- te. La fuerza del bosque climácico y de sus series de vegetación superiores es arrolladora y cerca literalmente al pueblo y zonas de prados adyacentes. Las roturaciones en esta zona se na- turalizan más rápidamente que en el resto de la comarca, y no parece que el hombre haya llegado a modelar com- pletamente el paisaje vegetal (sobre todo en ese sector al norte del casco urbano), como sí pasa en el resto de Erroibar. Legua Acotada es una parte de monte arbolado del Quinto, de Erro-Zil- beti junto con el Concejo de Eugui (que proporciona en su propio término, la mayor parte de la superficie del monte) del limítrofe Valle de Esteribar. Como su nombre indica, ese monte antigua- mente se vedaba para abastecer de combustible (madera y carbón de haya) a la Fábrica de Olaverri, del siglo XVIII, actualmente en ruinas. - Linzoain reproduce la función de Erro. En origen es un lugar claramente defensivo, situado sobre una colina de la vertiente oriental del cordal del puer- to de Erro, con la zona llana destinada
  • 8. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 51 a cultivos a sus pies. Controla la salida al alto del puerto de la antigua Cañada y Camino de Santiago. De hecho, los carlistas pronto se percataron de la situación e instalaron un fuerte en su III Guerra, en una dominante loma a mitad de camino entre Linzoain y Erro. Como ya se ha dicho, al norte po- see parte del área de pastos y bordas en Astobia, con el Monte Tiratún como sitio dominante, además de aprove- char parte de los pastos de la zona de Meakondo con Viscarret (junto con el hayedo del facero Monte Lastur). - Viscarret, instalado en el mismo Camino de Santiago, ha sido a lo largo de los siglos una de sus tradicionales paradas de etapa. Se sitúa en un airea- do alto rodeado de prados y su vistoso robledal albar de Muskilda. Al norte está Meakondo, su principal sector montano de bordas. - Mezquiriz, junto con el Caserío de Ureta (y su medieval torre palaciega) aprovecha los prados que forma el río Erro en el fondo de la ladera occidental del puerto de Mezquiriz, que es donde se encuentran las bordas con sus seles. Flanquea junto con Viscarret la entrada al boscoso valle por el que se accede a los altos pastos estivales de Sorogain. De esta manera, son los dos núcleos (Biskarreta/Gerendiain y Mezkiritz) que más relación tienen con la gestión de dicho lugar (alguaciles, vaqueros, etc.). - Sorogain (literalmente, alto de se- les), es la joya de la corona del Valle y su zona pastoral por antonomasia. Se trata de una zona comunal situada en la cabecera del río Erro, en el mismo centro de su parte norte. Cartel artístico del primer Día del Valle, con la inscripción de los lugares habitados en el escudo de la Posada del Camino de Viscarret Vista parcial del cartel anunciador de la Marca de ovino de Sorogain de septiembre de 2003. Pastos, el viejo Cromlech de Zanzoten Harria y el logotipo del tradicional hierro “VE” de Valderro Detalle del cartel artístico del segundo Día del Valle, con una panorámica del valle de Sorogain visto desde el Cromlech. Rodeado de los típicos adornos artesanales de clara simbología solar provenientes de las culturas indoeuropeas de la Edad del Hierro. De fondo, ganado rumbo a Sorogain
  • 9. 52 n.o 33 Los seles (soros) son espacios pastorales provenientes de la defores- tación según una gestión y dimensio- nes dadas y específicas, ampliamente estudiados por la etnografía. El aprove- chamiento del vallecito del arroyo de Sorogain es ancestral, y parece que bá- sicamente debía de estar estructurado al final del Neolítico o comienzos de la Edad del Hierro (1000 a.C). Ya que en este sector bajo de la cordillera de So- rogain a Lindux y Llano de Roncesvalles los monumentos megáliticos neolíticos de tipo dolmen (cuyo estudio sistemá- tico empezó en la década de 1920 con Barandiaran) llegan claramente a todos los altos, y son más numerosos que los cromlechs de la Primera Edad del Hierro o cultura Hallstalt (1000-500 a.C.). Lo contrario sucede conforme se va hacia el este (según los estudios de Blot, 1994), sobre todo a partir de sec- tores como los de la majada de Azpegui en Aezkoa y el Okabe en la Baja Nava- rra. Así, volviendo al caso concreto de Sorogain, tenemos cerca del collado de Astakarri el dolmen de Pilotasoro, apreciablemente por encima (altitudi- nalmente hablando) del crómlech de Zanzots-Santxo, que se sitúa a mitad de camino entre el área de bordas y dicho portillo. Su sector inferior de bordas, con numerosos restos pastorales: muros, seles, construcciones y mangas de ganado, abarca desde Casa Pablo (Pro- piedad del Valle) y sus alrededores –Arbilleta, principalmente- hasta la bor- da de Beltza. Este dispositivo también debía de estar en pleno funcionamiento (en sus rasgos esenciales) en esas fechas, que abarcan desde finales del Neolítico a los inicios de la Edad del Hierro, pues varios dólmenes jalonan la mismísima Casa Pablo. Las facerías y “Marcas” estacionales de ganado mayor y menor regulan administrativa- mente el uso de este sector. UNA HISTORIA SINTÉTICA DEL PASTORALISMO EN VALDERRO De todo lo expuesto anteriormente, es conveniente arriesgarse a hacer una primera síntesis que sirva para sentar bases lógicas sobre las que debatir sobre el desarrollo del territorio u otros estudios del medio. El primer asentamiento humano co- nocido en el territorio data del Mesolí- tico (8000-3000 a.C.). Quedan restos de útiles encontrados en las Cuevas de Oyaneder o Amenasillo (término de Erro-Cilveti), cuyo emplazamiento en una protegida cueva de la margen del río Erro, cerca de un vado, es la propia de sociedades típicamente cazadoras- recolectoras. Según los prehistoriado- res, estas comunidades se correspon- dían ya con el tipo humano pirenaico occidental o vasco. Como curiosidad hay que reseñar que de niños, en nuestras visitas a estas cuevas, ya se comentaba la segura existencia de una tal señora “juanamari” como antigua (y suponíamos que algo excéntrica) resi- dente o habitante de dichas cavidades, eso sí, colocada en un indeterminado y no comprobable tiempo de los abuelos de nuestros abuelos, sin ninguna refe- rencia, en el que acontecen todos las leyendas y cuentos; que en este caso corresponde claramente al antiguo mi- to de Mari, donde dicho genio también va asociado a las cuevas o lezeas, los dragones-serpientes o sugares y las tormentas. Soslayando las épocas paleolíticas, en nuestra opinión, en Valderro se for- ma en el Neolítico (3000-1000 a.C.) un primer núcleo pastoral en la Sierra de Labia de influencias o procedencia me- diterráneas, de carácter más arcaico y orientado principalmente al ganado me- nor, siendo su gestión menos dinámica a lo largo de la historia. El segundo foco, el de Sorogain, perfecciona su aprovechamiento neolítico inicial hacia el ganado mayor (por mejor disposición ecológica para ello), bajo la influen- cia de las culturas indoeuropeas más avanzadas provenientes del centro de Europa durante la Primera Edad del Hie- rro (1000-500 a.C.), haciendo bascular probablemente el centro de gravedad del Valle hacia su parte norte, dejando estancada en su desarrollo a la parte sur. Durante la época romana y, sobre todo, en la Alta Edad Media, el Valle fija seguramente su distribución y núcleos de carácter defensivo actuales. Sus componentes, los concejos actuales, se organizan de la siguiente forma: una parte sur estructurada según asenta- mientos aislados geográficamente en- tre sí, pero unidos por vías pecuarias con los estiveos y las cuencas cerealis- tas, que ha evolucionado en el tiempo para dar forma a una parte norte, territorialmente planificada y repartida según una lógica de usos y accesos centrada en el estiveo de Sorogain. En ambos casos, los concejos sólo son autónomos en el comportamiento de sus sectores montanos de bordas y colinos de casas con cultivos. Por lo tan- to, deben completar su lógico funciona- miento ecológico altitudinal de montaña con el aprovechamiento de la cabecera del Valle, que corresponde al sector de altos pastos y bosques comunales. En la Baja Edad Media se terminó definitivamente dicha disposición con la fundación de Espinal en 1269, apo- yada en consideraciones geoestratégi- cas y económicas externas (formación de reinos y estados con fronteras y el dinamismo del Camino de Santiago), pero nada nuevas. El antiguo uso ga- nadero del llano de Roncesvalles lo atestiguan los numerosos dólmenes de los alrededores del propio pueblo de Espinal, y la vocación urbana, los restos romanos de la Villa de Iturissa (a las afueras de Burguete). Por tanto, en esa época los núcleos de población permanentes más importantes se en- contraban ya completamente instala- dos a lo largo del Camino, en el fondo de valle y planas intermedias, pero respetando entre ellos el centro de gravedad interno. Por otra parte, la influencia de las sociedades pastorales pirenaicas tras- humantes del este (tipo Salazar, Ron- cal, Alto Aragón, etc.), que adquieren su preponderancia en dichos siglos, re- fuerza dicha elección. Los valles serán más potentes si desarrollan fuertemen- te sus zonas altas de pastos del eje axial de la cordillera, respetando sec- tores inferiores claramente definidos no subordinados (bosques madereros como Irati), en vez de sus zonas cerea- listas submediterráneas (que además suelen estar geográficamente bloquea- das por foces y la vieja distribución de asentamientos). Por eso, la expansión territorial hacia el sur no es percibida como prioritaria, no así la participación o acceso a las áreas estacionales de invernada tipo bardena a través de las cañadas. Este impulso culminaría con las Fá- bricas de la Ilustración, durante el siglo XVIII y principios del XIX, en lo que fue un intento fracasado de industrializa- ción y desarrollo de los bosques fronte- rizos (al igual que las vecinas fábricas de Banca en Baïgorri y de Orbaiceta en Aezkoa). Seguramente, el recinto forti- ficado de Zotalar ayudaba a defender el acceso a la Fábrica de Olaberri.
  • 10. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 53 Trashumancia de las vacas francesas Pastora tras quitar el truco a una res Quitando el truco Marcado de Valle de Erro Trucos
  • 11. 54 n.o 33 En nuestro caso, de todas ma- neras, esa disposición no puede ser completada por la naturaleza del medio: la falta de altitud (no hay piso subalpino, y el altimon- tano ocupa una escasísima su- perficie) y la influencia del clima atlántico por su parte oeste, que matiza la sequía de la parte norte del Valle. No llegará a ser un valle transhumante (aunque el ramal de la cañada se lo permitiera, sobre todo a la parte sur más medite- rránea) sino principalmente trans- termitante, quedándose a medio camino. Por otro lado, la introducción del maíz americano (y la patata) revolucionó en la vertiente norte pirenaica (Iparralde), durante los siglos XVI y XVII, las condiciones de utilización de terrenos impro- pios para el trigo y el mijo (ar- tua), permitiendo elevar el hábitat agrícola del cultivo permanente tradicional unos 300 m de altitud, hasta los 600-700 m, lo cual fa- cilitó la explosión demográfica en tales siglos. Como decían las gen- tes bajonavarras de esa época “la hierba vale siete veces más que la de abajo, y las vacas, sin guarda, después de mayo, se dirigen solas a los pas- tos”. Sin duda, antes ya se les había enseñado el camino (Viers, 1990). En otras palabras, las bordas esta- cionales de Alduides, Urepel y Esnazu podían convertirse en núcleos de po- blación permanentes. La confrontación con la otra vertiente durante la Época Moderna era inevitable, pues el lado vascofrancés necesitaba ocupar im- periosamente la cabecera (con sus collados) del territorio de su caída de aguas (condición esencial del pas- toralismo en montaña), además de funcionar como sistema cantabroatlán- tico, transformando y subordinando la totalidad del espacio y no por sectores altitudinales que respetan (más o me- nos) los bosques. El Conflicto de los Alduides se estabilizó por medio del Tratado de Límites de 1856 (de hecho, la denominación de “conflicto” no es in- ventada, pues así se le llama en todos los anales documentales e históricos que hacen referencia al caso). Pero ya venía de antiguo, pues el primer docu- mento escrito data del año 1400, y se trata de una delimitación de límites del Quinto (cómo no) efectuada por el Rey de Navarra Carlos III el Noble. De esta manera, la más famosa mu- ga con relación al “conflicto” está fuera del límite actual del Valle, en la plaza principal del pueblo de Alduides, justo enfrente de la iglesia. Concretamente, en el dintel de la puerta de la casa que actualmente es el Hotel “BAÏLLEA”. Allí se grabó la siguiente frase que no ad- mite ningún género de dudas: ESTA CASA ES. DE. BAL DE ERRO 1.753 A lo que responde con ironía Xalba- dor, el más célebre de los bertsolaris aldutarras del siglo XX, poniendo en bo- ca de todos los habitantes de la Vallée de Baigorri uno de sus bertsos (de su libro “Odolaren Mintzoa”): “Esta casa es de Bal de Erro”, diote. Guk gezun hori sinisteko ez gara hain ero. (“Esta casa es de Bal de Erro”, dicen. Pero no estamos tan locos como para creer esa mentira) Los acontecimientos de la política europea durante la Guerra Civil y la II Guerra Mundial volvieron a poner al eje axial de este tramo fronterizo de la Cordillera en primer plano geoestratégico entre los dos Estados. Por ello se cons- truyó la línea de búnkeres (parafraseando el lenguaje diplomático: el sector tiene conflictos intrínsecos al me- dio natural, potencialmente manipulables para crear si- tuaciones de inestabilidad política). Posteriormente, en la úl- tima década del siglo XX, se cerró el Conflicto mediante la devolución de los montes estatales del Quinto y bajo la repartición creada a través del Tratado de 1856, que es muy precisa: una ver- tiente norte manejada por Baïgorry, según una gestión totalmente atlántica, y un Quinto sur, de gestión tipo pirenaico (sectores de bos- ques y pastos delimitados, en gran parte, por la labor de los forestales), paradójicamente en Mancomunidad con un Valle de Baztán, que a su vez pertenece al mundo cán- tabro-atlántico. En resumen, el Valle de Erro puede considerarse un territorio de montaña que se comporta como una unidad eco- lógica con gradiente altitudinal inducida y delimitada por el ser humano. Que en sus rasgos esenciales coincide con una cuenca hidrográfica concreta, pero que traspasa sus límites naturales pa- ra englobar partes de otras unidades geográficas adyacentes (Cilveti y Auz- perri), que resultan complementarias o tienen mejor acceso a su dispositivo pastoral central o económico. UNA INTERPRETACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN PASTORAL DEL TERRITORIO Si se mira detenidamente el esque- ma pastoral del Valle, se comprue- ba que los términos de la parte sur (Esnoz, Olondriz, Ainzioa-Loizu, conjun- to de Señoríos y Ardaiz) se disponen en dirección este-oeste, superponiéndose caóticamente unos sobre otros según una disposición geográfica impuesta por la Sierra de Labia al este, el cordal del puerto de Erro al oeste y el río Erro El autor en Alduides (Valle de Baigorry). Octubre 2004
  • 12. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 55 discurriendo por el medio de norte a sur (al igual que el eje de comunicacio- nes de carácter secundario, paralelo a dicho curso de agua). Esto dificulta las comunicaciones no sólo dentro de ella, sino con la par- te norte. Sólo pastoralmente a través de la abandonada cañada (P-26) se comunica rápidamente esta zona con Sorogain y la cuenca de Pamplona. Planificación arcaica de asentamientos aislados, no estructurados ni integra- dos en el funcionamiento de los demás (como es la distribución general en los valles pirenaicos de Salazar y Roncal). Sin embargo, los núcleos de po- blación más importantes (Erro-Zilbeti, Lintzoain, Biscarret, Mezkiritz-Ureta y Aurizberri) estiran ordenada y secuen- cialmente sus términos en eje norte- sur, como los radios de un abanico con centro en Sorogain y arco en la vieja disposición de los ejes de comu- nicación que forman cañada-Camino de Santiago-actual carretera (heredera del Camino Real). En cualquier caso, con fácil acceso a parte de los bosques y pastos comunales de la cabecera del Valle. Planificación moderna, homogé- nea y con interdependencia entre los términos. De todas maneras, en rigor hay que decir que el trazado de la cañada en la parte central de Valderro, entre Linzoain y Mezkiritz, no sigue fielmente al Caminante, sino que se desvía del núcleo urbano de Biskarreta dando un pequeño rodeo por Laurentxi-Ureta- Mezquiritz, para enlazar de nuevo en el Puerto de Mezquiriz, que a través de Auzperri da acceso al Valle de Aezkoa. Claro está que esto no altera en abso- luto los fundamentos de los ejes de co- municación y distribución del territorio propuestos (como se puede comprobar en un plano). Así, éstos han quedado unidos en la parte central del Valle desde Erro a Espinal, en la antigüedad mediante la calzada romana Burdeos- Astorga, luego mediante el camino principal de Santiago o Caminante en la Baja Edad Media, después Camino Real o de Napoleón durante la Época Moderna y actualmente transformado Esquema básico del sistema pastoral propuesto, de sus sectores y de los movimientos de ganado en Valderro, hasta el siglo XIX.
  • 13. 56 n.o 33 en la carretera Na-135 (el hecho de que dichos ejes no siempre coincidan exactamente en su trazado y se ha- yan desplazado o perdido tramos de las cajas de dichas históricas vías de comunicación no altera en absoluto el razonamiento). El eje norte-sur del río Erro queda entonces como una infra- estructura viaria de importancia secun- daria, que sólo se tornaría importante si prosperasen ciertos proyectos de la Autovía del Pirineo. Esta disposición es una particulari- dad de Erroibar en el contexto del Alto Pirineo navarro; ningún valle con el eje axial montañoso de dirección este-oes- te y contrafuertes y ríos norte-sur, a sa- ber, Baztán, Esteribar, Salazar y Roncal, tiene ejes de comunicación principales este-oeste y distribución de los térmi- nos administrativos más importantes norte-sur, sino todo lo contrario. Sólo Aezkoa participa de esta peculiaridad, por imposición de sus propias condi- ciones orográficas, que desdibujan sus límites, mediante contrafuertes mon- tañosos o sierras que derivan del eje del Pirineo en direcciones irregulares, a veces este-oeste, como en Garralda, o articulando y envolviendo una gran “hoya”, que es en donde se asientan la mayor parte e importantes núcleos de población (Arive, Aria, Villanueva de Aezkoa, Garayoa y Abaurrea Baja). Sólo Orbara y, principalmente, Orbaiceta y su barrio de la Fábrica, junto con el comunal del valle del monte Aezkoa, recuperan los ejes de comunicación y distribución norte-sur (pero para co- municarse limitadamente sólo con el centro geográfico descrito de Arive). También en la comparación entre valles resulta curioso que sólo en la cabecera de Esteribar no existan ni comunales ni pastos de entidad, rom- piendo la disposición pastoral clásica. En este caso, el Concejo de Eugui de ese Valle dispone de un extenso haye- do, que limita con Baztán a través del boscoso monte de Erreguerena (con cuya etimología, Monte de la Reina, se ha conjeturado largamente). Para terminar, dos apuntes: - Primero, hay que decir que los habitantes de estos valles fronterizos poseen un profundo conocimiento de los límites y sistemas de delimitación o deslinde (a decir de los forestales, gente nada motxa en esas lides). La relación con las mugas es intrínseca a la cultura popular de la zona (con- trabando, facerías, etc.). De hecho, el Valle invita anualmente a vecinos e interesados al recorrido oficial de las mugas. - Segundo, que la facilidad para ejercer de pastor de los vascos, oficio secular de la emigración en las vastas extensiones de los Estados Unidos, ha- cía pensar a muchos observadores que era una habilidad que rozaba la “gené- tica” o, cuando menos, estaba enraiza- da profundamente en su cultura. Milenios de pastoralismo y fino manejo del medio avalan a ambas. Ya comentaba Julio Caro Baroja en su libro Los Vascos (1949), refiriéndose en sentido amplio a las ancestrales señales en el ganado (estudiadas pro- fusamente por Fermín de Leizaola, 1975) y los objetos de los pastores, que: “pueden remontarse a un ciclo (cultural) distinto e incluso más antiguo que el pastoril mismo (Neolítico) en el Oeste de Europa”. Los paréntesis son añadidos del autor. - Auzolan = del euskera auzoa (barrio) y lan (trabajo). Es decir, trabajo comunitario que están obligados a realizar los vecinos de una localidad cuando así lo requiere la Entidad Local respectiva. Está reglamenta- do y tiene normativas específicas ampara- das en la Costumbre hecha Ley. - Etxea = Etxe = Casa en euskera. La casa no es solo un edificio, también inclu- ye bienes muebles indispensables para su funcionamiento (aperos, ganado, ajuar, etc.) e inmuebles (prados y terrenos de todo tipo, bordas, corrales, edificaciones anejas, sepulturas y lugares concretos en la Iglesia, obligaciones y derechos de paso o de vecindad, etc.). La “Casa” es sujeto de Derecho en la legislación foral o Derecho tradicional consuetudinario, es decir, el del Antiguo Régimen. De tal manera que una línea troncal o familiar específica es asocia- da con cada “Etxe”. El derecho individual moderno sobre las personas que tenemos actualmente no existía en aquellas socie- dades, ya que es un concepto que arranca a partir de la Revolución Francesa. - Compascuidad = reciprocidad = Ffacería = acuerdo por el que dos Entes Públicos de Derecho aceptan compartir el uso de un territorio concreto (normalmente, pastizales de montaña), dejando a un lado la posible discusión sobre la propiedad. Sólo el aprovechamiento es objeto de negociación, atendiéndose a un equilibrio entre el horario y la temporada de uso, con el número de reses que van a pastar, la propiedad de dicho ganado, el pago y garantías de la utilización. - Sel (plural seles) = bustaliza = majada = cayolar = soro = saroi = sarobe = gorta = pastizal preferentemente de diente o, en menor medida, de siega, situado normal- mente en altura y fuera del alcance de los núcleos de población permanentes, ya sea por estar rodeado de bosques o emplaza- do en amplias extensiones de pastizales extensivos de comunales. La etimología de la palabra sel parece que procede del saltus latino, que según los romanos era el espacio boscoso, inculto, abrupto o monta- ñoso bárbaro e incivilizado, que se contra- ponía al ager, espacio civilizado en el fondo de los valles o llanuras, donde se situaban los terrenos agrícolas intensivos y las ciu- dades. En la Península Ibérica había varios saltus, como el que comprendía la sierra de Alcaraz, Cazorla y Segura, y el Saltus Vasconum, que ocupaba el actual norte de Navarra (en concreto, nuestra zona). A los Pirineos centrales se los llamaba el summo Pirineo, y eran impracticables. Los términos de sel o bustaliza apa- recen como castellano antiguo en muchos documentos medievales y de la Era Moderna (siglos XVI, XVII y XVIII), cuando se comple- tó la mayor parte de las roturaciones en el territorio. Normalmente el “sel”, suele ser redondo y tiene dimensiones específicas según el territorio (Asturias, Cantabria, Vizcaya, etc.). En algunos sitios, por ejem- plo el valle de Baztán, se daba el caso de documentarse formas rectangulares, lo que era una cosa extraña en el contexto. También el tamaño podía depender de la temporada de uso (en Vizcaya, por ejemplo, los había de invierno, de mayor tamaño, o verano, menores). La palabra sel deriva en euskera en los vocablos de soro, saroi, sarobe = gorta = pastiza = majada. Más concretamente, soro = heredad en lugar recóndito o encla- vado. Es decir, se trata de un espacio o rincón de utilización ganadera de propiedad privada de difícil acceso, ya sea en un área de extensos bosques (un soro o rincón propiamente dicho acorde con las bordas) o en pastizales de alta montaña (en este caso se usa mas el concepto de majada o pastizal, que se atribuye a los términos de saroi, sarobe, gorta, etc.). El sel o soro era delimitado, según GLOSARIO COMENTADO DE TÉRMINOS
  • 14. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales 57 costumbre ancestral, mediante el lanzamiento de un hacha que definía el radio de un círculo, en cuyo cen- tro se colocaba una piedra mojón llamada austarria (piedra cenizal o de ceniza, del euskera autz = ceniza y harria/arri = piedra) o kortarria (piedra del pastizal, del euskera, korta/gorta = pastizal o majada y harria/arri = piedra). En las bustali- zas rectangulares de Baztán se colo- caban entonces 5 piedras, 4 en las esquinas y la central o cenizal, en el cruce central de las diagonales. En ese espacio redondo deli- mitado se construía la borda con su prado de siega si era un medio montano de bosques, o la txabola del pastor de ovejas con sus corra- les y mangas de ganado anejas en la zona de pastos altimontanos. En este último caso, el pastor tiene delimitado por la comunidad unos determinados “recorridos” de pas- toreo (parcours, en francés) en los extensos pastos comunales adyacentes, que son colindantes con los recorridos que pueden efectuar sus correspondientes veci- nos de la montaña. Hay que tener en cuenta que la génesis de la propiedad privada y su normativa en un espacio pastoral normalmente comunal o tribal es bastante distinto que el de la propiedad privada agrícola o urbana, que tan bien se regula con el Derecho Romano. En principio, el permiso para crear seles lo debía de dar la comunidad dueña del territorio. En algunos casos, sólo permitía el usufructo de la txabola y corrales, y no dejaba cerrarla con llave o techarla con teja; este último acto era el signo de pro- piedad tradicional de un edificio, como se daba el caso, entre otros, en los pastizales de la Sierra de Urbasa o la Baja Navarra Francesa. Por el contrario, en La Soule varios pastores pueden ser dueños del cayolar (en el dialecto gascón del francés), tanto de la txabola y corrales anejos pro- piamente dichos como del conjunto del sel, pudiendo escriturar en documento notarial de testamento o compraventa y registrarlo, incluida la parte alícuota del aprovecha- miento de los pastizales comunales adya- centes correspondientes. Parecido caso pasa con los helechales. Así, el actual servicio de montes de Navarra o de Francia se encuentran con problemas, como tener un aprovechamiento registrado de, por ejemplo, 5 ha de helechal no deli- mitados en una parcela forestal de 20 ha. En estos casos se necesita negociar con el propietario de los derechos previamente a cualquier actuación. Finalmente, en este apartado hay que reseñar que las zonas de seles, como sorogain (literalmente sel alto, del euskera soro = sel y gaina = altura, altitud, cima o alto), son importantes áreas megalíticas, con abun- dantes dólmenes y cromlechs. Los antro- pólogos y arqueólogos han rastreado los restos y se han interesado desde antiguo por la configuración de los seles, pues no pueden dejar de subrayar la semejanza o relaciones entre el crómlech y el sel: ambos coinciden en las mismas áreas geográficas, los dos son circulares y así como uno tiene en el centro la piedra de la ceniza, el megalito tiene la vasija o urna con las cenizas del muerto en el centro del circulo del crómlech. - Lantegui = literalmente, sitio de traba- jo (del euskera lan = trabajo y tegui = sitio). Normalmente, en estas zonas montaño- sas, el sitio de trabajo por antonomasia en el bosque eran las zonas de carboneras. - Helechal = partilles (vocablo gascón muy usado en el País Vasco francés). El helecho común (Pteridium aquilinum) era imprescindible como cama del ganado con el que hacer abono durante el invierno. En aquellos tiempos, el problema de la falta de fertilizantes era endémico en estas zonas de pendientes fuertes, alta pluviosidad y un lavado intenso del suelo. Por tanto, se adju- dicaba en el comunal a cada Etxe una zona donde realizar dicho aprovechamiento. - Labaki = Quiñón = pequeña porción o lote de tierra comunal que se repartía o adjudicaba excepcionalmente entre los vecinos, para ser roturada y cultivada o convertida en pasto de uso privado. - Artigas = articas = horni- gueros = sistema de roturación de zonas en fuerte pendiente con matorral o arbolado, con- sistente en eliminar la cubierta vegetal, concentrarla en gran- des hogueras centrales y luego esparcir las cenizas por toda la parcela como abonado. Este sistema que implica rotación de cultivo-bosque, es actual- mente utilizado en las selvas tropicales por los grupos caza- dores-recolectores aborígenes. - Kisular = calera. El tér- mino kisular, es una voz vasca castellanizada que hace refe- rencia a la cal, necesaria en estas zonas donde la alta plu- viosidad produce el lavado de este material indispensable para obtener rendimiento de los cultivos y pastos. - Celaya = prado llano o de fondo de valle. - Baraza = Huerta = Parcela de cultivo intensivo de hortalizas, maíz o lino, muy bien delimitados con paredes o lajas de piedra. Situado en las proximidades del casco urbano. - Ipete = boyeral = zona de soto ribere- ño, dehesa o herbazal, siempre de propiedad comunal y al lado del núcleo de población, donde el ganado de reja o labor podía pastar y estar disponible durante el verano. - Raza latxa o manex = raza de ovejas autóctonas de gran aptitud lechera, propia de la zona noroccidental de Navarra y del País Vasco español y francés. - Conflicto de los Aldudes. Enfrentamiento secular entre los valles altonavarros (españoles) y bajonavarros (franceses) por los pastos, collados y bosques del eje axial pirenaico fronterizo de Quinto Real. Se llama Quinto Real por que la quinta parte de los cerdos que no fueran de Valderro tenían que darse al Rey de Navarra como impuesto. - Erreguerena = monte, lugar o sitio del rey/reina. De erregue = reina y enea = sitio propio/lugar/solar, etc. Sector de Quinto Real en disputa entre el valle de Baztán y el concejo de Eugui del valle de Esteribar. La toponimia hace referencia una vez más (como Quinto Real) a su relación con los antiguos terrenos que rendían tri- buto o estaban asociados a la Corona de Navarra y, por lo tanto, ambos contendien- tes no aceptan la adjudicación en exclusiva a la otra parte.