Este documento critica las políticas económicas y sociales del presidente ecuatoriano Rafael Correa, argumentando que en lugar de representar una "nueva izquierda", en realidad promueve un "nuevo colonialismo". Señala que Correa ha aumentado la deuda externa, ha entregado recursos naturales a empresas transnacionales en condiciones desfavorables, y ha mantenido políticas neoliberales como la dolarización que perjudican la soberanía y el desarrollo económico de Ecuador.
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Por que la izquierda se opne a correa en ecuador.odt
1. Correa: ¿Nueva izquierda o nuevo colonialismo?
LUNES, 23 DE JULIO DE 2012 13:32 DESDE LA RED
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nuevo-colonialismo-
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Malo Bueno
por Marcelo Larrea
Federico Fuente de Green Left Weekly, escribió un artículo en defensa del presidente
ecuatoriano Rafael Correa, reproducido por el prestigioso periódico en línea, Rebelión de
España, en respuesta a los análisis críticos de James Petras y Raúl Zibechi. En él sostiene que
"La crítica a los gobiernos radicales de América Latina se ha convertido en moneda corriente
entre gran parte de la izquierda internacional. Ninguno se ha escapado de la crítica, pero el
gobierno del Presidente Rafael Correa de Ecuador ha sido un blanco significativo", dice.
Su constatación no es accidental, las izquierdas ecuatorianas rompieron completamente con el
gobierno de Correa, tanto las que apoyaron al candidato Correa el 2006, como las que no lo
hicieron y sin embargo sostuvieron un apoyo crítico en el primer período de su gestión. Hay
algunas excepciones dispersas que todavía colaboran en posiciones no relevantes, como parte
del maquillaje "izquierdista" de la propaganda gubernamental.
La ruptura con las izquierdas es producto del abandono de Correa a las promesas progresivas
de la denominada "revolución ciudadana" con las que subió al poder. Ellas han sido sustituidas
por su orientación a renovar el modelo de dominación neocolonial, con medidas
neoextractivistas, neodesarrollistas y neoliberales, que preservan la estructura de un Estado
rentista, incapaz de construir un modelo de acumulación propio y en consecuencia, siempre
dependiente del capital transnacional. Lo cual, en términos de la evolución histórica del
Ecuador, implica que Correa ejecuta una perspectiva anti-bolivariana y anti-alfarista Veamos
unos botones de muestra:
Más allá de las palabras de izquierda y la propaganda, a estas alturas el gobierno de Correa,
es ya el que mayores volúmenes de deuda externa ha contratado en toda la historia del país,
hipotecando el presente y futuro del pueblo y la economía, otra vez, al capital transnacional. El
2. lobo feroz ahora aparece disfrazado de oveja, con una máscara china. La nueva deuda supera
los 7.300 millones de dólares y se habla que éste año se contratarán 1.700 millones más, cifras
que para las dimensiones de la economía ecuatoriana, superan toda escala, si se constata que
la deuda acumulada en las décadas de los 70, 80 y 90, solo en los períodos más críticos
superó los 10.000 millones de dólares.
Lo ha hecho en un período en el que Ecuador ha multiplicado sus ingresos de divisas por
efecto de la elevación de los precios del petróleo, que en el tiempo del correísmo 2007-2011,
contabilizan más de 45.000 millones de dólares. Sin embargo estos recursos no se han dirigido
a la formación de un modelo de acumulación soberano, a la desprimarización y diversificación
de su estructura productiva, a la transformación de las relaciones de propiedad latifundaria de
la tierra, a la construcción de la seguridad y soberanía alimentarias, a la inclusión social. Se
han destinado a los habitualmente sobrevalorados proyectos de obra pública, concesionados a
empresas transnacionales, dirigidos a mejorar la infraestructura para favorecer el mejor
funcionamiento del Estado rentista colonial, antes que a las condiciones de producción y de
vida de la población. Se estima por ejemplo que Ecuador elevará su capacidad de generación
eléctrica, un requisito básico de los grandes proyectos de extracción y exportación de su
patrimonio minero en bruto, proyectados en los generosos contratos suscritos por Correa con
capitales extranjeros.
La concentración de los mayores recursos en estos fines, que incluyen ingentes inversiones en
la ampliación de las viejas carreteras dirigidas a favorecer el transporte de las materias primas,
generalmente a los puertos marítimos, es encubierta con medidas de amortiguamiento social,
con el mantenimiento de costosos programas clientelares como el denominado "bono de
desarrollo humano" -conocido como bono de la pobreza-, un insignificante subsidio a la miseria
que no llega al 6% de la canasta básica, y que a más de ser inútil para superar la pobreza,
tiene el efecto de crear una vergonzosa cultura de la mendicidad. O a la multiplicación de los
presupuestos de salud dirigidos al negocio de la medicina curativa a favor de las
transnacionales farmacéuticas, a la construcción y equipamiento de hospitales, lo que ha
implicado el crecimiento de los índices de morbilidad, con episodios amargos como la muerte
masiva de neonatos en los hospitales públicos, en tanto la medicina preventiva es abandonada
y sustituida por las vacunaciones masivas, que tienen el efecto de inyectar y recrear
enfermedades con consecuencias obviamente desastrosas para la población.
Simultáneamente, la aplicación de un programa de coerción tributaria ha incrementado en
miles de millones de dólares los ingresos fiscales, dominado por los conceptos tributarios
neoliberales que promueven la socialización de las cargas tributarias y la privatización de las
exenciones. Su efecto es favorecer la acumulación de los grupos económicos de altos
ingresos, a la vez que debilitar y suprimir los procesos de formación de capital de los grupos de
ingresos medios y bajos, condenándoles a éstos últimos sobre todo, a procesos de producción
de difícil subsistencia. Se estimula entonces, un proceso de concentración oligárquica de
capital que limita a los pequeños y medianos productores a la reproducción simple o a la
quiebra y, a la mayoría de la población a amargas condiciones de vida y a la descomposición
social, lo que se expresa en el crecimiento de los índices delincuenciales.
Esta estrategia económica adquiere plena fisonomía con su política minera y petrolera que
reedita la lógica fatal del extractivismo colonial. Ecuador no ha dado un solo paso para
desprimarizar el sector petrolero, exporta crudo e importa sus derivados. Así se asegura que la
mayor parte de los ingresos por los altos precios del petróleo se destinen al exterior para
beneficio de sus refinadores y comercializadores y, la economía ecuatoriana no pueda usar
esos recursos para generar un modelo de acumulación independiente del capital transnacional,
3. colonialismo puro. Como si fuera poco, ha concentrado las ventas en un solo comprador,
China, que ya absorbe sus tres cuartas partes, fortaleciendo la dependencia del capital chino.
En el ámbito minero la historia se repite. Las grandes reservas de cobre, oro, plata, uranio, etc.,
están concesionadas a las transnacionales canadienses, que en muchos casos operan como
fachada de empresas estadounidenses, y a sus eventuales sociedades con el capital chino. El
contrato firmado con ECSA en marzo pasado es una prueba patética del colonialismo minero
del correísmo, establece un sistema mediante el cual la montaña de oro y otros metales será
traslada a China como "concentrados" de cobre para su refinación en destino, renunciando en
los hechos al ejercicio de la soberanía sobre ese patrimonio, a cambio de una insignificante
participación en las utilidades que apenas supera los 200 millones de dólares anuales, una cifra
sensiblemente inferior a los daños ambientales que ocasionará a 227 fuentes de agua
indispensables para preservar la vida de las diversas especies de la Amazonía y el hábitat de
los Shuaras del Alto Amazonas, del que depende la sobrevivencia de su sociedad. Para
vergüenza propia y eterna de Correa, estos días trascendió a la prensa, la decisión de su
gobierno de reformar la ley minera con dedicatoria especial dirigida a favorecer a la minera
Kinross Gold Corp.
Antes de ser públicamente conocido, cuando asumió el Ministerio de Economía en el gobierno
de Alfredo Palacio, el Vicepresidente de Lucio Gutiérrez que asumió el poder, a raíz de una
insurrección popular pacífica que lo derrocó en abril del 2005, Rafael Correa era conocido por
sus críticas a la dolarización. Sin embargo en sus ya 5 años de gobierno ha trabajado para
sostener este modelo monetario colonial, que constituye per se una suerte de TLC (tratado de
libre comercio) a favor de Estados Unidos, y que ha implicado la invasión del mercado interno
por productos extranjeros, el desmantelamiento del aparato productivo nacional, con severas
consecuencias en la balanza comercial, en los índices de empleo y productividad, y en la
dependencia consecuente del capital extranjero.
A estos temas se suma la persistencia de Correa para adherir a Ecuador a la CONVEMAR, el
TLC de los mares, hecho en el cual renuncia a la histórica soberanía sobre 200 millas de mar
en el Ecuador continental e insular, las Islas Galápagos, que implica el abandono de la plena
jurisdicción sobre 1 millón de kilómetros cuadros de mar, equivalentes a cuatro veces más que
su territorio continental, en el mar del centro del mundo, el único en el que convergen tres
corrientes fundamentales, la del Niño, la de Humboldt y la de Cromwell, lo que configura su
exuberante diversidad genética y capacidad productiva pesquera, además de su enorme
patrimonio minero subacuático y sus derechos espaciales.
El hecho da las espaldas a las históricas luchas del país, que se iniciaron cuando se fundó la
segunda república con el nombre de Ecuador en la década de 1830. Desde entonces ha
derrotado las pretensiones de Estados Unidos sobre las islas Galápagos, que han incluido un
referendo realizado por el presidente Eloy Alfaro a fines del siglo XIX, con el que se bloqueó el
alquiler del archipiélago a Washington, la expulsión de la base militar del US Army en la isla de
Baltra en 1947 por el gobierno de Velasco Ibarra, la suscripción del Tratado del Pacífico con
Perú y Chile en 1952 y 1954 que establece la plena jurisdicción sobre 200 millas marinas y la
victoria en la denominada "guerra del atún" contra Estados Unidos entre 1968-1971, en la que
Quito ratificó el carácter indisputable y legítimo de su soberanía marítima.
¿Pueden ser principios y banderas de la nueva izquierda latinoamericana la dolarización de sus
economías, la renuncia a su soberanía marítima a favor del TLC de los mares, la entrega en
bruto de su patrimonio minero a las corporaciones transnacionales a expensas de los
proclamados derechos de la naturaleza y del hábitat de sociedades milenarias, el
4. mantenimiento de un esquema primario de explotación de sus reservas petroleras, el
endeudamiento externo masivo, la imposición de una estrategia tributaria neoliberal para
mantener en la subsistencia y la pobreza a la gran mayoría de la población, la sustitución de la
producción nacional por productos importados, la subordinación de la salud pública a los
intereses de las empresas farmacológicas transnacionales? La respuesta a la pregunta revela
que las críticas a Correa de Zibechi y Petras, no están equivocadas. El carácter de las medidas
reales y concretas de Correa a favor del capital extranjero transnacional, son demasiado
graves y evidentes como para que sus altisonantes palabras a favor de Cuba, o su declaración
no cumplida de morir por la democracia de Honduras, por ejemplo, puedan esconder su
carácter neocolonial y su evidente alineamiento en contra de las posiciones elementales de la
izquierda, vieja y nueva. No cabe duda, Correa no es un exponente de la nueva izquierda, es
un exponente del nuevo colonialismo.
* Marcelo Larrea, periodista y escritor ecuatoriano. Fue el 2006, candidato a la Presidencia de
la República del Ecuador por la Alianza Tercera República, Alianza Bolivariana Alfarista ALBA.
tomado de http://www.safiqy.org/opinion/107-opinion/9168-correa-inueva-izquierda-o-nuevo-
colonialismo.html