1. JEAN PIAGET
Constructivismo.
Piaget es valorado como uno de los más originales y fecundos psicólogos del siglo
XX. En su obra trata de averiguar cómo se construye el conocimiento y de explicar
el desarrollo de la inteligencia humana. Su concepción constructivista se
fundamenta en la interacción entre las ideas previas de las personas y su
actividad transformadora del entorno, mediante el desarrollo de la actividad
infantil y la formación de un juicio autónomo. Sus teorías han tenido mucho
impacto en la educación escolar
Las ideas.
Piaget se caracterizaba como un epistemólogo, alguien dedicado al estudio de la
formación de los conocimientos científicos. Durante su vida intentó indagar cómo
se pronuncian nuevos conocimientos y también explicar el desarrollo de la
inteligencia humana. En sus
contribuciones teóricas
tienen una incidencia
enorme en la tarea
educativa. Piaget nos ofrece
una visión del ser humano
como un organismo que, al
actuar sobre el medio y
modificarlo, se modifica
también a sí mismo.
Considera el desarrollo de la
inteligencia y la formación
de los conocimientos como
un producto que se inicia en
la actividad biológica de los
seres humanos y en su
capacidad de adaptación al medio. También considera que el conocimiento se
origina en la acción transformadora de la realidad, ya sea material o
mentalmente. Para él, el conocimiento no es una copia de la realidad, es el
resultado de la interacción entre la dotación inicial con la que nacen los seres
humanos y su actividad transformadora del entorno, una posición que se ha
denominado “constructivismo”. El conocimiento no es algo que se produzca sin
razón, sino que, al tratarse de un proceso adaptativo, se produce como respuesta
a una necesidad: el sujeto está tratando de realizar una acción o de encontrar
una explicación para lo que sucede y halla una resistencia en la realidad. Para
enfrentarse a ella necesita modificar sus conocimientos anteriores, pues de lo
contrario no podrá resolver esa dificultad. Por ello el conocimiento es un proceso
de creación, y no de repetición.
2. Enseñanza activa.
Surge en un momento que se estaban produciendo importantes cambios en el
ámbito de la educación, finales del Siglo XIX. Se producía un rechazo a la
escuela tradicional, frente a esta escuela, el movimiento pedagógico proponía
una enseñanza más activa, que partiera de los intereses del alumno y que
sirviera para la vida.
La formación del conocimiento no puede ser explicada únicamente por las
influencias exteriores, sino que tiene que ser estudiada desde el interior del
propio sujeto. El proceso de formación de los conocimientos tiene lugar en el
interior del sujeto y es ahí donde tenemos que estudiarlo.
Una aportación fundamental de Piaget es haber mostrado cómo las
transformaciones que el sujeto realiza sobre su medio son la fuente del
progreso del conocimiento, que da lugar a la creación de sus instrumentos
intelectuales y a sus representaciones de la realidad.
Piaget en España.
La obra de Piaget empezó a ser muy conocida en España a finales de los años
veinte. Varios factores contribuyeron a ello, se vivía un gran interés hacia las
cuestiones educativas y se pretendía conocer todo lo nuevo que se originaba
allende nuestras fronteras. El instituto de Rousseau de Ginebra era un punto
de referencia para los educadores avanzados. Los traductores de las primeras
obras de Piaget fueron todos personas muy conocidas en el ámbito de la
educación.
El franquismo puso especial interés en borrar toda huella del Instituto
Rousseau. Los alumnos y seguidores de Piaget y de la escuela activa
emigraron a Iberoamérica. Hasta los años sesenta no se volvió a traducir obras
de Piaget y es ahí cuando volvió a tener influencia en la educación en España.
La Práctica.
Piaget no concibe la inteligencia como un estado, sino como un proceso. En lo que
siempre él insistió no fue en las edades de adquisición, sino en la secuencia, en el
proceso mediante el cual se adquieren las nociones.
Las estructuras son sistemas de actuaciones que se construyen a partir de las
anteriores, sin que sus características estén contenidas en los sistemas previos.
Ocuparse únicamente de los estadios supone tomar una parte de la teoría como si
fuera totalidad.
3. A raíz de los estudios sobre la equilibración, la contradicción y la abstracción,
comenzó a comprenderse que el papel de la escuela consiste en mediar entre los
conocimientos científicos y las herramientas intelectuales de los niños. Así, el
conflicto cognitivo se convirtió en el desvelo de los pedagogos. Si los conflictos se
hallan en el origen de nuevas
soluciones, y debemos
colaborar para que nuestros
alumnos reelaboren sus ideas
como conocimiento científico y
disciplinar, nuestro papel es
promover su aparición. En
muchos casos esto llevó a creer
que el aprendizaje se podía
controlar “provocando el
conflicto”, y se produjeron
verdaderos bombardeos de
situaciones problemáticas sobre los niños, por atribuir al conflicto un carácter
mágico. Estas aplicaciones no han tenido en cuenta que los conflictos son algo que
se desencadena cuando el sujeto toma conciencia de las contradicciones entre sus
propias ideas y las “respuestas que ofrece la realidad”, o bien entre dos ideas no
compatibles entre sí. Además, estamos olvidando que la elaboración de
conocimientos supone tanto momentos de crisis que obligan a la reformulación de
las ideas, como fases de relatividad estabilidad. Por ello, la intervención
pedagógica debería ser indirecta, tendente a suscitar las transformaciones
conceptuales produciendo modificaciones en la situación sobre la que trabaja el
niño. Se puede decir que Piaget ha entrado de una manera muy amplia en el
discurso pedagógico.
Un día en el aula.
El método de investigación de Piaget – el método clínico- nos ofrece una pauta
sobre cómo atender al pensamiento de los niños, reconociendo su originalidad y
ayudándoles a explicar sus contradicciones.
Trabajar en el aula de un modo acorde con las ideas de Piaget supondría tener
en cuenta los siguientes aspectos:
Favorecer la autonomía del niño.
El trabajo en grupo permite la superación del egocentrismo, y se
encuentra en la base de la autonomía. La labor del maestro es
colaborar en proporcionar las condiciones de dicho autogobierno.
En el trabajo en grupo, si es auténtico y no implica relaciones de
subordinación, la contrastación de ideas favorece tanto a los sujetos
menos avanzados como a los más adelantados.
El centro de la organización de las actividades pedagógicas es el
niño.
4. Los niños no son una pizarra en blanco, sino sujetos activos con unos
conocimientos previos sobre los cuales van a realizar nuevas
construcciones.
Los conocimientos se van elaborando por aproximaciones sucesivas.
El error desempeña un importantísimo papel constructivo en los
aprendizajes. Los niños no deben ser vistos como “una mala
respuesta”, sino como una comprensión parcial y distorsionada qye
puede promover la aparición de conflictos.
Los conflictos cognitivos son el motor del desarrollo y de los
aprendizajes. Su aparición lleva a los sujetos a replantearse los
problemas, construir nuevas hipótesis, buscar y contrastar datos.
Los conflictos desencadenan el proceso constructivo, pero por sí solos
no los garantizan.
Existen diversos caminos para responder de modo adecuado a un
problema. La educación debe tener en cuenta las diferencias
individuales y la diversidad.
Descubrir conocimientos.
El papel del maestro debe ser el de un facilitador que ayuda a los niños a
“descubrir” los conocimientos. Se trata de favorecer su reconstrucción por arte
de los alumnos. El maestro debe plantear situaciones problemáticas para
suscitar la actividad del niño. La intervención del maestro puede suscitar una
intensa actividad en el niño. Conviene abandonar la creencia de que se puede
controlar la adquisición del conocimiento, pues se trata de un proceso
inconsciente y su toma de conciencia es sólo progresiva e incompleta. La
intervención pedagógica debe ser indirecta, resulta casi imposible saber cuál es
el momento exacto para hacer la pregunta que dispare la actividad
constructiva. Lo interesante sería que las preguntas se las realizasen los propios
niños.
Hoy, la vigencia de esta concepción psicológica y pedagógica radica en
valorar los conocimientos previos y las herramientas intelectuales de que
disponen nuestros niños y promover situaciones que les permitan contrastar sus
propias ideas con las características de los fenómenos que deben aprender. Un
niño activo, crítico, moral e intelectualmente autónomo, que coopera con los
otros, es el ideal de la escuela piagetiana.
Jean Piaget hoy.
Las primeras obras de Piaget, aparecidas en los años veinte, atrajeron
rápidamente la atención de psicólogos y educadores. Sin embargo, sus trabajos
posteriores, más difíciles, pasaron casi desapercibidos hasta bien entrados los años
cincuenta. En los sesenta, Piaget se convirtió en una figura indiscutible, no sólo en
el terreno de la psicología infantil, sino también en el educativo. Desde hace unos
años, ha empezado a caer en el olvido, o a pasar a un segundo plano.
5. Confundiendo la perspectiva psicológica y la pedagógica, se ha presentado a
Piaget como un investigador que no tiene en cuenta la influencia de la cultura, y
se ha dicho que su teoría no deja espacio a la intervención educativa, pues el
sujeto de Piaget es un organismo solidario que sólo aprende en su relación con los
objetos.
El “constructivismo educativo” es el fruto de una confusión entre dos puntos de
vista, el de la influencia social y el de lo que sucede en el interior del sujeto, y en
realidad, un cajón de sastre en el que se pretenden apilar de forma ecléctica ideas
difíciles de combinar de un modo organizado.