1. Despertando del Sueño del Meme
Susan Blackmore
¡Despierta! ¡Despierta!
Errrr, ummmm, grrrrggr. Vale, ya estoy despierta. ¡Jo, qué sueño tan raro!
Realmente pensaba que tenía que escapar de la zona urbanizada, y era
terriblemente importante llegar a tiempo a la despensa. ¡Qué tontería! Claro,
ahora veo que no era real en absoluto.
¡Despierta! ¡Despierta!
¿A qué te refieres con “despierta”? Ya estoy despierta. Esto es real. Esto
importa de verdad. No puedo despertarme más. ¡Lárgate!
¡Despierta! ¡Despierta!
Pero no lo entiendo. ¿De qué? ¿Y cómo?
Estas son las preguntas que quiero tratar de responder. ¿De qué debemos
despertar? ¿Y cómo? Mis respuestas serán “Del sueño del meme” y “Viendo
que es un sueño del meme”. ¡Pero explicarlo puede llevarme algún tiempo!
La idea de que la vida normal despierta es un sueño o una ilusión tiene una
larga historia en las tradiciones religiosas y espirituales. Esto no tiene
sentido para quien mira a su alrededor y está convencida de que ahí fuera
hay un mundo real y un yo que lo percibe. Sin embargo, hay numerosas
claves que indican que esta visión ordinaria es falsa.
Algunas claves provienen de las experiencias místicas espontáneas en las
que la gente “¡ve la luz!”, se dan cuenta de que todo es uno, y “van más allá
del yo” para ver el mundo “tal como es realmente”. Sienten con certeza que
la nueva manera de ver es mejor y más veraz que la antigua (aunque, por
supuesto, ¡podrían estar equivocados!).
2. Otras claves provienen de la práctica espiritual. Probablemente lo primero
que cualquiera descubre cuando trata de meditar, o ser consciente, es que
su mente está constantemente llena de pensamientos. Típicamente, éstos no
suelen ser pensamientos sabios o maravillosos, ni siquiera útiles y
productivos, sino mero parloteo infinito. Desde lo realmente trivial hasta lo
emocionalmente comprometedor, siguen sin parar. Y lo que es más,
prácticamente todos “me” involucran. De ahí a preguntarse quién es este yo
que tanto sufre, y por qué “yo” no puedo detener los pensamientos, hay un
pequeño paso.
Finalmente, llegan claves desde la ciencia. La conclusión más obvia (y
espeluznante) de la neurociencia moderna es que, simplemente, no hay
nadie dentro del cerebro. Cuanto más aprendemos sobre cómo funciona el
cerebro, menos parece necesitar un controlador central, un enanito en su
interior, alguien que toma decisiones o experimenta experiencias. Éstas son
ficciones, parte del cuento que el cerebro se cuenta a sí mismo sobre el yo
interior (Churchland y Sejnowski, 1992; Denté, 1991).
Algunos dicen que no tiene sentido tratar intelectualmente de comprender
asuntos espirituales. Discrepo. Es verdad que la comprensión intelectual no
es igual que el entendimiento, pero esto no significa que sea inútil. En mi
propia tradición de práctica, el zen, hay mucho espacio para el empeño
intelectual; por ejemplo, en el cultivo de la “mente que no sabe”, o en el
trabajo con koans. Puedes llevar una cuestión a tal estado de confusión
intelectual que puede tenerse, sostenerse, en toda su complejidad y
simplicidad. Como “¿Quién soy yo?”, “¿Qué es esto?” o (uno con el que me
he peleado) “¿Qué te dirige?”
Existe también un terrible peligro al rechazar ser intelectual sobre cuestiones
espirituales. Es decir, podemos divorciar nuestra práctica espiritual de la
ciencia de la que toda nuestra sociedad depende. Si esta sociedad va a tener
alguna profundidad espiritual, debe cuadrar felizmente con nuestra creciente
comprensión del funcionamiento del cerebro y la naturaleza de la mente. No
podemos permitirnos tener un mundo en el que los científicos comprenden la
mente, y otro en el que gente especial se ilumina.
3. De modo que no me disculpo por mi enfoque. Voy a intentar responder a mis
preguntas usando la mejor ciencia que puedo encontrar. Parecemos vivir en
un revoltijo que creemos que le importa a un yo que no existe. Quiero
averiguar por qué.
La Peligrosa Idea de Darwin
Existe una idea científica que, en mi opinión, supera a las demás. Es
exquisitamente simple y bella. Explica los orígenes de todas las formas de
vida y de todo diseño biológico. Descarta la necesidad de Dios, de un
diseñador, de un plan maestro o de un propósito en la vida. Sólo a la luz de
esta idea cobra algún sentido la biología. Es, por supuesto, la idea de Darwin
de la evolución por selección natural.
Las implicaciones de la selección natural son tan profundas que la gente se
ha visto asombrada o enfurecida, fascinada o ultrajada, desde que fue
propuesta en 1859 en El origen de las especies. Esta es la razón por la que
Dennet (1995) la llama “La peligrosa idea de Darwin”. Tristemente, mucha
gente ha malinterpretado la idea y, lo que es peor, la ha usado para
defender doctrinas políticas indefendibles que no tienen nada que ver con el
darwinismo. Espero por tanto que me perdonen si empleo algún tiempo en
explicarla tan claramente como puedo.
Todo lo que necesitas para que la selección natural comience es un
replicador en un entorno apropiado. Un replicador es algo que se copia a sí
mismo, aunque no siempre perfectamente. El entorno debe ser capaz de
permitir al replicador crear numerosas copias de sí mismo, aunque no todas
puedan sobrevivir. Eso es todo.
¿Puede realmente ser tan simple? Sí. Todo lo que ocurre es ésto: en
cualquier generación replicada, no todas las copias son idénticas y algunas
son más capaces de sobrevivir en ese entorno que otras.
Consiguientemente, hacen más copias de sí mismas y ese tipo de copia se
4. convierte en el más numeroso. Entonces las cosas empiezan a complicarse,
claro. La población de copias en rápida expansión comienza a alterar el
entorno y eso cambia las presiones de selección. Variaciones locales en el
entorno significan que diferentes tipos de copias se las arreglarán mejor en
distintos lugares y así surge más complejidad. De este modo el proceso
puede producir todos los tipos de complejidad organizada que observamos
en el mundo vivo; y, sin embargo, todo lo que necesita es este proceso
sencillo, elegante, bello y obvio: la selección natural.
Para concretar algo más, imaginemos un caldo primigenio en el que ha
surgido un simple replicador químico. Llamaremos a los replicadores
“motas”. Estas motas, gracias a su constitución química, hacen simplemente
copias de sí mismas cuando encuentran los compuestos químicos adecuados.
Ahora las ponemos en una rica ciénaga química y comienzan a copiarse,
aunque con errores ocasionales. Pasan unos millones de años y hay muchos
tipos de motas. Las que requieren mucho cieno han agotado los suministros
y están decayendo, por lo que ahora el tipo que puede usar, digamos,
isocieno, sobrevive mejor. Pronto hay diversas zonas en las que diferentes
compuestos químicos predominan y aparecen diferentes tipos de motas. La
competencia por los compuestos químicos del cieno se recrudece y la
mayoría de las copias muere. Sólo aquellas que, por alguna rara casualidad,
resultan tener nuevas y hábiles propiedades, siguen replicándose.
Las propiedades hábiles podrían incluir la capacidad de moverse en el
entorno para encontrar el cieno, atrapar un isocieno3-7 y fijarse a él, o
construir una membrana alrededor de sí misma. Cuando aparecen las motas
con membranas, empezarán a imponerse sobre las motas flotantes y se
producen las super-motas.
Pasan otros millones de años y se descubren trucos tales como admitir a
otras motas en el interior de la membrana, o la unión de varias super-
motas. Aparecen super-mega-motas, como los animales pluricelulares, con
suministros propios de energía y partes especializadas que les permiten
moverse y protegerse. Sin embargo, estos resultan ser sólo comida para
super-mega-motas todavía más grandes. Solo es cuestión de tiempo hasta
que una variación aleatoria, junto con la selección natural, produzcan un
vasto mundo vivo. En el proceso, se han creado y han muerto billones y
billones de motas fracasadas, pero un proceso lento y ciego como este
5. produce resultados. “Resultados” en nuestro planeta incluyen bacterias y
plantas, peces y ranas, ornitorrincos, y nosotros mismos.
El diseño aparece de la nada. No se necesita un creador o un plan maestro,
y ningún destino final hacia el cual la creación se esté encaminando. Richard
Dawkins (1996) lo llama “Escalada al monte improbable”. No es más que un
proceso sencillo pero inexorable, en el que se crean cosas increíblemente
improbables.
Es importante recordar que la evolución no tiene previsión y por tanto no
produce necesariamente la “mejor” solución. La evolución sólo puede
proceder desde donde se encuentra ahora. Por esta razón, entre otras,
tenemos un diseño de ojos tan raro, con todas las neuronas saliendo por la
retina y tapando la luz. Una vez que la evolución se encaminó hacia este tipo
de ojo, le tocó bregar con él. No había ningún creador para decir “Oir,
empecemos de nuevo, pongamos los cables por detrás“. Ni había un creador
que dijera “Venga, vamos a hacerlo divertido para los humanos”. A los genes
simplemente no les importa.
Comprendiendo el fantástico proceso de la selección natural podemos ver
cómo nuestros cuerpos humanos llegaron a ser como son. Pero, ¿y nuestras
mentes? La psicología evolutiva no responde fácilmente a mis preguntas.
Por ejemplo, ¿por qué pensamos sin parar? Desde un punto de vista
genético esto parece extremadamente despilfarrador, y los animales que
malgastan energía no sobreviven. El cerebro usa alrededor del 20% de la
energía del cuerpo mientras que pesa sólo el 2%. Si pensáramos
pensamientos útiles, o resolviéramos problemas relevantes, tendría algún
sentido, pero en general no parece que lo hagamos. Entonces, ¿por qué no
podemos simplemente sentarnos y no pensar?
¿Por qué creemos en un yo que no existe? Alguien quizás podrá explicarlo en
términos evolutivos, pero al menos en la superficie parece inutil. ¿Por qué
construir una idea falsa del yo, con todos sus mecanismos en defensa de la
6. autoestima y el miedo a fracasar y perder, cuando desde un punto de vista
biológico es el cuerpo el que necesita protección? Obsérvese que si
pensáramos en nosotros mismos como un organismo único, no habría
problema, pero no lo hacemos; antes bien parecemos creer en un yo
separado; algo que domina al cuerpo; algo que debe ser protegido de por sí.
Apuesto a que si te preguntara “¿Cual preferirías perder, tu cuerpo o tu
mente?”, no te tomaría mucho tiempo decidir.
Como a muchos otros científicos, me encantaría encontrar un principio tan
simple, tan bello y tan elegante como la selección natural, para explicar la
naturaleza de la mente.
Creo que hay uno. Está estrechamente relacionado con la selección natural.
Aunque existe ya unos veinte años, hasta ahora no ha sido utilizado
completamente. Es la teoría de los memes.
Una Historia Breve del Meme Meme
En 1976, Richard Dawkins escribió el que es probablemente el libro más
popular hasta ahora sobre la evolución, El gen egoísta. El libro le daba un
nombre pegadizo a la teoría de que la evolución procede totalmente a favor
de los replicadores egoístas. Es decir, la evolución ocurre no por el bien de
las especies, no por el bien del grupo, ni siquiera por el bien del organismo
individual. Es todo por el bien de los genes. Los genes exitosos se propagan
y aquellos que no lo son, no lo hacen. Lo demás es todo consecuencia de
este hecho.
Por supuesto, el replicador principal que consideraba era el gen, una unidad
de información codificada en el ADN y leída en la síntesis de proteínas. Sin
embargo, al final mismo del libro, afirma que existe otro replicante en este
planeta: el meme.
7. El meme es una unidad de información (o instrucción conductual)
almacenada en un cerebro y transmitida por imitación de un cerebro a otro.
Dawkins daba como ejemplos: las ideas, las melodías, las teorías científicas,
las creencias religiosas, las modas, y habilidades tales como nuevas formas
de hacer una cerámica o construir arcos arquitectónicos.
Las implicaciones de esta idea son asombrosas y Dawkins explicó algunas de
ellas en detalle. Si los memes son realmente replicadores, se comportarán
inevitablemente de manera egoísta. Es decir, los que sean capaces de
propagarse se propagarán, y los que no lo son, no. Por consiguiente, el
mundo de las ideas, o la memosfera, no se llenará con las ideas mejores,
más verdaderas, más esperanzadoras o útiles, sino con las ideas
supervivientes. Los memes son sólo supervivientes, como los genes.
En el proceso de sobrevivir, igual que los genes, crearán grupos de memes
de apoyo mutuo. Recuérdese a las motas. En unos millones de años
empezaron a unirse en grupos porque las que se agrupaban sobrevivían
mejor que las solitarias. Los grupos se hicieron más grandes y mejores, y de
ello evolucionó un complejo ecosistema. En el mundo real de la biología, los
genes se han agrupado para crear enormes criaturas que entonces se
aparean y perpetúan los grupos. De manera similar, los memes pueden
agruparse en los cerebros humanos y llenar el mundo de las ideas con sus
productos.
Si esta visión es correcta, entonces los memes deberían ser capaces de
evolucionar independientemente de los genes (aparte de necesitar un
cerebro). Ha habido muchos intentos de estudiar la evolución cultural, pero
la mayoría de ellos tratan implícitamente a las ideas (o memes) como
subordinadas a los genes (ver, por ejemplo, Cavalli-Sforza y Feldman, 1981;
Crook, 1995; Durham, 1991; Lumsden y Wilson, 1981). Si aceptamos que
los memes son replicadores, podemos ver que funcionan pura y
simplemente por su propio interés. Claro, en cierta medida, los memes
tendrán éxito si son útiles para sus anfitriones, pero esta no es la única
forma de que un meme sobreviva, y pronto veremos algunas consecuencias
de esto.
8. Desde que sugirió por primera vez la idea de los memes, Dawkins ha
discutido la propagación de comportamientos tales como vestir gorras de
baseball hacia atrás (¡mis hijos acaban de volver las suyas hacia delante de
nuevo!), el uso de distintivos especiales de ropa para identificarse las
pandillas, y (más conocidamente) el poder de las religiones. Las religiones
son, de acuerdo con Dawkins (1993), gigantes complejos de memes
coadaptados, esto es, grupos de memes que andan juntos en apoyo mutuo y
por lo cual sobreviven mejor de lo que podrían hacerlo los memes solitarios.
Otros complejos de memes incluyen: los cultos, los sistemas políticos, los
sistemas de creencia alternativa, y las teorías y paradigmas científicos.
Las religiones son especiales porque se valen prácticamente de casi todo
meme-ardid clásico (lo cual es presumiblemente la razón por la que duran
tanto e infectan tantos cerebros). Piénsese de este modo. La idea del
infierno es inicialmente útil porque el miedo al infierno refuerza el
comportamiento social deseable. Ahora añádase la idea de que los
incrédulos van al infierno, y el meme y cualquiera de sus compañeros están
bien protegidos. La idea de Dios es un meme de compañerismo natural,
mitigando el miedo y proporcionando confort (espurio). La propagación del
complejo de memes es apoyada por exhortaciones para convertir a los
demás y por trucos tales como el celibato sacerdotal. El celibato es un
desastre para los genes, pero ayudará a difundir los memes porque un
monje célibe dispone de más tiempo para promocionar su fe.
Otro truco es valorar la fe y suprimir la duda que conduce a todo niño a
hacer preguntas difíciles como “¿Dónde está el infierno?” y “¿Si Dios es tan
bueno por qué torturaron a esas personas?” Obsérvese que la ciencia (y
algunas formas del budismo) hacen lo opuesto y alientan la duda.
Finalmente, una vez has sido infectado por estos complejos de memes, es
difícil desprenderse de ellos. Si intentas desecharlos, algunos incluso se
protegen con amenazas desesperadas de muerte, excomunión, o de que
arderás por toda la eternidad en el fuego del infierno.
No debo pasarme de rosca. El punto que deseo señalar es que estos memes
religiosos no han sobrevivido durante siglos porque son verdaderos, porque
9. son útiles para los genes, o porque nos hacen felices. De hecho, creo que
son falsos y responsables de las peores miserias de la historia humana. No,
han sobrevivido porque son memes egoístas y son capaces de sobrevivir
exitosamente. No necesitan otra razón.
Cuando empiezas a pensar de este modo, se te abre una perspectiva
verdaderamente aterradora. Todos nos hemos acostumbrado a pensar de
nuestros cuerpos como organismos biológicos creados por la evolución. Pero
todavía nos gusta pensar de nosotros mismos como algo más. Controlamos
nuestros cuerpos, dirigimos el espectáculo, decidimos qué ideas creemos y
cuáles rechazamos. ¿Pero lo hacemos realmente? Si pensamos en los
memes egoístas, es evidente que nuestras ideas están en nuestra cabeza
porque son memes exitosos. El filósofo americano Dan Dennett (1995) alega
que una “persona” es un tipo particular de animal, infectado por memes. En
otras palabras, tú y yo y todos nuestros amigos somos el producto de dos
replicadores ciegos: los genes y los memes.
Encuentro estas ideas absolutamente asombrosas. Potencialmente
podríamos ser capaces de comprender toda la vida mental en términos de
competición entre memes, igual que podemos comprender toda la vida
biológica en términos de competición entre genes.
Lo que quiero hacer ahora, finalmente, es aplicar el concepto de la memética
a las preguntas que hice al principio. ¿De qué nos estamos despertando y
cómo lo hacemos?
¿Por qué tengo la cabeza tan llena de pensamientos?
Esta pregunta tiene una respuesta ridículamente fácil una vez empiezas a
pensar en términos meméticos. Si un meme ha de sobrevivir, necesita ser
almacenado en un cerebro humano y propagado concretamente a más
cerebros. Un meme que se oculta profundamente en la memoria y nunca
reaparece, simplemente desaparecerá. Un meme que se distorsiona en la
memoria o en la transmisión, también desaparecerá. Para el meme, una
10. manera simple de asegurar su supervivencia es ser ensayado repetidamente
dentro de tu cabeza.
Consideremos dos melodías distintas. Una es difícil de cantar, hasta cuando
te la cantas a tí mismo. La otra es una tonada pegadiza que casi no puedes
evitar tararear. Y no paras de entonarla. Se repite una y otra vez. La
próxima vez que te apetece cantar en voz alta, es probable que esta melodía
sea la más elegida. Y si alguien te escucha, también se le pegará. Así logra
el éxito, y por eso el mundo está tan lleno de terribles melodías pegadizas y
jingles publicitarios.
Pero existe otra consecuencia. Nuestros cerebros también se saturan de
ellos. Estos memes exitosos saltan de persona en persona, llenando las
mentes de sus anfitriones a su paso. De este modo todas nuestras mentes
se llenan más y más.
Podemos aplicar la misma lógica a otros tipos de meme. Las ideas que dan
vueltas en tu cabeza tendrán éxito. No sólo las recordarás, sino que la
próxima vez que hables con alguien serán las ideas que tienes presentes y
las propagarás. Llegarán a esta posición porque están cargadas de emoción,
son ilusionantes, fácilmente memorables o relevantes para tus
preocupaciones actuales. No importa cómo lo hacen. La cuestión es que los
memes que consiguen ser repetidos, generalmente se impondrán sobre los
que no lo logran. Cualquier intento de vaciar la mente crea simplemente más
capacidad de procesamiento para que otros memes se agarren.
Esta simple lógica explica por qué nos es tan difícil sentarnos y “no pensar”;
por qué la batalla por dominar “nuestros” pensamientos está condenada al
fracaso. En un sentido muy real no son en absoluto “nuestros”
pensamientos. Resultan ser simplemente los memes que explotan
exitosamente nuestra maquinaria cerebral en este momento.
11. Esto suscita la difícil pregunta de quién está pensando o no pensando.
¿Quién batallará contra los memes egoístas? En otras palabras, ¿quién soy
yo?
¿Quién soy yo?
Supongo que a estas alturas sospecháis la que va a ser mi respuesta a todo
esto. No somos más que complejos de memes coadaptados. Nosotros,
nuestros preciosos y míticos “yo”, son sencillamente grupos de memes
egoístas que se han juntado por y para sí mismos.
Esta es una idea verdaderamente asombrosa, y desde mi propia experiencia,
cuanto mejor se comprende, más fascinante y extraña parece. Desmantela
nuestra forma ordinaria de pensar sobre nosotros mismos y suscita curiosas
preguntas sobre la relación entre nosotros y nuestras ideas. Para
comprenderlo necesitamos pensar sobre cómo y por qué los memes se
juntan en grupos.
Igual que sucede con las motas o los genes, los memes en grupo están
mejor protegidos que los memes que van a su bola. Una idea firmemente
incrustada en un complejo de memes tiene más probabilidad de sobrevivir
en la memosfera que una idea aislada. Esto puede ser así porque las ideas
dentro de grupos de memes son traspasadas conjuntamente (por ejemplo
cuando alguien se convierte a una fe, teoría o credo político), obtienen
apoyo mutuo (por ejemplo, si odias la economía de libre mercado es más
probable que favorezcas un Estado del bienestar generoso), y se protegen
entre sí contra la destrucción. Si no lo hicieran, no perdurarían y no estarían
entre nosotros. ¡Todos los complejos de memes que nos encontramos son
los exitosos!
Como la religión, la astrología es un complejo memético exitoso. La idea de
que los Leo se llevan bien con los Acuario es improbable que sobreviva por sí
misma, pero como parte de la astrología es fácil de recordar y de propagar.
La astrología tiene un evidente atractivo que entra en tu cerebro en primer
12. lugar; proporciona una agradable (aunque espuria) explicación de las
diferencias humanas y un cómodo (aunque falso) sentido de previsibilidad.
Es fácilmente ampliable (¡puedes continuar añadiendo nuevas ideas
eternamente!) y es altamente resistente a ser invalidada por la evidencia.
De hecho, los resultados de cientos de experimentos demuestran que las
afirmaciones de la astrología son falsas, si bien esto aparentemente no ha
reducido un ápice la creencia en ella (Dean, Mather y Nelly, 1996).
Claramente, una vez que crees en la astrología es trabajo difícil desarraigar
todas las creencias y encontrar alternativas. Puede no valer la pena el
esfuerzo. Por tanto, todos nos convertimos en anfitriones inconscientes de
un enorme bagaje de complejos meméticos inútiles e incluso perjudiciales.
Uno de estos es mi yo.
¿Por qué digo que el yo es un complejo de memes? Porque funciona del
mismo modo que otros complejos de memes. Como ocurre con la astrología,
la idea del “yo” tiene una buena razón inicial para verse instalada. Una vez
se instala, los memes incluidos en el complejo se apoyan mutuamente,
pueden seguir añadiéndose casi infinitamente, y el complejo entero es
resistente a la evidencia de que es falso.
Primero, la idea del yo tiene que aparecer. Imagínese una criatura altamente
social e inteligente sin lenguaje. Necesitará un sentido del yo para predecir
el comportamiento de los demás (Humphrey, 1986) y para saber cómo
bregar con la propiedad, la decepción, las amistades y las alianzas (Crook,
1980). Con este sentido claro del yo podrá saber que su hija está siendo
acosada por una mujer de rango superior y dará pasos para protegerla,
aunque carezca del lenguaje para pensar “creo que mi hija tiene miedo …
etc.”. Es con el lenguaje cuando los memes se disparan, y con el lenguaje
aparece el auténtico “yo”. Muchos memes sencillos pueden entonces
juntarse para crear “mis” creencias, deseos y opiniones.
Como ejemplo, consideremos la idea de las diferencias de habilidad basadas
en género. Como idea abstracta (o meme aislado), es improbable que
perdure. Pero démosle ésta forma: “Creo en la igualdad de género” y de
repente tiene de apoyo el enorme peso del “yo”. “Yo” lucharé por esta idea
13. como si estuviera siendo amenazada. Podré discutir con amigos, escribir
artículos de opinión, o participar en manifestaciones. El meme está seguro
dentro del refugio del “yo”, incluso contra toda evidencia. “Mis” ideas están
protegidas.
Entonces empiezan a proliferar. Las ideas que pueden introducirse en el yo,
es decir, ser “mis” ideas, o “mis” opiniones, son ganadoras. Por eso todos
adquirimos tantas. Antes de darnos cuenta, “nosotros” somos un inmenso
conglomerado de memes exitosos. Por supuesto, no hay ningún “yo” que
“tiene” las opiniones. Esto es obviamente un sinsentido cuando lo consideras
con claridad. Es verdad que existe un cuerpo que dice “Creo que es
importante ser agradable con la gente” y un cuerpo que es (o no es)
agradable con la gente, pero no hay adicionalmente un “yo” que “tenga” esa
creencia.
Ahora tenemos una idea radicalmente nueva de quién somos. No somos más
que conglomerados temporales de ideas, agrupados para asegurar su propia
protección. La analogía con nuestros cuerpos es estrecha. Los cuerpos son
creaciones de complejos temporales de genes: aunque cada uno de nosotros
es único, los propios genes han provenido todos de criaturas anteriores y, si
nos reproducimos, perdurarán en criaturas futuras. Nuestras mentes son
creaciones de complejos temporales de memes: aunque cada uno de
nosotros es único, los propios memes han provenido todos de criaturas
anteriores y, si hablamos, escribimos y nos comunicamos, perdurarán en
criaturas futuras. Eso es todo.
El problema es que no lo vemos de esta manera. Creemos realmente que
hay alguien dentro de nosotros que cree, y que realmente hay alguien que
necesita ser protegido. Esta es la ilusión, éste es el sueño del meme del que
podemos despertar.
Desmantelando el Sueño del Meme
14. Conozco dos sistemas que son capaces de desmantelar los complejos
meméticos (aunque estoy segura de que hay otros). Estos sistemas son, por
supuesto, también memes pero son, si lo prefieres, memes desinfectantes,
memes comedores de memes, o “complejos meméticos que destruyen
complejos meméticos”. Estos dos son la ciencia y el zen.
La ciencia trabaja de esta forma debido a sus ideales de la verdad y la
búsqueda de la evidencia. No siempre se mantiene a la altura de estos
ideales, pero en principio es capaz de destruir cualquier falso complejo
memético poniéndolo a prueba, demandando verificación o diseñando un
experimento.
El zen también hace esto, aunque los métodos son completamente
diferentes. En el entrenamiento zen cada concepto es sometido a escrutinio,
nada permanece sin investigar, incluso el yo que realiza la investigación es
expuesto a la luz y cuestionado. “¿Quién eres tú?”
Después de 15 años de práctica zen, y mientras leía Los tres pilares del zen
de Philip Kapleau, comencé a trabajar con el koan “¿Quién…?” La experiencia
fue muy interesante y puedo compararlo perfectamente con el acto de
observar a un meme desmontando otros memes. Todo pensamiento que
surgió durante la meditación fue enfrentado con “¿Quién está pensando
eso?” o “¿Quién está viendo esto?” o “¿Quién está sintiendo eso?” o
simplemente “¿Quién…?”. Ver al falso yo como un vasto complejo memético
me pareció útil, ya que es mucho más fácil abandonar a los memes
transitorios que desprenderse de un yo real, sólido y permanente. Es más
fácil permitir que el triturador de memes haga su trabajo si comprendes que
lo que está haciendo es desmantelar memes.
Otro koan mío cayó ante los memes. Pregunta: “¿Quién te dirige?”
Respuesta: “Los memes, por supuesto.” Esta no es simplemente una
respuesta intelectual, sino un modo de verte a ti mismo como una
construcción temporalmente pasajera. La pregunta se disuelve cuando tanto
el yo como el que dirige son considerados memes.
15. He tenido que dar muchas vueltas para responder a mis propias preguntas,
pero espero que ahora puedan comprender mis respuestas. “¿De qué
debemos despertar?” “Del sueño del meme, claro“. “¿Y cómo?” “Viendo que
es un sueño memético”.
¿Quién permite que el desmantelador de memes siga su curso? ¿Quién se
despierta cuando el sueño memético queda completamente desmantelado?
Ah, esa sí que es una buena pregunta.
16. Referencias
Cavalli-Sforza, L.L. y Feldman, M.W. (1981) Cultural transmission and
Evolution: A quantitative approach. Princeton NJ, Princeton University Press.
Churchland, P.S. y Sejnowski, T.J. (1992) The Computational Brain.
Cambridge, Mass. MIT Press.
Crook, J.H. (1980) The Evolution of Human Consciousness. Oxford,
Clarendon Press.
Crook, J.H. (1995) Psychological processes in cultural and genetic
coevolution. En Survival and Religion: Biological Evolution and Cultural
Change. Ed. E. Jones y V. Reynolds. Londres, Wiley. 45-110
Darwin, C. (1859) On the Origin of Species by Means of Natural Selection.
London, Murray.
Dawkins, R. (1976) The Selfish Gene, Oxford University Press.
Dawkins, R. (1993) Viruses of the Mind. En Dennett and his Critics. Ed. B.
Dahlbom, Oxford, Blackwell. 13-27.
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Dean, G., Mather, A. y Kelly, I.W. (1996) Astrology. In The Encyclopedia of
the Paranormal, Ed. G. Stein, Nueva York, Prometheus, 47-99.
Dennett, D.C. (1991) Consciousness Explained. Londres, Little, Brown & Co.
Dennett,D. (1995) Darwin’s Dangerous Idea, Londres, Penguin.
Durham,W.H. (1991) Coevolution: Genes, culture and human diversity. Palo
Alto, Ca., Stanford University Press.
Humphrey, N. (1986) The Inner Eye London, Faber and Faber.
Kapleau, P. (1965) The Three Pillars of Zen. John Weatherhill (y Doubleday,
1989)
Lumsden, C.T. y Wilson, E.O. (1981) Genes, Mind and Culture: The Co-
evolutionary Process. Cambridge, Mass., Harvard University Press.
17. (*) Artículo publicado en La Psicología del Despertar: Conferencia
Internacional sobre Budismo, Ciencia y Psicoterapia, Dartington 7-10 de
noviembre de 1996.
También publicado en La Psicología del Despertar: Budismo, Ciencia y
Nuestras Vidas Diarias. Ed. G. Watson, S. Batchelor y G. Claxton; Londres,
Rider, 2000, 112-122.