Libro de las fiestas de Santa Colomba de Sanabria, donde se recogen diferentes artículos sobre la historia del pueblo, editado con motivo de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Portería
3. BANDO DE LA COMISIÓN DE FIESTAS 2017
Alpabardos, adoptados, sanabreses, visitantes y amigos:
Las cosas han cambiado mucho en nuestra querida tierra sanabresa a lo largo de
las últimas décadas: los pueblos se han ido quedando sin gente y muchos de ellos
han ido dejando de celebrar sus fiestas patronales. Si antaño el mes de agosto se nos
iba de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, las cosas ahora son de otra manera y son
pocos los pueblos que siguen honrando a su patrón o a su patrona en verano. Desde
Santa Colomba, pueblo capitalino, seguimos resistiendo y seguimos organizando
unas fiestas que, año tras año, nos siguen juntando a todos en torno a la tercera
semana de agosto. Volver a la tierra que nos vio marchar, abrazar de nuevo a los
amigos, nos permite recordar lo que fuimos para no perder de vista lo que hoy
somos.
Las fiestas se siguen celebrando gracias a que todo el pueblo se vuelca siempre
en ayuda de la Comisión. Así que gracias a todos por vuestra colaboración y por
vuestra paciencia y comprensión ante los fallos que podamos cometer. Gracias
también a los anunciantes que consiguen que esta revista en forma de programa
cultural se siga publicando, año tras año. Sin ellos, y sin la generosidad de Fragma
Reprografía, este libro no sería posible. Por eso, os animamos a todos que cuando
quieras consumir algún producto o servicio, consultéis esta revista y seáis sensibles
con los que han tenido el detalle de colaborar con nuestra fiesta.
Gracias también a los que dan sentido a esta revista y han dedicado una parte de
su tiempo a escribir los artículos que aquí vais a poder encontrar. Artículos escritos
desde el corazón, en recuerdo de los que ya no están y también para conocer el
mundo de nuestros abuelos, para deleite de esta comunidad imaginada que forma-
mos los hijos de este pueblo. Y gracias a Paco Somoza, hijo también de este pueblo,
por regalarnos la portada de este año
Las fiestas son de todos y para todos, con independencia de su edad. Así que
hemos intentando hacer un programa para niños, para jóvenes, para adultos y para
nuestros mayores. Esperemos que lo disfrutéis y que la Virgen de la Portería nos
guarde a todos bajo su manto y nos permita disfrutar en alegría de esta fiesta que
hacemos en su honor. La Comisión de este año, formada por Daniel Arias San
Román, Luismi Chimeno Mostaza, Rafael Chimeno Trenado, Alejandro Fernández
García, Sofía González de la Aleja San Román, Toño García, Isidro González Iglesias,
Loly González Pérez, Enrique Losada Martínez, Manu Mostaza Barrios, Sandra Prada,
Victoria Rodríguez Pérez y Ángel Saavedra Chimeno os desea unas muy felices
fiestas.
5. Centenario de Belarmina Muela Mostaza (1916 – 2016)
en Santa Colomba de Sanabria.
A la mejor de las madres que cumple cien años hoy
dirijo estas palabras, pues ha sido un honor haber
podido disfrutar su amor.
Aunque no las puede oír, yo sé que su corazón esta
gozoso y alegre por esta celebración.
La familia al completo le estamos agradecida por los
trabajos pasados al traernos a la vida.
En nombre de todos ellos, también en el de las
nueras, sin olvidar a los yernos, a los nietos y
bisnietos que tiene, que son ocho lindas prendas.
Pinceladas de su vida quiero recordarles hoy, que no
fue fácil ni alegre, más bien sufrió y padeció.
Solo seis años tenía Belarmina, cuando ya se
encontraba sola para enfrentarse a la vida.
Su madre, también su padre y después su única
hermana, a los cielos se subieron en unas pocas
semanas.
No tuvo niñez ni besos ni juguetes para jugar, la
tuvieron de pastora para ganar el pan.
Por eso la inteligencia la tuvo que agudizar, se hizo
cargo de sí misma dejando la pena atrás.
Mas como dice el refrán, nunca la pena es eterna, el
día de su bautizo le hicieron una promesa ``he de
casarme contigo, aunque me canse la espera´´.
Veinticinco años tenía el que le hizo la promesa, ella
cumplía los veinte cuando le respondió el ``si´´ en
esa iglesia.
El sóbala le llamaban, amigos tenia a montones, por
ser de esas personas que alegran los corazones.
Los hijos fuimos llegando, y aunque muy a su pesar
ninguno aparecimos con un mendrugo de pan.
Dios quiso ser generoso y cuando hizo el reparto,
ocho le envió a ella, casi casi sin llamarlos.
Con todo su amor nos sacó adelante con miles
trabajos y esfuerzos constantes.
Cuantas noches sin dormir con el faro y con la rueca,
cuantas miradas al cielo pidiéndoles a Dios clemencia.
Los besos no recibidos cuando nos estaba criando, por
miles los multiplica ahora en nuestras manos.
Nosotros estaremos felices de haber podido ofrecer lo
que ella siempre pidió para parar su vejez.
No sacarla de su pueblo, respetar sus decisiones, hacerle
la vida grata y cumplir sus ilusiones.
La intención la hemos puesto por esfuerzo no ha
quedado, deseamos de corazón haber podido lograrlo.
Hemos disfrutado en ello y estamos agradecidos de
haber pasado con ella esta etapa de su vida.
En miembro de la familia yo me siento portavoz si la
hemos ofendido, por ignorancia o error, que Dios nos
perdone a todos como usted nos perdonó.
Su marido que paciencia siempre tuvo hasta rebosar, la
consolaba diciendo ``no te debes preocupar que detrás
de este día otros mejores llegaran´´.
Si detrás de un gran hombre, siempre hay una gran
mujer debió sentirse orgulloso haber sabido escoger, un
corazón generoso una compañera fiel.
El responso a San Antonio todos los días rezaba,
protegiendo a su familia por si el mal nos acechaba.
A pesar de sus esfuerzos a su hija la mayor no consiguió
protegerla la enfermedad le acecho, reciba nuestro
cariño en su lecho de dolor.
Por eso y por todo lo que ella nos dio le damos las
gracias desde el corazón.
Los regales son reflejo de la ilusión de su vida, las
medallas por su fe, corazón con su familia, el calor de
sus parientes, y la unión que fue su dicha.
Seguro que lo recibe aunque no pueda expresarlo, y
gracias por ayudarnos, vuestra presencia aquí es el
mejor de los regalos.
Que dios os lo pague a todos como ella nos decía, es el
mejor pagador que os colme de paz y amor a lo largo de
la vida.
Muchas gracias
PilarGarcíaMuela
16/06/2016
Santa Colomba de Sanabria 2017Santa Colomba de Sanabria 2017Santa Colomba de Sanabria 2017
11. Me resultó curiosa una noticia del mes de diciembre del 2014: “Los niños de Finlandia, en 2016,
dejarán de aprender a escribir a mano y lo harán con un teclado”. Ése era, más o menos, el titular.
Después se vio que fue un malentendido.
A veces no valoramos lo propia y exclusiva que es la escritura a mano… Es como la firma, la risa,
la paella o la tortilla de patata: cada persona lo realiza de forma única y no hay ni habrá dos iguales
jamás. ¿Y esto?
Varias veces me pidieron escribir un artículo para la Revista de la Fiesta. Varias veces dije que “lo
pensaría”. Años después, aquí está. Y es sobre algo que está precisamente escrito a mano o, mejor
dicho, a muchas manos. Es una parte de vuestra historia. De la historia de vuestro pueblo y que
ha ido naciendo y creciendo con vuestros antepasados y los diversos curas que los han acompa-
ñado en un viaje de más de cuatrocientos años hasta hoy: el Archivo Parroquial.
La materialidad del Archivo Parroquial, visto “a palo seco” son un montón (grande) de libros viejos
mejor o peor conservados y escritos a mano, más o menos cómodos de leer. Alguien podría
pensar que si esta noche ardieran todos, nada cambiaría. Puede ser.
No obstante, un papel aparentemente viejo puede cambiar tu historia o hacer que valores en algo
más la historia de tu pueblo o de tu familia.
Dos ejemplos que yo he vivido.
Uno fue con Abel, a quien todos conocisteis y yo conocí como “el Alcalde”; así me lo presentaron.
Al poco de llegar al pueblo, no recuerdo por qué motivo, acabé tomando un café con él y su
esposa, Sofía, en su casa. Ya no estaban el Boticario y el Maestro; sólo el Alcalde y el Cura.
De todas las cosas que hablamos, recuerdo que contó con especial detalle el asunto de cuando
algunas personas de este pueblo y otros cercanos compraron “la Sierra”. En un momento de la
conversación, porque él lo creía importante y así me pareció a mí, me enseñó una copia de la
escritura de la venta. Materialmente, eran papeles viejos.
Recuerdo que, después de leer por encima las condiciones de venta y esas cosas que, si no estás
“leído y escribido” en el tema, todo suena a chino, me fui deteniendo en los nombres de los
compradores y leí en voz alta algunos que tenían apellidos raros para mí en ese momento:
“Chimeno”, “Mostaza”, “San Román”… ¡Hombre, “Saavedra”, como el de El Quijote! Este sí me
sonaba.
Al leerlos, Abel asentía con la cabeza, porque los conocía… no sé si en algún caso personalmente.
Pero era evidente que aquello era importante. Eran papeles viejos, sí, pero eran papeles viejos
guardados como oro en paño, en los que estaban escritos los nombres y un pequeño fragmento
de la historia de unas personas concretas de este pueblo. Con eso bastaba.
EL ARCHIVO PARROQUIAL
Santa Colomba de Sanabria 2017
12. Otro caso, no recuerdo bien, hace unos tres años. Todos conocéis a Paco. Es de Terroso, pero lleva
más de media vida en Santa Colomba. Seguro que alguna obra os ha hecho en casa.
De los muchos ratos que he pasado con él, recuerdo una vez que me enseñó un papel viejo, viejo.
Materialmente, era como lo del Archivo Parroquial y la escritura que me enseñó Abel: papeles
viejos.
Era una cuartilla, no más grande que una servilleta de esas que hay en los bares, metida en un
sobre. Era una carta que su padre, Paulino, había escrito desde el Norte de África a sus padres, que
vivían en Galende. En esa carta, escrita de forma sencilla y directa, Paulino contaba que él era uno
de los pocos supervivientes de la masacre que sucedió en un solo día y en nuestra Historia se
llamó “Desastre de Annual” (22-VII-1921), donde, efectivamente, los que sobrevivieron al ataque
de aquella jornada, fueron muy pocos.
Materialmente, es un papel viejo que tiene casi noventa y seis años. No obstante, Paulino se
preocupó de buscarlo, sentarse y escribir para que sus padres, por si les había llegado alguna
noticia, estuvieran tranquilos. ¡Casi nada, en unos pocos centímetros cuadrados de papel!
Recuerdo que me enseñó esta carta como si fuera un tesoro. Y, ciertamente, lo es. En unos pocos
centímetros cuadrados de papel. Ojalá pudiéramos preguntárselo a sus abuelos…
Son dos ejemplos simples y reales, como seguramente muchos de vosotros podríais contar de
vuestros padres o abuelos y, tal vez, rescatar y conservar bien esos papeles viejos que a veces hay
rodando por casa.
El Archivo Parroquial de Santa Colomba es de los más antiguos que se conservan en la Diócesis de
Astorga. Abarca un total de cuatrocientos sesenta y tres años. En sus libros podemos encontrar la
lista de personas que recibieron el Bautismo, la Confirmación o el Matrimonio y fueron enterra-
das en esta Parroquia desde hace muchas generaciones. Todo esto se escribió a mano y, por esa
misma razón, cada uno de los distintos párrocos ha ido dejando su peculiar estilo y firma en sus
páginas.
La primera persona que consta por escrito como bautizada fue un niño, llamado Francisco, en
1554.
Junto a estos libros de Bautismos, Matrimonios y Difuntos, hay otro tipo de libros que forman
parte del Archivo. Unos eran llamados “Libros de Fábrica”, en los que se anotaban los gastos e
ingresos de la parroquia. A través de estos libros se puede investigar, por ejemplo, las distintas
obras que se han realizado en la Iglesia Parroquial y en la Ermita.
Hay otros libros de Cofradías, como la de La Cruz, que se ocupaba principalmente de los Difuntos:
avisar de quién se moría, amortajar, hacer la sepultura, organizar el funeral, el aniversario, etc.
Existió también la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario, fundada en 1754, tal como costa en su libro
propio.
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13. Existen también otros dos libros en este Archivo, del año 1754, relativos a ese pueblo que todos
conocéis o del que habéis oído hablar: San Pedro del Villar de Pobladura, en los que aparece el
inventario de fincas y demás cosas tras su desaparición.
Junto a los libros hay también papeles sueltos: facturas de obras, licencias para poner el Vía Crucis,
copias de cambios de fincas que alguna gente hacía delante del cura porque era de los pocos del
pueblo que sabía leer y escribir, y mucho más que está sin clasificar, pero archivado.
Todos los libros parroquiales de hace más de cien años están depositados en el Archivo Diocesano
de Astorga, donde pueden ser consultados.
Materialmente, todos estos libros son papeles viejos. Tal vez, si todo ardiera esta noche, nada
cambiaría en tu vida. Pero una gran parte de la historia de tu pueblo desaparecería. Es bueno
conocer nuestra historia: de dónde venimos. Saber que mucho de lo que tenemos ahora es
gracias a mucha otra gente que vivió cientos de años antes que nosotros.
No se puede amar lo que no se conoce. Esta revista ha contribuido a que conozcas y ames la
historia de tu pueblo y lo seguirá haciendo. No dejes de leerla.
El Cura
MDO. DE ABASTOS PTO.3
TELF. 980 621 752 - MÓV. 616 767 816
PUENTE DE SANABRIA (ZAMORA)
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16. Fernando Correa Chimeno
Teléfonos 609 828 090
609 852 455
Camino de Los Abruñeiros, 6
Santa Colomba de Sanabria
49350 (Zamora)
ObrasyReformas
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17. FUENTES Y MANANTIALES
EL AYER DE MI PUEBLO
Toño García
¡Qué lejos queda aquello de ir a buscar el agua a la fuente! En el fondo éramos muy afortunados
porque había, siempre, una fuente cercana. Y es que Santa Colomba ha sido rica en manantiales.
Es más, hubo una época, en que la mayoría de las casas tenían su propio pozo de agua para el
autoabastecimiento. Posteriormente y con el trabajo de todos a una, llegó el suministro público y
trajo con él la satisfacción de abrir un grifo y tener agua sin tener que ir a por ella a la fuente.
El 28 de julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el acceso al agua como
un derecho humano básico para la vida y la dignidad. De acuerdo con la Organización Mundial de
la Salud (OMS), son necesarios entre 50 y 100 litros de agua por persona y día para garantizar que
se cubran las necesidades más básicas. En fin, cuando el uso de las fuentes era frecuente, se
compartía con los animales y no creo que se consumiesen más de 10 litros por persona y día, muy
por debajo de lo que aconseja la OMS.
El agua que manaba de nuestras fuentes siempre era fresca, limpia y pura. Esos días tórridos de
verano, ocupada la gente en sus tareas del campo a pleno sol, concluían con un buen trago de
agua fresca. Bebían arrodillándose ante ella y acercando los labios, sorbían o, haciendo un cuenco
con las manos, la acercaban a la boca.
Algunas de esas fuentes contaban con sus propios lavaderos donde nuestras madres y abuelas,
arrodilladas en sus “banquillas” de madera, frotaban y frotaban con aquel jabón hecho a mano los
interminables montones de ropa sucia. Sin lugar a dudas, era el lugar de reunión de todas ellas y
de donde salían las mejores exclusivas. Otras fuentes vivían en simbiosis con sus propias “pozas” a
modo de estanque para que el agua no se perdiese y así aprovecharla para el riego de los huertos.
Valorando lo que la naturaleza nos proporciona, bien merece la pena enumerar las que son, las que
están y las que desaparecieron:
Fuente del Barrio, de Gabiño, de la Fragua, del Uteiro, de la Cruz, del Prado, del Funtano, de la
Zamorana, de las Taberneras, del Barrio Bajo, de los Sanromanes, del Calillón, del Riguero o Canta-
rinos, de la Fraga, del Franco, de la Carballeda, del Merujal, de las Funtanías, de Candejón, del
Perro, de Prautouzo, de Llagona, de la Portilla, del Valle, del Rascadeiro, de las Eiras, de las Queima-
das, de Campillos, del Agra, del Moreno, del Adilón, de la Gallina, de la Petada el Miguelín o Puerta
Fraga, del Sestil del Ganado, de Peña Veiga y la de Cubello.
Nuestro pueblo no es diferente a los demás, tiene sus propias historias que rinden homenaje a las
fuentes. ¡Que se lo pregunten a esos mozos y mozas que no podían ir solos a por el agua! Todo
natural como la vida misma. Hasta Moisés le quitó la sed a su pueblo sacando agua de entre las
piedras cuando lo conducía a la Tierra Prometida.
Las fuentes y manantiales forman parte de nuestro patrimonio. En su día, sirvieron para sustento
de la población, para la ganadería, para el riego de huertos y para apagar algún que otro incendio.
La sobrexplotación ha traído consigo un descenso más que notable de los niveles de los acuíferos
que, en mayor o menor medida, ha llevado a eliminar la mayoría de los manantiales.
Alguna de las mencionadas fuentes destaca por algún motivo especial: la del Barrio, por sus
lavaderos. La del Riguero o Cantarinos (hoy desaparecida), por sus pilones bebederos adaptados a
la yunta de vacas y por su sabor característico a herrumbre. La del Prado, por sus pilones lavaderos;
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18. Santa Colomba de Sanabria 2017
siendo la primera en la que las mujeres ya no necesitaban arrodillarse para lavar la ropa. La de
Campillos, junto con otros manantiales del monte, ha sido canalizada para el abastecimiento del
suministro de los hogares. La del Sestil del Ganado, porque era donde los pastores cuajaban sus
quesos. La de Peña Veiga, por estar al lado del chozo de Cubello. La de Puerta Fraga, por estar tan
fría que cuando se caía un insecto, se moría al instante y, cuando se bebía a morro, los labios
quedaban resentidos. La de la Carballeda, por sus propiedades medicinales y por su olor caracte-
rístico a huevos podridos.
Los tiempos han cambiado, afortunadamente, pero esas fuentes permanecen ahí, la mayoría. Las
más importantes han sido restauradas recientemente y otras se han quedado en el recuerdo
porque la mano del hombre es implacable siendo capaz de transformar cualquier cosa que esté a
su alcance.
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22. Telf. 610 55 39 52 - 610 55 39 52
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27. EL MANDIL DE LA BELLA OTERO
ManuOtero
Agustina Otero Iglesias nació en el municipio de Valga (Pontevedra) en 1868. Hija de madre
soltera muy pobre, es violada por un vecino con sólo 10 años. Agustina escapa de casa con unos
feriantes portugueses y cambia su nombre por el de Carolina para que nadie dé con su paradero.
Tras sobrevivir haciendo cualquier trabajo, empieza a bailar. Con 20 años un empresario catalán
la convence para ir a Marsella a actuar y se forja un origen inventado como andaluza y gitana. Su
belleza, desparpajo y exotismo triunfan y hace giras por todo el mundo, Nueva York, Moscú,
Buenos Aires, La Habana… pero sobre todo en París, donde su fama es enorme.
Era la época la Belle Époque, donde las “cortesanas” eran famosas que ejercían la prostitución
sólo con personajes ricos e influyentes, y ella llegó a ser la cortesana más cara de todas. Carolina
Otero fue mundialmente conocida como La Bella Otero, tanto en el escenario como de
cortesana. Y fue amante, entre otros, de Guillermo II de Alemania, Nicolás II de Rusia, Leopoldo
II de Bélgica, Alfonso XIII de España, Eduardo VII del Reino Unido, el político francés precursor de
la Unión Europea Aristide Briand o incluso el consejero real ruso Rasputín y su miembro de
legendario tamaño.
Su fama y compañías le proporcionaron una inmensa fortuna la cual fue dilapidando sin
descanso en los casinos de Montecarlo y Niza tras su retirada de los escenarios en 1910.
Murió en 1965 en la miseria viviendo en un pequeño apartamento pagado por el casino de
Montecarlo, que así reconoció los millones ganados gracias a ella.
Y bien, ¿por qué presentamos aquí la vida de Agustina, o Carolina? ¿Qué más era Carolina Otero?
La respuesta es que era la bailarina de fama internacional que lo mismo se exhibía con un
fandango que con una danza oriental, y en esos bailes la falda llevaba un dragón dibujado. A
partir de aquí podemos ya relacionar la falda con el dragón y el mandil o la saya con el lagarto
pintado…
Esta es la supuesta inspiración y origen de la canción, archi famosa en el noroeste de la
Península Ibérica donde Gallegos y Mirandeses (P) se diputan su origen, aunque con autor
desconocido. Y los sanabreses la disfrutamos sin pensar de dónde viene. Existen multitud de
versiones cambiando palabras, versos o estrofas completas, y con un número variable de
estrofas también según dónde se cante, como siempre ocurre con la música tradicional.
El mandil de Carulina
tien un llagartu pintau
cando Carulina baila
el llagartu menea el rabu.
Bailaches Carulina
Bailéi sí señor
Dime con quién bailaches
Bailéi con miño amor
Bailéi con miño amor
Bailéi con miño amor
Bailaches Carulina
Bailéi sí señor.
El zapato pide media
la media pide zapatu.
Y una mocitina guapa
también pide un mozo guapu.
(Bailaches Carulina…)
El ruiseñor cando canta
mete el rabu entre las piernas,
también yo lo metería
en una moza solteira.
(Bailaches Carulina…)
El señor cura non baila
porque tien una corona,
baile, señor cura, baile
que Dios todo lo perdona.
(Bailaches Carulina…)
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35. Manuel Mostaza Barrios
Bartolomé Mostaza fue uno de los personajes públicos más relevantes del siglo XX en Santa
Colomba de Sanabria. Descendiente del linaje de los Rodríguez de Medio, la familia poderosa en
el pueblo durante siglos, Bartolomé nació en 1907 y abandonó pronto el pueblo; en Salamanca se
licenció en Filología Clásica y en Derecho y a lo largo de su carrera profesional, desarrollada en
gran parte en Madrid, fue Director de la Escuela Oficial de Periodismo y director del diario Ya.
Bartolomé, que además que fue galardonado dos veces con el Premio Nacional de Periodismo,
falleció en Madrid hace ahora veinticinco años. Pese a su temprana salida del pueblo, a lo largo de
su vida mantuvo una estrecha relación con su tierra natal y no en vano fue uno de los primeros
pregoneros de la Semana santa zamorana en Madrid. En su obra escrita no olvidó el pueblo del
que provenía y un buen ejemplo es el artículo que publicó el jueves 30 de marzo de 1944 en El
Correo de Zamora (el antecesor de la actual Opinión de Zamora), un texto al que he tenido acceso
gracias a la amabilidad de Marisol López del Estal, la directora del periódico. Lo reproduzco a
continuación de manera literal y en él podemos ver cómo era la celebración de la Semana Santa
en Santa Colomba en los años veinte del pasado siglo, es decir, hace ya casi cien años. El texto es
el siguiente:
La Semana Santa posee en las aldeas sanabresas un carácter primitivo que enhechiza con su
ingenua y su tanto bárbara poesía. Pueblo de vigorosa salud espiritual, el sanabrés vive su fé. Y
la vida es risa que borbolla del villancico al Niño recién nacido en la establía1
, o lloro humilde y
compunción sincera ante el espanto de la Crucifixión de Cristo.
Yo rememoro ahora mi niñez lejana, un cuarto de siglo atrás, en Santa Colomba, esa aldea entre
aguazales2
robledos y castañares. Evago morosamente por el paisaje… en lo alto, la Iglesia con su
espadaña perforando nubes. Al fondo, la serranía brava donde el “bicho”, agazapado en la breña3
,
acecha los descuidos del pastor. El caserío se aspa en una cruz de brazos pariguales; cuatro
barrios en los cuatro puntos cardinales, y sendas calles con ralas4
casas hasta ellos. Desde la
ermita, en el centro aldeano, hasta la Iglesia parroquial en su norte, va un calvario de cruces de
madera ante las cuales el buen feligrés se santigua, chapeo5
gorra contra el pecho, cuando pasa
a sus faenas.
Mañanitas heladas de marzo con carámbanos colgando del alero saladizo. Todavía no ha asoma-
do el sol y laten nítidas las estrellas. El suelo, al pisar, sobre él los zuecos de abedul blanco, o de
rosado humero, redobla como una piel tirante. La campana de la ermita de Nuestra Señora de la
Portería tintinea llamando al Via-Crucis. Los feligreses oyen el tañido en el último sueño de la
madrugada y se espabilan los ojos.
VÍA-CRUCIS Y TENEBRAZÓN EN SANABRIA
1
Una forma, ya arcaica, de designar al establo.
2
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define aguazal como “Sitio bajo donde se detiene el agua llovediza”
3
Una breña es, según el DRAE, una tierra quebrada entre peñas y poblada de maleza.
4
El adjetivo ralo está muy bien puesto en esta frase. Calles con ralas casas significa que estas casas están más separadas de lo regular.
5
Sombrero
Santa Colomba de Sanabria 2017
36. - ¡Qué tocan al Vía-Crucis: arriba!
Y a la voz del jefe de familia se irgue la venerable esposa, se visten de prisa las mozas ariscas, se
desperaza y embute en su traje de pana el mozo fornido. Estoy oyendo bajar por la escalera de
granito, pasal a pasal a mis padres, y a mis hermanos mayores. Es el mío un recuerdo auditivo,
porque la chiquillería no iba al vía-crucis mañanero. Íbamos por la tarde, a rezarlo en la ermita,
cuando el sol tramontaba la jiba de la sierra. Pero arrebujado entre los cobertores barrientos, yo
escucho y oigo el vía-crucis cantado a la intemperie. Al llegar al “Crucero”, en frente de mi casa,
acostumbraba a cantar un “solo” el mejor cantador del pueblo. Lo era entonces, y lo sigue siendo
hoy con sus setenta inviernos nevándole la tiesta, el bueno de Miguel Manolín6
. Voz como la suya
no la ha habido en muchos años por toda Sanabria, y eso que es tierra de limpias y sonoras
gargantas. En la romería de los Remedios ha acallantado7
Miguel Manolín, durante varias
décadas, a los más jarrinos pulmones con su “re” de pecho sostenido. Y, claro, para él se quedaba
el honor de cantar el “et incarnatus”. El maestro Haedo8
pudo oírle más de una vez con asombro.
Yo no puedo silenciar de mis tímpanos el dolorido treno que Miguel lanzaba al llegar el vía-crucis
al Crucero de mi era. Todas las cuaresmas, miércoles, viernes y sábados, lloviera o nevara o ventis-
case, el vía-crucis se hacía. Rezo en una estación, canto en otra, la feligresía avanzaba lentamente
desde la ermita a la iglesia parroquial. Había quien hacía el camino de rodillas, en voto de amor a
Cristo o de agradecimiento por un favor alcanzado. Y el redoblar de los galochos9
sobre el tollo
endurecido formaba como un sordo contrapunto a la melodía fresca y casi agria del coro
humano.
Pero el Viernes Santo era el día de mayor emoción para el niño, si de más honda compunción para
el adulto. Al oscurecido, íbamos a la iglesia, de mano de nuestros padres; él se cubría con aludo
sombrero oblongo las guedejas blancas se embozaba en capa de buen merino castaño con
vueltas de color tabaco, se ceñía en recia faja negra y calzaba borceguíes de becerro aún oloroso
a sebo; ella –mi madre que Dios guarde- se tapaba con mantilla de fino paño negro cabeza y
busto, dejando asomar la cara blanca en la que negreaban sus ojos bondadosos, sobre el justillo
llevaba chambra10
de tela oscura y gabacha11
de somonte bruno ribeteada de alpaca, saya acam-
panada de ruedo le descendía a ras del suelo y muradana con abalorios le caía por delante desde
la cintura. Entonces –hace cuatro lustros- el traje regional no había perdido todavía uso entre las
gentes aldeanas de Sanabria. Mi abuelo sostenía con la ayuda de una cayata de fresno sus noventa
y seis años sobre las temblorosas piernas pero no perdonaba el madrugón del vía-crucis ni las
tinieblas del Viernes Santo; allá se iba renqueando con su chaquetón de somonte12
y sus calzones
de lo mismo. Tardaba una hora en llegar a la iglesia, pero no faltaba. Los rapaces gozábamos –y
que Dios me perdona el vocablo- con “tenebrar” como demonios. La tenebrazón era para
6
Miguel Manolín era el padre de Daniel San Román, al que todos recordamos y que murió en el año 2015.
7
Acallantar es un localismo del viejo Reino Leonés que significa, según el DRAE, “acallar”.
8
El maestro Inocencia Haedo, personaje clave en la conservación del folclore zamorano, recorrió durante el primer tercio del siglo la provincia para estudiar la
cultura popular de los pueblos.
9
El DRAE define el galocho como Calzado de madera con refuerzos de hierro, usado en algunas provincias para andar por la nieve, por el lodo o por suelo
muy mojado.
10
Vestidura corta, a modo de blusa con poco o ningún adorno, que usan las mujeres sobre la camisa.
11
Se trata de un localismo zamorano. La gabacha era especie de esclavina de paño, que llegaba hasta la mitad de la espalda y se cruzaba por el pecho que
usaban las mujeres en los pueblos.
12
Una prensa de somonte es una prenda basta, burda y sin pulimento.
Santa Colomba de Sanabria 2017
37. nosotros un deber sagrado.
Con nuestras ranjillas y ranjillones y mallos de uz entrábamos en son de conquista en la iglesia. En
el “monumento” homigueaba el candeleo de cien cirios ardiendo. El tabernáculo bullía de oros
vivos. El altar estaba velado por enormes cortinones morados. Feroces cataduras de soldados
bigotudos, modelados en cartón, lanza en mano, imponían falso miedo a nuestros ojos. Nos
atrevíamos a poquito con su ceño asesino, después les palpábamos las glebas, la lanza, hasta
acabar por insultarles a nuestro sabor espetándoles la palabra: ¡judío! Las mujeres, añaladas en el
suelo, rezaban suspirosas y con rostros adrede lastimeros. Los hombres, hinojos en las losas y
manos apoyadas en recias cachabas, oraban también, estirando la barbilla hacia adelante y los
ojos fijos en el “Monumento”. El señor cura con el sacristán y una docena de cantores –alternando
en coro doble- cantaban el oficio de “tinieblas”. Se iban, una por una, apagando las luces. Los
chicos, impacientes hasta rajar la armonía coral con algún que otro restallido, preparábamos la
ranjillas. Por fin, la última luz: todos, grandes y pequeños, se disponían a llenar del máximo
estruendo el minuto de tinieblas totales que la postrera vela al apagarse permitía. Y entonces era
el “tenebrar”, esto es, ensordecer el aire golpeando bancos, losas y tarimas, palmoteando,
pateando, silbando, ranjillando… aquella tempestad de ruidos y carraqueos discordes todavía
resuena en mis oídos, como dicen que las borrascas viven en abreviatura dentro del laberinto del
caracol marino. Era como si el voltaje y compostura almacenado durante la cuaresma estallase de
repente. Pero el sacristán izaba de nuevo la vela encandilada y se apagaba la tenebrazón en un
silencio de bosque removido por el aura. Un leve bisbiseo volvía a susurrar: continuaba la plega-
ria. Aún faltaban más de 24 horas de cuaresma. En Sanabria el Sábado Santo era entonces el día de
callado esperar la Resurrección. Hasta el Domingo de Pascua no tornaban a estridir con su aturrio
amoroso los aires.
Noche entrada, se dejaba la iglesia. A la salida, era el porfiar ¡mi ranjilla puede a la tuya! Los mozos
encendían pachones de paja centena con que alumbrar las calles pedregosas. A los rapaces nos
chancaban arrequinas nuestros hermanos mayores y así mecidos llegábamos a casa. La cena
esperaba –a los grandes una parva colación- para sacarnos del cuerpo el repeluzno del frío y de la
emoción religiosa. Cantrochos13
de piorno o de roble chisporroteaban en el trashoguero.
13
Raíces secas.
Santa Colomba de Sanabria 2017
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45. A MIS PADRES,
A LOS QUE NUNCA PODRÉ COMPENSAR SUS DESVELOS
José Manuel Pérez Saavedra
Según avanzan los años, las miradas se vuelven nostálgicas, rememoran andanzas viejas, recuperan
momentos olvidados, se hacen nítidos esos espacios difuminados en las neblinas de la memoria y los
ojosvuelvenlavistaconmásintensidadhaciaelpasado.
Ayer, no hace tanto, apenas cincuenta años o algo más, las calles del pueblo estaban sembradas de
geijos, redondeados por el paso de los carros, entreverados en la tierra apelmazada que se deshacía en
polvoconlabrisa.Elpuebloolíaapueblo.
En invierno, la nieve podía con todo, cubriendo con su manto las casas, los caminos, los prados, las
huertas, llenando de frío el aire, congelando todo, hasta las almas. Un día de nieves, en la casa de mi
abuela,enelBarrioBajo,medioaluzmimadre.Prácticamentesola,sinapenasayuda,gastandopartede
suvidaendarmelavida,aligualqueharíaañosdespuéstrayendoalmundoamihermanoyamiherma-
na. Te debemos tanto madre que no podremos nunca devolver, si acaso, un pedazo de todo lo que nos
hasdado.
Me vienen a la memoria recuerdos de la infancia más temprana. Ese momento de la vida en la que todo
esdicha,cuandonadateenturbia,cuandoveselmundoconojosdeinocencia.
La felicidad de estar en brazos de mi padre, con mis zapatos de dos colores, “mis papatos bonitos” a la
puerta de la ermita, nuestra capilla; la felicidad de ir montado a lomos de una burra que tenía mi abuela,
acompañando a las vacas en su cansino paso hacia la yerba de los prados; aquellos momentos subido a
la escalera de la casa del tío portugués, porque pasaba el rebaño de ovejas viendo como mi abuela
seleccionaba sus ovejas “parta, parta,…” decía. Estos ratos en el patio de dentro de la casa, persiguiendo
lospollitosysiendoperseguidoporlasgallinas.
Llegandolaprimavera,elpuebloseespabila,dejandoatráselletargo.Inundaelaireelsuavearomadelas
flores,losretoñosdelcentenocoloreanelcampodeunverdeintenso,acompañandolasprimerashojas
delosmanzanos,perales,robles,choposynegrillos.Amanecelavida,loscoloresdespiertanlaspasiones
dormidasporelfríodelinvierno.
Como si fuera ayer, despierto en la cama de mi abuela Teresa. Ella se iba todas las mañanas a la iglesia, a
primera hora. Me dejaba en el alféizar de la ventana un trozo de chocolate negro que saboreaba en su
ausencia.Siemprequesentíaelpasodelallaveenlapuerta,salíacorriendoarecibirlaymeagarrabaasu
cuello, en sus brazos, mientras ella musitaba palabras de cariño que me hacían sentirme feliz. Recuerdo
menos los días, pero me tengo un vivo recuerdo de las noches en las que, sentado en el escaño de la
cocina escuchaba a mi abuela Teresa contarme historias que no comprendía pero que llenaban mi
imaginación lo suficiente para, cada noche reclamar las mismas historias como si la primera vez fuera. Y
ellapacienterepetíalosmismoscuentos,mientrasfreíaelhuevohabitualdelacenaenunasarténnegra
posadaenlatrébededelmismocoloralladodelalumbre.
En el verano el pueblo olía a yerba y a paja de centeno recién cortado. Bajaba seco el regato que daba de
beber a las huertas y las mujeres se afanaban en lavar la ropa en las pequeñas pozas. Pozas que, luego
también, serían el vaso en el que, el ganado sediento, con paso cansino, se acercaba a abrevar, mirando
conindiferenciaelcaerdelatarde.
La primera vez que fui en el carro, un día de yerba, fui el amo del pueblo. Aquel rapacico de apenas dos
palmos, miraba con suficiencia, montado en el carro, como pasaba el mundo sintiéndome el dueño del
universo. Allí arriba en el borde del carro, con una vara en la mano, como un emperador, dirigía mi
Santa Colomba de Sanabria 2017
46. Santa Colomba de Sanabria 2017
pequeño universo, señor de los campos dorados, moteados con amapolas, en los que las espigas de
centenoseinclinabananuestropaso,obligadasporlaescasabrisadelverano.
Latierraseconvertíaenpaletadecoloresmanchadaporelpinceldelotoño.Lashojasdelosárbolessecas
amarillentas, anaranjadas, ocres, esmeraldas, eran la hermosa alfombra que crujía con el paso. La brisa
pasabaaserviendoyenocasionesvendaval.Elairesonabaalamentoavecesyotrasdespertabasufuria
congritosferoces.Aunasí,nadamenguabalahermosuradelatierra.
Andaba de la mano con mi abuela Teresa hasta la Iglesia de arriba. Los domingos, me lavaba en un
barreñodelatón,conaguacalentadaenlachimenea,coneljabónhechoencasa,quetedejabaimpreg-
nado en el cuerpo el olor de las cosas que se hacen con sudor. Metido en aquella mi primera bañera, era
dichoso, chapoteando el agua, cerca de la chimenea, mientras el fuego hacía crepitar los troncos de
roble. Mirando al fuego, sin más pensamiento ni más sonido que el quejido de la madera, hoy creo que
esemundoeraelcobijoquemásseasemejabaalcálidovientredemimadre.
Cuandollegaeltiempoenelquevolveréapasarunosdíasenellugarquenací,vuelvenafluirrecuerdos
de infancia, felices recuerdos que se quedaron en el fondo de la memoria y que, cada vez con más
intensidad,asomanalasventanasdemimemoria.
Posiblemente, sin saberlo siguiera, cada vez que piso la tierra vuelvo a mi infancia feliz. Quizá por eso,
porquepermanentementeelayerseconvierteenhoy,quizásporqueelpasadoelpresenteytambiénel
futuro viajan siempre juntos sin que uno lo sepa y nada hay que refleje esa realidad que cada uno tiene
comoellugarquelevionacer,quizáporello,quierotantoamipueblo.
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53. A UNA MADRE DE SANTA COLOMBA
Fuisteunabuenapersonaenunaépocadifícil.
Fuisteunainfanciadetrabajo,unaadolescenciadeesperanza,unamadurezresponsableyunavejezde
serenidad.
Fuisteelmadrugarantesdelviajealpueblo,pararecogertodo,prepararlaropayhacerlamaleta.
Fuistelosveranosdetresmesesenelpueblo.
Fuistelosviajesatresparadas,elbocadillodetortillaylaMirindaenMedina.
Fuiste las tardes de Lago de popeyes y dráculas, de toallas y pelota Nivea, aunque no sabías nadar ni te
gustabamuchoelLago.
FuistelasllamadasavocesparairacenarlasnochesdeAgosto,despuésdeunatardesinparardecorrer
porelpueblo.
Fuistelashorastranquilasdespuésdecenar,viendolasestrellasdesdelaterraza,antesdeiralacama.
Fuiste la mano cálida en las noches de frío y miedo, cuando los ruidos de fuera me encogían el ánimo
porque las señoras mayores del pueblo decían que los perros solo aullaban las noches en que alguien
moría.
FuistelastardesdepipasenelbancodelaplazayenlaFuentedelPrado.
FuistelastardesdenovenaenlacapillaylosdomingosdemisaenlaIglesia,laspenitenciasylosrosarios.
Fuisteunratitodecharlasinceraconcualquiervecinoenlapuertadecasa,unatardedeAgosto.
Fuistelachaquetitadelanacuandoseibaelsolylamantaenlasnochesdeverano.
Fuistelastardesenlaeratomandocaféyhablandoconlostíos.
Fuiste las meriendas con pan y Santocildes, las galletas untadas con mantequilla y la leche condensada
deladespensa.
Fuistelaenfermeramáscariñosadelmundo.
Fuiste las comidas familiares los días de la Fiesta, cuando en casa había más gente que la que yo podía
contar.
Fuisteencuentrosenelvermúybuenosratosenlamerienda.
Fuistelospaseosalbillarcuandoaprendíamontarenbici.
FuistelassiestasviendoaIndurainganarelTour.
Fuisteeltapetedepuntillaencimadelatele,debajodeaquellasperdicesdisecadas.
Fuisteelsacudirelbrazodespuésdecadaratocosiendo,cuandolaartrosisdecidióquedarsecontigo.
Fuisteunacajadelechegazaapiladaenladespensa,despuésdecompraraldeSanMartín.
Fuiste los lunes de bajar al mercado, de mirar mucho, comprar poco y salir corriendo, porque no te
gustabanlasmultitudes.
FuistelastardesdejuegosconlosprimosporlaserasylosratosenlapeñadelBillarhaciéndonosadultos.
Fuistedosdespertadoresycaféparalosmadrugonesenépocadeexámenes.
Fuisteunfurtivo“buenosdías,¿estásbien?”atravésdelapuerta,cuandomihabitacióntodavíanohabía
paradodegirar.
FuisteunamadrinaorgullosaenlaIglesiadeSantaColomba.
Fuisteelabrazocuandoyaquedabapocaesperanza.
Fuistelaluzcuandonohabíamásquetúnel.
Fuistetodoparamuchosperomuypocoparati.
Fuistepacienciayserenidadenlostiemposenquetodoseacababa.
YsiempreseráslaestrellaquemásbrillacuandotunietotevedesdeelcochevolviendoaSantaColomba.
Santa Colomba de Sanabria 2017
55. LA VIRGEN DE LA PORTERÍA
Es la flor inmaculada
Que por pecado manchada
Nunca fue
Es la joven virtuosa
Que dios quiso por esposa
Para Él
Es la Madre bondadosa
Que se muestra cariñosa
En el Belén
Es la Portera del Cielo
Que contemplarla yo anhelo
En el Edén
Es la reina del paraíso
Porque Dios así lo quiso
Por mi bien
Es la Virgen que de niño
Besos llenos de cariño
Le envié
Y es la abogada que quiero
Me socorra si me muero
Alejado de la fe
Pérez Barrio
Santa Colomba de Sanabria 2017
57. LA ÚLTIMA
DE SANABRIA A ESTOCOLMO
Ketty Garat
No hace ni tres años que Manu me trajo a Sanabria convencido de que los placeres de su paraíso
terrenal camelarían a una humilde periodista ferrolana residente en Madrid y carente de pueblo. La
Villa, Santa Colomba, el Lago... múltiples lugares hermosos que, tratándose de un mes de febrero,
no podían excluir la Laguna de los Peces para ver la nieve; paseo no exento de una cuasi-congela-
ción ya que a la autora de estas líneas no se le ocurrió nada mejor que plantarse en el gélido
escenario de la sierra sanabresa con faldita de flores, medias finas y botitas Hunter de goma. Antes
muerta que sencilla. Lo cierto es que mis recuerdos al conocer la Sanabria profunda no detectan
un ápice de sorpresa o novedad en alguien que, como yo, no conocía los placeres “del pueblo”': el
olor a leña, la chimenea, los paseos después de cenar o el cantar de los grillos mientras un cielo
estrellado impresionante caía sobre nuestros hombros... no. Todo me era entonces extrañamente
familiar. Hasta la comida, qué cosas. Puede el lector imaginar mi sorna al abrir la primera carta de
menú en Sanabria: caldo sanabrés, ternera sanabresa y hasta... ¡pulpo sanabrés! Pero bueno, esto
es el colmo. "Y dónde lo pescáis ¿en el Lago?", le llegué a decir a mi entonces reciente novio.
Paradojas de la vida, tres años después, me he descubierto a mí misma reconociendo que el mejor
pulpo que he comido está en la Posada de las Misas, aunque muchas décadas habrán de pasar
hasta que acepte el caldo sin grelos y con berza, por ahí sí que no paso.
Pero no fue la comida, no. Lo que más me llamó la atención de Sanabria fue su gente. Es casi como
el chiste: "Hay cien personas y uno es de Sanabria, ¿cómo sabes quién es? Porque te lo va a decir él
enseguida". Es una especie de orgullo patrio. No, más aún, una comunidad de vecinos que entien-
de Sanabria como un cúmulo de sinónimos: ayuda, amistad, prosperidad...familia. Esto sí que me
sorprendió desde el principio. Las redes invisibles que unen a los hijos de esta tierra y que hacen
que, aún apenas sin conexiones, sientan la necesidad de colaborar con otros sin más carta de
presentación que la pegatina de Sanabria en un coche o un taxi. Herederos de unos padres y unos
abuelos trabajadores e inagotables, luchadores en estas frías tierras de interior, sienten como un
imán la llamada de la tierra a la que siempre vuelven. Ya sea en verano, en invierno, por San Amaro
o por la fiesta Sacramental... siempre hay una buena excusa para volver. Yo misma me he sorpren-
dido cayendo -"¿y si nos vamos este finde?"-, ante la sonrisa emocionada de mi marido, casi al
borde de la lágrima. Hasta eso llega el apego que hace el roce y genera el cariño, hasta descubrirte
vendiendo que el agua del Lago estaba "buenísima, hasta caliente", hasta decir que las rocas del
antiguo glaciar parecen "como las de Seychelles" y hasta entender un poco que tu marido esté
triste porque se ha ido de viaje de novios a Maldivas pero "hemos estado sólo una semana en
Sanabria y así no hay quien recargue las pilas". No sé, reconozco -como periodista- que quizás se
trate del síndrome de Estocolmo. Al fin y al cabo, tres años después de mi primera visita, me he
casado con un sanabrés y llevo dentro a un medio sanabrés que me intenta comer el coco mien-
tras escribo estas líneas. Será eso o será que, como dice Manu, no eres tú quien elige Sanabria sino
que es Sanabria quien te elige a ti. Y, así mirado, menos mal que me eligió.
Santa Colomba de Sanabria 2017