1. Víboras de Centroamérica
Familia Viperidae
Kohler. 2003 (Pág. 291- 292 y 312-315)
La Familia Viperidae son consideradas todas las serpientes venenosas que poseen grandes
colmillos huecos, con forma de cánula y movibles en un alto grado. Casi 160 especies de ellas se
caracterizan por tener un receptor sensible al infrarrojo debajo de los ojos (Foseta loreal) con la
que detectan las diferencias en la temperatura ambiente y a sus presas o depredadores
potenciales; éstas son clasificadas dentro de la subfamilia Crotalinae (crótalos), a la cual
pertenecen todas las víboras centroamericanas. Las Fosetas loreales son órganos termosensores
que se encuentran en una depresión situada entre el ojo y el agujero de la nariz. Sirven a las
serpientes para localizar presas que desprenden calor, como por ejemplo pequeños mamíferos.
Todas las víboras poseen un aparato de inyección del veneno evolutivamente muy avanzado. Los
largos colmillos venenosos los esconden en una bolsa de piel y son erigidos al momento de
morder. El veneno de la mayoría de víboras actúa destruyendo la sangre y los tejidos, la de algunas
especies (por ejemplo el cascabel sudamericana, Crotalus durissus terrificus) es también
fuertemente neurotóxico. Con excepción de la verrugosa (Lachesis muta), que se reproduce por
huevos, todos los otros crótalos del Nuevo Mundo dan a luz juveniles completamente
desarrollados.
2. Clave para la identificación de los géneros de víboras de Centroamérica (Viperidae)
1 a Cascabel en el extremo de la cola
…………………………………………………………………….Crotalus (Cascabel)
b Extremo de la cola sin cascabel
…………………………………………………………………….2
2 a Lado inferior de la punta de la cola con 4-5 hileras de escamas
angostas con forma de púa
…………………………………………………………………….Lachesis (Verrugosa,
Mata buey)
b Lado inferior de la punta de la cola con 1-2 hileras de escamas
relativamente anchas……………………………………………………………..3
3 a Hocico cubierto con escudos grandes y simétricos
…………………………………………………………………….Agkistrodon
b Hocico cubierto con escamas pequeñas e irregulares
…………………………………………………………………….4
4 a Todas o la mayoría de subcaudales en parejas
…………………………………………………………………….Bothrops (Víbora equis,
“X”, barba amarilla)
b Todas o la mayoría de las subcaudales impares
…………………………………………………………………….5
5 a Escamas del párpado agrandadas en forma de púa y elevadas
…………………………………………………………………….Bothriechis (en parte)
(Víbora de pestaña, víbora arbórea)
b Escamas del párpado no agrandadas ni elevadas
…………………………………………………………………….6
6 a Coloración verde uniforme (en vida) o azul (en conservación);
arborícola con cola prensil
…………………………………………………………………….Bothriechis (en parte)
(Víbora de pestaña, víbora arbórea)
b Color de fondo marrón rojizo, gris o marrón; de costumbres
terrestres y sin cola
3. prensil……………………………………………………………….7
7 a Dibujo dorsal generalmente formado de manchas oscuras
paravertebrales opuestas o alternadas y una franja vertebral clara
…………………………………………………………………….Porthidium (Patoca en
Panamá)
b Dibujo dorsal diferente (a menudo con una banda oscura sinuosa)
…………………………………………………………………….8
8 a De 1 a 7 escamas entre las supraoculares; escamas del cuerpo
aquilladas pero no tan ásperas, de 19 a 23 hileras dorsales en la
mitad del cuerpo
…………………………………………………………………….Cerrophidion
b De 9 a 12 escamas entre las supraoculares; escamas del cuerpo
muy ásperas; de 23 a 31 hileras dorsales en la mitad del cuerpo
…………………………………………………………………….Atropoides (Mano de
Pilón en Panamá)
4. Mordedura de Serpientes
Prevención y primeros auxilios
Las serpientes del trópico constituyen un riesgo para la salud que no debe ser dejado fuera de
consideración. En Centroamérica, las casos de muerte por mordeduras de serpiente son más
frecuentes entre la gente nativa, ocurriendo éstos con más frecuencia entre la población que
trabaja en el campo. Los accidentes provocados por vipéridos (Bothrops asper en la mayoría de los
casos) son los que poseen la mortalidad más elevada (HARDY 1994).
El riesgo de una mordedura de serpiente se puede disminuir tomando las precauciones
adecuadas. Un estudio de la incidencia de mordeduras de serpiente entre biólogos de campo
provee evidencia de que el riesgo de llegar a ser mordido por crótalos es bajo, aún en áreas con
una población grande de los mismos. La seguridad aumenta con el uso de equipo adecuado y
precauciones dentro del biotopo de las serpientes.
Indicaciones de seguridad
*Vestimenta adecuada: pantalones largos y anchos, calzado adecuado, de preferencia botas de
hule, y un sombrero para protegerse de serpientes arborícolas. No obstante, una víbora grande
puede morder a través de las botas de hule.
*No camine a través de matorrales densos o pasto alto. De la misma manera, cerciórese de que no
hay serpientes debajo de troncos caídos antes de caminar sobre ellos. Apóyese en troncos o ramas
únicamente después de haberse asegurado de que no hay serpientes presentes.
A menos que se mueva, una víbora puede resultar prácticamente imposible de detectar debido a
su coloración críptica. Los ojos de las víboras reflejan la luz muy fácilmente y en la oscuridad
pueden ser enfocadas con una linterna desde una distancia de varios metros.
Cuando se encare repentinamente con una serpiente es muy importante que permanezca tan
inmóvil como sea posible; las serpientes ven poco y sólo tiran dentelladas en la dirección de un
objeto en movimiento. Se debe evitar a toda costa hacer movimientos repentinos y hay que
retirarse calmadamente.
Recomendaciones para el tratamiento
La reacción psicológica de la víctima influye de manera decisiva en el desenlace del
envenenamiento. A la víctima se la debe alentar para que permanezca en calma y no sienta
pánico.
Bajo ninguna circunstancia debe dejarse solo al accidentado.
La extremidad afectada debe ser inmovilizada apropiadamente (brazo en un cabestrillo, pierna con
tablilla) para demorar la difusión del veneno. Se deben quitar inmediatamente anillos y brazaletes
para evitar estrangulamientos de la circulación cuando se produzca hinchazón.
5. De ser posible la serpiente debe ser identificada para poder determinar la terapia específica. Se
debe intentar capturar al animal únicamente si no existe riesgo para la víctima o quien auxilia.
Un corto resumen de las circunstancias en las que ocurrió el accidente, la evolución del cuadro
clínico, información acerca de la víctima, cualquier evidencia, observaciones personales, medidas
tomadas, pueden ser de ayuda para el posterior tratamiento.
Debido a posibles complicaciones, toda medida terapéutica deberá ser tomada únicamente por un
médico. Un antídoto es la única terapia eficaz contra la mordedura venenosa de una serpiente. La
gente no entendida en la materia suele pensar que una vez administrado el antídoto el paciente
está fuera de peligro. Sin embargo, el uso del antídoto no es libre de riesgo. Dado el caso, un
paciente puede desarrollar síntomas de shock anafiláctico: hinchazón en la cara, disnea, presión
baja y palidez. Es por ello que un antídoto nunca debe ser administrado bajo condiciones de
campo, ya que los posibles efectos secundarios pueden resultar mortales. Contrario a las
recomendaciones de Hardy (1994) la administración intramuscular del antídoto es de poca
utilidad. La inmunoglobulina no puede penetrar lo suficientemente rápido por el tejido muscular
para entrar al sistema circulatorio y neutralizar las toxinas que permanecen en el torrente
sanguíneo (MEES 2000).
Diversos botiquines de primeros auxilios para mordeduras de serpiente pueden obtenerse en el
mercado, por ejemplo “Sawyer Extractor” o “Aspivenin”. Estos dos han demostrado ser
prácticamente inútiles bajo condiciones de campo (D. mees com. pers. 2000). Este tipo de
extractores puede lastimar y de hecho ser peligrosos en situaciones en las que el veneno produce
un efecto anticoagulante en la sangre ya que se puede producir una hemorragia. Existe la falsa
creencia popular, de que el veneno puede ser eliminado cortando el tejido alrededor de la
mordida (por ejemplo amputando un dedo o haciendo una incisión en la piel). La mayoría de las
intervenciones quirúrgicas en casos de mordedura de serpiente realmente causan más daño y
retardan o evitan completamente el proceso de curación. (MEES 2000).
En ningún caso se debe realizar en la herida incisión o escisión alguna, ni exprimir o succionar la
región afectada (véase también “botiquines para mordedura de serpiente”). Estas medidas a
menudo dañan los vasos mayores y permiten que el veneno se distribuya más rápidamente por el
sistema circulatorio. También existe el riesgo de infección secundaria además de que al dañar al
tejido se puede producir una hemorragia, en caso que el veneno posea un efecto anticoagulante.
El veneno de la mayoría de los crótalos promueve la coagulación pero, paradójicamente, produce
una hemorragia. La coagulación sanguínea falla de modo secundario debido al consumo total de
los factores de coagulación, que ocurre simultáneamente con una fibrinólisis propia del cuerpo
(para evitar una trombosis).
Comprimir la extremidad afectada no es recomendable debido a que ello perturba el flujo de
sangre y conduce a daño de los tejidos. También es desaconsejable calentar extremadamente
(cauterización) o enfriar: la herida.
6. Aplicación o inyección de remedios caseros, administración de alcohol café o la ingestión de
comida (lo que puede causar vómito) son medidas contraindicadas.
La aplicación de un vendaje a presión no es recomendable debido a que precisamente la
mordedura de víbora causa bastante hinchazón y la circulación sanguínea puede verse
interrumpida (D. mees com. pers. 2000).
Serpientes opistoglifas
Un orden de colúbridos produce una secreción -que en numerosas especies es altamente tóxica-
en la glándula Duvernoy, que se encuentra situada en la mandíbula superior. La serpiente
denominada opistoglifa posee colmillos agrandados y acanalados en la parte posterior de la
mandíbula superior, lo que le permite inyectar esta secreción en sus presas o posibles predadores.
Mientras numerosas mordeduras de serpientes opistoglifas del Viejo Mundo son consideradas
como mortales (por ejemplo la de la boomslang, Dispholidus typus), en Centroamérica no son
conocidos casos mortales debidos a envenenamiento por mordedura de serpientes opistoglifas
(MiNTON 1990).
Sin embargo, no a todas las serpientes opistoglifas de Centroamérica se las debe considerar
completamente inofensivas ya que ciertas especies (por ejemplo Coniophanes sp., Conophis sp.,
Pliocercus sp., Xenodon sp.) producen un veneno bastante potente que no solamente produce sín-
tomas locales (dolor e hinchazón) sino también efectos tóxicos sistémicos (dolor de cabeza y
hemorragia persistente) (Minton & mees 1978, Greene 1997). Para evitar mordeduras de
serpiente opistoglifa, estos animales deben ser manipulados, dado el caso, con guantes de cuero y
vestimenta de mangas largas.
Edición digital para dominio Público: Centro de Estudios de Recursos Bióticos, Universidad de
Panamá
El CEREB recomienda, especialmente a los biólogos de campo y médicos que atienden
mordeduras de serpientes la compra del libro del Dr. Gunther, el cual es una magnífica obra
científica, completamente ilustrada.
Referencias:
Gunther Köhler. 2003. Reptiles de Centroamérica. Herpeton Verlag. Alemania. Pág. 291- 292 y
312-315.
7. ASPECTOS SOBRE BIOLOGÍA DE LAS SERPIENTES VENENOSAS DE LA REPÚBLICA DE PANAMÁ
Víctor Martínez Cortés. M.Sc. Herpetólogo
Instituto de Ciencias Ambientales y Biodiversidad (ICAB) y Departamento de Zoología - Facultad de Ciencias
Naturales y Tecnología, Universidad de Panamá
Las serpientes venenosas que habitan en la República de Panamá, pertenecen a las familias
Hydrophiidae (Pelamis platurus, culebra marina del Pacífico), Elapidae (corales verdaderas), y
Viperidae (las restantes).
Todas nuestras corales pertenecen al género Micrurus, el que a su vez está representado por ocho
especies a saber: Micrurus alleni, Micrurus ancoralis, Micrurus clarki, Micrurus dissoleucus,
Micrurus mipartitus, Micrurus multifasciatus, Micrurus nigrocinctus y Micrurus stewarti
(endémica de Panamá). Con base en los patrones cefálicos de color; número, color y disposición
de los anillos; lepidosis (disposición y ordenación de las escamas de un animal), y
morfometría (método que se basa en la forma y medida de los animales para poderlos clasificar o
identificar. Con las medidas de estos se puede decir la especie o conocer el grado de desarrollo de
sus órganos reproductores, entre otras cosas) se pueden organizar los siguientes grupos:
a. Bicoloreadas: anillos negro y naranja sin formar triadas: Micrurus mipartitus,
Micrurus multifasciatus y Micrurus stewarti.
b. Tricoloreadas: anillos negro y rojo ambos bordeados de blanco o amarillo sin formar triadas:
Micrurus alleni, Micrurus clarki y Micrurus nigrocinctus.
c. Bicoloreadas: con los anillos negro formando triadas: Micrurus ancoralis y
Micrurus dissoleucus.
Viven debajo de la hojarasca; de piedras y troncos en los márgenes de los cauces de quebradas y
ríos ya que son de hábitos semifosorios. Se alimentan de ranas, saurios pequeños y serpientes
juveniles delgadas. Durante las horas crepusculares y nocturnas son más activas, aunque en
ocasiones también en el día. En los encuentros con humanos tratan rápidamente de ocultarse,
pero al no lograrlo y al tratar de atraparlas atacan e inclusive muerden el gancho herpetológico.
11. Culebra de mar (Pelamis platurus)
Por otro parte, nuestras serpientes venenosas con foseta loreal o lacrimal (figura del central
superior) de la familia Viperidae (Crotalidae para algunos) actualmente han sido ubicadas en los
géneros Atropoides, Bothriechis, ¿Bothriopsis?, Bothrops, Cerrophidion, Lachesis, y Porthidium.
Respectivamente se reconocen las siguientes especies: Atropoides nummifer y Atropoides
picadoi; Bothriechis lateralis, Bothriechis nigroviridis y Bothriechis schlegelli; ¿Bothriopsis punctata
(Darién)?; Bothrops asper; Cerrophidion godmani; Lachesis stenophrys; Porthidium lansbergii
(centro y este de Panamá), Porthidium nasutum.
¿ ? = pensamos que ya no habitan Panamá.
La mayoría son activas en horas crepusculares y nocturnas, aunque también se les ha encontrado
en actividad durante horas diurnas. Se alimentan tanto de ranas y sapos como de saurios; de aves
principalmente frugívoras, granívoras y nectarívoras; de mamíferos pequeños y medianos
principalmente roedores. Todas son agresivas aún habiendo comido, y cuando están en proceso
de muda. Al encuentro con el humano no huyen, se preparan para atacar y lo hacen cuando se
sienten en peligro o están nerviosas.
12. “Patoca”, Hog-nosed Viper, patoquilla,
“Verrugosa”, Matabuey, Cascabel muda, mapana,
viejita, Tamagá. Note las escamas
dormilona, Bushmaster. Observe las escamas cefálicas, y los
rostrales alargadas, y cefálicas quilladas.
triángulos del tronco en vista lateral. Ovíparas del bosque
Es muy nerviosa, se contrae mucho y salta
lluvioso.
para atacar. Tamaño promedio de 35 cm.
Bocaracá, Toboba de pestañas, Oropel
“Equis”, Fer-de-lance, Terciopelo, barba amarilla.
(fase amarilla), Eyelash Viper.
Es la serpiente venenosa de mayor peligro por la potencia de
Arborícolas, abundantes en ecosistemas
su veneno y agresividad; está ampliamente distribuida
de bosque lluvioso; se alimentan
horizontal y verticalmente, y se ha adaptado bien al hábitat
preferiblemente de aves nectarívoras,
rural. Observe los triángulos oscuros laterales.
frugívoras, y de ranas.
13. Mano de Piedra (Atropoides nummifer) Mano de Piedra (Atropoides picadoi)
Lora (Bothriechis lateralis) Bothriechis nigroviridis
Bocaracá o Víbora de Pestañas (Bothriechis schlegelii) Oropel o Víbora de Pestañas (Bothriechis schlegelii)
14. Bothriopsis punctata Equis o Terciopelo (Bothrops asper)
Toboba de altura (Cerrophidion godmani)
Verrugosa o Cascabel muda (Lachesis stenophrys)
16. REFERENCIAS
1. Bolaños, R. 1971. Nuevos Recursos contra el Ofidismo en Centroamérica.
Instituto Clodomiro Picado, Costa Rica. 2ª ed. 30 pp.
2. Campbell, J.H. &. W.W. Lamar. 1989. THE VENOMOUS REPTILES OF LATIN AMERICA.
Corn Univ. Press. 425. pp.
3. Martínez Cortés, V. & R. Bolaños. 1982. The bushmaster, Lachesis muta muta (Linnaeus)
in Panamá. Rev. Biol. Trop. 30:100-101.
4. Martínez Cortés, V. 1983. Panamá: Nuevo ámbito de distribución para la serpiente venenosa.
Bothrops picadoi (Dunn). ConCiencia (Panamá). 10:26-27.
5. Pérez-Santos, Carlos E. 1999. SERPIENTES DE PANAMÁ. Biosfera. No. 2. 312 pp.