1. ¿Qué es la igualdad?
por Cristopher Sebastián Toaza Castro
Las clases terminaron, sin embargo no pude dejar de pensar durante todo el día en el
trabajo que mi profesora de Lengua me había pedido como deberes para el próximo día,
responder a una pregunta, ¿Qué es la igualdad?.
Pero yo no tenía ni idea de lo que significaba, ¿Igualdad? ¿De qué? ¿Para qué? Lo raro
fue que esa palabra me sonaba en la cabeza de haberla escuchado antes, pero no
recordaba dónde. Esa palabra tenía que ser importante, pero no tenía pistas, así que en
cuanto sonó el timbre y llegó la hora de volver a casa corrí hacia Pedro y Noemí, mis
mejores amigos, y les pregunté qué opinaban ellos. Ninguno de los tres lo sabíamos,
Pedro decía que creía que la igualdad tenía que ver con el trabajo, pues a su madre le
costó muchísimo conseguirlo y que en algunas ocasiones la vio llorar. Cada vez
entendía menos, debía de ser una profesión muy, muy dura. Yo decididamente esa
carrera no la haría.
Por otra parte, Noemí decía que no se trataba de una profesión sino que era algo
relacionado con las mujeres y los hombres, ¡Ahh!, ya entiendo se trata de los adultos, no
de niños.
Paramos un rato en un banco del parque camino a nuestras casas mientras me ataba los
cordones desatados y oímos los gritos de un niño y una niña que se habían caído del
columpio y al hacerse daño no paraban de llorar. El padre de la niña corrió a levantarla,
la consoló y la cogió en brazos. El padre del niño también corrió, pero solo lo levantó
del suelo y le dijo: “Vamos hombre, no llores como una niña, los chicos no lloran”. No
lo entendía, al niño le sangraban las rodillas y el padre no le dejaba llorar, sin embargo,
la niña solo se asustó y su padre la cubría de besos. Vaya, creo que definitivamente tiene
que ver con niños y no con adultos.
Mm… qué raro me resultó aquello, pero quizá de eso trataba la igualdad, de las
diferencias entre los chicos y las chicas, porque aquel padre le había dicho a su hijo que
los hombres no lloraban. Me quedé pensando en ello hasta llegar a casa, hice los
deberes, comí y salí a pasear a mi perro Pluto.
Vi salir corriendo en ese momento de la casa de enfrente a Noemí, que era mi vecina,
estaba enfadada con su madre y se sentó en el portal sin querer volver a casa. Me
acerqué y le pregunté qué le pasaba y Noemí me contó que ella quería ir a clase de
boxeo, pero que su madre no le dejaba apuntarse porque decía que era cosa de chicos.
Ya lo tengo, la igualdad tiene relación con los niños y las niñas y recordé a Pablo, un
niño de nuestra clase que bailaba claqué, pero que nadie quería ser su amigo y siempre
le gritaban “nenaza” y cosas desagradables sin sentido. La verdad yo no lo entendía, lo
había visto bailar y lo hacía de maravilla. En mi opinión si lo hacía muy bien, ¿qué más
daba ser chico o chica?.
2. Me quedé pensando mucho en ello y es que la igualdad a mí no me gustaba nada de
nada, no tenía sentido. Pero al menos ya sabía de qué trataba la igualdad y por fin
redacté mi trabajo: La igualdad trataba de que los chicos no pueden llorar, las chicas no
pueden apuntarse a boxeo o los niños no pueden bailar…. Definitivamente no me
gustaba, pero de eso se trataba la igualdad. Al día siguiente fui a clase con mi trabajo
sobre la igualdad orgulloso de haberlo comprendido al fin y tener una opinión al
respecto. Sin embargo en cuanto acabó la hora de Lengua y mi profesora me entregó mi
trabajo me sorprendí mucho ver que en letras grandes y rojas me indicaba que lo
repitiese, que aquello que yo pensaba que era la igualdad, no lo era.
De nuevo al llegar a casa, muy triste le conté a mi padre mientras terminaba de preparar
la comida, porque mi madre aún no volvía de trabajar, que la profesora me había dicho
que repitiese mi trabajo. Mi padre me pidió que le dejara echar un vistazo y me lo
devolvió moviendo la cabeza con una leve sonrisa. Yo le pregunté por qué estaba mal y
él me dijo que era una cosa que yo mismo debía descubrir, que mirase a mí alrededor y
me daría cuenta.
Terminamos de comer y mi padre se puso a fregar los platos mientras mi madre
cambiaba la bombilla de la lámpara de mi escritorio y recordé que esa palabra lo había
escuchado en el cole, en la parroquia, a mis padres, siempre seguida de una frase bonita.
La igualdad es tener las mismas oportunidades de trabajo.
Igualdad es poder expresar los sentimientos o emociones con libertad.
Igualdad es poder jugar y divertirse con los amigos sin condición de sexo.
Igualdad es poder expresar y hacer lo que nos gusta sin miedo a ser juzgado.
Madre mía, me di cuenta de que me había equivocado totalmente, la igualdad no hacía
la diferencia, marcaba que hombres y mujeres, niños y niñas teníamos derecho a las
mismas oportunidades. Me di cuenta que era afortunado porque en mi casa tanto mi
madre, como mi padre, colaboraban del mismo modo en todas las tareas.
Igualdad es una palabra corta, pero encierra un gran significado.