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índice
Agradecimientos .............................................................................. 11
PRIMERA PARTE
LOS VIRUS MENTALES
1. El caldo de cultivo: la coherencia y elsentido ............ 15
2. Los virus .......................................................................... .... 39
3. Los virus desencadenantes ............................................... 61
4. Los virus restrictivos .......................................................... 93
5. Los virus Géminis ................................................................ 125
6. Los virus asesinos ............................................................... 147
SEGUNDA PARTE
LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN
7. La terapia de virus mentales ............................................ 167
8. La depresión ......................................................................... 189
9. Las alergias ............................................................................. 209
10. El cáncer ................................................................................. 219
TERCERA PARTE .
LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO
11. Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo 245
12. Para superar el temor al fracaso y el temoral éxito .. 253
9
I V-.' í . u t i y i i i ^ r v i a ./ j v ¿v j u i n m t - c j v^ v_/i n r i  i _
CUARTA PARTE
LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR
13. Los virus íntimos ................................................................. 277
14. La comunicación sin virus ................................................ . 297
' QUINTA PARTE
HACIA LA PLENITUD
15. Conseguir los resultados quedeseamos en ia vida ... 321
16. Más allá de los virus mentales .......................................... 331
APÉNDICES
Apéndice ]: La definición de tu proyecto .................................. 339
Apéndice 11: Recursos ...................................................................... 351
Apéndice III: Tipos de virus mentales ........................ ................ 353
Apéndice IV: Ejercicios ............. ..................................................... 361
Apéndice V; Claves de conducta ................................................. 363
Apéndice VI: Soluciones antíviricas ............................................ 365
Agrádecimientos
Me gustaría expresar mi gratitud a las numerosas personas que
han hecho posible este libro, en especial a las siguientes:
Frank Weimann, mi agente, que reconoció y prestó apoyo a
mis visiones;
Adrienne Ingrum, que intervino decisivamente en llevar mis
visiones a la imprenta,
Roben Diíts, que concibió la idea de los virus mentales y dio
a conocer la PNL ai país y a mí personalmente,
Lynn Larson. que con su apoyo emocional, su fe en mis ideas
y su trabajo de revisión me ayudó a llevar a buen fin la obra.
PRIMERA PARTE
Los virus mentales
1
El caldo de cultivo:
la coherencia y el sentido
El sentido de las cosas no reside et) las cosas en sí,
smo en la actitud que observamos hacia ellas.
ANTOlNfc DE SaíNT-ÉXUPÉRY
20 de julio cié 1969. Ya había amanecido y el sol aparecía muy
por encima del horizonte, pero el cielo estaba negro como el car­
bón. Los primeros astronautas estadounidenses en llegar a la
Luna miraban expectantes hacia la Tierra desde aquel paisaje
baldío. Tras años de riguroso entrenamiento, habían llegado al
punto óptimo de coherencia física, mental y emocional y, no
obstante, estaban a punto de ser testigos de la experimentación
de una nueva forma de coherencia que tendría repercusiones
científicas espectaculares.
Con excepción de aquellos dos alienígenas terrícolas, la Luna
estaba deshabitada. O tal vez no De hecho, los impactos de los
meteoritos habían sembrado la superficie lunar de aminoácidos,
verdaderos «ladrillos» o piezas fundamentales de toda forma de
vida. ¿Cuándo podemos decir que existe vida y cuándo no?
En las profundidades de las remotas selvas tropicales de
aquella esfera celeste y acuosa perdida en el cielo, acechaban
combinaciones microscópicas de proteínas y material genético,
esperando con paciencia que llegara el momento de cobrar vida.
En sí mismas, había tan poca vida en ellas como en la Luna, si
bien en el núcleo de una célula huésped, cuando el hombre se
Jó PARTE i: LOS VIRUS MENTALES
aventurara en esas regiones, estas combinaciones volverían a
poseer el milagro de la vida, es decir, la capacidad de reprodu­
cirse. Con el tiempo, las plagas del sida, el ébola y otros virus
asolarían el planeta Tierra.
Por aquel entonces no se conocía la existencia de los virus
iniormáticos. Sin embargo, en aquel momento un fallo en los
ordenadores del control de la misión podría hacer fracasar el
experimento que estaba a punto de realizarse y, posiblemente,
poner en peligro las vidas de los astronautas. Mane, una de las
programadoras, tampoco sabía de la existencia, de los virus infor­
máticos. Sabía que sus programas eran un éxito total y, sin
embargo, aquel éxito le producía un extraño sentimiento de
decepción. Miró a su marido, jason, sin duda el hombre de sus
sueños, y se preguntó por qué, de cuando en cuando, aunque
de forma regular, ella hacía cosas que ponían en jaque la rela­
ción. Pensó en su primo, que agonizaba en la fase terminal de
un cáncer, y dejó escapar un estornudo como respuesta alérgica
al microscópico polen de julio que flotaba en el aire.
La Luna, que se encuentra a una distancia media de
384.400 kilómetros de 1a Tierra, puede ser un lugar sumamen­
te solitario. Sin embargo, es una posición inmejorable para
gozar de una buena perspectiva. Cuando observamos nuestro
mundo desde el «exterior» nos embarga una sensación muy
intensa de las cosas que son importantes en la vida y de las que
no lo son. Cuando pensamos en nuestra propia vida, y tal vez
imaginamos que nos encontramos cerca del final, ¿tenemos
una noción de lo que realmente ha sido nuestra existencia?
¿Cómo tendríamos que vivir? ¿Qué necesitamos para alcanzar
nuestras metas? ¿Qué experiencias nos habría gustado vivir?
¿Cómo tendríamos que ser para que, llegado el momento final,
pudiésemos mirar hacia atrás, sonreír y pensar: «Ha sido real­
mente una vida plena de satisfacciones»? Por otro lado, ¿qué
nos impide fijarnos un rumbo en la vida, desde cuyo final
podamos lanzar una mirada hacia atrás y sentimos plenamente
orgullosos de lo que hemos vivido? Tal vez ya hemos empren­
dido el camino, pero si no es así, ¿qué nos lo ha impedido?
Acaso:
El caldo de cultivo: Id cohe renací v e! sentido 17
• ¿lo hemos aplazado?
• ¿nos hemos visto atrapados en el engranaje de ganarnos la
vida para sobrevivir?
• ¿hay problemas de salud?
• ¿tenemos temor al fracaso o temor al éxito?
• ¿no tenemos la calidad de relaciones íntimas que deseamos?
• ¿no sabemos administrar eficazmente nuestra economía?
• ¿sufrimos de alergias, cansancio o depresiones periódicas?
Supongamos que un día descubrís que todos los obstáculos
internos que se erguían entre vosotros y vuestra capacidad de
alcanzar el destino deseado eran producto de un grupo de-virus
biológicos recién descubiertos por los científicos. Y supongamos
que también existiera una solución antivírica, sin efectos secun­
darios, que pudieseis comprar en la farmacia. ¿Acaso no seríais
los primeros en poneros a la cola? O supongamos que descubrís
que iodos estos obstáculos internos los provoca un misterioso
mecanismo de vuestro ordenador personal. Si pudieseis adquirir
un programa antivirus, ¿no lo compraríais para instalarlo inme­
diatamente?
Sin duda, estos casos hipotéticos os parecerán improbables.
Pero ¿cómo reaccionaríais si os dijera que todos los obstáculos
internos que se yerguen entre vosotros y el lugar que queréis
alcanzar en la vida son el resultado de disfunciones del pensa­
miento que tienen un parecido asombroso con los virus biológi­
cos e informáticos, una clase de virus que podríamos denominar
virus mentales? Tal vez ahora os parezca más probable. Suponga­
mos que pudiésemos disponer de una Terapia de Virus Men­
tales"'5. Al cabo de un breve periodo, podríais:
• romper con los modelos autodestructivos, como él temor al
fracaso o al éxito, las continuas postergaciones o los conflictos
internos;
• conocer alternativas eficaces que reemplacen los medicamen­
tos para aliviar alergias y depresiones;
• descubrir el eslabón perdido que sanaría vuestra mente y
vuestro cuerpo con resultados tres veces más eficaces;
Í8 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES
* reconocer los cinco tipos de «minas terrestres» que destruyen
la mayoría de las relaciones íntimas;
* comprender cómo los virus mentales matan a mucha más
gente que el sida, el ébola y los demás virus biológicos juntos;
* superar los virus mentales para usar el cerebro con precisión
de láser, ver realizadas las aspiraciones personales y alcanzar
la plenitud espiritual.
Sobre estos temas versa este libro: reconocer los virus men­
tales como la base común de los modelos amodestructivos, y
aplicar remedios antivíricos de. fácil empleo para mejorar la
salud, las relaciones, la carrera profesional, la cohesión social y
la realización personal.
satisfacción personal fue, a no dudarlo, uno de los prime­
ros sentimientos que los astronautas experimentaron al pisar
triunfalmente la superficie lunar y mirar hacia la Tierra, pensan­
do en el experimento que estaban a punto de protagonizar. «Ahí
está», observaron los astronautas cuando el destello de luz pro­
cedente de la Tierra rebotó en los reflectores angulares que ha­
bían montado. El destello recorrió con precisión milimétrica el
camino de vuelta hasta el punto de origen en la Tierra. Aquella
luz, claramente visible para ios astronautas, podía observarse
desde la Luna a niveles tan bajos como 15 vatios, potencia que
correspondería a una lamparilla doméstica. Lo que no podían
ver eran los millones de vatios de las luces de Nueva York en la
noche. ¿Cómo era posible que una luz más débil, de 15 vatios,
fuera claramente visible, mientras que ciudades enteras en la
Tierra no alcanzaran a iluminar el cielo lunar?
La coherencia
La diferencia radica en la coherencia. Cada partícula de luz de
esta novedosa y extraña fuente de 15 vatios vibraba en sincronía
con todas las demás. Todas ellas se sumaban, de forma construc­
tiva, para producir un haz coherente de luz. En cambio, la luz
normal está compuesta de partículas, o fotones, que, en general,
El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido 19
funcionan unas contra otras de manera destructiva. De modo
que 15 vatios de luz coherente brillan más que millones de
vatios de luz no coherente.
Cuando una persona se encuentra bien de salud, el cuerpo
funciona de forma coherente. Todos los sistemas trabajan juntos
y en armonía para sostener la vida y producir una sensación de
bienestar. En parte, el poder de un ordenador reside en el fun­
cionamiento coherente de sus circuitos, que ejecutan complejos
cáiculos a la velocidad de la luz. Cuando un virus biológico
invade el cuerpo, el funcionamiento deja de ser coherente. El
cuerpo debe funcionar contra sí mismo y destruir las propias
células infectadas por el virus. Los resultados de una infección
vírica pueden ser muy diversos, con un espectro de posibilida­
des que van desde un resfriado relativamente benigno hasta el
letargo de la fiebre, o a la descomposición d.e los órganos inter­
nos, como en el caso del ébola. Un virus informático que invade
los programas o afecta a la memoria del ordenador también se
traduce en una taita de coherencia en el íuncionamiento del
equipo. El resultado puede ser inocuo, como el teclado que pro­
duce un sonido extraño el día 18 de cada mes, aunque también
hay virus que destruyen los archivos guardados en el disco duro.
Un artículo publicado recientemente en Newsweek afirmaba
que e] cerebro humano es la creación más compleja de! universo
conocido. May quienes calculan que en el cerebro humano, con
sus diez mil millones de células, hay unas 10'-00 (equivalente a
un 1 con 800 ceros a la derecha) vías posibles de interacción
entre las células. La naturaleza nos ha dotado con el producto de
ingeniería más asombroso del universo, pero no ha incluido el
manual de instrucciones. Además., no siempre resulta de fácil
manejo para el usuario.
 ¿Hasta qué punto es coherente el cerebro de una persona
normal? ¿En qué medida estamos a salvo de los virus mentales?
Para formarnos una idea, podríamos preguntar cuántas personas
en este país provienen de familias de ideas claras, emocional­
mente equilibradas, familias que podríamos denominar funcio­
nales- Según la célebre psícóloga familiar Terrance Gorski, una
lamilia funcional es, ante todo, una familia que educa a ios niños
20 PARTE í: LOS VIRUS MENTALES
y les proporciona las capacidades intelectuales, emocionales y cíe
relación necesarias para actuar de forma eficaz como adultos.
Las facultades intelectuales capacitan a las personas para dar
sentido a las realidades externa e interna. Esto significa un míni­
mo de disfunciones, distorsiones y rechazos de percepción. Las
facultades emocionales, a su vez, preparan a las personas para
1) reconocer sus propios sentimientos; 2) expresar esos senti­
mientos a otras personas, y 3) ser capaces de escuchar, y atender
a, los sentimientos de los demás sin adoptar una actitud defensi­
va. Las facultades relaciónales permiten a las personas comuni­
carse con éxito en el espectro de posibles relaciones humanas,
incluyendo el mayor desafío de todos, las relaciones amorosas.
¿Cuántos de nosotros hemos observado, en los mayores que
nos cuidaban de niños, esta manera de vivir la vida plenamente
y de darnos todos las herramientas que necesitábamos? Gorski
calcula, con optimismo, que sólo un 20 o un 30 por ciento.
Nuestro nivel de coherencia
El siguiente ejercicio os dará una visión de vuestro nivel de pen­
samiento coherente.
Ejercicio 1
La coherencia de vuestro pensamiento
Contestad a las siguientes preguntas acerca de vosotros mismos.
Hacedlo con franqueza.
1. ¿Crees que, de vez en cuando, no actúas como eres, o que
experimentas un estado emocional que más tarde te desa­
grada?
2. ¿Sueles dejarlo todo para mañana?
3. ¿Sufres alergia cuando te expones a cierto tipo de polen, a
productos químicos, a alimentos o a animales?
4. ¿Has tenido bloqueos de aprendizaje en alguna asignatura
en el colegio?
E¡ calcio de cuhivo: la coherencia y el sentido 21
5. ¿Has sentido temor ante el fracaso o el éxito?
6. ¿Te resulta difícil tomar decisiones?
7. Cuando eras sohero/a y salías con alguien, ¿temías que te
rechazaran al acercarte a tu nuevo/a amigo/a?
8. Cuando mantienes una relación, ¿haces cosas estúpidas que
acaban socavándola?
9. ¿Tienes alguna inclinación por ciertas adicciones, como
fumar, comer chocolate o tomar café, aunque sepas que no
son buenas para ti?
10. ¿Sufres depresiones?
Si, como la mayoría de las personas, contestáis afirmativa­
mente a por lo menos una de estas preguntas, podréis realizar
grandes progresos para mejorar vuestra salud y conseguir la cali­
dad de relación que deseáis. Siguiendo los ejercicios y orienta­
ciones de este libro, podréis disminuir los conflictos internos,
acabar con los bloqueos de aprendizaje y, tal vez, aliviar las
alergias o la depresión.
Lo que más cuenta en la vida no es tanto lo que nos sucede o
no nos sucede, sino nuestra manera de ciar un sentido a lo que la
vida nos proporciona. Las personas más felices y mejor adap­
tadas que conozco tienen en común esta cualidad mágica, a
saber, la capacidad de dar un sentido a las experiencias de la
vida de un modo realmente útil, para liberarse de los retorcidos
g i r o s
de los virus mentales. Para entender mejor los virus mentales y
cómo nos afectan, pensemos, en primer lugar, en nuestra mane­
ra de dar un sentido a las cosas. Analizaremos brevemente:
2. El pensamiento coherente.
2. La Programación neurolingüística, que nos proporciona una
comprensión de cómo pensamos y que constituye un instru­
mento básico de la terapia de virus mentales.
3. Las fuerzas duales que nonnalmente nos motivan.
4. Nuestra manera de dar un sentido a las cosas basándonos en
el estado emocional que experimentamos.
22 PARTI". I: LOS VIRUS MENTALES
5. Cómo influye en el sentido que damos a las cosas lo que sen­
timos físicamente y nuestros mapas internos de la realidad,
ó. Cómo las creencias, los valores y el aprendizaje también
influyen en nuestra manera de dar un sentido a las cosas.
7. Cómo los virus mentales inutilizan los procesos menciona­
dos más arriba.
El pensamiento coherente
Hace siete años ¿-i Dana, una gran amiga mía, le diagnosticaron
un cáncer de ovario en estado avanzado. De las personas que
sufren este tipo de cáncer sobreviven sólo e) 15 por ciento. El
único tratamiento disponible en ese momento para mí amiga era
la agresiva quimioterapia y la introducción de tubos en sus pul­
mones y otros órganos con el fin de extraer el exceso de Huidos
acumulados. De vez en cuando, Dana me contaba cosas espan­
tosas sobre eí sufrimiento adicional de tener que someterse a tra­
tamientos médicos mal concebidos, a la burocracia, a la falta de
apoyo económico y al hecho de que se estaba muriendo con sólo
cuarenta y dos años. Sin embargo, lo que yo encontraba real­
mente notable en ella era que, a pesar del dolor y el sufrimiento,
casi siempre lograba dar un toque humorístico a estas situacio­
nes, o al menos contarlas con humor.
Dana era una mujer que se entregaba totalmente a su singu­
laridad, de una manera casi Indica, encantadora e infantil. En
una ocasión, me como que había vendido su casa para comprar
una barcaza y vivir en ella, porque pensó que aquello sería una
aventura. Las personas se sentían magnetizadas de forma natural
por su capacidad para estar aquí y ahora, y para ver el lado posi­
tivo y divertido de las cosas que le sucedían. Sospecho que esta­
ba más viva durante su agonía que muchas personas que gozan
de perfecta salud. Como podéis imaginar, las visitas entraban y
salían del hospital para embeberse de su presencia y aprender su
secreto vita) antes de que falleciera.
Todas las tradiciones religiosas y espirituales nos dicen que
así deberíamos vivir, viendo el lado bueno de las cosas, recono­
El caldo de cultivo: 'a cohcrcncía y el sentido
ciendo lo que hay de valioso en todo lo que nos sucede. Por des­
gracia, en la mayoría de los casos no nos dicen cómo vivir de
esta manera. ¿Cómo puede una persona como Dana seguir ade­
lante, emocional y espiritualmente, y mantener su encanto inte­
rior en las peores condiciones? ¿Cómo puede un Thomas Edison
fracasar miles de veces en la fabricación de una bombilla y seguir
adelante, sin tener la certeza siquiera de que a la larga funciona­
rá? ¿Cómo pueden algunas personas mantener una concentra­
ción que les permite aprender una lengua extranjera en uno o
dos meses? Creo que se trata de ejemplos del poder de un pen­
samiento genuinamente coherente.
Fijaos de cuando en cuando en aquellos días especiales,
cuando iodo parece que funciona tal como deseáis. Macéis lo
correcto en el momento correcto. El partido de tenis ha sido
espectacular, o habéis dado con las respuestas apropiadas en una
reunión importante. A veces parece que aquel día no podría
haber sido mejor m aunque lo hubieseis planeado. ¿Acaso días
como éstos suceden al azar, o hay alguna otra explicación?
Ejercicio 2
Aquellos días tan especiales
Haced una lista de Las cualidades que. según vosotros, hacen
de esos días especiales algo único. ¿Cómo os sentís físicamen­
te? ¿Qué emociones tenéis? ¿Cómo veis el mundo? ¿Reconocéis
algún sonido especial? ¿De qué tipo de creencias de aquellos
días especiales sois conscientes? Durante un par de minutos,
anotad todas las características que podáis, ío más rápidamente
posible.
A continuación, presentamos una lista de las cualidades más
frecuentemente citadas en respuesta a este, ejercicio. Comparad­
las con vuestra propia lista:
• Me siento relajado.
• Todo encaja.
• Me siento espontáneo.
• Estoy contento y lleno de energía.
24 PAKIT. I: TOS VIRUS MEN'LAI.ES
* E! iia parece más luminoso.
• Laj cosas me salen a pedir de boca.
* Mi estado de. ánimo contagia a otras personas.
• ¡.Sun dias sumamente raros'
¿Cómo encajan estas cualidades con vuestra experiencia?
F.stos días son el resultado, a menos en parte, de un pensamien­
to coherente. Por otro lado, el pensamiento no coherente nos
deprime a causa de problemas mucho más pequeños que los que
padecía Dana (las facturas mensuales, los desacuerdos en nues­
tras relaciones personales, o la limpieza de la caja del gato). Vivir
y ser fieles a nuestro carácter único, como hizo Dana, es un com­
ponen te importante del sentido que damos a la vida. Incluso
puede darnos una clave para que ese tipo de días especiales se
repitan más a menudo.
Asi, tomé la decisión de hacer de la revelación del secreto de
Dana un objetivo prioritario de mi crecimiento personal. Sólo
in año más tarde, cuando seguía un curso de Programación
neurob'.-güística (PNL), descubrí mi primera clave.
La Programación neuroUngüística
La Programación neurolingüística, o PNL, fue desarrollada en
1975 por John Grinder y Richard Bandler en la Universidad de
Calilomía en Santa Cruz, y fue popularizada años más tarde por
Tony Robbins con su éxito editorial El poder sin límites.: La PNL
proporciona unas técnicas sencillas peío poderosas paTa cambiar
el comportamiento y nuestros estados emocionales, para influir
en otras personas y tomar como modelo a personas sobresalien­
tes. Estos métodos se aplican actualmente en la educación y en
las terapias cié relaciones personales, en los negocios, el deporte
y la motivación personal para la consecución de logros y aspira­
ciones.
Grinder y Bandler iniciaron su trabajo tomando como
1 Tony Robbins, El potít:) sin íjmtrtrs, Grijaíbo, Barcelona, 1993.
Eí ccúiio de cultivo: ¡a cohy.reuthi v d sentido 25
modelo a un grupo de grandes comunicadores, Lerapeutas y
sanadores: Millón Erickson, Virginia Salir y Frilz Perls, y luego
copiaron ios resultados «mágicos» que obtenían estas personas.
Al estudiar PNL, empecé a vislumbrar las posibilidades del
pensamiento coherente. Además, Roben Dilts, uno de mis for­
mado res, fue una de las primevas personas a las que oí hablar
de la expresión virus mentales para describir un extraño conjun­
to de distunciones en el pensamiento humano que producen
un comportamiento autodesiructivo y distorsionan la coheren­
cia mental. F_n PNL, coherencia mental también equivale a con­
gruencia, es decir, a no estar en conflicto con uno mismo y con­
seguir que nuestros aspectos inconscientes funcionen como un
iodo armónico.
La PNL estudia cómo procesamos la experiencia sensorial,
cómo representamos la información en nuestra mente y cómo
damos sentido a lo que experimentamos en la vida.
El prefijo neuro se refiere a la neurología, o sistema nervioso.
El término lingüística se refiere a los modelos lingüísticos, es
decir, cómo el lenguaje influye en nuestra manera de pensar y
qué revela el uso de las palabras acerca de nuestros modelos
inconscientes de la realidad. Los modelos lingüísticos se relacio­
nan con los modelos de pensamiento. Hay fundamentalmente
tres maneras de pensar; ,
• pensamiento visual, en el que elaboramos una imagen en
nuestra mente;
• pensamiento auditivo, que nos permite tener un diálogo inte­
rior o conversación con nosotros mismos;
• pensamiento cinestésico, relacionado con las sensaciones o
emociones internas.
Ui visual, ia auditiva y la cinestésica (V/A/O son modalidades
del pensamiento y la percepción.
Programación se refiere a una secuencia de la experiencia sen­
sorial externa e interna, V, A o C, que experimentamos para
alcanzar un estado emocional, como sentirse motivado, frustra­
r / ' M w L_ i . v í v i u ; n
do, concentrado o deprimido. Por ejemplo, cuando pongo en
práctica aquello de «ya lo haré mañana», podría:
• ver que hay que limpiar el garaje (visual externo, o Vc);
• oír una severa voz interior que me dice: «Tienes que hacerlo»
(auditivo interno, o A‘);
• oír otra voz interior, quizá mi lado rebelde, que dice: «No
quiero hacerlo» (auditivo interno, o A’);
• imaginar iodos ios detalles tediosos necesarios para llevar a
cabo la tarea (visual interno, o V) y, finalmente.
• sentirme paralizado por el conflicto interior entre tener que
hacerlo y no querer hacerlo (anestésico interno, o C).
En resumen, mi programa o estrategia para aplazar la reali­
zación de una tarea se perfila de ia siguiente manera:
La razón por la que mi programa «ya lo haré mañana» fun-
i_.l CtAK-ÍV' *.*«. v v * - » -
clona larybien es que es incongruente: en mí hay aspectos iruer*
nos en conflicto. Cuando entendí esto, descubrí mi primera
clave para entender el secreto de cómo Dana pensaba y vivía.
Clave número I: Ser congruentes en nuestro pensamiento. Tra­
bajar para que miesfros aspectos mentales y nuestros aspectos
em ocionales se Alineen con nuestro ca rá cter único y nuestro
atractivo interior.
Desde luego, esto significa lograr la paz entre los aspec­
tos internos en conflicto y entrar en contacto de manera más
intensa con lo que hace que nos sintamos únicos como seres
humanos y que sigamos el camino más fiel a nuestro carácter
único.
Otra clave para comprender nuestra manera de dar un senti­
do a las cosas consiste en analizar tas fuerzas duales que condu­
cen a la motivación.
¿Qué nos motiva en la vida?
Algunos partidarios de ia PNL sostienen que sólo hay dos fuer­
zas presentes en lodo comportamiento y motivación humana.
Éstos son el temor a sentirse mal (experimentar estados emocio­
nales dolorosos) y el deseo de sentirse bien (experimentar esta­
dos emocionales placenteros).
Lo que la mayoría de nosotros deseamos en la vida, es decir,
felicidad, amor, bienestar, poder, c*ito, etc., son simplemente
estados que nos hacen sentir bien.
Ejercicio 3
La motivación en nuestros objetivos
Dibujad tres columnas verticales en una hoja. En la primera
escribid una lista de cinco objetivos importantes qiie os gustaría
alcanzar en el plazo de un año. Junto a cada uno de éstos, en la
segunda columna, anotad por qué es importante para vosotros
28 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES
lograrlos. En la tercera columna, escribid la emoción o pensa­
miento que experimentaríais al lograr cada uno de ellos.
¿Es uno de vuestros objetivos tener más dinero7 Si la res­
puesta es sí, ¿por qué queréis más dinero? Tal vez digáis que
queréis comprar algunas cosas. Y yo preguntaría: ¿por qué que­
réis comprar esas cosas? Vosotros diréis que el hecho de poder
comprar lo que queréis os hace sentir poderosos. Por lo tanto,
sentirse poderoso es el estado agradable que buscáis, y el dinero
es uno de los medios para alcanzar dicho estado. Si vuestro obje­
tivo es tener una relación, puede que éste tampoco sea el objeti­
vo fundamental. ¿Qué es lo importante para vosotros en tener la
clase de relación que deseáis? Tal vez os agrade el sentimiento de
estar enamorados, o quizá la relación de pareja hace que os
sintáis más seguros, o tal vez os sentís más conectados cuando
existe el compañerismo de por medio. Una vez más, lo que real­
mente perseguís son estos estados agradables. Tener un coche
nuevo podría daros un sentido de libertad. Tener una orienta­
ción espiritual podría dar más sentido a la vida.
Ejercicio 4
Estados emocionales de temor
Enumerad rápidamente cinco estados emocionales que evitaríais
a cualquier precio. Pueden ser estados como la humillación, la
depresión, el agobio, la ira, la confusión o el temor.
Supongamos que un/a amigo/a os invita a hacer algo que
nunca habéis hecho, como ir a bailar salsa, visitar una feria de
productos informáticos o saltar en las camas elásticas. Al valorar
cada una de estas posibilidades, ¿con qué emociones relacionáis
aquella actividad? Si la relacionáis con el aburrimiento, la humi­
llación o el temor por vuestra integridad física, estados que a
cualquiera de nosotros nos gustaría evitar, es probable que no
sigáis adelante. Por otro lado, si asociáis la idea con una posible
aventura, con un momento de diversión o con la posibilidad de
conocer gente, es más probable que participéis. En parte, enten­
der y dar un sentido a lo que la vida nos presenta consiste en
juzgar inconscientemente si lo que vivimos nos conducirá a un
estado placentero o doloroso.
E¡ caído de cultivo: la coherencia y el sentido 29
Cómo valoramos las experiencias de la vida
Si esto es cierto, entonces ¿qué determina si lo que vivimos es
emocionalmente doloroso o placentero? Aparte el dolor físico
puro y duro, esto no siempre es evidente. Puede que una per­
sona asista a una clase de danza y cometa muchos errores y,
aun así, que se divierta mucho, mientras que otra persona vi­
virá la misma experiencia como una humillación. Habrá quien
encuentre al hombre o la mujer de sus sueños, se enamore
y se sienta maravillado por la vida, mientras que otros, igual­
mente enamorados, se sentirán paralizados por la idea de la
intimidad.
Desde la perspectiva de la PNL, la evaluación dolorosa o pla­
centera de las experiencias vividas viene determinada por
1) nuestra fisiología, 2) nuestros modelos o mapas mentales
sobre qué aspecto tiene para nosotros el exterior (lo que deno­
minamos representaciones internas), y 3) la manera en que nues­
tros modelos de la realidad coinciden con nuestras expectativas,
valores y relaciones.
Esperamos naturalmente que el aprendizaje y la facultad de
dar un sentido a las cosas generen un mapa interno de la reali­
dad más o menos preciso. Sin embargo, he descubierto que bajo
las circunstancias adecuadas, aprender y dar un sentido a las
cosas puede generar dislunciones en el pensamiento que con­
duzcan a la incongruencia, es decir, a los «virus mentales» que
mencionaba Robert Dilts. '
La fisiología
Nuestras sensaciones físicas (o fisiología) tienen un profundo
efecto en la manera en que damos un sentido a las cosas. ¿Nos
30 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES
sentimos descansados? ¿O cansados? ¿Tenemos energía? A
menudo, observamos que aquellos dias especiales se producen
después de un buen sueño restaurador o de una sesión de fisio-
dinámica o de cualquier actividad con la que nos sentimos físi­
camente vivos y vibrantes.
Una buena fisiología depende de una dieta adecuada, del
ejercicio, del descanso y de evitar el consumo de drogas. Sin
embargo, otros factores como la postura, la respiración, a veces
lenta y profunda, o el movimiento de los músculos faciales, pue­
den tener un impacto profundo en la fisiología. Por ejemplo, en
un estudio realizado con personas que manifestaban síntomas
maniaco-depresivos, se pidió a un grupo de pacientes que dedi­
caran 15 o 20 minutos al día a sonreír. Al cabo de un tiempo
estas personas experimentaron una mejoría notable en compara­
ción con el grupo de control. El resultado se explica por el hecho
de que la sonrisa estimula la secreción de los neuropéptidos y
neurotransmisores que el cerebro produce de forma natural
cuando experimenta una sensación de bienestar.
Adoptar la fisiología de un estado emocional que deseamos,
como si estuviésemos experimentando aquel estado, es una de
las maneras más rápidas para inducir dicho estado.
Ejercicio 5
El marco «como si»
Supongamos que lo que vais a aprender en este libro trans­
formara vuestra vida y os permitiera realizar hasta los sueños
más osados. Si supierais con certeza que esto va a suceder,
¿cómo estaríais sentados? Os sugiero, entonces, que os sentéis
de esa manera. Pensad en cómo respiraríais si os sintieseis en
plenitud de facultades y controlarais vuestro destino. Respirad
de aquella manera y observad qué sentís. ¿Cómo sería vuestra
expresión facial en ese estado? Os sugiero que adoptéis esa
expresión. Una vez que hayáis hecho todo esto, volved a obser­
var qué sentís.
El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido 31
Las representaciones internas
¿Habéis visto alguna vez esos documentales de la televisión
sobre la naturaleza en los que las cámaras nos enseñan el mundo
tal como lo ven los gatos? Los gatos poseen una visión nocturna
excepcional. Entonces el documental contrasta esa visión con la
de los reptiles, que son capaces de percibir el espectro infrarrojo.
A continuación, para mayor contraste, el documental nos descri­
be el ojo de la mosca. Este insecto tiene una estructura visual
de múltiples imágenes del mundo. Cada animal ve el mundo de
una manera asombrosamente diferente y única. Si estos ani­
males pudiesen de alguna manera comunicarse entre sí y des­
cribir el mundo que ven, ¿cuál de ellos lo estaría viendo correc­
tamente?
Algunas personas dirán que ninguno cíe ellos. Pensarán que
los seres humanos son los únicos animales que ven el mundo
correctamente. Sin embargo, hay que recordar que los pájaros
poseen una agudeza visual muy superior a la nuestra. De hecho,
todos los animales, mediante la visión y los demás sentidos, se
crean un modelo o mapa interno único del mundo.
Es evidente que nosotros no percibimos directamente la rea­
lidad sino un modelo neurológico, las Representaciones Internas
creadas por nuestros sentidos. Sin embargo, debemos compren­
der que nuestros mapas internos no representan con total preci­
sión lo que sucede en nuestro entorno o en nosotros mismos.
Lino de los supuestos básicos de la PNL es que F.t. m a p a n o f,s f.i.
TERRITORIO. •
El menú no es la comida. 1.a ecuación no es la realidad física.
Sin embargo, estos ejemplos proponen una manera más o menos
precisa de representación de la realidad. Conscientemente, nos
centramos en una o varias cosas a la vez, de modo que las innu­
merables impresiones que, segundo a segundo, bombardean
nuestros sentidos son filtradas inconscientemente. Nuestros
valores, creencias y expectativas también pueden causar distor­
siones, omisiones y generalizaciones en la manera de percibir las
cosas.
>2 PARTh 1 LOS VIRUS MENTALES
Laís DETORSIONES. ¿Alguna vez os ha sucedido que, después de
cenar con amigos en un restaúrame, habéis tenido que poneros
de acuerdo para dejar la propina? Uno de vuestros amigos dirá
que ei servicio era bueno, porque suele acudir a un restaurante,
donde es mucho más lento, Otro pensará que la camarera era
grosera, porque interrumpía la conversación cada vez que se
acercaba a la mesa. Tal vez otro pensará que la camarera era cáli­
da y amistosa porque le recordaba a su tía preferida. Cada uno
de vosotros habrá tenido la experiencia de la misma camarera,
pero vuestras percepciones han sido cfi>-íorsionacfci.s por asociacio­
nes y expectativas anteriores sobre cómo ésta debía realizar su
trabajo.
Las OMISIONES. En este momento, al leer estas líneas, ¿sois cons­
cientes de vuestra respiración (o lo erais ames de que yo lo men­
cionara)? ¿Sois conscientes de los latidos de vuestro corazón?
¿Cómo sentís el codo izquierdo? ¿Oís el ruido del tráfico en la
calle? De hecho, a nuestro cerebro llegan miles de percepciones
en todo momento, pero sólo prestamos atención consciente a
una o, a lo más, a unas cuantas a la vez. Lil aspecto positivo de
esto es que podemos centrarnos conscientemente en aquellas
pocas cosas que hemos seleccionado y que requieren nuestra
atención. El aspecto negativo es que omitimos de la conciencia
la gran mayoría de la información sensorial que percibimos.
Las GENERALIZACIONES. Supongamos que es un caluroso día de
verano y habéis decidido ir a pasar el día a la playa con algunos
amigos. Una de vuestras amigas se distrae observando a una
familia cuyos miembros discuten y se insultan. Su conclusión
es que la gente en esa playa no es muy amistosa. Otro amigo se
fijará en un grupo de músicos que tocan ritmos africanos con
sus tambores, y concluirá que la gente de esa playa es muy
creativa y tocan bien en conjunto. Tal vez veréis a gente pescan­
do, jugando con un plato volador o al voleibol, de modo que
llegaréis a la conclusión de que a la gente de esa playa )e agrada
hacer deporte.
Parte del aprendizaje y la comprensión de cómo funciona la
£'! caldo de cultivo; la cohenmciu y el sentido 33
realidad tiene que ver con la formulación de reglas o generaliza­
ciones. Las generalizaciones son fundamentales para hacer la
vida algo más predecible, y pueden ser restrictivas o erróneas
cuando se formulan demasiado rápidamente o sin los datos sufi­
cientes.
Las distorsiones, omisiones y generalizaciones son como fil­
tros que limitan y distorsionan nuestros mapas internos. Aparte
de eso. incluso es probable que las percepciones no distorsiona­
das no sean las mismas para cada uno de nosotros. ¿Acaso
vemos todos el color azul de la misma manera? ¿U oímos los
mismos sonidos en un concierto? ¿O experimentamos el mismo
sabor con un helado de tresa? Lo dudo. Más bien, cada uno
posee unas Representaciones Internas únicas de estas y otras
experiencias. Nuestras percepciones internas son, probablemen­
te, can únicas como un copo de nieve. Por desgracia, la mayoría
de nosotros suponemos de forma inconsciente que los demás
poseen el mismo mapa interno de la realidad. Esto puede provo­
car problemas cuando nos relacionamos o trabajamos con otras
personas.
Una vez creado un modelo interno de lo que experimenta­
mos en la vida, el siguiente paso para darle sentido lo damos
cuando lo evaluamos inconscientemente. Lo hacemos compa­
rando eí modelo interno con las creencias, los valores y las aso­
ciaciones que hemos aprendido en el pasado. Observad que aquí
el punto clave no es que comparamos la verdadera realidad con
lo que esperamos que sea, sino que comparamos nuestro mode­
lo interno, más o menos distorsionado, con la manera como cre­
emos que. deben de ser las cosas.
-D an, me he sentido muy humillada durante la fiesta -le
reprochó Doris-. ¡No parabas de coquetear con esa chica en el
rincón del salón, y todo el mundo se ha enterado! ■
Dons estaba irritada, en parte porque creía en la regla tácita
de que, cuando se tiene una relación de pareja, su amigo no
debe flirtear con otras mujeres, sobre todo cuando ella estaba
presente. Parece bastante justo, siempre y cuando Dan comparta
la misma creencia o norma. Pero aquí surgen dos problemas. Por
un lado, puede que la idea de Dan del coqueteo sea difereníe,
34 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES
aunque tenga una relación de pareja. Si esto es cierto, tendrán
que resolverlas diferencias entre las creencias y valores que tiene
cada cual.
El segundo problema es que Doris comparaba su norma o
expectativa con su representación interna de lo que Dan estaba
haciendo. Esto puede ser completamente diferente de sus sentí'
mientos y acciones. ¿Cómo sabía ella que él coqueteaba de ver­
dad? ¿Cómo, sin hablar con nadie en el salón, sabía que todos lo
veían coqueteando?
Al igual que la mayoría de nosotros, Doris se enfadó porque
se había violado una norma o expectativa inconsciente. ¿Pero vio­
lada por qué? En este caso, su norma no ha sido violada por la
realidad sino por una interpretación interna distorsionada. Dan
conocía a aquella chica, quería presentársela a Doris, pero no
lograba recordar su nombre. ¡Qué pérdida de energía emocional!
Estas evaluaciones inconscientes son las que producen esta­
dos placenteros, temor o dolor. Pensemos que una persona
podría ganar la lotería y; al cabo de un. tiempo, sentirse deprimi­
da. Lo más probable es que una parte de esa persona crea que
no es justo tener tanto dinero, y que esa creencia no concuerde
con su Representación Interna de tener demasiado dinero.
¿Cómo es posible que un gran maestro como Sócrates, al ser
sentenciado a muerte y obligado a beber cicuta, se sirviera de
esa experiencia para enseñar a sus alumnos lo que experimenta­
ba mientras la cicuta surtía su efecto mortal? Su manera de pen­
sar relacionaba el aprendizaje a partir de nuevas experiencias,
incluso de la muerte, con el placer. Estas evaluaciones incons­
cientes que conducen al placer o al temor de sentir dolor se
basan en lo que hemos aprendido en el pasado y cómo lo hemos
aprendido.
Creencias, valores y aprendizaje
El aprendizaje tiene una cara oculta. Por un lado, nos permite
dar un sentido a la vida, en primer lugar a través de la memoria,
asociando acontecimientos y experiencias relacionados; en se­
¿11 CíUGQ CIZ C W t l V O . IU L ly;«.M ’1. w, J
gundo lugar, a través de creencias y expectativas basadas en nues­
tra comprensión de cómo y por qué las cosas suceden así, y, en
tercer lugar, a través de las partes (modelos de pensamiento
construidos específicamente para protegernos de alguna mane­
ra, sepultando recuerdos que podrían ser demasiado dolorosos).
Casi todos los aspectos de la vida tienen que ver con el aprendi­
zaje, y éste es fundamental en la organización de nuestro mapa
interno de la realidad y para orientarnos en la vida.
Por otro lado, el aprendizaje puede generar errores en el pen­
samiento. Las asociaciones, ese mecanismo tan básico de la
memoria, pueden ser erróneas. Las creencias, que normalmente
nos permiten comprender las cosas de la vida, pueden ser res­
trictivas o discapacitadoras. Los modelos mentales que hemos
construido para protegernos tal vez entren en conflicto con otros
modelos, lo que crearía conflictos interiores.
En resumen, el pensamiento coherente se da:
1. con el apoyo de la fisiología;
2. cuando creamos un mapa interno de lo que experimentamos
con un mínimo de distorsiones, omisiones y generaliza­
ciones;
3. cuando las creencias, valores y asociaciones que utilizamos
de forma inconsciente para evaluar nuestra experiencia son
más o menos precisos, productivos y eficaces para conducir­
nos a estados agradables y alejarnos de estados dolorosos o
de temor.
El pensamiento no coherente
¿Qué produce la incoherencia o incongruencia mental y emocio­
nal? ¿Por qué en ocasiones las motivaciones se desvanecen?
¿Cómo se explica que a veces tengamos miedo de estados positi­
vos y nos sintamos atraídos por lo negativo? En mis catorce años
de trabajo con clientes y con más de quince mil participantes en
mis seminarios, estoy convencido de que el problema está rela­
cionado con las disfunciones del pensamiento a las que ya he
36 PARTb 1: IO S VIRUS MENTALES
aludido, que se parecen asombrosamente a los virus biológicos e
informáticos. Como hemos señalado, éstas pueden provenir de
la cara oculta del aprendizaje: asociaciones erróneas, creencias
restrictivas o discapacúadoras, y aspectos internos en conflicto.
Las experiencias emocionales significativas constituyen el caldo
de cultivo de estos virus. Los virus mentales inducen los siguien­
tes estados:
• temor al fracaso o al éxito;
• conductas autodestructívas;
• ansiedad ante las matemáticas u otros bloqueos de apren­
dizaje;
• preocupaciones y culpas injustificadas,
• expresiones de ira destructiva;
• compulsiones y adicciones;
• conflictos interiores, que muchos médicos y psicólogos ven
como causa importante o como catalizadores de eniermeda-
des crónicas y degenerativas;
• modelos destructivos de comunicación en las relaciones ín­
timas.
Cuando comprendamos los tipos y estructuras de los virus
(véase capitulo 2), el carácter único de cada uno de los cuatro
tipos de virus (véanse capítulos 3-6), la Terapia de Virus Menta­
les™ (capítulo 7) y cómo la eliminación de los virus mentales
puede mejorar nuestra salud y potenciar nuestra carrera profe­
sional, las relaciones amorosas y el crecimiento personal (capítu­
los 8-14), tendremos una visión de las posibilidades para crear
un pensamiento coherente y congruente, similar al de persona­
jes como Sócrates o mi amiga Dana. Dana, de hecho, admiraba a
los grandes pensadores y personajes históricos que manifestaban
esa claridad de pensamiento, a gente como Edison, Emstein y
los primeros hombres en la Luna.
Los astronautas miraban hacia la Tierra, asombrados, des­
pués de haber sido testigos del poder de aquella novedosa luz,
extraña y coherente. Si en ese momento hubiesen tenido pre­
sente el pensamiento coherente, tal vez se habrían preguntado por
delicio de cultivo: la cohe r a í; ¡a y el sentido 37
Ja magnitud del poder mental que podría generar ese tipo de
coherencia, y cómo el hombre podría transformar la vida en la
Tierra.
Sin embargo, la Tierra se veía asolada desde hacía tiempo
por una epidemia de incoherencia. Aunque esta epidemia mata­
ría a más personas que todas las epidemias víricas biológicas por
venir, curiosamente no sería reconocida como epidemia vírica
antes de que pasaran 26 años. Entre tanto, tres de los más gran­
des sanadores y terapeutas de aquella época (Milton Erickson,
Fritz Perls y Virginia Satir) estaban sentando las bases de los
remedios antivíricos.
2
Los virus
Nuestros peores enemigos,
ios que debemos combatir en primer lugar,
viven en nosotros mismos.
M íg u e i. d e C e r v a n t es
Wil, uno de mis clientes, había sido profesor universitario.
Había pasado los últimos ocho años de su vida sumido en una
búsqueda espiritual en un lugar de retiro y meditación. Un día
decidió no volver a la universidad y se inscribió en un programa
de formación para iniciar una nueva profesión. En una ocasión,
io llamé para que me contara cómo le iban las cosas.
-N o demasiado bien -m e explicó. Una vez acabada la for­
mación, mi amigo había contraído una grave infección en los
dedos del pie. En los últimos meses había consultado varias
veces con un médico, que le había recetado antibióticos para
acabar con la infección, pero ésta persistía. Ya que su mal le
impedía ponerse zapatos, Wil no podía salir a buscar trabajo.
-W il -le dije-, cuando sales a buscar trabajo tienes que pisar
fuerte, por decirlo de algún modo, ¿no es así?
-Pues sí, ¡así es! -convino él.
-Y la verdad es que no puedes pisar fuerte con los dedos
infectados -aventuré.
-No, supongo que no.
-¿Crees que puede haber alguna otra cosa, aparte de la infec­
ción bacteriana7 -inquirí.
39
PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES
~No lo sé. Puede ser.
Al cabo de un rato, Wil se desentendió del tema v me contó
un relato de ciencia í’cción que acababa de leer. Unos físicos
habían descubierto el secreto de la máquina del tiempo y podían
viajar a cualquier época del pasado, de modo que decidían vol­
ver al periodo jurásico para conocer a los dinosaurios. Después
de armarse y equiparse adecuadamente con instrumentos cientí­
ficos, se internaban en el túnel del tiempo.
Lo que descubrían era completamente diferente de lo que se
esperaban. En aquella ¿poca, la Tierra estaba habitada por una
colonia de alienígenas gigantes. Estos extraterrestres habían
encontrado la manera de reducir la gravedad de la superficie de
la Tierra a una sexta parte de su valor normal.
Los alienígenas gigantes criaban a los dinosaurios como ins­
trumentos para 1.a guerra en otros planetas Los físicos, que no
aprobaban este abuso de los recursos de la Tierra, descubrían la
manera de modificar la gravedad para que volviera a su valor
normal, lo cual provocaba la extinción de dinosaurios y aliení­
genas.
Sin embargo, los alienígenas lograban «sobrevivir» en forma
de virus. Su venganza consistía en infectar a todo ser vivo en la
Tierra, desde las bacterias hasta plantas, animales y seres huma­
nos La única manera de que evolucionara la vida en la Tierra
era que cada forma de vida desarrollara una respuesta inmuni-
tana a estos virus invasores. Al aparecer la inteligencia artificial,
los virus habrían cambiado a una fonna más idónea para infec­
tar ios ordenadores. Una vez más, la única' forma de supervi­
vencia de los ordenadores era mediante la creación de sistemas
inmunitarios de programación antivírica.
Wil opinaba que el pensamiento humano es la más alta
expresión de la evolución en la Tierra, el producto secundario
de aquella especialidad que hemos desarrollado como forma de
vida, a saber, la corteza cerebral. Pero los virus también habían
mutado para infectar el pensamiento humano. Algunas tradicio­
nes espirituales habían profetizado un nuevo paso evolutivo de
las conciencias, una «Era de Iluminación» en un futuro cercano,
en algún momento después del año 2000. Sin embargo, esto no
Las virus 41
ocurriría hasta que reconociésemos los virus de nuestro pensa­
miento por lo que son y desarrolláramos una respuesta inmuni-
taria apropiada.
Yo comprendía que después de ocho años de reclusión y
profunda meditación, había un marcado sesgo de espiritualidad
en la manera de pensar de Wil. No sé si había reproducido fiel­
mente la historia, pero me gustó mucho su interpretación.
Para volver sobre el problema de sus dedos, sugerí:
-Tal vez tengas un virus. -Él me aseguró que la infección era
bacteriana y no vírica, pero se mostró dispuesto a consultar y
descubrir qué emociones, creencias o antiguos condicionamien­
tos podrían haber influido en su infección. De hecho, yo sospe­
chaba que un virus mental podría haberla desencadenado, o
impedía que su cuerpo sanara.
¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que sois vuestro
peor enemigo, como si de vez en cuando hicierais cosas que difi­
cultan vuestro éxito? La primera vez que escuché a Roben Dilts
utilizar el término virus menta1 para describir estos modelos
autodestructivos del pensamiento me dije que era una bonita
metáfora. Algo en mi se preguntaba si no había algo más. ¿Tie­
nen algún tipo de estructura estas disfunciones? ¿Se reproducen
y alimentan una intrincada vida propia, a la manera de los virus
biológicos e informáticos? ¿Qué rasgos lumen en común con los
virus biológicos e informáticos? ¿Y qué diferencias? ¿Cómo
infectan y se propagan?
Para responder a estas preguntas, realicé una investigación
sobre los virus biológicos e informáticos y me dediqué a obser­
var más de cerca la estructura de las disfunciones del pensamien­
to durante las consultas de mis clientes.
Los virus biológicos
Septiembre de 1915. La primera guerra mundial ya ha comenza­
do. Nuevas armas letales (el gas mostaza, la ametralladora
y los tanques) han sido probadas en esta «guerra que acabará
con todas las guerras». Millones de vidas serán sacrificadas. Sin
42 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES
embargo, el arma más mortífera de todas se está reuniendo en
algún lugar del sur de China. El insólito sistema de lanzamiento
son los patos migratorios.
En el invierno y primavera de 1918-1919, tres años después
de la mutación vírica que se produjo espontáneamente en el
sur de China, el mundo vivió un brote pandémico de gripe que
mató a más de 20 millones de personas. Esta cifra equivalía
aproximadamente al 1 por ciento de la población mundial, y era
superior al número de víctimas de todas las batallas de la prime­
ra guerra mundial. Incluso hoy en día, el virus de la gripe suele
originarse en el sur de China y tarda unos tres años en llegar a
Estados Unidos. La producción de vacunas para la gripe de­
pende de los análisis sobre la gripe que ha afectado a patos, cer­
dos y personas en el sur de China tres años antes.
Un virus es una madeja de material genético de ADN o ARN
recubierta de una proteína. A veces se lo describe como «mal
agüero recubierto de proteínas» o «material genético rebelde».
Al parecer, los virus infectan a todas las formas de vida en el pla­
neta, desde los paros hasta las setas, bacterias y personas. Algu­
nos virus infectan sólo a cierto tipo de especies. Por ejemplo, la
viruela sólo afecta a los seres humanos. Otros, como la gripe,
pueden cruzar las fronteras entre una y otra especie e infectar
patos, cerdos y seres humanos.
La morbilidad de los virus y la facilidad con que se propagan
son factores que se miden según el denominado nivel de biosegu-
ridcid. A pesar de lo mortífero que resulta ser el virus del sida, no
se propaga con demasiada eficacia, y sólo se sitúa en un nivel 2
de bioseguridad. En la parte superior de la escala, los virus de
nivel de bioseguridad 4, es decir, los virus calientes, se propagan
rápida y fácilmente, y es imposible curarlos. Los virus tropicales,
como la fiebre de Lassa o el ébola, pertenecen a esta categoría.
Los virus han existido a lo largo de toda la historia. Una antigua
inscripción egipcia2que data de 1500 a.C. muestra aun hombre
con la pierna atrofiada, una imagen que se interpreta como
secuela de la poliomielitis. En los siglos xm y xiv de nuestra era,
2. «Víruses», NíUitfnt?? Geograplric, julio de 1994, pp. 64 -86.
Les virus
la peste bubónica acabó con la cuarta parte de la población de
Europa. La viruela, que Cortés y su pequeño grupo de conquis­
tadores llevaron por primera vez al Nuevo Mundo, acabó con
casi una tercera parte de la población azteca. '
La morbilidad de los virus depende del tipo de célula que
infectan y de la rapidez con que se multiplican. Fuera de la célu­
la huésped, un virus prácticamente carece de funciones vitales.
Cuando ataca a una célula, el virus puede penetrar en ella o
inyectarle su material genético. Una vez dentro, se adueña del
mecanismo de reproducción de .la célula para duplicarse. Se
puede reproducir lentamente, y en ocasiones se escapa a través
de la membrana de la célula (un proceso llamado germinación), o
se puede reproducir de forma violenta y reventar la célula.
Por lo general, los virus infectan a cierto tipo de células. La
gripe y el resfriado común atacan a las células del aparato respi­
ratorio, la. hepatitis afecta al hígado, y el VIH ataca nuestra pro­
ducción de defensas contra los virus, los linfocitos denominados
células T citotóxicas.
, Nuestras defensas naturales contra la invasión vírica consti­
tuyen el sistema inmunitario. Los linfocitos llamados células T
auxiliares realizan un barrido de las células humanas para detec­
tar las infectadas por el virus. La membrana celular posee un
código proteico en su parte exterior que indica qué tipo de fun­
ción cumple. Las células infectadas por el virus suelen tener un
código proteico diferente que las células T auxiliares detectan.
Una vez que el sistema inmunitario detecta las células infecta­
das, envía destacamentos de células T citotóxicas para destruir­
las junto con su contenido vírico.
Algunos virus más versátiles pueden ocultarse del sistema
inmunitario. Por ejemplo, el virus herpes simple, salvo brotes
ocasionales, se oculta en las células nerviosas. El Vil! se oculta
en nodulos impenetrables para el sistema inmunitario, localiza­
dos en unos nodulos linfáticos durante los años de relativa lateri­
cia antes de la manifestación del sida. Por desgracia, durante este
periodo el VIH se multiplica y muta. Cuando los nodulos final­
mente explotan, el sistema inmunitario se ve desbordado al
detectar numerosas mutaciones del virus original.
44 PARI E 1: LOS VIRUS MLNTALLS
La mayoría de los virus exóticos o asesinos provienen de
regiones remotas de las selvas tropicales. La posibilidad de una
epidemia vírica como el VIH, que se calcula "habrá infectado a
unos 40 millones de personas hacia finales de este siglo, ' era
impensable hace poco más de 15 arios. Pero debido a la explota­
ción indiscriminada de los bosques tropicales, perpetrada en
conjunto por la agricultura, el turismo y la urbanización, hay
más personas potencialmente expuestas a los virus asesinos. Y,
como señala Richard Presión, autor de The Hot Zone [Zona
caliente] / el hábitat natural de estos virus asesinos se encuentra
a sólo veinticuatro horas de vuelo de cualquier gran ciudad del
mundo. Una epidemia masiva de virus calientes, como el de la
película Outbrcák [Estallido], no es del todo imposible.
Sin embargo, paradójicamente, cuanto más rápido se repro­
duzca el virus y más mortífero sea, menos probabilidades ten­
drá de sobrevivir. En regiones remotas, las víctimas del virus
ébola y de otros virus calientes mueren con tal rapidez que es
fácil decretar una cuarentena de la población afectada para
detener el brote. Afortunadamente, el ébola no se transmite por
el aire, y es poco probable que mure para adoptar una varian­
te que se propague por el aire. Sin embargo, si existiera un
virus caliente que se propagara por el aire, acechando en
la selva hasta que fuera transportado a una ciudad de gran­
des dimensiones, se podría producir una catástrofe. Con la
explotación permanente a la que están sometidos los bosques
tropicales, es probable que el sida no sea )a última epidemia
vírica.
Los virus informáticos
En lo profundo de un área de máxima seguridad vigilada por
sensores inlrarrojos, rejas de acero y cerraduras apropiadas, IBM
guarda una colección del software potencialmente más peligroso
 * rhc Outbrcak o i Ft-ar», Wivsv.n' k, 12 de o javo de 1995, :>p 5>
4. Rn'iiarcl P:tbion, Zcnu ujíicíuc, t mece, Barcelona. 1994.
Los virus 45
del mundo:' un laboratorio en Hawthorne, Nueva York, ha reu­
nido 500 de los 6.000 virus informáticos conocidos. Puesto que
los nuevos virus informáticos se producen a un ritmo de más de
100 al. mes, las empresas fabricantes de programas antivirus
experimentan ciertas dificultades para mantenerse al día.
Un virus informático es un código de programación con ins­
trucciones para reproducirse, es decir, hacer copias de sí mismo
ahí donde sea posible. Al copiarse, el virus se multiplica, inva­
diendo otros programas y ordenadores. Además de las instruc­
ciones para reproducirse, el virus lleva un programa para efec­
tuar travesuras. Por ejemplo, el virus Ripper cambia al azar pares
de números creando hojas de cálculo caóticas. El virus dominical
apaga los ordenadores sólo los domingos y obliga a los adictos a
trabajo a tomarse el día Ubre y divertirse. Otros, más perversos,
pueden, causar daños en la pantalla del ordenador o en el disco
duro. Algunos expertos estiman que las empresas gastan unos
3 mil millones de dólares al año para recuperar datos perdidos
por culpa de los virus informáticos.
Se sabe de la existencia de los virus informáticos desde hace
más o menos una década, pero saltaron al primer plano el 6 de
marzo de 1992 con la alerta del virus «Michelangelo». Este virus
amenazaba con dañar el acceso al disco duro de todos los orde­
nadores del mundo. La alerta acabó siendo, como en la mayoría
de los casos, una falsa alarma, con sólo unas pocas infecciones.
Sin embargo, obligó a empresas y usuarios particulares a instalar
programas antwirus.
A diferencia del virus biológico, su homólogo informático
está construido por el hombre, elaborado por bromistas o por
personas resentidas que actúan como si tuvieran alguna cuenta
que saldar. Los virus informáticos no se transmiten por el aire,
de modo que los ordenadores se contagian por contacto directo,
sobre lodo mediante disquetes infectados. Sin embargo, los
ordenadores también pueden, infectarse a través de programas
recibidos desde Internet o a través de un módem.
>. JoVm R Wiike. «íiow Scien'isr.s .Stalk Crafiy Computer Virases».
The Wall 5rr<vr Journal, 29 ce agosto tie 1994.
46 PARTE l: LOS VIRUS MENTALES
Cuando un ordenador contrae un virus, éste se puede incrustar
en otros programas dentro del ordenador y, potencialmente, en
otros ordenadores. Los virus se introducen en los programas, pero
en la mayoría de los casos alguien debe ejecutar el programa y acti­
var el virus para que éste pueda duplicarse y llevar a cabo su tarea.
Los programas antivirus los detectan buscando las instruc­
ciones más comunes de autocopia y comparando los tamaños de
los -archivos con el tamaño que deberían tener. Es un método
eficaz porque los virus suelen aumentar el tamaño de los archi­
vos. Sin embargo, los virus se están volviendo cada vez más ver­
sátiles, y han desarrollado encriptaciones y otros medios para
disimular sus estragos y ocultar su presencia. IBM está desarro­
llando un innovador «sistema inmunitario» para los virus infor­
máticos que podría detectar los nuevos virus, producir nuevos
anticuerpos digitales y, por ejemplo, enviar a todos los ordena­
dores de una red una señal para «eliminar» a los intrusos.
Stephen Hawking, el conocido físico teórico y autor de Una
breve historia del tiempo, ha postulado que los virus informáticos
son lo más cercano a una nueva forma de vida que el hombre ha
llegado a crear. La capacidad de reproducirse insufla «vida» a
estos programas. Fred Cohén, científico y consultor informático,
ha ido más allá y ha afirmado que los virus informáticos pueden
tener unos beneficios positivos como portadores «vivos» de
información en.Internet.6 Podrían distribuir programas, limpiar
archivos viejos o recopilar información de múltiples bases de
datos. Tom Ray, un ecologista de la Universidad de Delaware, ha
desarrollado una «reserva natural» para virus llamada Tierra. Se
trata de un ecosistema informático en el que los virus en compe­
tencia pueden interactuar, mutar y evolucionar.
Los virus mentales
Diane, una de las participantes en mi seminario de formación de
PNL, era muy alérgica a los gatos. En una ocasión, trabajábamos
6 . «!s There a Case for Viruses?», Newsweek. 27 de febrero de 19y5.
wmm~ •
Los vi rus
i i
' 47
el tema de la «PNL y la salud». Casi una tercera parle de los par­
ticipantes eran médicos y entre ellos había varios especialistas en
alergias.
Cuando llegamos al capítulo de las alergias, los formadores
sostenían que éstas eran producto de un virus. Yo siempre había
pensado que eran producto de la caspa de los gatos, del polen,
de ciertos alimentos, de sustancias tóxicas en el medio ambien­
te, etc. Para ilustrar la idea de la posible implicación de los virus
mentales, los formadores pidieron a Diane que se acercara para
poner en práctica un proceso mental que en muchos casos per­
mite que desaparezcan los síntomas de la alergia.
Diane era tan sensible a la presencia de los gatos que con
sólo imaginarse uno le lloraban los ojos y se le irritaban las
mucosas nasales. El formador guió a Diane a través de un pro­
ceso alérgico que abordaremos en el capítulo 9. Después de
30 minutos de este proceso, Diane alcanzó un punto en que
podía imaginarse los gatos con gran lujo de detalles sin sufrir los
síntomas de la alergia. Pero aquello no acababa ahí. La prueba
final consistía en saber si Diane tendría la misma respuesta no
alérgica en presencia de un gato de verdad.
Nuestro curso de formación se dictaba en la Universidad de
Santa Cruz. Ahí suele haber muchos gatos deambulando por los
bosques de secoya de la costa, así que buscamos uno para poner a
prueba a Diane. Por desgracia, no dimos con ninguno. Alguien
debió de poner sobre aviso a los gatos, porque no vimos un solo
felino en los días siguientes. La opinión de Diane sobre los gatos
mejoró mucho, de modo que al menos en el aspecto mental y emo­
cional del tema (el virus mental) el problema parecía solucionado.
¿Qué es un virus mental?
El doctor Tad James, un formador de primera línea de la PNL,
ha dado una definición que podríamos aplicar a los virus. Su
7. Tad James, The Basic Nl.P Training Colkxtion, Advanced Neurodyna-
niics, Honolulú, 1990.
48 PARTF. I: LOS VIRUS MLNTALtS
definición también sugiere la existencia de estructuras vincas,
james sugiere que en todos nosotros hay partes del inconsciente
que, en mayor o menor medida, están funcionalmente aisladas
del resto del sistema nervioso. La comunicación entre una parte
(lo que denomino virus mental) y el resto del inconsciente es
más o menos limitada. Por lo tanto, el virus es una parte del sis­
tema nervioso que, literalmente, cobra vida propia. Filtra y dis­
torsiona las maneras en que damos un sentido a la vida y genera
un pensamiento incoherente e incongruente.
1:1 grado de incongruencia que el virus mental produce
depende de la intensidad con que el virus bloquea la comunica­
ción entre éste y el resto de la mente inconsciente. De hecho,
una parte de la terapia de virus mentales implica disolver o
«reventar» este límite para permitir que el virus se integre otra
vez vil el conjunto del inconsciente.
Tipos de virus
En mis investigaciones he identificado cuatro tipos de virus men­
tales: virus desencadenantes, virus restrictivos, virus Géminis y virus
asesinos. Todos tienen una estructura única, y todos son producto
de errores del aprendizaje (la «cara oculta» del aprendizaje que
hemos comentado en el capitulo 1). Los virus asesinos (que son,
literalmente, eso) son una combinación de los tres antenores.
LO S VIRUS DESENCADENANTES. Las asociaciones, tan elementales
para la memoria, pueden ser erróneas y generar virus desencade­
nantes. Si habéis tenido una relación amorosa, habréis observado
que de vez en cuando vuestro compañero o compañera habla
con un tono raro, un tono de voz que, por alguna razón inexpli­
cable, os pone los pelos de punta. O tal vez suceda que vais por
la autopista y, sin motivo alguno, alguien os adelanta a gran velo­
cidad y os hace un corte de mangas. Ni siquiera conocéis a aque­
lla persona, su conducta no tiene nada que ver con vosotros y,
aun asi, el gesto os saca de quicio. O quizá cada vez que cogéis
un libro de matemáticas sentís que os invade un sudor frío.
Los virus 49
Todos éstos son ejemplos-de virus desencadenantes. Una
determinada experiencia extema activa de forma automática una
antigua obsesión o un estado emocional negativo. En algún
momento del pasado, el inconsciente vinculó de manera errónea
el desencadenante externo con la emoción negativa.
LOS v i r u s RESTRICTIVOS. Se trata de creencias que, aunque nor­
malmente permiten comprender las cosas de la vida, pueden
ser restrictivas y discapacitadoras, y se convierten en virus res­
trictivos.
• «Me encamarla tener mi propia empresa, pero no tengo valor
ni paciencia para montarla.»
■ «Nunca seré tan inteligente como mi hermana mayor.»
• «Me encantaría tener dinero, pero eso significa que tendría
que aprovecharme de los demás, y yo jamás lo haría.»
Éstos son ejemplos de virus restrictivos (decisiones o creen­
cias que nos limitan y nos incapacitan). La estructura de los
virus restrictivos, al igual que otros virus mentales, contiene una
intención positiva. Por eso es tan difícil cambiar nuestras creen­
cias de manera consciente. Lo cierto es que la mayoría estamos
convencidos de que no podemos cambiar nuestras creencias,
aunque éstas nos incapaciten.
LOS v i r u s GÉMINIS. Los componentes o modelos mentales cons­
truidos para protegernos pueden oponerse a otras partes inter­
nas y crear un conflicto en nosotros. Ambas partes en conflicto
son como los gemelos del signo Géminis, que buscan un equili­
brio en valores opuestos. ¿Habéis tenido alguna vez una expe­
riencia en que no os sentíais como vosotros mismos, o experi­
mentabais un estado emocional que más tarde os irritaba?
También habréis observado, en alguna ocasión, que una parte
de vosotros quiere hacer una cosa, por ejemplo hacer la declara­
ción de la renta, mientras que otra parte quiere irse a dormir
para estar en forma al día siguiente. Cada parte tiene su inten­
ción positiva y su propio conjunto de creencias y valores. De
rAKLt i: LUb VIRUS MENTALES
hecho, una de esas partes bien desarrollada puede convertirse
en una pequeña gran personalidad.
Las partes en conflicto son virus mentales en el sentido de
que producen un conflicto interior y un comportamiento incon­
gruente. Los virus son gemelo? porque todo aspecto mental
interno que participa en un conflicto interior tiene un aspecto al
que se opone. Lo que resulta asombroso es que estos aspectos
opuestos como gemelos en conflicto siempre tienen la misma
intención positiva para aquel que los "vive.
Los v i r u s ASESINOS. Estos virus crean adicciones, comporta­
mientos autodestructivos compulsivos y tendencia a la violencia.
Suelen ser combinaciones de virus desencadenantes, restrictivos
y Géminis, que literalmente matan (más de un millón de perso­
nas al año en Estados Unidos). Estos virus son los que poseen Ja
estructura más compleja y los de mayor arraigo psicológico. Una
vez que el individuo que padece estos virus está dispuesto a
cambiar, y está convencido de que debe cambiar, los métodos de
la terapia de virus mentales se encuentran entre los más rápidos
y eficaces para el alivio de este mal.
l./As estructuras de los virus mentales
Fn algunos casos, puede incluso que los virus tengan sus pro­
pias creencias y valores, que serían del todo diferentes de
aquellos a los que la persona normalmente se adhiere. Sin
embargo, a diferencia de los virus informáticos, indepen­
dientemente de lo autodestructivo o restrictivo que es el virus
mental, siempre encierra una intención positiva para el indivi­
duo, La intención positiva es incongruente con el comporta­
miento que el virus realmente produce, de modo que esto crea
incongruencia, conflictos internos e incoherencia en el pensa­
miento de la víctima.
He aquí un ejemplo. Lucy, una amiga mía, tenía un precicso
conjunto de muebles de caoba en el comedor. Cada vez que yo
la visitaba y su familia estaba comiendo, observaba que nadie lo
Las virus 51
hacía en la mesa. Cada cual comía por su cuenta en distintos
lugares. Cuando le pregunté a Lucy por qué era así, me contó
que ella y su ex marido solían tener muchas disputas y discusio­
nes a la hora de comer. Ahora, ella y sus hijos procuraban man­
tenerse lejos de la mesa con el fin de evitar sentimientos de diso­
nancia. Este tipo de respuestas se denomina desencadenante
espacial o ancla espacial. Como virus desencadenante, la idea
de sentarse a la mesa despertaba un sentimiento de disensión, de
ausencia de armonía. La intención positiva del virus consistía en
evitar estos sentimientos; Sin embargo, el hecho de que cada
cual comiera por su cuenta en diferentes lugares de la casa crea­
ba un sentimiento de disensión. La intención y el comporta­
miento eran incongruentes.
Los virus desencadenantes se activan cuando un desencade­
nante visual (V), auditivo (A) o anestésico (C) se asocia incons­
cientemente con un estado cinestésico negativo (C‘), es decir,
una emoción, comportamiento o compulsión negativo. La rela­
ción entre el desencadenante y el estado se llama sinestesia. V/C
es una sinestesia visual-cinestésica. A/C una sinestesia auditivo-
cinestésica, y C/C una sinestesia cinestésico-cinestésica.
r Intención
posiuva
+
V
Emoción, comportamiento o compulsión negativo
Virus desencadenantes'. Un estímulo visual (V), auditivo (A) o
anestésico (C) cataliza un estado negativo ( O , es decir, una
emoción, un comportamiento o una compulsión negativos
52 PARTE I. LOS VIRUS MENTA LE-S
uención positiva
c - creencias
v = valores
Agujero o pum o ciego; «No se me da
mucho esto*. <-jarnás podría hacer eso»
Comportamiento negativo actuar como
si las 'imitaciones lueran verdaderas
Virus ?c'sfnc(¡v.^: Una creencia restrictiva, o una decisión restricti­
va del pasado, provoca un agujero o «punto ciego» que aiecta a
nuestro potencial para hacer algo o para ser de una determinada
manera, y el comportamiento restrictivo se veducí.
Los virus restrictivos se producen con la adhesión inconscien­
te a una creencia o a una decisión restrictivas. A menudo la
intención positiva está inspirada en la seguridad, para «prote­
ger» a la persona de la vergüenza o la humillación. El virus crea
un agujero o punto ciego, en el sentido de que omitimos la per­
cepción o la experiencia que podría tener un significado positi­
vo, como «Tal vez soy realmente atractivo/a», o «Quizá podría
ser rico/a», o «Tal vez podría aprender una lengua extranjera».
El comportamiento negativo se produce porque actuamos como
si la creencia negativa fuera verdad.
Los virus Gcminis se generan con la creación de un aspecto
interno donde las conductas, las creencias y los valeres se opo­
nen a un aspecto gemelo contrario. A menudo, cuando aflora la
intención más noble o positiva de cada gemelo, son iguales. Para
alcanzar un estado de calma y paz interior, con frecuencia tene­
mos que integrar dos partes gemelas en conflicto.
Una vez más, los virus desencadenantes, restrictivos y
gemelos son los principales virus. Pueden combinarse de diver­
sas maneras para iormar virus más complejos, incluyendo los
virus asesinos.
Los virus 53
Normalmente la misma intención positiva
* ____________i_____________*
Comportamientos, creencias y valores opuestos
Virus Gc-mmis: Partes internas en conflicto con comportamien­
tos. creencias y valores opuestos suelen tener la misma inten­
ción oosiíiva
Cómo se cultivan e infectan los virus mentales
Los errores en el aprendizaje proporcionan la mecánica de la for­
mación del virus mental. Al parecer, el caldo de cultivo está
constituido por experiencias emocionales importantes. Muchos
psicólogos creen que comenzamos la vida con una experiencia
de plenitud o unicidad. A través de experiencias emotivas rele­
vantes (las dolorosas) y la formación de virus mentales, esa ple­
nitud queda hecha añicos.
El doctor Tad James también ha elaborado un modelo para
explicar cómo perdemos esta plenitud.0 Esto es lo que ilustra el
gráfico de la página 52. El eje vertical representa la intensidad
de la experiencia emocional relevante. La parte inferior repre­
senta un estado de plenitud. Cuando nos desplazamos vertical­
mente hacia arriba, la intensidad de la experiencia emocional
aumenta la fragmentación de la plenitud. La intensidad en si
misma depende:
8. Tad James, tbk!
54 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES
• de lafuerza del estado emocional;
• del ritmo al que se ha producido el cambio de estado emocio­
nal, y
• de la frecuencia, con que se ha producido aquel estado.
Por ejemplo, un niño puede haber vivido un aumento progre­
sivo de la violencia de los padres a medida que el padre o la
madre se embriagaban. Otro niño habrá tenido una experiencia
igualmente intensa a partir de un umco incidente en que el padre
o la madre, de manera brusca e impredecible>se ponía violento.
En este modelo, una persona sin experiencias emotivas nega­
tivas relevantes comenzaría por la parte inferior del estado de
plenitud. Dentro de esta plenitud se encuentra el conjunto habi­
tual de nociones, ideas y sentimientos. Cuando nos desplazamos
hacia arriba, con una intensidad creciente de la experiencia emo­
cional, en algún punto debería existir un umbral a partir del cual
----------------------------------- 
¡morbidad de experiencias .
emocionales importantes
A
Aiuínpies personalidades
Umbral dei síndrome de múltiples personalidades
Fobias
Compulsiones
Aspectos gemelos del virus Géminis
Dcsencade nantes negat ivos
Creencias o decisiones restrictivas
Umbral de los virus mentales
Nociones Ideas
PLcM TUD
V
Los virus
aparecieran disfunciones en el pensamiento, es decir, virus men­
tales. Cuanto más intensa sea la experiencia emocional, más
marcadamente se perfilarán los límites entre e.1 virus mental y el
resto del sistema nervioso. La comunicación entre la parte del
sistema nervioso que conforma el virus mental y el resto del sis­
tema nervioso encuentra obstáculos adicionales, y el virus se
vuelve más independiente y funcionalmente autónomo.
Un extremo de esta situación se produce hacia la parte supe­
rior de la escala, con la formación de múltiples personalidades.
Aquí, la comunicación entre las partes se encuentra tan bloquea­
da que las diversas personalidades desconocen la existencia de
las demás. Es de sobra conocido que las múltiples personalida­
des suelen ser producto de una infancia en la que se han sufrido
abusos intensos y frecuentes, y en la que los cambios de estado
eran rápidos c impredecibles.
C aracterísticas com unes de los virus m entales
En mi. investigación he descubierto siete características que los
virus mentales tienen en común con los virus biológicos e intor-
máticos.
1. El virus no puede vivir ni permanecer activo si no es en el interior
de uncí célula huésped. Los virus biológicos- demuestran una
capacidad nula para reproducirse o llevar a cabo sus funcio­
nes vitales fuera de ]a célula huésped Los virus informáticos
solo son activos y capaces de reproducirse cuando el progra­
ma o procedimiento de arranque al que se han adherido está
en funcionamiento. Los virus mentales sólo se activan cuan­
do el circuito neuronal (aquella parte del inconsciente que
contiene el virus) se activa a través de ciertos modelos lin­
güísticos, de estímulos sensoriales, o al pensar en una situa­
ción que evoca a aquel virus o aspecto.
Si tenéis temor al éxito, debéis ver la posibilidad del éxito
o pensar en ello para que ese temor se active. Si sufrís de una
alergia específica, tenéis que ver el gato o experimentar el
56 PARTÍ: I: LOS VIRUS MENTALES
polen para que se active la red neuronal donde se aloja el
vinis mental.
2. Los virus se pueden reproducir. Al parecer, el único objetivo de
los virus biológicos es reproducirse. Los virus informáticos se
reproducen por diseño. Los virus mentales se pueden repro­
ducir al generalizar un contexto. Por ejemplo, si hemos teni­
do una experiencia con una serpiente que nos ha provocado
temor, es posible que desarrollemos una fobia contra todo
tipo de reptiles. Los virus asesinos relacionados con la droga-
dicción, la violencia doméstica, el tabaquismo, etc., también
tienen la lamentable tendencia a reproducirse en el seno de
las familias de generación en generación.
3. Los virus son egocéntricos. Para el virus biológico, la célula hués-O O
ped no tiene importancia. Su única preocupación es utilizarla
como medio para reproducirse. Al virus informático no le
importa el programa ni el ordenador en que se aloja. Se limita
a reproducirse y a cumplir con las perversas instrucciones de
su código. A la larga, los virus mentales efectivamente se sirven
de la experiencia de la persona en la que se alojan como un
objetivo esencial. Sin embargo, debido al flujo de información
inhibido al otro lado del límite del virus, éste actúa a partir de
su propio programa. No tiene «conciencia» de su propia
incongn.ien.cia; el comportamiento autodestructivo que produ­
ce no concuerda con su intención más noble. Como ejemplo,
a menudo tenemos la compulsión de comer alimentos a los
que somos alérgicos. Ingerimos alimentos para sentirnos bienT
pero en este caso acabamos sintiéndonos mal.
4. Los virus producen incoherencia en el sistema infectado. La inva­
sión de virus biológicos obliga al cuerpo a funcionar contra sí
mismo, es decir, a destruir sus propias células infectadas por
el virus. Los virus informáticos obligan al ordenador a fun­
cionar contra sí mismo a partir de instrucciones contrarias
entre programas y virus. Como hemos señalado más arriba,
los virus mentales conducen a conflictos internos y a creen­
cias y comportamientos autodestructivos.
5. El objetivo de los virus puede ser incongruente con su actividad. Si
un virus biológico tiene demasiado éxito al reproducirse, des­
Los virus 57
truirá la célula, será incapaz de seguir reproduciéndose y, a la
larga, perecerá. Los virus informáticos que tienen éxito hasta
el punto de estropear el ordenador pierden su capacidad para
propagarse a otros ordenadores. Y, como he mencionado, el
objetivo principal del virus mental es incongruente con el
comportamiento que produce.
6. Algunos virus pueden entrar en el sisíemciy permanecer ocultos a
la vigilancia del sistema. El virus del herpes pertenece a un tipo
que se oculta en las células nerviosas y es invisible en el orga­
nismo hasta que se vuelve activo en un brote. El virus infor­
mático sleahh [furtivo] puede permanecer oculto a los pro­
gramas antivirus, pites intercepta los mensajes de análisis y
devuelve un mensaje que confirma que todo funciona bien.
Muchos virus mentales se encuentran absolutamente ocultos
a la conciencia de la persona en la que se alojan. Hay mujeres
que juran: «Jamás seré como mi madre». Pero más allá de la
conciencia, se convierten en personas iguales a sus madres.
Hay hombres que se enfadan con sus amantes a propósito de
ese mentado tono de voz, ignorando que aquel tono no es
más que un desencadenante.
7. Los virus pueden tener usos positivos. Los virus biológicos cons­
tituyen la herramienta básica de la ingeniería genética, y es
probable que se conviertan en uno de los principales instru­
mentos de la medicina. Puede que los virus informáticos se
conviertan algún dia en información «viva» en Internet. En el
capítulo 7 veremos que reintegrar al virus en la plenitud del
inconsciente permite mantener y utilizar la intención positiva
del virus. Además, se pueden utilizar los desencadenantes
positivos como medio para alcanzar estados deseados, corno
la motivación, la sed de aventura y la concentración. Tam­
bién se pueden utilizar para reprogramar modelos de com­
portamientos improductivos.
Sin embargo, si los virus mentales son análogos a ios virus
biológicos y los virus informáticos, ¿acaso no solemos asociar los
virus con las epidemias? Si esto es así, ¿con qué epidemias rela­
cionaríamos los virus mentales?
58 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES
Cuando pensamos en ello, ¿cuál es la epidemia más mortífe­
ra de nuestro tiempo? ¿El sida, e] ébola, la gripe o los presupues­
tos del Gobierno? Cada uno de éstos, desde, luego, tiene su saldo
de víctimas. Pero la epidemia más generalizada y dañina de
nuestro tiempo se cobra más de un millón de vidas al año en
Estados Unidos, y deja otros tantos hendos. Se trata de una epi­
demia social basada en un pensamiento distorsionado que pro­
voca drogadicción, enfermedades degenerativas evitables, depre­
sión, violencia social y falta de realización personal y familiar,
aunque gocemos de los niveles más altos de riqueza, comodidad
tecnológica y disponibilidad de información de toda la historia
de la humanidad. Los virus mentales constituyen la base no
reconocida del pensamiento distorsionado responsable de esta
epidemia.
Si reconocemos que hay una epidemia social y comprende­
mos que todos estos problemas comparten el terreno común del
pensamiento distorsionado e incoherente, estamos dando los
primeros pasos para solucionar este problema. Las formas de
vida en este planeta han evolucionado hacia sistemas mmunita-
rios de protección contra los virus, y los ordenadores cuentan
con programas para protegerse de los virus inlorn-ráticos. ¿Cuál
es la respuesta immmi tarja a los virus mentales?
Durante una plaga biológica, como la peste bubónica que
asoló Europa en la Edad Media, no todos contraen la enferme­
dad. Algunos incluso se ven afectados pero luego se recuperan.
Este segundo grupo de personas es.especialmente interesante
puesto que han desarrollado anticuerpos para combaíir el mal.
En principio, podemos copiar (es decir, tomar como modelo) la
respuesta inmunitaria de estas personas, aislando ei anticuerpo
de sú sangre y reproduciéndolo para otro.
En el caso de los virus mentales, cuando intentamos supe­
rarlos mediante un mero cambio de nuestro comportamiento o
recurriendo a la fuerza de voluntad, no funciona, porque el
inconsciente mantendrá la intención positiva del virus. Las solu­
ciones antivíricas del apoyo psicológico y la psicoterapia tra­
dicional pueden funcionar, pero a menudo requieren tiempo y
recursos económicos considerables. ¿May algo más práctico? Yo
Los virus
he dado con una clave observando y reflexionando sobre mi
amiga Dana.
Clave número 2: Tomar como modelo a personas (como Dana)
que estén relativamente libres de virus mentales o que se hayan
recuperado de ellos.
Aparte de Dana, ¿dónde podría encontrar este cipo de perso­
nas, y si las encontrara, cómo haría para tomarlas como modelo?
Con estas preguntas en mente, las respuestas comenzaron a sur­
gir en los años que siguieron al fallecimiento de Dana. Una de
las respuestas surgió bajo la forma de una antigua técnica mental
proveniente de la región del Himalaya. Otras respuestas surgie­
ron a partir de mi formación en PNL y de mi trabajo con clientes
y participantes de mis seminaríos.
Una de las contribuciones más ím portantes de la PNL. en el
ámbito del pensamiento, coherente es la creación de modelos
muy específicos (figuras del deporte, pensadores creativos,, tera­
peutas que ayudan a ia gente a superar el pensamiento infecta­
do por el virus» y personas que se han desprendido de esta
mentalidad defectuosa). He descubierto y reunido un conjunto
de tratamientos antivíricós que he denominado Terapia de Virus
Mentales1'1. Gran parte de los objetivos de la psicoterapia y de
las prácticas espirituales consiste en reintegrar la psique a su
plenitud original. A través de la Terapia de Virus Mentales1*1,
podemos proporcionar unos procedimientos prácticos para
conseguirlo.
Recuerdo haber discutido acerca de esta epidemia social con
Diane durante nuestra formación de PNL, unos tres dias des­
pués de que ella se sometiera al procedimiento de la PNL para
las alergias. Me contó, muy entusiasmada, que por fin había
encontrado un gato. Dijo que se acercó a! animal con cautela y
que no sintió ninguno de ios síntomas de la alergia. Cogió al
gato en los brazos, y los síntomas seguían sin aparecer. Final­
mente, frotó su nariz contra el pelaje del gato y constató que los
síntomas habían desaparecido del todo. Sus síntomas alérgicos
habían desaparecido. Los profesionales que practican es^e proce­
60 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES
dimiento con sus clientes han informado que la tasa de éxito en
personas que sufren alergias específicas es del 80 por ciento.
Algunos años después, le contaba a mi amigo Wil el caso de
Diane y los gatos mientras intentábamos entender qué sucedía
con sus dedos infectados. Después de cuarenta y cinco minutos
de procesar la información y preguntarnos por diversos aspec­
tos de su inconsciente, descubrimos que una parte de él real­
mente quería comenzar esta nueva carrera, pero otra parte pen­
saba que hacerlo sería un insulto a su padre. Éste había muerto
cuando Wil era bastante joven, y no había sido un hombre de
grandes iniciativas en su profesión.
Era evidente que Wil sufría un conflicto interior dictado por
un virus Géminis. Trabajé otros cuarenta y cinco minutos con él
para ayudarle a resolver temas relacionados con su padre y a
reintegrar las partes en conflicto. No supe de él en varios días,
hasta que me llamó y me contó que el dedo había comenzado a
mejorar la tarde misma de nuestra consulta, y que ahora se esta­
ba recuperando. Al cabo de una semana, había recobrado la nor­
malidad.
Los virus desencadenantes
3
Si vas a perder los nervios
al menos hazlo con inteligencia.
ANÓNIMO
Desde las alturas de Sierra Nevada, en California, el cielo de
noche es un espectáculo sobrecogedor Recuerdo que hace algu­
nos años estaba tendido en mi saco de dormir contemplando
este espectáculo. Había escalado con la mochila hasta los tres
mal metros de altura, muy por encima de la bruma y las luces de
la ciudad, que vuelven opaco el cielo nocturno para los que
viven en ella. A veces, las estrellas parecen más densas que la
negra oscuridad que las separa. Además, a mediados de agosto
se produce un maravilloso fenómeno cósmico llamado «lágri­
mas de san Lorenzo», una lluvia de meteoritos que se hace visi­
ble cuando la órbita de la Tierra se cruza con los restos de la cola
de un enorme cometa. Estas «estrellas fugaces» dejan a su paso
una estela brillante que se desplaza llenando la mitad de la bóve­
da celeste, aunque la mayoría de estos meteoritos no superan el
tamaño de un grano de arena. Se queman a gran altura, sin cau­
sar daño, volatilizados por la fricción de la atmósfera.
En 1908, los campesinos de la región de Tunguska, en Sibe-
ria, observaron un meteorito que no era tan inocuo. La explo­
sión que provocó al chocar contra la Tierra fue tan potente que
barrió y arrasó una superficie de 50 kilómetros de diámetro. Por
el tamaño del área arrasada por la explosión, los científicos
61
62 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES
dedujeron que tenía que haber sido enorme. Sin embargo, jamás
se ha encontrado rastro alguno de la materia de la que están
hechos los meteoritos. ¿Qué desató esta explosión? Si fue un
meteorito, ¿por qué produjo un efecto contrario al esperado, y
no dejó huella de su paso? Al igual que el meteorito de Tungus-
ka, los acontecimientos pueden producir efectos opuestos a lo
que esperamos. La verdadera causa de la explosión sigue siendo
un misterio hasta el día de hoy, a pesar de que los científicos han
propuesto teorías muy aventuradas para explicarlo.
Durante aquella excursión a la montaña pensaba en la explo­
sión de Tunguska y en mi primera lectura del supervenías de Dee-
pak Chopra, La curación cuántica " En este libro, Chopra cuenta la
historia de un paciente adicto a la heroína. El doctor Chopra trató
a este paciente y, en cuestión más o menos de un año, logró que se
liberara de su antigua adicción y se integrara en un trabajo estable.
Hasta que un día este paciente tomó un tren, en un contexto que
le era familiar desde antaño, y de pronto algo misterioso desenca­
denó en él una necesidad incontrolable de consumir heroína. Aun­
que parezca irracional, el hombre volvió a su antigua adicción.
El enfoque bolista del doctor Chopra en relación a la cura­
ción de la mente y el cuerpo, que él denomina curación cuántica,
promueve la salud física, mental y espiritual mediante los instru­
mentos de la medicina convencional occidental, las prescripcio­
nes ayurvédicas y la meditación. Sin embargo, algo falta en el
rompecabezas de la curación de (a mente y el cuerpo.
Leyendo al doctor Chopra me preguntaba por qué cuando nos
planteamos objetivos y visiones claras a veces basta el mero recuer­
do de ciertas experiencias para que no lo consigamos.
Los desencadenantes
Cuando conocí a Amy comencé a entender qué era lo que fal­
taba. Amy era la brillante y atractiva hija de un amigo mío, y
9. Deepak Chopra, Quaníum lieaitng, Bantam Books, Nueva York, 1989.
[Trac!, casi.: La cumción-cuántica, Plaza Sr Janés, Barcelona. 1997.!
Los virus desencadenantes 63
estudiaba medicina. Nos sentamos a cenar y mi amigo trajo la
ensalada. En un gesto extraño, Amy se levantó y fue hasta el
otro lado del salón, sacó sus llaves del bolso, luego las dejó
donde las había encontrado y volvió a la mesa. Cuando mi
amigo sirvió los demás platos, Amy repitió este breve ritual.
Cuando trajo el postre, hizo lo mismo. Mi amigo le preguntó a
su hija qué hacía con las llaves. Ella respondió sencillamente
que era impórtame para ella cerciorarse de que sus llaves esta­
ban donde tenían que estar.
-Sin las llaves no puedes ir a ninguna parte -dijo.
De alguna manera, el hecho de servir la comida había desen­
cadenado en Amy la compulsión de cerciorarse de que sus llaves
estaban a buen recaudo.
¿Alguna vez os ha sucedido que entráis en una tienda y oléis
un perfume que no habíais olido en años? De pronto volvéis
atrás en el tiempo y os sentís como hace diez años. O cuando
vais en coche y, de pronto, en la radío tocan una canción que no
habíais vuelto a escuchar desde la época del colegio. De repente
viajáis en el tiempo y estáis en una fiesta del instituto. Quizá se
os aparezca Robín Williams en su última película, adoptando
cualquier postura o expresión, y, antes de que haya dicho algo
divertido, ya os estáis riendo. Todos éstos son ejemplos de. desen­
cadenantes, que la PNL también denomina anclas. Los olores, las
canciones, la mirada en el rostro del actor, son desencadenantes
externos que a un nivel inconsciente están conectados con o
anclados a un recuerdo o un estado.
¿Habéis sentido hoy el efecto de un desencadenante? ¿Habéis
tenido alguna experiencia exterior o interior que haya estimula­
do un estado o recuerdo? Seguramente, la respuesta sería que las
experiencias son muchas más que las que podéis imaginar.
• ¿Os habéis despertado con el despertador esta mañana?
• ¿Habéis sentido que alguien os tocaba?
• ¿Habéis respondido a las señales del estómago que os pedía
alimento?
• ¿Habéis tenido una sensación compulsiva de urgencia al ver
que el reloj marcaba la hora de ir a trabajar?
PARTI: I: LOS VIRUS MENTALES
• ¿Habéis escuchado ronronear a un garó?
• ¿Recordáis haber experimentado una sensación concreta al
observar que el cielo estaba azul y que el sol brillaba, o que tal
vez estaba nublado y llovía?
• ¿Os habéis detenido ante un semáforo o ante una señal de
STOP?
• ¿H abéis visto a alguien sonriendo?
Estos pocos ejemplos demuestran el carácter versátil de los
desencadenantes. De hecho, algunos psicólogos piensan que
nuestra manera de dar sentido a las cosas, o nuestro comporta-
mienio resultante, está totalmente controlada por estos desenca­
denantes de estímulos y respuestas.
El valor de los desencadenantes
En la vida cotidiana los desencadenantes nos sirven de tres ma­
neras:
LOS DESENCADENANTES SON ESENCIALES PARA LA EORMACÍON DF.
LA MEMORIA V LA RECUPERACION DE LOS RECUERDOS. Me pregun­
to cuántas veces habréis tenido la siguiente experiencia: estáis
trabajando en un proyecto, pero de pronto algo os distrae y os
ponéis a leer el periódico. Leéis un artículo sobre el aumento del
precio de la gasolina, pensáis en Oriente Medio y eso os trae a la
mente África. Esio os hace pensar en la hambruna causada por
las guerras civiles que desgarran ese continente. Y luego pensáis
en la comida y os dais cuenta de que tenéis hambre. De pronto
recordáis que habíais quedado con un amigo en un restaurante
hace cinco minutos, así que salís a toda prisa. La asociación
entre una idea y otra constituye el mecanismo fundamental de
una codificación y recuperación eficaces, algo sumamente
importante en el funcionamiento de la memoria.
Intentar recuperar un recuerdo aislado entre millones de
otros seria como entrar en una biblioteca y encontrarse con los
libros ordenados al azar, sin catalogar. Cuanto más organizado
Los virus Je st’ntíiJe minies 65
esté el catálogo, más fácil será encontrar los libros. De la misma
manera, cuantos más desencadenantes, o más ¿ísociaciones audi­
tivas, visuales y anestésicas, utilicemos para codificar los nuevos
conocimientos, más iácil será tener acceso a la memoria. Por lo
tanto, los desencadenantes nos permiten asociar acontecimien­
tos, recuerdos y estados con el fin de acceder fácilmente a la
memoria.
LOS DhSEN CA DUNANT ES PUKDF.N BRINDAR SEGURIDAD V PROTEC­
CION. Mi madre me ha contado que yo era muy aficionado a la
física de pequeño. A los catorce meses ya me. fascinaba observar
cómo las personas enchufaban electrodomésticos en la toma de
corriente de la pared y la magia que tenía lugar a continuación.
Al parecer, un día decidí experimentar el procedimiento por mí
mismo. Encontré un clip y separé sus dos extremos para meter­
los en el enchufe. Después de asegurarme de que mi madre no
me observaba, conseguí enchufar el clip. Ella me contó que la
descarga eléctrica me lanzó al medio de la habitación, y, claro
está, quemé un íusible. Como podéis suponer, jamás repetí el
experimento.
Cuando un niño toca el fuego por primera vez, o juega con
una abeja o recibe una descarga eléctrica, estamos asistiendo a la
formación de un desencadenante que ese niño nunca olvidará
(al menos inconscientemente). Los desencadenantes también
son importantes en todos los animales; por ejemplo, cuando
un perrillo juega con una mofeta por primera vez, o cuando un
cachorro de oso juega con un erizo.
LOS DESENCADENANTES NOS PERMITEN DAR UN SENTIDO INM E­
DIATAMENTE Y SIN PENSARLO DOS VECES A UNA SITUACIÓN AME­
NAZANTE. Si una persona ha salido a acampar a la montaña y de
pronto se le aparece un oso pardo dispuesto a atacarlo, el
inconsciente desencadenará inmediatamente la respuesta de resis­
tir o huir, sin detenerse a analizar la situación. En circunstancias
de vida o muerte, el inconsciente reconoce la necesidad de una
acción inmediata, es decir, huir o luchar.
66 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES
El problema de los desencadenantes
Como hemos visto en el capitulo 2, los virus desencadenantes
son el resultado de una asociación errónea entre un estímulo
externo y un estado emocional. Para que este vínculo se pro­
duzca, el estímulo debe darse en el momento mismo, o justo
antes, del punto álgido del estado emocional. Supongamos que
ha fallecido un compañero vuestro muy querido en un acci­
dente de tráfico. En el funeral, un amigo os toca en el hom ­
bro para expresaros su simpatía. Poco después, se acerca otro
amigo y hace el mismo gesto compasivo. Finalmente, en el
momento más intenso de vuestro dolor, se acerca un tercer
amigo y repite la acción. Se acaba de producir un vínculo
inconsciente entre ese gesto específico y el estado de duelo.
Diez años más tarde, estáis en un elegante restaurante cele­
brando vuestro cumpleaños con unos amigos íntimos. Uno de
ellos se levanta para llamar por teléfono. Al volver, os toca en el
hombro y, ¡clic!, os sumís en una súbita depresión. ¿Habéis teni­
do alguna vez una experiencia de este tipo? Nos sentimos bien
durante varios días y de pronto, sin motivo aparente, estamos
nerviosos, irritados o deprimidos. Es muy posible que se haya
activado un virus desencadenante.
Así como los desencadenantes nos benefician de tres mane­
ras, los virus desencadenantes pueden incapacitarnos también
de tres maneras diferentes.
LO S d e s e n c a d e n a n t e s PUEDEN s e r DESHUMANIZADORES. Expe­
rimentamos un estímulo «x» y automáticamente damos una res­
puesta «y». Sólo existe una alternativa. El conductor impaciente
nos hace un corte de mangas y, automáticamente, nos irritamos.
L a publicidad utiliza el sexo o asocia ¿a experiencia de grandes
aventuras con la cerveza y, en cierta medida, eso despierta nues­
tro interés. Vuestra pareja o un miembro de vuestra familia habla
con ese tono de voz desagradable, y eso hace que de inmediato
perdáis la paciencia.
A lgunos psicólogos piensan que, para que n o s sintam os p le­
namente humanos, cualquier experiencia perceptiva debería
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  • 1.
  • 2.
  • 3. índice Agradecimientos .............................................................................. 11 PRIMERA PARTE LOS VIRUS MENTALES 1. El caldo de cultivo: la coherencia y elsentido ............ 15 2. Los virus .......................................................................... .... 39 3. Los virus desencadenantes ............................................... 61 4. Los virus restrictivos .......................................................... 93 5. Los virus Géminis ................................................................ 125 6. Los virus asesinos ............................................................... 147 SEGUNDA PARTE LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN 7. La terapia de virus mentales ............................................ 167 8. La depresión ......................................................................... 189 9. Las alergias ............................................................................. 209 10. El cáncer ................................................................................. 219 TERCERA PARTE . LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO 11. Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo 245 12. Para superar el temor al fracaso y el temoral éxito .. 253 9
  • 4. I V-.' í . u t i y i i i ^ r v i a ./ j v ¿v j u i n m t - c j v^ v_/i n r i i _ CUARTA PARTE LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR 13. Los virus íntimos ................................................................. 277 14. La comunicación sin virus ................................................ . 297 ' QUINTA PARTE HACIA LA PLENITUD 15. Conseguir los resultados quedeseamos en ia vida ... 321 16. Más allá de los virus mentales .......................................... 331 APÉNDICES Apéndice ]: La definición de tu proyecto .................................. 339 Apéndice 11: Recursos ...................................................................... 351 Apéndice III: Tipos de virus mentales ........................ ................ 353 Apéndice IV: Ejercicios ............. ..................................................... 361 Apéndice V; Claves de conducta ................................................. 363 Apéndice VI: Soluciones antíviricas ............................................ 365
  • 5. Agrádecimientos Me gustaría expresar mi gratitud a las numerosas personas que han hecho posible este libro, en especial a las siguientes: Frank Weimann, mi agente, que reconoció y prestó apoyo a mis visiones; Adrienne Ingrum, que intervino decisivamente en llevar mis visiones a la imprenta, Roben Diíts, que concibió la idea de los virus mentales y dio a conocer la PNL ai país y a mí personalmente, Lynn Larson. que con su apoyo emocional, su fe en mis ideas y su trabajo de revisión me ayudó a llevar a buen fin la obra.
  • 6.
  • 8.
  • 9. 1 El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido El sentido de las cosas no reside et) las cosas en sí, smo en la actitud que observamos hacia ellas. ANTOlNfc DE SaíNT-ÉXUPÉRY 20 de julio cié 1969. Ya había amanecido y el sol aparecía muy por encima del horizonte, pero el cielo estaba negro como el car­ bón. Los primeros astronautas estadounidenses en llegar a la Luna miraban expectantes hacia la Tierra desde aquel paisaje baldío. Tras años de riguroso entrenamiento, habían llegado al punto óptimo de coherencia física, mental y emocional y, no obstante, estaban a punto de ser testigos de la experimentación de una nueva forma de coherencia que tendría repercusiones científicas espectaculares. Con excepción de aquellos dos alienígenas terrícolas, la Luna estaba deshabitada. O tal vez no De hecho, los impactos de los meteoritos habían sembrado la superficie lunar de aminoácidos, verdaderos «ladrillos» o piezas fundamentales de toda forma de vida. ¿Cuándo podemos decir que existe vida y cuándo no? En las profundidades de las remotas selvas tropicales de aquella esfera celeste y acuosa perdida en el cielo, acechaban combinaciones microscópicas de proteínas y material genético, esperando con paciencia que llegara el momento de cobrar vida. En sí mismas, había tan poca vida en ellas como en la Luna, si bien en el núcleo de una célula huésped, cuando el hombre se
  • 10. Jó PARTE i: LOS VIRUS MENTALES aventurara en esas regiones, estas combinaciones volverían a poseer el milagro de la vida, es decir, la capacidad de reprodu­ cirse. Con el tiempo, las plagas del sida, el ébola y otros virus asolarían el planeta Tierra. Por aquel entonces no se conocía la existencia de los virus iniormáticos. Sin embargo, en aquel momento un fallo en los ordenadores del control de la misión podría hacer fracasar el experimento que estaba a punto de realizarse y, posiblemente, poner en peligro las vidas de los astronautas. Mane, una de las programadoras, tampoco sabía de la existencia, de los virus infor­ máticos. Sabía que sus programas eran un éxito total y, sin embargo, aquel éxito le producía un extraño sentimiento de decepción. Miró a su marido, jason, sin duda el hombre de sus sueños, y se preguntó por qué, de cuando en cuando, aunque de forma regular, ella hacía cosas que ponían en jaque la rela­ ción. Pensó en su primo, que agonizaba en la fase terminal de un cáncer, y dejó escapar un estornudo como respuesta alérgica al microscópico polen de julio que flotaba en el aire. La Luna, que se encuentra a una distancia media de 384.400 kilómetros de 1a Tierra, puede ser un lugar sumamen­ te solitario. Sin embargo, es una posición inmejorable para gozar de una buena perspectiva. Cuando observamos nuestro mundo desde el «exterior» nos embarga una sensación muy intensa de las cosas que son importantes en la vida y de las que no lo son. Cuando pensamos en nuestra propia vida, y tal vez imaginamos que nos encontramos cerca del final, ¿tenemos una noción de lo que realmente ha sido nuestra existencia? ¿Cómo tendríamos que vivir? ¿Qué necesitamos para alcanzar nuestras metas? ¿Qué experiencias nos habría gustado vivir? ¿Cómo tendríamos que ser para que, llegado el momento final, pudiésemos mirar hacia atrás, sonreír y pensar: «Ha sido real­ mente una vida plena de satisfacciones»? Por otro lado, ¿qué nos impide fijarnos un rumbo en la vida, desde cuyo final podamos lanzar una mirada hacia atrás y sentimos plenamente orgullosos de lo que hemos vivido? Tal vez ya hemos empren­ dido el camino, pero si no es así, ¿qué nos lo ha impedido? Acaso:
  • 11. El caldo de cultivo: Id cohe renací v e! sentido 17 • ¿lo hemos aplazado? • ¿nos hemos visto atrapados en el engranaje de ganarnos la vida para sobrevivir? • ¿hay problemas de salud? • ¿tenemos temor al fracaso o temor al éxito? • ¿no tenemos la calidad de relaciones íntimas que deseamos? • ¿no sabemos administrar eficazmente nuestra economía? • ¿sufrimos de alergias, cansancio o depresiones periódicas? Supongamos que un día descubrís que todos los obstáculos internos que se erguían entre vosotros y vuestra capacidad de alcanzar el destino deseado eran producto de un grupo de-virus biológicos recién descubiertos por los científicos. Y supongamos que también existiera una solución antivírica, sin efectos secun­ darios, que pudieseis comprar en la farmacia. ¿Acaso no seríais los primeros en poneros a la cola? O supongamos que descubrís que iodos estos obstáculos internos los provoca un misterioso mecanismo de vuestro ordenador personal. Si pudieseis adquirir un programa antivirus, ¿no lo compraríais para instalarlo inme­ diatamente? Sin duda, estos casos hipotéticos os parecerán improbables. Pero ¿cómo reaccionaríais si os dijera que todos los obstáculos internos que se yerguen entre vosotros y el lugar que queréis alcanzar en la vida son el resultado de disfunciones del pensa­ miento que tienen un parecido asombroso con los virus biológi­ cos e informáticos, una clase de virus que podríamos denominar virus mentales? Tal vez ahora os parezca más probable. Suponga­ mos que pudiésemos disponer de una Terapia de Virus Men­ tales"'5. Al cabo de un breve periodo, podríais: • romper con los modelos autodestructivos, como él temor al fracaso o al éxito, las continuas postergaciones o los conflictos internos; • conocer alternativas eficaces que reemplacen los medicamen­ tos para aliviar alergias y depresiones; • descubrir el eslabón perdido que sanaría vuestra mente y vuestro cuerpo con resultados tres veces más eficaces;
  • 12. Í8 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES * reconocer los cinco tipos de «minas terrestres» que destruyen la mayoría de las relaciones íntimas; * comprender cómo los virus mentales matan a mucha más gente que el sida, el ébola y los demás virus biológicos juntos; * superar los virus mentales para usar el cerebro con precisión de láser, ver realizadas las aspiraciones personales y alcanzar la plenitud espiritual. Sobre estos temas versa este libro: reconocer los virus men­ tales como la base común de los modelos amodestructivos, y aplicar remedios antivíricos de. fácil empleo para mejorar la salud, las relaciones, la carrera profesional, la cohesión social y la realización personal. satisfacción personal fue, a no dudarlo, uno de los prime­ ros sentimientos que los astronautas experimentaron al pisar triunfalmente la superficie lunar y mirar hacia la Tierra, pensan­ do en el experimento que estaban a punto de protagonizar. «Ahí está», observaron los astronautas cuando el destello de luz pro­ cedente de la Tierra rebotó en los reflectores angulares que ha­ bían montado. El destello recorrió con precisión milimétrica el camino de vuelta hasta el punto de origen en la Tierra. Aquella luz, claramente visible para ios astronautas, podía observarse desde la Luna a niveles tan bajos como 15 vatios, potencia que correspondería a una lamparilla doméstica. Lo que no podían ver eran los millones de vatios de las luces de Nueva York en la noche. ¿Cómo era posible que una luz más débil, de 15 vatios, fuera claramente visible, mientras que ciudades enteras en la Tierra no alcanzaran a iluminar el cielo lunar? La coherencia La diferencia radica en la coherencia. Cada partícula de luz de esta novedosa y extraña fuente de 15 vatios vibraba en sincronía con todas las demás. Todas ellas se sumaban, de forma construc­ tiva, para producir un haz coherente de luz. En cambio, la luz normal está compuesta de partículas, o fotones, que, en general,
  • 13. El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido 19 funcionan unas contra otras de manera destructiva. De modo que 15 vatios de luz coherente brillan más que millones de vatios de luz no coherente. Cuando una persona se encuentra bien de salud, el cuerpo funciona de forma coherente. Todos los sistemas trabajan juntos y en armonía para sostener la vida y producir una sensación de bienestar. En parte, el poder de un ordenador reside en el fun­ cionamiento coherente de sus circuitos, que ejecutan complejos cáiculos a la velocidad de la luz. Cuando un virus biológico invade el cuerpo, el funcionamiento deja de ser coherente. El cuerpo debe funcionar contra sí mismo y destruir las propias células infectadas por el virus. Los resultados de una infección vírica pueden ser muy diversos, con un espectro de posibilida­ des que van desde un resfriado relativamente benigno hasta el letargo de la fiebre, o a la descomposición d.e los órganos inter­ nos, como en el caso del ébola. Un virus informático que invade los programas o afecta a la memoria del ordenador también se traduce en una taita de coherencia en el íuncionamiento del equipo. El resultado puede ser inocuo, como el teclado que pro­ duce un sonido extraño el día 18 de cada mes, aunque también hay virus que destruyen los archivos guardados en el disco duro. Un artículo publicado recientemente en Newsweek afirmaba que e] cerebro humano es la creación más compleja de! universo conocido. May quienes calculan que en el cerebro humano, con sus diez mil millones de células, hay unas 10'-00 (equivalente a un 1 con 800 ceros a la derecha) vías posibles de interacción entre las células. La naturaleza nos ha dotado con el producto de ingeniería más asombroso del universo, pero no ha incluido el manual de instrucciones. Además., no siempre resulta de fácil manejo para el usuario. ¿Hasta qué punto es coherente el cerebro de una persona normal? ¿En qué medida estamos a salvo de los virus mentales? Para formarnos una idea, podríamos preguntar cuántas personas en este país provienen de familias de ideas claras, emocional­ mente equilibradas, familias que podríamos denominar funcio­ nales- Según la célebre psícóloga familiar Terrance Gorski, una lamilia funcional es, ante todo, una familia que educa a ios niños
  • 14. 20 PARTE í: LOS VIRUS MENTALES y les proporciona las capacidades intelectuales, emocionales y cíe relación necesarias para actuar de forma eficaz como adultos. Las facultades intelectuales capacitan a las personas para dar sentido a las realidades externa e interna. Esto significa un míni­ mo de disfunciones, distorsiones y rechazos de percepción. Las facultades emocionales, a su vez, preparan a las personas para 1) reconocer sus propios sentimientos; 2) expresar esos senti­ mientos a otras personas, y 3) ser capaces de escuchar, y atender a, los sentimientos de los demás sin adoptar una actitud defensi­ va. Las facultades relaciónales permiten a las personas comuni­ carse con éxito en el espectro de posibles relaciones humanas, incluyendo el mayor desafío de todos, las relaciones amorosas. ¿Cuántos de nosotros hemos observado, en los mayores que nos cuidaban de niños, esta manera de vivir la vida plenamente y de darnos todos las herramientas que necesitábamos? Gorski calcula, con optimismo, que sólo un 20 o un 30 por ciento. Nuestro nivel de coherencia El siguiente ejercicio os dará una visión de vuestro nivel de pen­ samiento coherente. Ejercicio 1 La coherencia de vuestro pensamiento Contestad a las siguientes preguntas acerca de vosotros mismos. Hacedlo con franqueza. 1. ¿Crees que, de vez en cuando, no actúas como eres, o que experimentas un estado emocional que más tarde te desa­ grada? 2. ¿Sueles dejarlo todo para mañana? 3. ¿Sufres alergia cuando te expones a cierto tipo de polen, a productos químicos, a alimentos o a animales? 4. ¿Has tenido bloqueos de aprendizaje en alguna asignatura en el colegio?
  • 15. E¡ calcio de cuhivo: la coherencia y el sentido 21 5. ¿Has sentido temor ante el fracaso o el éxito? 6. ¿Te resulta difícil tomar decisiones? 7. Cuando eras sohero/a y salías con alguien, ¿temías que te rechazaran al acercarte a tu nuevo/a amigo/a? 8. Cuando mantienes una relación, ¿haces cosas estúpidas que acaban socavándola? 9. ¿Tienes alguna inclinación por ciertas adicciones, como fumar, comer chocolate o tomar café, aunque sepas que no son buenas para ti? 10. ¿Sufres depresiones? Si, como la mayoría de las personas, contestáis afirmativa­ mente a por lo menos una de estas preguntas, podréis realizar grandes progresos para mejorar vuestra salud y conseguir la cali­ dad de relación que deseáis. Siguiendo los ejercicios y orienta­ ciones de este libro, podréis disminuir los conflictos internos, acabar con los bloqueos de aprendizaje y, tal vez, aliviar las alergias o la depresión. Lo que más cuenta en la vida no es tanto lo que nos sucede o no nos sucede, sino nuestra manera de ciar un sentido a lo que la vida nos proporciona. Las personas más felices y mejor adap­ tadas que conozco tienen en común esta cualidad mágica, a saber, la capacidad de dar un sentido a las experiencias de la vida de un modo realmente útil, para liberarse de los retorcidos g i r o s de los virus mentales. Para entender mejor los virus mentales y cómo nos afectan, pensemos, en primer lugar, en nuestra mane­ ra de dar un sentido a las cosas. Analizaremos brevemente: 2. El pensamiento coherente. 2. La Programación neurolingüística, que nos proporciona una comprensión de cómo pensamos y que constituye un instru­ mento básico de la terapia de virus mentales. 3. Las fuerzas duales que nonnalmente nos motivan. 4. Nuestra manera de dar un sentido a las cosas basándonos en el estado emocional que experimentamos.
  • 16. 22 PARTI". I: LOS VIRUS MENTALES 5. Cómo influye en el sentido que damos a las cosas lo que sen­ timos físicamente y nuestros mapas internos de la realidad, ó. Cómo las creencias, los valores y el aprendizaje también influyen en nuestra manera de dar un sentido a las cosas. 7. Cómo los virus mentales inutilizan los procesos menciona­ dos más arriba. El pensamiento coherente Hace siete años ¿-i Dana, una gran amiga mía, le diagnosticaron un cáncer de ovario en estado avanzado. De las personas que sufren este tipo de cáncer sobreviven sólo e) 15 por ciento. El único tratamiento disponible en ese momento para mí amiga era la agresiva quimioterapia y la introducción de tubos en sus pul­ mones y otros órganos con el fin de extraer el exceso de Huidos acumulados. De vez en cuando, Dana me contaba cosas espan­ tosas sobre eí sufrimiento adicional de tener que someterse a tra­ tamientos médicos mal concebidos, a la burocracia, a la falta de apoyo económico y al hecho de que se estaba muriendo con sólo cuarenta y dos años. Sin embargo, lo que yo encontraba real­ mente notable en ella era que, a pesar del dolor y el sufrimiento, casi siempre lograba dar un toque humorístico a estas situacio­ nes, o al menos contarlas con humor. Dana era una mujer que se entregaba totalmente a su singu­ laridad, de una manera casi Indica, encantadora e infantil. En una ocasión, me como que había vendido su casa para comprar una barcaza y vivir en ella, porque pensó que aquello sería una aventura. Las personas se sentían magnetizadas de forma natural por su capacidad para estar aquí y ahora, y para ver el lado posi­ tivo y divertido de las cosas que le sucedían. Sospecho que esta­ ba más viva durante su agonía que muchas personas que gozan de perfecta salud. Como podéis imaginar, las visitas entraban y salían del hospital para embeberse de su presencia y aprender su secreto vita) antes de que falleciera. Todas las tradiciones religiosas y espirituales nos dicen que así deberíamos vivir, viendo el lado bueno de las cosas, recono­
  • 17. El caldo de cultivo: 'a cohcrcncía y el sentido ciendo lo que hay de valioso en todo lo que nos sucede. Por des­ gracia, en la mayoría de los casos no nos dicen cómo vivir de esta manera. ¿Cómo puede una persona como Dana seguir ade­ lante, emocional y espiritualmente, y mantener su encanto inte­ rior en las peores condiciones? ¿Cómo puede un Thomas Edison fracasar miles de veces en la fabricación de una bombilla y seguir adelante, sin tener la certeza siquiera de que a la larga funciona­ rá? ¿Cómo pueden algunas personas mantener una concentra­ ción que les permite aprender una lengua extranjera en uno o dos meses? Creo que se trata de ejemplos del poder de un pen­ samiento genuinamente coherente. Fijaos de cuando en cuando en aquellos días especiales, cuando iodo parece que funciona tal como deseáis. Macéis lo correcto en el momento correcto. El partido de tenis ha sido espectacular, o habéis dado con las respuestas apropiadas en una reunión importante. A veces parece que aquel día no podría haber sido mejor m aunque lo hubieseis planeado. ¿Acaso días como éstos suceden al azar, o hay alguna otra explicación? Ejercicio 2 Aquellos días tan especiales Haced una lista de Las cualidades que. según vosotros, hacen de esos días especiales algo único. ¿Cómo os sentís físicamen­ te? ¿Qué emociones tenéis? ¿Cómo veis el mundo? ¿Reconocéis algún sonido especial? ¿De qué tipo de creencias de aquellos días especiales sois conscientes? Durante un par de minutos, anotad todas las características que podáis, ío más rápidamente posible. A continuación, presentamos una lista de las cualidades más frecuentemente citadas en respuesta a este, ejercicio. Comparad­ las con vuestra propia lista: • Me siento relajado. • Todo encaja. • Me siento espontáneo. • Estoy contento y lleno de energía.
  • 18. 24 PAKIT. I: TOS VIRUS MEN'LAI.ES * E! iia parece más luminoso. • Laj cosas me salen a pedir de boca. * Mi estado de. ánimo contagia a otras personas. • ¡.Sun dias sumamente raros' ¿Cómo encajan estas cualidades con vuestra experiencia? F.stos días son el resultado, a menos en parte, de un pensamien­ to coherente. Por otro lado, el pensamiento no coherente nos deprime a causa de problemas mucho más pequeños que los que padecía Dana (las facturas mensuales, los desacuerdos en nues­ tras relaciones personales, o la limpieza de la caja del gato). Vivir y ser fieles a nuestro carácter único, como hizo Dana, es un com­ ponen te importante del sentido que damos a la vida. Incluso puede darnos una clave para que ese tipo de días especiales se repitan más a menudo. Asi, tomé la decisión de hacer de la revelación del secreto de Dana un objetivo prioritario de mi crecimiento personal. Sólo in año más tarde, cuando seguía un curso de Programación neurob'.-güística (PNL), descubrí mi primera clave. La Programación neuroUngüística La Programación neurolingüística, o PNL, fue desarrollada en 1975 por John Grinder y Richard Bandler en la Universidad de Calilomía en Santa Cruz, y fue popularizada años más tarde por Tony Robbins con su éxito editorial El poder sin límites.: La PNL proporciona unas técnicas sencillas peío poderosas paTa cambiar el comportamiento y nuestros estados emocionales, para influir en otras personas y tomar como modelo a personas sobresalien­ tes. Estos métodos se aplican actualmente en la educación y en las terapias cié relaciones personales, en los negocios, el deporte y la motivación personal para la consecución de logros y aspira­ ciones. Grinder y Bandler iniciaron su trabajo tomando como 1 Tony Robbins, El potít:) sin íjmtrtrs, Grijaíbo, Barcelona, 1993.
  • 19. Eí ccúiio de cultivo: ¡a cohy.reuthi v d sentido 25 modelo a un grupo de grandes comunicadores, Lerapeutas y sanadores: Millón Erickson, Virginia Salir y Frilz Perls, y luego copiaron ios resultados «mágicos» que obtenían estas personas. Al estudiar PNL, empecé a vislumbrar las posibilidades del pensamiento coherente. Además, Roben Dilts, uno de mis for­ mado res, fue una de las primevas personas a las que oí hablar de la expresión virus mentales para describir un extraño conjun­ to de distunciones en el pensamiento humano que producen un comportamiento autodesiructivo y distorsionan la coheren­ cia mental. F_n PNL, coherencia mental también equivale a con­ gruencia, es decir, a no estar en conflicto con uno mismo y con­ seguir que nuestros aspectos inconscientes funcionen como un iodo armónico. La PNL estudia cómo procesamos la experiencia sensorial, cómo representamos la información en nuestra mente y cómo damos sentido a lo que experimentamos en la vida. El prefijo neuro se refiere a la neurología, o sistema nervioso. El término lingüística se refiere a los modelos lingüísticos, es decir, cómo el lenguaje influye en nuestra manera de pensar y qué revela el uso de las palabras acerca de nuestros modelos inconscientes de la realidad. Los modelos lingüísticos se relacio­ nan con los modelos de pensamiento. Hay fundamentalmente tres maneras de pensar; , • pensamiento visual, en el que elaboramos una imagen en nuestra mente; • pensamiento auditivo, que nos permite tener un diálogo inte­ rior o conversación con nosotros mismos; • pensamiento cinestésico, relacionado con las sensaciones o emociones internas. Ui visual, ia auditiva y la cinestésica (V/A/O son modalidades del pensamiento y la percepción. Programación se refiere a una secuencia de la experiencia sen­ sorial externa e interna, V, A o C, que experimentamos para alcanzar un estado emocional, como sentirse motivado, frustra­
  • 20. r / ' M w L_ i . v í v i u ; n do, concentrado o deprimido. Por ejemplo, cuando pongo en práctica aquello de «ya lo haré mañana», podría: • ver que hay que limpiar el garaje (visual externo, o Vc); • oír una severa voz interior que me dice: «Tienes que hacerlo» (auditivo interno, o A‘); • oír otra voz interior, quizá mi lado rebelde, que dice: «No quiero hacerlo» (auditivo interno, o A’); • imaginar iodos ios detalles tediosos necesarios para llevar a cabo la tarea (visual interno, o V) y, finalmente. • sentirme paralizado por el conflicto interior entre tener que hacerlo y no querer hacerlo (anestésico interno, o C). En resumen, mi programa o estrategia para aplazar la reali­ zación de una tarea se perfila de ia siguiente manera: La razón por la que mi programa «ya lo haré mañana» fun-
  • 21. i_.l CtAK-ÍV' *.*«. v v * - » - clona larybien es que es incongruente: en mí hay aspectos iruer* nos en conflicto. Cuando entendí esto, descubrí mi primera clave para entender el secreto de cómo Dana pensaba y vivía. Clave número I: Ser congruentes en nuestro pensamiento. Tra­ bajar para que miesfros aspectos mentales y nuestros aspectos em ocionales se Alineen con nuestro ca rá cter único y nuestro atractivo interior. Desde luego, esto significa lograr la paz entre los aspec­ tos internos en conflicto y entrar en contacto de manera más intensa con lo que hace que nos sintamos únicos como seres humanos y que sigamos el camino más fiel a nuestro carácter único. Otra clave para comprender nuestra manera de dar un senti­ do a las cosas consiste en analizar tas fuerzas duales que condu­ cen a la motivación. ¿Qué nos motiva en la vida? Algunos partidarios de ia PNL sostienen que sólo hay dos fuer­ zas presentes en lodo comportamiento y motivación humana. Éstos son el temor a sentirse mal (experimentar estados emocio­ nales dolorosos) y el deseo de sentirse bien (experimentar esta­ dos emocionales placenteros). Lo que la mayoría de nosotros deseamos en la vida, es decir, felicidad, amor, bienestar, poder, c*ito, etc., son simplemente estados que nos hacen sentir bien. Ejercicio 3 La motivación en nuestros objetivos Dibujad tres columnas verticales en una hoja. En la primera escribid una lista de cinco objetivos importantes qiie os gustaría alcanzar en el plazo de un año. Junto a cada uno de éstos, en la segunda columna, anotad por qué es importante para vosotros
  • 22. 28 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES lograrlos. En la tercera columna, escribid la emoción o pensa­ miento que experimentaríais al lograr cada uno de ellos. ¿Es uno de vuestros objetivos tener más dinero7 Si la res­ puesta es sí, ¿por qué queréis más dinero? Tal vez digáis que queréis comprar algunas cosas. Y yo preguntaría: ¿por qué que­ réis comprar esas cosas? Vosotros diréis que el hecho de poder comprar lo que queréis os hace sentir poderosos. Por lo tanto, sentirse poderoso es el estado agradable que buscáis, y el dinero es uno de los medios para alcanzar dicho estado. Si vuestro obje­ tivo es tener una relación, puede que éste tampoco sea el objeti­ vo fundamental. ¿Qué es lo importante para vosotros en tener la clase de relación que deseáis? Tal vez os agrade el sentimiento de estar enamorados, o quizá la relación de pareja hace que os sintáis más seguros, o tal vez os sentís más conectados cuando existe el compañerismo de por medio. Una vez más, lo que real­ mente perseguís son estos estados agradables. Tener un coche nuevo podría daros un sentido de libertad. Tener una orienta­ ción espiritual podría dar más sentido a la vida. Ejercicio 4 Estados emocionales de temor Enumerad rápidamente cinco estados emocionales que evitaríais a cualquier precio. Pueden ser estados como la humillación, la depresión, el agobio, la ira, la confusión o el temor. Supongamos que un/a amigo/a os invita a hacer algo que nunca habéis hecho, como ir a bailar salsa, visitar una feria de productos informáticos o saltar en las camas elásticas. Al valorar cada una de estas posibilidades, ¿con qué emociones relacionáis aquella actividad? Si la relacionáis con el aburrimiento, la humi­ llación o el temor por vuestra integridad física, estados que a cualquiera de nosotros nos gustaría evitar, es probable que no sigáis adelante. Por otro lado, si asociáis la idea con una posible aventura, con un momento de diversión o con la posibilidad de conocer gente, es más probable que participéis. En parte, enten­ der y dar un sentido a lo que la vida nos presenta consiste en
  • 23. juzgar inconscientemente si lo que vivimos nos conducirá a un estado placentero o doloroso. E¡ caído de cultivo: la coherencia y el sentido 29 Cómo valoramos las experiencias de la vida Si esto es cierto, entonces ¿qué determina si lo que vivimos es emocionalmente doloroso o placentero? Aparte el dolor físico puro y duro, esto no siempre es evidente. Puede que una per­ sona asista a una clase de danza y cometa muchos errores y, aun así, que se divierta mucho, mientras que otra persona vi­ virá la misma experiencia como una humillación. Habrá quien encuentre al hombre o la mujer de sus sueños, se enamore y se sienta maravillado por la vida, mientras que otros, igual­ mente enamorados, se sentirán paralizados por la idea de la intimidad. Desde la perspectiva de la PNL, la evaluación dolorosa o pla­ centera de las experiencias vividas viene determinada por 1) nuestra fisiología, 2) nuestros modelos o mapas mentales sobre qué aspecto tiene para nosotros el exterior (lo que deno­ minamos representaciones internas), y 3) la manera en que nues­ tros modelos de la realidad coinciden con nuestras expectativas, valores y relaciones. Esperamos naturalmente que el aprendizaje y la facultad de dar un sentido a las cosas generen un mapa interno de la reali­ dad más o menos preciso. Sin embargo, he descubierto que bajo las circunstancias adecuadas, aprender y dar un sentido a las cosas puede generar dislunciones en el pensamiento que con­ duzcan a la incongruencia, es decir, a los «virus mentales» que mencionaba Robert Dilts. ' La fisiología Nuestras sensaciones físicas (o fisiología) tienen un profundo efecto en la manera en que damos un sentido a las cosas. ¿Nos
  • 24. 30 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES sentimos descansados? ¿O cansados? ¿Tenemos energía? A menudo, observamos que aquellos dias especiales se producen después de un buen sueño restaurador o de una sesión de fisio- dinámica o de cualquier actividad con la que nos sentimos físi­ camente vivos y vibrantes. Una buena fisiología depende de una dieta adecuada, del ejercicio, del descanso y de evitar el consumo de drogas. Sin embargo, otros factores como la postura, la respiración, a veces lenta y profunda, o el movimiento de los músculos faciales, pue­ den tener un impacto profundo en la fisiología. Por ejemplo, en un estudio realizado con personas que manifestaban síntomas maniaco-depresivos, se pidió a un grupo de pacientes que dedi­ caran 15 o 20 minutos al día a sonreír. Al cabo de un tiempo estas personas experimentaron una mejoría notable en compara­ ción con el grupo de control. El resultado se explica por el hecho de que la sonrisa estimula la secreción de los neuropéptidos y neurotransmisores que el cerebro produce de forma natural cuando experimenta una sensación de bienestar. Adoptar la fisiología de un estado emocional que deseamos, como si estuviésemos experimentando aquel estado, es una de las maneras más rápidas para inducir dicho estado. Ejercicio 5 El marco «como si» Supongamos que lo que vais a aprender en este libro trans­ formara vuestra vida y os permitiera realizar hasta los sueños más osados. Si supierais con certeza que esto va a suceder, ¿cómo estaríais sentados? Os sugiero, entonces, que os sentéis de esa manera. Pensad en cómo respiraríais si os sintieseis en plenitud de facultades y controlarais vuestro destino. Respirad de aquella manera y observad qué sentís. ¿Cómo sería vuestra expresión facial en ese estado? Os sugiero que adoptéis esa expresión. Una vez que hayáis hecho todo esto, volved a obser­ var qué sentís.
  • 25. El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido 31 Las representaciones internas ¿Habéis visto alguna vez esos documentales de la televisión sobre la naturaleza en los que las cámaras nos enseñan el mundo tal como lo ven los gatos? Los gatos poseen una visión nocturna excepcional. Entonces el documental contrasta esa visión con la de los reptiles, que son capaces de percibir el espectro infrarrojo. A continuación, para mayor contraste, el documental nos descri­ be el ojo de la mosca. Este insecto tiene una estructura visual de múltiples imágenes del mundo. Cada animal ve el mundo de una manera asombrosamente diferente y única. Si estos ani­ males pudiesen de alguna manera comunicarse entre sí y des­ cribir el mundo que ven, ¿cuál de ellos lo estaría viendo correc­ tamente? Algunas personas dirán que ninguno cíe ellos. Pensarán que los seres humanos son los únicos animales que ven el mundo correctamente. Sin embargo, hay que recordar que los pájaros poseen una agudeza visual muy superior a la nuestra. De hecho, todos los animales, mediante la visión y los demás sentidos, se crean un modelo o mapa interno único del mundo. Es evidente que nosotros no percibimos directamente la rea­ lidad sino un modelo neurológico, las Representaciones Internas creadas por nuestros sentidos. Sin embargo, debemos compren­ der que nuestros mapas internos no representan con total preci­ sión lo que sucede en nuestro entorno o en nosotros mismos. Lino de los supuestos básicos de la PNL es que F.t. m a p a n o f,s f.i. TERRITORIO. • El menú no es la comida. 1.a ecuación no es la realidad física. Sin embargo, estos ejemplos proponen una manera más o menos precisa de representación de la realidad. Conscientemente, nos centramos en una o varias cosas a la vez, de modo que las innu­ merables impresiones que, segundo a segundo, bombardean nuestros sentidos son filtradas inconscientemente. Nuestros valores, creencias y expectativas también pueden causar distor­ siones, omisiones y generalizaciones en la manera de percibir las cosas.
  • 26. >2 PARTh 1 LOS VIRUS MENTALES Laís DETORSIONES. ¿Alguna vez os ha sucedido que, después de cenar con amigos en un restaúrame, habéis tenido que poneros de acuerdo para dejar la propina? Uno de vuestros amigos dirá que ei servicio era bueno, porque suele acudir a un restaurante, donde es mucho más lento, Otro pensará que la camarera era grosera, porque interrumpía la conversación cada vez que se acercaba a la mesa. Tal vez otro pensará que la camarera era cáli­ da y amistosa porque le recordaba a su tía preferida. Cada uno de vosotros habrá tenido la experiencia de la misma camarera, pero vuestras percepciones han sido cfi>-íorsionacfci.s por asociacio­ nes y expectativas anteriores sobre cómo ésta debía realizar su trabajo. Las OMISIONES. En este momento, al leer estas líneas, ¿sois cons­ cientes de vuestra respiración (o lo erais ames de que yo lo men­ cionara)? ¿Sois conscientes de los latidos de vuestro corazón? ¿Cómo sentís el codo izquierdo? ¿Oís el ruido del tráfico en la calle? De hecho, a nuestro cerebro llegan miles de percepciones en todo momento, pero sólo prestamos atención consciente a una o, a lo más, a unas cuantas a la vez. Lil aspecto positivo de esto es que podemos centrarnos conscientemente en aquellas pocas cosas que hemos seleccionado y que requieren nuestra atención. El aspecto negativo es que omitimos de la conciencia la gran mayoría de la información sensorial que percibimos. Las GENERALIZACIONES. Supongamos que es un caluroso día de verano y habéis decidido ir a pasar el día a la playa con algunos amigos. Una de vuestras amigas se distrae observando a una familia cuyos miembros discuten y se insultan. Su conclusión es que la gente en esa playa no es muy amistosa. Otro amigo se fijará en un grupo de músicos que tocan ritmos africanos con sus tambores, y concluirá que la gente de esa playa es muy creativa y tocan bien en conjunto. Tal vez veréis a gente pescan­ do, jugando con un plato volador o al voleibol, de modo que llegaréis a la conclusión de que a la gente de esa playa )e agrada hacer deporte. Parte del aprendizaje y la comprensión de cómo funciona la
  • 27. £'! caldo de cultivo; la cohenmciu y el sentido 33 realidad tiene que ver con la formulación de reglas o generaliza­ ciones. Las generalizaciones son fundamentales para hacer la vida algo más predecible, y pueden ser restrictivas o erróneas cuando se formulan demasiado rápidamente o sin los datos sufi­ cientes. Las distorsiones, omisiones y generalizaciones son como fil­ tros que limitan y distorsionan nuestros mapas internos. Aparte de eso. incluso es probable que las percepciones no distorsiona­ das no sean las mismas para cada uno de nosotros. ¿Acaso vemos todos el color azul de la misma manera? ¿U oímos los mismos sonidos en un concierto? ¿O experimentamos el mismo sabor con un helado de tresa? Lo dudo. Más bien, cada uno posee unas Representaciones Internas únicas de estas y otras experiencias. Nuestras percepciones internas son, probablemen­ te, can únicas como un copo de nieve. Por desgracia, la mayoría de nosotros suponemos de forma inconsciente que los demás poseen el mismo mapa interno de la realidad. Esto puede provo­ car problemas cuando nos relacionamos o trabajamos con otras personas. Una vez creado un modelo interno de lo que experimenta­ mos en la vida, el siguiente paso para darle sentido lo damos cuando lo evaluamos inconscientemente. Lo hacemos compa­ rando eí modelo interno con las creencias, los valores y las aso­ ciaciones que hemos aprendido en el pasado. Observad que aquí el punto clave no es que comparamos la verdadera realidad con lo que esperamos que sea, sino que comparamos nuestro mode­ lo interno, más o menos distorsionado, con la manera como cre­ emos que. deben de ser las cosas. -D an, me he sentido muy humillada durante la fiesta -le reprochó Doris-. ¡No parabas de coquetear con esa chica en el rincón del salón, y todo el mundo se ha enterado! ■ Dons estaba irritada, en parte porque creía en la regla tácita de que, cuando se tiene una relación de pareja, su amigo no debe flirtear con otras mujeres, sobre todo cuando ella estaba presente. Parece bastante justo, siempre y cuando Dan comparta la misma creencia o norma. Pero aquí surgen dos problemas. Por un lado, puede que la idea de Dan del coqueteo sea difereníe,
  • 28. 34 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES aunque tenga una relación de pareja. Si esto es cierto, tendrán que resolverlas diferencias entre las creencias y valores que tiene cada cual. El segundo problema es que Doris comparaba su norma o expectativa con su representación interna de lo que Dan estaba haciendo. Esto puede ser completamente diferente de sus sentí' mientos y acciones. ¿Cómo sabía ella que él coqueteaba de ver­ dad? ¿Cómo, sin hablar con nadie en el salón, sabía que todos lo veían coqueteando? Al igual que la mayoría de nosotros, Doris se enfadó porque se había violado una norma o expectativa inconsciente. ¿Pero vio­ lada por qué? En este caso, su norma no ha sido violada por la realidad sino por una interpretación interna distorsionada. Dan conocía a aquella chica, quería presentársela a Doris, pero no lograba recordar su nombre. ¡Qué pérdida de energía emocional! Estas evaluaciones inconscientes son las que producen esta­ dos placenteros, temor o dolor. Pensemos que una persona podría ganar la lotería y; al cabo de un. tiempo, sentirse deprimi­ da. Lo más probable es que una parte de esa persona crea que no es justo tener tanto dinero, y que esa creencia no concuerde con su Representación Interna de tener demasiado dinero. ¿Cómo es posible que un gran maestro como Sócrates, al ser sentenciado a muerte y obligado a beber cicuta, se sirviera de esa experiencia para enseñar a sus alumnos lo que experimenta­ ba mientras la cicuta surtía su efecto mortal? Su manera de pen­ sar relacionaba el aprendizaje a partir de nuevas experiencias, incluso de la muerte, con el placer. Estas evaluaciones incons­ cientes que conducen al placer o al temor de sentir dolor se basan en lo que hemos aprendido en el pasado y cómo lo hemos aprendido. Creencias, valores y aprendizaje El aprendizaje tiene una cara oculta. Por un lado, nos permite dar un sentido a la vida, en primer lugar a través de la memoria, asociando acontecimientos y experiencias relacionados; en se­
  • 29. ¿11 CíUGQ CIZ C W t l V O . IU L ly;«.M ’1. w, J gundo lugar, a través de creencias y expectativas basadas en nues­ tra comprensión de cómo y por qué las cosas suceden así, y, en tercer lugar, a través de las partes (modelos de pensamiento construidos específicamente para protegernos de alguna mane­ ra, sepultando recuerdos que podrían ser demasiado dolorosos). Casi todos los aspectos de la vida tienen que ver con el aprendi­ zaje, y éste es fundamental en la organización de nuestro mapa interno de la realidad y para orientarnos en la vida. Por otro lado, el aprendizaje puede generar errores en el pen­ samiento. Las asociaciones, ese mecanismo tan básico de la memoria, pueden ser erróneas. Las creencias, que normalmente nos permiten comprender las cosas de la vida, pueden ser res­ trictivas o discapacitadoras. Los modelos mentales que hemos construido para protegernos tal vez entren en conflicto con otros modelos, lo que crearía conflictos interiores. En resumen, el pensamiento coherente se da: 1. con el apoyo de la fisiología; 2. cuando creamos un mapa interno de lo que experimentamos con un mínimo de distorsiones, omisiones y generaliza­ ciones; 3. cuando las creencias, valores y asociaciones que utilizamos de forma inconsciente para evaluar nuestra experiencia son más o menos precisos, productivos y eficaces para conducir­ nos a estados agradables y alejarnos de estados dolorosos o de temor. El pensamiento no coherente ¿Qué produce la incoherencia o incongruencia mental y emocio­ nal? ¿Por qué en ocasiones las motivaciones se desvanecen? ¿Cómo se explica que a veces tengamos miedo de estados positi­ vos y nos sintamos atraídos por lo negativo? En mis catorce años de trabajo con clientes y con más de quince mil participantes en mis seminarios, estoy convencido de que el problema está rela­ cionado con las disfunciones del pensamiento a las que ya he
  • 30. 36 PARTb 1: IO S VIRUS MENTALES aludido, que se parecen asombrosamente a los virus biológicos e informáticos. Como hemos señalado, éstas pueden provenir de la cara oculta del aprendizaje: asociaciones erróneas, creencias restrictivas o discapacúadoras, y aspectos internos en conflicto. Las experiencias emocionales significativas constituyen el caldo de cultivo de estos virus. Los virus mentales inducen los siguien­ tes estados: • temor al fracaso o al éxito; • conductas autodestructívas; • ansiedad ante las matemáticas u otros bloqueos de apren­ dizaje; • preocupaciones y culpas injustificadas, • expresiones de ira destructiva; • compulsiones y adicciones; • conflictos interiores, que muchos médicos y psicólogos ven como causa importante o como catalizadores de eniermeda- des crónicas y degenerativas; • modelos destructivos de comunicación en las relaciones ín­ timas. Cuando comprendamos los tipos y estructuras de los virus (véase capitulo 2), el carácter único de cada uno de los cuatro tipos de virus (véanse capítulos 3-6), la Terapia de Virus Menta­ les™ (capítulo 7) y cómo la eliminación de los virus mentales puede mejorar nuestra salud y potenciar nuestra carrera profe­ sional, las relaciones amorosas y el crecimiento personal (capítu­ los 8-14), tendremos una visión de las posibilidades para crear un pensamiento coherente y congruente, similar al de persona­ jes como Sócrates o mi amiga Dana. Dana, de hecho, admiraba a los grandes pensadores y personajes históricos que manifestaban esa claridad de pensamiento, a gente como Edison, Emstein y los primeros hombres en la Luna. Los astronautas miraban hacia la Tierra, asombrados, des­ pués de haber sido testigos del poder de aquella novedosa luz, extraña y coherente. Si en ese momento hubiesen tenido pre­ sente el pensamiento coherente, tal vez se habrían preguntado por
  • 31. delicio de cultivo: la cohe r a í; ¡a y el sentido 37 Ja magnitud del poder mental que podría generar ese tipo de coherencia, y cómo el hombre podría transformar la vida en la Tierra. Sin embargo, la Tierra se veía asolada desde hacía tiempo por una epidemia de incoherencia. Aunque esta epidemia mata­ ría a más personas que todas las epidemias víricas biológicas por venir, curiosamente no sería reconocida como epidemia vírica antes de que pasaran 26 años. Entre tanto, tres de los más gran­ des sanadores y terapeutas de aquella época (Milton Erickson, Fritz Perls y Virginia Satir) estaban sentando las bases de los remedios antivíricos.
  • 32.
  • 33. 2 Los virus Nuestros peores enemigos, ios que debemos combatir en primer lugar, viven en nosotros mismos. M íg u e i. d e C e r v a n t es Wil, uno de mis clientes, había sido profesor universitario. Había pasado los últimos ocho años de su vida sumido en una búsqueda espiritual en un lugar de retiro y meditación. Un día decidió no volver a la universidad y se inscribió en un programa de formación para iniciar una nueva profesión. En una ocasión, io llamé para que me contara cómo le iban las cosas. -N o demasiado bien -m e explicó. Una vez acabada la for­ mación, mi amigo había contraído una grave infección en los dedos del pie. En los últimos meses había consultado varias veces con un médico, que le había recetado antibióticos para acabar con la infección, pero ésta persistía. Ya que su mal le impedía ponerse zapatos, Wil no podía salir a buscar trabajo. -W il -le dije-, cuando sales a buscar trabajo tienes que pisar fuerte, por decirlo de algún modo, ¿no es así? -Pues sí, ¡así es! -convino él. -Y la verdad es que no puedes pisar fuerte con los dedos infectados -aventuré. -No, supongo que no. -¿Crees que puede haber alguna otra cosa, aparte de la infec­ ción bacteriana7 -inquirí. 39
  • 34. PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES ~No lo sé. Puede ser. Al cabo de un rato, Wil se desentendió del tema v me contó un relato de ciencia í’cción que acababa de leer. Unos físicos habían descubierto el secreto de la máquina del tiempo y podían viajar a cualquier época del pasado, de modo que decidían vol­ ver al periodo jurásico para conocer a los dinosaurios. Después de armarse y equiparse adecuadamente con instrumentos cientí­ ficos, se internaban en el túnel del tiempo. Lo que descubrían era completamente diferente de lo que se esperaban. En aquella ¿poca, la Tierra estaba habitada por una colonia de alienígenas gigantes. Estos extraterrestres habían encontrado la manera de reducir la gravedad de la superficie de la Tierra a una sexta parte de su valor normal. Los alienígenas gigantes criaban a los dinosaurios como ins­ trumentos para 1.a guerra en otros planetas Los físicos, que no aprobaban este abuso de los recursos de la Tierra, descubrían la manera de modificar la gravedad para que volviera a su valor normal, lo cual provocaba la extinción de dinosaurios y aliení­ genas. Sin embargo, los alienígenas lograban «sobrevivir» en forma de virus. Su venganza consistía en infectar a todo ser vivo en la Tierra, desde las bacterias hasta plantas, animales y seres huma­ nos La única manera de que evolucionara la vida en la Tierra era que cada forma de vida desarrollara una respuesta inmuni- tana a estos virus invasores. Al aparecer la inteligencia artificial, los virus habrían cambiado a una fonna más idónea para infec­ tar ios ordenadores. Una vez más, la única' forma de supervi­ vencia de los ordenadores era mediante la creación de sistemas inmunitarios de programación antivírica. Wil opinaba que el pensamiento humano es la más alta expresión de la evolución en la Tierra, el producto secundario de aquella especialidad que hemos desarrollado como forma de vida, a saber, la corteza cerebral. Pero los virus también habían mutado para infectar el pensamiento humano. Algunas tradicio­ nes espirituales habían profetizado un nuevo paso evolutivo de las conciencias, una «Era de Iluminación» en un futuro cercano, en algún momento después del año 2000. Sin embargo, esto no
  • 35. Las virus 41 ocurriría hasta que reconociésemos los virus de nuestro pensa­ miento por lo que son y desarrolláramos una respuesta inmuni- taria apropiada. Yo comprendía que después de ocho años de reclusión y profunda meditación, había un marcado sesgo de espiritualidad en la manera de pensar de Wil. No sé si había reproducido fiel­ mente la historia, pero me gustó mucho su interpretación. Para volver sobre el problema de sus dedos, sugerí: -Tal vez tengas un virus. -Él me aseguró que la infección era bacteriana y no vírica, pero se mostró dispuesto a consultar y descubrir qué emociones, creencias o antiguos condicionamien­ tos podrían haber influido en su infección. De hecho, yo sospe­ chaba que un virus mental podría haberla desencadenado, o impedía que su cuerpo sanara. ¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que sois vuestro peor enemigo, como si de vez en cuando hicierais cosas que difi­ cultan vuestro éxito? La primera vez que escuché a Roben Dilts utilizar el término virus menta1 para describir estos modelos autodestructivos del pensamiento me dije que era una bonita metáfora. Algo en mi se preguntaba si no había algo más. ¿Tie­ nen algún tipo de estructura estas disfunciones? ¿Se reproducen y alimentan una intrincada vida propia, a la manera de los virus biológicos e informáticos? ¿Qué rasgos lumen en común con los virus biológicos e informáticos? ¿Y qué diferencias? ¿Cómo infectan y se propagan? Para responder a estas preguntas, realicé una investigación sobre los virus biológicos e informáticos y me dediqué a obser­ var más de cerca la estructura de las disfunciones del pensamien­ to durante las consultas de mis clientes. Los virus biológicos Septiembre de 1915. La primera guerra mundial ya ha comenza­ do. Nuevas armas letales (el gas mostaza, la ametralladora y los tanques) han sido probadas en esta «guerra que acabará con todas las guerras». Millones de vidas serán sacrificadas. Sin
  • 36. 42 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES embargo, el arma más mortífera de todas se está reuniendo en algún lugar del sur de China. El insólito sistema de lanzamiento son los patos migratorios. En el invierno y primavera de 1918-1919, tres años después de la mutación vírica que se produjo espontáneamente en el sur de China, el mundo vivió un brote pandémico de gripe que mató a más de 20 millones de personas. Esta cifra equivalía aproximadamente al 1 por ciento de la población mundial, y era superior al número de víctimas de todas las batallas de la prime­ ra guerra mundial. Incluso hoy en día, el virus de la gripe suele originarse en el sur de China y tarda unos tres años en llegar a Estados Unidos. La producción de vacunas para la gripe de­ pende de los análisis sobre la gripe que ha afectado a patos, cer­ dos y personas en el sur de China tres años antes. Un virus es una madeja de material genético de ADN o ARN recubierta de una proteína. A veces se lo describe como «mal agüero recubierto de proteínas» o «material genético rebelde». Al parecer, los virus infectan a todas las formas de vida en el pla­ neta, desde los paros hasta las setas, bacterias y personas. Algu­ nos virus infectan sólo a cierto tipo de especies. Por ejemplo, la viruela sólo afecta a los seres humanos. Otros, como la gripe, pueden cruzar las fronteras entre una y otra especie e infectar patos, cerdos y seres humanos. La morbilidad de los virus y la facilidad con que se propagan son factores que se miden según el denominado nivel de biosegu- ridcid. A pesar de lo mortífero que resulta ser el virus del sida, no se propaga con demasiada eficacia, y sólo se sitúa en un nivel 2 de bioseguridad. En la parte superior de la escala, los virus de nivel de bioseguridad 4, es decir, los virus calientes, se propagan rápida y fácilmente, y es imposible curarlos. Los virus tropicales, como la fiebre de Lassa o el ébola, pertenecen a esta categoría. Los virus han existido a lo largo de toda la historia. Una antigua inscripción egipcia2que data de 1500 a.C. muestra aun hombre con la pierna atrofiada, una imagen que se interpreta como secuela de la poliomielitis. En los siglos xm y xiv de nuestra era, 2. «Víruses», NíUitfnt?? Geograplric, julio de 1994, pp. 64 -86.
  • 37. Les virus la peste bubónica acabó con la cuarta parte de la población de Europa. La viruela, que Cortés y su pequeño grupo de conquis­ tadores llevaron por primera vez al Nuevo Mundo, acabó con casi una tercera parte de la población azteca. ' La morbilidad de los virus depende del tipo de célula que infectan y de la rapidez con que se multiplican. Fuera de la célu­ la huésped, un virus prácticamente carece de funciones vitales. Cuando ataca a una célula, el virus puede penetrar en ella o inyectarle su material genético. Una vez dentro, se adueña del mecanismo de reproducción de .la célula para duplicarse. Se puede reproducir lentamente, y en ocasiones se escapa a través de la membrana de la célula (un proceso llamado germinación), o se puede reproducir de forma violenta y reventar la célula. Por lo general, los virus infectan a cierto tipo de células. La gripe y el resfriado común atacan a las células del aparato respi­ ratorio, la. hepatitis afecta al hígado, y el VIH ataca nuestra pro­ ducción de defensas contra los virus, los linfocitos denominados células T citotóxicas. , Nuestras defensas naturales contra la invasión vírica consti­ tuyen el sistema inmunitario. Los linfocitos llamados células T auxiliares realizan un barrido de las células humanas para detec­ tar las infectadas por el virus. La membrana celular posee un código proteico en su parte exterior que indica qué tipo de fun­ ción cumple. Las células infectadas por el virus suelen tener un código proteico diferente que las células T auxiliares detectan. Una vez que el sistema inmunitario detecta las células infecta­ das, envía destacamentos de células T citotóxicas para destruir­ las junto con su contenido vírico. Algunos virus más versátiles pueden ocultarse del sistema inmunitario. Por ejemplo, el virus herpes simple, salvo brotes ocasionales, se oculta en las células nerviosas. El Vil! se oculta en nodulos impenetrables para el sistema inmunitario, localiza­ dos en unos nodulos linfáticos durante los años de relativa lateri­ cia antes de la manifestación del sida. Por desgracia, durante este periodo el VIH se multiplica y muta. Cuando los nodulos final­ mente explotan, el sistema inmunitario se ve desbordado al detectar numerosas mutaciones del virus original.
  • 38. 44 PARI E 1: LOS VIRUS MLNTALLS La mayoría de los virus exóticos o asesinos provienen de regiones remotas de las selvas tropicales. La posibilidad de una epidemia vírica como el VIH, que se calcula "habrá infectado a unos 40 millones de personas hacia finales de este siglo, ' era impensable hace poco más de 15 arios. Pero debido a la explota­ ción indiscriminada de los bosques tropicales, perpetrada en conjunto por la agricultura, el turismo y la urbanización, hay más personas potencialmente expuestas a los virus asesinos. Y, como señala Richard Presión, autor de The Hot Zone [Zona caliente] / el hábitat natural de estos virus asesinos se encuentra a sólo veinticuatro horas de vuelo de cualquier gran ciudad del mundo. Una epidemia masiva de virus calientes, como el de la película Outbrcák [Estallido], no es del todo imposible. Sin embargo, paradójicamente, cuanto más rápido se repro­ duzca el virus y más mortífero sea, menos probabilidades ten­ drá de sobrevivir. En regiones remotas, las víctimas del virus ébola y de otros virus calientes mueren con tal rapidez que es fácil decretar una cuarentena de la población afectada para detener el brote. Afortunadamente, el ébola no se transmite por el aire, y es poco probable que mure para adoptar una varian­ te que se propague por el aire. Sin embargo, si existiera un virus caliente que se propagara por el aire, acechando en la selva hasta que fuera transportado a una ciudad de gran­ des dimensiones, se podría producir una catástrofe. Con la explotación permanente a la que están sometidos los bosques tropicales, es probable que el sida no sea )a última epidemia vírica. Los virus informáticos En lo profundo de un área de máxima seguridad vigilada por sensores inlrarrojos, rejas de acero y cerraduras apropiadas, IBM guarda una colección del software potencialmente más peligroso * rhc Outbrcak o i Ft-ar», Wivsv.n' k, 12 de o javo de 1995, :>p 5> 4. Rn'iiarcl P:tbion, Zcnu ujíicíuc, t mece, Barcelona. 1994.
  • 39. Los virus 45 del mundo:' un laboratorio en Hawthorne, Nueva York, ha reu­ nido 500 de los 6.000 virus informáticos conocidos. Puesto que los nuevos virus informáticos se producen a un ritmo de más de 100 al. mes, las empresas fabricantes de programas antivirus experimentan ciertas dificultades para mantenerse al día. Un virus informático es un código de programación con ins­ trucciones para reproducirse, es decir, hacer copias de sí mismo ahí donde sea posible. Al copiarse, el virus se multiplica, inva­ diendo otros programas y ordenadores. Además de las instruc­ ciones para reproducirse, el virus lleva un programa para efec­ tuar travesuras. Por ejemplo, el virus Ripper cambia al azar pares de números creando hojas de cálculo caóticas. El virus dominical apaga los ordenadores sólo los domingos y obliga a los adictos a trabajo a tomarse el día Ubre y divertirse. Otros, más perversos, pueden, causar daños en la pantalla del ordenador o en el disco duro. Algunos expertos estiman que las empresas gastan unos 3 mil millones de dólares al año para recuperar datos perdidos por culpa de los virus informáticos. Se sabe de la existencia de los virus informáticos desde hace más o menos una década, pero saltaron al primer plano el 6 de marzo de 1992 con la alerta del virus «Michelangelo». Este virus amenazaba con dañar el acceso al disco duro de todos los orde­ nadores del mundo. La alerta acabó siendo, como en la mayoría de los casos, una falsa alarma, con sólo unas pocas infecciones. Sin embargo, obligó a empresas y usuarios particulares a instalar programas antwirus. A diferencia del virus biológico, su homólogo informático está construido por el hombre, elaborado por bromistas o por personas resentidas que actúan como si tuvieran alguna cuenta que saldar. Los virus informáticos no se transmiten por el aire, de modo que los ordenadores se contagian por contacto directo, sobre lodo mediante disquetes infectados. Sin embargo, los ordenadores también pueden, infectarse a través de programas recibidos desde Internet o a través de un módem. >. JoVm R Wiike. «íiow Scien'isr.s .Stalk Crafiy Computer Virases». The Wall 5rr<vr Journal, 29 ce agosto tie 1994.
  • 40. 46 PARTE l: LOS VIRUS MENTALES Cuando un ordenador contrae un virus, éste se puede incrustar en otros programas dentro del ordenador y, potencialmente, en otros ordenadores. Los virus se introducen en los programas, pero en la mayoría de los casos alguien debe ejecutar el programa y acti­ var el virus para que éste pueda duplicarse y llevar a cabo su tarea. Los programas antivirus los detectan buscando las instruc­ ciones más comunes de autocopia y comparando los tamaños de los -archivos con el tamaño que deberían tener. Es un método eficaz porque los virus suelen aumentar el tamaño de los archi­ vos. Sin embargo, los virus se están volviendo cada vez más ver­ sátiles, y han desarrollado encriptaciones y otros medios para disimular sus estragos y ocultar su presencia. IBM está desarro­ llando un innovador «sistema inmunitario» para los virus infor­ máticos que podría detectar los nuevos virus, producir nuevos anticuerpos digitales y, por ejemplo, enviar a todos los ordena­ dores de una red una señal para «eliminar» a los intrusos. Stephen Hawking, el conocido físico teórico y autor de Una breve historia del tiempo, ha postulado que los virus informáticos son lo más cercano a una nueva forma de vida que el hombre ha llegado a crear. La capacidad de reproducirse insufla «vida» a estos programas. Fred Cohén, científico y consultor informático, ha ido más allá y ha afirmado que los virus informáticos pueden tener unos beneficios positivos como portadores «vivos» de información en.Internet.6 Podrían distribuir programas, limpiar archivos viejos o recopilar información de múltiples bases de datos. Tom Ray, un ecologista de la Universidad de Delaware, ha desarrollado una «reserva natural» para virus llamada Tierra. Se trata de un ecosistema informático en el que los virus en compe­ tencia pueden interactuar, mutar y evolucionar. Los virus mentales Diane, una de las participantes en mi seminario de formación de PNL, era muy alérgica a los gatos. En una ocasión, trabajábamos 6 . «!s There a Case for Viruses?», Newsweek. 27 de febrero de 19y5.
  • 41. wmm~ • Los vi rus i i ' 47 el tema de la «PNL y la salud». Casi una tercera parle de los par­ ticipantes eran médicos y entre ellos había varios especialistas en alergias. Cuando llegamos al capítulo de las alergias, los formadores sostenían que éstas eran producto de un virus. Yo siempre había pensado que eran producto de la caspa de los gatos, del polen, de ciertos alimentos, de sustancias tóxicas en el medio ambien­ te, etc. Para ilustrar la idea de la posible implicación de los virus mentales, los formadores pidieron a Diane que se acercara para poner en práctica un proceso mental que en muchos casos per­ mite que desaparezcan los síntomas de la alergia. Diane era tan sensible a la presencia de los gatos que con sólo imaginarse uno le lloraban los ojos y se le irritaban las mucosas nasales. El formador guió a Diane a través de un pro­ ceso alérgico que abordaremos en el capítulo 9. Después de 30 minutos de este proceso, Diane alcanzó un punto en que podía imaginarse los gatos con gran lujo de detalles sin sufrir los síntomas de la alergia. Pero aquello no acababa ahí. La prueba final consistía en saber si Diane tendría la misma respuesta no alérgica en presencia de un gato de verdad. Nuestro curso de formación se dictaba en la Universidad de Santa Cruz. Ahí suele haber muchos gatos deambulando por los bosques de secoya de la costa, así que buscamos uno para poner a prueba a Diane. Por desgracia, no dimos con ninguno. Alguien debió de poner sobre aviso a los gatos, porque no vimos un solo felino en los días siguientes. La opinión de Diane sobre los gatos mejoró mucho, de modo que al menos en el aspecto mental y emo­ cional del tema (el virus mental) el problema parecía solucionado. ¿Qué es un virus mental? El doctor Tad James, un formador de primera línea de la PNL, ha dado una definición que podríamos aplicar a los virus. Su 7. Tad James, The Basic Nl.P Training Colkxtion, Advanced Neurodyna- niics, Honolulú, 1990.
  • 42. 48 PARTF. I: LOS VIRUS MLNTALtS definición también sugiere la existencia de estructuras vincas, james sugiere que en todos nosotros hay partes del inconsciente que, en mayor o menor medida, están funcionalmente aisladas del resto del sistema nervioso. La comunicación entre una parte (lo que denomino virus mental) y el resto del inconsciente es más o menos limitada. Por lo tanto, el virus es una parte del sis­ tema nervioso que, literalmente, cobra vida propia. Filtra y dis­ torsiona las maneras en que damos un sentido a la vida y genera un pensamiento incoherente e incongruente. 1:1 grado de incongruencia que el virus mental produce depende de la intensidad con que el virus bloquea la comunica­ ción entre éste y el resto de la mente inconsciente. De hecho, una parte de la terapia de virus mentales implica disolver o «reventar» este límite para permitir que el virus se integre otra vez vil el conjunto del inconsciente. Tipos de virus En mis investigaciones he identificado cuatro tipos de virus men­ tales: virus desencadenantes, virus restrictivos, virus Géminis y virus asesinos. Todos tienen una estructura única, y todos son producto de errores del aprendizaje (la «cara oculta» del aprendizaje que hemos comentado en el capitulo 1). Los virus asesinos (que son, literalmente, eso) son una combinación de los tres antenores. LO S VIRUS DESENCADENANTES. Las asociaciones, tan elementales para la memoria, pueden ser erróneas y generar virus desencade­ nantes. Si habéis tenido una relación amorosa, habréis observado que de vez en cuando vuestro compañero o compañera habla con un tono raro, un tono de voz que, por alguna razón inexpli­ cable, os pone los pelos de punta. O tal vez suceda que vais por la autopista y, sin motivo alguno, alguien os adelanta a gran velo­ cidad y os hace un corte de mangas. Ni siquiera conocéis a aque­ lla persona, su conducta no tiene nada que ver con vosotros y, aun asi, el gesto os saca de quicio. O quizá cada vez que cogéis un libro de matemáticas sentís que os invade un sudor frío.
  • 43. Los virus 49 Todos éstos son ejemplos-de virus desencadenantes. Una determinada experiencia extema activa de forma automática una antigua obsesión o un estado emocional negativo. En algún momento del pasado, el inconsciente vinculó de manera errónea el desencadenante externo con la emoción negativa. LOS v i r u s RESTRICTIVOS. Se trata de creencias que, aunque nor­ malmente permiten comprender las cosas de la vida, pueden ser restrictivas y discapacitadoras, y se convierten en virus res­ trictivos. • «Me encamarla tener mi propia empresa, pero no tengo valor ni paciencia para montarla.» ■ «Nunca seré tan inteligente como mi hermana mayor.» • «Me encantaría tener dinero, pero eso significa que tendría que aprovecharme de los demás, y yo jamás lo haría.» Éstos son ejemplos de virus restrictivos (decisiones o creen­ cias que nos limitan y nos incapacitan). La estructura de los virus restrictivos, al igual que otros virus mentales, contiene una intención positiva. Por eso es tan difícil cambiar nuestras creen­ cias de manera consciente. Lo cierto es que la mayoría estamos convencidos de que no podemos cambiar nuestras creencias, aunque éstas nos incapaciten. LOS v i r u s GÉMINIS. Los componentes o modelos mentales cons­ truidos para protegernos pueden oponerse a otras partes inter­ nas y crear un conflicto en nosotros. Ambas partes en conflicto son como los gemelos del signo Géminis, que buscan un equili­ brio en valores opuestos. ¿Habéis tenido alguna vez una expe­ riencia en que no os sentíais como vosotros mismos, o experi­ mentabais un estado emocional que más tarde os irritaba? También habréis observado, en alguna ocasión, que una parte de vosotros quiere hacer una cosa, por ejemplo hacer la declara­ ción de la renta, mientras que otra parte quiere irse a dormir para estar en forma al día siguiente. Cada parte tiene su inten­ ción positiva y su propio conjunto de creencias y valores. De
  • 44. rAKLt i: LUb VIRUS MENTALES hecho, una de esas partes bien desarrollada puede convertirse en una pequeña gran personalidad. Las partes en conflicto son virus mentales en el sentido de que producen un conflicto interior y un comportamiento incon­ gruente. Los virus son gemelo? porque todo aspecto mental interno que participa en un conflicto interior tiene un aspecto al que se opone. Lo que resulta asombroso es que estos aspectos opuestos como gemelos en conflicto siempre tienen la misma intención positiva para aquel que los "vive. Los v i r u s ASESINOS. Estos virus crean adicciones, comporta­ mientos autodestructivos compulsivos y tendencia a la violencia. Suelen ser combinaciones de virus desencadenantes, restrictivos y Géminis, que literalmente matan (más de un millón de perso­ nas al año en Estados Unidos). Estos virus son los que poseen Ja estructura más compleja y los de mayor arraigo psicológico. Una vez que el individuo que padece estos virus está dispuesto a cambiar, y está convencido de que debe cambiar, los métodos de la terapia de virus mentales se encuentran entre los más rápidos y eficaces para el alivio de este mal. l./As estructuras de los virus mentales Fn algunos casos, puede incluso que los virus tengan sus pro­ pias creencias y valores, que serían del todo diferentes de aquellos a los que la persona normalmente se adhiere. Sin embargo, a diferencia de los virus informáticos, indepen­ dientemente de lo autodestructivo o restrictivo que es el virus mental, siempre encierra una intención positiva para el indivi­ duo, La intención positiva es incongruente con el comporta­ miento que el virus realmente produce, de modo que esto crea incongruencia, conflictos internos e incoherencia en el pensa­ miento de la víctima. He aquí un ejemplo. Lucy, una amiga mía, tenía un precicso conjunto de muebles de caoba en el comedor. Cada vez que yo la visitaba y su familia estaba comiendo, observaba que nadie lo
  • 45. Las virus 51 hacía en la mesa. Cada cual comía por su cuenta en distintos lugares. Cuando le pregunté a Lucy por qué era así, me contó que ella y su ex marido solían tener muchas disputas y discusio­ nes a la hora de comer. Ahora, ella y sus hijos procuraban man­ tenerse lejos de la mesa con el fin de evitar sentimientos de diso­ nancia. Este tipo de respuestas se denomina desencadenante espacial o ancla espacial. Como virus desencadenante, la idea de sentarse a la mesa despertaba un sentimiento de disensión, de ausencia de armonía. La intención positiva del virus consistía en evitar estos sentimientos; Sin embargo, el hecho de que cada cual comiera por su cuenta en diferentes lugares de la casa crea­ ba un sentimiento de disensión. La intención y el comporta­ miento eran incongruentes. Los virus desencadenantes se activan cuando un desencade­ nante visual (V), auditivo (A) o anestésico (C) se asocia incons­ cientemente con un estado cinestésico negativo (C‘), es decir, una emoción, comportamiento o compulsión negativo. La rela­ ción entre el desencadenante y el estado se llama sinestesia. V/C es una sinestesia visual-cinestésica. A/C una sinestesia auditivo- cinestésica, y C/C una sinestesia cinestésico-cinestésica. r Intención posiuva + V Emoción, comportamiento o compulsión negativo Virus desencadenantes'. Un estímulo visual (V), auditivo (A) o anestésico (C) cataliza un estado negativo ( O , es decir, una emoción, un comportamiento o una compulsión negativos
  • 46. 52 PARTE I. LOS VIRUS MENTA LE-S uención positiva c - creencias v = valores Agujero o pum o ciego; «No se me da mucho esto*. <-jarnás podría hacer eso» Comportamiento negativo actuar como si las 'imitaciones lueran verdaderas Virus ?c'sfnc(¡v.^: Una creencia restrictiva, o una decisión restricti­ va del pasado, provoca un agujero o «punto ciego» que aiecta a nuestro potencial para hacer algo o para ser de una determinada manera, y el comportamiento restrictivo se veducí. Los virus restrictivos se producen con la adhesión inconscien­ te a una creencia o a una decisión restrictivas. A menudo la intención positiva está inspirada en la seguridad, para «prote­ ger» a la persona de la vergüenza o la humillación. El virus crea un agujero o punto ciego, en el sentido de que omitimos la per­ cepción o la experiencia que podría tener un significado positi­ vo, como «Tal vez soy realmente atractivo/a», o «Quizá podría ser rico/a», o «Tal vez podría aprender una lengua extranjera». El comportamiento negativo se produce porque actuamos como si la creencia negativa fuera verdad. Los virus Gcminis se generan con la creación de un aspecto interno donde las conductas, las creencias y los valeres se opo­ nen a un aspecto gemelo contrario. A menudo, cuando aflora la intención más noble o positiva de cada gemelo, son iguales. Para alcanzar un estado de calma y paz interior, con frecuencia tene­ mos que integrar dos partes gemelas en conflicto. Una vez más, los virus desencadenantes, restrictivos y gemelos son los principales virus. Pueden combinarse de diver­ sas maneras para iormar virus más complejos, incluyendo los virus asesinos.
  • 47. Los virus 53 Normalmente la misma intención positiva * ____________i_____________* Comportamientos, creencias y valores opuestos Virus Gc-mmis: Partes internas en conflicto con comportamien­ tos. creencias y valores opuestos suelen tener la misma inten­ ción oosiíiva Cómo se cultivan e infectan los virus mentales Los errores en el aprendizaje proporcionan la mecánica de la for­ mación del virus mental. Al parecer, el caldo de cultivo está constituido por experiencias emocionales importantes. Muchos psicólogos creen que comenzamos la vida con una experiencia de plenitud o unicidad. A través de experiencias emotivas rele­ vantes (las dolorosas) y la formación de virus mentales, esa ple­ nitud queda hecha añicos. El doctor Tad James también ha elaborado un modelo para explicar cómo perdemos esta plenitud.0 Esto es lo que ilustra el gráfico de la página 52. El eje vertical representa la intensidad de la experiencia emocional relevante. La parte inferior repre­ senta un estado de plenitud. Cuando nos desplazamos vertical­ mente hacia arriba, la intensidad de la experiencia emocional aumenta la fragmentación de la plenitud. La intensidad en si misma depende: 8. Tad James, tbk!
  • 48. 54 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES • de lafuerza del estado emocional; • del ritmo al que se ha producido el cambio de estado emocio­ nal, y • de la frecuencia, con que se ha producido aquel estado. Por ejemplo, un niño puede haber vivido un aumento progre­ sivo de la violencia de los padres a medida que el padre o la madre se embriagaban. Otro niño habrá tenido una experiencia igualmente intensa a partir de un umco incidente en que el padre o la madre, de manera brusca e impredecible>se ponía violento. En este modelo, una persona sin experiencias emotivas nega­ tivas relevantes comenzaría por la parte inferior del estado de plenitud. Dentro de esta plenitud se encuentra el conjunto habi­ tual de nociones, ideas y sentimientos. Cuando nos desplazamos hacia arriba, con una intensidad creciente de la experiencia emo­ cional, en algún punto debería existir un umbral a partir del cual ----------------------------------- ¡morbidad de experiencias . emocionales importantes A Aiuínpies personalidades Umbral dei síndrome de múltiples personalidades Fobias Compulsiones Aspectos gemelos del virus Géminis Dcsencade nantes negat ivos Creencias o decisiones restrictivas Umbral de los virus mentales Nociones Ideas PLcM TUD V
  • 49. Los virus aparecieran disfunciones en el pensamiento, es decir, virus men­ tales. Cuanto más intensa sea la experiencia emocional, más marcadamente se perfilarán los límites entre e.1 virus mental y el resto del sistema nervioso. La comunicación entre la parte del sistema nervioso que conforma el virus mental y el resto del sis­ tema nervioso encuentra obstáculos adicionales, y el virus se vuelve más independiente y funcionalmente autónomo. Un extremo de esta situación se produce hacia la parte supe­ rior de la escala, con la formación de múltiples personalidades. Aquí, la comunicación entre las partes se encuentra tan bloquea­ da que las diversas personalidades desconocen la existencia de las demás. Es de sobra conocido que las múltiples personalida­ des suelen ser producto de una infancia en la que se han sufrido abusos intensos y frecuentes, y en la que los cambios de estado eran rápidos c impredecibles. C aracterísticas com unes de los virus m entales En mi. investigación he descubierto siete características que los virus mentales tienen en común con los virus biológicos e intor- máticos. 1. El virus no puede vivir ni permanecer activo si no es en el interior de uncí célula huésped. Los virus biológicos- demuestran una capacidad nula para reproducirse o llevar a cabo sus funcio­ nes vitales fuera de ]a célula huésped Los virus informáticos solo son activos y capaces de reproducirse cuando el progra­ ma o procedimiento de arranque al que se han adherido está en funcionamiento. Los virus mentales sólo se activan cuan­ do el circuito neuronal (aquella parte del inconsciente que contiene el virus) se activa a través de ciertos modelos lin­ güísticos, de estímulos sensoriales, o al pensar en una situa­ ción que evoca a aquel virus o aspecto. Si tenéis temor al éxito, debéis ver la posibilidad del éxito o pensar en ello para que ese temor se active. Si sufrís de una alergia específica, tenéis que ver el gato o experimentar el
  • 50. 56 PARTÍ: I: LOS VIRUS MENTALES polen para que se active la red neuronal donde se aloja el vinis mental. 2. Los virus se pueden reproducir. Al parecer, el único objetivo de los virus biológicos es reproducirse. Los virus informáticos se reproducen por diseño. Los virus mentales se pueden repro­ ducir al generalizar un contexto. Por ejemplo, si hemos teni­ do una experiencia con una serpiente que nos ha provocado temor, es posible que desarrollemos una fobia contra todo tipo de reptiles. Los virus asesinos relacionados con la droga- dicción, la violencia doméstica, el tabaquismo, etc., también tienen la lamentable tendencia a reproducirse en el seno de las familias de generación en generación. 3. Los virus son egocéntricos. Para el virus biológico, la célula hués-O O ped no tiene importancia. Su única preocupación es utilizarla como medio para reproducirse. Al virus informático no le importa el programa ni el ordenador en que se aloja. Se limita a reproducirse y a cumplir con las perversas instrucciones de su código. A la larga, los virus mentales efectivamente se sirven de la experiencia de la persona en la que se alojan como un objetivo esencial. Sin embargo, debido al flujo de información inhibido al otro lado del límite del virus, éste actúa a partir de su propio programa. No tiene «conciencia» de su propia incongn.ien.cia; el comportamiento autodestructivo que produ­ ce no concuerda con su intención más noble. Como ejemplo, a menudo tenemos la compulsión de comer alimentos a los que somos alérgicos. Ingerimos alimentos para sentirnos bienT pero en este caso acabamos sintiéndonos mal. 4. Los virus producen incoherencia en el sistema infectado. La inva­ sión de virus biológicos obliga al cuerpo a funcionar contra sí mismo, es decir, a destruir sus propias células infectadas por el virus. Los virus informáticos obligan al ordenador a fun­ cionar contra sí mismo a partir de instrucciones contrarias entre programas y virus. Como hemos señalado más arriba, los virus mentales conducen a conflictos internos y a creen­ cias y comportamientos autodestructivos. 5. El objetivo de los virus puede ser incongruente con su actividad. Si un virus biológico tiene demasiado éxito al reproducirse, des­
  • 51. Los virus 57 truirá la célula, será incapaz de seguir reproduciéndose y, a la larga, perecerá. Los virus informáticos que tienen éxito hasta el punto de estropear el ordenador pierden su capacidad para propagarse a otros ordenadores. Y, como he mencionado, el objetivo principal del virus mental es incongruente con el comportamiento que produce. 6. Algunos virus pueden entrar en el sisíemciy permanecer ocultos a la vigilancia del sistema. El virus del herpes pertenece a un tipo que se oculta en las células nerviosas y es invisible en el orga­ nismo hasta que se vuelve activo en un brote. El virus infor­ mático sleahh [furtivo] puede permanecer oculto a los pro­ gramas antivirus, pites intercepta los mensajes de análisis y devuelve un mensaje que confirma que todo funciona bien. Muchos virus mentales se encuentran absolutamente ocultos a la conciencia de la persona en la que se alojan. Hay mujeres que juran: «Jamás seré como mi madre». Pero más allá de la conciencia, se convierten en personas iguales a sus madres. Hay hombres que se enfadan con sus amantes a propósito de ese mentado tono de voz, ignorando que aquel tono no es más que un desencadenante. 7. Los virus pueden tener usos positivos. Los virus biológicos cons­ tituyen la herramienta básica de la ingeniería genética, y es probable que se conviertan en uno de los principales instru­ mentos de la medicina. Puede que los virus informáticos se conviertan algún dia en información «viva» en Internet. En el capítulo 7 veremos que reintegrar al virus en la plenitud del inconsciente permite mantener y utilizar la intención positiva del virus. Además, se pueden utilizar los desencadenantes positivos como medio para alcanzar estados deseados, corno la motivación, la sed de aventura y la concentración. Tam­ bién se pueden utilizar para reprogramar modelos de com­ portamientos improductivos. Sin embargo, si los virus mentales son análogos a ios virus biológicos y los virus informáticos, ¿acaso no solemos asociar los virus con las epidemias? Si esto es así, ¿con qué epidemias rela­ cionaríamos los virus mentales?
  • 52. 58 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES Cuando pensamos en ello, ¿cuál es la epidemia más mortífe­ ra de nuestro tiempo? ¿El sida, e] ébola, la gripe o los presupues­ tos del Gobierno? Cada uno de éstos, desde, luego, tiene su saldo de víctimas. Pero la epidemia más generalizada y dañina de nuestro tiempo se cobra más de un millón de vidas al año en Estados Unidos, y deja otros tantos hendos. Se trata de una epi­ demia social basada en un pensamiento distorsionado que pro­ voca drogadicción, enfermedades degenerativas evitables, depre­ sión, violencia social y falta de realización personal y familiar, aunque gocemos de los niveles más altos de riqueza, comodidad tecnológica y disponibilidad de información de toda la historia de la humanidad. Los virus mentales constituyen la base no reconocida del pensamiento distorsionado responsable de esta epidemia. Si reconocemos que hay una epidemia social y comprende­ mos que todos estos problemas comparten el terreno común del pensamiento distorsionado e incoherente, estamos dando los primeros pasos para solucionar este problema. Las formas de vida en este planeta han evolucionado hacia sistemas mmunita- rios de protección contra los virus, y los ordenadores cuentan con programas para protegerse de los virus inlorn-ráticos. ¿Cuál es la respuesta immmi tarja a los virus mentales? Durante una plaga biológica, como la peste bubónica que asoló Europa en la Edad Media, no todos contraen la enferme­ dad. Algunos incluso se ven afectados pero luego se recuperan. Este segundo grupo de personas es.especialmente interesante puesto que han desarrollado anticuerpos para combaíir el mal. En principio, podemos copiar (es decir, tomar como modelo) la respuesta inmunitaria de estas personas, aislando ei anticuerpo de sú sangre y reproduciéndolo para otro. En el caso de los virus mentales, cuando intentamos supe­ rarlos mediante un mero cambio de nuestro comportamiento o recurriendo a la fuerza de voluntad, no funciona, porque el inconsciente mantendrá la intención positiva del virus. Las solu­ ciones antivíricas del apoyo psicológico y la psicoterapia tra­ dicional pueden funcionar, pero a menudo requieren tiempo y recursos económicos considerables. ¿May algo más práctico? Yo
  • 53. Los virus he dado con una clave observando y reflexionando sobre mi amiga Dana. Clave número 2: Tomar como modelo a personas (como Dana) que estén relativamente libres de virus mentales o que se hayan recuperado de ellos. Aparte de Dana, ¿dónde podría encontrar este cipo de perso­ nas, y si las encontrara, cómo haría para tomarlas como modelo? Con estas preguntas en mente, las respuestas comenzaron a sur­ gir en los años que siguieron al fallecimiento de Dana. Una de las respuestas surgió bajo la forma de una antigua técnica mental proveniente de la región del Himalaya. Otras respuestas surgie­ ron a partir de mi formación en PNL y de mi trabajo con clientes y participantes de mis seminaríos. Una de las contribuciones más ím portantes de la PNL. en el ámbito del pensamiento, coherente es la creación de modelos muy específicos (figuras del deporte, pensadores creativos,, tera­ peutas que ayudan a ia gente a superar el pensamiento infecta­ do por el virus» y personas que se han desprendido de esta mentalidad defectuosa). He descubierto y reunido un conjunto de tratamientos antivíricós que he denominado Terapia de Virus Mentales1'1. Gran parte de los objetivos de la psicoterapia y de las prácticas espirituales consiste en reintegrar la psique a su plenitud original. A través de la Terapia de Virus Mentales1*1, podemos proporcionar unos procedimientos prácticos para conseguirlo. Recuerdo haber discutido acerca de esta epidemia social con Diane durante nuestra formación de PNL, unos tres dias des­ pués de que ella se sometiera al procedimiento de la PNL para las alergias. Me contó, muy entusiasmada, que por fin había encontrado un gato. Dijo que se acercó a! animal con cautela y que no sintió ninguno de ios síntomas de la alergia. Cogió al gato en los brazos, y los síntomas seguían sin aparecer. Final­ mente, frotó su nariz contra el pelaje del gato y constató que los síntomas habían desaparecido del todo. Sus síntomas alérgicos habían desaparecido. Los profesionales que practican es^e proce­
  • 54. 60 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES dimiento con sus clientes han informado que la tasa de éxito en personas que sufren alergias específicas es del 80 por ciento. Algunos años después, le contaba a mi amigo Wil el caso de Diane y los gatos mientras intentábamos entender qué sucedía con sus dedos infectados. Después de cuarenta y cinco minutos de procesar la información y preguntarnos por diversos aspec­ tos de su inconsciente, descubrimos que una parte de él real­ mente quería comenzar esta nueva carrera, pero otra parte pen­ saba que hacerlo sería un insulto a su padre. Éste había muerto cuando Wil era bastante joven, y no había sido un hombre de grandes iniciativas en su profesión. Era evidente que Wil sufría un conflicto interior dictado por un virus Géminis. Trabajé otros cuarenta y cinco minutos con él para ayudarle a resolver temas relacionados con su padre y a reintegrar las partes en conflicto. No supe de él en varios días, hasta que me llamó y me contó que el dedo había comenzado a mejorar la tarde misma de nuestra consulta, y que ahora se esta­ ba recuperando. Al cabo de una semana, había recobrado la nor­ malidad.
  • 55. Los virus desencadenantes 3 Si vas a perder los nervios al menos hazlo con inteligencia. ANÓNIMO Desde las alturas de Sierra Nevada, en California, el cielo de noche es un espectáculo sobrecogedor Recuerdo que hace algu­ nos años estaba tendido en mi saco de dormir contemplando este espectáculo. Había escalado con la mochila hasta los tres mal metros de altura, muy por encima de la bruma y las luces de la ciudad, que vuelven opaco el cielo nocturno para los que viven en ella. A veces, las estrellas parecen más densas que la negra oscuridad que las separa. Además, a mediados de agosto se produce un maravilloso fenómeno cósmico llamado «lágri­ mas de san Lorenzo», una lluvia de meteoritos que se hace visi­ ble cuando la órbita de la Tierra se cruza con los restos de la cola de un enorme cometa. Estas «estrellas fugaces» dejan a su paso una estela brillante que se desplaza llenando la mitad de la bóve­ da celeste, aunque la mayoría de estos meteoritos no superan el tamaño de un grano de arena. Se queman a gran altura, sin cau­ sar daño, volatilizados por la fricción de la atmósfera. En 1908, los campesinos de la región de Tunguska, en Sibe- ria, observaron un meteorito que no era tan inocuo. La explo­ sión que provocó al chocar contra la Tierra fue tan potente que barrió y arrasó una superficie de 50 kilómetros de diámetro. Por el tamaño del área arrasada por la explosión, los científicos 61
  • 56. 62 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES dedujeron que tenía que haber sido enorme. Sin embargo, jamás se ha encontrado rastro alguno de la materia de la que están hechos los meteoritos. ¿Qué desató esta explosión? Si fue un meteorito, ¿por qué produjo un efecto contrario al esperado, y no dejó huella de su paso? Al igual que el meteorito de Tungus- ka, los acontecimientos pueden producir efectos opuestos a lo que esperamos. La verdadera causa de la explosión sigue siendo un misterio hasta el día de hoy, a pesar de que los científicos han propuesto teorías muy aventuradas para explicarlo. Durante aquella excursión a la montaña pensaba en la explo­ sión de Tunguska y en mi primera lectura del supervenías de Dee- pak Chopra, La curación cuántica " En este libro, Chopra cuenta la historia de un paciente adicto a la heroína. El doctor Chopra trató a este paciente y, en cuestión más o menos de un año, logró que se liberara de su antigua adicción y se integrara en un trabajo estable. Hasta que un día este paciente tomó un tren, en un contexto que le era familiar desde antaño, y de pronto algo misterioso desenca­ denó en él una necesidad incontrolable de consumir heroína. Aun­ que parezca irracional, el hombre volvió a su antigua adicción. El enfoque bolista del doctor Chopra en relación a la cura­ ción de la mente y el cuerpo, que él denomina curación cuántica, promueve la salud física, mental y espiritual mediante los instru­ mentos de la medicina convencional occidental, las prescripcio­ nes ayurvédicas y la meditación. Sin embargo, algo falta en el rompecabezas de la curación de (a mente y el cuerpo. Leyendo al doctor Chopra me preguntaba por qué cuando nos planteamos objetivos y visiones claras a veces basta el mero recuer­ do de ciertas experiencias para que no lo consigamos. Los desencadenantes Cuando conocí a Amy comencé a entender qué era lo que fal­ taba. Amy era la brillante y atractiva hija de un amigo mío, y 9. Deepak Chopra, Quaníum lieaitng, Bantam Books, Nueva York, 1989. [Trac!, casi.: La cumción-cuántica, Plaza Sr Janés, Barcelona. 1997.!
  • 57. Los virus desencadenantes 63 estudiaba medicina. Nos sentamos a cenar y mi amigo trajo la ensalada. En un gesto extraño, Amy se levantó y fue hasta el otro lado del salón, sacó sus llaves del bolso, luego las dejó donde las había encontrado y volvió a la mesa. Cuando mi amigo sirvió los demás platos, Amy repitió este breve ritual. Cuando trajo el postre, hizo lo mismo. Mi amigo le preguntó a su hija qué hacía con las llaves. Ella respondió sencillamente que era impórtame para ella cerciorarse de que sus llaves esta­ ban donde tenían que estar. -Sin las llaves no puedes ir a ninguna parte -dijo. De alguna manera, el hecho de servir la comida había desen­ cadenado en Amy la compulsión de cerciorarse de que sus llaves estaban a buen recaudo. ¿Alguna vez os ha sucedido que entráis en una tienda y oléis un perfume que no habíais olido en años? De pronto volvéis atrás en el tiempo y os sentís como hace diez años. O cuando vais en coche y, de pronto, en la radío tocan una canción que no habíais vuelto a escuchar desde la época del colegio. De repente viajáis en el tiempo y estáis en una fiesta del instituto. Quizá se os aparezca Robín Williams en su última película, adoptando cualquier postura o expresión, y, antes de que haya dicho algo divertido, ya os estáis riendo. Todos éstos son ejemplos de. desen­ cadenantes, que la PNL también denomina anclas. Los olores, las canciones, la mirada en el rostro del actor, son desencadenantes externos que a un nivel inconsciente están conectados con o anclados a un recuerdo o un estado. ¿Habéis sentido hoy el efecto de un desencadenante? ¿Habéis tenido alguna experiencia exterior o interior que haya estimula­ do un estado o recuerdo? Seguramente, la respuesta sería que las experiencias son muchas más que las que podéis imaginar. • ¿Os habéis despertado con el despertador esta mañana? • ¿Habéis sentido que alguien os tocaba? • ¿Habéis respondido a las señales del estómago que os pedía alimento? • ¿Habéis tenido una sensación compulsiva de urgencia al ver que el reloj marcaba la hora de ir a trabajar?
  • 58. PARTI: I: LOS VIRUS MENTALES • ¿Habéis escuchado ronronear a un garó? • ¿Recordáis haber experimentado una sensación concreta al observar que el cielo estaba azul y que el sol brillaba, o que tal vez estaba nublado y llovía? • ¿Os habéis detenido ante un semáforo o ante una señal de STOP? • ¿H abéis visto a alguien sonriendo? Estos pocos ejemplos demuestran el carácter versátil de los desencadenantes. De hecho, algunos psicólogos piensan que nuestra manera de dar sentido a las cosas, o nuestro comporta- mienio resultante, está totalmente controlada por estos desenca­ denantes de estímulos y respuestas. El valor de los desencadenantes En la vida cotidiana los desencadenantes nos sirven de tres ma­ neras: LOS DESENCADENANTES SON ESENCIALES PARA LA EORMACÍON DF. LA MEMORIA V LA RECUPERACION DE LOS RECUERDOS. Me pregun­ to cuántas veces habréis tenido la siguiente experiencia: estáis trabajando en un proyecto, pero de pronto algo os distrae y os ponéis a leer el periódico. Leéis un artículo sobre el aumento del precio de la gasolina, pensáis en Oriente Medio y eso os trae a la mente África. Esio os hace pensar en la hambruna causada por las guerras civiles que desgarran ese continente. Y luego pensáis en la comida y os dais cuenta de que tenéis hambre. De pronto recordáis que habíais quedado con un amigo en un restaurante hace cinco minutos, así que salís a toda prisa. La asociación entre una idea y otra constituye el mecanismo fundamental de una codificación y recuperación eficaces, algo sumamente importante en el funcionamiento de la memoria. Intentar recuperar un recuerdo aislado entre millones de otros seria como entrar en una biblioteca y encontrarse con los libros ordenados al azar, sin catalogar. Cuanto más organizado
  • 59. Los virus Je st’ntíiJe minies 65 esté el catálogo, más fácil será encontrar los libros. De la misma manera, cuantos más desencadenantes, o más ¿ísociaciones audi­ tivas, visuales y anestésicas, utilicemos para codificar los nuevos conocimientos, más iácil será tener acceso a la memoria. Por lo tanto, los desencadenantes nos permiten asociar acontecimien­ tos, recuerdos y estados con el fin de acceder fácilmente a la memoria. LOS DhSEN CA DUNANT ES PUKDF.N BRINDAR SEGURIDAD V PROTEC­ CION. Mi madre me ha contado que yo era muy aficionado a la física de pequeño. A los catorce meses ya me. fascinaba observar cómo las personas enchufaban electrodomésticos en la toma de corriente de la pared y la magia que tenía lugar a continuación. Al parecer, un día decidí experimentar el procedimiento por mí mismo. Encontré un clip y separé sus dos extremos para meter­ los en el enchufe. Después de asegurarme de que mi madre no me observaba, conseguí enchufar el clip. Ella me contó que la descarga eléctrica me lanzó al medio de la habitación, y, claro está, quemé un íusible. Como podéis suponer, jamás repetí el experimento. Cuando un niño toca el fuego por primera vez, o juega con una abeja o recibe una descarga eléctrica, estamos asistiendo a la formación de un desencadenante que ese niño nunca olvidará (al menos inconscientemente). Los desencadenantes también son importantes en todos los animales; por ejemplo, cuando un perrillo juega con una mofeta por primera vez, o cuando un cachorro de oso juega con un erizo. LOS DESENCADENANTES NOS PERMITEN DAR UN SENTIDO INM E­ DIATAMENTE Y SIN PENSARLO DOS VECES A UNA SITUACIÓN AME­ NAZANTE. Si una persona ha salido a acampar a la montaña y de pronto se le aparece un oso pardo dispuesto a atacarlo, el inconsciente desencadenará inmediatamente la respuesta de resis­ tir o huir, sin detenerse a analizar la situación. En circunstancias de vida o muerte, el inconsciente reconoce la necesidad de una acción inmediata, es decir, huir o luchar.
  • 60. 66 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES El problema de los desencadenantes Como hemos visto en el capitulo 2, los virus desencadenantes son el resultado de una asociación errónea entre un estímulo externo y un estado emocional. Para que este vínculo se pro­ duzca, el estímulo debe darse en el momento mismo, o justo antes, del punto álgido del estado emocional. Supongamos que ha fallecido un compañero vuestro muy querido en un acci­ dente de tráfico. En el funeral, un amigo os toca en el hom ­ bro para expresaros su simpatía. Poco después, se acerca otro amigo y hace el mismo gesto compasivo. Finalmente, en el momento más intenso de vuestro dolor, se acerca un tercer amigo y repite la acción. Se acaba de producir un vínculo inconsciente entre ese gesto específico y el estado de duelo. Diez años más tarde, estáis en un elegante restaurante cele­ brando vuestro cumpleaños con unos amigos íntimos. Uno de ellos se levanta para llamar por teléfono. Al volver, os toca en el hombro y, ¡clic!, os sumís en una súbita depresión. ¿Habéis teni­ do alguna vez una experiencia de este tipo? Nos sentimos bien durante varios días y de pronto, sin motivo aparente, estamos nerviosos, irritados o deprimidos. Es muy posible que se haya activado un virus desencadenante. Así como los desencadenantes nos benefician de tres mane­ ras, los virus desencadenantes pueden incapacitarnos también de tres maneras diferentes. LO S d e s e n c a d e n a n t e s PUEDEN s e r DESHUMANIZADORES. Expe­ rimentamos un estímulo «x» y automáticamente damos una res­ puesta «y». Sólo existe una alternativa. El conductor impaciente nos hace un corte de mangas y, automáticamente, nos irritamos. L a publicidad utiliza el sexo o asocia ¿a experiencia de grandes aventuras con la cerveza y, en cierta medida, eso despierta nues­ tro interés. Vuestra pareja o un miembro de vuestra familia habla con ese tono de voz desagradable, y eso hace que de inmediato perdáis la paciencia. A lgunos psicólogos piensan que, para que n o s sintam os p le­ namente humanos, cualquier experiencia perceptiva debería