2. Durante los ocho años de asedio,
Uruguay tuvo dos gobiernos
simultáneos. Uno, con sede en
Montevideo, al frente del cual estuvo
Rivera hasta 1843. El otro, instalado en
el Cerrito, fue encabezado por Oribe.
Primer Presidencia de Rivera Presidencia de Oribe Segunda Presidencia de Rivera
Batalla de Guerra Grande
Carpintería
En esta batalla, las tropas de
Oribe se distinguieron usando
unas vinchas blancas, en las
cuales inscribieron el lema
“Defensores de las Leyes”. Las
tropas de Rivera usaron como
distintivo una vincha hecha con el Cuarteles del campo sitiador
forro de los ponchos, que era de en el Cerrito
Aduana de Oribe. Puerto del Buceo
color rojo.
3. •La Constitución no pudo terminar con la
división política: dualidad del Poder.
•No se establecía la coparticipación de los
partidos en el Gobierno.
•Movimientos armados.
•Dos núcleos de población: la Rural y la
Urbana.
•En la campaña:
“hombres sueltos de la campaña” servían de
masa humana a los Caudillos.
Caudillos – Cabdillo – Cabeza: No
consideraban las normas de la Constitución.
4. •Intranquilidad social en la campaña, disputas
por la tierra entre propietarios y poseedores.
•Insuficiencia de ingresos fiscales.
•Injerencia de los VECINOS: Argentina y el
Imperio del Brasil, en los asuntos políticos
internos del país.
•No se pudo firmar un Tratado definitivo de
Paz, ni se fijaron los límites precisos con Brasil,
ni el reconocimiento de la independencia por
España.
•La oposición entre caudillos dio lugar al
nacimiento de los bandos partidarios y de sus
divisas (Carpintería, 19 de setiembre de 1836)
donde los combatientes empezaron a sentirse
blancos o colorados antes que uruguayos.
5. La Cautiva. Situación de la mujer
blanca raptada y prisionera en las
tolderías indígenas, Óleo de Juan
Manuel Blanes en el siglo XIX.
La Taba. Constituyó uno de los juegos
más típicos del paisaje oriental. Óleo de
Juan M. Blanes en el siglo XIX.
6. El Mercado de Montevideo en el solar que antes ocupaba la
Ciudadela. Litografía de A. D’Hastrel en el año 1840
8. En Uruguay, la definición de los partidos políticos se concretó
en 1836, durante el gobierno de Manuel Oribe, como segundo
presidente constitucional. La revolución que contra su gobierno
organizó Fructuoso Rivera lo resolvió a crear un partido que
estuviera identificado con las ideas y procedimientos de su
gestión.
El 10 de agosto de 1836, Oribe decretó el uso de una divisa
blanca en el sombrero con el lema “Defensor de la Leyes”. El
lema concretaba una aspiración de su gobierno, y el color
blanco constituía un homenaje a los patriotas de 1811 que lo
habían usado como divisa al comenzar la revolución
emancipadora.
Los colorados, que al principio usaron distintivos celestes, al
ver que se desteñían fácilmente, eligieron el color rojo de sus
ponchos patrios.
El 19 de setiembre de 1836, las fuerzas riveristas fueron
derrotadas por las del gobierno en Carpintería, obligando a
Rivera a retirarse al Brasil.
9. Constituyó el momento de mayor peligro para la supervivencia del
Estado oriental en el siglo XIX, porque estuvo en juego su propia
existencia como nación independiente.
A los dos bandos políticos les costó tanto convertirse en partidos,
como al país convertirse en nación.
10. La vinculación de blancos y colorados con federales y unitarios
argentinos “internacionalizó” el conflicto y ese rasgo se acentuó
aun más con la intervención anglo-francesa.
Oribe
Rivera
Combate entre unitarios y federales
Óleo de Carlos Morel, 1830.
Hubo tres escenarios: el de Uruguay, marcado por el antagonismo entre Rivera
y Oribe; el de la región, escindida entre unitarios y federales, y el internacional,
signado por la competencia de Inglaterra y Francia.
11. Los blancos, dominando el interior durante 9 años, se fueron identificando
con la campaña y la afirmación del ser nacional, con el orden y la autoridad
(la ley), que venían de la tradición hispánica y colonial.
Oribe
Óleo "La carreta" Juan Manuel Blanes
12. Los colorados, conviviendo en la ciudad con muchos europeos y admirando sus
ideas e instituciones, se fueron identificando con lo urbano y las corrientes
liberales, abriéndose tanto a las novedades del mundo cuanto a los inmigrantes
que afluían.
Rivera
Pedro Figari, Toque de oración, 1925, óleo sobre cartón, 27 x 39 ",
Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay.
13. Bandos más fuertes que naciones
Las rivalidades existentes entre los caudillos
habían dado la tónica a los primeros años de
vida independiente. El segundo alzamiento
riverista provocó la renuncia del presidente
Oribe y su exilio en Buenos Aires, al amparo de
su amigo Juan Manuel de Rosas. De octubre
de 1830 a marzo de 1839, Rivera gobernó de
hecho, hasta que nuevas Cámaras, elegidas
bajo presión, lo designaron tercer presidente
constitucional. La vinculación de Oribe con
Rosas venía desde los días de la Cruzada
Fructuoso Libertadora, a la que el gran estanciero
Rivera bonaerense había hecho sustanciosos aportes.
Oribe llegó a Buenos Aires en medio de la
lucha encarnizada entre unitarios y federales.
Estas disputas no solo implicaban rivalidades
caudillescas, sino una discrepancia de larga
Manuel data entre dos formas de entender la
Oribe organización del país.
Lo cierto es que Oribe, que fue por ayuda, se
vio obligado a ayudar.
Esta interrelación entre bandos de los nuevos
países había sido la práctica hasta entonces.
En este sentido, el mapa de la región ofrecía
una permeabilidad que las nuevas fronteras no
Juan Manuel lograban borrar.
de Rosas
14. A fin de proteger Montevideo por tierra se establecieron dos líneas de
fortificaciones, tal cual muestra el mapa. El ejército sitiador, a su vez, instaló
sus bases en la zona del Cerrito.
Cuando comenzó la guerra, no hacía demasiado
tiempo que se habían demolido las murallas de
Montevideo para facilitar su crecimiento. A fin de
proteger por tierra se establecieron dos líneas de
fortificaciones, tal cual muestra el mapa. La
primera costaba de un foso y de una muralla de
mampostería; la segunda era una avanzada de
defensa con parapetos y cañones. El ejército
sitiador, a su vez, instaló sus bases en la zona
del Cerrito, mientras que las familias blancas,
huidas de Montevideo, se establecieron en “Villa
Restauración” (actual barrio de la Unión). Dos
caminos, que se corresponden con dos
importantes calles de la actualidad, unían la sede
del ejército sitiador con el emplazamiento de las
familias y a su vez con el puerto alternativo del Línea del Cerrito
Buceo.
Avanzada de la
Defensa
15. Triunfo naval, fracaso comercial
1845: "La escuadra francoinglesa resolvió abrir a la fuerza el Paraná. Rosas,
en la llamada vuelta de Obligado _donde el río se estrecha_ colocó baterías y
una trinchera flotante compuesta de 24 barcos ligados con cadenas,
materialización de su doble deseo: defender la soberanía y el monopolio de
Buenos Aires. La resistencia argentina ante las fuerzas navales y de
desembarco, muy superiores en armamento y número, fue sangrienta y
heroica pero fracasó. El paso fue forzado. Detrás de los barcos de guerra
seguían los 100 mercantes que habían estado esperando en la rada
montevideana. Sin embargo, las consecuencias para los interventores fueron
negativas. Ese combate exacerbó el sentimiento nacional argentino. La
operación mercantil fracasó ante las escasas ventas hechas en medio de
poblaciones hostiles y más pobres de lo que se había supuesto.
José Pedro Barrán: Apogeo y crisis del Uruguay pastoril y caudillesco, pág. 37.
16. El largo brazo del imperialismo
Intereses extra regionales se sumaron a este
abigarrado contexto. Inglaterra, como se sabe,
nunca perdió de vista la rica cuenca platense.
Sus comerciantes gozaron de especiales
privilegios bajo el gobierno de Rosas, como
correspondía a un poderoso hacendado y
saladerista ávido de colocar sus productos en el
mercado inglés. Francia, que competía por
entonces en todo el mundo con su rival, reclamó
a Rosas la cláusula de "nación más favorecida"
de la que se beneficiaba Gran Bretaña desde
1825. La negativa rosista condujo al bloqueo de
Buenos Aires por la flota francesa, en marzo de
1838.
Ambas naciones aspiraban a la libre navegación
de los ríos de la cuenca, que significaba abrir al
La armada anglo-francesa fuerza su paso a comercio europeo un mercado rico y en
través de la Vuelta de Obligado. expansión.
Manuel Larravide (1871-1910)
17. Primera etapa de la guerra
Por azar de las circunstancias, los intereses de Francia
vinieron a coincidir con los del nuevo presidente uruguayo:
ambos tenían por enemigo a Rosas. Montevideo, por otra
parte, era un enclave imprescindible para la escuadra
francesa que bloqueaba Buenos Aires. De este modo, las
presiones de Francia terminaron por persuadir a Rivera de
declarar la guerra a Rosas en febrero de 1839.
La respuesta del gobernador de Buenos Aires fue
inmediata. El ejército de la Confederación invadió
Uruguay, aunque fue detenido por Rivera en Cagancha a
fin de año y obligado a replegarse a territorio argentino.
Sin los recursos que le proporcionaban las rentas de la
aduana bonaerense, Rosas suspendió el pago de la
deuda contraída con la Casa Baring Brothers de Londres,
lo que provocó la reacción de Inglaterra, que convenció a
Francia de levantar el bloqueo.
18. Montevideo sitiada
Rosas recuperó su puerto y sus rentas; por
otra parte, el ejército de la Confederación,
comandado por Manuel Oribe, derrotó en
reiteradas ocasiones a la coalición
antirrosista; la última de estas derrotas, en
Arroyo Grande, en diciembre de 1842, dejó
abierto a los federales el camino para
invadir Uruguay. En febrero de 1843,
comandando unos siete mil soldados, la
mitad de los cuales eran argentinos, Oribe
sitió Montevideo.
La capital contaba con hombres y
pertrechos para resistir y con el apoyo de la
flota anglo-francesa, que no se había
retirado del Plata y se aprestó a evitar el
bloqueo de Montevideo por mar. La caída
Vista de la ciudad de Montevideo.
de la ciudad habría significado perder el
único puerto libre para el comercio europeo
en la región.
19.
20. Del país dividido a la Unión
Durante los ocho años de asedio, Uruguay tuvo dos gobiernos
simultáneos. Uno, con sede en Montevideo, al frente del cual
estuvo Rivera hasta 1843. El otro, instalado en el Cerrito, fue
encabezado por Oribe.
21. El Gobierno de la Defensa
Así se conoció al que permaneció en Montevideo y mantuvo las instituciones constitucionales hasta
1845. Terminada la última renovación de las Cámaras en febrero de 1846, las sustituyó por un
régimen de emergencia constituido por una Asamblea de Notables y un Consejo de Estado. Con
Rivera en el frente militar, el liderazgo pasó al sector doctoral colorado, cuya creciente "europeización"
lo fue alejando progresivamente del caudillo.
En el Gobierno de la Defensa tuvieron peso decisivo los unitarios argentinos y muchos extranjeros. De
hecho, el general José María Paz, uno de los principales jefes unitarios, asumió la comandancia
general de la plaza, y los franceses, que constituían la mitad del ejército, estuvieron bajo las órdenes
de un coronel también francés.
La influencia extranjera también se hizo sentir en la vida social. Los emigrados perseguidos por Rosas
correspondían al sector más ilustrado de la Argentina. Liberales, instruidos, amantes de la cultura
europea, dieron brillo a una ciudad que pasó de aldea a sede de la civilización ante la "barbarie"
rosista.
Montevideo era "culta" y próspera a pesar del sitio. Los sucesivos bloqueos al puerto porteño le
permitieron importantes ingresos comerciales. La "Sociedad Compradora de los derechos de Aduana",
creada en 1843, que adelantaba de un año a otro al Estado las rentas aduaneras, obtuvo pingües
ganancias al reembolso, aunque para ello el gobierno tuviera que hipotecar edificios y plazas públicas.
Plano de la Guerra grande ( 1839-
1851)
22. El Gobierno del Cerrito
Oribe, por su parte, montó su gobierno a pocos kilómetros de
Montevideo. Considerando nula su renuncia de 1838, asumió
como presidente "legal" del Uruguay. En 1845 reorganizó las
viejas Cámaras disueltas con el golpe riverista, entendiendo a
esta asamblea como la tercera legislatura constitucional del país.
Las Cámaras le otorgaron poderes extraordinarios y autorizaron
la permanencia en Uruguay del ejército de la Confederación
Argentina, con la precisión de que debía abandonar el territorio al
finalizar la guerra.
Oribe controló toda la campaña uruguaya. Contó con los puertos
de Buceo y Nueva Palmira, que después fueron bloqueados por
la flota anglofrancesa. Carente de recursos, confiscó bienes de
enemigos y extranjeros.
En el gobierno del Cerrito también participó un sector culto que no
simpatizaba con la alianza con Rosas, aunque no tuvo más
remedio que aceptarla.
En los alrededores del casco político, administrativo y militar,
creció una población que recibió el nombre de Villa Restauración.
Austero y autoritario, Oribe, como Rosas, su protector, quedó
Aduana de Oribe. Puerto identificado con la lucha por los intereses americanos contra la
del Buceo intromisión europea. Para sus adversarios, sin embargo,
compartió el tinte dictatorial que caracterizó a su aliado.
23. La batalla diplomática
A veces asociadas y otras por separado, Inglaterra y Francia
ejercieron un papel decisivo en la contienda, de principio a fin. A
partir de 1845 fue notorio su interés por salir del conflicto, aunque no
a cualquier precio. Cuando la guerra pareció estancarse, hacia 1847,
se intensificaron las gestiones diplomáticas. En el lapso que llega
hasta 1850, varias misiones inglesas y francesas procuraron llegar a
un acuerdo con Rosas. En estos días se produjo un retroceso de las
aspiraciones europeas, explicable por la presencia de otros
problemas en escenarios lejanos o en sus propios países. Así, de
exigir la apertura incondicional del Paraná y el Paraguay al comercio
franco-británico en 1845, se pasó al reconocimiento de la
Confederación Argentina y de su soberanía sobre ambas vías
fluviales en los tratados de 1849 y 1850. Victoria absoluta para
Rosas, que echó el cerrojo al estuario del Plata, reservando para
Buenos Aires el beneficio de los derechos aduaneros.
24. El final de la Guerra Grande
Si para Francia e Inglaterra la guerra había terminado, los
unitarios no estaban dispuestos a darle fin. Tampoco los
colorados de la Defensa. Una nueva estrategia se hizo
necesaria.
25. Ofensiva final contra Rosas
Brasil venía asistiendo con inquietud a las ambiciones expansionistas de Rosas en la
región. Para 1851, las tratativas de la Defensa para lograr el apoyo del Imperio dieron
sus frutos.
Por otra parte, Entre Ríos se volcó contra su antiguo aliado, Rosas. Tan rica como
Uruguay, esta provincia reclamaba su porción de la renta aduanera, a la que
contribuía con seis millones de cabezas de ganado y diecisiete saladeros. Por ello,
cuando en 1851 Rosas repitió el formulismo anual por el cual renunciaba a la
dirección de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina _para ser
confirmado en ella_ Urquiza, uno de sus aliados fuertes y primer estanciero de Entre
Ríos, aceptó su renuncia y retomó las riendas de la política exterior entrerriana. A los
pocos días se firmó el tratado de la Triple Alianza entre Brasil, Entre Ríos y el
Gobierno de la Defensa. La guerra terminaba por ser un asunto americano.
El ejército de la coalición, al que se sumó poco después Corrientes, derrotó a Rosas
definitivamente en la batalla de Monte Caseros, el 3 de febrero de 1852.
26. "Ni vencidos ni vencedores"
Cuando ya estaba condenada la causa rosista, Oribe debió rendirse ante su ex aliado Urquiza.
El espíritu que animó el acuerdo de cese de hostilidades en Uruguay fue, sin embargo,
conciliador. La paz del 8 de octubre de 1851 ordenó la reunión de todos los orientales bajo el
pabellón nacional, por encima de los bandos en que hubieran militado durante la guerra.
El espíritu de fusión animó los tiempos inmediatos a la paz de octubre: hubo seis días de
festejo ininterrumpido en todo el país; se levantó el destierro de Rivera, producto de las
desavenencias con el sector doctoral colorado y la Villa de la Restauración fue rebautizada
"Villa de la Unión". El sentimiento de nación parecía despejar definitivamente la sombra de la
guerra civil de allí en más.
Brasil cobró con creces su contribución a terminar la guerra. El 12 de octubre de 1851, a
cuatro días de firmada la paz, concertaba con Uruguay cinco tratados que serían de singular
gravitación en la vida futura del país. En ellos fue central la figura de Andrés Lamas, "el
hombre del Imperio", responsable en buena parte de la alianza con Brasil y responsabilizado,
a la vez, por la índole de los tratados.
27. Los Tratados del 51
Tratado de Alianza: establecía la alianza perpetua entre Brasil y Uruguay, obligándose mutuamente a
apoyar a sus respectivos gobiernos. Brasil prometía ayuda al gobierno elegido durante los siguientes
cuatro años y Uruguay se comprometía a ayudar al Imperio contra los separatistas riograndenses. De
hecho, el acuerdo consagraba el derecho de intervención en los asuntos internos de ambos países.
Tratado de Extradición: a las disposiciones de extradición por delitos comunes se agregaba la
obligación de Uruguay de devolver a Brasil los esclavos fugados, con lo cual se desconocía la legislación
uruguaya, que había abolido la esclavitud.
Tratado de Prestación de Socorros: el Imperio asumía la entrega al gobierno uruguayo de un subsidio
mensual de sesenta mil patacones contra la garantía de las rentas públicas, especialmente las de la
Aduana. Uruguay reconocía la deuda contraída por el Gobierno de la Defensa con el Barón de Mauá,
contra las mismas garantías. De esta manera, no solo se dependía de un país extranjero para cubrir el
presupuesto público, sino que se hipotecaban las rentas de la nación a otro estado y a un particular
amparado por dicho estado.
Tratado de Comercio y Navegación: se establecía la navegación común del río Uruguay y sus afluentes
y ambas naciones se concedían recíprocamente la cláusula de la nación más favorecida. Por diez años
se eximía de derechos a la exportación de ganado en pie a Brasil, así como al tasajo enviado por tierra a
Río Grande. De hecho, estas disposiciones convertían a Uruguay en la reserva ganadera del Imperio,
destruyendo la industria saladeril del país.
Tratado de Límites: los límites hasta entonces indefinidos de la frontera norte, se precisaban de la
siguiente manera: el río Cuareim al noroeste y al noreste el Yaguarón y la Laguna Merín, cuya
navegación exclusiva se reservaba Brasil. Se cedía una franja de dos leguas y media de territorio en las
márgenes del Cebollatí y el Tacuarí, en la cual el Imperio podía levantar fortalezas. El Tratado de Límites
implicó la renuncia de los derechos históricos sobre las Misiones y otras zonas que adjudicaba el Tratado
de San Ildefonso a las posesiones españolas, dejaba zonas sin delimitar y permitía la instalación de
puestos militares brasileños en la frontera.
28.
29. Escenas del Sitio de Montevideo, Litografía de Berttinoti
La paz del 8 de octubre de 1851 establecía entre sus cláusulas que: "Entre las diferentes opiniones en que
han estado divididos los orientales, no habrá vencidos ni vencedores, pues todos deben reunirse bajo el
estandarte nacional, para el bien de la Patria y para defender sus leyes e independencia". Pero la paz no se
establece por decreto. No iba a resultar fácil curar las heridas dejadas por tantos años de guerra civil. Si bien
es cierto que en los últimos tiempos de la Guerra Grande hubo lapsos en que no se tiró un solo tiro, esto no
debe engañarnos. En un país de cercanías como era el Uruguay de entonces, prácticamente todo el mundo
tenía un pariente o un amigo que había muerto, había sido herido o había perdido sus bienes o sus tierras
durante el conflicto; comprendemos por qué restaurar las heridas no resultó tan sencillo.
30. Blancos y colorados
Para algunos historiadores, a Bandera del Estado Oriental usada
por las fuerzas del Partido Blanco
partir de la Guerra Grande la hasta 1850
campaña será identificada con
"los blancos" y la ciudad con "los
colorados", cuando hasta ese
momento el interior había sido el
lugar del accionar de Rivera y la
ciudad más el de Oribe. Bandera usada por los colorados
de Fructuoso Rivera durante la
Guerra Grande
31. Bibliografía:
Nahum, Benjamín. Manual de Historia del Uruguay, Tomo I: 1830 – 1903.
EBO. 2002
Pivel Devoto, Juan E., Ranieri de Pivel Devoto, Alcira, Historia de la
República Oriental del Uruguay 1830 -1930, Montevideo, Ed. Medina,
1956.
Barrán, José Pedro, Apogeo y crisis del Uruguay pastoril caudillesco,
1838 – 1875, tomo 4 de la Historia Uruguaya, EBO, 1974.
La enciclopedia del Estudiante, Historia y Geografía de Uruguay, 20,
Santillana,2005