El grupo de trabajo se reunió quincenalmente en cuatro ocasiones
1. El Grupo de Trabajo se reunió quincenalmente en cuatro
ocasiones, a partir de finales del mes de abril. Por parte de México,
el proceso de adhesión fue conducido por un grupo
intersecretarial, integrado por 18 funcionarios de la Secofi, y las
secretarías de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Agricultura y
Recursos Hidráulicos (SARH), y Energía, Minas e Industria
Paraestatal (SEMIP). A la última reunión asistieron, además del
grupo intersecretarial, los legisladores Raúl Salinas Lozano y
Miguel Borge, en representación del Senado de la República, y
varios miembros del sector empresarial, en calidad de
observadores. El Grupo de Trabajo resumió los resultados de estas
negociaciones en un informe y elaboró un Proyecto de Protocolo
para la adhesión de México al GATT. En estos documentos se
detallaba toda la información recabada en torno al comercio
exterior mexicano y, específicamente, se presentaba la lista de
productos que México concesionaría a los países miembros del
GATT, es decir, las mercancías a las que México daría tratamiento
arancelario especial como aportación de ingreso al acuerdo
comercial internacional.
El 14 de julio, el Gabinete de Comercio Exterior, encabezado por el
Presidente de México, aprobó el contenido de los documentos
preparados por el Grupo de Trabajo, y el director del grupo los
presentó al Consejo de Representantes del GATT al día siguiente.
El Consejo los ratificó por unanimidad y 48 países votaron ese
mismo día a favor de la incorporación de México. Los votos
restantes para la aprobación por dos terceras partes de los países
miembros, según lo establecido, fueron obtenidos antes de 48
horas. Tan pronto se conocieron estos resultados, el presidente De
la Madrid instruyó al Secretario de Comercio y Fomento Industrial
para que procediera a suscribir, en nombre del gobierno de
México, el Protocolo de Adhesión de México al GATT. El acto tuvo
lugar diez días después, el 25 de julio, en la sede del organismo
internacional en Ginebra, Suiza. México se convirtió así en el país
miembro número 92 del GATT. Cabe subrayar que la soberanía
nacional no sufre menoscabo alguno con esta adhesión, ya que
dentro del GATT ningún país tiene poder de veto sobre las
iniciativas de otro y, asimismo, el acuerdo no posee valor jurídico
internacional.
2. México adquirió como miembro del GATT una serie de derechos y
obligaciones, delimitados durante del proceso de negociación y
estipulados en el protocolo finalmente suscrito. Los derechos
fueron de dos tipos: unos ordinarios, que se comparten por igual
con todos losdemás miembros, y otros con carácter especial,
obtenidos como prerrogativas para nuestro país en el proceso de
negociación.
Entre la serie de derechos ordinarios adquiridos, México logró las
ventajas siguientes: primero, la seguridad de la entrada de los
productos mexicanos a los mercados de los demás países
miembros, pues los aranceles que esas naciones apliquen a los
productos provenientes de México permanecerán fijos y no serán
alterados arbitrariamente, creando así un entorno más estable y
menos incierto para los exportadores mexicanos; segundo, el
beneficio inmediato, para las exportaciones mexicanas, de las
concesiones en las tarifas que otorgan estos países a los demás
miembros, con lo cual los productos mexicanos podrán tener
mayor penetración en esos mercados; tercero, el acceso al foro
más importante del comercio mundial, para consultas, negociación
y solución de los conflictos que puedan surgir en el intercambio
comercial multilateral, lo que permitirá a México defender mejor
sus mercados y productos internacionalmente; y, por último, el
derecho a participar como país miembro en las reuniones
normativas del GATT, la siguiente de las cuales tendría lugar en
septiembre de 1986 en Punta del Este, Uruguay, con lo que México
fortalece su poder de negociación multilateral en los asuntos de
comercio internacional. Además, nuestro país obtuvo en las
negociaciones de adhesión varias prerrogativas de gran
importancia, entre las que destacan: primero, la incorporación con
carácter de "nación en desarrollo", por la que se recibe un trato
preferencial y se limitan los compromisos adquiridos, por ejemplo,
permitiéndose mantener medidas proteccionistas durante períodos
de tres a 15 años y obteniendo, asimismo, algunas ventajas
arancelarias que no se está obligado a corresponder; segundo, la
exclusión de los energéticos de la lista de productos sujetos a
negociación, preservando así el manejo soberano de la nación
sobre estos recursos y, tercero, la consideración del sector agrícola
como elemento clave para el desarrollo económico del país, por lo
que se le otorgaron privilegios especiales.
3. Las condiciones generales de la adhesión también representaron
otras ventajas para México, entre las que sobresalen las
siguientes: el país puede restringir sus importaciones si así lo
desea, apelando a una cláusula de salvaguarda, en caso de surgir
serios problemas de balanza de pagos; temporalmente se permite,
además, mantener el sistema de tipo de cambio dual; por último,
las industrias mexicanas quedan protegidas contra prácticas de
competencia desleal de otros países, teniendo el derecho de
aplicar una legislación antidumping, es decir, una ley contra la
"inundación" del mercado mexicano por un producto extranjero
que se vendiera a un precio por debajo de su propio costo de
producción.
Como contrapartida de estos derechos, México asumió, en
reciprocidad, varios compromisos en materia de comercio exterior.
Principalmente, nuestro país otorgó a las otras 91 naciones
pertenecientes al GATT un listado de concesiones específicas, que
permiten la importación a México de gran variedad de productos
clasificados en 373 fracciones arancelarias. Esencialmente, dichas
concesiones consistieron en la eliminación de barreras para la
importación de las mercancías correspondientes, como son los
requerimientos de permisos previos para importación, y la
reducción de aranceles, es decir, la disminución de los gravámenes
impositivos a la importación. Sin embargo, es muy importante
señalar que estas concesiones no fueron indiscriminadas ni
automáticas, sino que, por el contrario, especificaron con gran
detalle los plazos en que se llevarían a efecto y los niveles
arancelarios que se conservarían para cada fracción en particular.
Esto se hizo con el propósito de que la liberalización de las
importaciones sea selectiva y racional, de manera que la
protección de las ramas industriales mexicanas vaya disminuyendo
gradualmente en el tiempo, para dar oportunidad a los productores
mexicanos de fortalecerse ante la nueva competencia y defender
los puestos de trabajo existentes en el país. (Véase el recuadro
"Algunos ejemplos de las concesiones hechas por México al
GATT".)
Las concesiones hechas por México a los demás países miembros
del GATT tuvieron proporciones más bien limitadas. En primer
lugar, las 373 fracciones concesionadas representaron únicamente
4. el 15.9% del valor total de las importaciones que hizo México en
1985. (Véase el cuadro 31.) Además, del total de las fracciones
negociadas, 290 se encontraban ya en ese entonces exentas del
requerimiento de permiso previo de importación, mientras que
sólo 26 de ellas serían liberadas a partir del acuerdo, pero en un
período de tres a ocho años. Otras 20 se crearían, puesto que no
existían específicamente en ese momento. En total, la eliminación
del requisito de permisos previos de importación sería inmediata
solamente en el caso de 29 fracciones. Asimismo, en 321 de las
373 fracciones mencionadas, el compromiso arancelario asumido
no significó una reducción del arancel por debajo de lo ya
establecido. Unicamente en 52 casos se hicieron concesiones a un
nivel de arancel inferior al ya existente, de los cuales 32 se
modificarían de inmediato, 12 al cabo de tres años y los ocho
restantes en un período de cinco años. Estos datos son indicativos
de que las concesiones hechas por nuestro país no fueron
excesivas ni representaron una modificación significativa de los
criterios de apertura comercial que México había adoptado de
antemano.
Otro compromiso adquirido con el GATT fue establecer un nivel
arancelario consolidado de 50% como máximo para todas las
importaciones, excluyendo las 373 fracciones en las que se
hicieron concesiones específicas inferiores a dicha tasa. Sin
embargo, México había venido aplicando un nivel arancelario
consolidado menor que el 50% y el gobierno del presidente De la
Madrid había fijado desde antes, como parte de su política de
apertura de la economía al comercio exterior, una meta para el 31
de octubre de 1988, de llegar a un arancel consolidado del 30%.
Así pues, el gobierno podía contar, aun bajo el acuerdo suscrito
con el GATT, con un margen de 20 puntos porcentuales en el
manejo de la protección comercial a los productos mexicanos, si
las circunstancias recomendaran modificar la meta planteada para
1988.
Cuadro
31
Fracciones negociadas ante el GATT, por tipo de bien
Tipo de bien
Bienes de consumo
Número de fracciones
Valor de importación en 1985
Porcentaje sobre la importación
negociadas
(millones de dólares)
total de 1985
62
165.2
1.4
5. Bienes
de
uso
168
1 134.7
9.5
Bienes de capital
113
588.8
5.0
Total
373
1 888.7
15.9
intermedio
Fuente: Secofi, Subsecretaría de Comercio Exterior, Dirección General de Aranceles.
Complementariamente, en el Protocolo de Adhesión se mantuvo la
autorización de proteger hasta por ocho años, con una sobretasa
no mayor que la mitad del arancel definitivo correspondiente, a
determinadas industrias prioritarias, como la farmacéutica y la
automovilística. Al finalizar dicho plazo, las tarifas impositivas no
deberían exceder del nivel fijado como base.
Además
de
los
derechos
y
compromisos
mencionados
anteriormente, México señaló en el Protocolo de Adhesión su
decidido propósito de firmar en el futuro cinco de los códigos de
conducta particulares del GATT, que favorecen de distintas formas
a los países que voluntariamente los suscriben. Estos códigos son:
el de licencias, el de valoración aduanal, el antidumping, el de
normas, y el de subvenciones e impuestos compensatorios.
La incorporación de México al GATT se enmarcó dentro de las
políticas de comercio exterior y de reconversión industrial
promovidas por el presidente De la Madrid durante su gobierno,
como respuesta a los cambios ocurridos tanto dentro de la
economía mexicana, como en los mercados mundiales, sobre todo
desde mediados de los años setenta. (Véase el recuadro "Breve
reseña de las políticas de industrialización y comercio exterior de
México desde 1950".) La primera de estas políticas ha buscado
modificar el comercio del país con el resto del mundo, para hacerlo
más acorde con las necesidades de crecimiento de la producción
nacional y la generación de empleos en el futuro. Por el lado de las
exportaciones, dicha política ha pugnado por aumentarlas y
diversificarlas. Por medio del incremento de las exportaciones, se
busca desarrollar más fuentes de trabajo y generar las divisas
requeridas por el país en cantidad creciente. Su diversificación,
tanto por productos como geográficamente, pretende disminuir la
vulnerabilidad de los empleos y las divisas así generados ante
posibles cambios de la demanda externa. Particularmente, se
6. desea reducir la dependencia respecto de las exportaciones de
petróleo y ampliar el destino geográfico de las exportaciones, ya
que, comparada con otras economías, la mexicana es altamente
dependiente de un número limitado de países. (Véanse los cuadros
32 y 33.)
Por el lado de las importaciones, la política comercial ha buscado
liberalizarlas, como medio de ofrecer a los productores y a los
consumidores
nacionales
una
alternativa
que
permita
complementar la producción nacional cuando ésta sea insuficiente
en cantidad, de modo que se aminoren las presiones inflacionarias
internas cuando se presenta una escasez relativa de ciertos
productos en el país. Asimismo, la liberalización de las
importaciones intenta ofrecer un sustituto de la producción
nacional, para beneficio de los propios consumidores, cuando ésta
sea poco satisfactoria en su calidad o precio. Así, desde antes de la
adhesión al GATT, el gobierno del presidente De la Madrid ya había
avanzado considerablemente en la liberalización de las
importaciones. Por ejemplo, a mediados de 1985, las autoridades
federales sustituyeron los permisos previos de importación por
aranceles para gran número de fracciones arancelarias de la Tarifa
del Impuesto General de Importación y, más adelante, afinaron y
rebajaron los aranceles, para contener en alguna medida el
crecimiento de los precios internos mediante la mayor
competencia de los productos importados. También hubo cierta
liberalización al facilitarse la importación temporal de algunos
productos. Asimismo, en marzo de 1986 se llegó a liberar hasta
65% del total de las fracciones arancelarias. Para el tercer
trimestre del año, se estimaba que el arancel promedio ponderado
de todos los productos de la tarifa de importación se situaría en
poco tiempo alrededor de 25 por ciento.
Cuadro
32
Composición del comercio exterior de México, 1977-1985
1977-1982
Millones de dólares
Exportaciones totales
Petroleras
Agropecuarias
1983-1985
%
Millones de dólares
%
75 312.1
100.0
67 481.3
100.0
48 367.3
64.2
47 371.9
70.2
8 835.4
11.7
4 048.9
6.0
7. Extractivas
2 458.3
3.3
1 484.6
2.2
15 751.1
20.3
14 508.5
21.5
82 800.6
100.0
32 435.1
100.0
8 935.4
10.8
2 465.1
7.6
Bienes de uso intermedio
49 575.8
59.9
22 347.8
68.9
Bienes de capital
24 289.5
29.3
7 622.2
23.5
-7 488.5
-
35 046.2
-
Manufactureras
Importaciones totales
Bienes de consumo
Superávit (+) o déficit (-) comercial
Fuente: Elaborado con datos del Banco de México.
El impulso eficaz de las exportaciones está estrechamente ligado a
la liberalización de las importaciones y, por lo tanto, no deben
considerarse como procesos independientes. La capacidad de los
exportadores mexicanos para satisfacer la demanda externa en los
volúmenes, calidades y precios imperantes en los mercados
internacionales puede ser entorpecida si los insumos producidos
internamente
-tales
como
materias
primas,
productos
semiprocesados, componentes, etc.- no están disponibles en las
cantidades necesarias, o si su calidad y precio son poco
satisfactorios. De esta forma, la posibilidad de recurrir a insumos
importados como sustitutos, cuando así convenga, permite que los
exportadores eficientes no se vean afectados negativamente por
sus proveedores menos eficientes. La liberalización de las
importaciones también influye en el comportamiento de las
exportaciones por medio de otro efecto: al disminuir la protección,
las industrias que antes eran artificialmente rentables, debido a
que la falta de competencia externa les permitía mantener precios
altos, empiezan a dejar de serlo y, en consecuencia, la nueva
inversión que se realiza en la economía comienza a dirigirse hacia
las industrias que siguen siendo rentables en el nuevo ambiente
competitivo. De esta manera, la producción y el empleo aumentan
en las industrias que tienen auténticas ventajas en la competencia
internacional, y así elevan las exportaciones. Naturalmente, este
proceso se desarrolla paulatinamente, pero, a la larga, la economía
nacional puede ampliar sus relaciones con el exterior, así como
tener una planta industrial más eficiente y productos mejores y
más baratos, en beneficio de los propios consumidores. En otras
palabras, la liberalización de las importaciones disminuye el sesgo
antiexportador que crea la sobreprotección.
8. Cuadro
Origen
33
y
destino
de
las
exportaciones
mexicanas
mercancías,
de
1960-1982
(porcentaje por destino)
Destino
Origen
(1)
(2)
(3)
(4)
1960 1982 1960 1982 1960 1982 1960 1982
1) Países industrializados con economía de mercado
67
66
3
3
0
4
30
27
2) Países de Europa oriental con economía planificada
19
nd
59
nd
0
nd
22
nd
3) Países exportadores de petróleo de ingresos altos
83
56
0
1
0
11
17
35
De ingresos bajos
51
52
21
5
1
4
27
39
De ingresos medianos
68
65
7
4
0
3
25
28
De ingresos altos
67
63
6
4
0
4
28
29
México
93
91
0
0
0
0
7
9
4) Países en desarrollo
nd
Dato
no
disponible.
Fuente Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial, 1984.
La adhesión al GATT guarda también estrecha relación con la
política de reconversión industrial, la cual, entendida como la
búsqueda de menores costos de producción y mejor calidad de los
productos, se acelera como resultado de la competencia de los
productos mexicanos frente a los de otros países, sea en el
mercado nacional o en los mercados extranjeros. Por todas estas
razones, el gobierno del presidente De la Madrid consideró al GATT
como el entorno más adecuado para impulsar la apertura eficiente
y racional de la economía mexicana al comercio exterior y
promover, al mismo tiempo, la reconversión industrial.
Durante el proceso que culminó con la adhesión de México al
GATT, diversos grupos dentro del país externaron públicamente su
intranquilidad y preocupación al respecto. Desde septiembre de
1985, el Senado de la República había convocado a los distintos
sectores de la sociedad a una consulta para conocer sus opiniones
en torno a la posible adhesión de México al GATT. Las reuniones
de trabajo se desarrollaron entre el 28 de octubre y el 12 de
noviembre. En ellas participaron grupos del sector empresarial, del
sector académico, de asociaciones profesionales y grupos del
9. sector social. En estas reuniones se reconoció que la política
comercial debería buscar incrementar las exportaciones no
petroleras. Varios grupos coincidieron en señalar que la
eliminación de proteccionismo de nuestra economía, al permitir la
entrada de productos importados al país, favorecería la
competitividad y capacidad de exportación nacional, si bien se
insistió en que esta liberalización debería hacerse en forma
gradual, para que las empresas pudieran adaptarse a las nuevas
circunstancias. Asimismo, se afirmó que la protección debería
mantenerse, en un grado razonable, en el caso de los productos
agrícolas, los relacionados con la salud, los de las áreas
consideradas como estratégicas para el desarrollo del país y los de
algunas industrias todavía poco consolidadas.
No obstante, algunos grupos expresaron cierto escepticismo
respecto a la posibilidad de incrementar y diversificar las
exportaciones, en virtud de que el aparato productivo nacional
estaba poco integrado, la calidad de gran número de productos
nacionales no satisfacía las especificaciones internacionales y la
aplicación de nuevas técnicas de producción, más modernas y
eficientes, era costosa y difícil en la situación por la que
atravesaban las empresas nacionales, particularmente las
medianas y pequeñas. En este sentido, se destacó que el éxito o
fracaso de la promoción de las exportaciones dependería de las
políticas concretas que se adoptaran y se consideró que, para
conseguir mayor acceso a los mercados de otros países, existían
ventajas en proceder mediante acuerdos internacionales
multilaterales, en vez de convenios bilaterales, de modo que el
país enfrentara mejores condiciones de negociación, al compartir
intereses similares con un mayor número de naciones. Finalmente,
en materia de empleo, se mencionó que había grandes
oportunidades de producir para el exterior en el futuro, y que los
riesgos de que se perdieran puestos de trabajo en el corto plazo
serían menores si la apertura comercial fuera paulatina y se dieran
apoyos y estímulos financieros a las empresas medianas y
pequeñas.
Al decidirse finalmente la adhesión de México al GATT, el sector
privado calificó de positiva la conclusión de las negociaciones. La
Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), en un análisis
10. firmado por su presidente, Silvestre Fernández Barajas, concluyó
que los sectores industriales débiles o muy dañados por la crisis
habían quedado plenamente protegidos frente a la nueva
situación, en virtud de los términos precisos en que se había
concretado el acuerdo de México con el GATT. Otro dirigente de la
misma confederación, Ernesto Rubio del Cueto, aseveró que la
adhesión al GATT se había logrado en condiciones ventajosas para
México, pues la industria nacional contaría con el tiempo necesario
para modernizar y volver más eficiente su planta fabril, y enfrentar
así el reto de la competencia internacional. La Cámara Nacional de
la Industria de Transformación (Canacintra), por medio de sus
representantes, consideró que la entrada al GATT ayudaría al país
a diversificar su mercado externo y a disminuir la alta dependencia
comercial respecto de Estados Unidos. El presidente de la
Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex),
Bernardo Ardavín, declaró que el acceso más libre a los mercados
externos permitiría a las empresas mexicanas utilizar mejor su
capacidad de producción, subutilizada entonces por la contracción
que sufría el mercado interno desde tiempo atrás. Asimismo, el
vicepresidente de la Bolsa Mexicana de Valores, Alfredo Harp,
opinó que el ingreso al GATT beneficiaría a gran número de
empresas mexicanas. El presidente de la Confederación de
Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco), Nicolás Madáhuar,
comentó que el ingreso al GATT era un riesgo, pero que de no
hacerlo, el país seguiría autolimitando su crecimiento.
Por otra parte, el líder de la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), Fidel Velázquez, adoptó una posición ambigua ante
el ingreso de México al GATT. Advirtió que las exportaciones del
país tenían que fomentarse en forma selectiva y en función de los
recursos y capacidades reales de la planta productiva nacional, no
con base en una continua devaluación de la moneda ni mediante
un abaratamiento de la mano de obra mexicana, lo cual había
demostrado producir resultados limitados en el pasado. Dijo que
mientras la producción de México no tuviera mejores condiciones
de calidad, precios y tecnología, no podría competir en el
extranjero. Sin embargo, sostuvo que "tal vez no llegaran al
extremo de que se cierren las pequeñas y medianas industrias,
pero seguiremos colocados en una posición de quedar rezagados
con respecto a los países altamente industrializados". El líder de la
11. CTM aseveró que la opinión del movimiento obrero organizado no
había sido escuchada para decidir el ingreso al GATT, pero dijo
tener confianza en el presidente De la Madrid. Por su parte, el
presidente del Congreso del Trabajo (CT), Rafael Riva Palacio,
puntualizó que ni el ingreso al GATT ni los acuerdos con el FMI
serían recibidos con beneplácito, si esas medidas deterioraban más
los niveles de vida de los trabajadores.
Ya como miembro del GATT, México participó en la reunión
sostenida por todos los países contratantes en Punta del Este,
Uruguay, del 15 al 20 de septiembre. El propósito de esa junta era
definir la agenda de puntos que se considerarían en la siguiente
ronda de negociaciones entre esos países, que se desarrollaría en
los siguientes cuatro años, y de la cual saldrían los nuevos
lineamientos que normarían la mayor parte del comercio mundial
para muchos años en el futuro.