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La posada del silencio
El texto de hoy
Tu me sedujiste Yavhé y yo me
dejé seducir
Con frecuencia nuestros pensamientos son como una
resistencia, como una defensa y son también una agitación.
Dentro está la luz, dentro está el Señor. En el silencio todo
se puede desbloquear para que emerja la Presencia de Dios,
para que aparezca la luz.
Una luz insospechada saldrá de nuestro corazón en el
silencio.
Haced silencio para que pueda fluir toda la Presencia que os
habita.
CAMPAÑA DE SOLIDARIDAD EN LAS
VILLAS
el: 17/4/2014 9:11:33 (84 Lecturas)
Cada año en la Zona de Las Villas se realiza una campaña de solidaridad. Durante la campaña, que dura
hasta el mes de octubre, se van realizando diversas actividades, siendo la principal la Marcha de la
Solidaridad, que este año será el 11 de mayo. Recorre los diversos pueblos da la zona y se cierra en cada
pueblo con una actividad destinada a la recaudación de fondos para los proyectos en que se ha elegido
trabajar durante la campaña.
El día 13 de abril, domingo de
Ramos, se celebraron diversos actos en algunos de sus pueblos. En Villoruela a lo largo de la mañana en
la plaza del pueblo se realizó un mercadillo solidario. En él se vendieron plantas y flores, cultivadas por
los propios vecinos a lo largo del año para esta finalidad. El día, que amaneció con sol brillante, y la
buena temperatura facilitaron el éxito de esta actividad, que ya viene siendo una tradición es esta
localidad.
En Babilafuente, en el Centro Multiusos cedido por el Ayuntamiento, tuvo lugar por la mañana y a lo
largo del día otro mercadillo de venta de productos donados o elaborados por los propios vecinos, entre
ellos sabrosos productos de repostería.
Con estas actividades se cumple un doble objetivo: de sensibilizar a la población de esta zona salmantina
sobre la realidad de la pobreza en el Tercer Mundo y aquí mismo, analizando sus causas y sus
consecuencias; y fomentar la solidaridad como el mejor medio para hacer frente a estas situaciones
injustas. El 60% de lo que se recauda es para un proyecto de Acción Verapaz, organizadora e impulsora
de la Campaña. Un 20 % para un proyecto de Cáritas Salamanca, y otro 20 % para un proyecto de Manos
Unidas, simbolizando así la importancia de unirse para trabajar juntos por la erradicación de la pobreza.
Por la tarde, en Villoria tuvo lugar la Asamblea Anual de socios de la Delegación de Verapaz en
Salamanca. Su celebró en el Centro Cívico de esta localidad, cedido por el Ayuntamiento. Estuvieron
presentes alrededor de 40 socios y socias de Acción Verapaz, con representación de la ciudad de
Salamanca, de Villoria, de Villoruela y de Babilafuente, además de los miembros de la Junta Directiva.
Es una actividad muy importante dentro de la Delegación, pues además de aprobarse la Memoria de
Actividades y Económica del año 2013, se presentaba el variado programa de actividades a desarrollar en
los diversos pueblos y en la ciudad de Salamanca durante la campaña de este año 2014.
Virginia Casado, secretaria de la Delegación, inició el acto leyendo el Acta de la Asamblea anterior. A
continuación Luis M. Figuero, presidente de la Delegación, hizo una síntesis breve y clara de las
actividades realizadas dentro de la campaña de 2013 y de los resultados obtenidos, la ejecución de los
proyectos para los que se trabajaba en la campaña. En el caso de Acción Verapaz el proyecto que se pudo
ejecutar, gracias a la campaña y a una subvención del Ayuntamiento de Salamanca, fue la construcción en
Nicaragua de casas para mujeres abandonadas por sus maridos. La tesorera, Mónica González, cerró la
primera parte de la Asamblea mostrando con cifras los buenos resultados de la campaña. Ambas
memorias se aprobaron por unanimidad. La ilusión y del esfuerzo compartido ha sido una vez más la
mejor demostración de que la solidaridad no es un sueño imposible, sino que día día la vamos
convirtiendo en realidad entre todos.
En la segunda parte se procedió a la elección del proyecto en el que se va a implicar la Delegación
durante el año 2014. Previamente se hizo la presentación de los tres proyectos enviados desde la
Secretaría de Madrid, para elegir uno de ellos. Dos proyectos venían de Haití, uno de compra de mulas y
otro de compra de cabritas; el tercero lo habían envidado las dominicas de la Anunciata desde Argentina.
El proyecto de la compra de cabritas lo presentó Reyes Laso, vocal de la Junta Directiva; el de la compra
de mulas fue presentado por Octavio, un dominicos de Rep. Dominicano que ha visitado en diversas
ocasiones Haití; y el de Argentina por Juan José, un dominico argentino, que se encuentra en Salamanca
por razones de estudio. Los tres hicieron una exposición muy clara del contexto en el que surge el
proyecto, la necesidad a la que respondía, a quiénes iba a beneficiar, repercusiones sobre la comunidad
beneficiaria y posibilidades de continuidad. Fueron tan claras y convincentes las presentaciones que
resultaba difícil la elección, pues quedaba claro que todos eran necesarios e importantes para la mejora de
las condiciones de vida de la comunidad beneficiaria, pero había que escoger y, al final, los votos
favorecieron al proyecto de la compra de mulas. En este interesante proyecto se centrará el trabajo de la
campaña, intentando proporcionar a una comunidad haitiana, que vive aislada y sin posibilidades de
acceso por vía motorizada, de un medio de transporte para la comercialización de los productos y el
transporte de personas.
La Asamblea se cerró con una información sobre el encuentro de formación del último fin de semana de
junio. Se celebrará en Valladolid, y se tratará este tema: “Cooperación y Desarrollo. Visión crítica”. Se
hizo una invitación a participar en él, pues es un interesante espacio no sólo para la reflexión sino también
para el encuentro entre quienes formamos parte de la “red Verapaz”.
J.Antonio
Primera noche de pascua con el MJD!!
Presentación de “Rutas para el Camino”
en León
El viernes 2 de mayo, a las 18h00, en la Residencia “Ntra. Sra. de Fátima” de las Misioneras de
Santo Domingo en León (c/ Suero de Quiñones, 1) se presentará el libro homenaje a Bernardo Cuesta
“Rutas para el camino”.
Boletín fraternidad de Palencia nº 102 - Abril 2014
Boletín informativo de la Fraternidad de Laicos Dominicos de San Pablo Apóstol
de Palencia
El amor vive creciendo. Introducción a
la vida y pensamiento de Juan González
Arintero.
Autor:
Colección: ARIADNA nueva serie
Juan González Arintero, dominico del convento de San Esteban de Salamanca, es una
de las figuras de la renovación espiritual en la España de comienzos del siglo XX.
Tras formarse en el ámbito de las Ciencias Naturales y confrontarse teológicamente
con la teoría de la evolución, se consagró al estudio de la mística y la espiritualidad.
Precio: 12,00 €
Páginas: 158
Año: 2014
ISBN: 978-84-8260-301-8
Perdonar... ¿hasta dónde?
Autor:
Colección: ARIADNA nueva serie
Perdonar no es fácil. Necesitamos tiempo para perdonar; para proyectar una mirada
reconciliadora sobre quien nos ha ofendido. El perdón no es producto del
voluntarismo ni del sentimiento. en sentido propio es un acto de fe y es resultado de
la acción de Dios en nosotros. A partir de su experiencia pastoral, el P. Marcovits
recuerda la grandeza y la felicidad que encontramos en el perdón. Y ofrece algunas
consideraciones prácticas, de gran utilidad, para que podamos recorrer el camino que
lleva a la gracia del perdón.
Precio: 8,00 €
Páginas: 76
Año: 2014
ISBN: 978-84-8260-303-2
Falleció fray Gerardo Wilmer Rojas Crespo, OP
Por este medio, nos unimos al dolor de la Familia Dominica en Bolivia, por el
fallecimiento hoy, miércoles santo (16 de abril de 2014), de nuestro hermano fr.
Gerardo Wilmer Rojas Crespo, O.P. de la Viceprovincia de Bolivia.
Fr. Wilmer nació en 1964 e hizo su primera profesión en la Orden en 1987. En 1994,
recibió la ordenación presbiteral y fue enviado a estudiar Historia de la Iglesia. En
septiembre de 2008, fue nombrado archivero de la Orden y asignado al Convento de
Santa Sabina en Roma. Al enfermar gravemente por un cáncer cerebral tuvo que
regresar a Bolivia en donde fue cuidado cariñosamente tanto por sus hermanos como
por su familia de sangre.
Fr. Fernando Delgado, O.P., prior Viceprovincial de Bolivia anuncia que la celebración
de las exequias será mañana, 17 de abril, a las 11:00 en el Centro San Martín de Porres
de Cochabamba. Acompañamos a nuestros hermanos bolivianos, con esperanza
cristiana, en oración por la Pascua de fr. Wilmer.
(16 de abril de 2017))
Washing of Feet with the Dominicans in Cairo
Good Friday in St Albert's Priory in Oakland,
USA
Vendredi Saint au Couvent de Montpellier
(Province de Toulouse - France)
LA OBRA DE JOSÉ LAPAYESE BRUNA EN LAS
CAPILLAS DEL COLEGIO DE LA VIRGEN DEL
CAMINO EN LEÓN (por Enrique Valdeón)
LA OBRA DE JOSÉ LAPAYESE BRUNA EN LAS CAPILLAS DEL COLEGIO DE LA VIRGEN
DEL CAMINO EN LEÓN
1. Las escenas del Rosario y del Viacrucis en las Capillas de las escuelas del Colegio
El invierno se envalentona sobre el mes de febrero y en las camarillas de la escuela apostólica suena la
música de la mañana. Al despertar los ojos de la noche chocan con la escarcha de los ventanales en donde
se dibujan figuras geométricas blanquecinas y plateadas.
Es la hora de la Misa. Adormecidos al alba, en el frío y la oración, la vista se detenía, en la blanca pared
lateral donde José Lapayese realizó los catorce grafismos incisivos que representan las estaciones del
Viacrucis en la capilla de la Escuela Mayor.
Y los quince misterios del Rosario, moldeados con belleza y esmero, que están en la capilla de la Escuela
Menor.
Sentado en esta capilla, y aturdido por la hora, la vista se cruzaba con el relieve de tres figuras llenas de
fuerza. Un soldado con una lanza que abre paso para dejar el camino libre. Un Jesús cansado, encogido
por el peso de la cruz que lleva arrastrando y un tercer personaje, parece otro soldado, en actitud agresiva
lanzando su ira contra el cuerpo de ese Rey de los Judíos. Es la segunda estación del Viacrucis: Jesús con
la cruz a cuestas.
Me vino a la mente la estrofa que cantaba mi tía Florencia en Retuerto, un pequeño pueblo de la montaña
leonesa:
Aquí en el segundo paso
que es un crecido tormento
Aquí ponen en mis brazos
aquel madero pesado
para sufrir más escarnio. (2)
En cada huecograbado, cada estación, sus personajes están dotados de fuerza, de movimiento,
dramatismo,…. Y establece en cada composición una magia que es una invitación a ese canto inicial que
recorre el Víacrucis en la Semana Santa Castellana:
Alerta cristiano, alerta
Pues ya la hora sonó
En el reloj de tu vida
Pues te llama el Salvador
Para que humilde le sigas.
En otra escena aparece Jesús, donde:
“ le azotan y escupen
y a una columna amarrado
el pueblo se reúne y con crecida algaraza
todos dicen que se ejecute.”
Lapayese moldea los rasgos con fuerza, con movimiento, centrando la imagen en esa primera
estación donde humillado es condenado a muerte.
La ultima escena, es de Jesús en la cruz, con el dolor de su madre y el llanto de un discípulo sumido en el
adiós, que recoge el texto de la montaña de León:
después para más tormento,
en el hueco de una peña
dejaron caer mi cruz.
Mis pies y manos se rasgan,
Quedó mi vista sin luz
Y faltándome el aliento
Entregué el alma a mi Padre.
Por todos rogué primero.
Los otros bajorrelieves corresponden a los misterios del rosario de la Escuela Menor, en donde aparece
Jesús entre los doctores cuando la iglesia reza los misterios gozosos: quinto misterio, “el niño Jesús
perdido y hallado en el templo” y que el autor plasma con personajes en asamblea preocupados, en actitud
de dialogo y de consulta, frente a ellos un Jesús adolescente.
El cuarto misterio de los gozosos lo representa con María y José que llevan al Niño al templo y Simeón
lo toma en su brazos y dice: “Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz”
como narra el evangelio de Lucas.
El último cuadro constituye el bajorrelieve de Jesús en el huerto de los olivos, primer misterio de los
dolorosos, en una postura orante clamando a Dios porque aquello acabe, mientras, se ve un discípulo que
duerme.
Jesús tranquilo fue a orar
Por la gracia arrebatado,
Y quiso al fin derramar
Su sangre, de rescatar
Al hombre por su pecado.
A su padre en la oración
Se dirige fervoroso,
Pidiendo, de corazón,
Del hombre la salvación
Con un acento amoroso.
En las escenas sucesivas a las etapas de Jesús, simbolizadas por José Lapayese, se perciben técnicas de
incisión sobre la superficie del muro con grafismos de distintos gruesos y profundidades. Utilizando la
línea como vehículo adecuado para hacer patente su voluntad de expresión con la máxima pureza.
El autor llena a los personajes de un realismo lleno de vigor y susurrada vida. Belleza, fuerza, garra,
expresión y dinamismo dan realismo a estos bajorrelieves realizados en las capillas del Colegio de la
Virgen del Camino y que reposan en un espacio lejos de las miradas infantiles.
2. Notas acerca del Autor y su trabajo en la Virgen del Camino
José Lapayese, nace en Calamocha, Teruel, en el año 1889 y fallece en Madrid en 1982. Prestigioso
pintor, pertenece a una dinastía de artistas que se inicia en el S. XV con el artista francés Joseph
Lapayese.
En 1919 acude como libre a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y es galardonado ese año con el
premio extraordinario. En 1930 recibe el gran premio de la exposición internacional de Lieja y la medalla
de Oro de Arte Decorativo en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1964 funda en Inca (Palma de
Mallorca) el Museo de Cuero de Cordobanes y Guadameciles (piel curtida y cuero adobado y adornado
con dibujos de pintura o relieve). El Centro de estudios de Jícola (Aragón) celebra este año de 2014 el
XIV Certamen de Artes Plásticas que lleva su nombre.
Es un autor polifacético que se expresa mediante la pintura, el cordobán, la escultura, el guadamecil y
que, en las paredes de las capillas de las escuelas de la Virgen del Camino de León, tiene una muestra de
su obra importante por su originalidad y por estar en un espacio diseñado para el recogimiento y que
invita a hacer un recorrido por la vida de Jesús.
Esta obra se la encarga el P. Coello de Portugal, arquitecto del Colegio y de la Basílica que conoce el
taller de José Lapayese en Madrid y que es del mismo curso de Emilio Lapayese, hijo del autor que
realiza los grabados de las capillas, con el que tiene buena amistad. Como consta en el documento que el
P. Luis P. Arruga envía en el verano a los apostólicos, cuando era Director de la Escuela Menor, el 23 de
Julio del 61 se ordenan en la capilla de la escuela mayor quince sacerdotes dominicos entre los que se
encontraba el P. Coello de Portugal y Emilio Lapayese. En ese mismo documento se relata que el día 24
Emilio Lapayese celebró en presencia de sus padres, muy emocionados, su primera misa
acompañado por los estudiantes de teología de Salamanca y los novicios de Palencia con el P. Merino
que habían acudido a ese evento tan importante.
El P. Arias, actualmente en el Convento de San Pablo de Palencia, y en aquella época Director de la
Escuela Mayor, confirma que los grabados son de José Lapayese Bruna, y que una vez dibujados sobre la
pared, dos obreros se encargan de hacer el trabajo grueso y él es el que acaba y remata la obra. Según la
viuda de Ramón Lapayese del Rio, María Luisa Balbás, es muy probable que Ramón también participara
en la ejecución de dicho trabajo.
El acabado de los grabados se sitúa, según el P. Iturgáiz hacia el año 1959. La misma opinión me fue
confirmada por el P. Casquero, por aquel entonces en la Virgen del Camino. Me dice que todavía
recuerda, a sus 92 años, que el curso comenzó con retraso el día 17 de Noviembre de 1957, cuando
estaban muchas partes del colegio en obras. Algún estudiante de aquel año recuerda el frío en la Virgen
del Camino y sin calefacción… y como se pasaron varios meses “con la silla pegada al culo” pues la
tenían que llevar de la clase, al comedor, al estudio,…. ya que no había mobiliario. En ese año las paredes
de las capillas estaban en blanco esperando la obra de José Lapayese.
Enrique Valdeón, 13 de Marzo del 2014. Salamanca
(2) Los textos en cursiva están recogidos del libro “La montaña de Riaño: Retuerto” de la colección
Pasión del Lucía. Salamanca. 2012 del que soy autor.
“Creo en la resurrección de la carne”
Martes 15 de abril de 2014
Artículo de Marie-Jo Witnauer, Responsable Nacional adjunta de Francia, publicado en el Folleto
mensual de oración de los Equipos del Rosario Nº386 - Abril 2014
Dios quiere que vivamos su propia vida y vivos para siempre, esa es la buena noticia que es el punto y
final de nuestro Credo: “Creo en la resurrección de la carne, en la vida eterna. Amén”.
En nuestros artículos citamos a menudo el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) fuente segura de la
doctrina de la Iglesia e instrumento puesto a nuestra disposición para que “viviendo en un mundo con
múltiples mensajes, cada uno pueda, gracias a él, educarse en la fe”.
Así encontramos allí esta definición: “La ‘resurrección de la carne’ significa que tras la muerte no sólo
habrá vida para el alma inmortal, sino que incluso nuestros ‘cuerpos mortales’ [1] revivirán”. [2]
• Creer en la resurrección de los muertos es un elemento esencial de la fe cristiana y por lo tanto, difícil
de creer. Aceptamos con agrado que la vida de la persona humana continúa tras la muerte de cierta forma
espiritual. Pero es infinitamente más difícil pensar que nuestro cuerpo mortal podrá resucitar en la vida
eterna. Ya en tiempos de Jesús los Saduceos se oponían a esta creencia, mientras que los Fariseos y
muchos otros esperaban la resurrección. Jesús mismo lo enseña con autoridad. Pero Jesús hace algo más
que afirmar la verdad de resurrección de los muertos: liga la fe en la resurrección a su propia persona: “Yo
soy la resurrección y la vida. El que crea en mí, aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en mí no
morirá para siempre. ¿Crees eso?” [3].
Jesús mismo resucitará en el último día a los que crean en Él: “Quien escucha mi palabra y cree en el
Padre que me ha enviado, obtiene la vida eterna y escapa del juicio, pues pasa ya de la muerte a la
vida” [4]. Y “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna; y yo le resucitaré el último
día” [5]. Da un signo y una prueba de ello devolviendo la vida a la hija de Jairo o a Lázaro [6],
anunciando así su propia Resurrección que será, sin embargo, de otro orden. De este ‘acontecimiento
único’ habla como del ‘signo de Jonás’ [7] o del Templo que reconstruirá [8]: anuncia su Resurrección al
tercer día de su muerte [9].
• “Resucitaremos como Él, con Él, por Él”. [10] ¿Quién resucitará? ¿Cuándo? ¿Cómo? El Catecismo
de la Iglesia Católica responde a estas preguntas.
Cristo ha resucitado con su propio cuerpo: “Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo” [11]; pero no ha
regresado a una vida terrestre. Del mismo modo, en Él, “Todos resucitarán con su propio cuerpo, el que
tienen ahora”, pero este cuerpo será “transfigurado en cuerpo de gloria” [12], en cuerpo espiritual [13].
El “cómo” sobrepasa nuestra imaginación y nuestro conocimiento; sólo es accesible por la fe.
¿Cuándo? Definitivamente el ‘último día’. “Pues Él mismo, el Señor, a una señal dada por la voz del
Arcángel y la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos que están en Cristo resucitarán en
primer lugar” [14]
En nuestros Equipos del Rosario, con la decena del Rosario meditado cada día, favorecemos nuestra
unión personal con Cristo. Recordemos que el fruto del misterio de la Resurrección de Cristo es el don de
la fe. Y día tras día, cada misterio rezado da su gracia particular. Terminaremos estas reflexiones con la
exhortación del Papa Francisco: “Invocando la intercesión de la Virgen María, que guardaba cada
acontecimiento en su corazón [15], pidamos que el Señor nos haga partícipes de su Resurrección;
que nos haga capaces de reconocerle como el Vivo, viviente y actuante en medio de nosotros. Amén”
Notas
[1] Rm. 8,11
[2] CIC 990
[3] Jn. 11, 25
[4] Jn. 5, 24
[5] Jn. 6, 54
[6] Mc. 5; Jn. 11
[7] Mt. 12, 40
[8] Jn. 2, 19-22
[9] Mc. 10, 34; CIC 994
[10] CIC 995
[11] Lc. 24, 39
[12] Fil. 3, 21
[13] I Cor. 15, 44
[14] I Tes 4, 16
[15] Lc. 2, 19-51
A media misa
Chus Villarroel
Algunos amigos, e incluso, compañeros de convento, saben que digo la misa todas las
tardes en privado, en mi habitación, y quieren asistir a ella. Me las veo y me las deseo
para alejarlos. No encuentran lógica mi postura. Ahora ya me voy atreviendo más pero
antes me daba vergüenza decirles la verdad. Y la verdad es que muchos días me tengo
que levantar a media misa e irme al servicio porque la operación que me han hecho
lleva consigo estas servidumbres. Todos os daréis cuenta del papelón que monta el cura
yéndose al servicio a media misa y los demás esperando a dos metros que salga para
continuar. Nunca pensé en mi vida que me iban a suceder las cosas que me están
sucediendo. Me hubiera muerto de aprensión si me hubieran dicho que algún día
tendrían que limpiarme de arriba abajo como una mamá a su bebé. A priori esta
humillación no la hubiera aguantado o, al menos, me hubiera hecho temblar pero a
posteriori me siento muy liberado. Ni los que me lo hacen ni yo vemos demasiada
truculencia en la operación, pese a ser en la celda de un convento. Truculencia significa,
espanto, horror, barbaridad. Pues no, es todo más sencillo. Lo que nos pasa es que
somos muy soberbios y no nos gusta exhibir nuestras partes más débiles y verecundas.
Nos gusta que nos vean en nuestra apoteosis, en el mejor momento, muy arreglados.
Hay gente que me dice que por qué hablo de estas cosas tan íntimas, con su aquél,
además, de repelencia y repugnancia. Tengo dos razones. La primera es que, desde
Adán y Eva, todos los hombres necesitamos una sanación en algo que es una realidad
simplemente humana y parte de nuestra encarnación. Pues sí, yo estoy muy sanado y
con gran facilidad. Cuando me limpian en el hospital o donde sea, sea del sexo que sea
el limpiador, no siento ningún desosiego, encogimiento o crispación. ¡Qué paz me ha
dado la aceptación de mí mismo hasta esos niveles! ¡Qué a gusto me encuentro junto a
la cruz de un Jesús despojado de sus vestidos! Está bien el pudor, no digo que no, pero
yo necesitaba una sanación a pesar de que no soy nada puritano. La profunda humildad,
sin fingimiento, que hay en ciertos despojos, en este terreno y en otros, ¡cuánta falta me
hacía! Esto sólo se aprende después de pasarlo, antes sólo actúan la razón estética y la
razón social que, por supuesto, no admiten ningún abajamiento o ridículo personal.
¿Para qué se necesita una sanación? Para entrar en lo que San Pablo llama virtud
perfecta que nos abre paso a la culminación del cristianismo. La virtud perfecta no es un
catálogo de hábitos buenos sino la aceptación de uno mismo en su realidad pobre y
necesitada. Adán y Eva hablaban con Dios sin complejos, pero después del pecado, nos
dice la Biblia, que se escondieron cuando oyeron la voz de Dios porque estaban
desnudos. O sea que el pecado culpabiliza, el pecado degrada, el pecado desnaturaliza.
Tapar tu desnudez lleva consigo esconder tu verdad. Si desnudos somos iguales ¿por
qué nos escondemos los unos de los otros? He conocido a algunos que se esconden de sí
mismos, incluso al ir a ducharse. No es, por tanto extraño, que yo necesitara una
sanación en este terreno ya que de lo contrario no aceptaría del todo mi encarnación. Yo
nunca lo hubiera hecho por mí mismo, mi razón y mi lógica nunca lo hubieran aceptado
pero el Señor con esta enfermedad me ha dado la ocasión y me ha sanado. De lo
contrario al llegar al cielo me escondería del Señor por estar desnudo. La segunda razón
de por qué hablo de cosas tan íntimas es porque veo en todo ello la mano de Dios.
Mantener la fe en una enfermedad tan larga y tan dura como la mía es un don de Dios.
No me refiero a una fe teórica, a la fe que se expresa en el credo que recitamos en la
misa a base de conceptos abstractos, sino a la fe concreta, la que actúa en mí y me
convence de que Dios está en cada una de mis operaciones, de mis dolores, de mis
pobrezas. La fe que hace que me sienta acompañado en situaciones terribles. Es cierto
que hay muchos momentos en que se te nubla todo. A veces no sólo te sientes solo sino
con ganas de desaparecer. No obstante, cuando pasan esos momentos, percibes que
alguien ha estado contigo. Por eso hablo de cosas tan íntimas porque ¿de qué vamos a
dar gloria a Dios mejor que de aquello que más nos duele? ¿De dónde me va salir una
oración más real y más sincera que de la superación de mi mayor humillación? Los
salmos siempre nos dicen que el Señor levanta del polvo al humilde y desvalido. En
cierta ocasión clamaba al cielo con bastante insistencia y entendí que el Señor me decía:
"Tú sigue predicándome a mí sin tantos miedos y complejos sobre el futuro. En cuanto
al tema de tu enfermedad trátalo con mi madre". ¡Mi enfermedad la tenía que tratar con
su madre..! Yo nunca había tenido un trato demasiado íntimo con ella. Lo pedía y lo
buscaba pero no se me había dado. Como es lógico entregué en el acto toda mi
enfermedad a María y ello me ha dado ocasión de hablar muchísimo con ella durante
tantos meses y años y lo sigo haciendo. No me ha ahorrado ningún paso ni sufrimiento
pero su protección maternal la he visto tan palpable que yo personalmente la llamo la
Virgen del detalle. La sanación y la protección de María han sido los regalos más
grandes de mi enfermedad. La sanación porque me ha descubierto mi pobreza y
dependencia humana y la protección de María por el talante maternal que tiene siempre
el sufrimiento cristiano. Tenemos unos hermanos y una madre para todo. Es muy bueno
descubrir a los demás cuidándote. Juan Pablo II dijo después de salir del Policlínico
Gemelli, cuando fue herido en el vientre, que había descubierto la misericordia en
médicos y enfermeras. Yo mismo, desde mi dependencia, he visto en las diversas
clínicas por las que he pasado, qué buena ha sido la gente conmigo y qué bien me ha
tratado. La cruz del sufrimiento tiene dos caras: una es cruel y te destroza, la otra, sin
embargo, te da un crecimiento y una sabiduría que no renuncias por nada del mundo a
ella. No quieres el sufrimiento pero te alegra el haberlo pasado. San Pablo dice que
vivimos en una gracia (Rm 5, 3) que hace que nos alegremos hasta en la tribulación. Si
perseveramos, la tribulación engendra paciencia y si sufrimos con paciencia llegamos a
la virtud perfecta. La virtud perfecta nos proporciona la esperanza que no defrauda
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que se nos ha dado. Esta concatenación de sentimientos solo se puede entender
vitalmente, es decir, si lo experimentas. Sólo la primera es espontánea; la tribulación
viene cuando más descuidado estás. De esto, todos sabemos un poco. Los demás pasos,
al menos en mí, son gracia, los he recibido. La cruz en mi vida no ha venido ni de ser
sacerdote ni de la soledad ni de la castidad ni de la obediencia, aunque éstas tengan su
parte. Yo he aprendido paciencia en la fidelidad de largos años a la predicación y he
aprendido misericordia en los cinco años últimos que llevo de enfermedad. Nadie es
humilde si no ha sido humillado ni nadie es misericordioso si no ha experimentado la
misericordia en él. Santo Tomás dice que la paciencia modera la tristeza y hace a uno
comportarse dignamente en el sufrimiento y en las injurias. Mi temperamento me ha
ayudado pero tengo la sensación de que la paciencia en estas tribulaciones me ha sido
dada, no es espontánea en mí. Yo no soy un estoico o un masoca. De ahí ha brotado la
"virtud perfecta". ¿Qué significa virtud perfecta en mí? En que acepto que me limpien
de arriba abajo y en que asumo mi situación y mi oscuro futuro tal como me
pronostican. Yo llevo cincuenta y tres años de sacerdote y me veo con virtud perfecta.
¿Por qué? ¿Porque sea muy virtuoso según los catálogos de virtudes al uso? No, sino
porque me siento a gusto de sacerdote, no me cambio por nadie, y no me importaría
serlo de nuevo si volviera a nacer. Yo quiero, sin embargo, ir más arriba. Aunque tenga
virtud perfecta y lo acepte todo, con todo mi ser, no por eso tengo esperanza. Pablo dice
que a la virtud perfecta le sigue la esperanza. Sí, es necesaria la virtud pero por sí misma
no produce crecimiento más allá de sí misma. La esperanza pertenece a otra dimensión,
a la del Espíritu. No es automático el paso de la virtud, aunque sea hija de la gracia, al
don, que es donde vive la esperanza. Si tú te tocas un diente con la lengua nunca sabrás
qué diente es y qué lugar ocupa en tu boca si no actúa el cerebro. Los bienes de la
esperanza como vivir con Jesucristo, resucitar, la alegría del cielo, el deseo de la
felicidad eterna, no vienen de la virtud perfecta sino de la actuación del Espíritu, son de
otro orden. Todo lo que se hace a nivel religioso sin Espíritu Santo es querer tocar los
dientes con la lengua sin que actúe el cerebro. Esos bienes no se dan al nivel de las
virtudes, se necesita el nivel del don. Estamos en terreno de gratuidad total y aquí el que
actúa es únicamente el Espíritu Santo. En mí, la aceptación de mi situación, propia de la
virtud perfecta, sí ha producido esperanza pero no se la achaco a mi aceptación, sino al
Espíritu. Yo tengo la lengua bien y el diente sano y en su sitio pero si me falla el
cerebro no tengo conciencia de ese toque. Igualmente la aceptación de mi enfermedad
como virtud, aunque sea perfecta, no tiene capacidad para darme la esperanza. Con
ocasión de ella el Espíritu me ha dado la esperanza. Y ésta me ha producido frutos como
sentirme mucho más cerca del cielo, moderarme el miedo a la muerte y aumentarme el
deseo de la otra vida. Siento una fortaleza y protección que no son mías. De ahí me
brota oración para que el Espíritu me haga crecer en los bienes de la esperanza. Yo creo
que el Espíritu actúa en nuestras mismas hormonas y somatiza los bienes del cielo a los
que aspira la esperanza. Se puede desear el cielo hasta pasionalmente. De esa forma me
hace sentir y vivenciar, lo que dice San Pablo, que la esperanza no me va a fallar porque
el Espíritu me aumentará la sensación y deseo del cielo. EL Espíritu, en mi caso, es
signo, señal, garantía, certeza interior de que mediante sus dones, en este caso de
fortaleza, todo se cumplirá como Dios lo desea. Cuando tu felicidad coincide con la
voluntad de Dios entras en la omnipotencia de la aceptación trasformada ya en don.
Pero cualquier deseo o logro nos tiene que ser dado. Pues bien, querido lector, a pesar
de todo lo que he comentado, sigo diciendo la misa solo, en mi habitación, porque creo
que hay que guardar un respeto a los amigos. No obstante, sí estarás de acuerdo
conmigo en que tenemos mucho puritanismo que nos aleja de la sencillez y por lo tanto
de Dios. No soportamos nuestra propia pobreza y, que la vean los demás, menos. Me
despido diciéndote que si algún día te sucede algo semejante a lo mío y este artículo te
ayuda, me sentiré feliz.
VALLADOLID SE MUEVE…
Todavía causa sorpresa contemplar, a cierta distancia, la Semana Santa vallisoletana. Riadas de gente
deambulan de un lado para otro siguiendo la estela de las diversas procesiones que durante la Semana
Santa atraviesan la ciudad. Son muchas y resulta difícil asistir a todas. No obstante, hay personas que
tratan de no perder ninguna. Por eso hay que andar con paso ligero para vivir, aunque solo sea por un
instante, segundos de admiración y sorpresa.
Y sorprende que así sea. Este mundo, que parece tan reacio a lo espiritual, parece dejar en la percha los
prejuicios y se imbuye en un ambiente peculiar donde todo habla de entrega, dolor, amor y redención. Y
así, no es raro ver en medo de la multitud, a personas con la faz demudada. Algunas llorando con cierto
desconsuelo y, otras secándose “una furtiva lágrima”, no sin cierto pudor al verse sorprendidas por la
mirada del observador ajeno. Hay también otras que miran un poco desconcertadas, como si se
preguntaran a dónde va todo esto…
¿A dónde va?
Tras esas lágrimas y esos rezos, musitados imperceptiblemente, las personas siguen preguntándose qué
hay detrás de todo esto que concita a tal muchedumbre y que la hace caminar buscando “pasos” que se
pierden en la noche de la ciudad, rodando por callejuelas tenebrosas y buscando silenciosamente la sede a
la que volver, tras el desfile impresionantemente mudo. El revuelo de capirotes y manolas se muestra
pocas veces al año. Pero esas pocas veces acumulan en su interior una gran emoción contenida. Por eso,
no es raro ver llorar como salida canalizada a tanto sentimiento convulso y reprimido que indica que
somos algo más que mirada ausente o movimiento automático. Dentro de cada cual hay una fibra que
reacciona ante lo grandioso e incomprensible. Y la Semana Santa se define con esos dos adjetivos.
Para la mayoría en ella hay retazos de historia que nos unen al pasado. Un pasado común y un pasado
personal. El pasado común de una historia hecha recuerdo de momentos salvadores, donde el Cristo que
contemplamos en esa imagen, sufrió y padeció de verdad, para traer la redención. Y es en esa soledad de
la imagen, donde todos percibimos que ha sido un bien para todos, lo aceptemos o lo rechacemos. Pero
también resalta esa historia familiar, ese árbol que en este momento se remece y nos enlaza a momentos
vividos junto a personas queridas que ya no están y junto a las cuales se sintieron esos instantes sinceros
de silencio y recogimiento.
La imagen sigue caminando y muchos hombres y mujeres sienten que ahí se encierra algo que nos
desborda porque no entendemos del todo. Es algo que nos habla de interioridad, de misterio, de grandeza
de quien vivió y murió derrochando bondad y misericordia y, pese a todo eso, los hombres decidieron
devolverle dolor y muerte como recompensa a su bondad. Por eso surge el porqué incomprensible.
¿Dónde se guardan esas reacciones tan contrarias a la razón? Quizá por eso la gente da vueltas y busca
con cierta avidez por dónde siguen los “pasos” que procesionan en la noche. Porque son, quizá, esos
“pasos” en la noche los que ayudan y favorecen, en esa incierta oscuridad, poder rumiar con profundidad
los hechos que esas imágenes transmiten. Son esos “pasos” los que indican con claridad que los
interrogantes de la vida pueden encontrar en Él una respuesta porque Él lo vivió primero. Quizá, por eso,
la noche, en su anonimato, nos deja frente a la realidad más honda de la persona y lo hace sin ambages ni
componendas. Esos ambages y componendas que, después, a la luz del día, surgen con cierta naturalidad
escondiendo hasta otra Semana Santa lo mejor que todos llevamos dentro.
Convento de San Pablo y San Gregrorio: Olla de Grillos
EN HONOR A TODOS LOS COFRADES
PROCESIONANTES
Isaura Díaz Figueiredo.
Entre aromas a incienso, a cirios, alguna saeta sobrevuela el cielo, entre el silencio austero castellano, al
tiempo que bailan los varales del palio a la Virgen, la cariñosa brusquedad con “aúpa hermanos” y el
paso con emoción contenida de los cofrades, los ojos húmedos, el ahogo del suspiro que no quiere salir de
la garganta, comienza su caminar por las hermosas calles, donde la piedra salmantina cambia su color
dorado, para hacerse plata o de profundo color oro, y quizá alguna sombra misteriosa, ocupa un lugar en
esa piedra, en una plaza, en una esquina, -era su lugar-, donde cada año vio desfilar a su cofradía, a su
Virgen, a su Cristo .
El paso recamado, inundado de flores, en el que bajo el fasto contenido, va el esfuerzo sudoroso de los
costaleros o hermanos de carga o hermanos de paso, el esfuerzo aquí no se siente, codo con codo,
sonriente y terrible, jaranero y agotador, preparado meses antes. Un esfuerzo parejo, indelegable,
fraternal, solidario, obediente a la voz del “hermano”. De cada hermano de carga depende la hermosura
del desfile, el paseo por las calles del Cristo y Virgen,
El protocolo con el mundo del cofrade puede ser una autentica y ardua tarea. Sin embargo, las cofradías
con constantes.
Lo que pueden ver en las calles no parte de cero, hay un protocolo que vincula a cada Hermandad, y es
establecido por Decreto.
Y llega la prueba de fuego para los organizadores de las procesiones en Semana Santa, desde días antes la
maquinaria está puesta en marcha. Un orden determinado, establecido días previos y confirmada horas
antes, controlado por el Hermano que dirige el desfile procesional no descansa, apenas come un bocado
para estar pendiente del tiempo que hará, de cada detalle, de cada hermano, de cada flor y luz, de sonido,
porque todo cuenta para que el esplendor, sea el mejor homenaje a nuestra Madre o a su Hijo
Y se pone en marcha, cruz- guía y faroles abren la procesión.
Todos desfilaran con insignias, con el símbolo de la cofradía, mazas, bastones, estandartes, guión,
estatutos, Evangelios.
También se tienen en cuenta las autoridades eclesiásticas y civiles.
Viene también y hago mención a las mantillas, éste año por circunstancias de enfermedad no puedo
acompañar a La Virgen de la Soledad, triste he quedado, triste y dolido está mi corazón, más que mi
cuerpo Madre, por no poder peregrinar en esta Noche Santa, de dolor, busqueda, intentando con mi
presencia dar un poco de consuelo al desgarro de madre que pierde a un hijo, y en mi pensamiento van
todas las madres que han perdido éste año a un hijo, o que ven como sufre de enfermedad o de
adicciónes,porque la perdida sea menos dolorosa, o porque encuentren el verdadero camino, dejado en
una esquina de falsos esplendores; deseaba acompañarte, no pudo ser.
La mantilla y la peina duermen hasta otro año, en que con más suerte vuelva a ser no un paño de lucir,
sino un paño doliente en la muerte de tu Hijo. El abrigo y vestido negro por duelo y respeto hacia el Señor
también están recogidos, y las sencillas joyas, perlas y algún azabache, los guantes y la medias, los
zapatos y el bolso limosnero de negro raso, descansan abrazados a la bolsita que guarda el rosario negro,
como tu dolor, como el dolor y esperanza que te acompañó durante años, sin importar el frío, porque
frio llevas y llevamos nosotras en el corazón, unido al calor de la esperanza.
Este año que el tiempo quiere acompañar a una España doliente que busca espectáculo, pero se emociona
ante cada paso, a su manera, en su fe, cada cual guarda un instante, minutos, quizá recuerdos de una
infancia perdida, olvidada en el cuarto de atrás y que hoy toma posición en la calle, que desea estar en
primera fila para no perder ningún detalle, que reza mirando al cielo, o sencillamente medita el momento
que vivió profundamente o escuchó de la boca de su madre, de su abuela, momento único, dulces
especiales que acompaña estos días de comida austera, días de inquietud, de emociones contenidas, de
recuerdos de ausentes.
No ha podido ser, no he podido peregrinar Santa Madre... otro año será, la caída, como la de tu Hijo ha
impedido acompañarte en el duelo...pero Tú, desde el trono, llevada a hombros por parte de mi sangre, se
que nos darás tu bendición y, que la luz portada por primera vez por un hermano, también sangre de mi
sangre, como fue Jesús de ti, le hará ver con claridad el camino.
Gracias Madre por cada día, por cada hora en no me he separado de ti, por cada segundo en que los
apuros o la felicidad me acercó más a tu Santa Imagen, al recuerdo que de ti han hecho unas manos
obradoras y que hoy sirve para venerarte en la S.I.B Catedral Nueva de Salamanca
¡Otro año será!
Jesús obedece la voluntad amorosa del Padre
Editado por
Sor Gemma Morató
Es Viernes Santo, seguimos a Jesús, le escuchamos, le vemos sufrir, sabemos que todo es por Amor y
para que aprendamos a amar. En la Cruz nos dice unas palabras que completan la enseñanza que nos ha
dado con su Vida.
Próxima ya la muerte, vuelve a aparecer el diálogo con el Padre, y su alma se llena de paz. “Cuando
hubo gustado el vinagre dijo: Todo está consumado”.
Sólo Cristo sabe hasta el fondo que esa voluntad del Padre es amor total, amor misericordioso. Jesús ve
cómo la sabiduría del Padre respeta la libertad del hombre, y al verlo hundido en el pecado le da al
Hijo, le da la salvación.
Y Jesús obedece la voluntad amorosa del Padre. Siempre obedeció Jesús venciendo la desobediencia del
pecado. La paz se entrevé en la sexta palabra: todo está consumado, ha obedecido, ha vencido al diablo:
el camino de la nueva vida ya está abierto. Texto: Hna. María Josefa Cases.
Detrás de la niebla
Detrás de la nube del incienso, de las flores, los cirios, detrás de las andas, las bandas y las marchas,
detrás de los penitentes, de los capirotes y cubrerrostros y túnicas y cíngulos y capas, detrás mismo de las
imágenes, el arte, la pasión, la cultura, el folclore, detrás de la piedad, el culto, la religiosidad, detrás de
todo ello, estos días de Semana Santa, hoy Viernes Santo, hacemos memoria, ni más ni menos, que de un
torturado.
Viene bien recordarlo, aunque sea año tras año, no sea que detrás de todo ello, se nos olvide que la sangre
fue real, y los clavos, y los latigazos, y las espinas, y los golpes, y las humillaciones, y los insultos, y los
salivazos… no nos vayamos a olvidar que lo que recordamos y procesionamos y conmemoramos, fue una
tortura…
La tortura de un inocente, sometido a la razón de estado o a la religiosa, a la social o a la política o la
económica, pero un inocente. Torturado hasta la muerte… como tantos hoy en día. Con muy distintas
torturas, ciertamente, algunas igual de crueles y sangrientas y terribles, otras, no por ello menos
dolorosas, incruentas pero constantes, de olvido, de miseria, de marginación, todos justificados por parte
de quien tortura, con su razón, de estado, religiosa, social, política, económica…
¿Y Dios? ¿Dónde está Dios?
Esa pregunta, tan humana, tan racional, tan lógica, que suena a grito y a desesperanza, a impotencia y a
rebeldía frente a tanta tortura, frente a tanta injusticia, tiene respuesta… pero no es fácil de entender. Dios
está ahí mismo. Sangrando, llorando, sufriendo, siendo torturado, siendo sometido a la razón de estado, o
religiosa, o social, o política o económica…
El Dios de los cristianos, es el Dios humillado, y torturado, el que se pone del lado de todas las víctimas
de la historia, el que sufre con los que sufren, el que sangra y grita y clama y se rebela, el que llora, el que
muere torturado, solo, abandonado, traicionado. Olvidado de todos, salvo, quizás, de su madre y de
algunas mujeres que nada tenían que perder…
Hoy, viernes santo, y toda esta semana, no olvidemos, detrás de la niebla, los cristianos, hacemos
memoria del dolor de la tortura de un inocente… con la esperanza de que acaben pronto todas las torturas
de este mundo. Hacemos memoria, detrás de tanta niebla, de un Dios que se busca y se encuentra, entre
los torturados y humillados y vencidos de este mundo. De un Dios que, precisamente por eso, por haber
sufrido con los que sufren, por haber muerto con los que mueren, es capaz de devolver la vida y la
dignidad, de borrar el miedo y el llanto y el dolor y el sufrimiento.
Así terminaremos esta semana, el Domingo, con la memoria, detrás de la niebla de incienso, de que la
muerte y la tortura no son las que vencen, no tienen la última palabra, de que es la vida la que vence,
terminaremos con la memoria de la Resurrección, con la memoria de que el amor de Dios por la
humanidad, por los que sufren y lloran, torturados bajo la razón de tantos estados y políticas y religiones
y economías, puede con todo ello, de que el amor vence siempre, vence hasta a la tortura y a la muerte.
LAS MUJERES DE LA PASIÓN (V): Salomé
Los evangelios sinópticos, sólo reconocen la presencia de las mujeres en la muerte de
Jesús. Mateo nombra “entre ellas” (otras podrían estar presente) a María de Magdala, a
María, la madre de Santiago y José, y a la madre de los hijos de Zebedeo (Salomé) (Mt
27,55-56). Marcos menciona a María de Magdala, a María, la madre de Santiago y José,
y a Salomé (Me 15,46). Lucas, que ya las había citado antes del episodio de la cruz, se
contenta con decir que “sus conocidos se mantenían a distancia, y también las mujeres
que lo habían seguido desde Galilea” (Lc 23,49). Juan sólo señala al pie de la cruz la
presencia de la madre de Jesús, la hermana de su madre, María de Cleofás, María de
Magdala y “el discípulo al que Jesús quería” (Jn 19,25-26).
En el sepulcro, Marcos menciona, a María de Magdala, a María madre de Santiago, y
añade a Salomé (Mc 16,1). Ahí está Salomé, otra mujer importante que acompañó a
Jesús, en la Pasión y de las primeras en la resurrección. Todavía se sigue discutiendo
quién era Salomé, para algunos claramente era la madre de los Zebedeos, natural de
Cafarnaún. Mujer con dinero, dura, con recursos y directa a la hora de defender a sus
hijos. Recordamos que pedía para sus hijos los primeros puestos y posiciones de
privilegio, anteponiendo estas necesidades al propio ministerio. Mujer ambiciosa, que
había logrado una posición social y le costó mucho entender lo que verdaderamente
significaba el servicio.
Esto hizo que Jesús hablara de la verdadera grandeza del seguidor, el que quiera ser el
primero que sirva a su hermano. Pronto lo comprendió Salomé, la verdadera justicia no
es oprimir como hacen los gobernantes, sino ser el último, ayudar y servir, sobre todo a
los más necesitados. No sólo ella también empezó a seguir a Jesús y es posible
económicamente en misión. A veces nos cuesta salir de nuestro propio cascarón y
burbuja, centrado en nuestras ambiciones y vanidades. Tal vez lo comprendiera mejor
con la actitud de Jesús a los más necesitados o a los enfermos, o bien con sus palabras,
el Reino se parece a un grano de mostaza o a un tesoro escondido, o tal vez a una perla
fina aún no hallada.
Salomé parece que era la mayor entre las mujeres, y tenía su papel como mujer madura
y su experiencia para el grupo. Solía viajar frecuentemente con los discípulos. Modelo
de fidelidad, respetada y admirada por todos. Lloró ante la cruz, por Jesús y por María
su madre. Ella era madre, sabía muy bien que no hay mayor sufrimiento que perder a un
hijo prematuramente y más si es injustamente. Con el corazón encogido Salomé consoló
a Jesús y a su madre. Tal vez en estas lágrimas aprendió e interiorizó en su corazón que
el verdadero servicio es el amor y la misericordia, incluso por encima del sufrimiento y
la muerte.
A veces creemos que nuestro encuentro con Dios es una mera actitud intelectual, de
nuestro propio yo y de nuestro ego y posición de privilegio. Pero Salomé al lado de la
cruz nos enseña, que hay otros lugares, como son los momentos de desierto y
sufrimiento, en la enfermedad, en la cárcel, en la aflicción o en cualquier otra situación
de desolación, como le pasó a Job. Cuántas mujeres y hombres de resistencia heroica
encontramos hoy, mujeres en los campos de refugiados de Siria al corazón de África,
desde las madres corajes de américa latina a las que luchan cada día para sacar a sus
hijos adelante con unos euros de miseria. Como nos recordaba Martín Descalzo, todos
los días son Viernes Santo. Para ellos, el mensaje es muy claro. El sufrimiento es
devastador, jamás se puede desear, pero de alguna forma misteriosa puede ser ocasión
de un encuentro con Dios que es a la vez aterrador y supremamente maravilloso, pues
Dios es amor, y su amor es mejor que la propia vida.
Aquí ya no hay historia ni siquiera leyenda;
sólo tiempo hecho canto
y la luz que abre los brazos recién crucificada
bajo ese cielo siempre en mediodía.
(Claudio Rodríguez, El canto y la luz)
¿Última impostura o última verdad?
Nihil Obstat
Blog de: Martín Gelabert Ballester, OP
sábado, 19 de abril de 2014
Durante toda la semana de Pascua, la primera lectura de la
liturgia eucarística, repite como si fuera un estribillo:
“vosotros lo matasteis (a Jesús), pero Dios lo resucitó”. No
fue Dios quién entregó a Jesús a la muerte, sino unos
hombres malvados que no pudieron soportar su vida y su
palabra. Porque cuando uno se encuentra con un profeta tan
incisivo y coherente como Jesús de Nazaret, no hay
neutralidad posible. Solo caben dos posturas: o convertirse
o rechazarle. Precisamente el reproche que Jesús lanza
contra algunos judíos es “que no han creído en mi”. Y, al
no creer en Jesús, no han creído en el que le ha enviado. Es
significativo este texto del evangelio de Juan: “si no
hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún
otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y nos
odian a mi y a mi Padre” (Jn 15,24). Es posible odiar al
Padre, al Hijo y al Espíritu, habiendo visto obras
asombrosas.
Dios fue el que sacó a Jesús de la muerte. Ahí está, para los
que creen, la gran prueba de que Jesús tenía razón y de que
su camino era el bueno. Con la resurrección, Dios da la razón a Jesús y se la quita a sus asesinos. Por este
motivo, proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte es un discurso peligroso. Es llamativo el
argumento que emplean los sumos sacerdotes y los fariseos, cuando van a Pilato a pedir una guardia para
custodiar el cadáver de Jesús, temerosos de que los apóstoles roben el cuerpo y luego digan que ha
resucitado: “la última impostura será peor que la primera” (Mt 27,64). Tenían más miedo de su
resurrección que de su vida. Porque con la resurrección su vida se reafirma hasta límites insospechados.
Lo que para los fariseos es la última impostura, para los creyentes es la última verdad. Pero proclamar
esta verdad implica que las autoridades no tenían razón; y que lo que ellas defendían –una religión basada
más en el culto que en el amor a Dios y al prójimo- no tiene ningún futuro. El futuro, a pesar de tantas
apariencias contrarias, se encuentra en la verdad, la vida, la belleza, la justicia y el amor. Por eso digo que
la fe en la resurrección es un discurso y un recuerdo peligroso.
Con la resurrección todo comienza de nuevo. De ahí nace la Iglesia, el testimonio, la predicación. A partir
de ahí se reinterpreta la vida de Jesús y se comprende la verdad más profunda de la historia de la
salvación: Jesús resucitado nos abre el entendimiento para comprender las Escrituras. Con la resurrección
todo cobra sentido. La última palabra no es de los hombres y, mucho menos, de los poderosos de este
mundo. La última palabra es de Dios. Esta Palabra es Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Por eso, la
resurrección nos remite al seguimiento de Cristo. Siguiéndole a él, viviendo como él, pensando como él,
también nosotros participaremos del futuro que Dios tiene preparado para todos los que le aman.
Sermón de las Siete Palabras
¡Viernes Santo!... ¡Sermón de las Siete Palabras!...
Así comenzaba su Sermón de las Siete Palabras un gran orador dominico, el P. Royo Marín, en la Iglesia
Parroquial de San José de Madrid en la noche del Viernes Santo de 1956. Y él mismo añadía: “En tal día
como hoy, el más grande de los oradores sagrados que ha conocido España, Fray Luis de Granada –
dominico también-, subió al púlpito para explicar al pueblo cristiano los dolores inefables del Redentor
del mundo clavado en la Cruz. Comenzó su discurso con estas palabras: “Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo según San Juan”. Y no dijo más. Una emoción indescriptible se apoderó de todo su ser, sintió
que la voz se le anudaba en la garganta, estalló en un sollozo inmenso… y, con el rostro bañado en
lágrimas, hubo de bajarse del púlpito sin acertar a decir una sola palabra más… Ningún otro sermón de
cuantos pronunció en su vida causó, sin embargo, una impresión tan profunda en su auditorio. Todos
rompieron a llorar, y, golpeando sus pechos, pidieron a Dios, a gritos, el perdón de sus pecados”.
Hermanos, admiro profundamente a estos dos grandes oradores dominicos: el P. Granada, al que tantas
veces leí, el P. Royo Marín, al que tuve la suerte de escuchar con su elocuente oratoria. Ellos, como tantos
otros, predicaron la Pasión del Señor acentuando, sobre todo, la justicia reivindicativa de Dios y el
sufrimiento redentor de Cristo para devolver satisfacción al Padre. Yo soy hijo de otro tiempo, y me
inclino a pensar más bien como un teólogo moderno que, interpretando la Pasión de Jesucristo, escribe:
“¡Cuán molesta e inquietante resulta esa sangre de Jesús que, según se dice, nos salva! ¡Cuán indignante
ese sangriento trato exigido por Dios, ese sacrificio necesario para apaciguarlo!... Y, sin embargo, ya en el
Antiguo Testamento el creyente descubre a un Dios diferente, un Dios a quien “no le agrada el sacrificio”
(Sal. 51, 18), un Dios a quien “le repugna la sangre de novillos y de machos cabríos” (Is. 1, 12). Y el
avance de la Revelación del Antiguo al Nuevo Testamento, ¿residirá en el refinamiento del malsano
placer de Dios, que descubre su gusto por la sangre de un hombre a través de su creciente repugnancia por
la de los animales?”.
Francois Varonne, que es el autor al que me estoy refiriendo, dice después: “Sangre y cristianismo han
hecho buenas migas a lo largo del tiempo. Y esto, porque el cristianismo se ha entendido más desde la
actitud religiosa, que afirma que el hombre débil debe hacerse valer ante el Dios Todopoderoso para
obtener sus favores, y debe pagar un precio para obtener su perdón. ¿Y qué puede haber más eficaz que
un sacrificio humano? Por esta razón, la sangre y el sacrificio de Jesús han caído en el más absoluto y
desastroso de los malentendidos. Y esta es la causa de que muchos rechacen hoy nuestra fe cristiana”.
Ante esto, ¿qué hacer? ¿Cómo predicar la Pasión del Señor? Y el mismo teólogo responde: “La sangre
y el sacrificio de Jesús deben ser sacados del contesto de satisfacción, para aplacar a Dios, y devueltos a
su verdadero contexto, que es el de la revelación, para manifestar el corazón de Dios”.
Jesucristo fue la última Palabra de Dios al mundo, en un intento supremo de revelarnos su corazón de
Padre a través de quien mejor lo conocía, su Hijo. Y, si revelar al Padre es lo que Jesús hizo durante toda
su vida, ¿no será esto también y sobre todo lo que quiso hacer en el momento de su muerte?
Así es, en realidad, como han contemplado los Evangelistas la Pasión del Señor, con una mirada muy
diferente de nosotros. Los relatos de la Pasión, en los Evangelios, suponen una contemplación más
teologal que pietista. Teologal quiere decir que los Evangelistas han contemplado la Pasión más en la luz
de Dios que en la luz religiosa del hombre, incluso del hombre de estudio, teólogo o jurista. Por eso, la
contemplación de la Pasión que nos transmiten los Evangelios, es sobria y no dramática, como muchas
veces la presentan los predicadores o la representan en sus obras los artistas.
Tendríamos que preguntarnos: ¿Qué hemos hecho de Jesús: una especie de superhéroe del sufrimiento, en
el que hemos querido ver como el límite de lo que nosotros no podemos alcanzar? ¿Quién es Jesús: es ese
héroe supremo, que combate contra el sufrimiento y la muerte más horribles, o es el Siervo de Yavé, sin
gesto, sin grandilocuencia, que ha entregado su vida al ritmo que las circunstancias le iban marcando,
para revelarnos el infinito amor de Dios? ¿Quién es Jesús muriendo en la Cruz: un superman que
atraviesa todas las barreras, incluso la barrera de la muerte, o es Rey en majestad humilde, como lo ha
visto sobre todo el Evangelista San Juan?
La mirada de los Evangelistas ha sido más teologal que humanizante y jurídica. Lo cual quiere decir que
han visto todo desde el lado divino. El misterio de la Humanidad de Jesús es el misterio sobrecogedor que
sobrepasa infinitamente la mirada de devoción religiosa humanista y toda precisión teológica o jurídica.
Nosotros, quizás por no ser capaces de penetrar hasta el fondo en el misterio de la Cruz, hacemos
sentimentalismo o teología aparentemente alta mezclada de justicialismo. Lo cual desvirtúa la mirada
contemplativa y teologal de aquel Gran Acontecimiento, que es el núcleo de nuestra fe cristiana: la
Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Necesitaríamos tener la mirada de María al pie de la Cruz: de pié, como la mujer fuerte, señora de sí
misma, silenciosa y contemplando con gran angustia la separación que sufre su Hijo Jesús al verse
abandonado del Padre. Y, como María en aquella Hora suprema, actuar nuestra fe y nuestra esperanza,
sabiendo que lo que allí está ocurriendo es algo más que el sufrimiento atroz que se ve: la Revelación
Suprema de Dios, el Nacimiento de algo Nuevo, la Promesa de Dios por fin cumplida. Tienen mucho que
ver entre sí el Nacimiento de Jesús en la Cueva de Belén y su Muerte en la cima del Calvario: lo que
entonces comenzó en la hendidura de una roca, aquí llegó a su plenitud en lo alto de otra roca. La única
diferencia está en que los poderosos, que allí no acudieron a adorarlo, aquí le estaban crucificando.
María es la que, guardando todo en su corazón (Lc.3,51), une aquellos dos grandes momentos. Pidámosle
que nos acompañe en la contemplación de la Últimas Palabras de Jesús. “Palabras esenciales -dice Martín
Descalzo- en las que debemos descubrir el sentido de cuanto era y de cuanto había venido a hacer en este
mundo, el último y mejor tesoro de su vida. Y de su muerte”.
Fr. Marcos Ruiz O.P.
“Conviene que muera un solo hombre
por el pueblo”
 El Cristo glorioso de la Pasión
Quien lee el relato de Juan tiene la impresión de asistir, un tanto perplejo, a una lectura “desapasionada”
de la pasión de Jesús. ¿Dónde queda el dramatismo y la crudeza de lo acontecido, tal como nos lo relatan
los otros evangelistas? Sin embargo, leyendo el texto en profundidad, nos damos cuenta de que esta
primera impresión no es del todo exacta. Es justamente su pasión amorosa la que le lleva a celebrar con
sus discípulos la cena de despedida “sabiendo que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre”
(13,1). ¿No “se turbó en su interior” después del lavatorio de los pies de sus discípulos, cuando hubo de
predecirles la traición de Judas? (13,21). ¿No sintió Jesús “de nuevo una conmoción interior” al ver llorar
a María por la muerte de su hermano Lázaro? (11,38). En su camino hacia el calvario Jesús no fue ajeno a
la inquietud, turbación y abatimiento que afectan a cualquier persona en trances semejantes. ¿Cómo
“mirar, pues, al que traspasaron” (19,17), acercarse a la pasión de Jesús sin dejarse llevar por los
sentimientos de un corazón apasionado y traspasado?
Ahora bien, en el relato del cuarto evangelista Jesús no se queja, no muestra los gestos desgarradores del
dolor ni las limitaciones humanas inherentes a la debilidad de la carne, no expresa abiertamente el
sufrimiento y la dura lucha interior de quien afronta la inminencia de la muerte. Sin renunciar a su
condición humana pero como sobreponiéndose a la misma y trascendiendo al mismo tiempo el plano
externo de las condiciones que rodean al condenado, Jesús, el que va a ser crucificado, se sumerge en los
planes de Dios y se reafirma en su firme voluntad de llevar hasta el final la misión para la que había sido
llamado (12, 27-30). Es en la cruz donde puede mostrar su verdadera condición de Hijo, investido del
poder y la fuerza de Dios, quien le refrenda en su misión y le envuelve en un halo de gloria.
 La pasión de Jesús remite a su vida. Una muerte anunciada
Jesús, con sus signos portentosos, ya había manifestado su gloria ante los judíos (Jn 2-12). La había
mostrado también a sus discípulos dándoles a conocer su identidad: “el que me ha visto a mí, ha visto al
Padre” (13-17). Ahora, en la pasión, se va a manifestar públicamente a los ojos todos (18-19). Él sabía
que la suerte estaba echada. Ya le habían juzgado y condenado a muerte durante su ministerio público,
sometiéndole a un continuo proceso de difamación, de enfrentamiento y rechazo. Fue Caifás, el sumo
sacerdote, quien profetizó inconscientemente una muerte anunciada: “conviene que muera un solo
hombre por el pueblo” (18,14). Efectivamente, “desde ese día decidieron darle muerte” (11,53). Jn no
cuenta el proceso ante el Sanedrín, porque el proceso y el juicio condenatorio de Jesús ya habían tenido
lugar con antelación. Jesús “sabía todo lo que le iba a ocurrir” (18,4), lo tenía perfectamente asumido. Se
entregaba de forma consciente y libre.
La fuerte carga simbólica de todo el relato de la pasión remite al lector en esa misma dirección. Jesús
muere la víspera de Pascua (cuando se inmolaban los corderos en el Templo), como verdadero Cordero
pascual, haciendo honor a la inscripción de la cruz que preside su entrega: él es el auténtico Rey y Señor.
En todo momento ha sido dueño de su destino. Es él quien domina y dirige la escena, quien sale al
encuentro de quienes vienen a prenderlo: “¿A quién buscáis?… Ya os he dicho que Yo soy” (18, 4-8).
Esa es su identidad, la del mismo Dios que se apareció a Moisés en la zarza ardiendo (Ex 3,14) y en quien
creían los que ahora lo maniatan. “Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo
soy” (8,27).
 Pasión de Jesús y discipulado
Ahondando en las verdaderas motivaciones y significado de la opción tomada por Jesús, el evangelista es
capaz de transfigurar los hechos para transmitirnos y adentrarnos en lo más real de los mismos, para
elevarnos a la contemplación teológica de un Dios que aparece discreta y confidencialmente tras las
bambalinas de la escena. Jesús muere como Señor, dueño de su destino, en la paz de Dios: “E inclinando
la cabeza entregó el espíritu” (19,30). No es un grito desgarrador. No muere como víctima que sucumbe a
la desgracia sino dando vida. Es la palabra serena de quien ha vivido con dignidad llevando a cabo su
misión, de quien está impartiendo la última lección de su vida.
La majestuosa grandeza de la fidelidad de Jesús contrasta, por el contrario, con la incomprensión y la
triple negación de Pedro: “no lo soy” (18,17.25.27). En él están representados el resto de los discípulos,
cuantos no le comprenden y le abandonan. Sólo se mantiene en pie a los pies de la cruz su madre, junto
con otras mujeres y “el discípulo a quien Jesús amaba”. Es el amor el que nos mantiene en pie y nos
salva. El amor de Dios manifestado en Cristo Jesús y proyectado ahora en el discipulado de quienes han
reconocido que Dios les ama. Después de todo, y a pesar de sus debilidades, Jesús seguirá confiando a
Pedro su misión pastoral (Jn 21,15-17). Es en la gloria de la Cruz, manifestación suprema del amor
incondicional de Dios en Cristo Jesús, donde reside su fortaleza, es decir, la del verdadero discipulado.
Fray Juan Huarte Osácar
Convento de San Esteban (Salamanca)
VÍDEO DE HOY:
¿A quién pertenece África?
La lucha de los agricultores malienses por la tierra de
la que viven y donde tienen enterrados a sus
antepasados
Docubeats
El 90% de tierra africana no tiene dueño registrado, aunque en muchos casos las mismas familias hayan
trabajado y vivido de ella durante generaciones. Empresas agricultoras internacionales ven en el
continente una oportunidad y los gobiernos locales a menudo les dan la bienvenida como portadores del
progreso. Pero para el campesino, que pierde tanto sus cultivos como el lugar donde están enterrados sus
antepasados, la llegada de estas grandes compañías es un desastre. En estos extractos del documental
'Fiebre de tierra', dirigido por Hugo Berkeley y Osvalde Levat, agricultores malienses describen su
lucha por frenar la compraventa de la tierra.
Un clamor contra la esclavitud infantil
recorre ciudades de España e
Iberoamérica
17/04/2014
El día 16 de abril, se ha conmemorado en las ciudades españolas e iberoamericanas el Día internacional
contra la Esclavitud Infantil en memoria de Iqbal Masih. Un niño cristiano pakistaní asesinado en 1995
con 12 años por luchar contra la esclavitud. Desde 1995 denunciamos el crimen de la esclavitud infantil.
Actualmente, se calcula que hay 400 millones de niños esclavos en el mundo.
El Movimiento Cultural Cristiano, Camino
Juvenil Solidario y el Partido SAIn han organizado
diversos actos para extender la opinión pública
solidaria y unir voluntades contra esta lacra.
Nuestras casas, nuestras calles, los
centros comerciales, nuestro consumo, muestran
a diario productos elaborados con las manos de
los niños esclavos. Millones de niños viven hoy tras el humo de los basureros,
arriesgan sus vidas como pescadores de perlas, trabajan en las minas para
producir nuestros productos cosméticos, para las nuevas tecnologías, son
secuestrados para ser niños soldado, viven entre balazos y violaciones en las
calles, son utilizados en el comercio de órganos, en los prostíbulos, en talleres
de manufacturas… Niños a los que se les ha robado la infancia, la educación.
Niños sometidos, esclavizados, humillados.
Las causas de este crimen tienen una
clara dimensión económica: estamos ante un
sistema económico internacional radicalmente
injusto, organizado a la medida de las grandes
compañías multinacionales, y un sistema
financiero mundial que busca el máximo beneficio
y no reparan en usar a los niños como mano de
obra esclava.
La esclavitud infantil es un crimen
primordialmente político y sindical. El sistema
político, que se apoya en los grandes organismos
internacionales (ONU, UNICEF, OIT...) y en todos
los partidos con representación parlamentaria,
hasta ahora han legitimado esta situación y no
han hecho nada para acabar con este crimen.
Todas las reformas que está llevando a cabo
Europa provocan más esclavitud y mayor
crecimiento de la economía sumergida, que saca de la escuela a millones de
niños y los lanza a talleres, campos agrícolas,
minas, almacenes.
Nuestra cultura consumista y materialista
es una cultura de muerte cimentada sobre la
esclavitud de millones de niños y de adultos. La
única respuesta realista y eficaz que pueda
plantar cara a esta estructura de iniquidad es
poner en marcha los cimientos para una cultura
de la vida y la solidaridad. Cultivando un profundo sentido autocrítico. Asumir
un compromiso personal, familiar y político por el bien común desde los más
empobrecidos. El hambre, el paro la esclavitud infantil son crímenes políticos y
solo desde la acción política es posible erradicarlos pero ello cambiando
nuestras formas de vida burguesas.
Nadie está exento de este deber de
solidaridad. Unámonos en la defensa de la vida
humana, de toda vida humana y su dignidad. No
al hambre, no al paro, no a la esclavitud, no a la
guerra y no al aborto. La persona debe ser el
centro y el sujeto protagonista del orden político.
Debemos seguir dando pasos adelante.
Invitamos a toda persona de buena voluntad a
unirse a las luchas contra la esclavitud infantil.
¡EL 16 DE ABRIL. DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA ESCLAVITUD
INFANTIL!
En el XIX aniversario del asesinato de Iqbal Masih, queremos gritar juntos
¡JUSTICIA CON LOS NIÑOS ESCLAVOS!
¡Arriba los pobres del mundo!
Más de 30 actos contra la esclavitud infantil se han realizado en
diversos lugares de España e Iberoamérica; infórmate en la Casa de Cultura y
Solidaridad más próxima.
Niños en penuria y puros de marca
No deja de resultar descorazonador que, después de casi cuarenta años de democracia, haya niños en
España que pasan hambre
José María Calleja
Una madre ayuda a dar de comer a un niño en un comedor. / Efe
Los datos de Save the Children ratifican el informe de Cáritas y contradicen a Montoro
Es estadísticamente probable que al Gran Timonel le haya pillado la noticia de que dos millones
ochocientos mil niños españoles pasan penurias, fumándose un puro o entregado al súmmum de la Marca
de su actividad intelectual.
No le habrá hecho falta ni la asesoría técnica de Montoro, ese ministro Simpson sin gracia, que anuncia
una medida antes de comer y la clausura en el postre sin haberla inaugurado. Pero el asunto no es ningún
chiste. Uno de cada tres niños españoles, es decir, dos millones ochocientos mil niños españoles, viven en
riesgo de pobreza y exclusión social, según el último informe de Save the Children, una organización
que trabaja en la realidad.
En el mismo informe se dice que España es un país sin capacidad para poner en pie políticas sociales que
permitan reducir la pobreza. Sólo Grecia lo hace peor que nosotros en Europa.
Si Montoro desautorizó a una organización subversiva como Cáritas –quién sabe si comunista– por decir
que en España la gente pasa hambre y aumenta cada año el número de los que van a los comedores
sociales, no esperemos que el fumador de puros y lector de Marcas pierda un minuto en decir algo sobre
este dato de la hambrienta realidad que empaña el ruido trompetero de la recuperación impostada.
Sabíamos ya que hay colegiales que van a las escuelas de Cataluña con hambre, escolares que se llevan la
cena a casa después de salir a la hora de la merienda en Extremadura, colegios canarios que no cerraron
en verano para atender a chavales que pasaban hambre…
En los últimos cincuenta y primeros sesenta, a los escolares españoles de la pública se les daba por las
tardes, al salir del cole, una bolsita de plástico con un queso amarillo, americano decían que era, para que
no les faltara ese alimento vital para su crecimiento y que muy probablemente no encontrarían en sus
casas. Es evidente que no estamos en la misma situación y que la mayor de nuestras actuales penurias
nada tiene que ver con presuntas opulencias, si es que así se podían llamar, de entonces. Pero no deja de
resultar descorazonador que, después de casi cuarenta años de democracia, haya niños en España que
pasan fatiga –sinónimo de penalidad, dificultad, casi hambre, o hambre sin casi–.
Ya sé que puede sonar demagógico, pero es que la realidad viene últimamente de nalgas demagógicas:
¿con los 1.500 millones de euracos que acaban de soltarle a una entidad de despilfarro, gestionada por
inútiles corruptos, generosamente indemnizados, no habría bolsitas de queso y de carne y de pescado y de
cereales y de leche y de azúcar y de pan para esos miles de niños que pasan fatiga? ¡A que sí!
España en la "Champion" del paro
17/04/2014
España no solo está en los primeros puestos del futbol Europeo sino que se encuentra entre los primeros
puestos de las cifras de paro en Europa. En concreto regiones como Andalucía, Extremadura o Canarias
encabezan las listas.
Andalucía (que cerró 2013 con un 36,3% de paro), Ceuta (35,6%),
Melilla (34,4%), Canarias (34,1%) y Extremadura (33,7%) copan los primeros
puestos de una clasificación en cuya versión ampliada también figuran Castilla-
La Mancha (séptima, con un 30,1%), Murcia (novena, con un 29,4%), dos
regiones griegas (Macedonia Occidental y Macedonia Central) y una región
francesa de ultramar (Reunión).
En el extremo opuesto de la lista, seis regiones alemanas, dos
austriacas y una checa se erigen como las más atractivas a la hora de
encontrar trabajo. En materia de desempleo juvenil, las regiones españolas
también ocupan un lugar destacado de la lista negra de la UE.
Pese al persistente deterioro del mercado laboral español, que ha
llevado a muchas comunidades a quedar rezagadas respecto a sus pares
europeas, la de ayer es la primera ocasión en la que la tabla arroja resultados
tan negativos para el país. Aunque el empeoramiento ha sido paulatino tras
asumir en 2011 el triste honor de contar con la región con más paro de Europa
al adelantar Andalucía a la francesa Reunión. En la edición anterior y pese a
que las mismas siete regiones españolas ya estaban entre las 10 peor
situadas, el orden era menos adverso.
Según los datos de la oficina estadística comunitaria, 27 de las 272
regiones europeas registraron a cierre de 2013 una tasa de desempleo superior
al 21,5% (el doble de la media de la UE). Dentro de este grupo se encuentran
13 regiones españolas —las siete ya mencionadas más Galicia, Asturias,
Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares—, 10 griegas,
una italiana y tres departamentos de ultramar franceses. En otras palabras:
cuatro países del sur de Europa soportan la mayor carga del desempleo
regional.
Autor: Thomas Gualtieri ( * Extracto)
El Papa Francisco preside la celebración
de la Pasión del Señor en la basílica
Vaticana
2014-04-18 Radio Vaticana
(RV).- (audio) El Papa Francisco preside la
celebración de la Pasión del Señor en la basílica Vaticana,
la tarde del Viernes Santo. Las meditaciones de este año
están a cargo del Padre Rainiero Cantalamessa,
predicador de la Casa Pontificia. P. Cantalamessa recordó
que Judas fue elegido para “ser uno de los doce”. “Al
insertar su nombre en la lista de los apóstoles, el
'evangelista Lucas escribe: «Judas Iscariote que se
convirtió en el traidor» (Lc 6, 16). Por lo tanto, explica el
predicador, Judas no había nacido traidor y no lo era en el
momento de ser elegido por Jesús; ¡llegó a serlo! Estamos
ante uno de los dramas más sombríos de la libertad humana”.
La confesión, prosiguió el P. Cantalamessa, “nos permite experimentar sobre nosotros lo que la Iglesia
canta la noche de Pascua en el Exultet: «Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!» Jesús sabe hacer, de
todas las culpas humanas, una vez que nos hemos arrepentido, «felices culpas», culpas que ya no se
recuerdan si no por haber sido ocasión de experiencia de misericordia y de ternura divinas!”. “Tengo un
deseo que hacerme y haceros a todos”, añade, “Venerables Padres, hermanos y hermanas: que la mañana
de Pascua podamos levantarnos y oír resonar en nuestro corazón las palabras de un gran converso de
nuestro tiempo”. (MZ-RV)
Reflexión completa del Padre Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia
«ESTABA TAMBIÉN CON ELLOS JUDAS, EL TRAIDOR»
Dentro de la historia divino-humana de la pasión de Jesús hay muchas pequeñas historias de hombres y de
mujeres que han entrado en el radio de su luz o de su sombra. La más trágica de ellas es la de Judas
Iscariote. Es uno de los pocos hechos atestiguados, con igual relieve, por los cuatro evangelios y por el
resto del Nuevo Testamento. La primitiva comunidad cristiana reflexionó mucho sobre el asunto y
nosotros haríamos mal a no hacer lo mismo. Tiene mucho que decirnos.
Judas fue elegido desde la primera hora para ser uno de los doce. Al insertar su nombre en la lista de los
apóstoles, el 'evangelista Lucas escribe: «Judas Iscariote que se convirtió (egeneto) en el traidor» (Lc 6,
16). Por lo tanto, Judas no había nacido traidor y no lo era en el momento de ser elegido por Jesús; ¡llegó
a serlo! Estamos ante uno de los dramas más sombríos de la libertad humana.
¿Por qué llegó a serlo? En años no lejanos, cuando estaba de moda la tesis del Jesús «revolucionario», se
trató de dar a su gesto motivaciones ideales. Alguien vio en su sobrenombre de «Iscariote» una
deformación de «sicariote», es decir, perteneciente al grupo de los zelotas extremistas que actuaban como
«sicarios» contra los romanos; otros pensaron que Judas estaba decepcionado por la manera en que Jesús
llevaba adelante su idea de «reino de Dios» y que quería forzarle para que actuara también en el plano
político contra los paganos. Es el Judas del célebre musical «Jesucristo Superstar» y de otros espectáculos
y novelas recientes. Un Judas que se aproxima a otro célebre traidor del propio bienhechor: ¡Bruto que
mató a Julio César para salvar la República!
Son todas construcciones que se deben respetar cuando revisten alguna dignidad literaria o artística, pero
no tienen ningún fundamento histórico. Los evangelios —las únicas fuentes fiables que tenemos sobre el
personaje— hablan de un motivo mucho más a ras de tierra: el dinero. A Judas se le confió la bolsa
común del grupo; con ocasión de la unción de Betania había protestado contra el despilfarro del perfume
preciosos derramado por María sobre los pies de Jesús, no porque le importaran de pobres —hace notar
Juan—, sino porque "era un ladrón y, puesto que tenía la caja, cogía lo que echaban dentro» (Jn 12,6). Su
propuesta a los jefes de los sacerdotes es explícita: «¿Cuanto estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?
Y ellos fijaron treinta siclos de plata» (Mt 26, 15).
Pero ¿por qué extrañarse de esta explicación y encontrarla demasiado banal? ¿Acaso no ha sido casi
siempre así en la historia y no es todavía hoy así? Mammona, el dinero, no es uno de tantos ídolos; es el
ídolo por antonomasia; literalmente, «el ídolo de metal fundido» (cf. Éx 34,17). Y se entiende el porqué.
¿Quién es, objetivamente, si no subjetivamente (es decir en los hechos, no en las intenciones), el
verdadero enemigo, el competidor de Dios, en este mundo? ¿Satanás? Pero ningún hombre decide servir,
sin motivo, a Satanás. Quién lo hace, lo hace porque cree obtener de él algún poder o algún beneficio
temporal. Jesús nos dice claramente quién es, en los hechos, el otro amo, al anti-Dios: «Nadie puede
servir a dos amos: no podéis servir a Dios y a Mammona» (Mt 6,24). El dinero es el «Dios visible», a
diferencia del Dios verdadero que es invisible.
Mammona es el anti-dios porque crea un universo espiritual alternativo, cambia el objeto a las virtudes
teologales. Fe, esperanza y caridad ya no se ponen en Dios, sino en el dinero. Se opera una siniestra
inversión de todos los valores. «Todo es posible para el que cree», dice la Escritura (Mc 9,23); pero el
mundo dice: «Todo es posible para quien tiene dinero». Y, en un cierto nivel, todos los hechos parecen
darle la razón.
«El apego al dinero —dice la Escritura— es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Detrás de cada mal
de nuestra sociedad está el dinero o, al menos, está también el dinero. Es el Moloch de bíblica memoria,
al que se le inmolaban jóvenes y niñas (cf. Jer 32,35), o el dios Azteca, al que había que ofrecer
diariamente un cierto número de corazones humanos. ¿Qué hay detrás del comercio de la droga que
destruye tantas vidas humanas, detrás del fenómeno de la mafia y de la camorra, la corrupción política, la
fabricación y el comercio de armas, e incluso —cosa que resulta horrible decir— a la venta de órganos
humanos extirpados a niños? Y la crisis financiera que el mundo ha atravesado y este país aún está
atravesando, ¿no es debida en buena parte a la «detestable codicia de dinero», la auri sagrada fames, por
parte de algunos pocos? Judas empezó sustrayendo algún dinero de la caja común. ¿No dice esto nada a
algunos administradores del dinero público?
Pero, sin pensar en estos modos criminales de acumular dinero, ¿no es ya escandaloso que algunos
perciban sueldos y pensiones cien veces superiores a los de quienes trabajan en sus dependencias y que
levanten la voz en cuanto se apunta la posibilidad de tener que renunciar a algo, de cara a una mayor
justicia social?
En los años 70 y 80, para explicar, en Italia, los repentinos cambios políticos, los juegos ocultos de poder,
el terrorismo y los misterios de todo tipo que afligían a la convivencia civil, se fue afirmando la idea, casi
mítica, la existencia de un «gran Anciano»: un personaje espabiladísmo y poderoso, que por detrás de los
bastidores habría movido fila los hilos de todo, para fines que sólo él conocía. Este «gran Anciano» existe
realmente, no es un mito; ¡se llama Dinero!
Como todos los ídolos, el dinero es «falso y mentiroso»: promete la seguridad y, sin embargo, la quita;
promete libertad y, en cambio, la destruye. San Francisco de Asís describe, con una severidad inusual en
él, el final de una persona que vivió sólo para aumentar su «capital». Se aproxima la muerte; se hace venir
al sacerdote. Éste pide al moribundo: «¿Quieres el perdón de todos tus pecados?» , y él responde que sí. Y
el sacerdote: «Estás dispuesto a satisfacer los errores cometidos, devolviendo las cosas que has estafado a
otros?» Y él: «No puedo». «¿Por qué no puedes?» «Porque ya he dejado todo en manos de mis parientes
y amigos». Y así él muere impenitente y apenas muerto los parientes y amigos dicen entre sí: «¡Maldita
alma la suya! Podía ganar más y dejárnoslo, y no lo ha hecho!"
Cuántas veces, en estos tiempos, hemos tenido que repensar ese grito dirigido por Jesús al rico de la
parábola que había almacenado bienes sin fin y se sentía al seguro para el resto de la vida: «Insensato,
esta misma noche se te pedirá el alma; y lo que has preparado, ¿de quién será?» (Lc 12,20)! Hombres
colocados en puestos de responsabilidad que ya no sabían en qué banco o paraíso fiscal almacenar los
ingresos de su corrupción se encontraron en el banquillo de los imputados, o en la celda de una prisión,
precisamente cuando estaban para decirse a sí mismos: «Ahora gózate, alma mía». ¿Para quién lo han
hecho? ¿Valía la pena? ¿Han hecho realmente el bien de los hijos y la familia, o del partido, si es eso lo
que buscaban? ¿O más bien se han arruinado a sí mismos y alos demás?
La traición de Judas continua en la historia y el traicionado es siempre él, Jesús. Judas vendió al jefe, sus
imitadores venden su cuerpo, porque los pobres son miembros de Cristo, lo sepan o no. «Todo lo que
hagáis con uno solo de estos mis hermanos más pequeños, me lo habéis hecho a mí» (Mt 25,40). Pero la
traición de Judas no continúa sólo en los casos clamorosos que he mencionado. Pensarlo sería cómodo
para nosotros, pero no es así. Ha permanecido famosa la homilía que tuvo en un Jueves Santo don Primo
Mazzolari sobre «Nuestro hermano Judas». "Dejad —decía a los pocos feligreses que tenía delante—, que
yo piense por un momento al Judas que tengo dentro de mí, al Judas que quizás también vosotros tenéis
dentro».
Se puede traicionar a Jesús también por otros géneros de recompensa que no sean los treinta denarios de
plata. Traiciona a Cristo quien traiciona a su esposa o a su marido. Traiciona a Jesús el ministro de Dios
infiel a su estado, o quien, en lugar de apacentar el rebaño que se la confiado se apacienta a sí mismo.
Traiciona a Jesús todo el que traiciona su conciencia. Puedo traicionarlo yo también, en este momento —
y la cosa me hace temblar— si mientras predico sobre Judas me preocupo de la aprobación del auditorio
más que de participar en la inmensa pena del Salvador. Judas tenía un atenunante que yo no tengo. Él no
sabía quién era Jesús, lo consideraba sólo «un hombre justo»; no sabía que era el hijo de Dios, como lo
sabemos nosotros.
Como cada año, en la inminencia de la Pascua, he querido escuchar de nuevo la «Pasión según san
Mateo», de Bach. Hay un detalle que cada vez me hace estremecerme. En el anuncio de la traición de
Judas, allí todos los apóstoles preguntan a Jesús: «¿Acaso soy yo, Señor?» «Herr, bin ich’s?» Sin
embargo, antes de escuchar la respuesta de Cristo, anulando toda distancia entre acontecimiento y su
conmemoración, el compositor inserta una coral que comienza así: «¡Soy yo, soy yo el traidor! ¡Yo debo
hacer penitencia!», «Ich bin's, ich sollte büßen». Como todas las corales de esa ópera, expresa los
sentimientos del pueblo que escucha; es una invitación para que también nosotros hagamos nuestra
confesión del pecado.
El Evangelio describe el fin horrible de Judas: «Judas, que lo había traicionado, viendo que Jesús había
sido condenado, se arrepintió, y devolvió los treinta siclos de plata a los jefes de los sacerdotes y a los
ancianos, diciendo: He pecado, entregándoos sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Qué nos importa?
Ocúpate tú. Y él, arrojados los siclos en el templo, se alejó y fue a ahocarse» (Mt 27, 3-5). Pero no demos
un juicio apresurado. Jesús nunca abandonó a Judas y nadie sabe dónde cayó en el momento en que se
lanzó desde el árbol con la soga al cuello: si en las manos de Satanás o en las de Dios. ¿Quién puede decir
lo que pasó en su alma en esos últimos instantes? «Amigo», fue la última palabra que le dirigió Jesús y él
no podía haberla olvidado, como no podía haber olvidado su mirada.
Es cierto que, hablando de sus discípulos, al Padre Jesús había dicho de Judas: «Ninguno de ellos se ha
perdido, excepto el hijo de la perdición» (Jn 17,12), pero aquí, como en tantos otros casos, él habla en la
perspectiva del tiempo no de la eternidad; la envergadura del hecho basta por sí sola, sin pensar en un
fracaso eterno, para explicar la otra tremenda palabra dicha de Judas: «Mejor hubiera sido para ese
hombre no haber nacido» (Mc 14,21). El destino eterno de la criatura es un secreto inviolable de Dios. La
Iglesia nos asegura que un hombre o una mujer proclamados santos están en la bienaventuranza eterna;
pero de nadie sabe ella misma que esté en el infierno.
Dante Alighieri, que, en la Divina Comedia, sitúa a Judas en lo profundo del infierno, narra la conversión
en el último instante de Manfredi, hijo de Federico II y rey de Sicilia, al que todos en su tiempo
consideraban condenado porque murió excomulgado Herido de muerte en batalla, él confía al poeta que,
en el último instante de vida, se rindió llorando a quien «perdona de buen grado» y desde el Purgatorio
envía a la tierra este mensaje que vale también para nosotros:
Abominables mis pecados fueronmas tan gran brazo tiene la bondad
infinita, que acoge a quien la implora .
He aquí a lo que debe empujarnos la historia de nuestro hermano Judas: a rendirnos a aquel que perdona
gustosamente, a arrojarnos también nosotros en los brazos abiertos del crucificado. Lo más grande en el
asunto de Judas no es su traición, sino la respuesta que Jesús da. Él sabía bien lo que estaba madurando en
el corazón de su discípulo; pero no lo expone, quiere darle la posibilidad hasta el final de dar marcha
atrás, casi lo protege. Sabe a lo que ha venido, pero no rechaza, en el huerto de los olivos, su beso helado
e incluso lo llama amigo (Mt 26,50). Igual que buscó el rostro de Pedro tras la negación para darle su
perdón, ¡quién sabe como habrá buscado también el de Judas en algún momento de su vía crucis! Cuando
en la cruz reza: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34), no excluye ciertamente de
ellos a Judas.¿Qué haremos, pues, nosotros? ¿A quién seguiremos, a Judas o a Pedro? Pedro tuvo
remordimiento de lo que había hecho, pero también Judas tuvo remordimiento, hasta el punto que gritó:
«¡He traicionado sangre inocente!» y restituyó los treinta denarios. ¿Dónde está, entonces, la diferencia?
En una sola cosa: Pedro tuvo confianza en la misericordia de Cristo, ¡Judas no! El mayor pecado de Judas
no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia.
Si lo hemos imitado, quien más quien menos, en la traición, no lo imitemos en esta falta de confianza
suya en el perdón. Existe un sacramento en el que es posible hacer una experiencia segura de la
misericordia de Cristo: el sacramento de la reconciliación. ¡Qué bello es este sacramento! Es dulce
experimentar a Jesús como maestro, como Señor, pero aún más dulce experimentarlo como Redentor:
como aquel que te saca fuera del abismo, como a Pedro del mar, que te toca, como hizo con el leproso, y
te dice: «¡Lo quiero, queda curado!» (Mt 8,3).
La confesión nos permite experimentar sobre nosotros lo que la Iglesia canta la noche de Pascua en el
Exultet: «Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!» Jesús sabe hacer, de todas las culpas humanas, una
vez que nos hemos arrepentidos, «felices culpas», culpas que ya no se recuerdan si no por haber sido
ocasión de experiencia de misericordia y de ternura divinas!
Tengo un deseo que hacerme y haceros a todos, Venerables Padres, hermanos y hermanas: que la mañana
de Pascua podamos levantarnos y oír resonar en nuestro corazón las palabras de un gran converso de
nuestro tiempo:
«Dios mío, he resucitado y estoy aún contigo!Dormía y estaba tumbado como un muerto en la noche.
Dijiste: «¡Hágase la luz! ¡Y yo me desperté como se lanza un grito! [...]Padre mío que me has generado
antes de la aurora, estoy en tu presencia.
Mi corazón está libre y la boca pelada, cuerpo y espíritu estoy en ayunas.Estoy absuelto de todos los
pecados, que confesé uno a uno.
El anillo nupcial está en mi dedo y mi rostro está limpio.Soy como un ser inocente en la gracia que me
has concedido».
Este puede hacer de nosotros la Pascua de Cristo.
«Ungidos con óleo de alegría para ungir
con óleo de alegría», homilía del Papa en
la Misa Crismal
2014-04-17 Radio Vaticana
(RV).- (con audio) «“Alegría custodiada” por el rebaño y por tres
hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: la hermana pobreza, la hermana
fidelidad y la hermana obediencia», dijo el Papa Francisco, haciendo hincapié en
tres rasgos significativos en la alegría sacerdotal: «nos unge, es incorruptible y es
misionera». Con la Liturgia que se celebra este día en todo el mundo, este Jueves
Santo, por la mañana, en la Basílica de San Pedro, el Obispo de Roma presidió la
Santa Misa Crismal, con la bendición de los santos óleos para la unción de los
catecúmenos, la unción de los enfermos y el crisma, para los grandes sacramentos
que confieren el Espíritu Santo, es decir: Confirmación, Ordenación sacerdotal y
Ordenación episcopal. Concelebraron con el Papa Francisco los Cardenales,
Obispos y Presbíteros presentes en Roma. En la misma Celebración Eucarística, la
renovación por parte de los sacerdotes de las promesas realizadas en el momento de
su ordenación.
Ungidos con óleo de alegría. En su homilía, dirigiéndose a los queridos hermanos en el sacerdocio, el
Papa recordó que «en el Hoy del Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1),
hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra propia ordenación
sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría y esta unción nos invita a recibir y
hacernos cargo de este gran regalo: la alegría, el gozo sacerdotal. La alegría del sacerdote es un bien
precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo fiel del cual es llamado
el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir. Ungidos con óleo de alegría para ungir con
óleo de alegría».
Y señaló tres rasgos significativos en la alegría sacerdotal: «es una alegría que nos unge – dijo - (no que
nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría
misionera que irradia y atrae a todos, comenzando al revés: por los más lejanos».
«Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la “madre del Evangelio viviente, es
manantial de alegría para los pequeños” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288)», destacó también el Santo
Padre - y añadió: «creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la
inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños
de los hombres».
«En este Jueves sacerdotal le pido al Señor Jesús que haga descubrir a muchos jóvenes ese ardor del
corazón que enciende la alegría apenas uno tiene la audacia feliz de responder con prontitud a su
llamado», pidió el Papa Bergoglio, rogando luego también por los recién ordenados: «cuida Señor en tus
jóvenes sacerdotes la alegría de salir, de hacerlo todo como nuevo, la alegría de quemar la vida por ti».
Por los ya tienen varios años de ministerio: «que sepan rezar como Nehemías: “la alegría del Señor es mi
fortaleza” (cf. Ne 8,10)». Y por los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos: «que sientan la alegría de
pasar la antorcha, la alegría de ver crecer a los hijos de los hijos y de saludar, sonriendo y mansamente,
las promesas, en esa esperanza que no defrauda».
(CdM - RV)
Texto completo de la homilía del Papa:
Ungidos con óleo de alegría
Queridos hermanos en el sacerdocio. En el Hoy del Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el
extremo (cf. Jn 13, 1), hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra
propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría y esta unción nos
invita a recibir y hacernos cargo de este gran regalo: la alegría, el gozo sacerdotal. La alegría del
sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo
fiel del cual es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir.
Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría. La alegría sacerdotal tiene su fuente en el
Amor del Padre, y el Señor desea que la alegría de este Amor “esté en nosotros” y “sea plena” (Jn
15,11). Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la “madre del Evangelio
viviente, es manantial de alegría para los pequeños” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288), y creo que no
exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del
don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote
es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo
llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más
indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño. Nadie más pequeño que
un sacerdote dejado a sus propias fuerzas; por eso nuestra oración protectora contra toda insidia del
Maligno es la oración de nuestra Madre: soy sacerdote porque Él miró con bondad mi pequeñez (cf. Lc
1,48). Y desde esa pequeñez asumimos nuestra alegría. ¡Alegría en nuestra pequeñez!
Encuentro tres rasgos significativos en nuestra alegría sacerdotal: es una alegría que nos unge (no que
nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría
misionera que irradia y atrae a todos, comenzando al revés: por los más lejanos.
Una alegría que nos unge. Es decir: penetró en lo íntimo de nuestro corazón, lo configuró y lo fortaleció
sacramentalmente. Los signos de la liturgia de la ordenación nos hablan del deseo maternal que tiene la
Iglesia de transmitir y comunicar todo lo que el Señor nos dio: la imposición de manos, la unción con el
santo Crisma, el revestimiento con los ornamentos sagrados, la participación inmediata en la primera
Consagración… La gracia nos colma y se derrama íntegra, abundante y plena en cada sacerdote.
Ungidos hasta los huesos… y nuestra alegría, que brota desde dentro, es el eco de esa unción.
Una alegría incorruptible. La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente
incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar (cf.
Jn 16,22). Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero,
en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre
puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices
el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos (cf. 2 Tm 1,6).
Una alegría misionera. Este tercer rasgo lo quiero compartir y recalcar especialmente: la alegría del
sacerdote está en íntima relación con el santo pueblo fiel de Dios porque se trata de una alegría
eminentemente misionera. La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y
confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar.
Y como es una alegría que solo fluye cuando el pastor está en medio de su rebaño (también en el silencio
de la oración, el pastor que adora al Padre está en medio de sus ovejitas) y por ello es una “alegría
custodiada” por ese mismo rebaño. Incluso en los momentos de tristeza, en los que todo parece
ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce, esos momentos apáticos y aburridos que a veces
nos sobrevienen en la vida sacerdotal (y por los que también yo he pasado), aun en esos momentos el
pueblo de Dios es capaz de custodiar la alegría, es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a
abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría.
“Alegría custodiada” por el rebaño y custodiada también por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la
defienden: la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia.
La alegría del sacerdote es una alegría que se hermana a la pobreza. El sacerdote es pobre en alegría
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La posada del silencio nº 112, curso v

  • 1. La posada del silencio El texto de hoy Tu me sedujiste Yavhé y yo me dejé seducir Con frecuencia nuestros pensamientos son como una resistencia, como una defensa y son también una agitación. Dentro está la luz, dentro está el Señor. En el silencio todo se puede desbloquear para que emerja la Presencia de Dios, para que aparezca la luz. Una luz insospechada saldrá de nuestro corazón en el silencio. Haced silencio para que pueda fluir toda la Presencia que os habita. CAMPAÑA DE SOLIDARIDAD EN LAS VILLAS el: 17/4/2014 9:11:33 (84 Lecturas) Cada año en la Zona de Las Villas se realiza una campaña de solidaridad. Durante la campaña, que dura hasta el mes de octubre, se van realizando diversas actividades, siendo la principal la Marcha de la Solidaridad, que este año será el 11 de mayo. Recorre los diversos pueblos da la zona y se cierra en cada
  • 2. pueblo con una actividad destinada a la recaudación de fondos para los proyectos en que se ha elegido trabajar durante la campaña. El día 13 de abril, domingo de Ramos, se celebraron diversos actos en algunos de sus pueblos. En Villoruela a lo largo de la mañana en la plaza del pueblo se realizó un mercadillo solidario. En él se vendieron plantas y flores, cultivadas por los propios vecinos a lo largo del año para esta finalidad. El día, que amaneció con sol brillante, y la buena temperatura facilitaron el éxito de esta actividad, que ya viene siendo una tradición es esta localidad. En Babilafuente, en el Centro Multiusos cedido por el Ayuntamiento, tuvo lugar por la mañana y a lo largo del día otro mercadillo de venta de productos donados o elaborados por los propios vecinos, entre ellos sabrosos productos de repostería. Con estas actividades se cumple un doble objetivo: de sensibilizar a la población de esta zona salmantina sobre la realidad de la pobreza en el Tercer Mundo y aquí mismo, analizando sus causas y sus consecuencias; y fomentar la solidaridad como el mejor medio para hacer frente a estas situaciones injustas. El 60% de lo que se recauda es para un proyecto de Acción Verapaz, organizadora e impulsora de la Campaña. Un 20 % para un proyecto de Cáritas Salamanca, y otro 20 % para un proyecto de Manos Unidas, simbolizando así la importancia de unirse para trabajar juntos por la erradicación de la pobreza. Por la tarde, en Villoria tuvo lugar la Asamblea Anual de socios de la Delegación de Verapaz en Salamanca. Su celebró en el Centro Cívico de esta localidad, cedido por el Ayuntamiento. Estuvieron presentes alrededor de 40 socios y socias de Acción Verapaz, con representación de la ciudad de Salamanca, de Villoria, de Villoruela y de Babilafuente, además de los miembros de la Junta Directiva. Es una actividad muy importante dentro de la Delegación, pues además de aprobarse la Memoria de Actividades y Económica del año 2013, se presentaba el variado programa de actividades a desarrollar en los diversos pueblos y en la ciudad de Salamanca durante la campaña de este año 2014. Virginia Casado, secretaria de la Delegación, inició el acto leyendo el Acta de la Asamblea anterior. A continuación Luis M. Figuero, presidente de la Delegación, hizo una síntesis breve y clara de las actividades realizadas dentro de la campaña de 2013 y de los resultados obtenidos, la ejecución de los proyectos para los que se trabajaba en la campaña. En el caso de Acción Verapaz el proyecto que se pudo ejecutar, gracias a la campaña y a una subvención del Ayuntamiento de Salamanca, fue la construcción en Nicaragua de casas para mujeres abandonadas por sus maridos. La tesorera, Mónica González, cerró la primera parte de la Asamblea mostrando con cifras los buenos resultados de la campaña. Ambas memorias se aprobaron por unanimidad. La ilusión y del esfuerzo compartido ha sido una vez más la mejor demostración de que la solidaridad no es un sueño imposible, sino que día día la vamos convirtiendo en realidad entre todos. En la segunda parte se procedió a la elección del proyecto en el que se va a implicar la Delegación durante el año 2014. Previamente se hizo la presentación de los tres proyectos enviados desde la Secretaría de Madrid, para elegir uno de ellos. Dos proyectos venían de Haití, uno de compra de mulas y
  • 3. otro de compra de cabritas; el tercero lo habían envidado las dominicas de la Anunciata desde Argentina. El proyecto de la compra de cabritas lo presentó Reyes Laso, vocal de la Junta Directiva; el de la compra de mulas fue presentado por Octavio, un dominicos de Rep. Dominicano que ha visitado en diversas ocasiones Haití; y el de Argentina por Juan José, un dominico argentino, que se encuentra en Salamanca por razones de estudio. Los tres hicieron una exposición muy clara del contexto en el que surge el proyecto, la necesidad a la que respondía, a quiénes iba a beneficiar, repercusiones sobre la comunidad beneficiaria y posibilidades de continuidad. Fueron tan claras y convincentes las presentaciones que resultaba difícil la elección, pues quedaba claro que todos eran necesarios e importantes para la mejora de las condiciones de vida de la comunidad beneficiaria, pero había que escoger y, al final, los votos favorecieron al proyecto de la compra de mulas. En este interesante proyecto se centrará el trabajo de la campaña, intentando proporcionar a una comunidad haitiana, que vive aislada y sin posibilidades de acceso por vía motorizada, de un medio de transporte para la comercialización de los productos y el transporte de personas. La Asamblea se cerró con una información sobre el encuentro de formación del último fin de semana de junio. Se celebrará en Valladolid, y se tratará este tema: “Cooperación y Desarrollo. Visión crítica”. Se hizo una invitación a participar en él, pues es un interesante espacio no sólo para la reflexión sino también para el encuentro entre quienes formamos parte de la “red Verapaz”. J.Antonio Primera noche de pascua con el MJD!! Presentación de “Rutas para el Camino” en León El viernes 2 de mayo, a las 18h00, en la Residencia “Ntra. Sra. de Fátima” de las Misioneras de Santo Domingo en León (c/ Suero de Quiñones, 1) se presentará el libro homenaje a Bernardo Cuesta “Rutas para el camino”. Boletín fraternidad de Palencia nº 102 - Abril 2014 Boletín informativo de la Fraternidad de Laicos Dominicos de San Pablo Apóstol de Palencia El amor vive creciendo. Introducción a la vida y pensamiento de Juan González Arintero.
  • 4. Autor: Colección: ARIADNA nueva serie Juan González Arintero, dominico del convento de San Esteban de Salamanca, es una de las figuras de la renovación espiritual en la España de comienzos del siglo XX. Tras formarse en el ámbito de las Ciencias Naturales y confrontarse teológicamente con la teoría de la evolución, se consagró al estudio de la mística y la espiritualidad. Precio: 12,00 € Páginas: 158 Año: 2014 ISBN: 978-84-8260-301-8 Perdonar... ¿hasta dónde? Autor: Colección: ARIADNA nueva serie Perdonar no es fácil. Necesitamos tiempo para perdonar; para proyectar una mirada reconciliadora sobre quien nos ha ofendido. El perdón no es producto del voluntarismo ni del sentimiento. en sentido propio es un acto de fe y es resultado de la acción de Dios en nosotros. A partir de su experiencia pastoral, el P. Marcovits recuerda la grandeza y la felicidad que encontramos en el perdón. Y ofrece algunas consideraciones prácticas, de gran utilidad, para que podamos recorrer el camino que lleva a la gracia del perdón. Precio: 8,00 € Páginas: 76 Año: 2014 ISBN: 978-84-8260-303-2 Falleció fray Gerardo Wilmer Rojas Crespo, OP Por este medio, nos unimos al dolor de la Familia Dominica en Bolivia, por el fallecimiento hoy, miércoles santo (16 de abril de 2014), de nuestro hermano fr. Gerardo Wilmer Rojas Crespo, O.P. de la Viceprovincia de Bolivia. Fr. Wilmer nació en 1964 e hizo su primera profesión en la Orden en 1987. En 1994, recibió la ordenación presbiteral y fue enviado a estudiar Historia de la Iglesia. En septiembre de 2008, fue nombrado archivero de la Orden y asignado al Convento de Santa Sabina en Roma. Al enfermar gravemente por un cáncer cerebral tuvo que
  • 5. regresar a Bolivia en donde fue cuidado cariñosamente tanto por sus hermanos como por su familia de sangre. Fr. Fernando Delgado, O.P., prior Viceprovincial de Bolivia anuncia que la celebración de las exequias será mañana, 17 de abril, a las 11:00 en el Centro San Martín de Porres de Cochabamba. Acompañamos a nuestros hermanos bolivianos, con esperanza cristiana, en oración por la Pascua de fr. Wilmer. (16 de abril de 2017)) Washing of Feet with the Dominicans in Cairo Good Friday in St Albert's Priory in Oakland, USA
  • 6. Vendredi Saint au Couvent de Montpellier (Province de Toulouse - France) LA OBRA DE JOSÉ LAPAYESE BRUNA EN LAS CAPILLAS DEL COLEGIO DE LA VIRGEN DEL CAMINO EN LEÓN (por Enrique Valdeón) LA OBRA DE JOSÉ LAPAYESE BRUNA EN LAS CAPILLAS DEL COLEGIO DE LA VIRGEN DEL CAMINO EN LEÓN 1. Las escenas del Rosario y del Viacrucis en las Capillas de las escuelas del Colegio El invierno se envalentona sobre el mes de febrero y en las camarillas de la escuela apostólica suena la música de la mañana. Al despertar los ojos de la noche chocan con la escarcha de los ventanales en donde se dibujan figuras geométricas blanquecinas y plateadas.
  • 7. Es la hora de la Misa. Adormecidos al alba, en el frío y la oración, la vista se detenía, en la blanca pared lateral donde José Lapayese realizó los catorce grafismos incisivos que representan las estaciones del Viacrucis en la capilla de la Escuela Mayor. Y los quince misterios del Rosario, moldeados con belleza y esmero, que están en la capilla de la Escuela Menor. Sentado en esta capilla, y aturdido por la hora, la vista se cruzaba con el relieve de tres figuras llenas de fuerza. Un soldado con una lanza que abre paso para dejar el camino libre. Un Jesús cansado, encogido por el peso de la cruz que lleva arrastrando y un tercer personaje, parece otro soldado, en actitud agresiva lanzando su ira contra el cuerpo de ese Rey de los Judíos. Es la segunda estación del Viacrucis: Jesús con la cruz a cuestas. Me vino a la mente la estrofa que cantaba mi tía Florencia en Retuerto, un pequeño pueblo de la montaña leonesa: Aquí en el segundo paso que es un crecido tormento Aquí ponen en mis brazos aquel madero pesado para sufrir más escarnio. (2) En cada huecograbado, cada estación, sus personajes están dotados de fuerza, de movimiento, dramatismo,…. Y establece en cada composición una magia que es una invitación a ese canto inicial que recorre el Víacrucis en la Semana Santa Castellana: Alerta cristiano, alerta Pues ya la hora sonó En el reloj de tu vida Pues te llama el Salvador Para que humilde le sigas. En otra escena aparece Jesús, donde: “ le azotan y escupen y a una columna amarrado
  • 8. el pueblo se reúne y con crecida algaraza todos dicen que se ejecute.” Lapayese moldea los rasgos con fuerza, con movimiento, centrando la imagen en esa primera estación donde humillado es condenado a muerte. La ultima escena, es de Jesús en la cruz, con el dolor de su madre y el llanto de un discípulo sumido en el adiós, que recoge el texto de la montaña de León: después para más tormento, en el hueco de una peña dejaron caer mi cruz. Mis pies y manos se rasgan, Quedó mi vista sin luz Y faltándome el aliento Entregué el alma a mi Padre. Por todos rogué primero. Los otros bajorrelieves corresponden a los misterios del rosario de la Escuela Menor, en donde aparece Jesús entre los doctores cuando la iglesia reza los misterios gozosos: quinto misterio, “el niño Jesús perdido y hallado en el templo” y que el autor plasma con personajes en asamblea preocupados, en actitud de dialogo y de consulta, frente a ellos un Jesús adolescente.
  • 9. El cuarto misterio de los gozosos lo representa con María y José que llevan al Niño al templo y Simeón lo toma en su brazos y dice: “Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz” como narra el evangelio de Lucas. El último cuadro constituye el bajorrelieve de Jesús en el huerto de los olivos, primer misterio de los dolorosos, en una postura orante clamando a Dios porque aquello acabe, mientras, se ve un discípulo que duerme. Jesús tranquilo fue a orar Por la gracia arrebatado, Y quiso al fin derramar Su sangre, de rescatar
  • 10. Al hombre por su pecado. A su padre en la oración Se dirige fervoroso, Pidiendo, de corazón, Del hombre la salvación Con un acento amoroso. En las escenas sucesivas a las etapas de Jesús, simbolizadas por José Lapayese, se perciben técnicas de incisión sobre la superficie del muro con grafismos de distintos gruesos y profundidades. Utilizando la línea como vehículo adecuado para hacer patente su voluntad de expresión con la máxima pureza. El autor llena a los personajes de un realismo lleno de vigor y susurrada vida. Belleza, fuerza, garra, expresión y dinamismo dan realismo a estos bajorrelieves realizados en las capillas del Colegio de la Virgen del Camino y que reposan en un espacio lejos de las miradas infantiles. 2. Notas acerca del Autor y su trabajo en la Virgen del Camino José Lapayese, nace en Calamocha, Teruel, en el año 1889 y fallece en Madrid en 1982. Prestigioso pintor, pertenece a una dinastía de artistas que se inicia en el S. XV con el artista francés Joseph Lapayese.
  • 11. En 1919 acude como libre a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y es galardonado ese año con el premio extraordinario. En 1930 recibe el gran premio de la exposición internacional de Lieja y la medalla de Oro de Arte Decorativo en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En 1964 funda en Inca (Palma de Mallorca) el Museo de Cuero de Cordobanes y Guadameciles (piel curtida y cuero adobado y adornado con dibujos de pintura o relieve). El Centro de estudios de Jícola (Aragón) celebra este año de 2014 el XIV Certamen de Artes Plásticas que lleva su nombre. Es un autor polifacético que se expresa mediante la pintura, el cordobán, la escultura, el guadamecil y que, en las paredes de las capillas de las escuelas de la Virgen del Camino de León, tiene una muestra de su obra importante por su originalidad y por estar en un espacio diseñado para el recogimiento y que invita a hacer un recorrido por la vida de Jesús. Esta obra se la encarga el P. Coello de Portugal, arquitecto del Colegio y de la Basílica que conoce el taller de José Lapayese en Madrid y que es del mismo curso de Emilio Lapayese, hijo del autor que realiza los grabados de las capillas, con el que tiene buena amistad. Como consta en el documento que el P. Luis P. Arruga envía en el verano a los apostólicos, cuando era Director de la Escuela Menor, el 23 de Julio del 61 se ordenan en la capilla de la escuela mayor quince sacerdotes dominicos entre los que se encontraba el P. Coello de Portugal y Emilio Lapayese. En ese mismo documento se relata que el día 24 Emilio Lapayese celebró en presencia de sus padres, muy emocionados, su primera misa acompañado por los estudiantes de teología de Salamanca y los novicios de Palencia con el P. Merino que habían acudido a ese evento tan importante. El P. Arias, actualmente en el Convento de San Pablo de Palencia, y en aquella época Director de la Escuela Mayor, confirma que los grabados son de José Lapayese Bruna, y que una vez dibujados sobre la pared, dos obreros se encargan de hacer el trabajo grueso y él es el que acaba y remata la obra. Según la viuda de Ramón Lapayese del Rio, María Luisa Balbás, es muy probable que Ramón también participara en la ejecución de dicho trabajo. El acabado de los grabados se sitúa, según el P. Iturgáiz hacia el año 1959. La misma opinión me fue confirmada por el P. Casquero, por aquel entonces en la Virgen del Camino. Me dice que todavía recuerda, a sus 92 años, que el curso comenzó con retraso el día 17 de Noviembre de 1957, cuando estaban muchas partes del colegio en obras. Algún estudiante de aquel año recuerda el frío en la Virgen del Camino y sin calefacción… y como se pasaron varios meses “con la silla pegada al culo” pues la tenían que llevar de la clase, al comedor, al estudio,…. ya que no había mobiliario. En ese año las paredes de las capillas estaban en blanco esperando la obra de José Lapayese. Enrique Valdeón, 13 de Marzo del 2014. Salamanca (2) Los textos en cursiva están recogidos del libro “La montaña de Riaño: Retuerto” de la colección Pasión del Lucía. Salamanca. 2012 del que soy autor. “Creo en la resurrección de la carne” Martes 15 de abril de 2014 Artículo de Marie-Jo Witnauer, Responsable Nacional adjunta de Francia, publicado en el Folleto mensual de oración de los Equipos del Rosario Nº386 - Abril 2014 Dios quiere que vivamos su propia vida y vivos para siempre, esa es la buena noticia que es el punto y final de nuestro Credo: “Creo en la resurrección de la carne, en la vida eterna. Amén”. En nuestros artículos citamos a menudo el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) fuente segura de la doctrina de la Iglesia e instrumento puesto a nuestra disposición para que “viviendo en un mundo con múltiples mensajes, cada uno pueda, gracias a él, educarse en la fe”.
  • 12. Así encontramos allí esta definición: “La ‘resurrección de la carne’ significa que tras la muerte no sólo habrá vida para el alma inmortal, sino que incluso nuestros ‘cuerpos mortales’ [1] revivirán”. [2] • Creer en la resurrección de los muertos es un elemento esencial de la fe cristiana y por lo tanto, difícil de creer. Aceptamos con agrado que la vida de la persona humana continúa tras la muerte de cierta forma espiritual. Pero es infinitamente más difícil pensar que nuestro cuerpo mortal podrá resucitar en la vida eterna. Ya en tiempos de Jesús los Saduceos se oponían a esta creencia, mientras que los Fariseos y muchos otros esperaban la resurrección. Jesús mismo lo enseña con autoridad. Pero Jesús hace algo más que afirmar la verdad de resurrección de los muertos: liga la fe en la resurrección a su propia persona: “Yo soy la resurrección y la vida. El que crea en mí, aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees eso?” [3]. Jesús mismo resucitará en el último día a los que crean en Él: “Quien escucha mi palabra y cree en el Padre que me ha enviado, obtiene la vida eterna y escapa del juicio, pues pasa ya de la muerte a la vida” [4]. Y “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna; y yo le resucitaré el último día” [5]. Da un signo y una prueba de ello devolviendo la vida a la hija de Jairo o a Lázaro [6], anunciando así su propia Resurrección que será, sin embargo, de otro orden. De este ‘acontecimiento único’ habla como del ‘signo de Jonás’ [7] o del Templo que reconstruirá [8]: anuncia su Resurrección al tercer día de su muerte [9]. • “Resucitaremos como Él, con Él, por Él”. [10] ¿Quién resucitará? ¿Cuándo? ¿Cómo? El Catecismo de la Iglesia Católica responde a estas preguntas. Cristo ha resucitado con su propio cuerpo: “Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo” [11]; pero no ha regresado a una vida terrestre. Del mismo modo, en Él, “Todos resucitarán con su propio cuerpo, el que tienen ahora”, pero este cuerpo será “transfigurado en cuerpo de gloria” [12], en cuerpo espiritual [13]. El “cómo” sobrepasa nuestra imaginación y nuestro conocimiento; sólo es accesible por la fe. ¿Cuándo? Definitivamente el ‘último día’. “Pues Él mismo, el Señor, a una señal dada por la voz del Arcángel y la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos que están en Cristo resucitarán en primer lugar” [14] En nuestros Equipos del Rosario, con la decena del Rosario meditado cada día, favorecemos nuestra unión personal con Cristo. Recordemos que el fruto del misterio de la Resurrección de Cristo es el don de la fe. Y día tras día, cada misterio rezado da su gracia particular. Terminaremos estas reflexiones con la exhortación del Papa Francisco: “Invocando la intercesión de la Virgen María, que guardaba cada acontecimiento en su corazón [15], pidamos que el Señor nos haga partícipes de su Resurrección; que nos haga capaces de reconocerle como el Vivo, viviente y actuante en medio de nosotros. Amén” Notas [1] Rm. 8,11 [2] CIC 990 [3] Jn. 11, 25 [4] Jn. 5, 24 [5] Jn. 6, 54
  • 13. [6] Mc. 5; Jn. 11 [7] Mt. 12, 40 [8] Jn. 2, 19-22 [9] Mc. 10, 34; CIC 994 [10] CIC 995 [11] Lc. 24, 39 [12] Fil. 3, 21 [13] I Cor. 15, 44 [14] I Tes 4, 16 [15] Lc. 2, 19-51 A media misa Chus Villarroel Algunos amigos, e incluso, compañeros de convento, saben que digo la misa todas las tardes en privado, en mi habitación, y quieren asistir a ella. Me las veo y me las deseo para alejarlos. No encuentran lógica mi postura. Ahora ya me voy atreviendo más pero antes me daba vergüenza decirles la verdad. Y la verdad es que muchos días me tengo que levantar a media misa e irme al servicio porque la operación que me han hecho lleva consigo estas servidumbres. Todos os daréis cuenta del papelón que monta el cura
  • 14. yéndose al servicio a media misa y los demás esperando a dos metros que salga para continuar. Nunca pensé en mi vida que me iban a suceder las cosas que me están sucediendo. Me hubiera muerto de aprensión si me hubieran dicho que algún día tendrían que limpiarme de arriba abajo como una mamá a su bebé. A priori esta humillación no la hubiera aguantado o, al menos, me hubiera hecho temblar pero a posteriori me siento muy liberado. Ni los que me lo hacen ni yo vemos demasiada truculencia en la operación, pese a ser en la celda de un convento. Truculencia significa, espanto, horror, barbaridad. Pues no, es todo más sencillo. Lo que nos pasa es que somos muy soberbios y no nos gusta exhibir nuestras partes más débiles y verecundas. Nos gusta que nos vean en nuestra apoteosis, en el mejor momento, muy arreglados. Hay gente que me dice que por qué hablo de estas cosas tan íntimas, con su aquél, además, de repelencia y repugnancia. Tengo dos razones. La primera es que, desde Adán y Eva, todos los hombres necesitamos una sanación en algo que es una realidad simplemente humana y parte de nuestra encarnación. Pues sí, yo estoy muy sanado y con gran facilidad. Cuando me limpian en el hospital o donde sea, sea del sexo que sea el limpiador, no siento ningún desosiego, encogimiento o crispación. ¡Qué paz me ha dado la aceptación de mí mismo hasta esos niveles! ¡Qué a gusto me encuentro junto a la cruz de un Jesús despojado de sus vestidos! Está bien el pudor, no digo que no, pero yo necesitaba una sanación a pesar de que no soy nada puritano. La profunda humildad, sin fingimiento, que hay en ciertos despojos, en este terreno y en otros, ¡cuánta falta me hacía! Esto sólo se aprende después de pasarlo, antes sólo actúan la razón estética y la razón social que, por supuesto, no admiten ningún abajamiento o ridículo personal. ¿Para qué se necesita una sanación? Para entrar en lo que San Pablo llama virtud perfecta que nos abre paso a la culminación del cristianismo. La virtud perfecta no es un catálogo de hábitos buenos sino la aceptación de uno mismo en su realidad pobre y necesitada. Adán y Eva hablaban con Dios sin complejos, pero después del pecado, nos dice la Biblia, que se escondieron cuando oyeron la voz de Dios porque estaban desnudos. O sea que el pecado culpabiliza, el pecado degrada, el pecado desnaturaliza. Tapar tu desnudez lleva consigo esconder tu verdad. Si desnudos somos iguales ¿por qué nos escondemos los unos de los otros? He conocido a algunos que se esconden de sí mismos, incluso al ir a ducharse. No es, por tanto extraño, que yo necesitara una sanación en este terreno ya que de lo contrario no aceptaría del todo mi encarnación. Yo nunca lo hubiera hecho por mí mismo, mi razón y mi lógica nunca lo hubieran aceptado pero el Señor con esta enfermedad me ha dado la ocasión y me ha sanado. De lo contrario al llegar al cielo me escondería del Señor por estar desnudo. La segunda razón de por qué hablo de cosas tan íntimas es porque veo en todo ello la mano de Dios. Mantener la fe en una enfermedad tan larga y tan dura como la mía es un don de Dios. No me refiero a una fe teórica, a la fe que se expresa en el credo que recitamos en la misa a base de conceptos abstractos, sino a la fe concreta, la que actúa en mí y me convence de que Dios está en cada una de mis operaciones, de mis dolores, de mis pobrezas. La fe que hace que me sienta acompañado en situaciones terribles. Es cierto que hay muchos momentos en que se te nubla todo. A veces no sólo te sientes solo sino con ganas de desaparecer. No obstante, cuando pasan esos momentos, percibes que alguien ha estado contigo. Por eso hablo de cosas tan íntimas porque ¿de qué vamos a dar gloria a Dios mejor que de aquello que más nos duele? ¿De dónde me va salir una oración más real y más sincera que de la superación de mi mayor humillación? Los salmos siempre nos dicen que el Señor levanta del polvo al humilde y desvalido. En cierta ocasión clamaba al cielo con bastante insistencia y entendí que el Señor me decía: "Tú sigue predicándome a mí sin tantos miedos y complejos sobre el futuro. En cuanto al tema de tu enfermedad trátalo con mi madre". ¡Mi enfermedad la tenía que tratar con
  • 15. su madre..! Yo nunca había tenido un trato demasiado íntimo con ella. Lo pedía y lo buscaba pero no se me había dado. Como es lógico entregué en el acto toda mi enfermedad a María y ello me ha dado ocasión de hablar muchísimo con ella durante tantos meses y años y lo sigo haciendo. No me ha ahorrado ningún paso ni sufrimiento pero su protección maternal la he visto tan palpable que yo personalmente la llamo la Virgen del detalle. La sanación y la protección de María han sido los regalos más grandes de mi enfermedad. La sanación porque me ha descubierto mi pobreza y dependencia humana y la protección de María por el talante maternal que tiene siempre el sufrimiento cristiano. Tenemos unos hermanos y una madre para todo. Es muy bueno descubrir a los demás cuidándote. Juan Pablo II dijo después de salir del Policlínico Gemelli, cuando fue herido en el vientre, que había descubierto la misericordia en médicos y enfermeras. Yo mismo, desde mi dependencia, he visto en las diversas clínicas por las que he pasado, qué buena ha sido la gente conmigo y qué bien me ha tratado. La cruz del sufrimiento tiene dos caras: una es cruel y te destroza, la otra, sin embargo, te da un crecimiento y una sabiduría que no renuncias por nada del mundo a ella. No quieres el sufrimiento pero te alegra el haberlo pasado. San Pablo dice que vivimos en una gracia (Rm 5, 3) que hace que nos alegremos hasta en la tribulación. Si perseveramos, la tribulación engendra paciencia y si sufrimos con paciencia llegamos a la virtud perfecta. La virtud perfecta nos proporciona la esperanza que no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Esta concatenación de sentimientos solo se puede entender vitalmente, es decir, si lo experimentas. Sólo la primera es espontánea; la tribulación viene cuando más descuidado estás. De esto, todos sabemos un poco. Los demás pasos, al menos en mí, son gracia, los he recibido. La cruz en mi vida no ha venido ni de ser sacerdote ni de la soledad ni de la castidad ni de la obediencia, aunque éstas tengan su parte. Yo he aprendido paciencia en la fidelidad de largos años a la predicación y he aprendido misericordia en los cinco años últimos que llevo de enfermedad. Nadie es humilde si no ha sido humillado ni nadie es misericordioso si no ha experimentado la misericordia en él. Santo Tomás dice que la paciencia modera la tristeza y hace a uno comportarse dignamente en el sufrimiento y en las injurias. Mi temperamento me ha ayudado pero tengo la sensación de que la paciencia en estas tribulaciones me ha sido dada, no es espontánea en mí. Yo no soy un estoico o un masoca. De ahí ha brotado la "virtud perfecta". ¿Qué significa virtud perfecta en mí? En que acepto que me limpien de arriba abajo y en que asumo mi situación y mi oscuro futuro tal como me pronostican. Yo llevo cincuenta y tres años de sacerdote y me veo con virtud perfecta. ¿Por qué? ¿Porque sea muy virtuoso según los catálogos de virtudes al uso? No, sino porque me siento a gusto de sacerdote, no me cambio por nadie, y no me importaría serlo de nuevo si volviera a nacer. Yo quiero, sin embargo, ir más arriba. Aunque tenga virtud perfecta y lo acepte todo, con todo mi ser, no por eso tengo esperanza. Pablo dice que a la virtud perfecta le sigue la esperanza. Sí, es necesaria la virtud pero por sí misma no produce crecimiento más allá de sí misma. La esperanza pertenece a otra dimensión, a la del Espíritu. No es automático el paso de la virtud, aunque sea hija de la gracia, al don, que es donde vive la esperanza. Si tú te tocas un diente con la lengua nunca sabrás qué diente es y qué lugar ocupa en tu boca si no actúa el cerebro. Los bienes de la esperanza como vivir con Jesucristo, resucitar, la alegría del cielo, el deseo de la felicidad eterna, no vienen de la virtud perfecta sino de la actuación del Espíritu, son de otro orden. Todo lo que se hace a nivel religioso sin Espíritu Santo es querer tocar los dientes con la lengua sin que actúe el cerebro. Esos bienes no se dan al nivel de las virtudes, se necesita el nivel del don. Estamos en terreno de gratuidad total y aquí el que actúa es únicamente el Espíritu Santo. En mí, la aceptación de mi situación, propia de la
  • 16. virtud perfecta, sí ha producido esperanza pero no se la achaco a mi aceptación, sino al Espíritu. Yo tengo la lengua bien y el diente sano y en su sitio pero si me falla el cerebro no tengo conciencia de ese toque. Igualmente la aceptación de mi enfermedad como virtud, aunque sea perfecta, no tiene capacidad para darme la esperanza. Con ocasión de ella el Espíritu me ha dado la esperanza. Y ésta me ha producido frutos como sentirme mucho más cerca del cielo, moderarme el miedo a la muerte y aumentarme el deseo de la otra vida. Siento una fortaleza y protección que no son mías. De ahí me brota oración para que el Espíritu me haga crecer en los bienes de la esperanza. Yo creo que el Espíritu actúa en nuestras mismas hormonas y somatiza los bienes del cielo a los que aspira la esperanza. Se puede desear el cielo hasta pasionalmente. De esa forma me hace sentir y vivenciar, lo que dice San Pablo, que la esperanza no me va a fallar porque el Espíritu me aumentará la sensación y deseo del cielo. EL Espíritu, en mi caso, es signo, señal, garantía, certeza interior de que mediante sus dones, en este caso de fortaleza, todo se cumplirá como Dios lo desea. Cuando tu felicidad coincide con la voluntad de Dios entras en la omnipotencia de la aceptación trasformada ya en don. Pero cualquier deseo o logro nos tiene que ser dado. Pues bien, querido lector, a pesar de todo lo que he comentado, sigo diciendo la misa solo, en mi habitación, porque creo que hay que guardar un respeto a los amigos. No obstante, sí estarás de acuerdo conmigo en que tenemos mucho puritanismo que nos aleja de la sencillez y por lo tanto de Dios. No soportamos nuestra propia pobreza y, que la vean los demás, menos. Me despido diciéndote que si algún día te sucede algo semejante a lo mío y este artículo te ayuda, me sentiré feliz. VALLADOLID SE MUEVE…
  • 17. Todavía causa sorpresa contemplar, a cierta distancia, la Semana Santa vallisoletana. Riadas de gente deambulan de un lado para otro siguiendo la estela de las diversas procesiones que durante la Semana Santa atraviesan la ciudad. Son muchas y resulta difícil asistir a todas. No obstante, hay personas que tratan de no perder ninguna. Por eso hay que andar con paso ligero para vivir, aunque solo sea por un instante, segundos de admiración y sorpresa. Y sorprende que así sea. Este mundo, que parece tan reacio a lo espiritual, parece dejar en la percha los prejuicios y se imbuye en un ambiente peculiar donde todo habla de entrega, dolor, amor y redención. Y así, no es raro ver en medo de la multitud, a personas con la faz demudada. Algunas llorando con cierto desconsuelo y, otras secándose “una furtiva lágrima”, no sin cierto pudor al verse sorprendidas por la mirada del observador ajeno. Hay también otras que miran un poco desconcertadas, como si se preguntaran a dónde va todo esto… ¿A dónde va? Tras esas lágrimas y esos rezos, musitados imperceptiblemente, las personas siguen preguntándose qué hay detrás de todo esto que concita a tal muchedumbre y que la hace caminar buscando “pasos” que se pierden en la noche de la ciudad, rodando por callejuelas tenebrosas y buscando silenciosamente la sede a la que volver, tras el desfile impresionantemente mudo. El revuelo de capirotes y manolas se muestra pocas veces al año. Pero esas pocas veces acumulan en su interior una gran emoción contenida. Por eso, no es raro ver llorar como salida canalizada a tanto sentimiento convulso y reprimido que indica que somos algo más que mirada ausente o movimiento automático. Dentro de cada cual hay una fibra que reacciona ante lo grandioso e incomprensible. Y la Semana Santa se define con esos dos adjetivos. Para la mayoría en ella hay retazos de historia que nos unen al pasado. Un pasado común y un pasado personal. El pasado común de una historia hecha recuerdo de momentos salvadores, donde el Cristo que contemplamos en esa imagen, sufrió y padeció de verdad, para traer la redención. Y es en esa soledad de la imagen, donde todos percibimos que ha sido un bien para todos, lo aceptemos o lo rechacemos. Pero también resalta esa historia familiar, ese árbol que en este momento se remece y nos enlaza a momentos vividos junto a personas queridas que ya no están y junto a las cuales se sintieron esos instantes sinceros de silencio y recogimiento. La imagen sigue caminando y muchos hombres y mujeres sienten que ahí se encierra algo que nos desborda porque no entendemos del todo. Es algo que nos habla de interioridad, de misterio, de grandeza de quien vivió y murió derrochando bondad y misericordia y, pese a todo eso, los hombres decidieron devolverle dolor y muerte como recompensa a su bondad. Por eso surge el porqué incomprensible. ¿Dónde se guardan esas reacciones tan contrarias a la razón? Quizá por eso la gente da vueltas y busca con cierta avidez por dónde siguen los “pasos” que procesionan en la noche. Porque son, quizá, esos
  • 18. “pasos” en la noche los que ayudan y favorecen, en esa incierta oscuridad, poder rumiar con profundidad los hechos que esas imágenes transmiten. Son esos “pasos” los que indican con claridad que los interrogantes de la vida pueden encontrar en Él una respuesta porque Él lo vivió primero. Quizá, por eso, la noche, en su anonimato, nos deja frente a la realidad más honda de la persona y lo hace sin ambages ni componendas. Esos ambages y componendas que, después, a la luz del día, surgen con cierta naturalidad escondiendo hasta otra Semana Santa lo mejor que todos llevamos dentro. Convento de San Pablo y San Gregrorio: Olla de Grillos EN HONOR A TODOS LOS COFRADES PROCESIONANTES
  • 19.
  • 20. Isaura Díaz Figueiredo. Entre aromas a incienso, a cirios, alguna saeta sobrevuela el cielo, entre el silencio austero castellano, al tiempo que bailan los varales del palio a la Virgen, la cariñosa brusquedad con “aúpa hermanos” y el paso con emoción contenida de los cofrades, los ojos húmedos, el ahogo del suspiro que no quiere salir de la garganta, comienza su caminar por las hermosas calles, donde la piedra salmantina cambia su color dorado, para hacerse plata o de profundo color oro, y quizá alguna sombra misteriosa, ocupa un lugar en esa piedra, en una plaza, en una esquina, -era su lugar-, donde cada año vio desfilar a su cofradía, a su Virgen, a su Cristo . El paso recamado, inundado de flores, en el que bajo el fasto contenido, va el esfuerzo sudoroso de los costaleros o hermanos de carga o hermanos de paso, el esfuerzo aquí no se siente, codo con codo, sonriente y terrible, jaranero y agotador, preparado meses antes. Un esfuerzo parejo, indelegable, fraternal, solidario, obediente a la voz del “hermano”. De cada hermano de carga depende la hermosura del desfile, el paseo por las calles del Cristo y Virgen, El protocolo con el mundo del cofrade puede ser una autentica y ardua tarea. Sin embargo, las cofradías con constantes. Lo que pueden ver en las calles no parte de cero, hay un protocolo que vincula a cada Hermandad, y es establecido por Decreto. Y llega la prueba de fuego para los organizadores de las procesiones en Semana Santa, desde días antes la maquinaria está puesta en marcha. Un orden determinado, establecido días previos y confirmada horas antes, controlado por el Hermano que dirige el desfile procesional no descansa, apenas come un bocado para estar pendiente del tiempo que hará, de cada detalle, de cada hermano, de cada flor y luz, de sonido, porque todo cuenta para que el esplendor, sea el mejor homenaje a nuestra Madre o a su Hijo
  • 21. Y se pone en marcha, cruz- guía y faroles abren la procesión. Todos desfilaran con insignias, con el símbolo de la cofradía, mazas, bastones, estandartes, guión, estatutos, Evangelios. También se tienen en cuenta las autoridades eclesiásticas y civiles. Viene también y hago mención a las mantillas, éste año por circunstancias de enfermedad no puedo acompañar a La Virgen de la Soledad, triste he quedado, triste y dolido está mi corazón, más que mi cuerpo Madre, por no poder peregrinar en esta Noche Santa, de dolor, busqueda, intentando con mi presencia dar un poco de consuelo al desgarro de madre que pierde a un hijo, y en mi pensamiento van todas las madres que han perdido éste año a un hijo, o que ven como sufre de enfermedad o de adicciónes,porque la perdida sea menos dolorosa, o porque encuentren el verdadero camino, dejado en una esquina de falsos esplendores; deseaba acompañarte, no pudo ser. La mantilla y la peina duermen hasta otro año, en que con más suerte vuelva a ser no un paño de lucir, sino un paño doliente en la muerte de tu Hijo. El abrigo y vestido negro por duelo y respeto hacia el Señor también están recogidos, y las sencillas joyas, perlas y algún azabache, los guantes y la medias, los zapatos y el bolso limosnero de negro raso, descansan abrazados a la bolsita que guarda el rosario negro, como tu dolor, como el dolor y esperanza que te acompañó durante años, sin importar el frío, porque frio llevas y llevamos nosotras en el corazón, unido al calor de la esperanza.
  • 22. Este año que el tiempo quiere acompañar a una España doliente que busca espectáculo, pero se emociona ante cada paso, a su manera, en su fe, cada cual guarda un instante, minutos, quizá recuerdos de una infancia perdida, olvidada en el cuarto de atrás y que hoy toma posición en la calle, que desea estar en primera fila para no perder ningún detalle, que reza mirando al cielo, o sencillamente medita el momento que vivió profundamente o escuchó de la boca de su madre, de su abuela, momento único, dulces especiales que acompaña estos días de comida austera, días de inquietud, de emociones contenidas, de recuerdos de ausentes. No ha podido ser, no he podido peregrinar Santa Madre... otro año será, la caída, como la de tu Hijo ha impedido acompañarte en el duelo...pero Tú, desde el trono, llevada a hombros por parte de mi sangre, se que nos darás tu bendición y, que la luz portada por primera vez por un hermano, también sangre de mi sangre, como fue Jesús de ti, le hará ver con claridad el camino. Gracias Madre por cada día, por cada hora en no me he separado de ti, por cada segundo en que los apuros o la felicidad me acercó más a tu Santa Imagen, al recuerdo que de ti han hecho unas manos obradoras y que hoy sirve para venerarte en la S.I.B Catedral Nueva de Salamanca ¡Otro año será! Jesús obedece la voluntad amorosa del Padre Editado por
  • 23. Sor Gemma Morató Es Viernes Santo, seguimos a Jesús, le escuchamos, le vemos sufrir, sabemos que todo es por Amor y para que aprendamos a amar. En la Cruz nos dice unas palabras que completan la enseñanza que nos ha dado con su Vida. Próxima ya la muerte, vuelve a aparecer el diálogo con el Padre, y su alma se llena de paz. “Cuando hubo gustado el vinagre dijo: Todo está consumado”. Sólo Cristo sabe hasta el fondo que esa voluntad del Padre es amor total, amor misericordioso. Jesús ve cómo la sabiduría del Padre respeta la libertad del hombre, y al verlo hundido en el pecado le da al Hijo, le da la salvación. Y Jesús obedece la voluntad amorosa del Padre. Siempre obedeció Jesús venciendo la desobediencia del pecado. La paz se entrevé en la sexta palabra: todo está consumado, ha obedecido, ha vencido al diablo: el camino de la nueva vida ya está abierto. Texto: Hna. María Josefa Cases. Detrás de la niebla Detrás de la nube del incienso, de las flores, los cirios, detrás de las andas, las bandas y las marchas, detrás de los penitentes, de los capirotes y cubrerrostros y túnicas y cíngulos y capas, detrás mismo de las imágenes, el arte, la pasión, la cultura, el folclore, detrás de la piedad, el culto, la religiosidad, detrás de todo ello, estos días de Semana Santa, hoy Viernes Santo, hacemos memoria, ni más ni menos, que de un torturado. Viene bien recordarlo, aunque sea año tras año, no sea que detrás de todo ello, se nos olvide que la sangre fue real, y los clavos, y los latigazos, y las espinas, y los golpes, y las humillaciones, y los insultos, y los salivazos… no nos vayamos a olvidar que lo que recordamos y procesionamos y conmemoramos, fue una tortura… La tortura de un inocente, sometido a la razón de estado o a la religiosa, a la social o a la política o la económica, pero un inocente. Torturado hasta la muerte… como tantos hoy en día. Con muy distintas
  • 24. torturas, ciertamente, algunas igual de crueles y sangrientas y terribles, otras, no por ello menos dolorosas, incruentas pero constantes, de olvido, de miseria, de marginación, todos justificados por parte de quien tortura, con su razón, de estado, religiosa, social, política, económica… ¿Y Dios? ¿Dónde está Dios? Esa pregunta, tan humana, tan racional, tan lógica, que suena a grito y a desesperanza, a impotencia y a rebeldía frente a tanta tortura, frente a tanta injusticia, tiene respuesta… pero no es fácil de entender. Dios está ahí mismo. Sangrando, llorando, sufriendo, siendo torturado, siendo sometido a la razón de estado, o religiosa, o social, o política o económica… El Dios de los cristianos, es el Dios humillado, y torturado, el que se pone del lado de todas las víctimas de la historia, el que sufre con los que sufren, el que sangra y grita y clama y se rebela, el que llora, el que muere torturado, solo, abandonado, traicionado. Olvidado de todos, salvo, quizás, de su madre y de algunas mujeres que nada tenían que perder… Hoy, viernes santo, y toda esta semana, no olvidemos, detrás de la niebla, los cristianos, hacemos memoria del dolor de la tortura de un inocente… con la esperanza de que acaben pronto todas las torturas de este mundo. Hacemos memoria, detrás de tanta niebla, de un Dios que se busca y se encuentra, entre los torturados y humillados y vencidos de este mundo. De un Dios que, precisamente por eso, por haber sufrido con los que sufren, por haber muerto con los que mueren, es capaz de devolver la vida y la dignidad, de borrar el miedo y el llanto y el dolor y el sufrimiento. Así terminaremos esta semana, el Domingo, con la memoria, detrás de la niebla de incienso, de que la muerte y la tortura no son las que vencen, no tienen la última palabra, de que es la vida la que vence, terminaremos con la memoria de la Resurrección, con la memoria de que el amor de Dios por la humanidad, por los que sufren y lloran, torturados bajo la razón de tantos estados y políticas y religiones y economías, puede con todo ello, de que el amor vence siempre, vence hasta a la tortura y a la muerte. LAS MUJERES DE LA PASIÓN (V): Salomé Los evangelios sinópticos, sólo reconocen la presencia de las mujeres en la muerte de Jesús. Mateo nombra “entre ellas” (otras podrían estar presente) a María de Magdala, a María, la madre de Santiago y José, y a la madre de los hijos de Zebedeo (Salomé) (Mt 27,55-56). Marcos menciona a María de Magdala, a María, la madre de Santiago y José, y a Salomé (Me 15,46). Lucas, que ya las había citado antes del episodio de la cruz, se contenta con decir que “sus conocidos se mantenían a distancia, y también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea” (Lc 23,49). Juan sólo señala al pie de la cruz la presencia de la madre de Jesús, la hermana de su madre, María de Cleofás, María de Magdala y “el discípulo al que Jesús quería” (Jn 19,25-26).
  • 25. En el sepulcro, Marcos menciona, a María de Magdala, a María madre de Santiago, y añade a Salomé (Mc 16,1). Ahí está Salomé, otra mujer importante que acompañó a Jesús, en la Pasión y de las primeras en la resurrección. Todavía se sigue discutiendo quién era Salomé, para algunos claramente era la madre de los Zebedeos, natural de Cafarnaún. Mujer con dinero, dura, con recursos y directa a la hora de defender a sus hijos. Recordamos que pedía para sus hijos los primeros puestos y posiciones de privilegio, anteponiendo estas necesidades al propio ministerio. Mujer ambiciosa, que había logrado una posición social y le costó mucho entender lo que verdaderamente significaba el servicio. Esto hizo que Jesús hablara de la verdadera grandeza del seguidor, el que quiera ser el primero que sirva a su hermano. Pronto lo comprendió Salomé, la verdadera justicia no es oprimir como hacen los gobernantes, sino ser el último, ayudar y servir, sobre todo a los más necesitados. No sólo ella también empezó a seguir a Jesús y es posible económicamente en misión. A veces nos cuesta salir de nuestro propio cascarón y burbuja, centrado en nuestras ambiciones y vanidades. Tal vez lo comprendiera mejor con la actitud de Jesús a los más necesitados o a los enfermos, o bien con sus palabras, el Reino se parece a un grano de mostaza o a un tesoro escondido, o tal vez a una perla fina aún no hallada. Salomé parece que era la mayor entre las mujeres, y tenía su papel como mujer madura y su experiencia para el grupo. Solía viajar frecuentemente con los discípulos. Modelo de fidelidad, respetada y admirada por todos. Lloró ante la cruz, por Jesús y por María
  • 26. su madre. Ella era madre, sabía muy bien que no hay mayor sufrimiento que perder a un hijo prematuramente y más si es injustamente. Con el corazón encogido Salomé consoló a Jesús y a su madre. Tal vez en estas lágrimas aprendió e interiorizó en su corazón que el verdadero servicio es el amor y la misericordia, incluso por encima del sufrimiento y la muerte. A veces creemos que nuestro encuentro con Dios es una mera actitud intelectual, de nuestro propio yo y de nuestro ego y posición de privilegio. Pero Salomé al lado de la cruz nos enseña, que hay otros lugares, como son los momentos de desierto y sufrimiento, en la enfermedad, en la cárcel, en la aflicción o en cualquier otra situación de desolación, como le pasó a Job. Cuántas mujeres y hombres de resistencia heroica encontramos hoy, mujeres en los campos de refugiados de Siria al corazón de África, desde las madres corajes de américa latina a las que luchan cada día para sacar a sus hijos adelante con unos euros de miseria. Como nos recordaba Martín Descalzo, todos los días son Viernes Santo. Para ellos, el mensaje es muy claro. El sufrimiento es devastador, jamás se puede desear, pero de alguna forma misteriosa puede ser ocasión de un encuentro con Dios que es a la vez aterrador y supremamente maravilloso, pues Dios es amor, y su amor es mejor que la propia vida. Aquí ya no hay historia ni siquiera leyenda; sólo tiempo hecho canto y la luz que abre los brazos recién crucificada bajo ese cielo siempre en mediodía. (Claudio Rodríguez, El canto y la luz) ¿Última impostura o última verdad? Nihil Obstat
  • 27. Blog de: Martín Gelabert Ballester, OP sábado, 19 de abril de 2014 Durante toda la semana de Pascua, la primera lectura de la liturgia eucarística, repite como si fuera un estribillo: “vosotros lo matasteis (a Jesús), pero Dios lo resucitó”. No fue Dios quién entregó a Jesús a la muerte, sino unos hombres malvados que no pudieron soportar su vida y su palabra. Porque cuando uno se encuentra con un profeta tan incisivo y coherente como Jesús de Nazaret, no hay neutralidad posible. Solo caben dos posturas: o convertirse o rechazarle. Precisamente el reproche que Jesús lanza contra algunos judíos es “que no han creído en mi”. Y, al no creer en Jesús, no han creído en el que le ha enviado. Es significativo este texto del evangelio de Juan: “si no hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero ahora las han visto, y nos odian a mi y a mi Padre” (Jn 15,24). Es posible odiar al Padre, al Hijo y al Espíritu, habiendo visto obras asombrosas. Dios fue el que sacó a Jesús de la muerte. Ahí está, para los que creen, la gran prueba de que Jesús tenía razón y de que su camino era el bueno. Con la resurrección, Dios da la razón a Jesús y se la quita a sus asesinos. Por este motivo, proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte es un discurso peligroso. Es llamativo el argumento que emplean los sumos sacerdotes y los fariseos, cuando van a Pilato a pedir una guardia para custodiar el cadáver de Jesús, temerosos de que los apóstoles roben el cuerpo y luego digan que ha resucitado: “la última impostura será peor que la primera” (Mt 27,64). Tenían más miedo de su resurrección que de su vida. Porque con la resurrección su vida se reafirma hasta límites insospechados. Lo que para los fariseos es la última impostura, para los creyentes es la última verdad. Pero proclamar esta verdad implica que las autoridades no tenían razón; y que lo que ellas defendían –una religión basada más en el culto que en el amor a Dios y al prójimo- no tiene ningún futuro. El futuro, a pesar de tantas apariencias contrarias, se encuentra en la verdad, la vida, la belleza, la justicia y el amor. Por eso digo que la fe en la resurrección es un discurso y un recuerdo peligroso. Con la resurrección todo comienza de nuevo. De ahí nace la Iglesia, el testimonio, la predicación. A partir de ahí se reinterpreta la vida de Jesús y se comprende la verdad más profunda de la historia de la salvación: Jesús resucitado nos abre el entendimiento para comprender las Escrituras. Con la resurrección todo cobra sentido. La última palabra no es de los hombres y, mucho menos, de los poderosos de este mundo. La última palabra es de Dios. Esta Palabra es Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. Por eso, la resurrección nos remite al seguimiento de Cristo. Siguiéndole a él, viviendo como él, pensando como él, también nosotros participaremos del futuro que Dios tiene preparado para todos los que le aman. Sermón de las Siete Palabras ¡Viernes Santo!... ¡Sermón de las Siete Palabras!...
  • 28. Así comenzaba su Sermón de las Siete Palabras un gran orador dominico, el P. Royo Marín, en la Iglesia Parroquial de San José de Madrid en la noche del Viernes Santo de 1956. Y él mismo añadía: “En tal día como hoy, el más grande de los oradores sagrados que ha conocido España, Fray Luis de Granada – dominico también-, subió al púlpito para explicar al pueblo cristiano los dolores inefables del Redentor del mundo clavado en la Cruz. Comenzó su discurso con estas palabras: “Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan”. Y no dijo más. Una emoción indescriptible se apoderó de todo su ser, sintió que la voz se le anudaba en la garganta, estalló en un sollozo inmenso… y, con el rostro bañado en lágrimas, hubo de bajarse del púlpito sin acertar a decir una sola palabra más… Ningún otro sermón de cuantos pronunció en su vida causó, sin embargo, una impresión tan profunda en su auditorio. Todos rompieron a llorar, y, golpeando sus pechos, pidieron a Dios, a gritos, el perdón de sus pecados”. Hermanos, admiro profundamente a estos dos grandes oradores dominicos: el P. Granada, al que tantas veces leí, el P. Royo Marín, al que tuve la suerte de escuchar con su elocuente oratoria. Ellos, como tantos otros, predicaron la Pasión del Señor acentuando, sobre todo, la justicia reivindicativa de Dios y el sufrimiento redentor de Cristo para devolver satisfacción al Padre. Yo soy hijo de otro tiempo, y me inclino a pensar más bien como un teólogo moderno que, interpretando la Pasión de Jesucristo, escribe: “¡Cuán molesta e inquietante resulta esa sangre de Jesús que, según se dice, nos salva! ¡Cuán indignante ese sangriento trato exigido por Dios, ese sacrificio necesario para apaciguarlo!... Y, sin embargo, ya en el Antiguo Testamento el creyente descubre a un Dios diferente, un Dios a quien “no le agrada el sacrificio” (Sal. 51, 18), un Dios a quien “le repugna la sangre de novillos y de machos cabríos” (Is. 1, 12). Y el avance de la Revelación del Antiguo al Nuevo Testamento, ¿residirá en el refinamiento del malsano placer de Dios, que descubre su gusto por la sangre de un hombre a través de su creciente repugnancia por la de los animales?”. Francois Varonne, que es el autor al que me estoy refiriendo, dice después: “Sangre y cristianismo han hecho buenas migas a lo largo del tiempo. Y esto, porque el cristianismo se ha entendido más desde la actitud religiosa, que afirma que el hombre débil debe hacerse valer ante el Dios Todopoderoso para obtener sus favores, y debe pagar un precio para obtener su perdón. ¿Y qué puede haber más eficaz que un sacrificio humano? Por esta razón, la sangre y el sacrificio de Jesús han caído en el más absoluto y desastroso de los malentendidos. Y esta es la causa de que muchos rechacen hoy nuestra fe cristiana”. Ante esto, ¿qué hacer? ¿Cómo predicar la Pasión del Señor? Y el mismo teólogo responde: “La sangre y el sacrificio de Jesús deben ser sacados del contesto de satisfacción, para aplacar a Dios, y devueltos a su verdadero contexto, que es el de la revelación, para manifestar el corazón de Dios”. Jesucristo fue la última Palabra de Dios al mundo, en un intento supremo de revelarnos su corazón de Padre a través de quien mejor lo conocía, su Hijo. Y, si revelar al Padre es lo que Jesús hizo durante toda su vida, ¿no será esto también y sobre todo lo que quiso hacer en el momento de su muerte? Así es, en realidad, como han contemplado los Evangelistas la Pasión del Señor, con una mirada muy diferente de nosotros. Los relatos de la Pasión, en los Evangelios, suponen una contemplación más teologal que pietista. Teologal quiere decir que los Evangelistas han contemplado la Pasión más en la luz de Dios que en la luz religiosa del hombre, incluso del hombre de estudio, teólogo o jurista. Por eso, la contemplación de la Pasión que nos transmiten los Evangelios, es sobria y no dramática, como muchas veces la presentan los predicadores o la representan en sus obras los artistas. Tendríamos que preguntarnos: ¿Qué hemos hecho de Jesús: una especie de superhéroe del sufrimiento, en el que hemos querido ver como el límite de lo que nosotros no podemos alcanzar? ¿Quién es Jesús: es ese héroe supremo, que combate contra el sufrimiento y la muerte más horribles, o es el Siervo de Yavé, sin gesto, sin grandilocuencia, que ha entregado su vida al ritmo que las circunstancias le iban marcando, para revelarnos el infinito amor de Dios? ¿Quién es Jesús muriendo en la Cruz: un superman que atraviesa todas las barreras, incluso la barrera de la muerte, o es Rey en majestad humilde, como lo ha visto sobre todo el Evangelista San Juan? La mirada de los Evangelistas ha sido más teologal que humanizante y jurídica. Lo cual quiere decir que han visto todo desde el lado divino. El misterio de la Humanidad de Jesús es el misterio sobrecogedor que sobrepasa infinitamente la mirada de devoción religiosa humanista y toda precisión teológica o jurídica. Nosotros, quizás por no ser capaces de penetrar hasta el fondo en el misterio de la Cruz, hacemos sentimentalismo o teología aparentemente alta mezclada de justicialismo. Lo cual desvirtúa la mirada contemplativa y teologal de aquel Gran Acontecimiento, que es el núcleo de nuestra fe cristiana: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Necesitaríamos tener la mirada de María al pie de la Cruz: de pié, como la mujer fuerte, señora de sí misma, silenciosa y contemplando con gran angustia la separación que sufre su Hijo Jesús al verse abandonado del Padre. Y, como María en aquella Hora suprema, actuar nuestra fe y nuestra esperanza, sabiendo que lo que allí está ocurriendo es algo más que el sufrimiento atroz que se ve: la Revelación Suprema de Dios, el Nacimiento de algo Nuevo, la Promesa de Dios por fin cumplida. Tienen mucho que
  • 29. ver entre sí el Nacimiento de Jesús en la Cueva de Belén y su Muerte en la cima del Calvario: lo que entonces comenzó en la hendidura de una roca, aquí llegó a su plenitud en lo alto de otra roca. La única diferencia está en que los poderosos, que allí no acudieron a adorarlo, aquí le estaban crucificando. María es la que, guardando todo en su corazón (Lc.3,51), une aquellos dos grandes momentos. Pidámosle que nos acompañe en la contemplación de la Últimas Palabras de Jesús. “Palabras esenciales -dice Martín Descalzo- en las que debemos descubrir el sentido de cuanto era y de cuanto había venido a hacer en este mundo, el último y mejor tesoro de su vida. Y de su muerte”. Fr. Marcos Ruiz O.P. “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo”  El Cristo glorioso de la Pasión Quien lee el relato de Juan tiene la impresión de asistir, un tanto perplejo, a una lectura “desapasionada” de la pasión de Jesús. ¿Dónde queda el dramatismo y la crudeza de lo acontecido, tal como nos lo relatan los otros evangelistas? Sin embargo, leyendo el texto en profundidad, nos damos cuenta de que esta primera impresión no es del todo exacta. Es justamente su pasión amorosa la que le lleva a celebrar con sus discípulos la cena de despedida “sabiendo que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre” (13,1). ¿No “se turbó en su interior” después del lavatorio de los pies de sus discípulos, cuando hubo de predecirles la traición de Judas? (13,21). ¿No sintió Jesús “de nuevo una conmoción interior” al ver llorar a María por la muerte de su hermano Lázaro? (11,38). En su camino hacia el calvario Jesús no fue ajeno a la inquietud, turbación y abatimiento que afectan a cualquier persona en trances semejantes. ¿Cómo “mirar, pues, al que traspasaron” (19,17), acercarse a la pasión de Jesús sin dejarse llevar por los sentimientos de un corazón apasionado y traspasado? Ahora bien, en el relato del cuarto evangelista Jesús no se queja, no muestra los gestos desgarradores del dolor ni las limitaciones humanas inherentes a la debilidad de la carne, no expresa abiertamente el sufrimiento y la dura lucha interior de quien afronta la inminencia de la muerte. Sin renunciar a su condición humana pero como sobreponiéndose a la misma y trascendiendo al mismo tiempo el plano externo de las condiciones que rodean al condenado, Jesús, el que va a ser crucificado, se sumerge en los planes de Dios y se reafirma en su firme voluntad de llevar hasta el final la misión para la que había sido llamado (12, 27-30). Es en la cruz donde puede mostrar su verdadera condición de Hijo, investido del poder y la fuerza de Dios, quien le refrenda en su misión y le envuelve en un halo de gloria.  La pasión de Jesús remite a su vida. Una muerte anunciada Jesús, con sus signos portentosos, ya había manifestado su gloria ante los judíos (Jn 2-12). La había mostrado también a sus discípulos dándoles a conocer su identidad: “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (13-17). Ahora, en la pasión, se va a manifestar públicamente a los ojos todos (18-19). Él sabía que la suerte estaba echada. Ya le habían juzgado y condenado a muerte durante su ministerio público, sometiéndole a un continuo proceso de difamación, de enfrentamiento y rechazo. Fue Caifás, el sumo sacerdote, quien profetizó inconscientemente una muerte anunciada: “conviene que muera un solo hombre por el pueblo” (18,14). Efectivamente, “desde ese día decidieron darle muerte” (11,53). Jn no cuenta el proceso ante el Sanedrín, porque el proceso y el juicio condenatorio de Jesús ya habían tenido lugar con antelación. Jesús “sabía todo lo que le iba a ocurrir” (18,4), lo tenía perfectamente asumido. Se entregaba de forma consciente y libre. La fuerte carga simbólica de todo el relato de la pasión remite al lector en esa misma dirección. Jesús muere la víspera de Pascua (cuando se inmolaban los corderos en el Templo), como verdadero Cordero pascual, haciendo honor a la inscripción de la cruz que preside su entrega: él es el auténtico Rey y Señor. En todo momento ha sido dueño de su destino. Es él quien domina y dirige la escena, quien sale al
  • 30. encuentro de quienes vienen a prenderlo: “¿A quién buscáis?… Ya os he dicho que Yo soy” (18, 4-8). Esa es su identidad, la del mismo Dios que se apareció a Moisés en la zarza ardiendo (Ex 3,14) y en quien creían los que ahora lo maniatan. “Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo soy” (8,27).  Pasión de Jesús y discipulado Ahondando en las verdaderas motivaciones y significado de la opción tomada por Jesús, el evangelista es capaz de transfigurar los hechos para transmitirnos y adentrarnos en lo más real de los mismos, para elevarnos a la contemplación teológica de un Dios que aparece discreta y confidencialmente tras las bambalinas de la escena. Jesús muere como Señor, dueño de su destino, en la paz de Dios: “E inclinando la cabeza entregó el espíritu” (19,30). No es un grito desgarrador. No muere como víctima que sucumbe a la desgracia sino dando vida. Es la palabra serena de quien ha vivido con dignidad llevando a cabo su misión, de quien está impartiendo la última lección de su vida. La majestuosa grandeza de la fidelidad de Jesús contrasta, por el contrario, con la incomprensión y la triple negación de Pedro: “no lo soy” (18,17.25.27). En él están representados el resto de los discípulos, cuantos no le comprenden y le abandonan. Sólo se mantiene en pie a los pies de la cruz su madre, junto con otras mujeres y “el discípulo a quien Jesús amaba”. Es el amor el que nos mantiene en pie y nos salva. El amor de Dios manifestado en Cristo Jesús y proyectado ahora en el discipulado de quienes han reconocido que Dios les ama. Después de todo, y a pesar de sus debilidades, Jesús seguirá confiando a Pedro su misión pastoral (Jn 21,15-17). Es en la gloria de la Cruz, manifestación suprema del amor incondicional de Dios en Cristo Jesús, donde reside su fortaleza, es decir, la del verdadero discipulado. Fray Juan Huarte Osácar Convento de San Esteban (Salamanca) VÍDEO DE HOY: ¿A quién pertenece África? La lucha de los agricultores malienses por la tierra de la que viven y donde tienen enterrados a sus antepasados Docubeats El 90% de tierra africana no tiene dueño registrado, aunque en muchos casos las mismas familias hayan trabajado y vivido de ella durante generaciones. Empresas agricultoras internacionales ven en el continente una oportunidad y los gobiernos locales a menudo les dan la bienvenida como portadores del progreso. Pero para el campesino, que pierde tanto sus cultivos como el lugar donde están enterrados sus antepasados, la llegada de estas grandes compañías es un desastre. En estos extractos del documental 'Fiebre de tierra', dirigido por Hugo Berkeley y Osvalde Levat, agricultores malienses describen su lucha por frenar la compraventa de la tierra.
  • 31. Un clamor contra la esclavitud infantil recorre ciudades de España e Iberoamérica 17/04/2014 El día 16 de abril, se ha conmemorado en las ciudades españolas e iberoamericanas el Día internacional contra la Esclavitud Infantil en memoria de Iqbal Masih. Un niño cristiano pakistaní asesinado en 1995 con 12 años por luchar contra la esclavitud. Desde 1995 denunciamos el crimen de la esclavitud infantil. Actualmente, se calcula que hay 400 millones de niños esclavos en el mundo. El Movimiento Cultural Cristiano, Camino Juvenil Solidario y el Partido SAIn han organizado diversos actos para extender la opinión pública solidaria y unir voluntades contra esta lacra. Nuestras casas, nuestras calles, los centros comerciales, nuestro consumo, muestran a diario productos elaborados con las manos de los niños esclavos. Millones de niños viven hoy tras el humo de los basureros, arriesgan sus vidas como pescadores de perlas, trabajan en las minas para producir nuestros productos cosméticos, para las nuevas tecnologías, son secuestrados para ser niños soldado, viven entre balazos y violaciones en las calles, son utilizados en el comercio de órganos, en los prostíbulos, en talleres de manufacturas… Niños a los que se les ha robado la infancia, la educación. Niños sometidos, esclavizados, humillados. Las causas de este crimen tienen una clara dimensión económica: estamos ante un sistema económico internacional radicalmente injusto, organizado a la medida de las grandes compañías multinacionales, y un sistema financiero mundial que busca el máximo beneficio y no reparan en usar a los niños como mano de obra esclava.
  • 32. La esclavitud infantil es un crimen primordialmente político y sindical. El sistema político, que se apoya en los grandes organismos internacionales (ONU, UNICEF, OIT...) y en todos los partidos con representación parlamentaria, hasta ahora han legitimado esta situación y no han hecho nada para acabar con este crimen. Todas las reformas que está llevando a cabo Europa provocan más esclavitud y mayor crecimiento de la economía sumergida, que saca de la escuela a millones de niños y los lanza a talleres, campos agrícolas, minas, almacenes. Nuestra cultura consumista y materialista es una cultura de muerte cimentada sobre la esclavitud de millones de niños y de adultos. La única respuesta realista y eficaz que pueda plantar cara a esta estructura de iniquidad es poner en marcha los cimientos para una cultura de la vida y la solidaridad. Cultivando un profundo sentido autocrítico. Asumir un compromiso personal, familiar y político por el bien común desde los más empobrecidos. El hambre, el paro la esclavitud infantil son crímenes políticos y solo desde la acción política es posible erradicarlos pero ello cambiando nuestras formas de vida burguesas. Nadie está exento de este deber de solidaridad. Unámonos en la defensa de la vida humana, de toda vida humana y su dignidad. No al hambre, no al paro, no a la esclavitud, no a la guerra y no al aborto. La persona debe ser el centro y el sujeto protagonista del orden político. Debemos seguir dando pasos adelante. Invitamos a toda persona de buena voluntad a unirse a las luchas contra la esclavitud infantil. ¡EL 16 DE ABRIL. DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA ESCLAVITUD INFANTIL! En el XIX aniversario del asesinato de Iqbal Masih, queremos gritar juntos ¡JUSTICIA CON LOS NIÑOS ESCLAVOS! ¡Arriba los pobres del mundo! Más de 30 actos contra la esclavitud infantil se han realizado en diversos lugares de España e Iberoamérica; infórmate en la Casa de Cultura y Solidaridad más próxima.
  • 33. Niños en penuria y puros de marca No deja de resultar descorazonador que, después de casi cuarenta años de democracia, haya niños en España que pasan hambre José María Calleja Una madre ayuda a dar de comer a un niño en un comedor. / Efe Los datos de Save the Children ratifican el informe de Cáritas y contradicen a Montoro Es estadísticamente probable que al Gran Timonel le haya pillado la noticia de que dos millones ochocientos mil niños españoles pasan penurias, fumándose un puro o entregado al súmmum de la Marca de su actividad intelectual. No le habrá hecho falta ni la asesoría técnica de Montoro, ese ministro Simpson sin gracia, que anuncia una medida antes de comer y la clausura en el postre sin haberla inaugurado. Pero el asunto no es ningún chiste. Uno de cada tres niños españoles, es decir, dos millones ochocientos mil niños españoles, viven en riesgo de pobreza y exclusión social, según el último informe de Save the Children, una organización que trabaja en la realidad. En el mismo informe se dice que España es un país sin capacidad para poner en pie políticas sociales que permitan reducir la pobreza. Sólo Grecia lo hace peor que nosotros en Europa. Si Montoro desautorizó a una organización subversiva como Cáritas –quién sabe si comunista– por decir que en España la gente pasa hambre y aumenta cada año el número de los que van a los comedores sociales, no esperemos que el fumador de puros y lector de Marcas pierda un minuto en decir algo sobre este dato de la hambrienta realidad que empaña el ruido trompetero de la recuperación impostada. Sabíamos ya que hay colegiales que van a las escuelas de Cataluña con hambre, escolares que se llevan la cena a casa después de salir a la hora de la merienda en Extremadura, colegios canarios que no cerraron en verano para atender a chavales que pasaban hambre… En los últimos cincuenta y primeros sesenta, a los escolares españoles de la pública se les daba por las tardes, al salir del cole, una bolsita de plástico con un queso amarillo, americano decían que era, para que no les faltara ese alimento vital para su crecimiento y que muy probablemente no encontrarían en sus casas. Es evidente que no estamos en la misma situación y que la mayor de nuestras actuales penurias nada tiene que ver con presuntas opulencias, si es que así se podían llamar, de entonces. Pero no deja de resultar descorazonador que, después de casi cuarenta años de democracia, haya niños en España que pasan fatiga –sinónimo de penalidad, dificultad, casi hambre, o hambre sin casi–. Ya sé que puede sonar demagógico, pero es que la realidad viene últimamente de nalgas demagógicas: ¿con los 1.500 millones de euracos que acaban de soltarle a una entidad de despilfarro, gestionada por inútiles corruptos, generosamente indemnizados, no habría bolsitas de queso y de carne y de pescado y de cereales y de leche y de azúcar y de pan para esos miles de niños que pasan fatiga? ¡A que sí! España en la "Champion" del paro
  • 34. 17/04/2014 España no solo está en los primeros puestos del futbol Europeo sino que se encuentra entre los primeros puestos de las cifras de paro en Europa. En concreto regiones como Andalucía, Extremadura o Canarias encabezan las listas. Andalucía (que cerró 2013 con un 36,3% de paro), Ceuta (35,6%), Melilla (34,4%), Canarias (34,1%) y Extremadura (33,7%) copan los primeros puestos de una clasificación en cuya versión ampliada también figuran Castilla- La Mancha (séptima, con un 30,1%), Murcia (novena, con un 29,4%), dos regiones griegas (Macedonia Occidental y Macedonia Central) y una región francesa de ultramar (Reunión). En el extremo opuesto de la lista, seis regiones alemanas, dos austriacas y una checa se erigen como las más atractivas a la hora de encontrar trabajo. En materia de desempleo juvenil, las regiones españolas también ocupan un lugar destacado de la lista negra de la UE. Pese al persistente deterioro del mercado laboral español, que ha llevado a muchas comunidades a quedar rezagadas respecto a sus pares europeas, la de ayer es la primera ocasión en la que la tabla arroja resultados tan negativos para el país. Aunque el empeoramiento ha sido paulatino tras asumir en 2011 el triste honor de contar con la región con más paro de Europa al adelantar Andalucía a la francesa Reunión. En la edición anterior y pese a que las mismas siete regiones españolas ya estaban entre las 10 peor situadas, el orden era menos adverso. Según los datos de la oficina estadística comunitaria, 27 de las 272 regiones europeas registraron a cierre de 2013 una tasa de desempleo superior al 21,5% (el doble de la media de la UE). Dentro de este grupo se encuentran 13 regiones españolas —las siete ya mencionadas más Galicia, Asturias, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares—, 10 griegas, una italiana y tres departamentos de ultramar franceses. En otras palabras: cuatro países del sur de Europa soportan la mayor carga del desempleo regional.
  • 35. Autor: Thomas Gualtieri ( * Extracto) El Papa Francisco preside la celebración de la Pasión del Señor en la basílica Vaticana 2014-04-18 Radio Vaticana (RV).- (audio) El Papa Francisco preside la celebración de la Pasión del Señor en la basílica Vaticana, la tarde del Viernes Santo. Las meditaciones de este año están a cargo del Padre Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. P. Cantalamessa recordó que Judas fue elegido para “ser uno de los doce”. “Al insertar su nombre en la lista de los apóstoles, el 'evangelista Lucas escribe: «Judas Iscariote que se convirtió en el traidor» (Lc 6, 16). Por lo tanto, explica el predicador, Judas no había nacido traidor y no lo era en el momento de ser elegido por Jesús; ¡llegó a serlo! Estamos ante uno de los dramas más sombríos de la libertad humana”. La confesión, prosiguió el P. Cantalamessa, “nos permite experimentar sobre nosotros lo que la Iglesia canta la noche de Pascua en el Exultet: «Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!» Jesús sabe hacer, de todas las culpas humanas, una vez que nos hemos arrepentido, «felices culpas», culpas que ya no se recuerdan si no por haber sido ocasión de experiencia de misericordia y de ternura divinas!”. “Tengo un deseo que hacerme y haceros a todos”, añade, “Venerables Padres, hermanos y hermanas: que la mañana de Pascua podamos levantarnos y oír resonar en nuestro corazón las palabras de un gran converso de nuestro tiempo”. (MZ-RV) Reflexión completa del Padre Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia «ESTABA TAMBIÉN CON ELLOS JUDAS, EL TRAIDOR» Dentro de la historia divino-humana de la pasión de Jesús hay muchas pequeñas historias de hombres y de mujeres que han entrado en el radio de su luz o de su sombra. La más trágica de ellas es la de Judas Iscariote. Es uno de los pocos hechos atestiguados, con igual relieve, por los cuatro evangelios y por el resto del Nuevo Testamento. La primitiva comunidad cristiana reflexionó mucho sobre el asunto y nosotros haríamos mal a no hacer lo mismo. Tiene mucho que decirnos. Judas fue elegido desde la primera hora para ser uno de los doce. Al insertar su nombre en la lista de los apóstoles, el 'evangelista Lucas escribe: «Judas Iscariote que se convirtió (egeneto) en el traidor» (Lc 6, 16). Por lo tanto, Judas no había nacido traidor y no lo era en el momento de ser elegido por Jesús; ¡llegó a serlo! Estamos ante uno de los dramas más sombríos de la libertad humana. ¿Por qué llegó a serlo? En años no lejanos, cuando estaba de moda la tesis del Jesús «revolucionario», se trató de dar a su gesto motivaciones ideales. Alguien vio en su sobrenombre de «Iscariote» una deformación de «sicariote», es decir, perteneciente al grupo de los zelotas extremistas que actuaban como «sicarios» contra los romanos; otros pensaron que Judas estaba decepcionado por la manera en que Jesús llevaba adelante su idea de «reino de Dios» y que quería forzarle para que actuara también en el plano político contra los paganos. Es el Judas del célebre musical «Jesucristo Superstar» y de otros espectáculos y novelas recientes. Un Judas que se aproxima a otro célebre traidor del propio bienhechor: ¡Bruto que mató a Julio César para salvar la República! Son todas construcciones que se deben respetar cuando revisten alguna dignidad literaria o artística, pero no tienen ningún fundamento histórico. Los evangelios —las únicas fuentes fiables que tenemos sobre el personaje— hablan de un motivo mucho más a ras de tierra: el dinero. A Judas se le confió la bolsa
  • 36. común del grupo; con ocasión de la unción de Betania había protestado contra el despilfarro del perfume preciosos derramado por María sobre los pies de Jesús, no porque le importaran de pobres —hace notar Juan—, sino porque "era un ladrón y, puesto que tenía la caja, cogía lo que echaban dentro» (Jn 12,6). Su propuesta a los jefes de los sacerdotes es explícita: «¿Cuanto estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? Y ellos fijaron treinta siclos de plata» (Mt 26, 15). Pero ¿por qué extrañarse de esta explicación y encontrarla demasiado banal? ¿Acaso no ha sido casi siempre así en la historia y no es todavía hoy así? Mammona, el dinero, no es uno de tantos ídolos; es el ídolo por antonomasia; literalmente, «el ídolo de metal fundido» (cf. Éx 34,17). Y se entiende el porqué. ¿Quién es, objetivamente, si no subjetivamente (es decir en los hechos, no en las intenciones), el verdadero enemigo, el competidor de Dios, en este mundo? ¿Satanás? Pero ningún hombre decide servir, sin motivo, a Satanás. Quién lo hace, lo hace porque cree obtener de él algún poder o algún beneficio temporal. Jesús nos dice claramente quién es, en los hechos, el otro amo, al anti-Dios: «Nadie puede servir a dos amos: no podéis servir a Dios y a Mammona» (Mt 6,24). El dinero es el «Dios visible», a diferencia del Dios verdadero que es invisible. Mammona es el anti-dios porque crea un universo espiritual alternativo, cambia el objeto a las virtudes teologales. Fe, esperanza y caridad ya no se ponen en Dios, sino en el dinero. Se opera una siniestra inversión de todos los valores. «Todo es posible para el que cree», dice la Escritura (Mc 9,23); pero el mundo dice: «Todo es posible para quien tiene dinero». Y, en un cierto nivel, todos los hechos parecen darle la razón. «El apego al dinero —dice la Escritura— es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Detrás de cada mal de nuestra sociedad está el dinero o, al menos, está también el dinero. Es el Moloch de bíblica memoria, al que se le inmolaban jóvenes y niñas (cf. Jer 32,35), o el dios Azteca, al que había que ofrecer diariamente un cierto número de corazones humanos. ¿Qué hay detrás del comercio de la droga que destruye tantas vidas humanas, detrás del fenómeno de la mafia y de la camorra, la corrupción política, la fabricación y el comercio de armas, e incluso —cosa que resulta horrible decir— a la venta de órganos humanos extirpados a niños? Y la crisis financiera que el mundo ha atravesado y este país aún está atravesando, ¿no es debida en buena parte a la «detestable codicia de dinero», la auri sagrada fames, por parte de algunos pocos? Judas empezó sustrayendo algún dinero de la caja común. ¿No dice esto nada a algunos administradores del dinero público? Pero, sin pensar en estos modos criminales de acumular dinero, ¿no es ya escandaloso que algunos perciban sueldos y pensiones cien veces superiores a los de quienes trabajan en sus dependencias y que levanten la voz en cuanto se apunta la posibilidad de tener que renunciar a algo, de cara a una mayor justicia social? En los años 70 y 80, para explicar, en Italia, los repentinos cambios políticos, los juegos ocultos de poder, el terrorismo y los misterios de todo tipo que afligían a la convivencia civil, se fue afirmando la idea, casi mítica, la existencia de un «gran Anciano»: un personaje espabiladísmo y poderoso, que por detrás de los bastidores habría movido fila los hilos de todo, para fines que sólo él conocía. Este «gran Anciano» existe realmente, no es un mito; ¡se llama Dinero! Como todos los ídolos, el dinero es «falso y mentiroso»: promete la seguridad y, sin embargo, la quita; promete libertad y, en cambio, la destruye. San Francisco de Asís describe, con una severidad inusual en él, el final de una persona que vivió sólo para aumentar su «capital». Se aproxima la muerte; se hace venir al sacerdote. Éste pide al moribundo: «¿Quieres el perdón de todos tus pecados?» , y él responde que sí. Y el sacerdote: «Estás dispuesto a satisfacer los errores cometidos, devolviendo las cosas que has estafado a otros?» Y él: «No puedo». «¿Por qué no puedes?» «Porque ya he dejado todo en manos de mis parientes y amigos». Y así él muere impenitente y apenas muerto los parientes y amigos dicen entre sí: «¡Maldita alma la suya! Podía ganar más y dejárnoslo, y no lo ha hecho!" Cuántas veces, en estos tiempos, hemos tenido que repensar ese grito dirigido por Jesús al rico de la parábola que había almacenado bienes sin fin y se sentía al seguro para el resto de la vida: «Insensato, esta misma noche se te pedirá el alma; y lo que has preparado, ¿de quién será?» (Lc 12,20)! Hombres colocados en puestos de responsabilidad que ya no sabían en qué banco o paraíso fiscal almacenar los ingresos de su corrupción se encontraron en el banquillo de los imputados, o en la celda de una prisión, precisamente cuando estaban para decirse a sí mismos: «Ahora gózate, alma mía». ¿Para quién lo han hecho? ¿Valía la pena? ¿Han hecho realmente el bien de los hijos y la familia, o del partido, si es eso lo que buscaban? ¿O más bien se han arruinado a sí mismos y alos demás? La traición de Judas continua en la historia y el traicionado es siempre él, Jesús. Judas vendió al jefe, sus imitadores venden su cuerpo, porque los pobres son miembros de Cristo, lo sepan o no. «Todo lo que hagáis con uno solo de estos mis hermanos más pequeños, me lo habéis hecho a mí» (Mt 25,40). Pero la
  • 37. traición de Judas no continúa sólo en los casos clamorosos que he mencionado. Pensarlo sería cómodo para nosotros, pero no es así. Ha permanecido famosa la homilía que tuvo en un Jueves Santo don Primo Mazzolari sobre «Nuestro hermano Judas». "Dejad —decía a los pocos feligreses que tenía delante—, que yo piense por un momento al Judas que tengo dentro de mí, al Judas que quizás también vosotros tenéis dentro». Se puede traicionar a Jesús también por otros géneros de recompensa que no sean los treinta denarios de plata. Traiciona a Cristo quien traiciona a su esposa o a su marido. Traiciona a Jesús el ministro de Dios infiel a su estado, o quien, en lugar de apacentar el rebaño que se la confiado se apacienta a sí mismo. Traiciona a Jesús todo el que traiciona su conciencia. Puedo traicionarlo yo también, en este momento — y la cosa me hace temblar— si mientras predico sobre Judas me preocupo de la aprobación del auditorio más que de participar en la inmensa pena del Salvador. Judas tenía un atenunante que yo no tengo. Él no sabía quién era Jesús, lo consideraba sólo «un hombre justo»; no sabía que era el hijo de Dios, como lo sabemos nosotros. Como cada año, en la inminencia de la Pascua, he querido escuchar de nuevo la «Pasión según san Mateo», de Bach. Hay un detalle que cada vez me hace estremecerme. En el anuncio de la traición de Judas, allí todos los apóstoles preguntan a Jesús: «¿Acaso soy yo, Señor?» «Herr, bin ich’s?» Sin embargo, antes de escuchar la respuesta de Cristo, anulando toda distancia entre acontecimiento y su conmemoración, el compositor inserta una coral que comienza así: «¡Soy yo, soy yo el traidor! ¡Yo debo hacer penitencia!», «Ich bin's, ich sollte büßen». Como todas las corales de esa ópera, expresa los sentimientos del pueblo que escucha; es una invitación para que también nosotros hagamos nuestra confesión del pecado. El Evangelio describe el fin horrible de Judas: «Judas, que lo había traicionado, viendo que Jesús había sido condenado, se arrepintió, y devolvió los treinta siclos de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado, entregándoos sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Qué nos importa? Ocúpate tú. Y él, arrojados los siclos en el templo, se alejó y fue a ahocarse» (Mt 27, 3-5). Pero no demos un juicio apresurado. Jesús nunca abandonó a Judas y nadie sabe dónde cayó en el momento en que se lanzó desde el árbol con la soga al cuello: si en las manos de Satanás o en las de Dios. ¿Quién puede decir lo que pasó en su alma en esos últimos instantes? «Amigo», fue la última palabra que le dirigió Jesús y él no podía haberla olvidado, como no podía haber olvidado su mirada. Es cierto que, hablando de sus discípulos, al Padre Jesús había dicho de Judas: «Ninguno de ellos se ha perdido, excepto el hijo de la perdición» (Jn 17,12), pero aquí, como en tantos otros casos, él habla en la perspectiva del tiempo no de la eternidad; la envergadura del hecho basta por sí sola, sin pensar en un fracaso eterno, para explicar la otra tremenda palabra dicha de Judas: «Mejor hubiera sido para ese hombre no haber nacido» (Mc 14,21). El destino eterno de la criatura es un secreto inviolable de Dios. La Iglesia nos asegura que un hombre o una mujer proclamados santos están en la bienaventuranza eterna; pero de nadie sabe ella misma que esté en el infierno. Dante Alighieri, que, en la Divina Comedia, sitúa a Judas en lo profundo del infierno, narra la conversión en el último instante de Manfredi, hijo de Federico II y rey de Sicilia, al que todos en su tiempo consideraban condenado porque murió excomulgado Herido de muerte en batalla, él confía al poeta que, en el último instante de vida, se rindió llorando a quien «perdona de buen grado» y desde el Purgatorio envía a la tierra este mensaje que vale también para nosotros: Abominables mis pecados fueronmas tan gran brazo tiene la bondad infinita, que acoge a quien la implora . He aquí a lo que debe empujarnos la historia de nuestro hermano Judas: a rendirnos a aquel que perdona gustosamente, a arrojarnos también nosotros en los brazos abiertos del crucificado. Lo más grande en el asunto de Judas no es su traición, sino la respuesta que Jesús da. Él sabía bien lo que estaba madurando en el corazón de su discípulo; pero no lo expone, quiere darle la posibilidad hasta el final de dar marcha atrás, casi lo protege. Sabe a lo que ha venido, pero no rechaza, en el huerto de los olivos, su beso helado e incluso lo llama amigo (Mt 26,50). Igual que buscó el rostro de Pedro tras la negación para darle su perdón, ¡quién sabe como habrá buscado también el de Judas en algún momento de su vía crucis! Cuando en la cruz reza: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34), no excluye ciertamente de ellos a Judas.¿Qué haremos, pues, nosotros? ¿A quién seguiremos, a Judas o a Pedro? Pedro tuvo remordimiento de lo que había hecho, pero también Judas tuvo remordimiento, hasta el punto que gritó: «¡He traicionado sangre inocente!» y restituyó los treinta denarios. ¿Dónde está, entonces, la diferencia? En una sola cosa: Pedro tuvo confianza en la misericordia de Cristo, ¡Judas no! El mayor pecado de Judas no fue haber traicionado a Jesús, sino haber dudado de su misericordia. Si lo hemos imitado, quien más quien menos, en la traición, no lo imitemos en esta falta de confianza suya en el perdón. Existe un sacramento en el que es posible hacer una experiencia segura de la
  • 38. misericordia de Cristo: el sacramento de la reconciliación. ¡Qué bello es este sacramento! Es dulce experimentar a Jesús como maestro, como Señor, pero aún más dulce experimentarlo como Redentor: como aquel que te saca fuera del abismo, como a Pedro del mar, que te toca, como hizo con el leproso, y te dice: «¡Lo quiero, queda curado!» (Mt 8,3). La confesión nos permite experimentar sobre nosotros lo que la Iglesia canta la noche de Pascua en el Exultet: «Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!» Jesús sabe hacer, de todas las culpas humanas, una vez que nos hemos arrepentidos, «felices culpas», culpas que ya no se recuerdan si no por haber sido ocasión de experiencia de misericordia y de ternura divinas! Tengo un deseo que hacerme y haceros a todos, Venerables Padres, hermanos y hermanas: que la mañana de Pascua podamos levantarnos y oír resonar en nuestro corazón las palabras de un gran converso de nuestro tiempo: «Dios mío, he resucitado y estoy aún contigo!Dormía y estaba tumbado como un muerto en la noche. Dijiste: «¡Hágase la luz! ¡Y yo me desperté como se lanza un grito! [...]Padre mío que me has generado antes de la aurora, estoy en tu presencia. Mi corazón está libre y la boca pelada, cuerpo y espíritu estoy en ayunas.Estoy absuelto de todos los pecados, que confesé uno a uno. El anillo nupcial está en mi dedo y mi rostro está limpio.Soy como un ser inocente en la gracia que me has concedido». Este puede hacer de nosotros la Pascua de Cristo. «Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría», homilía del Papa en la Misa Crismal 2014-04-17 Radio Vaticana (RV).- (con audio) «“Alegría custodiada” por el rebaño y por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia», dijo el Papa Francisco, haciendo hincapié en tres rasgos significativos en la alegría sacerdotal: «nos unge, es incorruptible y es misionera». Con la Liturgia que se celebra este día en todo el mundo, este Jueves Santo, por la mañana, en la Basílica de San Pedro, el Obispo de Roma presidió la Santa Misa Crismal, con la bendición de los santos óleos para la unción de los catecúmenos, la unción de los enfermos y el crisma, para los grandes sacramentos que confieren el Espíritu Santo, es decir: Confirmación, Ordenación sacerdotal y Ordenación episcopal. Concelebraron con el Papa Francisco los Cardenales, Obispos y Presbíteros presentes en Roma. En la misma Celebración Eucarística, la renovación por parte de los sacerdotes de las promesas realizadas en el momento de su ordenación. Ungidos con óleo de alegría. En su homilía, dirigiéndose a los queridos hermanos en el sacerdocio, el Papa recordó que «en el Hoy del Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría y esta unción nos invita a recibir y hacernos cargo de este gran regalo: la alegría, el gozo sacerdotal. La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo fiel del cual es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir. Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría». Y señaló tres rasgos significativos en la alegría sacerdotal: «es una alegría que nos unge – dijo - (no que nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría misionera que irradia y atrae a todos, comenzando al revés: por los más lejanos». «Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la “madre del Evangelio viviente, es manantial de alegría para los pequeños” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288)», destacó también el Santo Padre - y añadió: «creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la
  • 39. inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres». «En este Jueves sacerdotal le pido al Señor Jesús que haga descubrir a muchos jóvenes ese ardor del corazón que enciende la alegría apenas uno tiene la audacia feliz de responder con prontitud a su llamado», pidió el Papa Bergoglio, rogando luego también por los recién ordenados: «cuida Señor en tus jóvenes sacerdotes la alegría de salir, de hacerlo todo como nuevo, la alegría de quemar la vida por ti». Por los ya tienen varios años de ministerio: «que sepan rezar como Nehemías: “la alegría del Señor es mi fortaleza” (cf. Ne 8,10)». Y por los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos: «que sientan la alegría de pasar la antorcha, la alegría de ver crecer a los hijos de los hijos y de saludar, sonriendo y mansamente, las promesas, en esa esperanza que no defrauda». (CdM - RV) Texto completo de la homilía del Papa: Ungidos con óleo de alegría Queridos hermanos en el sacerdocio. En el Hoy del Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría y esta unción nos invita a recibir y hacernos cargo de este gran regalo: la alegría, el gozo sacerdotal. La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo fiel del cual es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir. Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría. La alegría sacerdotal tiene su fuente en el Amor del Padre, y el Señor desea que la alegría de este Amor “esté en nosotros” y “sea plena” (Jn 15,11). Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la “madre del Evangelio viviente, es manantial de alegría para los pequeños” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288), y creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño. Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas; por eso nuestra oración protectora contra toda insidia del Maligno es la oración de nuestra Madre: soy sacerdote porque Él miró con bondad mi pequeñez (cf. Lc 1,48). Y desde esa pequeñez asumimos nuestra alegría. ¡Alegría en nuestra pequeñez! Encuentro tres rasgos significativos en nuestra alegría sacerdotal: es una alegría que nos unge (no que nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría misionera que irradia y atrae a todos, comenzando al revés: por los más lejanos. Una alegría que nos unge. Es decir: penetró en lo íntimo de nuestro corazón, lo configuró y lo fortaleció sacramentalmente. Los signos de la liturgia de la ordenación nos hablan del deseo maternal que tiene la Iglesia de transmitir y comunicar todo lo que el Señor nos dio: la imposición de manos, la unción con el santo Crisma, el revestimiento con los ornamentos sagrados, la participación inmediata en la primera Consagración… La gracia nos colma y se derrama íntegra, abundante y plena en cada sacerdote. Ungidos hasta los huesos… y nuestra alegría, que brota desde dentro, es el eco de esa unción. Una alegría incorruptible. La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar (cf. Jn 16,22). Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos (cf. 2 Tm 1,6). Una alegría misionera. Este tercer rasgo lo quiero compartir y recalcar especialmente: la alegría del sacerdote está en íntima relación con el santo pueblo fiel de Dios porque se trata de una alegría eminentemente misionera. La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar. Y como es una alegría que solo fluye cuando el pastor está en medio de su rebaño (también en el silencio de la oración, el pastor que adora al Padre está en medio de sus ovejitas) y por ello es una “alegría custodiada” por ese mismo rebaño. Incluso en los momentos de tristeza, en los que todo parece ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce, esos momentos apáticos y aburridos que a veces nos sobrevienen en la vida sacerdotal (y por los que también yo he pasado), aun en esos momentos el pueblo de Dios es capaz de custodiar la alegría, es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría. “Alegría custodiada” por el rebaño y custodiada también por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia. La alegría del sacerdote es una alegría que se hermana a la pobreza. El sacerdote es pobre en alegría