El documento describe la experiencia del autor en diferentes iglesias. Inicialmente servía tocando la guitarra y participando en reuniones fervorosas. Sin embargo, el pastor comenzó a sentir celos de su crecimiento espiritual y lo envió a un anexo. A pesar de la persecución, el anexo prosperó. Esto generó más celos en el pastor, quien habló en su contra. Tras varios intentos infructuosos de diálogo, el autor decidió retirarse junto a su familia. Más adelante asistieron a otra iglesia
Tema 6 CUAL ES LA ULTIMA PONTENCIA DEL MUNDO.pptx.pdf
Claves para el fracaso
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34. Había aprendido a tocar la guitarra lo
suficiente como para acompañar las alabanzas en las
reuniones y el pastor me dio lugar para hacerlo; era
muy lindo lo que se vivía, las reuniones las
comenzábamos en la iglesia y una vez que terminaba
el culto seguíamos en las casas hasta altas horas de la
madrugada.Verdaderamente fueron días
inolvidables por el calor de familia que podíamos
experimentar. Había días en los cuales amanecíamos
alabando y glorificando el nombre del Señor,
disfrutando de su presencia, parecía que retirarnos
de la casa donde nos encontrábamos era como salir de
la presencia de Dios.
Lo que vivíamos fuera del templo permanecía
en nosotros y al volver al mismo en la siguiente
reunión, el fuego en nuestra vida ya estaba
encendido, claro era algo especial y particular, pero
no todos vivían y practicaban lo que nosotros, y la
diferencia se notaba, pero no por eso
menospreciábamos a nadie, al contrario, estábamos
35. listos para servir y ayudar a quien pudiéramos.
El pastor había notado nuestra entrega y
decisión de servir al Señor, y en cada reunión donde
había manifestaciones demoníacas nos llamaba para
que liberáramos a los atormentados, lo más
grandioso de eso era que Dios nos usaba, y a pesar de
no tener toda la experiencia, el respaldo a su Palabra
siempre estaba presente. Pero algo ocurrió, la gracia
de Dios se manifestaba sobre mi vida y eso era notorio
dentro de la congregación, al punto que muchos
hermanos me buscaban para pedirme consejo u
orientación en sus asuntos; pero yo era bien consiente
que no era el pastor y no tenía ninguna aspiración de
“derrocar” a nadie. (Operativo serrucho. . . ¿Le
suena?) Mi único anhelo era servir y era lo que hacía
junto a mi esposa, buscábamos la presencia de Dios
más allá de las cuatro paredes y en esa búsqueda fue
que Dios me llenó del Espíritu Santo, en la cocina de
mi casa; no me daba cuenta que nuestro nivel
espiritual iba creciendo con la única dirección del
Espíritu Santo.
Ya nos habían comenzado a ver como que se
nos estaba yendo la mano en esa búsqueda, y como
nos estábamos convirtiendo en gente “demasiado
espiritual”, provocando en la vida del pastor cierta
desconfianza, por que la gente nos seguía. Entonces,
comenzó la persecución sobre nuestra familia,
directas e indirectas que nada tenían que ver con el
36. mensaje que se estaba predicando; pero el pastor no
podía negar lo que estaba pasando con nosotros.
Fue así que se le ocurrió una idea, enviarnos a
un anexo, en un lugar que solo los parientes podrían
llegar, pues era un lugar oculto, un galpón al fondo de
un terreno que había sido usado para
estacionamiento. Pero en nosotros no había ningún
apetito de poder, lo único que queríamos era servir,
así que aceptamos de buena gana atender ese lugar en
el cual no había gente, solo el galpón vacío; teníamos
que empezar de cero, pero… Dios estaba con
nosotros, y a pesar de la incomodidad que significaba
trasladarnos para llegar allí, el Espíritu Santo
comenzó a traer gente y comenzamos a crecer; en
poco tiempo llegamos a tener 25 personas, algunos
rescatados de la muerte con intentos de suicidio,
familias restauradas, etc. Esas cosas que solo Dios
puede hacer. ¿Qué pasó? Lamentablemente los celos
habían ganado el corazón del pastor y mientras
nosotros estábamos ausentes en algunas reuniones
para atender el anexo, desde el púlpito hablaba en
contra de nosotros y eso era oído por mi hermana de
sangre que continuaba congregándose en la iglesia
central. Era lógico que su corazón se doliera por esas
actitudes, porque ella bien sabía de nuestra búsqueda
sincera por la presencia de Dios y le había enseñado a
mi esposa a orar en intercesión del Espíritu, algo que
nosotros no conocíamos y que indudablemente nos
estaba metiendo más y más en la vida espiritual.
37. Entonces, cuando regresaba de la reunión y
nosotros hacíamos lo propio, nos juntábamos para
compartir las experiencias que estábamos viviendo,
sinceramente no podía entender porque el pastor
directamente no nos decía que estábamos haciendo
mal y evitarse tanta incomodidad; al final, él era el
pastor, y nosotros simples miembros de la iglesia.
Fue entonces que tomé la decisión y me dije: Si
él no viene, voy yo. Y fui hablar con él, pidiéndole con
respeto que, si algo estaba haciendo mal, me lo dijera.
Yo quería madurar en lo que fuera necesario,
pero él solamente me dijo que continuara adelante
con la tarea que me había encomendado, que estaba
todo bien, sin poder argumentar nada de lo que a mis
espaldas decía. Lamentablemente no cambió la
metodología y siguió con el sistema de usar el púlpito
con mensajes dirigidos hacia nosotros, (me hace
acordar de Saúl cuando perseguía a David) es así que
se me ocurrió una idea: Grabar una reunión, donde
pudiera tener más que un comentario dicho por
alguien sobre lo que estaba pasando, (Notarán el
tremendo discernimiento y revelación que tenía. . .) y
eso hice, lleve un grabador que tenía en casa y no era
pequeño, era de los primeros aparatos que habían
salido para grabar y escuchar música a cassette, me
puse en medio de las bancos y el grabador al lado, y
lamentablemente pasó, aún con nosotros allí, el
pastor no predicó, habló muy fuera de lugar de
38. nosotros y nuestro vaso se llenó.
“El estaba en la carne y yo también”, la
ignorancia de las cosas espirituales no me permitía
ver que las armas que estaba usando no eran las que
Dios quería que usara y procuraba solucionar el
asunto a mi manera (La intención era correcta, la
forma no), sacando a luz las cosas que estaban
ocurriendo.
Cuando el pastor se enteró que le había
grabado la reunión, vino corriendo a mi casa esa
misma noche a buscar la cinta, allí pudimos hablar y
le di a entender que no tenía nada con él, que si algo
estaba ocurriendo era simplemente porque Dios lo
estaba haciendo; pero a pesar de toda explicación no
hubo un acuerdo, solo una aceptación temporal de
los errores que se estaban cometiendo, él ya tenía
preparado el golpe final.
Habíamos organizado una campaña con la cual
pensábamos alcanzar más gente, organizamos todo,
preparamos todo, pero el primer día de la campaña
con invitados y todo, sin previo aviso me desplazó de
toda responsabilidad tomando el control de todo; él
era el pastor de la iglesia central y por ende también
del anexo, nada podía hacer, excepto orar y esperar.
Fue lo que hicimos, nos encerramos en una
pequeña oficina que había en el lugar y nos pusimos a
llorar con mi esposa y mi hermana, pues no podíamos
entender el grado de indiferencia a lo que Dios estaba
39. haciendo, sentimos un profundo dolor en todo
nuestro ser; mi esposa fue tomada en intercesión por
el Espíritu Santo y verdaderamente estaba con
dolores de parto como dice la Escritura, en ese
momento, Dios le estaba dando palabra a mi esposa,
pero era tan intensa la presencia del Espíritu que no
podía coordinar palabras en castellano y solo hablaba
en lenguas.
Tomé la decisión de retirarme del lugar junto a
mi familia y nos dirigimos a la casa del supervisor de
la región para que pudiera orar por mi esposa y
ayudarme en algo, ya que no podía entender. Eran las
diez de la noche y cuando llegamos a la casa del
supervisor me atendió y escuchó por unos momentos
en la puerta de su casa. Su respuesta fue: Llévala, que se
calme y mañana hablamos.
¡Qué pena! Yo necesitaba oración en ese
momento, no al otro día. Ese fue mi último día en esa
organización. No voy a negar que me sentí
absolutamente desanimado para continuar
trabajando en alguna congregación, pues no cabía en
mi mente tanta indiferencia al obrar del Espíritu
Santo.
A los dos días, apareció el supervisor por mi
casa como para hacerme reflexionar sobre la decisión
que había tomado, pero ya era tarde. No me sacaron a
mí, fue al Espíritu a quien le cerraron las puertas.
Porque solo al mes de éste hecho, el lugar que
40. atendíamos cerró; no había quedado nadie y al
tiempo lamentablemente el pastor, también fue
removido de la congregación.
Tercera Clave Para El Fracaso: No tener un mentor.
Pasaron los días después del hecho sin que
pudiéramos entender porqué no había quién nos
pudiera dar una explicación; la falta de un mentor
(Consejero o guía de una persona: Mentor
espiritual) producía en nosotros un tremendo vacio;
si algo teníamos en claro, era en quién habíamos
creído y que era el único que podía sostenernos.
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En esos días hasta las iglesias más tradicionales
estaban avivadas, y entre ellas la Iglesia Reformada.
Comenzamos a asistir a una de ellas, por aquel
tiempo pastoreada por el Pastor Juan Polanco (Hoy
con el Señor) quien a su vez era secretario de la
pastoral de la ciudad. Nos sentimos en cierta manera
tranquilos y disfrutábamos de un poco de
tranquilidad, hasta que me dieron lugar para cantar
y dirigir algunas reuniones; estaba todo bien, pero los
hermanos de dicha congregación no tenían mucha
experiencia con el mover del Espíritu y ese fue el
principio del fin. Había en ese lugar una mujer que
era poseída por los espíritus malignos que salían de
otras personas y luego había que liberarla a ella. Estos
41. poseídos eran dirigidos por el pastor a ésta mujer y
ella le imponía las manos encima y el demonio se
pasaba a su cuerpo, después se oraba por ella y el
demonio se iba (Al menos eso creíamos), algo no me
cerraba, pero Dios sanaba y la gente recibía palabra y
oración; para mí, la figura del pastor era la de esa
persona que no se equivoca, que sabe mucho, que
entiende todo lo que hace, etc. Y más si salía en
televisión como él, porque por aquellos días la
pastoral tenía un programa de televisión por un canal
de aire. Entonces, lo que el pastor decía, para mí, era
palabra santa.
Un buen día se decidió organizar una campaña
al estilo “Carlos Anacondia”; había músicos, ujieres,
etc. Pero al comenzar la reunión se comenzaron a
escuchar ciertas discusiones en el templo, yo estaba
en la plataforma dirigiendo los cánticos, pero abajo
por poco se estaban agarrando a las patadas, porque
el sínodo (Autoridad de las iglesias Reformadas)
había venido a intervenir la iglesia local por que las
prácticas eran absolutamente contrarias a los
estatutos de las Iglesias Reformadas. Conclusión, se
terminó la campaña ese mismo día y lo que quedó de
la iglesia se dividió.
Otra vez en el aire, otra vez sin pastor y sin
congregación, pero… había algo que tanta revuelta
no podía apagar, y eso era la sed de Dios y el deseo de
servirle, seguíamos en casa cantando, compartiendo
la palabra y orando.