Éste tiempo nos sirve para mirarnos a nosotros
mismos y buscar cambiar todo lo que tenemos
que cambiar, Jesús vino al mundo a dejarnos
su ejemplo de Amor, ésta época nos sirve para
mirarlo pequeño, pobre, humilde, mirar a Dios a
bajarse y hacerse chiquito para venir a nacer
en un lugar reservado a los animales.
Nos hace pensar que las riquezas de éste
mundo no llenan los espíritus, si nos fijamos
en el Rey de Reyes, rechazando todas las
pompas y vanidades mundanas y aceptando lo
pobre de un pesebre.
Cuando estaba en el vientre de su madre
María, encontró el mejor albergue de la mujer
más sencilla que sabiendo que sería la Madre
del Salvador tan esperado, se llamaba y se
sabía su Esclava.
¡Cuánto de humildad y sencillez, nos enseña el
meditar la Navidad!, buscaron posada y no la
encontraron, encontraron el lugar más sencillo,
en aquél lugar nació el Señor de Señores, Dios
mismo, Dios con nosotros y nos demostró que
su reino no es igual a los reinos de éste
mundo.
¿Nuestros corazones están preparados para
darle un albergue?
Son verdaderamente sencillos y humildes para
albergar al amor que no se alimenta de
pompas, rencores, odios, rivalidades, orgullos,
sino de perdón, amor, sencillez, humildad.
Nuestras poses, sólo nos sirven para ganar el
mundo, pero si ganamos al mundo perdiendo
al amor, no habremos ganado NADA.
Nuestros corazones, deben ser verdaderos
establos que no tienen oro, ni plata, pero que
tienen lo que perdura:
El calor del amor, el calor de darse por los
demás, el calor de sonreír en las adversidades,
el calor de perdonar y saber pedir perdón por
nuestras ofensas y las de los demás.
Preparemos nuestros corazones y ésta
Navidad, nacerá en ellos el amor, es decir
nacerá Jesús.
¡Feliz tiempo de Adviento y Navidad!
y lo que el próximo año nos depare, siempre
sea para unirnos más a Jesús.
En esos días, el emperador dicto una ley que ordenaba
hacer un censo en todo el imperio. Este primer censo se
hizo cuando Quirino era gobernador de la Siria. Todos
iban a inscribirse a sus respectivas ciudades.
Lucas 2:1-3
También José, como era descendiente de David, salió de
la ciudad de Nazaret de Galilea y subió a Judea, a la
ciudad de David, llamada Belén, para inscribirse con
María, su esposa, que estaba embarazada.
Lucas 2:4-5
Cuando estaban en Belén, le llegó el día en que debía
tener su hijo. Y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en
pañales y lo acostó en una pesebrera, porque no había
lugar para ellos en la sala común.
Lucas 2:6-7
En la región había pastores que vivían en el campo y
que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños.
Lucas 2:8
El ángel del Señor se les apareció, y los rodeó de
claridad la gloria del Señor, y todo esto les produjo un
miedo enorme.
Lucas 2:9
Pero el ángel les dijo: “No teman, porque yo vengo a
comunicarles una buena nueva que será motivo de
mucha alegría para todo el pueblo. Hoy nació para
ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo
Señor.
Lucas 2:10
En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién
nacido, envuelto en pañales y acostado en una
pesebrera.”
Lucas 2:11-12
De pronto aparecieron otros ángeles y todos alababan a
Dios, diciendo: “Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y
en la tierra, gracia y paz a los hombres.”
Lucas 2:13-14
Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores
comenzaron a decirse unos a otros: “Vamos, pues,
hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor
nos dio a conocer.”
Lucas 2:15
Fueron apresuradamente y hallaron a María, a José y al
recién nacido acostado en la pesebrera.
Lucas 2:16
Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho
de este niño, y todos se maravillaron de lo que decían
los pastores.
María, por su parte, observaba cuidadosamente todos
esos acontecimientos y los guardaba en su corazón.
Lucas 2:17-19
Después los pastores se fueron glorificando y alabando
a Dios, porque todo lo que habían visto y oído era tal
como se lo habían anunciado.
Lucas 2:20